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17 de mayo de 2022

España: zona de guerra

El Nuevo y Normal Estado Penitenciario Fascista Español, en connivencia con los cárteles fascistas autonómicos, trabaja exclusiva y afanosamente para eliminar toda libertad y todo pequeño placer de la población.

Este acto de asfixia del estado requiere una respuesta de ira y violencia.

Y es ya prácticamente inevitable la lucha y la muerte.

Los criadores de cerdos (el estado español, en este caso concreto) han podido constatar con el coronavirus, la cobardía, sumisión y mansedumbre del pueblo español y han decidido cargar contra él como una apisonadora con la cruz gamada como insignia.

De hecho, las libertades han sido ya arrasadas junto con las necesidades puramente biológicas humanas. Prohibir o negar (censura y oscurantismo dogmático en educación, arte, cine y literatura entre otras cosas) los pequeños placeres (fumar, moverse libremente por la naturaleza, paseos nocturnos) será la culminación de un  totalitarismo feroz que solo puede erradicarse con una guerra abierta, por supuesto, decididamente letal.

España, con sus taifas y caciques autonómicos de corte neonazi, ya es zona de guerra, aunque la gran mayoría española aún no lo sabe. No lo sabrá hasta que los criadores de cerdos (el estado) les arranquen a los cerdos o habitantes a sus hijos de los brazos en el momento de nacer para, decidir si al bebé se le mutilan los genitales o es apto para la reproducción.

Los próximos que nazcan van a ser castrados genitalmente bajo supervisión socialfascista, es decir, eligiendo la cría a no emascular según la mansedumbre y afección al fascismo de los progenitores (imprescindible el brazalete nazi o pasaporte covid). Después serán vacunados con el virus de la cobardía y mansedumbre: el coronavirus o covid 19 que ya administraron hace más de dos años los gobiernos nazis o falsas democracias (preferentemente occidentales) del planeta a su ganado porcino humano.

Yo lucharé en el bando de la libertad, aunque dure solo un segundo. Un segundo de vida en el que no moriré como un manso de mierda.

Que no sueñen estos nazis hijoputas que les voy a comer la polla o el coño ni por un momento.

La libertad bien vale la muerte, porque esta mierda nazi no es vida. Es esclavitud, cerdos en una pocilga hacinados (la población de las grandes ciudades) y unos criadores sin escrúpulos (los jerarcas y burócratas gobernando) ahogándolos en sus propios purines, con las instrucciones y asesoría de unos veterinarios corruptos y traficantes de drogas (sanidad nazi, OMS).



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

20 de abril de 2022

El no abortado


Soy el hijo que no pudo ser abortado, y luego demostró con su maldad y odio ese accidente o error.

Si hubiera sido decidida y valiente mi madre, hubieran muerto muchos miles menos; pero una adolescente mediocre y con un cerebro aún más vulgar, sintió el peso de la conciencia insectil humana y desgarré su coño para emerger a esta cochina luz que ese dios maricón creó.

Si hubiera sido humano, así me gustaría haber nacido. Y arrancarle los pezones a bocados cuando me diera de mamar.

Afortunadamente no soy hijo de mono. No soy un primate como vosotros.

Me creó con materia fetal Dios el melifluo maricón, junto con otros diez mil ángeles.

Supe corromperme y crear músculos llenos de sangre ponzoñosa, rellené los huesos con tuétano de materia cadáver.

Y en toda esa carnalidad pulsante, maloliente y venenosa prendió también la eternidad que Dios concedió a sus ángeles.

Desarrollé inmunidad contra la bondad y su dios. Resbalaron sobre mi piel feroz los mandatos y el amor a la humanidad.

Creé el infierno donde sufren ángeles y primates reviviendo en un ciclo sin fin el dolor más fuerte que marcó sus existencias.

Soy el nº 1 en la lista de Forbes en millones de almas de mi propiedad. Y no todas son malvadas o han cometido pecado mortal. Están en los sótanos de mi oscura y húmeda cueva porque soy rápido cazando las almas que se desprenden de los cadáveres de los primates cuando mueren o cuando los descuartizo.

Lo cierto es que las almas son accidentales, son la molesta consecuencia de las matanzas que cometo, que gozo, que necesito realizar.

Si no tuvieran vapor o alma, haría exactamente lo mismo con ellos: aterrorizarlos, torturarlos y matarlos. Si el alma pudiera ser asesinada, no existiría el infierno y unas pocas almas idiotas habitarían el paraíso de Dios, el homosexual y pederasta sagrado. Porque masturbarse o ser acariciado por un estúpido y asexuado querubín, es lo mismo que usar primates de cinco años.

Odio a los primates porque son creaciones de Dios y son repugnantemente parecidos a él en sus maneras y pensamiento, sobre todo por esto los odio hasta la extinción.

Os odio aunque estéis dormidos. Os odio tanto que deseo vuestra resurrección para mataros de nuevo. Para mataros un millón de veces. Hasta que el universo se extinga…

La Dama Oscura se acerca caliente, sin un solo vello en su vagina que se muestra por debajo de una falda que no es más que un concepto, una trampa sexual para atraer la atención a su coño. Su raja abierta, dilatada, está brillante de viscosa humedad. Su chocho tiene hambre. Cuando pienso profundamente en mí mismo, entra en celo, se calienta. Hay alguna conexión entre mi maldad y su coño de la que ninguno de los dos podemos escapar.

Tengo una teoría: cuando pienso en mí, en mi historia y pasión y mi ansia de aniquilación humana; mi polla se pone dura y actúa como antena de emisión. Y ella recibe las vibraciones de mis cojones y el semen que presiona hacia un glande amoratado, henchido con la sangre que lleva la vida, el veneno o la dureza de la reproducción. Del sexo brutal e impío.

Así que separo los muslos, alzo cada pierna sobre los reposabrazos de mi sillón esculpido en roca, una roca que no puede herir el cuero grueso que recubre mi carne. Mi ano se ofrece indefenso ante cualquier agresión, porque si hay algo que soporto, tanto como lo provoco, es el mortificante paroxismo del dolor supremo e íntimo. Aquel al que no llegan manos para consolarlo, tan profundo, tan devastador para la mente.

Y le regalo mi polla, para que haga lo que deba, lo que quiera.

Y decide atar una cuerda ruda en la base del pene y estrangularlo.

Observo fascinado como se congestiona, las venas pulsan a punto de reventar y cuando noto que algo malo ocurrirá, suelta el lazo y la sangre corre de nuevo en tromba hacia el pijo. El glande entra en espasmos y grito con todo mi poder. Las almas crean un coro de terror que inunda la cueva y los crueles desaparecen en la oscuridad, excepto uno.

