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6 de septiembre de 2024

lp--Diario de Nadie--ic

Últimos párrafos del diario de Nadie:


Me he equivocado y llevado la pluma a los labios en lugar del cigarrillo. Me doy cuenta porque al aspirar no entra humo en la boca y pienso con distraída ingenuidad que se ha apagado.

Al ser consciente de lo que he chupado y a pesar de estar solo en la casa, miro a mi alrededor con temor a que alguien hubiera visto semejante estupidez.

Temo más al ridículo que a la enfermedad que pudre mi cerebro.

Sé que este es un hecho banal y hace bostezar desesperadamente a las ovejas de puro aburrimiento; tienen razón. Sin embargo, para mí ha sido el suceso más importante del día y no me interesa particularmente la literatura.

No me parece triste, todo lo contrario, lo encuentro cómico. Aunque me temo que la comicidad es una situación triste de quien está acabado. Los personajes cómicos siempre han sido mendigos con un ingenio tramposo para que los obreros se sientan bien en su condición de esclavitud.

Lo que me preocupa es el resultado de la biopsia que me hicieron en el cerebro. Se llevaron un trozo pequeñito de mis sesos, no dolió la extracción; pero sí el agujero que me hicieron en la calavera con una simple sedación local. No puedo conciliar el sueño evocando el chirrido del taladro y ese dolor venenoso de lo que quiere invadir lo más sagrado del ser humano.

Me dejaré morir si me dicen de hacer otra biopsia.

Y ahora espero el diagnóstico de la máquina que me leerá el médico como un notario la puta hipoteca.

Hace años que los médicos ya no saben diagnosticar, sólo son administrativos tramitando citas con las máquinas de analíticas e imagen.

¡Vaya, parece que la tontería de la pluma se ha complicado! No me apetecía escribir de ello en este diario de Nadie. Nadie soy yo, lo vuelvo a escribir porque a veces me olvido de qué o quién soy.

¿Sabes qué te digo? Para morir con angustia tras conocer el veredicto del diagnóstico, prefiero una muerte despreocupada y coloquial con la infeliz ignorancia de morir sin el estrés de saber lo inevitable.

No voy a acudir al administrativo sanitario que no sabe explicar o teorizar entre ignorancia y desidia mi mal. Además, estoy seguro de que me cantará el diagnóstico de un cerdo enfermo por algún error en el análisis de la muestra.

Se parecen más a hechiceros que a médicos.

Lo peor es que no les importa el dolor ajeno. Si les importara te dirían que mejor no pasar por ello. Es innecesario.

La premisa es que no es bueno sumar más dolor a la enfermedad. Si estás condenado a una muerte pronta ¿para qué tanta mierda?

Los cuerdos son cobardes por mucho que duela. Y de ellos se aprovechan los fabricantes de diagnósticos.

No asistiré a la cita con el neurólogo, punto.

Me voy a fumar otra pluma y esperar que dejen de sangrarme los oídos.

¡Cómo ha crecido mi hijo en estos siete años que lleva muerto! Me sonríe desde el umbral de la puerta de la habitación.

Nunca llegué a conocerlo como adulto, murió cuando apenas alcanzó la adolescencia. ¡Qué guapo es!

Si su madre no se hubiera suicidado sería histéricamente feliz de verlo.

¡Qué bonita es la soledad compartida!

Ojalá hubiera estado tan podrido cuando murieron. No habría llegado a escribir estas cosas en el diario de Nadie, no hubieran sido tan dolorosos estos últimos tres años que Sari me dejó sólo.

Mis compañeros de trabajo me envían mensajes de ánimo y pronta recuperación de mi depresión; no tienen por qué saber más. Los más amigos bromean diciéndome que disfrute de mi baja.

Al principio respondía a todos los mensajes con un adiós. Hace ya dos semanas, ni eso. De hecho, el móvil está apagado.

No es locura o un tumor cerebral lo peor.

Lo peor es el hastío.

Ocurre muy a menudo que el corazón parece cansado, se detiene un segundo y luego arranca con un doble latido tan fuerte que me quita el aire del pecho y marea.

Creo que es lógico. Hacia donde voy sólo hay quietud y el corazón lo presiente, quiere parar de una puta vez de puro cansancio y de que un cerebro enfermo le dé órdenes. Estamos nerviosos porque esto dura demasiado. No he sido tan valiente como mi esposa, quiero decir que he sido pornográficamente cobarde y me dejo morir pasivamente en lugar de trabajar en ello de forma activa.

No voy a perder más tiempo aquí, a la mierda el tratamiento.

El fantasma de mi hijo, mi elaborada alucinación se ha esfumado. Supongo que a ningún hijo le apetece ver morir a su padre; pero es mucho más obsceno y turbador que el padre sobreviva al hijo.

Soy un hijoputa.

Sólo quedo yo de todo lo que importa, soy un ganador de mierda.

Ya por poco tiempo.

No. Realmente hay días en los que no estoy seguro de estar vivo. Siento que soy un sueño, el vapor que desprenden los durmientes.

Fumar la pluma ha sido una dosis de realidad. No es cualquier cosa, me recuerda que todo está mal. Yo sólo quiero que esto se acabe, largarme.

Ahora, dos hombres de rostros deformes e indescriptibles reptan por el suelo con rapidez usando sus brazos y manos de dedos rotos y me muerden las piernas en silencio, como insectos. De cintura para abajo no tienen cuerpo y han dejado un rastro de brillante humedad en las baldosa como una estela de baba tras de sí; mi hijo asoma de nuevo sonriente en el umbral.

Tengo tanto miedo a ser devorado indolora y horriblemente que mi mente se ha fragmentado y veo el mundo a través de los añicos de un espejo. Me levanto asustado de la silla y me dirijo al salón sin más razón que el olor a podrido. Arrastro a los semi caníbales que no dejan de devorar mi carne a cada paso, el pasillo parece hacerse infinito y temo no llegar. Es un tópico surrealista, carezco de originalidad alguna.

En el salón, el cadáver de Sari se descompone relajadamente tendido en el sofá y el cuchillo que le clavé en el pecho sigue firme como un hito de altitud en el pico Esquizo a un millón de metros sobre el nivel de la humanidad y su realidad de mierda.

La dejé en el salón porque el hedor en la habitación no me dejaba dormir.

