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27 de enero de 2025

lp--Reunión de transparentes y silentes almas--ic


Escribía con la cálida luz de un claro del bosque, en una zona de descanso a unos pocos metros de la orilla del río y presentí a las almas, que sin ser necesario, ocupaban silenciosas e invisibles los bancos para admirar la luz y sus sombras.

Ocurre cuando no hay estruendo de voces humanas y pisadas, cuando los mirlos saltan por el suelo piando graciosamente y un cuerpo sentado en otro banco, frente a una mesa de cemento, rasguea con su pluma en el papel aparentemente ajeno a ellas.

Tal vez yo también sea una de ellas.

No sé…

Anhelan la luz, les hace recordar que un día habitaron la carne.

Echan en falta las cosas táctiles y visibles.

¿Y si las pobres sienten pena de que nadie sepa de su existencia?

Silentes miran al centro del claro, a la luz que hace visible lo tangible y evocan lo que un día fueron.

Pobres almas tristes…

Puede que sean novatas. ¿Y si hace poco que sus carnes murieron y aún no saben qué hacer?

Un pensamiento que no era mío entró en mi cerebro desde los bancos donde las almas admiran la luz tristemente.

– ¿Si vives por qué estás aquí ahora, más solo que nosotras?

–Porque debo presentir que pronto estaré aquí como vosotras, un gas transparente y mudo.

–Nosotras no lo hicimos nunca. Incluso como almas y sin vernos las unas a las otras, nos reunimos aquí cuando los rayos de sol alargan las sombras. Tú no eres de aquí aún; pero no pasa nada. Si te pesara la soledad no estarías, es tu voluntad. Es bueno.

Te gustará morir, es una paz instantánea. No necesitarás ver y tocar para vivir, para sentir. Saber que ya nada malo puede pasar… Y reconocer que estás serena y deliciosamente solo. 

–Como ahora con vosotras.

–Adulador.

El alma ríe y sus compañeras, pareciera que agitan la fronda creando un murmullo de brisa que me lleva a entornar los ojos gozando de una inusitada armonía.

Sin embargo, no puedo dejar de percibir cierta tristeza en ellas.

Y piedad.

Esa necesidad de luz… Cómo si algo fallara en ese mundo invisible.

– ¿Estás bien?

–No lo sé, no lo sabemos. No hay cielo ni infierno. Es una apabullante libertad, como ocurre en la infancia cuando madre y padre no están cerca mirándote. Cuando te haces vapor añoras ciertas sensaciones. Somos un grupo de almas jóvenes, las veteranas no vienen aquí ni a sitios donde una vez vivieron. Se han adaptado a prescindir de todo lo orgánico que conocieron y viajan por el universo acumulando conocimientos. Hablando con seres más lejanos en el pasado y futuro, como yo hablo contigo. A nosotras nos da miedo esa inmensidad, hace tan sólo unas luces que tuvimos que dejar el cuerpo que ya no se movía. Creemos que estamos pasando por una infancia y adolescencia espirituales hasta adquirir la plena conciencia de nuestro ser.

– ¿Olvidaréis que un día vivisteis lo tangible?

–No. Cuando nos atrevamos a sentir el universo conoceremos tantas vidas, cosas y seres que nuestra vida orgánica quedará sepultada como un recuerdo lejano, una experiencia útil. ¿Sabes que las almas veteranas son felices y se ríen amablemente de nuestro temor?

–Son buena gente. Y a vosotras ya no os preocupa el tiempo y podéis hacer lo que queráis. Me gusta sentiros aquí, me da paz.

–Te voy a decir un secreto: ¿Sabías que no existe dios?

–Sí.

– ¡Qué chasco! No has muerto y ya eres un alma veterana.

Y la fronda del bosque se volvió a agitar por otra brisa invisible formando una sonrisa coral. Dejé de escribir mirando con ternura e ilusión los bancos de las silentes y transparentes almas novatas.

No les dije que ellas tampoco existen, que son producto de mi locura. Odio la crueldad innecesaria que nace del afán de demostrar ser poseedor de la verdad. Las mentiras siempre son más hermosas y necesarias que las verdades que destruyen la imaginación y sus almas. No hay necesidad de destruir las bellas cosas que imaginamos. Son cuadros de una galería que no pueden hacer daño a nadie, y cuando dejas de mirarlos vuelves a la dimensión triste y gris para hacer lo que puedes, mientras llega el momento de surcar el universo como una frecuencia invisible viajando a la velocidad de la desintegración.

Yo quiero volver mañana a mi soledad y que estén allí, haciendo susurrar la fronda del bosque con una hermosa inocencia y unas sonrisas sinceras en mi pensamiento.

Soy una de ellas, lo sé. Y no tardaré en viajar lejos hasta hacer de mis palabras un difuso recuerdo entre los fuegos incineradores de un sol.

Debo conseguir unas inmateriales gafas de protección pronto.

Mis amigas, mis bellas e ingenuas almas, serenas, sin prisas, cordiales. Que hablan en susurros dentro de mi cabeza, cuidadosamente…

Hasta mañana.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

14 de enero de 2025

lp--Colores--ic


Los colores que ofrece la mañana son frescos, vibrantes, húmedos.

Enérgicos y energizantes.

Los del mediodía secos, aplastados por un sol despiadado que destruye las sombras y contrastes, es la verticalidad uniformadora. Como un dictador robando matices y creando un cromatismo anodino.

Los colores de la tarde son relajados, llevan horas luchando contra el sol y, ahora que se hunde en el horizonte, se toman un café con tranquilidad porque lo peor ha pasado.

Se oscurecen saturándose dramáticamente antes, para dormir negramente.

Incluso las frecuencias están sometidas a los movimientos cósmicos.

No es extraño así, que haya una hora preferida para morir.

Y otra para follar.

Luchar.

Llorar.

Desear…

Sin embargo, el pensamiento no cesa en ningún momento, no afloja su enloquecido ritmo.

Ni en el sueño.

Es sortilegio y maldición.

Es contra lo único que el sol pierde su poder.

El jodido e incombustible pensamiento…

No lo escribo con orgullo, sino con resignación; porque quisiera ser un color fumándose serenamente un cigarrillo al atardecer.

Que el pensamiento cese, se relaje por unos instantes aún a riesgo de parecer imbécil.

El pensamiento tiene el superpoder de lo infatigable. También de lo irritante, pero como efecto secundario.

Y me vampiriza.

Me canso de enlazar tonterías, de escribir en el borrador de mi cerebro.

