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11 de octubre de 2023

lp--Una devastación para salvar a la especie humana de su indigna involución insectil--ic

El nuevo fascismo se ha implantado con el coronavirus en el rebaño que forma la casta paria o trabajadora, como una doctrina cuyo dogma principal es: La libertad es enfermedad y catástrofe”. Dice el Estado de sí mismo que es él quien proporcionará la felicidad y protegerá la vida de las reses humanas, especialmente de sí mismas.

Nacer en cautividad, en la del Estado, es algo que no responsabiliza ni obliga al neonato a esclavizarse puesto que no ha sido su elección nacer; pero es inevitable porque si las reses progenitoras están amaestradas al Estado, el neonato debe ser propiedad del Estado.

Lo peor radica en que las reses humanas nacidas en las granjas (ciudades) del Estado, jamás serán libres, no podrían adaptarse a la libertad aunque la tuvieran. De niños les robaron la infancia y la juventud, el Estado les amputó una cuarta parte de su vida para domarlos y amaestrarlos en las escuelas y universidades como dóciles, serviles y silenciosos productores o trabajadores. Son como las bestias del zoo que ya no podrán volver a ser libres porque han perdido la capacidad y las habilidades innatas para sobrevivir con el encarcelamiento al que les han sometido las reses humanas.

Actualmente, la especie humana es un cruce entre insecto colonial y res domesticada donde, al igual que en una colmena, un millón de esclavos u obreras, alimentan y engordan a una sola reina para hacerla enorme. Luego mueren tan miserablemente como han vivido.

Las ilusiones en el mundo cautivo urbano son globos baratos e infantiles que se escapan de las torpes manos de los adultos.

La vida en cautividad, en sociedad, está formada por un cúmulo de transacciones y leyes de obligado cumplimiento que hace de las emociones un estado de cuentas bancario. En cautividad las ilusiones son efímeras como las ofertas de temporada.

Ofertas habituales como las de amores de mala calidad que durarán toda una larga e inacabable vida, con el arrepentimiento también eterno de haber comprado semejante cosa inservible.

Es ésta la razón, más que nunca, de que se haya impuesto un nazismo feroz instaurado con el coronavirus, intrusivo a nivel nuclear familiar e íntimo. Abanderado sobre todo por la Unión Europea y con España como modelo carcelario, policial y militar a seguir. Está fracasando la esperanza de una vida digna y libre entre las reses trabajadoras de los grandes rebaños humanos urbanos. Y el nazismo tiene la sagrada misión de reconducir la actitud cada vez más violenta y descontenta de las reses estabuladas en ciudades, a una mansedumbre que las haga más fáciles de pastorear y explotar.

Es ya tan habitual que pasa desapercibido, el hecho de que las reses humanas hacen periódicamente, según fechas decretadas por el nazismo, viajes de exploración y polinización lejos de su colmena asignada; pero en poco tiempo se estresan por volver a la seguridad de su colmena. Seguridad garantizada por el Estado Nazi Ganadero Pastoril.

Están tan castradas de libertad y humanidad que se angustian cuando permanecen demasiado tiempo libres; necesitan su colmena para relajarse y seguir con su cotidianidad de engordar a la reina (el Estado) diariamente.

La diferencia de los seres humanos de sesenta mil años atrás con los actuales está en la integridad. Los seres humanos antiguos eran completos y pura raza. Lo de hoy es una mutación, una selección ganadera que comenzó un hechicero miles de siglos atrás y hoy, culminan los Nazismos surgidos en la pseudo democracias del siglo XXI. La especie humana actual es una variedad castrada cerebralmente, domesticada para su explotación ganadera. El problema para el Estado es que no se ha podido erradicar ese primitivo instinto animal de territorialidad y lucha por la reproducción y supervivencia. En eso trabajan los líderes nazis del siglo XXI, en todas las naciones del planeta con las directrices de la Unión Europea como máximo órgano del Nazismo del Coronavirus.

Que sea Europa cuna y sede del nazismo del coronavirus tiene una explicación: es un continente viejo, ocupado por multitud de pequeños estados antiguos, decadentes, acomodados, infantilizados, banales, en plena curva de declive. El  Nazismo que ha instaurado la Unión Europea, intenta evitar ese ocaso europeo.

Sin embargo, todo indica que volverá a ser Oriente (de allí surgió toda la cultura y conocimiento que se extendería por el planeta), en dominar el mundo.

Mientras tanto, en países como España, el banco de pruebas de la Unión Europea Nazi de la represión voraz; donde se cometen toda clase de aberrantes corrupciones políticas y biológicas de la sexualidad humana, absurdas y ostentosas prevaricaciones, violaciones de las necesidades biológicas humanas, como el respirar; así como constantes amenazas oscurantistas climáticas, tribales o bíblicas (basadas en el Antiguo Testamento) con el beneplácito, sumisión y voto de las reses humanas que forman los rebaños. El Estado trabaja afanosamente para llenar los cerebros de los grandes rebaños humanos con terror, por medio de un oscurantismo de índole infantil y represión continuada, decretada día a día como dogmas de grandes beneficios para las reses trabajadoras (estrategia ganadera conductual). Y sistemáticamente, acorralando y asesinando a los seres humanos íntegros (de pensamiento autónomo, ajeno al de la masa ganadera), los muy pocos que aún sobreviven en esa península aislada del conocimiento.

Sólo una gran devastación con sus millones de muertes y demolición de las ciudades, podría salvar a la especie humana de desaparecer del planeta como especie para convertirse en una clase más de termita.

Mientras el ser humano actual carezca de la nobleza y valor necesarios para ejecutar “in situ” a un fanático de cualquier índole, la humanidad continuará involucionando hacia la miseria. Mientras exista un fanático, existirá un fascismo y un asesino con cargo. Eso no se lo puede permitir el último reducto de la humanidad real, la que podría salvar a la especie humana de su suicida degradación a lo insectil.

Porque esta civilización no es la única posible, es sólo una estafa, un chantaje continuado. Una tosca chapuza creada por reses humanas dominantes con más fortuna y suerte que inteligencia y conocimiento, que atenta contra la real naturaleza humana.

Sería aterrador que un día naciera un bebé con antenas de queratina en el cráneo agitándose neuróticamente, decepcionado de haber nacido así.