No se suicidó, no puedo mentirme en momentos de lúcido terror. Le clavé el cuchillo en el pecho mientras la follaba tristemente, como todo lo que hacíamos juntos desde que murió nuestro hijo.

Estaba tan cansado de una tristeza que no se curaba jamás…

La maté porque abonaba su tristeza con afán de martirologio, su voluntad era llorar eternamente la muerte del hijo. No cesaba nunca en sus suspiros y lamentos a cada momento. Esa tristeza se hizo tumor dentro de mi cráneo.

En caso de que existiera mi neurólogo, estaría de acuerdo conmigo. Sin mi diario se me escapa mi historia reciente y ni yo mismo sé quién soy.

Y no se corría cuando la follaba, parecía carne muerta caliente.

La llegué a odiar tanto por esa tristeza cultivada durante años minuto a minuto, pudriendo toda alegría incluso antes de que surgiera la esperanza…

Mi hijo me sonríe tan adulto y guapote dejando caer otro medio hombre que sostiene entre los brazos. La cosa, con la velocidad y afán neurótico de una cucaracha, se arrastra hacia a mí y con sus brazos y dientes se aferra a una de mis piernas pasando por encima del otro. Y roe la carne y el hueso demasiado cerca de los cojones.

– ¡Úsalo, papá! –exclama mi hijo señalando el cuchillo en el pecho de su podrida madre.

Claro que lo uso… Para que mi hijo se sienta orgulloso de su padre.

Estas mitades de hombres… ¿Son sus semi amigos? ¿De dónde saca estas cosas? Son tan irritantes que le quitan solemnidad al acto.

¿Por qué morderme si ya apenas existo?

– Estarán contigo siempre, papá –responde a mi delirio.

Está sonriendo, siempre sonríe. No es razonable que tras la muerte y sus amigos cucaracha se pueda sentir feliz.

Bueno… Ninguna sonrisa por sórdida que sea puede hacer daño tras tantos años de elaborada y forjada tristeza.

Ha envejecido rápidamente, está más viejo ¿O es descomposición?

Se abalanza con una sonrisa demente y maliciosa, no tiene piernas ni brazos, se ondula como una oruga para avanzar. Y es rápido… Siempre supe que mi hijo hubiera destacado en muchas cosas si le hubieran dado tiempo.

Al entrar el acero en el cuello, todo se hace oscuro y está bien. No hay dolor porque la certeza de morir lo solapa.

No sé cómo ni en qué momento ha ocurrido. Será que un brazo por un instinto reflejo y sin el control de la locura ha hecho lo que debía por pura piedad y no como mi médico si existiera.

No tengo piernas ni cojones, intento arrastrarme hacia la estela viscosa que ha dejado mi hijo en el suelo para ir con él, donde él; pero resbalo en mi propia sangre.

Sari sonríe por primera vez en muchos años, también se ha desprendido de las piernas como una lagartija de la cola. Cae pesadamente del sillón rompiéndose los dientes contra el suelo. Acercándose a mi rostro, me devora los labios…

¿Cuándo llegará la muerte del cerebro?


La locura es un universo exclusivo para el loco, a su medida. Tan real como el universo en el que primero fue parido.

No hay más realidad que la experimentada. Es innegable la frecuencia de la luz que cada cual codifica con su cerebro.

Los locos son viajeros que vagan entre dos dimensiones lumínicas sufriendo en ambas.

Nadie, loco o cuerdo, puede negar que lo que ve no existe.

¿Qué importa lo que eras y conocías si ahora habitas otro mundo con otra visión, con otro pensamiento? Sólo tienes la certeza de que aquel no eras tú. No eras Nadie.

Encontraste el portal a otra dimensión que los cuerdos invidentes llaman locura.

Las resurrecciones no son lo que prometieron ¿eh? Y la medicación intenta engañar al mundo, no al paciente.

Cuando estés loco no lo sabrás.

(Primeros párrafos del diario de Nadie)


Iconoclasta

27 de julio de 2024

lp--Ya no te puedo amar más--ic


Ya no se puede amar más. He llegado al límite de la cordura y también del control de mis órganos vitales.

Si doy un paso más hacia ti, me perderé en mí mismo. Y seré incapaz de mantener funcionando el corazón.

Llegaré a un colapso generalizado y la locura escribirá aberraciones que sólo se dan en los sueños; emponzoñando la realidad con un cubismo onírico.

Hay una suciedad, una basura entretejida con el amor y la vida en sociedad que acelera el fin de la cordura: la esclavitud.

Esto que han construido y nos hemos encontrado al nacer, es una penitenciaria anti-amor.

Una brutalidad desquiciada y rencorosa producto de la idiosincrasia original y primitiva humana libre y salvaje, está en lucha constante contra las reglas impuestas al amor y la existencia misma.

Es la razón, junto con el celo animal o el follar, del malhumor de los adolescentes. No saben qué cojones les pasa, hasta que los doman y los convencen de que no les pasa nada. “Sólo es hormonal”.

Estamos en una lucha constante contra las reglas impuestas a la libertad y por tanto, al amor.

Resulta que el amor es peligrosamente expansivo y nos hace sentir únicos al producir actividad imaginativa en el cerebro. Para evitar esta expansión molesta y embarazosa, el estado clasifica a sus reses en función de sus hábitos sexuales y hace rebaños homogéneos de ellos, porque con la homogeneidad, se pudre la imaginación y la ilusión. Se les reglamenta el follar y la masturbación para evitar que deseen libertad, porque es necesaria que la mano ajena, la que te han señalado, te haga una paja o te joda.

En esencia es el mismo trabajo que realizan con el cerebro de los niños en las escuelas, destruyendo la capacidad en una gran cantidad de crías humanas para evitar el pensamiento libre y crear así buenos ciudadanos tipo.

Alguno es impermeable a esta castración, pero no es un problema porque las minorías están muertas aunque no lo sepan. Y crearán poca descendencia; tan poca que en unas generaciones más, nadie sabrá qué imaginar.

Yo soy un tarado que no ha conseguido amarte con tristeza y sosegadamente conforme a los dictados de la tradición del estado; sino con la furia de lo que podría haber sido y no lo han permitido.

Y soy el último de mi especie.

No es posible amar más, ya sólo queda decapitar a los amos para amarte sin injerencias.