Y si dejo de hacerlo por algún ataque de amor o melancolía, tengo la sensación de morir un poco.

Temo que al dejar de pensar, lanzo a la basura las deliciosas y frágiles ideas multicolores. O una negra y poderosa.

O tu coño desflorado a mi lengua, a mi pene que ciego parece llorar un aceite denso de incoloro deseo.

La locura no es algo de lo que sentirse orgulloso.

No importa si el sol se pone, porque enciendo la luz en mi cerebro despertando los colores. Es un defecto con el que me parieron, no lo pedí. Sólo lo uso, como los dientes.

Y esa luz en el cerebro, me da el consuelo y la fuerza de no sentirme arder.

La noche es para escribir sin preocupaciones de que el procesador alcance una temperatura crítica.

La tinta luce como si su color fuera matinal de fresca, vibrante y húmeda deslizándose ágil en la página y en tus muslos escribiendo los versos obscenos.

No puedo, no quiero dormir con el remordimiento de haber perdido una graciosa, insignificante o tonta graciosidad.

Dormirme sin pretenderlo es la única piedad. Caer repentinamente en la onírica locura, cuyas aberraciones se diluirán al instante mismo de despertar.

Y si no fuera, así… Misericordia.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

9 de enero de 2025

lp--El cementerio más hermoso--ic


Es fascinante, mágico e incluso espiritual observar las almas surgir y desprenderse de la tierra y los árboles cuando el sol derrite la escarcha de la noche.

Hacen el frío más cálido y aterciopelado, no muerde con tanta fuerza el pensamiento.

Tal vez sea por respirar las almas libres y serenas que se extienden por el prado silentes, sin drama.

Las saludo en silencio, con la mano acariciando el aire. Y les deseo feliz viaje a donde quiera que vayan.

Con cierta melancolía anticipada pienso que en mi último latido, antes de la definitiva horizontalidad, añoraré estos hermosos y escasos momentos que el mundo regala.

Me gustaría que el sol hiciera eso conmigo, sacarme con su calidez de la tierra y darme la libertad de la flotabilidad.

Pero sé que me quemarán como un puto neumático viejo o meterán en un cajón de hormigón. Aunque una vez muerto, me sudará la polla lo que ocurra.

Estoy en el momento y lugar preciso para variar. Es lo único que ahora me importa y gozo.

Y casi siento desprenderme de mi piel siguiéndolas y dejar mi carcasa aquí y ahora que todo es perfecto.

Es importante acabar bien.

“Vivir agota ¿verdad, amigas?”, pienso.

Siento…

À bientôt! bellas almas.

Ya pronto…



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

13 de diciembre de 2024

lp--El uniforme de la libertad--ic


El uniforme de la libertad no existe, es una gilipollada.

La libertad se te pudrirá en el ánimo ante un uniforme, una bandera, una frontera, una aduana, un decreto político, un mandamiento religioso, el salmo de un ideólogo de la paz, un desprecio al individualismo o una simple señal de tráfico aunque no conduzcas.

Para ser libre sólo se requiere hacer lo que uno debe y si el tiempo es hostil, protegerte del frío, la nieve o la lluvia. Si quieres, haz lo que te salga de la polla.

Y ante todo, ni caso al hijoputa que te prohíbe.

El sombrero no indica libertad, sólo es una superficial vanidad que realza mi belleza innata y da cierto carismático misterio. Aunque no te acuerdes de que lo llevas.

Y ya en el exterior, en la libertad que te has propuesto, insisto: no obedecer al primer hijoputa sea policía o civil que te diga que deberías estar en casa porque hay riesgo climático, por poner un ejemplo de tantos que hay de hijoputismo fascista prohibidor.

Es ahí donde entra en juego el paraguas, al civil o policía que te inoportune le metes en la boca el paraguas cerrado y mantienes la presión hasta que en sus ojos aparezca en las escleróticas un derrame de sangre, eso quiere decir que ha muerto asfixiado y ya eres libre de molestia alguna y de ir donde te salga del coño o la polla.

Experimentarás que la sensación de libertad será más gratificante que una corrida.

Y camina, camina, camina…

Acuérdate de arrancarle el paraguas de su boca muerta, porque es posible que te encuentres con otro durante tu paseo y debas matarlo también.

Esto es sólo un ejemplo de hipotética situación y su resolución. No tiene por qué ocurrir; pero mejor llevar el paraguas y no necesitarlo, que no llevarlo y necesitarlo

Cuida que el viento no se lleve tu sombrero porque es muy patético correr tras él, hay chusma presta reírse, tanta como ávida de prohibir porque tiene envidia de los libres que los deja en evidencia de cobardía

Y que jodan a los vivos y los muertos mártires de la esclavitud que mueren tan lindos de asco, miedo y obediencia por el decreto de un hijoputa fascista.

No me negaréis que la libertad es salvaje y energizante.

Un chute en vena de jaco libre…

Genial.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

 

8 de diciembre de 2024

lp--Con la misma intensidad escribo--ic


Escribo cosas directas, certeras e hirientes con los justos e imprescindibles ornamentos necesarios para dar interés al texto.

Escribo con la misma intensidad que follo, lenta e impíamente para aplastar toda voluntad y remilgo en pro de la consecución del placer.

Ya ha habido demasiado dolor.

Ahora el dolor lo doy yo y lo tomo de quien elegí con la misma precisión y voluntad que escribo lo que nadie quiere leer.

Negando la gracia humana de la bondad, la que queda en ella y en mí si alguna vez la tuvimos

Escribo como follo, destruyéndome.

Destruyéndonos…

Y al igual que al joder soy animal en celo, me deslizo como bestia de deseo e ira con palabras sucias de mellados y oxidados filos por el papel.

Como desgarro la piel que jodo.

Sin más finalidad que la destrucción de todo aquello que nos quisieron inculcar robando nuestra infancia y juventud.

Mi rabo es mi pluma y mi pluma apuñala ojos que leen sin acabar de comprender.

Mi amor es la más bella del mundo y su coño sabe a azufre, he desgastado su piel lamiéndola y escribiendo los versos cardenalicios de la catedral del dolor y la vejación.

Soy un cerdo hociqueando en el coño de mi crucificado amor y denigrándome en el papel sin pudor, sin importar nada más que mi mortificación, para no tener ya nada que perder y arrasar con todo lo que han podrido y eternizan.

Lo malo lo hago mejor que nadie.

Quiero que mi diosa crucificada sienta el gozo de tener un macho a la medida de su hambre e irreverencia.