La Dama Oscura se arrodilla y traga hasta sentir náuseas mi falo y escupo mi semen que brota con fuerza inusual inundando su garganta. Parece vomitarlo y por la nariz escupe el semen regando mi pubis. Tose y se ríe…

Un cruel, lame su coño, con su rugosa lengua de jabalí monstruoso. Mi Oscura gime de placer y dolor, y escucho excitado el obsceno chapoteo de la lengua en su sexo hirviendo, lacerada la piel… Lo noto en sus espasmos de dolor, son como pequeños orgasmos que erizan sus pezones más allá de lo que la bondad puede soportar.

Y no tiene bastante, agarra una de las afiladas navajas del cruel y lo fuerza a meter más profundamente el hocico entre sus muslos. Con la boca llena de mí y dejando escapar el esperma, grita mudamente y se aferra a mis cojones llevándome a otro nuevo nivel de dolor.

Desenvaino de entre los omoplatos mi puñal y corto sutilmente la piel de su rostro hasta que una fina de línea de sangre se desborda en pequeños ríos. Y ella responde cayendo a mis pies, gritando un orgasmo entre convulsiones, con el cruel casi asfixiándose en su coño sin dejar de lamer.

De repente, cesa todo sonido, todo movimiento. Se incorpora, acerca su boca a la mía y muerde mis labios juguetonamente; pero maldita sea, clava sus uñas en mis piernas alzadas. En las tibias y arrastra…

El dolor es inenarrable. Llevo la punta del cuchillo a su nuca embrutecido.

Me mira a los ojos desafiante, y decido entrecerrar los míos y desear que no cese.

El cruel se ha colocado a un costado del trono de piedra y lame la sangre y el pus de mi daga que gotea sobre su morro. Y se lo clavo en la cerviz, son crueles, no importa si mueren. No importa que todos mueran, excepto ella, mi Dama de alma oscura, de coño profundo, de ano ardiente… Feroz como no he conocido jamás primate alguno.

La mataré, lo mato todo; pero aún no.

Aún no…

Os estaba hablando de almas; pero en este momento incluso de mis piernas brota esperma por las heridas, entre sus uñas. Ella provoca esas cosas.

Y las almas me importan tanto como mis crueles: una mierda.

A medida que nuestras respiraciones se relajan, pienso en Dios, en clavar mi puñal en sus cojones y cortar hacia arriba, hasta que los huesos de su cráneo sagrado de mierda lo impidan. Es una imagen recurrente, como meter a sus ángeles y arcángeles en un picadora de carne para dar de comer a mis millones de crueles.

¿Los oís? Los ángeles revolotean asustados en el cielo, temen mi pensamiento mismo.

Están cantando a coro salmos celestiales para conjurar el Mal, a Mí; piden que jamás suba a ellos. Y Dios mira a otro lado, sin poder prometerles nada.

Siempre sangriento: 666



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

23 de marzo de 2022

De mierda a dios


¿Me creerías si te confieso que no soy un dios?

No soy de tu estirpe, mi hermosa divinidad.

¿De qué parte del universo llegaste en tu nave invisible?

No sé qué hago a tu lado, cuando de repente apareces cabalgando un rayo de luz.

Amándote y soportando titánicamente el peso de tu amor.

Los huesos parecen partirse, estallar como troncos de madera podrida con un golpe cuando pienso en tu rostro y en tu boca que me come, me absorbe, me arranca el alma que ahora sé que es blanca como la leche.

No sé cómo ocurrió, por qué motivo te enamoraste de mí, es absurdo...

Tal vez el error de una diosa que erró su rumbo interestelar.

O es tu juego.

Tu capricho divino.

Un coño palpitante y hambriento que viaja milenariamente en el espacio-tiempo…

No sé, no entiendo, no comprendo.

Pero no soy como tú.

El peso de tu amor es abrumador y siento que he usurpado un lugar y un tiempo que no me corresponden.

¿Y si descubres que soy un mierda?

Lo sabes, ¿verdad?

Debe ser tu misión: observar fascinada (porque tu sonrisa es celestial y cósmica, una piedad dolorosa) la sordidez de mi vida acariciándote ese inmenso clítoris que llena mi boca hasta la asfixia, destilando un néctar denso y dulzón en mi lengua, en mis labios. En mis cojones que me duelen.

Hasta que tus dedos los consuelan.

Lanza un rayo protónico divino y mata al humano obsceno que ha hecho un altar para ti en su sucia y triste habitación, donde se masturba con gritos cuando no te manifiestas. Que al despertar se levanta pisando infecciosas jeringuillas sucias de sangre y caballo.

Tengo tanto alcohol en la sangre que temo arder cuando enciendo la pipa de crack.

Busco putas para humillarme, para ser indigno de ti y me abandones.

Y si me abandonaras, me abriría los muslos desde las ingles verticalmente para desangrarme en un instante cuántico…

No puedo evitarlo, les clavo la navaja en la nuca cuando me comen la polla. Mueren como los toros en el descabello, quedan inmóviles con este rabo que es tuyo en la boca y luego, mutilo sus cuerpos mortales; sus pezones no son como los tuyos. Y odio todo lo que no es tú.

Sus coños están tan secos que me duele cuando las jodo.

Coños de madera astillada que gotean la sangre de mi glande lacerado…

No soy un dios y el problema es que para merecerte no debo solo parecerlo, debo evolucionar a una deidad maligna que elige quien vive y quien muere.

Tú la diosa cosmonauta del amor y yo el divino de la muerte, solo así podría soportar el tormento de amarte.

Formaremos el Olimpo más sórdido y obsceno desde la creación del mundo.

¿Cuántos insignificantes mortales como yo tendré que sacrificar para ser como tú?

¿Cómo si no, se hace dios un mierda?

Amarte, siendo solo lo que ves, me está llevando a la desintegración.

Y tal vez es tarde ¿verdad? Tienes los datos, ahora ya sabes lo que dura un humano entre tus brazos.

Te irás en ese rayo de luz para siempre.

Puta diosa, te amo más que al jaco que pudre mi sangre.

Siempre fue tarde para mí ¿verdad?



Iconoclasta

17 de febrero de 2022

Una vida difusa


Soy el sueño muerto de un padre con el corazón roto.

La sonrisa de amor de una madre horizontal de carne fría.

Y la ternura de una abuela podrida.

Soy un rimero, un estercolero de sueños incumplidos, un conjunto de imágenes latentes y difusas en las pupilas lechosas de mis amados muertos.

Tengo arcadas de vómito ante el vértigo de ser un nebuloso recuerdo que a veces sangra. Que sufre la condena de ser real, de estar vivo. Como si no hubieran hecho bien el trabajo los muertos, se olvidaron de borrarme o de llevarme con ellos una vez acabadas sus vidas y sueños.

