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Mostrando entradas con la etiqueta cautividad. Mostrar todas las entradas
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11 de noviembre de 2025

lp--Si no puedes vivir--ic


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Ahí reside el valor de los hastiados que se rebelan.

Con su desprecio a la muerte lo consideran todo perdido y actúan en consecuencia.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Un nicho de hormigón donde las señales de prohibición, dirección y obligatoriedad marcan y acotan una vida indigna y fallida desde el nacimiento en cautividad.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Ni siquiera te permiten acceder a la naturaleza más que unos regulados minutos al mes.

Sólo los asqueados con su desprecio a una vida fallida pueden ejercer la violencia contra los esclavistas, el estado/dios y sus sórdidos, sucios y opacos horizontes que pudren toda ilusión, incluso las neuronas.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

La tribu de los que genéticamente nacen amaestrados, mansos y son inmunes al hastío existencial. Son mayoría y votan también mayoritariamente a la mierda y sus corruptos esclavismos decretados y personificados en sus líderes, sacerdotes y dioses.

Lo malo no es que esté todo roto o mal hecho.

Lo horrible es que está podrido y el hedor infecta el pensamiento, la vida misma.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Nacer en cautividad ha resultado ser una pútrida vida de horizontes de cemento, mierda y asfalto.

Bajo mis pies fluyen miles de metros cúbicos de excrementos cautivos.

Y con ellos el cadáver de la dignidad humana.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

A quien madruga toda una jornada inacabable le espera.

No hay ayuda alguna de un dios maricón, obsceno y cabrón. Un monigote mal dibujado por un hechicero que generó los patriarcas, emperadores, reyes, presidentes y ministros. Y la esclavitud que atenaza y pudre los genitales que, concebirán más esclavos para ese puto dios.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Lo que mal nace pronto se descompone. Desde primera hora de la jornada de prisión, esclavitud y humillación.

Unos cochinos cobardes sellaron un pacto social que hoy me pudre la vida en las venas.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Desear la muerte de quien se odia es privilegio y placentero sueño.

Una actitud de dignidad humana.

Esperar e imaginar que ese puerco que anida en el estado/dios como un hongo de la mugre muera, le da un aliciente añadido a la vida.

Una de esas emociones primigenias que nada ni nadie podrá reprimir.

Porque además, son íntimas, secretas. Siempre que seas astuto.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Cuanto más tiempo se odia, más probabilidades hay de que por fin se desate la liberadora violencia. Un acto maravilloso, obra cumbre de la libertad y dignidad de todo humano.

Todo son ventajas y satisfacciones íntimas con el odio.

No como en el amor que es todo tristeza, depresión y drama entre episodios neuróticos de besos babosos y descoordinadas cópulas que con los meses se harán hastío. Y concebirán bebés esclavos como mamá y papá. Nacerán en blanco y negro, en una grisentería total.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Ahora que los malos sueños se están haciendo realidad, el estado/dios decreta el control absoluto de las castas parias asalariadas, es tarde no hay tiempo para pactos y sus mentiras de libertades adulteradas con fascismos susurrados con voces episcopales y labios temblorosos que evocan un ávido sexo con carne infantil.

Es hora de que estalle una violencia total planetaria y la destrucción de las propiedades y vidas de los que forman y velan por el poder esclavizador y jalean como putas sifilíticas: ¡Larga vida al estado/dios!

Ellos y su cobarde “mejor lo malo conocido” no pueden seguir respirando, son los siervos idiotas del estado/dios. Los hay que deben desaparecer...


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Que muera quien deba y sobre las ruinas y los cadáveres, para no olvidar, se construya otra cosa distinta a este hedor en el que nacimos cautivos.

Hay infinitas posibilidades mejores sin la existencia de los que hoy nos parasitan la vida aquí y ahora.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

La violencia es una necesidad primordial ante una mayoría votante sodomizada y castrada por el estado/dios que no puede imaginar una vida digna.

Consideran digna la mierda que respiran hoy con glotonería e indolencia.

Lo que debe morir ha de morir.

Se requiere una renovación sangrienta de las líneas genéticas podridas por el estado/dios.

Las especies animales fallidas deben desaparecer de la faz del planeta ya que ni siquiera sirven de alimento a otras especies nobles.


Si no puedes vivir la muerte no es amenaza.

Es una guerra perdida, pero si no puedes vivir, la muerte no es amenaza, es dignidad.