Entre escribir y follar, sólo varía que no firmo mi acta con mi leche rezumando de su maltratado coño que me enloquece y embrutece.

Escribo ante la cruz de mi puta diosa y el dolor brota formando las palabras necesarias para maldecir al mundo y su humanidad imbécil que surgió de un accidente genético que nunca debió ocurrir.

Y mi amor crucificado le saca la lengua a dios diciéndole que soy suyo y mis palabras en realidad, son su obra.



Iconoclasta

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4 de diciembre de 2024

lp--Fantaniebla--ic


Me gusta la fantasía que trae la niebla borradora de identidades y perfiles, difuminando la brusca y delineada realidad y su monolítica y sólida uniformidad.

Siento al respirar un jadeo sostenido que no llega a concluir porque los segundos se desdibujan y no acaban de formar el minuto. Es todo un acto de relatividad…

Soy un físico loco o lo fui.

No sé...

Toda magia está bien, aunque duela. Lo que importa es que cambie, que por unos minutos el mundo sea distinto.

Es el vapor de tantos muertos, que con el frío adquiere más cuerpo, incluso un pensamiento y su ilusión de descender arrasando las montañas para bajar a la ciudad y pasear y sentirse vivos.

Tal vez, se quieran llevar a algún conocido con ellos que añoran.

Es tan voraz la niebla que me pregunto si faltará un pedazo de la montaña cuando el sol acabe con ella.

¿Si entrara en ella me devoraría? No puede doler, se la ve suave y los árboles no tiemblan.

Sólo es un infantil arrebato de fantasía, el deseo de experimentar una magia que no existe.

Aunque no estoy seguro de ser un jirón evocando cuando una vez estuve vivo.

Lo peor que puede pasar es que me disipe con el sol.

Seguro que no duele.

No me gusta el dolor. Aunque si he de pagar con él un pasaje a un lugar mejor, tampoco estoy cerrado a un buen acuerdo.



 

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

22 de septiembre de 2024

lp--Tristeza en estado puro--ic



–Cuéntame una tristeza.

–Un amor clavando las uñas en la tierra para no caer al infierno.

–Otra.

–Una sangre fuera de las venas.

–Otra.

–El bebé que no ha conseguido llorar frente a la madre que lo acaba de parir.

–Otra…

–Un gato se esconde bajo la cama para morir solo; pero su compañero lo acuna en el pecho. Sólo es un gato…

–Otra.

–Los párpados lívidos de padre, la inmovilidad de su pecho.

–Otra…

–Tú tan lejos de mí y tan sola aunque te tome la mano.

–Una más.

–Tu llanto.

–Por lo que más quieras. Niégate a contar penas, cuenta esperanzas.

–No puedo…

–Es imposible, me niego a vivir con tu tristeza. Eres un monumento a la pena. ¿Qué ocurrió?

–Viví demasiado tiempo aquí en el mundo.

– ¿No queda un ápice de alegría en ti?

–No la conocí. Y lo cómico no es alegría, es una tos.

–Me condenas a la prisión de tu tristeza.

–No. Me condeno a vivir sin ti.

– ¿Soy yo el amor que clava los dedos en la tierra para que la muerte no lo arrastre?

–Sabes que soy yo.

–Y haces de mí la sangre fuera de las venas.

–No.

–Estás matando el amor como el bebé que no lloró.

–Soy yo quien no debió nacer. Soy todas las alegorías de un muerte con retraso, tardía perezosa... No hace lo que debe.

Soy una tristeza que respira, una masa de melancolía que se agita ante una luz oscura como una tumba. Una gelatina negra que solloza. Un miasma pulsante que exhala vapores en el hielo de la vida. Un puré amasado con lágrimas saladas y pestañas carbonizadas.

Soy el barro que dios se quitó de las manos tras modelar a Adán. Y yo no recibí un soplo de vida, sólo aspiré el polvo del hastío de una tierra muerta. La orina de aquel primer hombre me dio un informe volumen.

Quiero morir solo, como el gato.

–Estás loco.

–Lo sé, a cada hora me encuentro más lejos de mí mismo. El mal está hecho. Soy el animal nacido en cautividad que se muere de melancolía ante los visitantes alegres del zoo. No queda nada dentro de mí que me haga viable para la vida.

La locura ha llegado, no tardará una muerte enajenada. Ya no soy aquél, hablas con un extraño.




Iconoclasta


6 de septiembre de 2024

lp--Diario de Nadie--ic

Últimos párrafos del diario de Nadie:


Me he equivocado y llevado la pluma a los labios en lugar del cigarrillo. Me doy cuenta porque al aspirar no entra humo en la boca y pienso con distraída ingenuidad que se ha apagado.

Al ser consciente de lo que he chupado y a pesar de estar solo en la casa, miro a mi alrededor con temor a que alguien hubiera visto semejante estupidez.

Temo más al ridículo que a la enfermedad que pudre mi cerebro.

Sé que este es un hecho banal y hace bostezar desesperadamente a las ovejas de puro aburrimiento; tienen razón. Sin embargo, para mí ha sido el suceso más importante del día y no me interesa particularmente la literatura.

No me parece triste, todo lo contrario, lo encuentro cómico. Aunque me temo que la comicidad es una situación triste de quien está acabado. Los personajes cómicos siempre han sido mendigos con un ingenio tramposo para que los obreros se sientan bien en su condición de esclavitud.

Lo que me preocupa es el resultado de la biopsia que me hicieron en el cerebro. Se llevaron un trozo pequeñito de mis sesos, no dolió la extracción; pero sí el agujero que me hicieron en la calavera con una simple sedación local. No puedo conciliar el sueño evocando el chirrido del taladro y ese dolor venenoso de lo que quiere invadir lo más sagrado del ser humano.

Me dejaré morir si me dicen de hacer otra biopsia.

Y ahora espero el diagnóstico de la máquina que me leerá el médico como un notario la puta hipoteca.

Hace años que los médicos ya no saben diagnosticar, sólo son administrativos tramitando citas con las máquinas de analíticas e imagen.

¡Vaya, parece que la tontería de la pluma se ha complicado! No me apetecía escribir de ello en este diario de Nadie. Nadie soy yo, lo vuelvo a escribir porque a veces me olvido de qué o quién soy.

¿Sabes qué te digo? Para morir con angustia tras conocer el veredicto del diagnóstico, prefiero una muerte despreocupada y coloquial con la infeliz ignorancia de morir sin el estrés de saber lo inevitable.

