Powered By Blogger
Mostrando entradas con la etiqueta física. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta física. Mostrar todas las entradas

17 de julio de 2024

lp--En el horizonte de eventos--ic


Amar a través de las palabras escritas es penetrar en un universo incierto e imprevisible. En donde la imaginación y voluntad que requiere escribir se confunde lo cosmogónico con lo cosmológico. Lo cuántico con la creación y la reproducción.

Los datos se confunden con los deseos… Y los deseos se congelan sin llegar a un sol.

Pobres…

E inevitablemente las palabras desbocadas, apasionadas, brutales como los besos imposibles como los años-luz; hacen del amor una fe violenta que destruirá al dios de las sagradas escrituras, creando en su lugar una nueva y desesperante divinidad que justificará tu locura y amor por ella.

Y a partir de ese big-bang del sagrado amor supernova, escribirás con la urgencia de la inspiración en el papel, las palabras que se harán mayores y más minuciosas describiendo cada una de las facetas del diamantino amor generado con las altas presiones del pensamiento cuántico-sináptico. Se expandirán tus escritos como una galaxia voraz de sentimientos y emociones en tu universo íntimo y subatómico convirtiéndose en enrevesadas fórmulas físicas del inenarrable amar, sin un resultado concluyente de las probabilidades que, jamás serán menores que el infinito.

Y respirarás desolado.

Es tu condena, otra aciaga constante en el universo, en el tuyo que salvajemente has creado.

La cordura es una materia oscura que intenta imponerse, una constante como la gravedad que intentas soslayar. Y como en viejos tiempos medievales, te acoges a sagrado falsificando los cálculos.

Tal vez llegues a la consecuencia de que ese amor es demasiado grande para ti y gimas con cada párrafo tu frustración y el privilegio de estar en el horizonte de eventos del agujero negro más bello del cosmos, al que es imposible no amar,

Y te arrastra.

Te arrastra bella y frenéticamente a la amatoria y desintegradora locura.



Iconoclasta

6 de junio de 2024

lp--Descomposición y refracción del amor--ic


Amar deshilacha la mente en las precisas emociones que escondemos por supervivencia y las expande como el prisma descompone la luz blanca en todos sus colores.

Y observando cada una de esas maravillosas emociones desplegadas, robarle un beso porque está preciosa.

Arropar su coño con mi mano...

Abrazar toda su gama tonal espiritual y emocionarme.

Y soportar la mortificación de la sangre congestionándome la polla.

Deslumbrarme con ella y doblegar la triste cotidianidad, como el agua refracta la luz quebrando las uniformes líneas rectas. Rompiendo lo sórdido, mediocre y previsible.

Descubriendo su clítoris atómico, duro y resbaladizo entre mis dedos...

Besarle con los dientes los labios y lamer como bestia hambrienta su coño con líquidos ruidos en una dimensión silente.

Mi rabo partido por su poderosa refracción en su líquida vagina.

El amor es como la luz. Nos descompone a ambos haciéndonos seres de luz. Y a través de la refracción y descomposición, la vida al fin se muestra asombrosa y fascinante.

Como mi leche escurriéndose entre sus muslos trémulos, agotados de placer.

El amor y su asombrosa refracción torna el cansancio en una deliciosa desidia y pereza; despertando a su lado la tarea más importante del día ha sido realizada. Con ella todo lo demás puede quedar relegado para más tarde.

Voraz, despertarla con mi baba cubriendo sus pezones y mis dedos crispados en su vientre deseando su piel peligrosamente.

Ella responde mordiéndose los labios, cerrando el puño en mi pene, domando mi brutalidad, refractándola a su antojo.

Y un café sereno en la mañana, frente a frente, para concluir que tal vez no sea un espejismo, un capricho de la luz. Porque los sexos aún laten y los ojos aún tienen reflejados en sus iris todos los colores de la luz del amor y el deseo.

Es desesperante la física que lo descompone todo.

Es privilegio tener su luz cada día como un faro que barre las tinieblas de un mar sólido, hostil y sus embates de hipocresía.