Iconoclasta

2 de septiembre de 2023

lp--Recuerdos infantiles de la locura y la miseria--ic

Por la rama familiar paterna supe de dos casos de locura grave, mi abuelo que no conocí; pero tenía seis años cuando mi padre fue a su entierro tras morir viejo en un manicomio murciano, creo que vivió casi cincuenta años encerrado.

Durante la guerra civil quiso matar a mi abuela y a sus tres hijos. Un día, con un hacha en la mano, corría por el pueblo hacia su casa gritando: “¡María, María! ¡Para que os maten los rojos os mato yo a hachazos!”. Los vecinos pudieron detenerlo hasta que intervino la guardia civil o unos soldados, no sé, es un recuerdo vago.

Y de primera mano conocía a un primo lejano al que, de vez en cuando, encontraba por la calle en mi barrio de Barcelona. Un tipo de una dicción, cultura y elegancia léxica desconcertantes; tenía todo el tiempo para leer entre ataques psicóticos, yo ya era un adolescente cuando supe de su esquizofrenia y aprendí a distinguir a los locos con él, un conocimiento no muy necesario; pero no es una cuestión de elección como una materia universitaria. Me parecía una bellísima persona en su absurda y elegante urbanidad, me gustaba intercambiar unas palabras y recuerdos para la familia con él. Murió con treinta y pocos años de un cáncer de colon con toda su esquizofrenia intacta y poderosa. Mierda sobre mierda.

Si Dios existiera, no solo aprieta y ahoga, te acuchilla los pulmones para que nada te pueda salvar. Ni su propia muerte.

Por parte de madre, no hubo locura. Aunque no sé si no lo es tener una hija, y por mucho que trabajes de puta, abandonarla hasta la desnutrición. Mi madre en la posguerra, de muy niña y sola en la calle, comía pieles de plátano aplastadas; hasta que un día intentando cagar también en la calle, se le salió un trozo de tripa por el ano. Tal vez el hambre, el vacío de los intestinos la hernió. Un hombre la tomó en brazos y la llevó a un hospital y asilo de monjas de Barcelona. Más tarde mi abuela, su madre, la abandonó en aquel asilo para irse a trabajar a Londres y luego a Canadá con la hija mayor que fue más afortunada, tal vez porque era de otro padre. Lo supe por ella misma, nos lo explicaba no de mayores, si no como anécdotas sueltas cuando éramos pequeños en algún momento que necesitaba hablar o no queríamos comer, como fábula del hambre. O se lo explicaba a mi abuela paterna cuando cosían botones o hacían los bajos en las faldas de una empresa de confección como trabajo casero, así conocí la versión íntegra.

Ya casada mi madre, parió a tres hijos, a mí, mi hermano y mi hermana. Fuimos testigos (al menos yo, que era el mayor; dos y cuatro años de diferencia con mis hermanos en la infancia, es una gran diferencia) de su adicción al Minilip, un fármaco adelgazante que aún no se conocía como tóxico y adelgazaba de verdad, los endocrinos lo recetaron mucho a los obesos para ayudar con la dieta adelgazante en aquellos setenta del siglo pasado. Vivimos con natural confusión sus accesos de depresión y euforia que nadie se explicaba.

De una forma accidental, con mi madre se creó otra línea de locura, aunque no tan letal como la paterna.

Siento tanta lástima por aquellas locuras y miserias oscuras y trágicas que viví intensamente en mi imaginación infantil y adolescente…

La vida no preparaba nada bueno.

Y así fue, cuando empezaron a morir los seres amados y yo un poco con ellos.

Hubo un tiempo que temí a la locura, cuando no estaba formado, siquiera, como adolescente. No tardé mucho en perder el miedo por otro terror: la mediocridad.

Y ese terror, aún hoy día, está activo. No hay nada a lo que tema tanto; prefiero morir loco.

Y me considero un privilegiado por haber conocido a mi manera, aquellos dramas de la mente, del hambre y de la incomprensión en la infancia. Me hizo sabio en menos tiempo.

Un profesor como despedida de fin de curso por las vacaciones de verano, me escribió en el libro de matemáticas una dedicatoria: Para Pablo, un alumno extraño. Me pareció adecuado a mis doce o trece años, no sé…

Aquel libro, como todos, lo tiré a la basura al salir del colegio aquella misma tarde (un ritual que hacía cada año desde que mi madre dejó de acompañarnos al colegio), no me gustaba nada la escuela. La odiaba con toda mi alma e hizo de mi infancia y parte de la adolescencia, la época más oscura de mi vida.

Prefería las clases de locura, miseria y tristeza de mis padres y familia.



Iconoclasta

5 de agosto de 2023

lp--El prólogo de un futuro ensayo histórico del siglo XXI--ic


Este texto aparentemente novelado, bien podría ser el prólogo de la edición especial de un tratado histórico futuro que expondría la cronología y situación actual de la sociedad o ¿civilización? pre y poscoronavirus: durante las tres primeras décadas del siglo XXI y sus orígenes en el siglo XX.

Por supuesto, en el hipotético y optimista caso de haber vencido a la actual Dictadura Global del Poscoronavirus y el Clima.

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Prólogo del ensayo histórico Nazismo Homosexual Climático-sanitario del Poscoronavirus de inicios del Siglo XXI: una pandemia sanitaria, homosexual, climática y oscurantista.

Edición de mayo del 2060, mejorada, revisada y actualizada con un prólogo póstumo de Iconoclasta, por el luctuoso cuadragésimo aniversario de la plena instauración del Nazismo (pos) Coronavirus en marzo del 2020.