¿Y si respiro solo muerte en mi último segundo de consciencia, delirando que sangro y tiño mis propias pupilas de rojo sanguíneo un tanto coagulado, como legañas espantosas...?

Y una tormenta-o de arena me deshace, me erosiona, me diluye…

No sé… Pero siento extrañas náuseas de una vida que no acaba de serlo.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


2 de enero de 2022

El muñeco de la bola


Soy el muñeco que vive dentro de una bola de cristal, que por alguna maldición no muere nunca, mi diáfana prisión es eterna. Soy un maniquí en el escaparate de una tienda de un pueblo abandonado.

A menudo agitan la bola y a mí, su contenido. Y en lugar de formarse nieve o espuma, el agua se tiñe de rojo, porque cuando duele la belleza que hay al otro lado, o en la periferia, un centímetro más allá del vidrio que me encierra, solo se lloran los primeros veinte años. Luego se padecen hemorragias.

Y es lógico, porque en el agua las lágrimas no se ven, no las aprecia nadie. No sirve de nada llorar si no podemos conmover a nadie.

Ni siquiera la piel de mi rostro las siente ya.

Las lágrimas son diluidas por el agua sin finalidad alguna.

He llevado tanto tiempo aquí llorando para nada, que es lógico que buscara otras vías de expresión a nadie.

Nadie sabe, no importa el muñeco de la bola barata de cristal.

Nadie sabe que bajo mi cabello, hay heridas abiertas por tantos golpes, por tantos zarandeos. Y lloro sangre por esas agallas que tienen la función de expulsar toda esta desesperación de una forma llamativa; pero quien me agita, solo piensa que algo está estropeado en la pintura que me recubre. Soy un viejo objeto.

Una cosa podrida que flota en el agua.

Lo soy... Demasiado viejo, demasiada vida, demasiada sangre que a nadie llega. A nadie emociona.

Y cuando la desesperación es insoportable y nadie observa, golpeo la cabeza contra el cristal, hasta que dos gotas de sangre salen de mi nariz y crean una efímera rama de coral hemoglobínico que flota largo tiempo tomando formas caprichosas a medida que se diluye.

Soy un caleidoscopio sangrante y nadie sabe.

Quiero morir ya, porque todo lo que amo y deseo, está al otro lado y si tras toda esta vida de golpear el vidrio no he conseguido salir, ya no quiero hacerlo. Lo único que me espera es la muerte, fuera de la hermeticidad el sol y el aire me destruirán en el acto.

A pesar del agua, me he secado y me hecho quebradizo.

Todo se ha hecho hermoso, todo lo que veo allá, un centímetro más lejos, se conserva colorido, mientras en mi cabeza solo hay llagas que sangran la profunda depresión de un encierro sin esperanza.



Iconoclasta

28 de diciembre de 2021

Un día electoral en la Nueva y Normal España Penitenciaria Fascista del Coronavirus


Ciudadano -1 se despierta, consulta en el móvil la predicción del tiempo y cagando, da un repaso a las noticias.

Es día de elecciones generales. No hay avisos de una mutación nueva del coronavirus. Y decide que irá al colegio electoral pronto, una vez haya desayunado.

Y en efecto, tras elegir una mascarilla oscura estampada con copos de nieve (es invierno), sale de casa para dirigirse al colegio electoral. Durante el recorrido revisa que su brazalete nazi o certificado de vacunación veterinaria del coronavirus, luzca en verde el código QR.

Porque para acceder a la sala de votación, primero debe presentar el brazalete nazi antes de cruzar las rejas del colegio y las alambradas de espinas de seguridad.

Dos soldados con máscaras herméticas antigases y armados con subfusiles protegen la reja de entrada al colegio y tras ellos, se encuentra el presidente de la mesa electoral, que con su móvil en la mano, da el visto bueno o no a los ciudadanos que presentan su brazalete nazi y los soldados se separan o no para permitir o negar el paso al interior del colegio.

En una zona de aparcamiento adyacente al colegio, hay una tienda de campaña militar con una cruz roja, es un centro de vacunación móvil rápida para los votantes cuyo brazalete nazi esté caducado o luzca rojo.

El Ciudadano -1, tranquilo y orgulloso de que su brazalete esté en orden y su bozal sea el correcto según las especificaciones del Gobierno Penitenciario Autonómico de su Región Militar, se acerca hasta los dos soldados armados.

El presidente de la mesa electoral asoma la cabeza entre los subfusiles que mantienen en alto los militares:

–Muestre su brazalete nazi, por favor.

Ciudadano -1 eleva el móvil hasta la altura del rostro del presidente electoral que con su propio teléfono móvil escanea el código QR.

–Su brazalete nazi no está actualizado con la última pauta.

Ciudadano -1 observa el código QR ahora en rojo.

–Le aseguro que hace menos de tres minutos, estaba en verde.

–Acaba de decretarse la 9ª revacunación de invierno –responde el presidente de la mesa electoral indicándole con la cabeza que se dirija al centro militar de vacunación.

Ciudadano -1 se apresura como perro de ocho patas  hacia el centro de vacunación veterinaria militar para evitar que entre alguien antes, tiene prisa para acabar el trámite del Buen Ciudadano.

Al cabo de veintiocho segundos vuelve a la entrada del colegio con el móvil en alto.

Por un momento los soldados le han apuntado el pecho hasta cerciorarse de que solo alzaba un teléfono.

El presidente de la mesa, escanea de nuevo su brazalete nazi.

–Perfecto, yasvotao.

–Oiga, ni siquiera he entrado en el colegio –replica -1 sudando copiosamente por la reacción de la vacuna.

–Sí que ha votado. La novena vacuna tiene efectos secundarios como breves lagunas mentales, amnesia. Nada grave.

– ¿Y a quién he votado?

–No lo sé, su voto ha sido secreto.

– ¡Oh! Está bien. Adéu!

–¡Eh, Ciudadano! ¿Acaso no quiere votar? –le increpa el presidente de la mesa electoral cuando -1 comienza a alejarse.

– ¡Pero si ya he votado! Me lo acaba de decir.

–Yo no –le responde el presidente con semblante serio.

–Me acabo de pinchar la novena vacuna del invierno.

–No señor, eso fue ayer, en las pre elecciones. La vacuna, con toda probabilidad, le provocó un fuerte shock.

Ciudadano -1 respira agitadamente por ansiedad, y le muestra temblorosamente el brazalete nazi al presidente para que lea el código QR.

–Está caducado –le responde malhumorado el presidente de la mesa electoral–. Vaya al puesto de vacunación y haga lo que cualquier ciudadano ejemplar del régimen haría.

Ciudadano -1, de nuevo se encamina confuso hacia el centro de vacunación militar. Es un día soleado, aunque la periferia de su visión forma una zona oscura que parece hacerse más grande por momentos.