Iconoclasta

9 de junio de 2024

lp--Llueve fuera y dentro--ic

Llueve y por ello salgo a caminar con premura, temo que cese.

La lluvia aterciopela la atmósfera impregnada de tierra mojada y clorofila picante.

Las nubes besando húmeda e impúdicamente a sus amadas y sólidas montañas hacen de mí un mirón insignificante; no es por lujuria, es simple y tierna tristeza de que un día se acabará todo.

Es buena la soledad que no te llama derrotista o recita un banal consuelo edificante que maldita falta hace.

He resbalado y me he caído, he reflexionado sobre la aceleración de los cuerpos y la densidad ósea.

Me he caído y no ha pasado una mierda. Mi culo se ha mojado y también los cojones están húmedos, cosa que no me molesta. En absoluto.

Me he cagado en el puto dios atea y coloquialmente. He recordado a mi padre que me educó, lo poco que vivió, sin escrúpulos.

También he pensado en la elasticidad de los cartílagos y el miedo mezquino a caer. Ese miedo que hace del cobarde un héroe ante el mal. Los mezquinos fabrican grandes dramas y odiseas para disculparse a sí mismos de lo que son, indignos.

No veo la odisea en caer, levantarse y acariciar el culo recitando una jaculatoria.

Pensando en la cobardía también he visto una bala reventar un rostro en una nebulosa escarlata. Precioso...

Asociar ideas es fascinante.

Pensar no puede hacer daño; pero que nadie se fie, hay pensamientos sobre la desmesurada presión demográfica de la especie humana en el planeta que podrían no ser muy populares entre el puritanismo.

A veces, sin darte apenas cuenta, el pensamiento trasciende a amenaza y tal vez a su conclusión lógica. Son cosas verosímiles.

La cobardía es alérgica a la lluvia y a la libertad. Es un hecho, me limito a expresar lo obvio.

Y así, la lluvia refrigera mi pensamiento evitando neuralgias y el pantalón mojado mis cojones, que los siento alegres y lozanos. Produciendo una leche a toda hostia, fresca y alimenticia.

La obscenidad es un recurso literario que uso con sabiduría para romper con la monotonía del texto. Es pura habilidad literaria instintiva en mi “vivo sin vivir en mí” que escribía muy colgada, la mística e incomprensible Teresa de Jesús.

Yo sólo quiero ser nube y besar ávidamente a mi montaña que me espera con los árboles alborotados de esperanza.

Es hora de fumar y no pensar.

Que mis cojones lo disfruten.

Dios, desde su creación por un mentiroso, siempre fue un fraude; una caja de zapatos vacía.

Y mi pluma tan llena...

¡Qué bonita mi lluvia!



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


14 de enero de 2024

lp--Otro día que he despertado...--ic

Estoy suscrito a una compra recurrente en Amazon de despertadores, ni siquiera separo las pilas del despertador que estampo contra la pared, van a la misma bolsa de basura. A ver si consigo que envenenando el planeta envenenarme al comer mejillones en conserva, ya que dado mi desmesurado amor por mí mismo, creo anticuerpos contra el suicidio.

O sea, soy una contradicción con patas: al despertar soy yo por lo único que vale la pena vivir.

No soy feliz y la verdad es que me suda la polla la felicidad.

Huele a lo mismo que ayer. El sonido del planeta es el mismo y mi mente cautiva no consigue encontrar una razón por la que hoy, pueda ser distinto de ayer.

Y todas por las que pueda ser peor, por ejemplo: absoluta y desoladoramente indistinguible.

Los hay que por menos se suicidan; pero yo fui maldecido con el super poder de respirar el hastío como el aire limpio. El asco no consigue deprimirme, sólo acelerarme el pulso hinchando las venas de las sienes. Supongo que también las del cerebro.

Las del nabo requieren acción manual o una gran y obscena imaginación.

Entiendo que la experiencia es como un vertedero de basura donde se amontona la mierda y no se sabe qué hacer con ella, más que formar dunas y pirámides que envenenan a gaviotas y mendigos.

La experiencia es como el aceite que cubre el mar asfixiando a los pescados.

A las buenas cosas les falta el ingrediente de la durabilidad. Como el orgasmo que tras un minuto, no recuerdas haberlo sentido y te preguntas porque la leche se enfría tan rápida.

El placer no deja ni una sola cicatriz para la posteridad. Por eso busco el placer continuamente, nunca sacia.

Además tiene la propiedad de la caducidad, caduca antes que el jamón cocido. Y si se repite con frecuencia, llegará convertirse en tóxico y puro aburrimiento también. Estoy seguro de que los actores porno sueñan con los minions durante el rodaje.

Por lo cual, para darle un asomo de sordidez al placer y sea más duradero, pagas a alguien que sin profilaxis te mal folle.

Y si se da el caso, tienes el divorcio sin demasiadas discusiones.

Y ya. Si me apetece, mañana miro la güiquipedia y cito a Nietzsche que es cantidad de intelectual.



Iconoclasta

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27 de octubre de 2023

lp--La melancolía secreta--ic


La melancolía es una tristeza secreta para mí mismo. La pena de lo que nunca experimentaré. Un sentimiento que jamás conoceré.

La decepción de saber que existe una alta emoción que no gozaré jamás.

Me ha sido negada la gracia, cuando casi la rozaba. Estuve a punto de elevarme a ella.

Esta melancolía me lo dice como una conciencia cuchicheando en mi oído, en mi estómago. Reverberando en el tuétano de los huesos.

Estuviste cerca, estuviste muy cerca.

Pobre cosa, pobre hombre ciego.

Tal vez, sea no haber podido escapar de este lugar y tiempo atroces que impiden que la razón se expanda haciendo de mí una ola más en el mar, yo rompiéndome en un hermoso final en la tierra.

Creando una espuma de mí mismo y los mudos coros del universo muerto susurrando: ¡Así se hace!

Y dan ganas de llorar por una abstracción imposible.

Podría haber sido un hálito que agita íntima y tímidamente las hojas de un árbol cuyo rumor agradecería mi sencilla aunque útil existencia.

Me he cansado y hastiado de dolores, decepciones, amores, ternuras y cariños sin espuma; sin el secreto rumor de unas hojas que nadie presta atención.

Nadie más que yo.

No es por trascender, sólo aspiro a ser invisible, un ente ignoto. La belleza sin reflejos de una existencia malograda y malformada desde el inicio de los tiempos que es mi nacimiento.