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Tras la Tercera Gran Guerra del 2035 (inicio de la rebelión de las masas ante el asfixiante control nazi del poscoronavirus que llevó a la ruina y a la hambruna a miles de millones de personas) al 2042 que, marcó el final de la guerra y hundimiento del Nazismo Poscoronavirus globalmente instaurado en el 2020; los historiadores ya liberados de la brutal censura y oscurantismo, iniciaron la recopilación de documentación, investigación, filtrado y desarrollo de la cronología de implantación del Régimen Mundial Nazi del Poscoronavirus. Una involución político-social (de marcado carácter sectario) al fascismo destructor de las más básicas libertades e incluso de las necesidades biológicas humanas, cuyo germen, con el consenso de los historiadores actuales, data del siglo pasado: a mediados de los años sesenta, con los grandes rebaños humanos que trashumaban con cientos de miles de individuos hacia las grandes concentraciones musicales. Se trataba del movimiento jipi, máximo exponente revolucionario de libertad, sexo y drogas. Una corriente socio cultural que dio a aquellos políticos coetáneos la clave para gobernar eficientemente con pseudo democracias, cuya característica fundamental consistía en aplicar estrategias ganaderas a la organización y administración de sanidad, economía, alimentación, educación, ocio, sexo y hábitos íntimos a las masas humanas. El poderoso nazismo de Hitler que dejó a las siguientes generaciones de políticos un importante legado práctico del fascismo con su rapidez de propagación, se vio mejorado gracias a internet, la comunicación vía satélite y la velocidad de la informática aplicada a las redes sociales y consumo audiovisual. Ante todo, la prensa televisiva y en web, fue la auténtica evangelizadora y propagadora de aquel Nazismo Poscoronavirus.

Ante la gran cantidad de noticias y bulos de carácter ideológico publicados y decretados por los Nazismos del Poscoronavirus, los historiadores han precisado de cinco años de trabajo de investigación filtrando los bulos, mentiras y publicidad de aquel régimen, decididamente genocida también.

El presente ensayo histórico expone con documentación contrastada y validada por el Consejo Ético de la Historia Mundial, los principales dogmas y terrores que implantaron los líderes pseudo democráticos en la población globalizada planetariamente por los Estados del Nazismo del Poscoronavirus, para conseguir la completa erradicación de la libertad y necesidades biológicas de las clases trabajadoras con fines recaudatorios. 

Hay un acuerdo total entre los historiadores por designar aquellas democracias como Estados Nazis Poscoronavirus, ya que está constatado y documentado (a pesar de los grandes bulos y crónicas de la prensa de aquellos regímenes fascistas) en la actualidad, que fue el coronavirus el medio de instauración y golpe de estado a las democracias o lo que quedaba de ellas (precoronavirus). Más tarde, englobado bajo el mismo nazismo, llegaría la extorsión del Estado (a nivel  planetario) a las clases pobres o trabajadoras por cambio climático, homosexualismo y un comunismo feroz cuyo fin era la destrucción del libre pensamiento y la independencia intelectual acosando y destruyendo al individuo inquisitorial y sistemáticamente.

No se puede negar la formación de una confederación mundial y estructura dictatorial internacional de los Estados Pseudo Democráticos del siglo XXI surgidos e instaurados en la segunda década mediante un golpe de estado, de carácter carcelario infectando a la población mundial con una gripe o coronavirus: la famosa Covid 19.

Una prensa prostituida y leal  a aquel fascismo e internet ferozmente censurada y bajo control nazi total, fueron las grandes bazas que en el siglo pasado hubieran dado continuidad y larga vida a Hitler. Insisten historiadores y sociólogos con perspectiva histórica, que el legado de Hitler estaba presente en aquellos Estados Nazis Poscoronavirus. El adoctrinamiento, los cánticos y aplausos de la población al régimen, son incluso embarazosos de explicar, su indignidad.

A finales del 2019 e inicios del 2020 las ya pseudo democracias se confederaron e implantaron el modelo de gobierno de la Alemania de 1933 que, elevó “democráticamente” a Hitler como aclamado jefe de estado y religioso líder de un país arruinado, con un gran déficit cultural e intelectual. Y todo el planeta se erigió así, en marzo del 2020, en un gran land actualizado de aquel Tercer Reich. El Nazismo Pre y Poscoronavirus se había implantado oficialmente a nivel planetario.

Mediante el robo de libertades e incluso la prohibición de las necesidades biológicas de la población mundial, como la prohibición de respirar libremente, la forzada inoculación de un producto que pretendía vacunar; pero era absolutamente aleatoria su diana terapéutica, cuando no degeneraba en secuelas en los inoculados o muertes repentinas.

Y el más grave y definitivamente acto fascista: negar el derecho al sustento vital. Se prohibió mediante encarcelamientos masivos domiciliarios el trabajo, base primordial de la subsistencia de la clase trabajadora. Y además, se prohibía o coaccionaba la libre compra de alimentos (policías y militares registraban las compras de los ciudadanos, en China y España principalmente) con un encarcelamiento domiciliario generalizado de la población y unas distancias del domicilio a los mercados que policía y ejército controlaba minuciosamente.

Había países de un alto grado represor e incluso genocida (China, España, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Francia…) que prolongaron la humillación y la agonía de las básicas o mínimas libertades durante más de tres años en las clases bajas o trabajadoras.

Se instauró una sanidad pública de carácter de veterinaria de producción: bozales, tomas de temperaturas policiales, identificación del ganado vacunado y sacrificio de los no vacunados (en China más que probable y España muy cerca estuvo de encerrar en campos de concentración o asesinar de hambre a no vacunados con el aplauso de una población marcadamente, de nuevo, hitleriana).

Relajadas las medidas del coronavirus y con la población ya adaptada o condicionada al nuevo fascismo y sus continuos decretos de extorsión, terror y usura recaudatoria de los Estados; comenzó el condicionamiento mental y cultural de la población mediante el bombardeo diario de ideologías inmersivas neonazis, un fascismo abiertamente poscoronavirus aceptado y acatado por las sociedades consumistas industrializadas y aterrorizadas por el Estado que, adoptó una figura paternalista y protectora de la población. La prensa siguió en sus funciones como medio privilegiado para el adoctrinamiento y control conductual de las masas o rebaños humanos. Secundario aunque no menos importante, era internet con sus redes sociales e influencers (personajes sin formación intelectual o cultural pagados por el Estado para propagar el nazismo o mantener a la masa humana distraída de la extorsión de la que era víctima). Incluso el cine y streaming (contenidos audiovisuales por internet por suscripción) se infectaron de censura nazi para evangelizar a la audiencia, aún aterrada por la pasada gripe, en los dogmas de un fascismo que tomaba fuerza por días invadiendo los cerebros de las castas sociales más desfavorecidas cultural e intelectualmente. Telenoticieros y prensa publicaban sus mensajes ideológicos usando la estrategia bélica: mentira, desinformación y hagiografía de los líderes políticos neonazis (antes presidentes de Estados de derecho).