Una vez pinchada la décima vacuna, se acerca de nuevo al acceso de entrada al colegio electoral.

–Ya tengo la pauta completa de la vacuna –le dice al presidente de la mesa electoral mostrándole el brazalete nazi.

El presidente escanea de nuevo.

– Molt bé! ¡Yasvotao!

– ¿De verdad? ¿A quién?

–A nuestro Nuevo y Normal Caudillo Penitenciario Fascista del Coronavirus.

–Yo pensaba votar a Unidas Jodemos…

El presidente con displicencia le muestra en su móvil un video de una mujer votando al Nuevo Caudillo Fascista.

–Esta era usted hace apenas quince minutos.

– ¡Es una mujer!

–Exacto, era usted con los efectos secundarios de la décima dosis.

–¡Vale! –exclama con cansancio y desánimo Ciudadano -1– Adéu!

Ciudadano -1, aturdido camina paralelo a la valla del colegio electoral, dirección a su casa. Cuando de repente tose.

Los micrófonos unidireccionales instalados en la valla, recogen el sonido de su tos. De la tienda médica militar, emerge un soldado con un fusil de precisión con mira telescópica. Apunta cuidadosamente a la nuca del Ciudadano -1 y dispara.

Al presidente de la mesa electoral se le escapa una risotada al ver el impacto de la bala en la nuca de -1.

Cuando su rostro toca el suelo, no queda nada de conciencia en él.

La mascarilla se ha rasgado con el impacto. Junto al tejido textil y cerebral, en el suelo, en forma de estela, se puede también observar restos de huesos, parte de la nariz, medio labio y varios dientes, algunos rotos. Hora de la muerte por coronavirus: 11:14.

Las noticias de las 11:15 anuncian a través de mensajes a móviles, radio, televisión y boletines impresos con urgencia por los ayuntamientos que, en pleno día de elecciones generales en la Nueva y Normal España Penitenciaria Fascista del Coronavirus, se ha detectado la primera víctima mortal por coronavirus kappa (-1) -en honor al primer ciudadano que ha muerto infectado e intubado en un hospital militar con esta nueva variante o cepa del coronavirus-.

 Se decreta el uso indefinido de la triple mascarilla en exteriores y el encarcelamiento diurno y nocturno por estado de alarma en toda España y sus taifas autonómicas. Se prohíbe así mismo y se castigará severamente cualquier acto por procurarse el sustento vital mediante ejecución pública con un disparo en la cara.

El Nuevo y Normal Tribunal Sanitario Penitenciario Fascista Español del Coronavirus, avala la destrucción de los mínimos derechos biológicos y sociales (año 13 de la Nueva y Normal Era de la Dictadura Penitenciaria Fascista Española del Coronavirus).



Iconoclasta


2 de diciembre de 2021

Decepción



Disección del cuerpo humano para encontrar el alma.

Sin piedad.

Los gritos son inevitables, como el rugido de un martillo neumático rompiendo el viejo hormigón. Y sus intestinos, como una lombriz gigante, se deslizan al suelo arrastrando la vida a un rebosadero.

No la he encontrado.

Tal vez se encuentre bajo las uñas porque el tacto es lo primero que se usa al nacer.


(Diario de la demencia, pensamientos psicóticos)



Iconoclasta


5 de noviembre de 2021

Un biólogo aficionado


No se trata de fetichismo, de violar preñadas; soy biólogo aficionado.

Quiero decir que el asesinato no es el fin, ojalá pudiera hacer mi trabajo sin matarlas; pero ya entramos en metafísicas de ciencia ficción. A menos que a las mujeres se les dé la opción de usar en el futuro un útero artificial que puedan tener en sus casas alimentado y atendido; deberé seguir matándolas.

No me follo a las embarazadas que degüello. Me gustan los vientres sin demasiada prominencia y las tetas plenas, sin leche, por favor. Y me gusta joder a mujeres vivas que no estén preñadas, la muerte vendrá luego, ni antes, ni durante el acto sexual. No padezco o disfruto de parafilia alguna, este aspecto de mi vida es simple cinegética reproductiva. Puro instinto ¡ea!

¿Y dónde me proveo de embarazadas? Soy taxista, obvio. No voy a ir a una consulta de un obstetra a pillar una preñada como quien va al supermercado. La biología requiere siempre discreción. Además, a lo sumo abro tres preñadas cada seis meses, el futuro de la especie humana está asegurado. Y sobre todo, se debe a la cautela hacia mi propia seguridad, no me apetecería pasar unos años en la cárcel, soy muy celoso de mi libertad.

En lugar de llevarlas a la consulta del obstetra, las conduzco a un vertedero a veinte kilómetros de la ciudad, y allí las degüello, destripo y disecciono el feto.

Por si quedara alguna duda, dispongo de un inhibidor de frecuencias móviles. Y dosifico un gas que las aturde garantizando mi seguridad con una mampara de metacrilato perfectamente sellada que divide el asiento trasero de los delanteros.

Solo mato a preñadas de seis meses en adelante.

Hace dos años, me quedé con una que ya estaba con dolores de parto; pero son demasiado voluminosas y pesadas para manejarlas con comodidad. Necesito más cantidad de gas para drogarlas. Se me cayó dos veces entre la basura y pensé que no podría hacer mi trabajo, hay que marcar un tiempo para hacer las cosas o corres el riesgo de encontrarte con gente curiosa.

Dicen que cuando matas a una embarazada, matas dos vidas por el precio de una; pero es mentira.

No hay tanta humanidad en la gestación como se piensa la peña, ocurren cosas escalofriantes.

Siempre sospeché de ello desde que pequeño observaba fascinado las fotos de los fetos en internet.

Los fetos humanos se hacen humanos a posteriori, primero es la rata.

Llegó el momento en el que sentí la acuciante necesidad de averiguar la verdad, de corroborar mi teoría nacida de una intuición primitiva. Muy adentro de mi cerebro, como los instintos.

A los diecisiete años, rajé a la madre de mi amigo y vecino Eduardo Galán. Era una madre ya un poco tardía. Regentaba una mercería, y una tarde a la hora del cierre, entré en la tienda con una navaja haciéndole creer que quería robarle. La obligué a meterse en la trastienda, la amordacé y embridé sus manos pies. Con rapidez y torpemente di un tajo rápido. Era la primera vez y sentí que cortaba varias cosas más duras además de la carne del vientre. Corté el feto en dos mitades y era normal, no había rata. No me desanimé, por ello, estaba seguro de que algo olía a podrido en Dinamarca.

He abierto un feto y he visto una rata blanca fundiéndose en él. Así se forman tres de cada diez humanos. Siempre me he sentido fascinado por esos fetos tan jóvenes aún sin extremidades definidas. Podrían ser cualquier cosa en un principio.