No puedes seguir siendo un excremento fluyendo con los meados del estado/dios por las alcantarillas, bajo mis asqueados pies.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


1 de noviembre de 2025

lp--Un bebé muerto--ic


El feto era especial, precozmente sensible, curioso por la vida que le aguardaba.

Sin embargo, algo no marchó bien, los sonidos que llegaban de ahí fuera eran horribles, hostiles contra lo que su instinto y naturaleza le llevaban a esperar. Y su organismo, cada una de sus células que se multiplicaban para formarlo, estaban expectantes ante cualquier cambio en las condiciones de idoneidad para nacer.

El bebé nació muerto porque le ofendió y temió lo que olió y sintió a través del cordón umbilical y el líquido amniótico que propaga el sonido con terrorífico realismo. Incluso algunos malos sabores que llegaban como una hiel desde la placenta.

“No nacerás” es el mandamiento humano primigenio que los bebés lindos obedecen cuando es hostil la vida.

Incluso dos segundos de vida son tortura y humillación eternas en el degradado mundo de la humanidad, incompatible con la propia naturaleza de la cría que nace.

Tal vez, pobrecitos, los buenos tienen un sistema de autodestrucción para no convertirse en masa amorfa palpitante.

Aquello no estaba bien. La vida es otra cosa diferente a lo que sentía. Se lo decía cada una de sus células que trabajaban afanosamente en su construcción.

Toda señal sensorial del exterior era artificial, incluso algunos nutrientes de la madre.

Hubo un momento en el que el feto sintió una vibración acompañada de un sonido chirriante que se extendía por el útero agitando incluso la placenta, molestándolo.

Asustándolo.

Aquel día, antes de nacer muerto, madre comenzó a agitar la cadera extrañamente, jadeaba y sus pulmones y corazón acelerados lo turbaron creando alarma en su instinto de supervivencia. Y en un momento dado, dejó de respirar y crisparse toda ella mientras el padre le decía: “Te ha gustado, ¿eh mami? ¿Ves como sí que podías?

Y el ruido chirriante y la vibración cesó al fin.

Nunca llegó a poder definir el bebé hoy muerto que madre se había corrido.

El feto se sintió extraño en lugar y tiempo. Llegaban cosas inquietantes a través del vientre reverberando en el limbo-fluido que habitaba.

Hubiera sido muy inteligente, ya tenía una conciencia intuitiva y efectiva del lugar y tiempo en el que nacería.

Prefirió no nacer, su instinto le gritaba que nacería en cautividad en ese mundo, como madre, para toda la vida.

Para toda la puta vida.

Y se imponía la nobleza humana, una dignidad.

Los bebés inteligentes que escuchan o sienten cosas en la oscuridad del vientre no quieren ese vivir.

Son muy pocos los que tempranamente desarrollan esa habilidad sensorial y se niegan a respirar un aire rancio y ante sus ojos un horizonte que provoca ecos demasiado cercanos con olor a cemento, asfalto y excrementos húmedos de las alcantarillas.

Los bebés que se forman con el instinto humano más desarrollado o agudo tienen una conciencia primigenia funcional y su afán de vivir se marchita ante la falta de libertad para desarrollarse dignamente.

Y por todo ello la humanidad se degradada un poco más cada día, por cada no nato.

Su corazón o pulmones no han funcionado o tal vez haya alguna malformación o mutación no detectada. Su cuerpo inerte está entre las manos de una comadrona repentinamente silenciosa.

Hoy, hay dos sangres en el paritorio: la del coño de la madre y la inmóvil del bebé, atronadoramente desoladora.

Malvivir no es vida, sólo una larga agonía.

Mejor no nacer.

Y en los bebés que nacen, pobrecitos míos,  la sabiduría primigenia de especie se ha retrasado y no pueden intuir la indignidad de respirar ahí fuera. Nacen esclavos hasta la muerte.

Es la razón de que en cada nueva generación surjan menos o ningún creador.

Los nacidos, como los que ahora respiramos, servirán de comida para el estado/dios, sus ministros y sacerdotes. Viven triste e indignamente fermentando sus esperanzas y anhelos hasta que la indolencia se apodera de ellos y los lleva a borrar cualquier concepto de libertad y dignidad en su día a día.

El sistema nervioso del bebé advirtió en varios momentos de su corta intra-existencia que algo lo espiaba desde allá fuera arrastrándose por el vientre materno; una presión que deseaba controlar, espiar su intimidad, su vida apenas formada.

Algo que no era madre lo esperaba allá afuera. Y si no era madre, era predador de tacto duro, hostil.

Reptil.