No voy a acudir al administrativo sanitario que no sabe explicar o teorizar entre ignorancia y desidia mi mal. Además, estoy seguro de que me cantará el diagnóstico de un cerdo enfermo por algún error en el análisis de la muestra.

Se parecen más a hechiceros que a médicos.

Lo peor es que no les importa el dolor ajeno. Si les importara te dirían que mejor no pasar por ello. Es innecesario.

La premisa es que no es bueno sumar más dolor a la enfermedad. Si estás condenado a una muerte pronta ¿para qué tanta mierda?

Los cuerdos son cobardes por mucho que duela. Y de ellos se aprovechan los fabricantes de diagnósticos.

No asistiré a la cita con el neurólogo, punto.

Me voy a fumar otra pluma y esperar que dejen de sangrarme los oídos.

¡Cómo ha crecido mi hijo en estos siete años que lleva muerto! Me sonríe desde el umbral de la puerta de la habitación.

Nunca llegué a conocerlo como adulto, murió cuando apenas alcanzó la adolescencia. ¡Qué guapo es!

Si su madre no se hubiera suicidado sería histéricamente feliz de verlo.

¡Qué bonita es la soledad compartida!

Ojalá hubiera estado tan podrido cuando murieron. No habría llegado a escribir estas cosas en el diario de Nadie, no hubieran sido tan dolorosos estos últimos tres años que Sari me dejó sólo.

Mis compañeros de trabajo me envían mensajes de ánimo y pronta recuperación de mi depresión; no tienen por qué saber más. Los más amigos bromean diciéndome que disfrute de mi baja.

Al principio respondía a todos los mensajes con un adiós. Hace ya dos semanas, ni eso. De hecho, el móvil está apagado.

No es locura o un tumor cerebral lo peor.

Lo peor es el hastío.

Ocurre muy a menudo que el corazón parece cansado, se detiene un segundo y luego arranca con un doble latido tan fuerte que me quita el aire del pecho y marea.

Creo que es lógico. Hacia donde voy sólo hay quietud y el corazón lo presiente, quiere parar de una puta vez de puro cansancio y de que un cerebro enfermo le dé órdenes. Estamos nerviosos porque esto dura demasiado. No he sido tan valiente como mi esposa, quiero decir que he sido pornográficamente cobarde y me dejo morir pasivamente en lugar de trabajar en ello de forma activa.

No voy a perder más tiempo aquí, a la mierda el tratamiento.

El fantasma de mi hijo, mi elaborada alucinación se ha esfumado. Supongo que a ningún hijo le apetece ver morir a su padre; pero es mucho más obsceno y turbador que el padre sobreviva al hijo.

Soy un hijoputa.

Sólo quedo yo de todo lo que importa, soy un ganador de mierda.

Ya por poco tiempo.

No. Realmente hay días en los que no estoy seguro de estar vivo. Siento que soy un sueño, el vapor que desprenden los durmientes.

Fumar la pluma ha sido una dosis de realidad. No es cualquier cosa, me recuerda que todo está mal. Yo sólo quiero que esto se acabe, largarme.

Ahora, dos hombres de rostros deformes e indescriptibles reptan por el suelo con rapidez usando sus brazos y manos de dedos rotos y me muerden las piernas en silencio, como insectos. De cintura para abajo no tienen cuerpo y han dejado un rastro de brillante humedad en las baldosa como una estela de baba tras de sí; mi hijo asoma de nuevo sonriente en el umbral.

Tengo tanto miedo a ser devorado indolora y horriblemente que mi mente se ha fragmentado y veo el mundo a través de los añicos de un espejo. Me levanto asustado de la silla y me dirijo al salón sin más razón que el olor a podrido. Arrastro a los semi caníbales que no dejan de devorar mi carne a cada paso, el pasillo parece hacerse infinito y temo no llegar. Es un tópico surrealista, carezco de originalidad alguna.

En el salón, el cadáver de Sari se descompone relajadamente tendido en el sofá y el cuchillo que le clavé en el pecho sigue firme como un hito de altitud en el pico Esquizo a un millón de metros sobre el nivel de la humanidad y su realidad de mierda.

La dejé en el salón porque el hedor en la habitación no me dejaba dormir.

No se suicidó, no puedo mentirme en momentos de lúcido terror. Le clavé el cuchillo en el pecho mientras la follaba tristemente, como todo lo que hacíamos juntos desde que murió nuestro hijo.

Estaba tan cansado de una tristeza que no se curaba jamás…

La maté porque abonaba su tristeza con afán de martirologio, su voluntad era llorar eternamente la muerte del hijo. No cesaba nunca en sus suspiros y lamentos a cada momento. Esa tristeza se hizo tumor dentro de mi cráneo.

En caso de que existiera mi neurólogo, estaría de acuerdo conmigo. Sin mi diario se me escapa mi historia reciente y ni yo mismo sé quién soy.

Y no se corría cuando la follaba, parecía carne muerta caliente.

La llegué a odiar tanto por esa tristeza cultivada durante años minuto a minuto, pudriendo toda alegría incluso antes de que surgiera la esperanza…

Mi hijo me sonríe tan adulto y guapote dejando caer otro medio hombre que sostiene entre los brazos. La cosa, con la velocidad y afán neurótico de una cucaracha, se arrastra hacia a mí y con sus brazos y dientes se aferra a una de mis piernas pasando por encima del otro. Y roe la carne y el hueso demasiado cerca de los cojones.

– ¡Úsalo, papá! –exclama mi hijo señalando el cuchillo en el pecho de su podrida madre.

Claro que lo uso… Para que mi hijo se sienta orgulloso de su padre.

Estas mitades de hombres… ¿Son sus semi amigos? ¿De dónde saca estas cosas? Son tan irritantes que le quitan solemnidad al acto.

¿Por qué morderme si ya apenas existo?

– Estarán contigo siempre, papá –responde a mi delirio.

Está sonriendo, siempre sonríe. No es razonable que tras la muerte y sus amigos cucaracha se pueda sentir feliz.

Bueno… Ninguna sonrisa por sórdida que sea puede hacer daño tras tantos años de elaborada y forjada tristeza.

Ha envejecido rápidamente, está más viejo ¿O es descomposición?

Se abalanza con una sonrisa demente y maliciosa, no tiene piernas ni brazos, se ondula como una oruga para avanzar. Y es rápido… Siempre supe que mi hijo hubiera destacado en muchas cosas si le hubieran dado tiempo.