Iconoclasta


3 de julio de 2019

Teoría cuántica del amor


Cielo, soy un sistema molecular unido a ti por filamentos cuánticos que enlazan tiempos y distancias subcósmicas. Que a su vez, se distorsionan n veces por milisegundo en campos de fragmentación meta-coronarios de probables infartos espaciales.
Como resultado de estas distorsiones en el protouniverso (y en tu coño profundo), son los encuentros en poliprismas de metafísicas concepciones y configuraciones de amor, tristeza y espera; donde el tejido anímico se desgarra en colapsos de jadeos que detienen el movimiento molecular universal cuando beso tus labios rotundos.
Por alguna razón que no encuentro, besarte paraliza el universo y a mí en tus labios.
He encontrado al fin los enlaces biomoleculares intrincados entre el tejido orgánico que forma el nosotros en cualquier espacio cosmogónico.
He hallado los elementos necesarios con los que cuantificar y explicar lo que te amo. Sé que me entiendes, eres mejor que yo.
Toda esta sabiduría, a pesar de todo, no acaba de definir claramente lo enésimo de amarte.
Explica con precisión, como mi diosa absoluta interfiere en todos mis pensamientos, en todos los tiempos y en todos los cosmos de todos los multimundos probables en que existimos.
Explica con matemática tragedia, el porque los días sin ti me desintegran indolora y tristemente. Se me hacen agua las cosas en el interior de mi cuerpo, amor…
¿Cómo es posible no pensarte, calcularte, explicarte, hallarte en todas las cosas y en las profundas inmensidades? Soy un astrofísico dolorosamente enamorado entre infinitas ecuaciones de tristeza.
Cuando haya demostrado la teoría de nuestro amor, es posible que estemos en algún mundo del límite mismo del universo finito. Y tal vez, allá en la franja de la antimateria, nos fundamos de una vez por todas a un nivel atómico que impida que volvamos a nacer y vivir la angustia insufrible del proceso cuántico, el agotador esfuerzo de encontrarnos entre todos los mundos infinitos que se generan entre nosotros a través de los enlaces que unen los labios en húmedos besos hambrientos.
A veces temo que la ciencia se torna maldición y yo soy un alquimista sin posibilidad alguna contra las feroces fuerzas de la melancolía.






Iconoclasta

14 de marzo de 2019

El momento preciso


El momento preciso dura una eternidad y devora la razón, el tiempo y el mundo que nos rodea. Nos abandona a nosotros mismos.
Ocurre con el beso profundo, cuando muerdo con mortificante contención tus labios dioses y mi mano se mete entre tus muslos buscando apresar tu coño.
Y es entonces, cuando tus muslos se separan y mi mano se baña de tu humedad ardiente; que se detiene el movimiento de las moléculas y te conviertes en lo único vivo que existe. En lo único que necesito. Lo único que me da vida.
Mi corazón se sincroniza con las voluptuosas contracciones de tu sexo. Mi pene se congestiona de sangre en algún lugar ajeno a mí, dejando escapar un filamento hambriento e impío de deseo.
Es ese el momento preciso, cuando tus cuatro labios se funden con los míos y en mis dedos ávidos por follarte.
Lo que ocurra luego no importa. Y tal vez, no lo recuerde con claridad.
Cuando tus muslos se separan y mi mano apresa tu coño con furia incontenida, se rasgan las dimensiones y desaparecemos de La Tierra. Y somos dos en extinción, una nebulosa obscena.
Lo invariable es que te amo hasta el dolor antes y después de que el movimiento atómico se congele: el momento preciso.
Creía que era inexplicable, que jamás podría definir semejante instante; pero he analizado cada variación de tu frecuencia cardíaca, el grado de humedad de tu coño, sus micro colapsos suaves y la dureza y las venas de mi bálano.
Lo he descrito y medido con una absoluta precisión y con las exactas palabras de la locura del deseo.
Créeme, cielo, no hay nada banal en “el momento preciso”.
Soy tu obsceno físico nuclear.
Sonríe, mi amor, eres atómicamente amada.





Iconoclasta