Sólo lloro con ira por lo que mi vida no ha encontrado, no ha sentido.

Que nadie sepa más de mí, desaparecer como una ilusión. A veces sueño con volatilizarme en el aire sin dejar rastro y todos aquellos que supieron de mi existencia, parpadearan: Me ha parecido ver algo… Parecía tan real…

Ser una alucinación en el planeta.

Que nadie me recuerde.

Porque mi existencia me avergüenza.

Que no me entierren o quemen en tierra podrida.

Esta melancolía que guardo en secreto no es tristeza, si no hastío y decepción de no alcanzar otra cosa más que, un mundo mal hecho por millones y millones y millones de seres humanos muertos y apilados en podridos estratos cuya misión, fue construir y crear la humana mezquindad para el instante en el que yo naciera. Como si supieran de mi futura vida y la decepción que sufriría.

Riendo mezquinos…

Sus dioses inventados son ratas sarnosas que devoran sus pies y los de sus hijos lentamente, y son adoradas como servil pago de gratitud a la miseria concebida.

Sólo así puedo entender el origen de esta melancolía aterciopelada que se derrama bajo la piel y por dentro de los ojos, un llanto secreto también. Adentro..., donde sólo el cálido humo de un cigarrillo templa el frío de mi ánimo.

Fumar siempre fue bueno...

Saber que existe algo hermoso o extraordinario más allá de la mediocridad del aire, es mejor que ignorarlo y me ha regalado la gracia de la decepción y su melancolía.

No nací para sentir lo extraordinario, sólo para observar con mirada terrible y soportar la incapacidad de los que ahora son cadáveres y los que lo serán pronto.

No es tristeza, sino rabia y su llanto quedo y consecuencia de una ola que no consigue hacer espuma, porque una fría y poderosa corriente de mierda la devuelve al monstruoso mar inmóvil sin horizontes y sin fin. Sin esperanza a la vista.

Yo quería algo más que no cabe en este mundo.

Hay una belleza oculta que mi pensamiento añora y no sabe qué es.

No nací para algo elevado, sino para rellenar los huecos de los muros deformes que no sirven para nada. Que los muertos construyeron, que los vivos idiotas hacen más altos.

Son los susurros de mi secreta melancolía.

Me dice que nací por mis huesos, que soy material de relleno de un tiempo y lugar mezquinos.

Podría haber sido maravilloso cuando veo y escucho el rumor de las hojas, las olas romper en la costa con un orgulloso bramido de vida y lucha; pero nací en un excremento habitado por gusanos agitándose inquietos y paranoides, alimentándose con voracidad unos de otros. No puedo salir de la mierda, ni limpiarme siquiera.

Nací en un repugnante lugar donde los seres humanos comen sobre las inmundicias y miasmas que corren bajo sus pies.

Todos los humanos y sus civilizaciones lo construyeron todo mal y podrido, para luego ser enterrados como el gato cubre su mierda. O quemados como neumáticos viejos o basura que apesta.

Y como un aire que no mueve las hojas y la ola que no llega a la arena, nací ciego y con esta melancolía que hace invisibles los horizontes elevados que algo dentro de mí dice que existen, que es todo un error mi nacimiento en este infecto lugar y tiempo.

Un asco.



Iconoclasta

23 de septiembre de 2023

lp--Las jornadas de la misma mierda--ic

Tras una larga jornada de miseria, monotonía y mediocridad cobrando una mierda, llega la hora del descanso y un sueño plagado de horrores y deprimentes mundos.

A la mañana suena el cochino hijoputa despertador, me rasco el culo y fumo, meo y fumo, cago y fumo, sorbo un café de mierda y fumo.

Salgo de la puta madriguera de pocos metros cuadrados donde vivo y me dirijo a un tren borreguero a mi granja de explotación.

Y así un día tras otro.

¿Cómo puede haber un futuro mejor si los hijos nacen condenados a mascar la misma mierda que sus padres?

Cada día se hace más necesaria y lógica la violencia y la muerte. Ellas sí que harán un futuro más esperanzador.

Un futuro mejor que el presente sólo puede existir  con la extinción de los políticos gobernantes actuales y sus afines de repuesto. Incluida su descendencia.

Si no mueren, si nadie los asesina, el futuro es hoy.

Y los borregos mezquinos, aplaudidores de estafadores tiranos no se enteran de una mierda.

Son la puta mayoría votante. Es inaceptable a pesar de llevar tantos años en esta mierdosa sociedad de hijos de puta, no puedo asumirlo.

Ingenuos infantilizados y obedientes sectarios…

Pero acabarán asesinando sin saber porque ni a quién, no tienen cerebro; sólo un viejo instinto primitivo que surge cuando el oxígeno apenas llega a los pulmones. Cuando es tarde y son débiles.

Les ocurre como a las ovejas, que piensan beatas e ilusionadas ellas, que es lógico que los lobos las coman, nacieron para ser su alimento.

No es triste, es sórdida la presente realidad y su futuro próximo.

Sólo la ingenua esperanza de ver la violencia y el asesinato de los que deben morir para construir un futuro mejor es mi única ilusión, mi íntimo e indestructible paraíso de esclavo de la mierda nuestra de cada día.



Iconoclasta

6 de septiembre de 2023

lp--Nacido en cautividad--ic

Vivo en un mundo feroz que sacia su voracidad nutriéndose de carroña y cosas podridas con pornográfica glotonería.

Lo que indica que la humanidad es un ecosistema para buitres y hienas de dos patas y sin alas.

Y el hedor con el que impregnan el aire es insoportable y hace en la noche los sueños enfermos y febriles.

Los malos, mediocres y esclavos amaestrados, hacen un ruido repugnante al alimentarse de los huesos y las vísceras podridas de los cadáveres que temían sobre los que ríen, cagan y follan. Los sonidos masticatorios son obscenos y rituales.

Nací sin la esperanza de ser libre y limpio.

Encontré y acepté lo menos malo, lo sabía; pero para sobrevivir te has de camuflar con la mierda que te rodea.

Lo sufrí en silencio, esperando un brillo cualquiera en el ataúd donde habitaba.

No siento haber perdido el tiempo porque he aprendido cosas, he luchado para no adaptarme. Ha sido un buen tiempo invertido el de mis fracasos.