Al entrar el acero en el cuello, todo se hace oscuro y está bien. No hay dolor porque la certeza de morir lo solapa.

No sé cómo ni en qué momento ha ocurrido. Será que un brazo por un instinto reflejo y sin el control de la locura ha hecho lo que debía por pura piedad y no como mi médico si existiera.

No tengo piernas ni cojones, intento arrastrarme hacia la estela viscosa que ha dejado mi hijo en el suelo para ir con él, donde él; pero resbalo en mi propia sangre.

Sari sonríe por primera vez en muchos años, también se ha desprendido de las piernas como una lagartija de la cola. Cae pesadamente del sillón rompiéndose los dientes contra el suelo. Acercándose a mi rostro, me devora los labios…

¿Cuándo llegará la muerte del cerebro?


La locura es un universo exclusivo para el loco, a su medida. Tan real como el universo en el que primero fue parido.

No hay más realidad que la experimentada. Es innegable la frecuencia de la luz que cada cual codifica con su cerebro.

Los locos son viajeros que vagan entre dos dimensiones lumínicas sufriendo en ambas.

Nadie, loco o cuerdo, puede negar que lo que ve no existe.

¿Qué importa lo que eras y conocías si ahora habitas otro mundo con otra visión, con otro pensamiento? Sólo tienes la certeza de que aquel no eras tú. No eras Nadie.

Encontraste el portal a otra dimensión que los cuerdos invidentes llaman locura.

Las resurrecciones no son lo que prometieron ¿eh? Y la medicación intenta engañar al mundo, no al paciente.

Cuando estés loco no lo sabrás.

(Primeros párrafos del diario de Nadie)


Iconoclasta

20 de agosto de 2024

lp--Soy tu fenómeno atmosférico--ic


Pienso que soy un fenómeno del planeta. Que te amo como los rayos caen en la tierra, con una fulgurante pasión.

Soy un efecto atmosférico, un movimiento telúrico a tu alrededor.

Hay tantos seres humanos en el planeta que me parece increíble haber caído tan fulgurantemente enamorado frente a ti, lo más bello.

No ha sido por voluntad o inteligencia intuitiva, sino por un azar.

Y seamos sinceros, tampoco es un azar…

De hecho, tengo la certeza de que me creaste de la nada, soy tu creación de memoria difusa y riges mi azar.

Me creaste hombre para amarte desde el primer hálito de mi vida. Mis recuerdos de la infancia son tan difusos y débiles que me resultan ajenos y cada día que pasa se diluyen en la lluvia hasta casi desaparecer.

Y tú tan desesperadamente sólida…

No consigo recordar el rostro de mi madre; pero recuerdo el brillo de sus ojos cuando me miraba.

En la infancia las cosas simples y sinceras quedan fuertemente grabadas en la memoria porque no requieren discusión ni aprendizaje. Sólo mirar y sentir...

Pero aquel niño no era yo, es un recuerdo ajeno que también creaste para que me sintiera humano. Un recuerdo difuso como un sueño que se deshace al despertar, como la voluta de humo que se expande en el aire hasta desaparecer.

No es un recuerdo sólido como yo cuando lluevo sobre ti y me encharco en tu ombligo para derramarme por tu vientre y bajar como un torrente a los muslos y a tus labios mudos que sufren espasmos de placer como los de tu boca entreabiertos.

¿Y si soy una ilusión tuya qué, como el aleteo de una mariposa, se convierte en algo más grande? En tu placer, en tu mirada de amor indiscutible que queda grabada en la memoria como la del niño que no fui.

Tú eres el planeta y yo tu clima, tu consecuencia.

Este pensamiento es el tuyo.

Eres la todopoderosa creadora y yo tu Frankenstein ectoplásmico, una consecuencia de ti.

Una aleatoriedad en tu red neuronal que es la réplica exacta del cosmos.

Amar es una voluntad y yo no puedo elegir.

Unas veces soy marea y no tengo control de mi agua que te baña.

Otras soy el viento que le arranca palabras y lujurias a los árboles que se inclinan ante ti.

Ni siquiera me importa si me quieres, mi fin último es ser tu atmósfera, recubrir tus dedos cuando a solas te tocas y, tan abiertas tus piernas, asistir al parto de tu orgasmo entre gemidos que arquean tu belleza en una coreografía que desatará una tormenta.

Puedo ser la lágrima de un tristeza que tu vida desborda.

Lo abstracto puede ser inenarrable y la multi forma es ubicuidad, así es tu creación: yo.

Mi génesis está en ti.

Por eso atraes al rayo enamorado.

No es que te ame, te habito; fuera de ti sólo hay la nada.

Podría explicar y nombrar miles de accidentes que soy en ti; pero siempre como consecuencia de tu existencia.

Jamás me pregunto o intentaría preguntarte si me amas. No tiene sentido esa cuestión porque no te amo de la misma forma que la rosa no ama sus espinas. Simplemente soy tuyo, estoy entrelazado en ti.

Eres existencia y yo no puedo influir, un viento no elige el árbol que tumba.

Y cuando no hay opción, dejarse llevar es lo más parecido a una dulce y caótica libertad.

Si tuviera huesos y dentro de ellos un mal anidado, sólo podría pensar que es amor y es cruel. Y quiero la metástasis completa. O un corazón infartado, roto de amar.

Yo no quiero decidir, cielo.

Ni puedo alterar lo que soy, lo que has hecho de mí. No tengo medios para evitar o modificar lo que provocas.

No es tragedia, ni dolor, placer o alegría.

Es una nube donde las moléculas colisionan entre sí hasta provocar un brillo extraordinario en tu mirada que me hace sentir que soy una buena creación, que te sirvo.

Soy la partícula y tú la científica y su acelerador de partículas. Tienes el control.

Es como un cuento: la bella científica y su acelerador de partículas.

Algo inexplicable como mi existencia dependiente de ti.

Por eso tampoco recuerdo el rostro de mi padre…

Estas palabras no son mías, sino tuyas. Sólo soy la tinta que llueve en el papel.

Soy tu meteorología.




Iconoclasta

 

4 de agosto de 2024

tg--Porque yo lo haría, padre--ic


Perdóneme, padre. No he pecado, soy perfecto; pero una intuición y su duda me mortifica y excita tanto, que me arrastra a una masturbación compulsiva y láctea una y otra y otra y otra vez…

Se me ha levantado dolorosamente la piel de la polla porque no puedo parar tras leer las sagradas escrituras, padre; con el Génesis entre mis dedos crispados y pringados.

