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24 de febrero de 2022

La ternura que la lujuria esconde



Hay un vientre sacudido por espasmos, los ecos de un placer que suben desde el coño como latigazos lascivos, sin penitencias que alegar. Sincronizados con mi lengua, con mis dedos y mi pene hambriento.

Desbocada, maltrata con paroxismo el clítoris ante mí, retándome a que sea tan brutal como ella consigo misma. La quiere más adentro, más fuerte. Que le reviente ese coño ardiente gritan sus dedos chapoteando, rozando mi puta verga que trabaja como un pistón; que a duras penas puede contener un semen que hierve y pulsa doliente dentro de la dura carne.

¿Cómo es posible que el deseo sea tan líquido? Pienso cuando el glande es acariciado por los mojados y resbaladizos labios de su coño.

La primera lefa la escupo en su monte de Venus, y le salpica el vientre. Luego la violo con fuerza, y descargo. Cierra las piernas en torno a mi cintura y clava los talones en mis nalgas para meterme en lo más profundo de su vagina que se contrae con fuerza, lo noto en mi pijo que revienta allí dentro aprisionado.

Y ahí me quedo intentando respirar.

Ella inmóvil, aún aprisionándome, se asegura de que el vaciado sea perfecto.

Me libera y me aparta casi con desdén, se acaricia perezosamente añorando lo que ocurrió hace unos segundos, y el semen se derrama dulcemente por sus dedos. Un último gemido y se gira de lado en la cama, dándome la espalda.

Le gusta hacerme sentir como un esclavo sexual.

Por favor… Está preciosa.

Pero yo también soy cruel, me acuesto pegándome a ella. Con el pene más relajado, con restos de un semen ya frío rozo sus nalgas.

– ¡Cabrón! –e intenta separarse de mí; pero no la dejo, le muerdo y beso la nuca porque me la comería, y ella patea para alejarse.

Con la boca llena de su pelo farfullo algo que la hace reír.

–Un día te la arranco– dice apresando con fuerza la fláccida polla y limpia su mano de semen en mi cara con una risotada.

Y no dejo de maravillarme de que tras toda esa obscena lujuria, pueda luego surgir un par de adultos traviesos que al final, desembocan hacia una ternura inaudita.

Solo deseo que como amante o adulto travieso, que mis mañanas amanezcan con ella, aunque esté en la cocina haciendo el café para su macho.

Bueno, cuando le digo lo del café, me dice no sé qué de mi madre.

Y entonces soy yo el que lanza una risotada.



Iconoclasta


23 de febrero de 2022

Y hoy tengo un buen día


Camina pensando en sus banalidades de prostituta. En un momento dado no sabe dónde se encuentra y mira agitada y angustiada en derredor intentando hallarse en la ciudad.

Tenía el cerebro podrido e incluso lo podía contagiar si eras débil o niño.

A aquella puta le pasó unas cuantas veces. Se colocaba con drogas que conseguía en el trabajo a cambio de una mamada o una mala follada, incluso grupal; su coño era un cóctel de sémenes distintos.

Su boca y su coño eran idiotas.

O son, no sé si aún vive, y lo cierto es que tanto me da que viva o muera. Me la pela.

Solo me revuelco desinhibidamente como un cerdo en el viejo y apestoso barro.

En algún momento me confundió con un asistente social de yonquis.

Pensaba que su coño era una joya irresistible, nunca le dije que olía a excremento. A veces cometo actos de piedad. Es una generosidad propia de los recios.

Y en algún momento le di la patada porque no nací para misionero, soy discreta e infinitamente malo y perverso. Por supuesto, selectivo, mi cerebro no está podrido solo es indecente e indecorosamente eficaz; puedo apreciar cosas si me lo propongo.

Una vez participó en la marcha de las putas; pero claro, no era de esas putas. Las putas no son malas personas por definición, ella sí.

No sabía mamarla; pero le ponía interés. Y si no por arte y profesionalidad, por aburrimiento también te puedes correr, les ocurre a los borrachos; incluso sin que se la chupen.

Me gusta la indecente poética de lo sórdido…

Dicen que uno tiene la vida que se merece. Una mierda, es una puta suerte, una ruleta que reparte premios podridos en mayor o menor medida.

Han confundido el misticismo con la ignorancia y el infantilismo. Ser adulto e ingenuo es lo mismo que ser retrasado mental.

La vida no tiene desperdicio, me refiero a lo literario, a lo sórdido.

Me muevo bien en ello; como el cerdo que he apuntado.

Juego con ventaja, tratar con una puta mala es infinitamente más relajado que salvar la vida.

Y si algo aprendes, o debieras aprender si no eres como la puta del cuento, es que la parte mala de la vida la has de extirpar cuanto antes, es en lo único que no has de reflexionar. Sé veloz e impío arrancándote las putrefacciones, aunque tengas que perder parte de ti.

Porque apenas hayas leído esto, yo podría estar muerto.

O tú.

Yo pretendía ser un escritor de esos atormentados, hechos mierda por los golpes de la vida. Y mira por dónde, que he salido un buen hijo de puta.