La primera vez que abrí a una preñada, el feto era normal; pero a la segunda, lo que yo intuía, se demostró.

Por eso siento repulsión por roedores: nos parasitan al formarnos.

Hay bebés que nacen sin extremidades porque la rata ha muerto antes de que sus huesos y carne se fundieran en uno solo.

No sentí miedo, sentí asco.

Si la embarazada hubiera sobrevivido a la cesárea, habría dado gracias por haber sido rajada a tiempo.

Metí el puño en la barriga le arranqué el feto, lo corté longitudinalmente en dos mitades y allí estaba, una rata que aún agitaba una de sus patas traseras no queriendo morir aún.

Alguna consecuencia tangible y razonable debía haber por la milenaria convivencia entre ratas y humanos.

Los datos son escalofriantes, de treinta embarazadas que he destripado, diez tenían rata.

Repugnante.

A veces siento deseos de destriparme yo, para saber si soy un hombre-rata.

Día último:

La preñada tenía un feto de rata, por alguna razón la rata era enorme sus brazos y piernas eran humanos ¿Es un paso más en su evolución? Cuando la he sacado del vientre de su madre, se ha lanzado a mi cuello y me  ha destrozado la carótida. He podido rajarle el vientre y eviscerarla, pero ya es demasiado tarde. Me desangro.

Ya no hay nada que frene a las ratas humanas, estoy muerto.



Iconoclasta

11 de julio de 2021

Gusanos y sueños


Con el hacha que me ha regalado mi hijo antes de viajar a Australia de vacaciones, con un fuerte golpe en la tabla de cortar embutidos me he cortado el dedo pulgar de la mano izquierda. Pensaba que dolería más.

Que haya cortado el izquierdo no obedece a causas políticas, simplemente soy diestro. Que nadie saque conclusiones mierdosas. De vez en me veo desde otro lugar o tiempo distinto y me digo cosas graciosas como si actuara en un teatro. Ayuda a combatir la confusión. Toda mi vida ha sido tan confusa, difusa, múltiple, extraña, triste…

Me gusta leer, me siento orgulloso de mi vocabulario.

Me  han dicho tantas veces que soy un gusano, que podía ser una posibilidad que de mi dedo naciera otro ser como yo, idéntico a mí.

En mis sueños, padre decía que era muy imaginativo, no sé de quién hablaba; pero me quería, cosa que recuerdo nítidamente.

El dedo lleva ya cuatro días pudriéndose en una bolsa del súper, bajo el fregadero de la cocina y de ahí no salgo yo.

Quería dar una sorpresa a mi hijo para cuando llegara de Australia: que se encontrara con dos padres, yo con una mano mutilada y tullido y otro nuevo sin taras.

Todo sale mal.

El gato lame el muñón cuando entro en sopor y lo limpia de pus. Sudo tanto… Es un julio abrasador, más que nunca.

Entre sueños, surge otro viejo y de colores desvaídos:

Yo medio dormía, mis padres hablaban desde la puerta entornada de mi habitación.

–¿Crees que podría ser esquizofrénico como tu padre? Eso de que le pregunte a Inés si le enseña el corazón, me asusta– cuchicheaba mi madre.

–No digas tonterías. Solo tiene cinco años y es muy imaginativo. No vamos a llevarlo al médico por esa tontería– respondió mi padre.

Sé que fue un sueño porque desperté y no estaban.

Y desperté pensando: “Ve con cuidado” y desde entonces siempre me lo digo varias veces al día en voz alta, como una oración que me da paz.

Lo dije al cortarme el dedo.

Inés, mi hermana murió a los siete años por esa insuficiencia cardíaca con la que nació. Nadie le quiso prestar un corazón y aún la echo de menos. Yo tenía nueve años y hacía ya mucho tiempo que no le pedía ver su corazón. Sé que no es un sueño porque dolió mil.

Ve con cuidado.

Hay días en los que no me acuerdo cuando ni donde nació mi hijo; pero no me preocupa, al final me acuerdo de repente. Es que soy muy imaginativo y sueño con muchas cosas y lugares a ojos abiertos.

En el dedo que se pudre bajo el fregadero y en el muñón crecen gusanos que no son yo.

Aunque… ¿Y si resulta que fuera un gusano? ¿Sueñan los gusanos, son imaginativos?

No quiero ser un gusano, no me gusta.

Ve con cuidado.

La idea me ha provocado una náusea y he vomitado. El gato se ha comido los gusanos del muñón. La mano huele a queso podrido y unas finas y quebradas líneas violáceas suben por el brazo como si buscaran el corazón para infectarlo.

Aunque soy tan imaginativo que no puedo identificar en cual de los tres mundos que vivo ocurre esto. Hay momentos en los que viajo en el tiempo, salto de un mundo a otro y durante unos minutos quedo confuso.

Cuando como vomito.

Mi hijo llegará en dos semanas de ¿Italia?

No voy a ir al médico.

Ve con cuidado.

En otro mundo recuerdo a mi hijo y su nacimiento. Y de su madre que murió calva cuando Jordi tenía once años.

No me acuerdo cómo creció porque eso ocurrió en otro mundo muy lejano, de colores marrones claros.

Soy imaginativo y por ello mi memoria se dispersa.

Lo decía mi padre.

He despertado soñando que gritaba de dolor.

Algo anómalo ocurre, la luz que entra por las ventanas es oscura. La casa se ilumina con oscuridad, no me parece imaginación porque tengo miedo.

Haces de negritud que se crean entre los vidrios sucios, entran en casa como dedos fantasmales que buscan algo a tientas.

El gato no se despierta y las líneas de infección del brazo se extienden ya por el pecho. A veces el corazón se atasca, y he de golpearme el pecho para que funcione.

Abro la puerta de la habitación de Jordi.

Mi hijo ha llegado a casa en algún momento mientras dormía y no me ha despertado. Duerme con el hacha que me regaló en su mano.

Recuerdo que en uno de los otros mundos, dije de mi hijo: “Jordi también es muy imaginativo”.

No sé porque me ha venido a la cabeza.

Ni siquiera ha limpiado el hacha cuyo filo, tiene la textura y el color de la sangre seca.

Ahora estoy confuso, no sé si realmente fue él quien dijo que las lombrices se hacían dos al cortarlas.

Y en  otro de mis mundos, me dolió tanto el hachazo que lo empujé y se golpeó la cabeza contra la encimera de mármol de la cocina.

Le sangraba tanto la cabeza, que se le derramaba por la nuca y se extendía como un tinte por la camiseta, pegándose a su espalda.

Sentí una infinita tristeza cuando dijo: “Me has hecho daño, papa”.

Y se metió en su cuarto, caminando pesadamente, con el filo del hacha goteando sangre. Cerró la puerta dejándome solo en mis mundos.