Con un enfoque sectario sexual, el Estado pretendía contener la natalidad de la población y alentar la promiscuidad homosexual o parafílica. Se decretaron las bases para pervertir educacionalmente la reproducción biológica humana, ya desde la infancia, como dogma-asignatura. Un extraño y desalentador por lo confuso, catecismo; que se imponía con acusada virulencia en la enseñanza pública y los colegios o escuelas colaboracionistas con aquel régimen nazi actualizado y tecnificado. De hecho, entró con fuerza en las universidades para asegurar la continuidad del homosexualismo como conducta sexual privilegiada, que incluía el transexualismo y otras enfermedades mentales aceptadas como voluntades o sentimientos propios democráticos (auto apercibimiento del enfermo como macho, hembra o ni una cosa ni la otra; independientemente de su genética sexual, de sus órganos genitales y procesos hormonales y metabólicos).

Sin embargo, lo que más destacaba para los escasos individuos con una razonable capacidad intelectual o cultural, era la sistemática eliminación del individuo como creador y su independencia conductual de la masa humana globalizada y vacunada; una persecución muy agresiva en las sociedades más industrializadas y consumistas, dado su grado de decadencia e infantilismo en los adultos; algo que no ocurrió de un modo tan notorio en los países tercermundistas. El ser humano con capacidad intelectual y libre pensador, estaba siendo devorado por el oscurantismo del nazismo poscoronavirus.

Llegó la censura a la literatura, cine, y arte en general.  Las grandes empresas de entretenimiento audiovisual se convirtieron en una nueva Santa Inquisición de una Nueva y Oscura Edad Media en la historia de la humanidad.

El audiolibro entró con gran fuerza en las sociedades consumistas para erradicar cualquier asomo de entrenamiento o ejercicio mental y nemotécnico en la población. El dogma, al igual que ocurría con la mascarilla o bozal nazi y la vacunación por extorsión era: “Escucha, calla y obedece”.

La lectura es un ejercicio intelectual demasiado poderoso como para no censurarlo primero, y eliminarlo después con los audiolibros y la audio enseñanza.

El oscurantismo del Nazismo Poscoronavirus marcó una nueva época recuperando la Edad Media en versión tecnológica. Escuelas, universidades, centros de formación profesional se convirtieron en mezquitas o iglesias que adoctrinaban en la aniquilación del libre pensamiento personificado en el individuo. El homosexualismo y transexualismo como una moral que aportaba toda clase de beneficios sociales, legales, fiscales y sanitarios. Y, ante todo, una perversión de la crónica histórica de la humanidad a la carta de aquel nuevo nazismo.

Con la climatología hubo un acuerdo universal entre las nuevas pseudo democracias del planeta para perpetrar terrorismo de Estado recaudatorio contra la clase baja o trabajadora globalizada. Y al igual que ocurrió con la epidemia de la gripe, en la que durante tres años, todas las víctimas mortales eran causa de la covid 19; el aparato propagandístico del terror del nazismo poscoronavirus, lanzó una campaña apocalíptica de “olas de calor por cambio climático”, en la que de repente, morían miles y miles de personas por efectos de las altas temperaturas. De hecho, aquella población condicionada por el nazismo, se lanzaba en grandes bandadas a la playa y piscinas para escapar de aquel “calor abrasador” predicado por el Nazismo Poscoronavirus, por medio de coloridos y apocalípticos titulares de prensa (incondicional y universalmente colaboracionista del nazismo poscoronavirus); de tal modo, que incluso se quintuplicó el número de ahogamientos en el agua, sin duda alguna por la gran avalancha de “flamencos humanos” en los litorales.

Realmente el planeta Tierra estaba en el punto de la elipse orbital más cercana al sol y el 2026 sería el año de más acercamiento a la estrella; a partir de ese momento, volvería a distanciarse de él; y por tanto bajar las altas temperaturas (entre cinco y siete grados por encima de la media en determinados momentos del año, no se trataba de un efecto calcinador, en absoluto). Un ciclo astronómico que oportunamente supo el Nazismo Mundial del Poscoronavirus disfrazar de cambio climático recaudatorio y represor. Posteriormente, al fin del ciclo orbital de máximo calor, el Nazismo Poscoronavirus “mostraría” triunfal al inmenso rebaño humano global que los Estados Nazis habían salvado a la humanidad de morir abrasada.

El lema subliminal del Nazismo Poscoronavirus era: “La libertad es enfermedad y muerte”.

Las siguientes generaciones de políticos fascistas, creyendo ya tener el poder absoluto, literalmente asfixiaron a la clase trabajadora hasta convertirla en esclava. Y surgió la necesidad de defender la vida y la dignidad de una forma natural e instintiva en la población. El inicio de la guerra, en el 2035, lo marcó el incendio del parlamento europeo por una gran manifestación de la clase pobre furibunda.

Éste es un pequeño resumen a modo de prólogo para una obra magna que ha llevado más de quince años de investigación y debate.

Si sirviera para que no se repitiera la historia…

Sinceramente, no lo creo.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


20 de diciembre de 2022

lp-- Abandonado al sol invernal--ic


No hay nieve, solo incineración y muerte.

Mentira, soy yo lo único que muere . Todo es más fuerte y vivo de mierda que yo.

Y no me gusta la muerte luminosa, humilla los cadáveres.

Los árboles han perdido su fronda protectora y el sol atraviesa sin descanso mi carne dejando ver la silueta de los huesos en mis manos.

Soy una radiografía nómada.

Un hombre invisible.

Pero no me siento hombre, no me siento nada.

No tengo hojas que ofrecer en sacrificio al sol invernal.

Exige mi piel y el alma que hay debajo…

Lo cierto es que no importo tanto como para que el sol exija nada de mí, es la cruda y cocida realidad. Fui un nacimiento anodino y busco patéticamente trascender unos segundos siquiera antes de evaporarme.

Una ceniza que camina a la desintegración…

Debí ser piedra y algo mutó que me hice cosa orgánica y combustible.

¿Dónde están los dedos de mis manos? Y mi cigarrillo…

Me aterra no tener sombra, soy íntegramente mediocridad. He perdido mi opacidad, la prueba de mi existencia.