¿Se folló Yahvé a su creación Eva?

(¿Por qué se agitan las llamas de las velas votivas de la capilla y el altar, si no se mueve el aire?)

(¿Está Yahvé furioso?)

(No importa, es una irrealidad como otra cualquiera.)

¿La probó follándola con su rabo celoso, colérico y sagrado y después se la entregó a Adán como su esclava sexual y doméstica?

Porque si yo fuera Yahvé, lo haría, padre.

Se la hubiera metido insuflando vida a esa carne primigenia, virginal y follable creada por mí y la hubiera entregado a Adán que, me miraría con ignorante estupor sin entender por qué ese coño ensangrentado, qué es un himen desgarrado y ese semen rosado como yogur de fresa entre sus muslos perfectos y exvirginales.

Sangre y semen, una sagrada comunión.

(Ha caído la cruz del altar al suelo. ¿Es cosa de Drácula o de Yahvé? Usted es el experto.)

“Funciona perfectamente, Adán. Úsala sin temor, yo te lo ordeno”, lo iluminaría con sabiduría sexual, con orgullo y catedrática vanidad; con mi rabo goteando sangre fresca.

Mi intuición cuadra, padre.

Padre… Pensar en Eva, la primera mujer en ser follada me la pone tan dura… ¡Y me duele mucho!

¿Quiere chupármela para consolar esta dura mortificación? No soy marica, pensaré en el coño de Eva. Sólo estoy desesperado, cura.

(El portón de la entrada no deja de abrir y cerrarse, es molesto. ¿No puede comunicarse con Yahvé? Es un escándalo, así no hay quien mantenga una conversación.)

Yo lo hubiera hecho, me la hubiera follado y se la hubiera entregado casi muerta a Adán.

No veo por qué Yahvé no lo haría.

Yahvé se folló a su creación, afirmo.

(¿Es epiléptico o se trata de un infarto? Debe cuidarse, ya tiene una edad, cura.)

Probó su buen funcionamiento metiéndosela, insuflándole así el hálito de la vida por el coño.

Me lo dice cada fibra nerviosa de mi rabo, padre.

Mire mi pobre pene, yo también sangro, en serio.

Yo lo haría…


Iconoclasta

17 de julio de 2024

lp--En el horizonte de eventos--ic


Amar a través de las palabras escritas es penetrar en un universo incierto e imprevisible. En donde la imaginación y voluntad que requiere escribir se confunde lo cosmogónico con lo cosmológico. Lo cuántico con la creación y la reproducción.

Los datos se confunden con los deseos… Y los deseos se congelan sin llegar a un sol.

Pobres…

E inevitablemente las palabras desbocadas, apasionadas, brutales como los besos imposibles como los años-luz; hacen del amor una fe violenta que destruirá al dios de las sagradas escrituras, creando en su lugar una nueva y desesperante divinidad que justificará tu locura y amor por ella.

Y a partir de ese big-bang del sagrado amor supernova, escribirás con la urgencia de la inspiración en el papel, las palabras que se harán mayores y más minuciosas describiendo cada una de las facetas del diamantino amor generado con las altas presiones del pensamiento cuántico-sináptico. Se expandirán tus escritos como una galaxia voraz de sentimientos y emociones en tu universo íntimo y subatómico convirtiéndose en enrevesadas fórmulas físicas del inenarrable amar, sin un resultado concluyente de las probabilidades que, jamás serán menores que el infinito.

Y respirarás desolado.

Es tu condena, otra aciaga constante en el universo, en el tuyo que salvajemente has creado.

La cordura es una materia oscura que intenta imponerse, una constante como la gravedad que intentas soslayar. Y como en viejos tiempos medievales, te acoges a sagrado falsificando los cálculos.

Tal vez llegues a la consecuencia de que ese amor es demasiado grande para ti y gimas con cada párrafo tu frustración y el privilegio de estar en el horizonte de eventos del agujero negro más bello del cosmos, al que es imposible no amar,

Y te arrastra.

Te arrastra bella y frenéticamente a la amatoria y desintegradora locura.



Iconoclasta

15 de julio de 2024

lp--Ilocalizable--ic


Pasan raudos los minutos, sin embargo las horas quedan flotando en la constelación de la muerte, donde no llega la luz y el pensamiento es ceniza en suspensión.

Donde ni siquiera hay oscuridad, la esperanza es innecesaria y el terror no necesita monstruos para hacer su trabajo.

No hay nada y soy nada.

El reloj marca el minuto cincuenta y nueve minutos de una hora que no se indica. Se rasga repentinamente el pensamiento como una tela vieja ¿con un dolor? No sé… Y los minutos retroceden para comenzar de nuevo a contar sin cumplir las horas.

Mis horas perdidas y abandonadas…

El reloj es mi primer recuerdo tras nacer antimateria.

Si no hay más cosas que yo ¿quién reparará el reloj?

O mi mente.

¿Dónde está el psiquiatra de lo ilocalizable? ¿Por dónde camina con sus electrodos fríos para activar mis horas y el cerebro?

¿Dónde hay un minuto de la alegría?

Sin espejo no sé si sonrío, no tengo conexión con mi rostro y las manos están desintegradas en algún vacío, ilocalizables también.

Quisiera que el diablo me llevara al infierno y su luz ardiente.

Y gritar, necesito gritar.

¿Y mi rostro? ¿Dónde está?

Me quiero morir. ¿Y cómo ocurrirá si no existo? ¿Se puede matar lo muerto otra vez?

Si esto fuera un útero oiría el sonido de las tripas de madre.

Si fuera un ataúd arañaría sus paredes.

Pero soy algo ilocalizable en el vacío. Y vacío.

No siento fatiga al respirar. Hubo un tiempo y un lugar que sí, aunque no sé cuándo ni dónde.

Tampoco siento la temperatura de la vida.

¿Y si estoy encerrado en la carcasa inútil de un imbécil catatónico?

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Un hombre con un maletín y un sobre en la mano apareció en el vestíbulo del hospital mental Los Santos y se acercó al mostrador de recepción.

–Buenos días, soy el doctor Luciano Ferrero, psiquiatra. El doctor Vega, me ha solicitado un informe de contraste como segunda opinión para la familia del paciente Marcos Tirado, un adulto de treinta y cinco años con Síndrome de Down que ha entrado en trance catatónico, parece ser que irreversible –explicó a la enfermera ofreciéndole el sobre.

–Sí, pobre chico… –suspiró leyendo rápidamente la autorización del Dr. Vega.