No lloro y mucho menos por el esfuerzo, como es habitual para medrar en el mundo de los buitres y las hienas.

Y el dolor me hace animal impío. Siempre he pensado que es más fácil matar que follar.

Guardo rencores como tesoros, quiero morir feliz de dejar toda esta mierda y miseria que me ahoga. Que nadie haga olas, por favor.

Soy incapaz de besar al amo, de suplicar o rogar.

No me prostituyo, aunque me luzco haciéndome pajas ante ella, corriéndome y salpicando el móvil. También me gusta meterle la lengua en el coño y un dedo en el culo para que se corra salvaje. Me gusta cuando me la mama con los cojones entre sus dedos. Y me gusta lamer los dedos que saben a su coño, los suyos y los míos. Cuando me monta me gusta alzarla en las alturas con la pelvis, cuando me arqueo corriéndome profundamente en su viscosidad impía que me atenaza el rabo.

No nací libre; pero sí bestia indecorosa. Nada ni nadie ha podido impedir mi salvajismo e indomabilidad. Y moriré así, tan salvaje e incrédulo como nací.

A la mierda el puto epitafio.



 

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

28 de mayo de 2023

lp--La filosofía de los ñus--ic


Parece ser que el pensamiento silencioso global humano es el de los ñus: mueren muy pocos humanos para los miles de millones que viven.

Cuando la cantidad de individuos de una especie alcanza la categoría de plaga, no importan los seres ajenos que mueren a tres o cuatro metros de ellos. La humana es otra especie animal, la premisa es adecuada e idéntica por convicción y experiencia, para ella.

Hasta tal punto se manifiesta la insensibilidad, que piensan acerca del cadáver “Bastante tengo yo con lo mío”.

Estoy seguro de que esa indiferencia hacia las muertes ajenas, es una cualidad instintiva, impresa en el cerebro de reptil del ser humano y todos los animales para preservar la especie de su masiva reproducción y la falta de depredadores para equilibrar el ecosistema.

Las manifestaciones que hace la sociedad, son por y para los políticos y personajes del poder que necesitan notoriedad y piden los llantos hipócritas de la masa humana en nombre de la paz, de la justicia y para un futuro mejor para los que no han nacido. Ante su amo o ídolo la masa humana ve en el acto de fingido duelo algo festivo con el que pasar el tiempo; pero no le interesa lo muerto; solo si hay buena música y cosas amenas que fotografiar para subir al perfil de feisbuc o tuiter.

Y cuanto más sometidas se encuentran las cabezas humanas a las restricciones, prohibiciones y robos del estado o gobierno, más se reduce el radio de indiferencia a los cadáveres.

Llegará un día que caminarán pisando muertos sin sentirse especialmente incómodos por ello.

Sólo en internet, en sus redes sociales, se dedican bendiciones y memes a algunos muertos porque hay que hacerse “oír” y usar el teléfono que ocupa sus manos y su mirada más tiempo del que su inteligencia puede funcionar.

 Solo en internet y medios de comunicación (ya no son informativos, sino doctrinales) hacen gala las reses humanas superiores y esclavas de esa emotividad tan pía y bondadosa, que dan ganas de purgarse metiéndose los dedos en la boca.

La realidad es que los diversos rebaños de seres humanos repartidos por el  planeta, se comportan como los de ñus en la sabana, que pastando con indiferencia en el mismo lugar donde también cagan, a escasos metros uno de los suyos joven, adulto, viejo, lisiado o gestante; es devorado aun mugiendo por los leones.

El número de reses humanas en los diferentes rebaños es tan numeroso que los individuos se insensibilizan a las muertes que ocurren ante sus ojos y en el fondo, algo les dice que es necesaria la muerte.

Y no en tan poca cuantía.

Esta indiferencia o trabajada insensibilidad (al menos la mía) a la muerte ajena explica el porqué las guerras se prolongan tanto tiempo.

La guerra es la máxima expresión de la libertad: matar a otro humano sin consecuencia alguna, como arte cinegético. Sin dar cuentas por ello.

Se desarrolla así cierto orgullo instintivo por conseguir la medalla de ser el mejor matando. Le llaman valor también; pero es solo el lógico embrutecimiento del esclavo al que se le ha dado libertad suprema. Sin mandamientos o leyes que pesen en su comportamiento condicionado por el estado mismo durante la infancia y adolescencia.

El trauma o psicosis de guerra llega cuando al lerdo le arrebatan su libertad de matar.

Hemingway dijo que no hay nada más apasionante que la caza del hombre y quien la prueba no la puede dejar.

Quiere decir esto, que una vez se acaba tu libertad de matar, cualquier otra actividad conduce al hastío.

En la guerra el humano desciende a su más primitivo instinto de caza de supervivencia y una muerte representa, tal vez, un minuto más de vida y más espacio a su alrededor.

Y cuanto más fuerte es la presión, la extorsión y las prohibiciones que el estado ejerce contra él, más humanos cazará o matará con ansia.

Es fácil comprender que sentirá también el honor de ser un medio de selección natural de la especie humana. Una especie de enviado para eliminar individuos que podrían denigrar la evolución de la especie con su mensaje genético defectuoso. Esto es a nivel instintivo, porque no abundan los mínimamente inteligentes para llegar al razonamiento de este ensayo.

Así pues, mejor muerto que volver de nuevo a la paz de la mediocridad y esclavitud de la moral tributaria del estado.

Y que deje de mugir el puto ñu que se están comiendo los leones desgarrando el ano y el vientre, les da dolor de cabeza su congénere mientras pastan aburridos en su ciudades o granjas.

Es como el “Algo habrá hecho”, de las reses humanas adaptadas a las dictaduras y sus crímenes y genocidios.



Iconoclasta


9 de abril de 2023

lp--Los caballos hastiados--ic


Los caballos tristes, hastiados de tan poco espacio para galopar, cansados de la humanidad que los observa, hartos de siempre el mismo pasto; se vuelven de grupa a la gente.

Están cansados de los humanos apostados ante la alambrada electrificada. De que les pidan acercarse para ser tocados.

Yo también le doy la espalda a mis opresores y me alejo cuanto puedo de ellos; y puedo alejarme más que los pobres caballos.

Están tan habituados a los humanos que, a pesar de la tristeza que les cubre el pelaje, no pueden alejarse de la alambrada. De aquellos que los privaron de su esencia animal.