Es estremecedora la luz, cochina luz calcinadora…

Los árboles con sus incombustibles cortezas resisten el bombardeo solar y es público silencioso de mi evaporización.

¿Cómo he conseguido morir así?

No quiero ser luz. Ni que se quiebren mis piernas de ceniza y desmoronarme en una nube de polvo en el sendero.

Y el bosque protector inalcanzable.

Es terrible, nunca he tenido suerte…

Soy un privilegiado que folla con la Dama Sórdida, la diosa podrida de la humanidad sin rostro.

Voy a morir incinerado e indoloramente aún que estoy vivo. Como si la indignidad fuera indolora.

No jodas…

Sin un ataúd que proteja mi cadáver durante un segundo siquiera.

Yo no quiero morir así.

Quiero sangrar y gritarle puta a la vida con dientes fieros, escupiendo baba roja.

Que duela morir.

No así, evanesciéndome en la luz, un alma llorando por su carne.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

18 de junio de 2022

Olas de calor y fascismo poscoronavirus

La libertad es muy peligrosa cuando hace calor también. Y por ello has de pagar el impuesto de protección mafioso al estado.

Los fascistas del coronavirus están en pleno lanzamiento de una nueva campaña de terror y adoctrinamiento por medio de las olas de calor. Que prácticamente son tratadas como emergencias nucleares que requieren incluso, refugios. Y toda clase de medidas de hidratación y ventilación, amén de la urgente instalación de aire acondicionado y su incremento de gasto de electricidad.

Todo cuadra…

Como si los cabestros del coronavirus, sus aplausos y bozales, hubieran vivido siempre en el Polo Norte y este fuera el primer verano de sus vidas.

Este año el calor se ha adelantado dos o tres semanas; pero la temperatura es la misma, de lo más normal.

Sin embargo, los que usaron bozal a full time, tienen todas las pautas de la vacunación que no vacuna y las futuras, aplaudían su encarcelamiento y exhibían con orgullo ario su brazalete nazi o pasaporte veterinario de vacunado covid; todos éstos ahora están aterrados por el calor que hace ahora. Pendientes de la tele y su teléfono móvil con la esperanza de que el estado nazi los encarcele (confine en jerga nazi) de nuevo en sus casas y cuándo va a comenzar la campaña de vacunación contra “la calor”.

Y a los niños, sobre todo, hay que meterlos en una urna de cristal con aire acondicionado, no se fuera a dar el caso de que no les importara mucho el calor y al verse libres se desintegraran, se volatilizaran en el aire por un calor.

Es importante que no se hagan fuertes y se atrofien para que el estado pueda tener el control de sus miedos y mansedumbre. Como si de una nueva variante de coronavirus se tratara.

No entiendo como existe infancia y viejos en África y zonas saharianas con este nuevo calor nazi.

YO me reiría aún más si les obligaran a meterse de nuevo en el bozal en el hocico, verlos asfixiados y sudorosos vagar por la calle, sería una fiesta de videos que subir a yutup.

Todo esto de las olas de calor obedece a un fin: el estado nazi español (en este caso, porque toda Europa es territorio nazi desde marzo del 2020) va a decretar tal cantidad de impuestos de cambio climático contra las clases bajas o trabajadoras, que ni siquiera en los tiempos de posguerra se habrá visto tanta pobreza y miseria. Y las clases bajas, ya debidamente domesticadas por el nazismo con el coronavirus, aceptarán cualquier decreto de usura y robo de libertad y su ruina que el estado decrete, aplaudiéndole y agradeciendo esa usura a los jerarcas y burócratas fascistas y delincuentes que les salvará de morir achicharradas por estas olas de calor que si tu cerebro funciona bien, se vienen repitiendo toda la vida. Toda la puta vida.



Iconoclasta


7 de enero de 2022

Una crónica a tiempo real


El Nuevo y Normal Nazismo del Coronavirus se extiende a idéntica velocidad y proporción que la cobardía humana y su connatural ignorancia.

La sociedad ha vuelto dócil y alegremente (con aplausos) a la época en la que se quemaba gente inocente acusada de brujería; un espectáculo hipnótico para una sociedad podrida.

Realmente el nuevo nazismo es el coronavirus.

Y como todo fascismo sienta sus bases fundacionales militares y legales en su propio analfabetismo y endogamia. El fascismo florece entre las castas humanas genéticamente defectuosas y corrompidas sanguíneamente, abanderando la envidia hacia libres pensadores y creadores y, líneas genéticas limpias.

Es de cajón: si eres un tarado necesitas extinguir a los buenos individuos para que no destaque tu podredumbre genética y por lo tanto, intelectual.

Y en esta fase se encuentran ahora las pseudo democracias mundiales que han adoptado ese aforismo fascista de “nueva normalidad” a su gobernanza de control ganadero y veterinario de la población. Es un momento histórico idéntico al del esplendor de Franco, Stalin, Hitler, Mussolini, etc… Pero con una población sumamente decadente, cobarde e infantilizada. Y por supuesto, el Nuevo y Normal Nazismo Mundial posee además con la potencia del 5G, una cobertura impensable para aquellos artesanos genocidas dictadores ya mentados; para propagar su catequesis de la obediencia ciega, el miedo, la extorsión, el acoso, el encarcelamiento y la ruina de sus habitantes. La avalancha de noticias diarias de decretos de prisión y acoso contra la población suman cientos de miles diarias bombardeadas a cada segundo contra el imaginario patético de sus habitantes. Noticias de prensa, internet y televisión que son auténticos loas o libelos de amor y sumisión a los actuales líderes políticos nazis en el poder.

Ahora cabe esperar cuando, oficialmente, será declarado extinto el último ser humano libre y decente. El que afea a millones de indecentes.

Y esto no es una previsión, es una crónica de rigurosa actualidad, a tiempo real y a pleno 5G (eso dice el teléfono que me muestra continuamente las noticias del nazismo).

Cualquier titular de prensa y cualquier decreto de un gobernante de cualquier país elegido al azar lo corrobora.

Y sobre todo, los muchos millones de humanos que lucen con orgullo patrio ante los camareros o gorilas de discoteca, su brazalete nazi o pasaporte covidiecinueve con pauta completa.