Con la carta en la mano tomó el teléfono y se puso en contacto con la jefa de enfermería.

–Enseguida, la jefa de enfermeras Isabel Molinero, le conducirá a la habitación de Marcos y le atenderá en todo cuanto necesite. Si le apetece, mientras llega, en el pasillo de la izquierda encontrará expendedoras de café y refrescos –le explicó solícita la enfermera.

–Muchas gracias, estoy bien.

Durante los cinco minutos que tardó en llegar la enfermera jefa, el doctor Luciano evocó la cabeza del doctor Vega bajo el escritorio de su consulta domiciliaria, separada dos metros de su cuerpo y el hacha clavada entre los omóplatos del cuerpo descabezado sin ser necesario. Si hubiera llegado unos minutos antes de que la esposa saliera con su hijo para llevarlo al colegio, habría tres cabezas en aquella casa de una urbanización de lujo. Deslizó el dedo índice sobre el cristal arañándolo.

Cuando el doctor Vega escribió de puño y letra la carta y la firmó, lo decapitó.

Observaba con disgusto el mediocre exterior del hospital a través de la mampara acristalada del vestíbulo, un pequeño estacionamiento y dos parterres escuálidos adornados con malas hierbas que lo delimitaban, cuando la enfermera jefa lo interrumpió para presentarse y ofrecerse de guía y ayuda.

Los locos no prestan atención al paisajismo y la decoración, siguió pensando entre las palabras de la enfermera.

–No va a ser necesario demasiado tiempo ni medios, señora Molinero. Con los informes del paciente que han realizado aquí hay más que suficiente para una segunda opinión. Realizaré la prueba habitual de daño neuronal y ausencia de actividad motora. De hecho, no podría hacer un informe mejor que ustedes, es simplemente un trámite para que la familia solicite la ayuda al estado. Dos psiquiatras diciendo lo mismo, es premio seguro.

A la enfermera le pareció desagradable ese sarcasmo; pero supo fingir una sonrisa de agradecimiento por la cortesía profesional respecto a la valía de los informes.

Ambos se dirigieron al ascensor para subir a planta.

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Una sonrisa burlona que parece rasgar la negritud desde algún lugar del vacío insondable lo inquieta.

Y golpea la nada para escapar, o cree golpear. Algo va peor que hace unos segundos.

Incluso cree existir en algún lugar, en algún momento.

Sentir terror es mejor que sentir nada. ¿Veredad?

Hay una presencia en algún lugar que antes no presentía.

¿Huele a putrefacción?

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–Buenos días, Marcos. ¿Cómo te encuentras hoy? -saludó con familiaridad la enfermera al paciente al entrar en la habitación seguida por el doctor Luciano.

Marcos Tirado era un hombre pequeño y rechoncho de manos obesas y dedos cortos, se encontraba de pie, inmóvil frente a la cama de cara a la puerta. La bata le cubría hasta las rodillas dejando a la vista unas piernas pálidas y átonas. Sus hombros tenían una acusada forma de capilla inclinada que provocaba tristeza.

Los ojos no se movían, nada en él se movía.

Estaba absolutamente vacío.

El doctor Luciano cerró la puerta tras de sí sacó una navaja de un bolsillo de la americana, amordazó con la mano la boca de Isabel y le cortó el cuello de izquierda a derecha sin apresurarse, manteniendo el cuello hacia atrás, manteniendo el tajo abierto. La sangre salpicó la cara y el pecho de Marcos que no manifestó reacción alguna, Tras unos segundos la enfermera dejó de zarandearse y luchar contra la mano que la amordazaba y se le doblaron las rodillas. La dejó caer y la cabeza al golpear el suelo produjo el apagado y anodino sonido de un melón.

Abrió el maletín y extrajo un par de ampollas inyectables de suxametonio con las que llenó una jeringuilla sobre dosificándola.

–Te llevaré a la “luz ardiente”, poeta. ¡Qué suerte has tenido de que anduviera cerca y te sacara rápido! Hay tiempos de espera de hasta tres meses pars reparar una mala encarnación. Ocurren fallos en la ejecución del destino de las almas… No es una disculpa, sólo una explicación. Te llevaré al infierno tal y como has deseado. La cuestión es que ya no te podemos usar para llenar otro cuerpo, estás manchado por la experiencia y jugarías con ventaja. Ese dios idiota… Siempre tengo que arreglar lo que él no sabe hacer.

Le clavó en el cuello la jeringuilla y presionó el émbolo hasta vaciarla.

Marcos no pestañeó, simplemente se derrumbó con el cuerpo rígido y dejó de respirar con los ojos abiertos, sólo una lágrima espontánea producto de la asfixia se deslizó de un ojo que rodó por la sien hasta caer al suelo. Murió asfixiado en un minuto y medio por la parálisis de los pulmones causada por la sobredosis de anestésico.

El doctor se arrodilló, tiró de la barbilla para abrirle la boca y acercándose al rostro, aspiró la última exhalación. Cuando se aspira un alma es mejor que se realice con cierta higiene, si surge entre bocanadas de sangre, por ejemplo, requiere más tiempo para captarla completa.

–Gracias por su inestimable ayuda, doctor Luciano Ferrero –dijo a nadie el doctor Luciano antes de cortarse el cuello con la navaja.

–Podría hacerse con menos muertes el mismo trabajo ¬-le decía inmaterialmente al alma ilocalizable que inmovilizaba envolviéndola con su sustancia –, pero ¿por qué negarse un placer? Y no debo dejar prueba de la existencia del diablo, sería un conocimiento demasiado trascendente para los monos humanos y no lo necesitan; le restaría naturalidad a sus estupideces viviendo en una constante angustia y precaución atisbando siempre a su alrededor, incluso sería malo para el correcto descanso del sueño. Es mejor que sólo crean en dios y se sientan a salvo, ¿verdad, mi ilocalizable amigo?

–Gritarás cuanto necesites en “el infierno y su luz ardiente”.

–Y unas disculpas de ese Dios marica. Siente mucho las molestias de tu encarnación truncada. Aunque… ¡Bah! No nos engañemos, ni siquiera sabe que existes.

Por otro lado cuesta demasiado trabajo fingir cordialidad con un nuevo condenado, las buenas formas siempre dan elegancia a un trabajo.



Iconoclasta


6 de julio de 2024

lp--Las pobrecitas hojas--ic


Las hojas de fino papel, pobrecitas, al escribir se abarquillan. Se rizan las esquinas cerrándose sobre sí mismas para impedir el daño y su conclusión: el dolor que desencadena la hiriente pluma y mi inexcusable e irracional ira.