Y los bebés quieren ternura, una piel cálida que los acoja. Es su derecho indiscutible.

Las madres y padres que no desarrollaron en el útero esa sensibilidad ambiental no pueden intuir siquiera lo que su feto o bebé podría temer.

Las sociedades cautivas humanas se han saturado de pobres bebés que no supieron sentir y los humanos de calidad, los autosuficientes, los libres ya no nacen. No hay esperanza para la humanidad, está abocada definitiva e irremediablemente hacia el pensamiento y conducta insectil totales.

Al bebé se le marchitó el ánimo de vida en el vientre de madre y nacer dejó de ser ilusión.

Si no hay alegría de nacer ¿para qué quieres un corazón, pulmones o el cerebro mismo?

Por cada sonido que le llegaba amnióticamente del mundo-prisión exterior se le desanimaba un poco el ritmo del corazón.

Perdía latidos...

Hasta que se detuvo para siempre poco antes de emerger ante el ofensivo olor químico de un hospital. Y sus sonidos plásticos...

La madre sufre la tragedia que no olvidará jamás sumándose a su cautiva existencia; nunca sabrá que su pequeño eligió dignidad a falta de libertad.

Es el momento de blasfemar.

Otra esperanza hecha añicos, una pena que cauteriza toda alegría y esperanza.

Es tiempo de odiar el mundo mal construido que ha asesinado al bebé.

Consuela que no haya nacido para sufrir, para ser humillado.

Con esa precoz habilidad, era lógico que el bebé forzara a las células a detener su trabajo por la implícita tristeza que madre le insuflaba inconscientemente en su sistema neuronal.

Todo bebé raramente inteligente nace muerto al presentir la mierda de vida que le espera.

Su naturaleza e instinto rechazan ese horizonte, aire y materiales adulterados.

La especie humana no tiene salvación, cada generación es física y mentalmente más pobre que la anterior y en esas malas sangres surgen los políticos actuales y las poblaciones que se dejan someter a sus fascismos, mentiras e ignorancias.

Desde que los bebés puros de naturaleza humana nacen muertos, la especie humana camina hacia la extinción.

Los que se forman con el instinto animal humano íntegro no pueden ni deben adaptarse a la cautividad de los asentamientos humanos hacinados o urbanos.

Mejor muerto que la dignidad podrida infectando el alma, si la tuviéramos.

Un bebé muerto, otro más.

Misericordia...


Iconoclasta

20 de marzo de 2025

lp--Sin la más mínima oportunidad--ic

Naces y apenas has dejado de mamar te meten en una serie de centros de educación y doma que te roban una cuarta parte de tu vida: la infancia y la juventud, las más importante y útil para el correcto desarrollo de cualquier mamífero. En definitiva, te convierten en un animal nacido en cautividad.

¿Cómo no vas a ser un crédulo y buen contribuyente tras quince o veinte años de doma y castración mental por el estado/dios? Y si no lo fueras, serías un paria también obra del estado/dios del que sacarán beneficio también.

Es lo peor que le puede pasar a cualquier animal: nacer en cautividad.

Pero no eres consciente de tu cautividad y naturaleza rota. Tras todos esos años de castración mental (incluso físico/biológica en ya gran número) y adoctrinamiento eres incapaz de imaginar otra forma de vida y mucho menos la libertad.

Lo siento… No tuviste la más mínima oportunidad al nacer.

De morir esclavo y con veinte años tirados a la basura no te libras; pero tu muerte puede ser digna si mueres sabiendo lo que te han hecho. Diciendo adiós a todos esos hijos de puta que te robaron la infancia y tu naturaleza, que aniquilaron tu instinto de libertad y creatividad.

Déjalo escrito para los que nazcan, por si alguno como yo nace y asiente a lo que lee: “Sé lo que hicisteis conmigo, puercos hijos de puta”.

Y que se metan a sus queridos filósofos clásicos por el culo, aquellos tanto te hicieron estudiar para ser una buena res adaptada y servil al estado/dios. Que se vayan a la mierda aquellos decadentes “sabios clásicos” que se alimentaban sin dar un palo al agua, declamando su diarrea mental mientras un esclavo les lamía los pies. Aquellos primeros precursores homosexuales pervertidos que luego mutarían en los actuales aristócratas: pedantes políticos timadores y usureros.


 

Iconoclasta


11 de noviembre de 2024

lp--El caballo y el cautivo--ic


El caballo no está en un cercado, soy yo el que nací dentro.

Me observa desde fuera.

La alambrada la instalaron para mí y unos miles de millones más que no la perciben.