La libertad es enfermedad y todos temerosos, enfermos y obedientes por igual; son las directrices básicas ideológicas de la “nueva normalidad” del Nuevo Nazismo del Coronavirus.

Si un policía te ve comer por la calle cualquier cosa, con toda seguridad se sentirá ofendido y posiblemente te pida documentación (lo sé por experiencia) porque no demuestras estar suficientemente acobardado.

Y mientras tanto, solo queda verlo venir, esconderse de la policía cuanto sea posible y escribir porque es mi placer y mi inteligencia convertida en tres dimensiones, en el papel, con una costosa y lujosa pluma que marca la diferencia con la vulgaridad, fuera de todo alcance del nazismo que todo lo ve.

Luego diré: este mensaje se autodestruirá en cinco segundos y pulso “publicar”.

¿Habéis visto como no he negado nada? Soy un “afirmacionista”.




Iconoclasta

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4 de enero de 2022

Tres caballos


Tres caballos corrían porque querían.

Sin hijoputa que les pesara en el lomo.

Sin hijoputa que les pusiera el pie en su voluntad.

Sin hijoputa que les marcara el paso.

Sin hijoputa que les acotara espacio o tiempo.

Y era hermoso.

Y una grandeza.

En un lugar y una época donde al hombre cualquier hijoputa le pisa el cuello, aquellos tres eran héroes.

Donde los hombres son cobardes, los caballos libres.

El miedo, la cobardía y la mansedumbre con humillación se paga, con indignidad.

Y nunca mueren los que deben, por mucho que los cobardes recen escondidos en sus casas e iglesias.


-Salmos de la ética y la nobleza: Una lección amarga.-




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

23 de diciembre de 2021

Chispas de coronavirus navideño en la España Penitenciaria Fascista del Coronavirus y sus taifas autonómicas


Precisiones navideñas jocosas para paliar el miedo al coronavirus y amenizar las cenas bajo toque de queda y control nazi (“restriccionadas” en argot fascista penitenciario) por el Nuevo y Normal Gobierno Penitenciario Fascista Español del Coronavirus y sus fieros Caciques Autonómicos nazis al mando de las taifas. 


- Un niño superdotado de ocho años (de esos cientos de miles de “pobres” niños que hay en toda Europa, incluso en España; aprobando cursos y materias en colegios que valen una pasta) teclea malhumorado sentado en la alfombra del salón, la carta a los reyes magos en realidad aumentada y a 5putosG+. Está molesto porque el código QR del certificado de coronavirus flota translúcido en la pantalla y le molesta. Su padre lo ha configurado y no ha podido quitarlo a pesar de su superdotadura.

El papi sorbe ruidosamente una cerveza sin alcohol viendo en yutup premium las noticias del coronavirus en una pantalla de trescientas pulgadas y cuatrocientos putos K.

–¿Qué le pides a los reyes, Pau? –el padre intenta animarlo tras acabar un bloque de noticias sobre lo gratis que salen los test de antígenos en algunas taifas españolas.

–Un juez, yo quiero uno como los políticos que salen por la tele.

–Pero un juez no se compra, son señores que trabajan en los juzgados.

–Sí que se compran, lo he visto en la tele. Y quiero uno.

–Está bien… ¿Y para qué lo quieres?

–Tú no fuiste superdotado ¿verdad? Pues para que avale encarcelarte y me dejes tranquilo de una puta vez. Y quítame ya esta mierda de código de la pantalla.

–No te pongas así, Pau. Es mejor que…

–¡Que me quites esta mierda, joder!


- La raza española cada día se parece más a los negros por sus anchas, deformadas y dilatadas narices. Es la secuela más obvia de los continuos pcrs y pruebas de antígenos de coronavirus que se hacen porque están cagados de miedo y además, en algunos sitios son gratis. Y ya sabemos que el español, se apunta a todo lo que sea regalado, sea para la nariz o el culo.

Dan ganas de meterles una argolla en la nariz y atarle una cuerda para pasearlos en alguna feria ganadera.

¿Qué tendrán los bastoncitos de limpiarse el cerumen de las orejas que hace tan adictivo que se los metan en los agujeros de las napias y los hagan girar con paranoia una y otra y otra y otra vez? ¿Es sugestión de cabestro o realmente esnifan algo tan blanco y más sabroso que el algodón?

Si los test se siguen regalando, en un par de semanas la raza española se confundirá con la negra albina.


- Si el test de antígenos o la pcr del coronavirus fuera anal, el éxito estaría garantizado. Ni siquiera habría negacionismo (lo que quiera que sea).

Estoy convencido que se usaría con mucho más entusiasmo que el bozal (vulgarmente conocido como mascarilla), que es mucho decir.

Además, bozal y culo contento, sería tan bueno para la moral de la población como aplaudir cuando el Nuevo y Normal Caudillo lo decretaba. Vamos, sería lo que rima con joya.


- Y para acabar, me referiré a la profilaxis, como palabra. Y es que hay mucha gente aún que no sabe bien si es una marca de pasta dentífrica o bien, una de condones.

A pesar de las horas que queman frente al televisor acatando decretos y creyendo mentiras, aún no acaban de concretar en sus pequeños cerebros lo que es “profilaxis”. Lo único que han aprendido es a aplaudir, el quédate en casa que yo también me quedo y lo muy peligrosas que son las aspirinas y las vacunas del coronavirus unas santas.

Lo sé porque cuando se pronuncia ese ladrillo de palabra: ¡profilaxis!, levantan mucho las cejas al no entender. Y es que al llevar el bozal no se atreven a abrir la boca y dejar caer la baba por si se contagian de si mismos. Es fascinante como el ser humano desarrolla habilidades gesticulares para vencer las dificultades que un bozal le provoca y comunicarse con el prójimo para preguntarle si ya tiene la pauta completa de las quince revacunaciones del coronavirus.


Y recordad en las cenas de nochebuena y nochevieja, los abuelos al piso de abajo o al establo y vosotros arriba. Es mejor que estén ellos abajo por la ventilación y para no tener que subir y bajar escaleras (me les dejáis un orinal debajo de la mesa ¿eh?).