Soy malo.

E impío.

La pluma escarifica el papel que no puede soportar la mortificación y la hoja agita sus hombros mermados de brazos como los bebés fajados.

Y crujen.

Misericordia…

Qué lástima de lamento.

Un humano que nació sin manos en los brazos intenta defenderse de la puñalada en el pecho y el puñal, irremediablemente, hace lo que debe.

Como yo.

Soy un hijoputa.

La pasión es violenta y doliente sobre todas las cosas, les salgan brazos de los hombros o no.

Como si no supieran que los brazos no formados que se cierran sobre el pecho indefenso no pueden evitar la agresión del arrebato.

Todos esperamos actos sagrados de salvación.

Pobres hojas crujientes de pensamientos tallados sin cuidado.

No hay nada sagrado.

Y la salvación es un aciago azar.

Soy un criminal.

Siento pesar en el corazón, lo siento de verdad…

Pero no puedo parar o me estallará la cabeza.


Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

22 de junio de 2024

lp--Soy la embarazosa prueba de la inexistencia de dios--ic



Soy la cosa sucia y molesta que las divinidades maldicen.

Quieren esconderme porque soy la comprometida prueba de su torpeza y falibilidad. Soy una sólida y opaca constatación de la inexistencia de los seres superiores como los dioses y otros carroñeros.

Me pisan la cabeza con sus pies idiotas para aplastarme, para eliminar su negligencia que mi existencia avala y también su sagrada y divina incapacidad.

Dios vomita borracho en las esquinas del universo.

Yo lo he visto, aunque no exista.

A veces mea sangre.

Los lugares más hermosos de la Tierra los estropean sus gentes amontonadas que no mueren nunca en la cantidad y frecuencia adecuada para preservar la belleza que surgió por sí misma en un azar.

No deberían estar ahí, hay lugares más idóneos para esos humanos creados a imagen y semejanza de dios.

Eriales... Páramos...

El cosmos.

Dios es un prevaricador sin escrúpulos y por ello, reconocido corrupto.

Y es penosa y venenosa su pseudo existencia para la ilusión que, se pudre en algún rincón de mi pensamiento hostil y entre la piel de toda esa masa animal de sangre caliente a imagen y semejanza de los divinos fraudes.

Soy un hombre sin afabilidad y los dioses piden misericordia.

Una mierda.

Temo que si viviera suficiente, no sería el buen abuelo.

Dios no me infundió virtudes decorativas morales.

Cuando un equipo cualquiera juega a la pelota y gana, soy incapaz de sentir júbilo alguno y escupo displicentemente pensando que hay algo sucio atorado en mi garganta.

Luego fumo porque es pecado de dios, como el dinero de mi bolsillo; que debería tenerlo el estado con los hijos que también le pertenecen. Si no practicas la imbecilidad todos los días, te darás cuenta de que el estado es tan sagrado como dios.

Tan podrido y prevaricador.

Tan divino como el humo de mi orina en el invierno.

Soy un hombre sin alma porque dios no tiene nada que insuflar a cada bebé que nace para vivir sometido a los mandamientos y leyes de su fraude.

Las almas suben a dios, pero yo sólo veo que se deshacen ante el sol como un vapor más, humillantemente impersonal. No queda nada de lo vivido, no hay destellos de emociones en las almas que suben tontamente a dios. Se sacrificaron y comieron hostias rancias para ni siquiera llover.

Cuando los ajenos son felices y bailan siento la absoluta indiferencia que me hace hombre, la misma que hacia la muerte de los muertos y de los vivos.

Soy un hombre sin creador.

Cuando alguien se hace rico por un azar pienso “que lo jodan”.

Soy un hombre sin alma y sin dinero.

Y dios rentabiliza para sus arcas mi pobreza.

Dios pide humildad.

Una mierda.

Soy un hombre apócrifo.

Un evangelio molesto.

Deseo la muerte de algunos seres humanos desconocidos y conocidos de la forma natural y coloquial con la que me place un cruasán relleno de chocolate.

La indiferencia es la única semejanza que pudiera tener con un ser superior o creador de basura cosmogónica.

Dios exige una piedad que no me supo incrustar en el pensamiento.

Pues yo no puedo sacar de donde no hay.

No necesito dios y exijo que no salve a quien debe morir.

No amo los hijos, sino el placer de su creación; así pues su nacimiento es producto de mi hedonismo y un error cuando nos corrimos. Los nacimientos son accidentales como algunas muertes que no son por cáncer o vejez.

Cuando follo no amo, es una lucha por arrancar placer del coño en un mundo desesperadamente mezquino, aséptico hasta quitar el hambre.

El placer es el cebo de la reproducción en una chapucera creación. Dios quiere contribuyentes. Yo eyaculo en el cagadero para que eso no ocurra.

Nadie nace del amor y dios es el cero absoluto. La ausencia de.

Soy el arquetipo de la vacuidad funcional.

Dios no es amor, si fuera algo, sería simple esclavitud o humillación como el follar breve y fallido del adolescente.

Amar está en la luz y en la mirada. Un láser incruento.

No en una paleonto-sábana sucia de milenios de mentiras.

Doy fe de ello, hija mía de poderoso coño, ven con tu dios.

Porque Yo soy díos, ante su inexistencia total y tranquilizadora.

Soy la prueba palpitante del fraude cometido por los autores criminales de los pecados y las leyes, de las condenas y sanciones que no existieron jamás hasta que una puta ya enferma y apenas fértil los parió para que escribieran cosas así.

Y mi pene palpita con cada pecado enumerado con cada ley escrita codiciosamente.

Soy un fetichista tan impúdico... Una polla atea.

¿Desde cuándo odiar es malo? Es mi don más preciado y acoraza mi dignidad y seguridad.

Si no odias, estás muerto para amar.

Los ecos de las mentiras durante la infancia es una mitología que se debe desempolvar de vez en cuando para no olvidar lo que quisieron hacer contigo cuando estabas indefenso a ellos, a esos dioses modelados con mierda; el tiempo que te robaron para hacerte cosa y destruirte como humano; debías ser otro lelo que se sacrificaría bondadosamente por el grupo y por el estado porque vales una mierda.

No jodas...

Faltan guerras y las cabezas de los dioses, pinchadas en bayonetas.

Añoro lo que no podrá ser, porque nunca fue.

Si quieres dios, paga generosamente a la puta, ella sabrá...



Iconoclasta