El tan cacareado “pecado original” es nacer en cautividad.

Puede parecer desolador; pero a todo se acostumbra o sensibiliza uno.

La libertad sólo se puede obtener viajando a un lejano planeta decente que puede que ni siquiera exista.

Así que no hay otra que habituarse a las alambradas y los hijos de puta que las tendieron y siguen tendiendo.

Me mira con indiferencia, tal vez con cierta compasión de ver a un animal incapaz de ser libre. Y debe concluir, como yo tras años de cautiverio, que visto uno vistos todos.

La especie humana cayó en manos de un timador y la libertad se fue a tomar por culo, incluso la del puto estado de mierda.

No sé a qué viene eso de la inteligencia de la especie humana.

Y mucho menos su valor.

Hay que escapar de La Tierra como sea, porque esta tristeza vital desarrolla tumores malignos que extingue a los humanos dentro de sus cercados.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


24 de octubre de 2024

lp--La altas libertades y los grises urbanícolas abajo--ic



Hay gente que no puede morir porque ya está muerta aunque se mueva estúpidamente. Sólo se descomponen y se consumen sin dejar siquiera ceniza.

Nacieron cautivos y prácticamente muertos de voluntad.

Sin embargo, los patos están a salvo. Si han de volar contra el viento, vuelan. Tienen mucha vida, la suficiente para hacerlo.

No tienen que sentirse libres porque desconocen la cautividad, es connatural en ellos no divagar sobre estas cosas.

Tienen lugares a donde ir, cosas que hacer y no rendir cuentas a un estado/dios esclavista.

Son libres sin otra consideración más que su desconocimiento de la esclavitud o cautividad.

Por ello, esclavos y cautivos son muertos vivientes, sin voluntad, sin determinación. Viven con el único fin de acatar y obedecer. No han conocido la libertad y no sabrían qué hacer con ella si se la dieran.

Me provoca una gran melancolía ver marchar a esos escandalosos patos. Siento que las esperanzas de libertad se van con ellos a otros lugares, a otros mundos ajenos a los humanos.

Y a veces quiero llorar de rabia y resentimiento. Regar mi tierra de mierda con mis lágrimas cautivas y rencorosas por la libertad que me han castrado.

Entiendo las ansias de violencia que asumo con la misma vehemencia que el crédulo la sagrada hostia entre sus dientes.

Volar nada tiene que ver con la libertad que es el conocimiento de uno mismo y obrar según tu naturaleza dicta.

Los pilotos no vuelan, flotan en una cabina, encerrados. O los paracaidistas, cautivos de sus cuerdas, a merced del viento. Los barcos son cárceles flotantes que no buscan libertad, sino otra prisión donde atracar.

No, eso no es libertad por mucha poesía que le metan. Es una patética ilusión y un engaño para esconder la frustración de lo que nunca podrán ser: libres.

Los animales nacidos y criados en cautividad ya no son aptos para vivir libres. Y los urbanícolas son primates nacidos en cautividad que viven en su propio zoo acotado física y mentalmente por alambradas de corruptas leyes dictadas por el estado/dios para su propio beneficio, el maleficio para los cautivos; su pecado original presente en todas las sectas políticas y religiosas.

Yo debería vivir como los patos, caminar hacia dónde el horizonte me tiente y usar las aduanas y fronteras como cagaderos.

Estamos muertos, nacimos muertos…

Volved pronto, volved con un atisbo de esperanza.

Por favor…



 

Iconoclasta

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22 de septiembre de 2024

lp--Tristeza en estado puro--ic



–Cuéntame una tristeza.

–Un amor clavando las uñas en la tierra para no caer al infierno.

–Otra.

–Una sangre fuera de las venas.

–Otra.

–El bebé que no ha conseguido llorar frente a la madre que lo acaba de parir.

–Otra…

–Un gato se esconde bajo la cama para morir solo; pero su compañero lo acuna en el pecho. Sólo es un gato…

–Otra.

–Los párpados lívidos de padre, la inmovilidad de su pecho.

–Otra…

–Tú tan lejos de mí y tan sola aunque te tome la mano.

–Una más.

–Tu llanto.

–Por lo que más quieras. Niégate a contar penas, cuenta esperanzas.

–No puedo…

–Es imposible, me niego a vivir con tu tristeza. Eres un monumento a la pena. ¿Qué ocurrió?

–Viví demasiado tiempo aquí en el mundo.

– ¿No queda un ápice de alegría en ti?