Los humanos hacen lo mismo consigo mismos, a pesar de la necesidad de intimidad y espacio se amontonan en los mismos lugares. Se aborregan en pequeños espacios aunque saben que es indigno.

Sus almas se han infectado también.

¡Pobres, caballos! Les rompieron el alma.

No me gusta que los animales tristes no se alejen de quien les pervirtió su esencia.

Y me gusta que se acerque, en secreto, cuando nadie nos ve el que está en pie. Y se deje dar un saludo en la cara.

Hay una escalofriante y tristísima semejanza entre los caballos melancólicos y los humanos grises.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

7 de agosto de 2022

De los cadáveres y las fotos más aburridas del mundo


No entiendo porque los cementerios no expulsan los restos humanos cuando hay un terremoto. No he visto nunca una foto de semejante situación, de ahí mi angustia.

No sé, es que me gusta el arte disruptivo por llamarlo de algún modo, es demoledor valga la redundancia. Las cosas rotas por una catástrofe tienen una gracia especial de las que carecen las erosionadas lenta y tontamente por la naturaleza.

No es una cuestión de malsano morbo, simplemente lo imagino como una fantasía para conjurar un poco esta leprosa mediocridad de la cotidianidad.

Una vez jugueteé con un hueso humano que había entre las ruinas de un cementerio roto; pero me gustan más los de las vacas, son más contundentes. Luego lo tiré con displicencia y aburrimiento para fumar más cómodamente.

Si hubiera encontrado una calavera, me la hubiera llevado, fijo.

En fin… Lo que me gustaría es contar, de forma coloquial y amigable a algún conocido, la siniestra experiencia de que he visto trozos de esqueletos a cielo abierto entre tumbas rasgadas y lápidas hechas pedazos, una buena aventura que relatar en lugar de hablar de médicos y tiempo.

Tengo muertos en el cementerio; pero no me afectaría que sus esqueletos salieran a la luz.

Por los cadáveres no tengo aprecio o desprecio alguno, son cosas que ya no representan nada de la gente que amé y odié, porque es muy importante saber que lo que odiaste está muerto, es una alegría de la que no deberías prescindir jamás.

Es una costumbre folclórica venerar los cadáveres; pero está visto que nací con pelaje impermeable a los ritos populares.

Será porque soy muy imaginativo y nada puede superar lo que mi mente crea.

Así que no necesito saludar cosas frente a las tumbas, cuando en mi poderoso cerebro, están como la última vez que los vi vivos.

La verdad es que soy mi propio dios castigador y resucitador.

Y es otra forma o dimensión de ver la vida menos aburrida, con más gracia.

Porque, sinceramente, las fotitos del dichoso James Web (nombre imbécil donde los haya para un telescopio o un gato) son lo más ñoñas, repetitivas y aburridas que publica la prensa diariamente para llenar los huecos en sus páginas web cuando se les acaban las mentiras del día.




Iconoclasta

20 de julio de 2021

Escapar


Yo solo quiero salir de aquí.

Siento a menudo esa necesidad desesperada de escapar de este inmenso campo de concentración del Estado de la Imbecilidad en el que se ha convertido el planeta.

¿Qué hago? ¿Hacia dónde ir si el mal te rodea desde todas las direcciones?

Siento una urgencia que nace de la tristeza de vivir aquí. Es existencial, con causas concretas.

Solo podría escapar a un lugar desconocido, donde no pueda identificar con precisión la mezquindad en cada mirada de los seres que me rodean.

Quiero la tranquilizadora ignorancia de un mundo nuevo.

La sabiduría mina mi paz y la esencia humana, la certeza de su idiosincrasia, es tortura.

La sociedad es un germen que intenta infectar mi imaginación.

No es hartazgo, es pura asfixia.

A medida que han aumentado mis conocimientos, todo se ha revelado rancio e indigno; y lo que es peor: de una espantosa previsibilidad.

Es lógica la conclusión a la que he llegado: todo estaba mal desde mi nacimiento, nací en un momento y lugar apestado y roto.

Como si los cadáveres, en lugar de enterrarlos, dejaran que se pudrieran en las calles y las gentes ya no les prestaran atención, con sus narices saturadas del olor de la carne podrida.

Y los que caminan, se parecen tétricamente a los podridos.

¡Quiero irme de aquí, por favor!

Cuando llueve, el agua se ensucia al tocar el suelo y arrastra líquidos nauseabundos, marañas de pelos crespos, como alambres malolientes donde se agitan insectos, pieles ennegrecidas y enmohecidas por la muerte a las que las gordas ratas ni huelen.

Tengo la esperanza de que sea una pesadilla; pero es una ominosa realidad de la que no hay consuelo, soy consciente de mi realidad porque esta necesidad de escapar es de una lucidez devastadora. No puedes despertar y escapar. Las drogas no consiguen engañar la mente. Te metes un jaco de caballo y todo empeora, porque las cosas se pudren y rompen más rápidamente y deliras con larvas que se agitan hambrientas en tus agujeros y genitales.

No quiero morir aquí, ser un cadáver al sol pateado por los idiotas que caminan torpe y quejumbrosamente por las calles.

Me hago rayas con vidrio molido y no muero, solo me sangra la nariz.

No quiero creer que soy inmortal, no aquí, entre ellos.





Iconoclasta

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15 de junio de 2021

Detalles

 


¿Qué ocurre cuando en un sitio detestable y pútrido se encuentra quien amas? Todo se pudre, se rompe y descompone. Es inevitable. No se puede desarrollar nada bueno en un mal lugar.

También somos la tierra que pisamos.

Los detalles son muy importantes, los detalles pueden estropearlo todo.

Y cuando has disfrutado de la soledad, ya no hay vuelta atrás a la piedad. Te has hecho fuerte y egoísta. El tiempo importa tanto como los detalles, aprendes a deshacerte rápidamente de lo que ha dejado de gustarte o lo que no te gustó nunca y debías soportar porque no había otra salida; y eso incluye personas.

No puedes, no debes perder el tiempo en cosas ingratas; no más del estrictamente necesario para la supervivencia.

Humíllate y piensa que llegará el momento de saldar cuentas.

También está la opción de adaptarse, de sonreír al mal tiempo.

Yo no me adapto, no me doblego.