Iconoclasta

25 de julio de 2021

Los últimos coletazos de la especie humana


La especie humana no tiene futuro a largo plazo. Es una especie animal que ha caído en la endogamia. Nace todo lo que no debería nacer por naturaleza y los especímenes humanos han alcanzado tal longevidad, que sus genes se replican con una frecuencia que en sus inicios estaba vedada. Básicamente, la vejez existe para acotar la reproducción. Padres viejos y débiles: hijos débiles, cebados y cobardes.

Es lo mismo que ocurre con las ratas que, al tener una reproducción tan rápida y abundante, mutan su genética a demasiada velocidad para el ecosistema que ocupan, por ello tienden a canibalizarse.

Esta misma endogamia ha llevado a la especie humana a hacer del consumismo o la vida urbana su hábitat y única forma de vida; y por tanto ha modificado la educación y el  desarrollo intelectual de sus crías hacia una culturización y costumbres que han dado cabida a especímenes de una gran cobardía y debilidad en tanta abundancia, que han aplastado a los especímenes idóneos para la vida; para una vida sana y acorde con su naturaleza.

Desde el momento (hace decenas de años ya) en el que los abuelos o viejos se han dedicado a criar a los hijos de sus hijos para que el macho y la hembra puedan mantener una vivienda de propiedad y un coche,  se ha desarrollado una infancia maligna para la naturaleza humana, una infancia que ha denigrado la fortaleza de la juventud con los ancianos como figuras paternas y maternas.

Los abuelos o ancianos, han criado a sus nietos bajo las bases de su propia debilidad y miedo. Esto es: “no corras que te puedes caer”, “tápate bien no te resfríes”, “no comas tanto”, “si estornudas estás resfriado y si toses un poco, al médico”, etc… Han vivido demasiadas horas con una calefacción anormalmente alta para un espécimen joven; o con el frescor artificial de un acondicionador de aire. Han desarrollado el miedo de sus viejos educadores al calor, al frío, al viento, al esfuerzo, al sudor, al enfrentamiento y a la autosuficiencia o independencia propia y con ello, miedo a la libertad. La educación que han recibido en las escuelas, sin filtro alguno por parte de unos abuelos y padres criados en la misma política institucional, es puramente insectil, se les ha instruido en la firme creencia de que su naturaleza es colonial y que su cerebro no es apto para la creación o para el libre pensamiento.

Es ya proverbial la presencia a nivel planetario, de grandes rebaños de miles de especímenes jóvenes humanos reunidos, para colonialmente (al igual que las termitas y las hormigas) embriagarse y escapar así de la frustración de ser auténticos machos y hembras castradas de toda libertad y autonomía, tanto física como intelectual. El indicativo inequívoco de que la especie humana se ha decantado a la naturaleza insectil o colonial.

En definitiva, cientos y cientos de generaciones castradas, han parido crías castradas casi genéticamente.

Y por si fuera poco, se les ha atrofiado maliciosamente (dudo mucho de que sea lo que parece en un primer análisis: ignorancia) el innato sistema inmunológico con la aplicación de vacunas banales para combatir las enfermedades de la infancia como sarampión, varicela, paperas, etc…; inhibiendo así su natural sistema de defensa frente a las enfermedades.

Nos encontramos ante una sociedad decadente que ha creado cientos y cientos de generaciones débiles y defectuosas que han llegado a ocupar cargos de poder económico, político y judicial.

Y estos malcriados de la decadencia son los que ostentan el fascismo de un coronavirus con mano firme; pero es una mano débil, indigna, sin decisión ni efectividad alguna. Es la mano del miedo, de la mala educación y de una genética ya degenerada que rige los movimientos y la respiración de un plebe que ya no cabe en sus ciudades, que se asfixia.

Un pueblo malcriado incapaz de entender su propio organismo, que ante los bandos del fascismo, dice sentirse enfermo e inmovilizado por el miedo. Y es razonable, porque las especies sometidas a estrés (ya sea por miedo real o inducido por propagandas institucionales) anulan sus capacidades inmunológicas. El sistema nervioso es el que rige la creación de anticuerpos y si se altera, la hipocondría desarrollará al final, un síntoma, el que el estado fascista dicte a sus plebes dominadas y sometidas con el miedo cuasi supersticioso.

La mano fascista del miedo y la obediencia, del acoso y la dominación, es la mano que señala la extinción de su especie. La especie humana que ha adoptado la defensa del avestruz escondiendo su cabeza en un hoyo y abandonando a sus hijos a un desarrollo cobarde e indigno de la infancia.

De cualquier forma, por lo que se ha podido ver, la especie humana ha sido bastante longeva, ha podido ver y provocar la extinción de muchas otras especies. No se puede  quejar, tuvo una buena vida. Y ahora le toca desaparecer.

Y no será por el coronavirus, si no por las guerras que provocará el fascismo desatado con la excusa de una gripe nueva. Porque los nuevos fascismos que han surgido con el coronavirus preparan ya grandes incineraciones de cuerpos vivos o muertos como ya se vio en la era de Hitler y sus brazaletes nazis o pasaporte covid en la actualidad. Por muy castrados que estén los especímenes humanos, siempre queda el rescoldo in extremis, de un instinto de supervivencia.

Estos mismos fascismos producto de la decadencia han mostrado la cara más indigna, cobarde y mansa de una especie que nació como cazadora y se ha convertido en presa, en una especie estática como el coral, que malvive en unos arrecifes que han empezado a ennegrecerse.

La historia tiende a repetirse, y cada día con más frecuencia gracias a la deformación informática del pasado, del presente y el futuro. El gran oscurantismo que reinó durante muchos siglos en la historia, vuelve a reinar de nuevo; el tiempo que dure el proceso de extinción humano. Lo que tarde en morir el último humano devorado por otra especie más fuerte e inteligente, por radiación nuclear, por pisar una mina o un tiro en la cabeza que se descerraje él mismo.

Lo que importa es que la especie que está llamada a desaparecer, debe hacerlo y dejar espacio y alimento a otras que empujan para ocupar su puesto en la cadena trófica del planeta.





Iconoclasta




11 de julio de 2021

Gusanos y sueños


Con el hacha que me ha regalado mi hijo antes de viajar a Australia de vacaciones, con un fuerte golpe en la tabla de cortar embutidos me he cortado el dedo pulgar de la mano izquierda. Pensaba que dolería más.