Los haces de luz negra que entran rasgando y desintegrando mi mundo me confunden y no distingo si es día o noche. Quiero dormir y volver a otros lugares, este no me gusta.

Un gusano gigante llega desde la cocina, avanzando con ruidos líquidos y una boca hambrienta y ciega.

La luz de los otros mundos se ha apagado repentinamente.

¿Dónde está mi vida, la que me queda?

Ve con cuidado.

Ya no… Ya no es necesario.





Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


20 de marzo de 2021

Las almas como alimento


Tú no lo puedes ver porque no has entrenado suficientemente la visión; pero en el aire flotan las almas de billones de muertos; es nuestro alimento más vital.

Y es por esto que cuando respiras agua te mueres; en el agua solo hay restos de cadáveres descompuestos. La mierda en la que se convierten los seres humanos.

Las almas no son buenas ni malas, si acaso tontas; porque no tienen vida. Son el vapor que emerge de la tierra. Son solo eso, alimento sutil y vital ese punto que nos hace humanos, un milímetro distintos de las ratas.

Antes pensaba que si comía veneno mi alma sería venenosa, me ilusionaba pensar que podría servir de algo al morir. Porque ya sabes cómo odio este lugar infecto donde me parieron, si no fuera por tu amor, esto sería mierda en bote de la buena.

Pero no es así, joder… No aportaría veneno a la humanidad porque la descomposición hace que los venenos se filtren al subsuelo y deja las almas limpias, como destiladas para que me entiendas.

Muchos no se lo pueden ni imaginar; pero han esnifado a sus hijos muertos, o a sus padres, a los que han asesinado, etc…

Quién iba a decirlo.

Es gracioso que al final, seamos caníbales de almas. Esos indios pendejos antropófagos no saben bien por dónde van los tiros y se comen la mierda pensando que se llevan el alma a su cerebro imbécil.

Las almas de los animales son solo para animales, las humanas no tienen ningún valor nutricional para ellos.

Y ahora, cielo, te he degollar. Estoy a falta de almas, siento como una anemia vital. Es por culpa del bozal, que al filtrar el aire me quita la alegría de vivir.

Una vez desangrada y muerta, te arrancaré los pezones a bocados, ya sabes lo mucho que me gustan. Te adoro.

¿Ves? De alguna forma tenía que conseguir tu belleza más íntima (que no está en tu coño, boba).

No lo sientas, cielo.

¿Te acuerdas cuando murió mi hijo en aquella montaña? Le arranqué el alma a cuchilladas, se la saqué por el puto corazón. Y lo tiré por un barranco, a una sima insondable.

No dolerá mucho, la navaja tiene un cuidado filo y además estaré contigo para que no te sientas sola. Aspirándote… ¡Ñam!




Iconoclasta

7 de marzo de 2021

El Evangelio del Coronavirus


Y fue así que vi a la Virgen María llorar acunando el bebé muerto en sus brazos.

El cadáver de Jesucristito al que le habían arrancado los ojos.

Y fue así que los fariseos con bozal gritaron que era la Covid 19.

Y un policía municipal de negro bozal sancionó a la Virgen con una multa de cien euros por no llevar bozal en el hocico. Con la porra le golpeó los brazos y Jesucristo cayó al suelo rompiéndose los huesitos muertos.

Y fue así que los que caminaban con bozal, le pedían a gritos al policía que le pegara un tiro a María. Porque podía contagiarlos por no usar bozal. El policía procedió a golpear las piernas de María hasta que cayó de rodillas.

Y fue así que el policía municipal se sacó la polla y se la metió en la boca a la Virgen María arrodillada.

Y fue así que la Virgen María padeció la Sagrada Arcada.

Y los ciudadanos de bien aplaudían la mamada como una Pascua. Con mezquindad se separaban el bozal del hocico para escupir al bebé muerto, con su carita sin ojos manchada de la leche que escupió el pijo del policía.

Y fue así que los ciudadanos con bozal, se dieron por satisfechos con la justicia impartida y retomaron de nuevo su camino cabizbajo y cobarde hacia la mierda.


El Evangelio del Coronavirus según Iconoclasta.

Libro de la Mezquindad, capítulo 2021, versículos 3 al 7 (LdlM 2021,3-7)