Hay personas y animales que han muerto y he resistido. Puedo soportar cualquier ruptura.

Y si no la soporto me jodo.

Yo no soy un viejo afable; ya no voy a pensar en nada bueno a estas alturas.

No reparo errores porque no hay tiempo. Por otra parte, los errores no se pueden reparar, solo se cubren de polvo con el tiempo.

Si queda poco tiempo de vida no es bueno tirarlo en causas perdidas.

Fue bonito mientras duró…

Ahora dicen que soy frío. Que no pensaban que pudiera ser así. Tan, Tan… Y no saben definirme sin un insulto.

Sonrío con decidida vanidad. Ser lo contrario de lo que se esperaba de ti es toda una victoria. Una medalla con cuya aguja, perforo el glande que cabecea inquieto, nervioso, a punto de escupir llevado por mi atávica animalidad.

Bueno… Nadie ha creído de lo que soy capaz hasta que me han puesto a prueba.

Si no puedes con ellos, jamás te unas.

Mándalos a la mierda aunque tengas que comer gusanos, porque no hay nada que te puedan hacer que no te hayan hecho ya.

Y recuerda, estás absolutamente solo, si algo no te gusta quémalo.





Iconoclasta

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5 de septiembre de 2020

Historia de un quebranto


Se le ha roto la voz y no ha podido decirle que lo quiere.
Cuando se rompe el amor, se quebrantan todos los huesos del cuerpo.
La voz es el hueso más débil y quebrada la voz, en lugar de sonido se escupen las astillas que hay dentro del cuerpo y la sangre.
Tampoco lo ha podido odiar; pero no es por el quebranto.
Es indiferencia.
De hecho lleva meses con todos los huesos rotos; pero al negarle un cariño, el dolor ha llegado en tromba. Como si hubiera despertado de una anestesia en mitad de una operación.
No hubo un golpe fuerte, no hubo engaños, insultos o discusiones.
Simplemente un día no le gustó como comía.
Y otro día no le gustó su voz, era inconsistente.
Y luego no le gustó su integración tan perfecta en una sociedad apestada.
No soportaba su optimismo fácil.
Su vocabulario correcto, sus afirmaciones abiertas a negaciones si la mayoría así lo dictaba.
Su sexo aséptico que ya no hacía agua en su coño.
No la mojaba…
Se preguntó si alguna vez lo amó.
Los huesos rotos no son causados por el desamor. Si no por esos seis áridos años perdidos.
- Te quiero, cielo –le dijo en el vagón de metro, preparado para apearse en la próxima estación.
Hacían el mismo horario, en lugares distintos. Dos paradas más adelante, Eva se apearía para empezar otra jornada en la oficina.
Sentía a Juan como un amigo del instituto, alguien a quien no hay más remedio que soportar si no quieres ofenderlo.
Le negó el beso que intentó darle y no le devolvió el “te quiero”.
Juan sonrió nervioso.
Cuando las puertas del vagón se abrieron dijo apresuradamente:
- ¿Quedamos en el centro a las siete?
Ella lo miró y no supo qué decirle.
Las puertas se cerraron y Juan fue absorbido por la masa de carne que se dirigía presurosa a las escaleras mecánicas de salida.
¿Cómo decirle a sus padres y suegros que ya no lo quería por ninguna razón especial? ¿Cómo decirles que Juan era el prototipo de la mediocridad y que ella se equivocó y lo ha pagado con seis años de hastío?
Pero no puede explicarse cómo Juan no ha hecho mención a su indiferencia, cualquier hombre se daría cuenta de su quebranto.
No necesitaba más presión, no quería dar explicaciones y que la sometieran a examen de conciencia y consejos de psicólogos para gente depresiva.
No se apeó en la estación de su oficina.
Llegó al final de la línea que finalizaba en una estación de trenes.
Y no le importó demasiado el destino del tren.
Ni la felicidad, solo quiere romper el mismo día, quitarse de encima esa pegajosa capa de mediocridad con que la pringa Juan, la oficina y la ciudad.
Pasaron los años tan rápidos que olvidó el rostro de Juan, incluso no estaba segura de recordar bien los rostros de sus padres. Ni de sus hermanos.
En algún lugar del mundo, empezó una vida que pasaba rápida, que a veces la dejaba sin aliento. Y sin querer apretaba sus muslos para contener una cálida humedad que su vagina rezumaba al evocar el sexo con Jayden.
Desde su coche patrulla de guarda forestal, observaba a los grandes canguros dormitar sobre la semidesértica llanura.
Hizo una foto para su hijo. Tyler y sus once años recién cumplidos... Nunca cansan o provocan indiferencia, siempre se admiran los otros seres vivos, los libres y salvajes.
Se siente orgullosa no haber en aquella lejana parada de metro, de haber tomado aquel tren de desconocido destino. Y luego un taxi y un avión y otro y otro…
Y llegó un día que dejó de sentir su piel pringosa de mediocridad.
Y no hubo más quebranto.





Iconoclasta
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10 de abril de 2020