Soy la parte de la naturaleza humana que intentan barrer bajo la alfombra.

No me quejo.

Me gusta, qué cojones.

Prefiero ser odiado a comer mierda. Si hay algún problema, encontraréis cochinas ventanillas de reclamaciones para tarados en cualquier lugar de esta sociedad degenerada e hipócrita; y también puta e idiota hasta para hacer mamadas.

Y hoy tengo un buen día.



Iconoclasta

22 de febrero de 2022

Consumo de vida y amor


No tengo claro cuanta vida consume el amor.

¿Y si es al contrario? Que sea la vida la que desgasta el amor.

Entonces también cabría preguntarse:

¿Cuánta vida consume la búsqueda del amor?

Sea como sea, has de ser muy cauto cuando juras que la amarás por toda la eternidad.

Y también debes preguntarte, dado el caso:

¿Qué clase de amor es el que no puedes jurarlo eternamente? Es una mierda de amor.

No seas estúpido, ama con pasión, sin razonar; porque de lo contrario estropearás una de las cosas más bellas de la vida.

Y que pase lo que quiera.

Tú, ámala. No tienes otra opción. No tienes otra cosa que hacer más digna.

Cuando todo deba ir mal, cuando se rompa, llora.

Y desgástate buscando otro amor. Consume la vida en la búsqueda de la belleza.

Además, te distraerá de la muerte que te pisa los talones.



Iconoclasta

17 de febrero de 2022

Una vida difusa


Soy el sueño muerto de un padre con el corazón roto.

La sonrisa de amor de una madre horizontal de carne fría.

Y la ternura de una abuela podrida.

Soy un rimero, un estercolero de sueños incumplidos, un conjunto de imágenes latentes y difusas en las pupilas lechosas de mis amados muertos.

Tengo arcadas de vómito ante el vértigo de ser un nebuloso recuerdo que a veces sangra. Que sufre la condena de ser real, de estar vivo. Como si no hubieran hecho bien el trabajo los muertos, se olvidaron de borrarme o de llevarme con ellos una vez acabadas sus vidas y sueños.

¿Y si respiro solo muerte en mi último segundo de consciencia, delirando que sangro y tiño mis propias pupilas de rojo sanguíneo un tanto coagulado, como legañas espantosas...?

Y una tormenta-o de arena me deshace, me erosiona, me diluye…

No sé… Pero siento extrañas náuseas de una vida que no acaba de serlo.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


14 de febrero de 2022

Simbionte de ti


El amor es la partícula más pequeña del universo.

Tiene que serlo…

El amor penetra en el corazón, el cerebro, el estómago…

Y en el vientre, porque al sentirlo te doblas.

Es una partícula microscópica que se filtra por los intersticios epidérmicos y viaja hacia el corazón, el cerebro y el aparato digestivo.

Y se enquista en el pensamiento, en el ritmo cardíaco y en las entrañas provocando un vértigo. Se aloja en los pulmones, por ello suspiran los amantes, pareciendo que están cansados, derrotados.

A la fuerza tiene que ser muy pequeño el amor. Solo puede ser atómico o molecular para llegar a lo más profundo.

Escribiría “te amo” en lo más íntimo de tus muslos con letra microscópica para que las palabras entren en tu sangre. Escribiendo cerca de tu coño para mortificarte, alargando la escritura hasta que mojes y emborrones las nano palabras de amor y deseo.

Una gota infinitesimal de tinta cae en el papel en el que te busco y te pienso, como una lágrima negra inevitable. Y un semen que muere enfriándose en las sábanas que no tienen tu forma ni calor en mis amaneceres.

Así es la metástasis del amor.

Es tonto decirlo; pero lo que no amabas no dolía, no duele.

Sin ti hay dolor, y eres la radiación que necesito.

He mutado, ahora soy un simbionte de ti.

No sé dónde empiezo yo y dónde tú dentro de mí.




Iconoclasta

6 de febrero de 2022

E irá a peor


Una vez te escuché, y te amé.

Otra vez reíste, y te amé.

Otra te besé y te amé con la boca abierta como si fueras aire.

Una vez jadeaste cuando estaba dentro de ti, y te amé con la furia atávica del celo animal.

¿Te acuerdas cuando estornudaste? Pues te amé.

Una vez me acariciaste y te rogué que no pararas. Y definitivamente te amé.

Aquel día tardaste demasiado en llegar a casa y añorándote te amé.

Hiciste un plato de lentejas del carajo, no sabían a nada. Te amé más que a mi puta vida.

Y aquella vez que me rompí, mis trozos te amaban.

Las paredes estaban podridas y los grandes gusanos corrían horizontalmente por su interior, abultaban la pared en ráfagas veloces y temía que salieran. Me despertaste: ¡Pablo… Despierta! Y te amé con el corazón desbocado.

Cada gesto, acto o palabra que realizas, es una razón para amarte. Descubrir algo nuevo de ti, es una nueva razón para amarte.

Y todo parece indicar que irá a peor, que me faltará vida para amarte en la totalidad de ti.

Una vez concluí que eras inabarcable y te amé.

Hace unos segundos escribí de ti, y te amé.



Iconoclasta