Iconoclasta

21 de agosto de 2020

La rosa


Esta rosa es especialmente roja, sus pétalos son afilados y cortantes. Es peligrosa en su belleza doliente.
Es una rosa especial, la de Sant Jordi, única y real.
Sus pétalos son agudos y templados como el arma que mató al dragón.
Cada año renace para cumplir su milenario sacrificio: bendecir con sangre un libro.
Nació de la sangre y de la sangre vive.
Y cada año alguien la encuentra y sin saberlo alguien la corta del rosal, alguien la comprará, alguien la llevará en su mano.
Un tipo cansado de una jornada de trabajo compra la rosa para su mujer.
No siente especial predilección por las flores. Y piensa que las flores no son felices de ser cortadas por mucha tradición que sea hacerlo.
A él le regalará un libro su mujer, una cosa muerta, algo que no sufre, algo que no siente. Lo prefiere así.
El olor dulce y empalagoso de la rosa lo pone nervioso. Normalmente no huelen tanto, son años ya los que lleva cumpliendo con el ritual en Sant Jordi.
A esas horas del día ya no huelen, ya hace muchas horas que fue amputada de su rosal.
Tal vez sea que la primavera está resultando especialmente cálida. Tal vez sea el calentamiento global que tiene la culpa de todo.
O tal vez sea que la rosa se resiste a morir y lanza su fragancia como un último suspiro.
Las agudas puntas del tallo traspasan el papel de aluminio con la que está envuelta y mortifica la piel de la mano. Como cada año.
Tienen derecho a defenderse las flores: al fin y al cabo están muriendo.
Atraviesa un parque vacío de gente, son las cuatro y media de la tarde y el sol aplasta con su calor el ánimo.
Hay un banco a la sombra de un árbol y se levanta una brisa de aire cálido. Decide sentarse y fumar. Sentarse y refrescar la piel a la sombra.
La rosa perfuma cada paso que da.
A su mujer le gustará. Este año huele especialmente bien.
En el otro extremo del parque hay un puesto de libros y el vendedor se cobija adormilado bajo la sombrilla.
La bandera catalana que cubre la mesa muestra unos colores sin matices debido al exceso de luz.
El único color que destaca es el rojo sangre de la rosa, lo cual le hace sentirse orgulloso.
Se enciende el cigarrillo y cruza las piernas echando atrás la espalda. Ha dejado la rosa en el banco y ambos descansan como dos viejos conocidos.
Ha sido una jornada dura, como cada día. Nada fuera de lo normal.
Tiene sed; pero la fragancia de la rosa parece calmarle. Y el que la fuente esté en pleno foco del sol no ayuda a que mueva sus piernas para beber un agua caliente.
Mirando a ninguna parte, distraídamente, roza uno de sus pétalos y siente un pequeño dolor en el dedo índice: un pequeño corte en el que se ha formado una gota de sangre.
Cree que ha sido la punzada de una espina. Los pétalos son suaves, a veces incluso se comen. No mira ni siquiera la rosa, simplemente mantiene los ojos cerrados para no ver más luz. Para no ver como el calor hace hervir el aire.
Una brisa repentina mueve su cabello cano y arrastra la saturada esencia de la rosa. Parece seda que entra en su nariz para derramarse como un aceite espeso en algún lugar de su pecho.
Le apetece dormir.
Y duerme.
La rosa se acerca a su mano sigilosamente, el tallo se enreda entre los listones que forman el asiento del banco, se afianza.
La flor se abre, sus pétalos se extienden como si flotaran en el aire y rasgan indoloramente la fina piel que cubre las venas de las muñecas. Y las propias venas.
La sangre está a la misma temperatura que el exterior, mana lenta y perezosa, se podría confundir con sudor si no fuera roja.
Un pétalo especialmente grande cubre la herida como una aterciopelada caricia. Y sorbe la sangre con fruición. Las espinas del tallo laten y crecen dejando prendidas en sus puntas pequeñas gotas de un rocío hemoglobínico.
Cada inspiración del hombre se hace más profunda y lenta, sus párpados pesan y la anemia de sangre lo lleva a un sueño cada vez más profundo.
Ya no importa si la sangre es de dragón o de humano. Ya murió el último dragón. Y la rosa roja que cada año florece, continúa con su sacrificio cruento.
El hombre muere sumido en un sueño de narcótico aroma.
La rosa henchida de sangre, lanza al viento microscópicas semillas que en algún momento y en algún lugar germinarán para continuar otro nuevo ciclo, otro nuevo año. Y ante el sol que ahora ha esquivado las ramas del árbol, se marchita con un vapor rojizo que parece flotar con un destino determinado.
A las seis de la tarde, cuando el calor parece dar tregua al planeta, la gente sale a la calle, el parque se llena.
Parece un hombre borracho dormido. Pasan los minutos y la gente se acerca a él; se dan cuenta de que está demasiado pálido, que no hay movimiento alguno en su cuerpo. Alguien le toca la mano que cuelga del banco y lo siente increíblemente frío. La otra mano está junto a la rosa marchita y ambas descansan en un charco espeso de sangre ya negra. Los dedos están amoratados.
La mujer mira con asombro la portada del libro: se ha teñido de rojo y no encuentra explicación a ello, ni a la demora de su marido.
De alguna forma, el hombre ha recibido su regalo del día de Sant Jordi, la sangrienta fragancia ha llevado por el aire y la luz la sangre hasta el libro. La rosa ha cometido un acto de piedad antes de morir.
El forense no encuentra el filo que provocó la herida.
Junto con el reloj, la cartera y un bolígrafo, a la mujer le entregan una rosa marchita en una bolsa de plástico.
El forense sentía una inopinada tristeza por la muerte del hombre y de la rosa. La mujer debía saber que era para ella, todo ese sacrificio, toda esa sangre no merecen ser ignorados.
La rosa marchita parece estar hecha de trozos de carbón y brasas que prometen renacimiento. Su cadáver descansa junto al libro que aún espera ser leído y un llanto desesperado de la viuda.