El veneno y su bondad


Nacen los bebés muertos que caen al suelo rompiéndose todos los huesos, con todos sus dientes amarillentos apretados de tanto sufrimiento.
Oyeron, sintieron donde iban a nacer y se ahorcaron con el cordón umbilical para evitar vivir entre ratas, mierda y mezquindad.
No sé si es un mandato divino, porque no existe dios.
Tal vez fuera Madre Naturaleza quien les habló de la enorme frustración de vivir.
No sé… Pero hicieron bien.
Yo debería haber sido de la generación muerta. Nací a deshora.
Los gobiernos procesaron los millones de bebés cadáveres e hicieron comida envenenada para viejos.
Ya no nacieron más bebés, los viejos morían sin que nada renovase el espacio que quedaba en blanco.
Y estuvo bien.
Como todo estaba perdido, hombres, mujeres y adolescentes se mataban entre sí y se devoraban.
Y la última mujer casi anciana que se alimentaba de su hijo de cuarenta y cinco años, gestaba con obscenidad en una hernia de su barriga, a falta de seres humanos, una rata que la devoraba por dentro mientras crecía.
Yo tenía hambre…
A la rata le arranqué la cabeza con los dientes, aún chillaba.
Su cráneo crujía incómodo y sórdido entre mis muelas.
Escupí sus grandes incisivos con asco.
Y desperté triste porque había voces.
Todo fue onírico.
Un bebé lloraba vivo en algún lugar de la colmena, mierda…
Todo fue mentira.
Maldije el nuevo día y le corté la cabeza a mi gato con las tijeras de la carne en la cocina.
En mi restaurante preparé arroz cocinado con aguas fecales y albóndigas con carne agusanada que comieron vorazmente seiscientos comensales a lo largo de la jornada.
Baratos menús venenosos de infames enfermedades…
La enfermedad y la muerte los miércoles ¿o es el jueves de mierda? están rebajadas en todos los establecimientos y las bestias humanas comen con más voracidad.
Pinchaban la comida con tenedores y cuchillos que había hundido en el cuerpo de un yonqui hepático que conservo en las cámaras.
Pensé en el veneno y su bondad.
En la enfermedad y la reparación y el orden de las cosas.
Tras cerrar por la noche el restaurante, dejé que escapara el gas por los fogones y tomé de nuevo un vuelo al azar con pasaporte falso.
Y soñé que el avión caía y los descompuestos gritaban en sus asientos con horror incomprensible, porque lo muerto no puede morir.
Desperté confuso y de nuevo triste.
Pensé en aquellas cosas cargadas de maletas que caminaban presurosos hacia la salida y añoré la posibilidad del no nacimiento de los bebés muertos.
Pensé en nuevos menús con ternera rellena de excremento de paloma y vidrio molido, con patatas hervidas al curare y pez globo sin limpiar, con café y orina añeja…






Iconoclasta
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25 de marzo de 2020

Muertos enmascarados


¿Os habéis fijado en esas reses que caminan presurosas por las calles, como las ratas al salir de la cloaca? Con sus mascarillas y guantecitos, con la cabeza gacha para estar a salvo de alientos ajenos.
Así son los delatores que venden a quien sea por conseguir un favor o para distraer su cobardía repulsiva.
En todas las épocas aparecen; con la cabeza inclinada y la mirada infecta de envidia y cobardía. Llenando con sus mugrientas ambiciones y mentiras cárceles, pelotones de fusilamiento, campos de concentración y hornos crematorios. Desde sus patios, tierras, balcones y ventanas espiando quien se mueve, inquietos con su pensamiento podrido, corrupto y moral.
Me encanta esa podredumbre humana, me fascina observarlos y saber que morirán con sus mascarillas y guantes entre orines e intestinos vaciados, con los pulmones hechos jirones.
Es precioso… Incluso pestañeo emocionado.
Qué bueno…
Y como soy un tanto necrofílico, me acucia la perentoria necesidad de masturbarme ante los enmascarados y enguantados cadáveres. Me he puesto cachondo con mi gran y precisa imaginación. Gracias a mi prodigiosa mente, visiono cadáveres a trillones de megapíxeles de definición, a diez millones de putos K.
Si pienso en la carne muerta de los miedosos delatores me pican las palmas de las manos y no puedo dejar de imaginar la absoluta dedicación de buitres y ratas en su diligencia eliminando mierda. ¡Cómo les gusta y disfrutan de su trabajo!
No sé si yo podría comerme los ojos de esos puercos.
Soy un tanto mirado con la porquería.
¡Pá correrse!
¡Hala, ahí va!  Decenas de miles de hijos míos que podrían haber nacido…
Pobres hijos míos deslizándoos sobre el rostro de indecentes muertos.

N.del A.: me ha faltado imaginar algún héroe francotirador cazador de enmascarados y enguantados delatores; pero nada es perfecto.

A veinticinco de marzo del año del coronavirus y vuestro señor dos mil veinte.
(Era de la Cobardía, como si alguna no lo fuera)





Iconoclasta

22 de marzo de 2020

Cruelmente, sin alegría concebida


¿Oyes reptar con sus mil patas a la muerte por las paredes, las de tus pulmones?
No te fíes si está todo bien ahora, pasa como con los ataques de corazón. Son sorpresivos y no dan tiempo a despedirte de todos esos hijos de puta que has ido conociendo a lo largo de una vida de mierda.
Haz lo que debas, lo que quieras; con la condición de que tu vida sea cómoda entre los puercos que te rodean y te han rodeado. Di lo que conviene, sé oculto y secreto. Miente, y sé muy selectivo con quien dices las verdades con esa persona o dos que pueden oírlas, de entre los millones que viven sin que sea necesario.
Ante todo piensa libre, sin respeto, con ferocidad, con crueldad, sin condolencias. Sonríe por dentro. Di que lamentas los muertos. Imita la empatía ajena, con la que no naciste.
Nunca digas que tu libertad es más importante que todos los que mueren o puedan morir tarde o temprano. Solo piénsalo.
Es liberador, valga la redundancia.
Nadie merece ninguna sinceridad.
Que parezca que respetas la repugnante sociedad a la que emergiste del coño de tu madre. Sin pedirlo, sin responsabilidad alguna de toda la mierda que te culpan. De todas las putas responsabilidades y deberes que te quieren colgar de la polla.
Muere libre, sin alegría, sin sentir que has sido feliz y que tu vida ha sido plena. Muere con ira, mordiendo el cigarrillo con fuerza. Evoca e imagina todos los que han muerto antes que tú y pensaste: “Bueno… ¿Y a mí que cojones me importan?”.
Los que aún viven (desgraciadamente), si supieran de tu muerte ni pestañearían.
No eres querido, nunca lo has sido. Comprende bien el concepto.
Morir es un trámite, el último de esta piojosa vida. No te preocupe el alma. Se descompondrá a la vez que el cuerpo. Alégrate así, de haber muerto mucho después de otros. Ellos solo sirven ahora de colchón a tus huesos.
Ya sabes, quien ríe el último…
Pero tú no rías, sé feroz hasta el último hálito de vida que te quede.
Que nadie pudiera llegar pensar por un segundo que en esta repugnante sociedad fuiste feliz.
Deséales una corta vida y lárgate cuanto antes.
Llévate un virus en tus huesos y el día que por un terremoto o una excavación aflore la miseria que de ti queda, también se desentierre un bendito virus que haga el trabajo que nadie se atreve o puede hacer en un futuro que será necesario si aún existe la especie humana.
No es por justicia o ecología, es solo una maldad que trascendería más allá de la muerte.





Iconoclasta
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