–No la conocí. Y lo cómico no es alegría, es una tos.

–Me condenas a la prisión de tu tristeza.

–No. Me condeno a vivir sin ti.

– ¿Soy yo el amor que clava los dedos en la tierra para que la muerte no lo arrastre?

–Sabes que soy yo.

–Y haces de mí la sangre fuera de las venas.

–No.

–Estás matando el amor como el bebé que no lloró.

–Soy yo quien no debió nacer. Soy todas las alegorías de un muerte con retraso, tardía perezosa... No hace lo que debe.

Soy una tristeza que respira, una masa de melancolía que se agita ante una luz oscura como una tumba. Una gelatina negra que solloza. Un miasma pulsante que exhala vapores en el hielo de la vida. Un puré amasado con lágrimas saladas y pestañas carbonizadas.

Soy el barro que dios se quitó de las manos tras modelar a Adán. Y yo no recibí un soplo de vida, sólo aspiré el polvo del hastío de una tierra muerta. La orina de aquel primer hombre me dio un informe volumen.

Quiero morir solo, como el gato.

–Estás loco.

–Lo sé, a cada hora me encuentro más lejos de mí mismo. El mal está hecho. Soy el animal nacido en cautividad que se muere de melancolía ante los visitantes alegres del zoo. No queda nada dentro de mí que me haga viable para la vida.

La locura ha llegado, no tardará una muerte enajenada. Ya no soy aquél, hablas con un extraño.




Iconoclasta


15 de mayo de 2024

lp--El Dios/Estado--ic

Una vez has nacido, cuando es definitivo que puedes vivir sin estar conectado a un cordón umbilical, todo se acelera y comienzan a robarte la vida y todo asomo de esperanza de libertad y es tu responsabilidad cómo actúes y pienses, ante el acosador y aplastante Dios/Estado.

Desde su nacimiento todos los seres son responsables de su respiración, no basta con ser alimentados. A un nivel inconsciente todos los mamíferos marcan el ritmo de su respiración por sí mismos. El alimento es secundario, llega tras la voluntad de aspirar aire.

La única libertad de quien nace bajo el yugo del Dios/Estado (en un asentamiento hacinado de seres humanos), es respirar como su genética dicte.

La función de los progenitores es protegerlo hasta que desarrolle capacidades de defensa y ataque contra las agresiones. E instruirlo en las características del medio donde se desarrolla.

Desde que nació el primer Dios/Estado de la mente enferma de ambición y codicia, con delirios mesiánicos psicopáticos de un ser humano de genética corrupta; las crías humanas son cerebros vacíos que se rellenan con dogmas y sus leyes, dogmas y autodesprecio, dogmas y pecados, dogmas y castigos, dogmas y prohibiciones; pero ante todo: dogmas y servilismo al Dios/Estado.

Las crías humanas nacidas en cautividad (granjas de explotación humana o ciudades), nacen como reses lechales programables. Alguna de ellas nacerá con voluntad y pensamiento propio; pero no es preocupante para el Dios/Estado porque tiene miles de millones de reses aptas para el pastoreo. Si una de estas crías sobrevive y se desarrolla a pesar de la asfixiante mezquindad y mediocridad que le rodea, sólo será una efímera existencia que no trascenderá más allá de tres o cuatro individuos humanos, ya sea de su círculo familiar o amistoso.

Y en caso de que trascendiera, se le sacrifica.

Para el sacrificio el Dios/Estado usa la pobreza extrema llevando al individuo a la indignidad y humillación que, responderá con la violencia. Y así, el Dios/Estado actuará legal, constitucional y bondadosamente pegándole un tiro o metiéndolo en un establo (cárcel) hasta que se pudra.

De hecho, si no se es hijo de la endogamia corrupta de las familias poderosas, el humano nacido en la cautividad del Dios/Estado comerá mierda toda su vida y dejará, al Estado unas pocas posesiones. Porque el Dios/Estado le roba a los hijos de los cautivos lo que por derecho familiar les pertenece.

Y lo más asombroso es que esta vejación está “ajustada a derecho”, es “constitucional” y se habla de la existencia de cochinas “cartas magnas” que así justifican las atrocidades del Dios/Estado, cosa que tranquiliza a las bestias humanas nacidas en cautividad y adoctrinadas en el servilismo a la burocracia corrupta y voraz .

En el imaginario popular se presenta al Dios/Estado psicópata y asesino, como una institución justa y preocupada por las reses que explota hasta dejarlos secos de sangre la misión de la escuela y universidad es que desarrollen las crías humanas amor por ese psicópata que los denigra física y psíquicamente.