Iconoclasta

14 de julio de 2020

666: Una tranquila tarde en el parque


Lo que suele ocurrir con la fe en las divinidades, es que se desvanece con la madurez intelectual y, a lo sumo, se convierte en un vicio adquirido o costumbre el pedir cosas a la divinidad cuando las cosas van mal.
En definitiva, una vez superada la adolescencia, la fe se convierte en una tradición familiar como tirarse pedos.
Morir está demostrado que no tiene mayor trascendencia que un disgusto para las familias del primate muerto. Por consiguiente, haz lo que debas y como puedas.
Bueno, me parece bien que no creáis; pero en mi húmeda y oscura cueva hay millones de almas pidiendo paz, esperando que algo los libere del dolor y del eterno miedo.
Huelga decir que, atente a las consecuencias de lo que hagas. Por eso es habitual el suicidio entre los primates que han cometido actos abominables a ojos de la miserable humanidad.
Por cierto, yo soy acto y consecuencia; pero vosotros no. Nada impide que os pueda volar la cabeza de un tiro si es mi capricho.
No intentéis imitarme y pretender ser longevos.
Que hayáis llegado con cierta dificultad a la madurez mental, no quiere decir que yo no exista.
Otro consejo: si intentáis hacer lo que yo y pretendéis hacerlo bien, no os debe importar el sexo o edad del mono. Todo tiene sus pros y sus contras: un bebé suele desaparece entero si le aciertas con un 50, tiene un cuerpecito muy pequeño para tanta masa de muerte disparada. Eso sí, es muy dramático (bueno a mí me parece de risa). Y a un macho adulto le puedes pegar cuatro buenos balazos antes de matarlo si no le das en la cabeza o la médula espinal; lo que lleva a disfrutar de su agonía, aunque sea unos segundos.
Dicho esto, procedo con la masacre indiscriminada. Me encuentro en un tejado de un edificio en construcción, en Gotemburgo (Suecia). Es agosto, el corto verano arrastra a los primates suecos masivamente a las calles para acaparar todo el sol que puedan tras un invierno largo como mi verga. Mi ciudades favoritas para masacrar son las más pobres, cuanto más miserable es un primate, más disfruto. Es por aquello de meter mierda sobre la mierda.
Cuando tu esencia es el mal, has de hacerlo provocando los mayores daños posibles sobre los seres más desgraciados, es donde reside el mal más inquietante.
Sin embargo, cuando me siento tranquilo o pretendo alejarme de ciertos momentos de tristeza de la Dama Oscura (cuando está triste o pensativa, me parece más humana y temo descuartizarla), busco ciudades fáciles, limpias y donde los primates no están acostumbrados a vivir momentos de extrema violencia.
Allí hago mi trabajo de una forma más relajada, un poco menos salvaje y puedo recapacitar sobre otras cosas mientras os masacro.
Concretamente me encuentro en el distrito Johanneberg; entre unos sacos de cemento y otros materiales de construcción a mi espalda, mantengo inmóvil anulando su voluntad, a uno de los albañiles que trabaja en la construcción de este edificio de veinte plantas. Son las cinco de la tarde y ha acabado la jornada de trabajo, y también la vida para el bueno de Merkel. El hecho de que aún respire es puramente accidental, morirá sin lugar a dudas, yo soy Dios; aunque no como ese maricón que se masturba incontinente con los angelitos del quinto coro celestial.
Apunto hacia un parque público de una buena extensión con distintas zonas de equipamiento infantil y gimnástica; y caminos para correr e ir en bicicleta o patines. Hay muchísima gente, que dadas las fechas, ya ha hecho sus vacaciones o esperan comenzarlas. Mientras tanto, se entibian con el fresco verano sueco.
Dispararé desde unos doscientos a trescientos metros de distancia, con un fusil ruso SVKK-14S Súmrak con munición CheyTac 408 (10.3 mm), velocidad de la bala (gloriosamente demoledora): 900 metros por segundo.
Las armas de fuego, son lo único bueno que ha inventado esta especie de monos que el maricón Dios creó por casualidad.
Una mujer da el pecho a su bebé.
La Dama Oscura esconde su tristeza, aunque no puede engañarme, hace unas horas ha abortado el feto de lo que podría haber sido un hijo nuestro.
Por mucho tiempo que lleve conmigo, es humana y de vez en cuando le asaltan los instintos primates. Y es entonces cuando está más desprotegida ante mi maldad. Cuanto más muestra su cara humana, mis deseos de descuartizarla aumentan hasta el punto de sudarme la palma de las manos y me las froto contra mi rígida polla en un acto masturbatorio que precede, invariablemente a la aniquilación de la vida.
Apunto a la cabeza del pequeño mono mamón y disparo.
Ella lo sabe, mi semen negro es incompatible con la vida, puede desarrollar tumores, malformaciones incluso seres vivos que abrirán los ojos para sentir y padecer su muerte inmediata.
Fumaba aburrido uno de mis habanos en mi trono de piedra, cuando ella apareció desde nuestra alcoba en las tinieblas, con las manos ensangrentadas me mostró una masa de carne negra, como una hamburguesa quemada, entre ella habías vísceras de mono en miniatura.
El feto se había formado con todos los órganos hacia el exterior.
Se le calló de su maravilloso y acogedor coño cuando meaba.
La bala ha acertado la cabeza del bebé, la ha deshecho y ha destrozado la mama y luego, el corazón de la madre. Nadie ha oído la detonación desde el parque, la sangre mana de los dos cuerpos como un jarabe tranquilo y madre e hijo se han mezclado de una forma artística.
Pareciera que la cabeza del bebé ha sido devorada por la teta de la madre, es tan grotesco que siento ganas de gritar. Porque solo se puede apreciar el muñón del cuello del lechal dentro del pavoroso agujero que ha desintegrado el pecho. Debería sacar fotos para una exposición en el infierno.
Un pequeño trozo de cráneo está pegado al rostro de la madre muerta.
Bebé devorado por madre monstruo….
No vive nadie, nadie puede vivir en mi húmeda y oscura cueva; pero me gusta el arte, tengo mis aficiones.
¿Por dónde iba? 
¡Ah, sí! Tomé el feto de sus manos y lo devoré, luego escupí los huesecillos, más que huesos, eran puro tendón.
-Ya lo sabías ¿no, mi Oscura? -le dije aspirando el habano.
-Soy tonta, a veces tengo esperanza.
-Sabes que no podría vivir, aunque lo parieras sano, lo mataría. Es inevitable.
Por toda respuesta, se sentó en el suelo entre mis piernas, y acarició distraída y melancólicamente mi pene que goteaba una baba espesa por ella.
Eyaculé sobre su cabello y su rostro. Mi Dama Oscura se sintió mejor, es voraz y voluptuosa hasta en la melancolía. La amo, me resisto a destrozarla.
Y para evitar matarla, Suecia y su verano relajante es ideal.
Un hombre corre por uno de los senderos, lleva unos auriculares llamativos y el teléfono en una funda que envuelve su brazo por encima del codo.
Apunto a su rostro de perfil, disparo.
Y desaparece del campo de visión de la mira.
Ha caído panza arriba y sufre espasmos, su rostro es un amasijo de carne, dientes y otros huesos que se han mezclado con el cabello negro y largo. Un ojo ha reventado y la nariz desaparecido. Le disparo de nuevo a una de las rodillas que se agitan espasmódicamente, el pie con la tibia se desgajan de su cuerpo. 
Os aconsejo este fusil ruso, es simplemente perfecto y de una potencia que raya la pornografía por lo dura que te la pone su precisión.
Le disparo de nuevo, esta vez a al cuello. La bala rompe la médula espinal y la cabeza queda sujeta al cuerpo, tan solo por un tendón.
Los monos ya han empezado a gritar en sueco y correr de una lado a otro con sus crías.
En fin, pasado el primer momento íntimo de la sorpresa, ya no puedes esperar disfrutar de igual forma, así que consigo abatir sin demasiada alegría, casi con aburrimiento, a tres machos adultos y uno anciano, cuatro hembras de diversas edades y seis crías de entre doce y cinco años.
Le vuelo la cabeza a Merkel el albañil y abandono el rifle sobre su pecho. Las huellas no coincidirán; pero me suda la polla, mi impunidad es simplemente divina. Solo pretendo añadir al horror y el sufrimiento, desconcierto.
Antes de volver a la húmeda cueva, me paso por Turín, Italia. En un parque empresarial que ya apenas tiene actividad (son las ocho de la tarde), localizo a una secretaria de dirección sentándose al volante de su coche para volver a casa. La decapito con mi puñal teniendo especial cuidado en no ensuciar la mascarilla estampada con flores. Las secretarias de dirección suelen estar buenas, porque el mono empresario quiere cosas follables cansado de su mujer. No es necesario que sean ni siquiera secretarias.
Le meto los dedos en el coño: es suave y está aún sucio de semen. Invado su sistema nervioso central y masturbo el cuerpo decapitado que se agita grotescamente en el asiento corriéndose.
Con los cadáveres recientes puedo hacer cosas que os harían enrojecer, primates.
Le gustará a mi Dama Oscura, tiene una colección de cabezas de primates disecadas que abarcan ya desde el año 1400
Aún no tenía una cabeza del tiempo del coronavirus.
Espero que eso le levante el ánimo, por su bien. Y por el mío, no quiero estar sin ella.
No quiero que esté triste y recordar que es humana.
Cuando llego a mi cueva, me espera sentada en el trono de piedra, con su vulva obscenamente expuesta, ya que apoya las piernas en cada uno de los líticos reposabrazos. Como si fuera a parir.
Es tan brutal, tan amada…
Y me regala tal mamada, que creo que los intestinos se me salen por el sísmico orgasmo que genera su boca divina.
Luego la jodo por el culo y nos vamos a comer una pizza a España, que hay mucho que matar aún.
Siempre sangriento: 666.






Iconoclasta
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