La mayoría votante se deja engañar por su teléfono y los dogmas que le transmite. Es ciego a la realidad, momento y mal lugar en el que ha nacido. Y asimila así su pobreza, indignidad y esclavitud como la única forma de vida posible que pueda darse.

Esos seres son la perfecta muestra de cómo el Dios/Estado ha seleccionado los mejores animales humanos para su reproducción y posterior explotación a lo largo de cientos de siglos de asesinar a seres humanos con capacidad de respuesta a la agresión y humillación, sin miedo alguno a la libertad.

Todo lo que nace en cautividad vivirá hasta su muerte cautivo, tras haber sacrificado una importantísima parte de su vida al Dios/Estado para convertirse en un ser humano disfuncional o lo que lo mismo, útil para alimentar al caníbal Dios/Estado.

Los primeros veinte o veinticinco años de vida de la especie humana bajo el yugo del Dios/Estado se pierden como excrementos. Son usados para el amaestramiento y castración mental. Los seres humanos cautivos nacen con casi treinta años menos de su vida que cualquier otra especie animal en el planeta.

Durante cuarenta o cincuenta años, el cautivo alimentará al Dios/Estado con su esfuerzo a cambio de apenas nada y al poco de envejecer morirá.

Es la vida que ofrece el Dios/Estado a una especie humana ya indolente sin la suficiente voluntad e imaginación para ser libres.

Estamos abandonados (una pequeñísima minoría consciente) ante el Dios/Estado y sus humanas hormigas de pensamiento electroquímico colonial.



Iconoclasta

4 de mayo de 2024

lp--Qué estupidez vivir eternamente--ic


«Tenemos muchos (ciudadanos). Nos podemos permitir el lujo de perder algunos. ¿Qué más da?»

Mao Zedong.

No importa no vivir eternamente, la cuestión primordial es malvivir efímeramente, esto es, nacidos en la cautividad de una granja—ciudad de humanos bajo el férreo control del dios/estado que psicopáticamente alardea de democracia.

Primero debemos librarnos del o de los psicópatas que ostentan el control y mientras sus cadáveres se mecen colgados de un soga por el cuello, más relajadamente hablamos de esa banalidad filosófica que es la eternidad.


Iconoclasta

6 de septiembre de 2023

lp--Nacido en cautividad--ic

Vivo en un mundo feroz que sacia su voracidad nutriéndose de carroña y cosas podridas con pornográfica glotonería.

Lo que indica que la humanidad es un ecosistema para buitres y hienas de dos patas y sin alas.

Y el hedor con el que impregnan el aire es insoportable y hace en la noche los sueños enfermos y febriles.

Los malos, mediocres y esclavos amaestrados, hacen un ruido repugnante al alimentarse de los huesos y las vísceras podridas de los cadáveres que temían sobre los que ríen, cagan y follan. Los sonidos masticatorios son obscenos y rituales.

Nací sin la esperanza de ser libre y limpio.

Encontré y acepté lo menos malo, lo sabía; pero para sobrevivir te has de camuflar con la mierda que te rodea.

Lo sufrí en silencio, esperando un brillo cualquiera en el ataúd donde habitaba.

No siento haber perdido el tiempo porque he aprendido cosas, he luchado para no adaptarme. Ha sido un buen tiempo invertido el de mis fracasos.

No lloro y mucho menos por el esfuerzo, como es habitual para medrar en el mundo de los buitres y las hienas.

Y el dolor me hace animal impío. Siempre he pensado que es más fácil matar que follar.

Guardo rencores como tesoros, quiero morir feliz de dejar toda esta mierda y miseria que me ahoga. Que nadie haga olas, por favor.

Soy incapaz de besar al amo, de suplicar o rogar.

No me prostituyo, aunque me luzco haciéndome pajas ante ella, corriéndome y salpicando el móvil. También me gusta meterle la lengua en el coño y un dedo en el culo para que se corra salvaje. Me gusta cuando me la mama con los cojones entre sus dedos. Y me gusta lamer los dedos que saben a su coño, los suyos y los míos. Cuando me monta me gusta alzarla en las alturas con la pelvis, cuando me arqueo corriéndome profundamente en su viscosidad impía que me atenaza el rabo.

No nací libre; pero sí bestia indecorosa. Nada ni nadie ha podido impedir mi salvajismo e indomabilidad. Y moriré así, tan salvaje e incrédulo como nací.

A la mierda el puto epitafio.



 

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.