Que haya cortado el izquierdo no obedece a causas políticas, simplemente soy diestro. Que nadie saque conclusiones mierdosas. De vez en me veo desde otro lugar o tiempo distinto y me digo cosas graciosas como si actuara en un teatro. Ayuda a combatir la confusión. Toda mi vida ha sido tan confusa, difusa, múltiple, extraña, triste…

Me gusta leer, me siento orgulloso de mi vocabulario.

Me  han dicho tantas veces que soy un gusano, que podía ser una posibilidad que de mi dedo naciera otro ser como yo, idéntico a mí.

En mis sueños, padre decía que era muy imaginativo, no sé de quién hablaba; pero me quería, cosa que recuerdo nítidamente.

El dedo lleva ya cuatro días pudriéndose en una bolsa del súper, bajo el fregadero de la cocina y de ahí no salgo yo.

Quería dar una sorpresa a mi hijo para cuando llegara de Australia: que se encontrara con dos padres, yo con una mano mutilada y tullido y otro nuevo sin taras.

Todo sale mal.

El gato lame el muñón cuando entro en sopor y lo limpia de pus. Sudo tanto… Es un julio abrasador, más que nunca.

Entre sueños, surge otro viejo y de colores desvaídos:

Yo medio dormía, mis padres hablaban desde la puerta entornada de mi habitación.

–¿Crees que podría ser esquizofrénico como tu padre? Eso de que le pregunte a Inés si le enseña el corazón, me asusta– cuchicheaba mi madre.

–No digas tonterías. Solo tiene cinco años y es muy imaginativo. No vamos a llevarlo al médico por esa tontería– respondió mi padre.

Sé que fue un sueño porque desperté y no estaban.

Y desperté pensando: “Ve con cuidado” y desde entonces siempre me lo digo varias veces al día en voz alta, como una oración que me da paz.

Lo dije al cortarme el dedo.

Inés, mi hermana murió a los siete años por esa insuficiencia cardíaca con la que nació. Nadie le quiso prestar un corazón y aún la echo de menos. Yo tenía nueve años y hacía ya mucho tiempo que no le pedía ver su corazón. Sé que no es un sueño porque dolió mil.

Ve con cuidado.

Hay días en los que no me acuerdo cuando ni donde nació mi hijo; pero no me preocupa, al final me acuerdo de repente. Es que soy muy imaginativo y sueño con muchas cosas y lugares a ojos abiertos.

En el dedo que se pudre bajo el fregadero y en el muñón crecen gusanos que no son yo.

Aunque… ¿Y si resulta que fuera un gusano? ¿Sueñan los gusanos, son imaginativos?

No quiero ser un gusano, no me gusta.

Ve con cuidado.

La idea me ha provocado una náusea y he vomitado. El gato se ha comido los gusanos del muñón. La mano huele a queso podrido y unas finas y quebradas líneas violáceas suben por el brazo como si buscaran el corazón para infectarlo.

Aunque soy tan imaginativo que no puedo identificar en cual de los tres mundos que vivo ocurre esto. Hay momentos en los que viajo en el tiempo, salto de un mundo a otro y durante unos minutos quedo confuso.

Cuando como vomito.

Mi hijo llegará en dos semanas de ¿Italia?

No voy a ir al médico.

Ve con cuidado.

En otro mundo recuerdo a mi hijo y su nacimiento. Y de su madre que murió calva cuando Jordi tenía once años.

No me acuerdo cómo creció porque eso ocurrió en otro mundo muy lejano, de colores marrones claros.

Soy imaginativo y por ello mi memoria se dispersa.

Lo decía mi padre.

He despertado soñando que gritaba de dolor.

Algo anómalo ocurre, la luz que entra por las ventanas es oscura. La casa se ilumina con oscuridad, no me parece imaginación porque tengo miedo.

Haces de negritud que se crean entre los vidrios sucios, entran en casa como dedos fantasmales que buscan algo a tientas.

El gato no se despierta y las líneas de infección del brazo se extienden ya por el pecho. A veces el corazón se atasca, y he de golpearme el pecho para que funcione.

Abro la puerta de la habitación de Jordi.

Mi hijo ha llegado a casa en algún momento mientras dormía y no me ha despertado. Duerme con el hacha que me regaló en su mano.

Recuerdo que en uno de los otros mundos, dije de mi hijo: “Jordi también es muy imaginativo”.

No sé porque me ha venido a la cabeza.

Ni siquiera ha limpiado el hacha cuyo filo, tiene la textura y el color de la sangre seca.

Ahora estoy confuso, no sé si realmente fue él quien dijo que las lombrices se hacían dos al cortarlas.

Y en  otro de mis mundos, me dolió tanto el hachazo que lo empujé y se golpeó la cabeza contra la encimera de mármol de la cocina.

Le sangraba tanto la cabeza, que se le derramaba por la nuca y se extendía como un tinte por la camiseta, pegándose a su espalda.

Sentí una infinita tristeza cuando dijo: “Me has hecho daño, papa”.

Y se metió en su cuarto, caminando pesadamente, con el filo del hacha goteando sangre. Cerró la puerta dejándome solo en mis mundos.

Los haces de luz negra que entran rasgando y desintegrando mi mundo me confunden y no distingo si es día o noche. Quiero dormir y volver a otros lugares, este no me gusta.

Un gusano gigante llega desde la cocina, avanzando con ruidos líquidos y una boca hambrienta y ciega.

La luz de los otros mundos se ha apagado repentinamente.

¿Dónde está mi vida, la que me queda?

Ve con cuidado.

Ya no… Ya no es necesario.





Iconoclasta

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7 de junio de 2021

Jesucristo se vacuna


Jesucristo pasa ante un vacunódromo y decide, por un bien de la humanidad, vacunarse contra el coronavirus.

En la cola un policía municipal le increpa:

–Ponte la mascarilla, hijo de la gran puta o te rompo la cabeza con la porra, cabrón de mierda.

Y Jesucristo crea de un excremento de perro, un bozal que se coloca en el hocico.

Cuando llega su turno de entrar, el voluntario de protección civil le grita a la enfermera que teclea en el ordenador datos para el control de la libertad robada:

–¡Pepa, este idiota no tiene cita previa! ¿Qué hago?

–¡Déjalo pasar, tenemos vacunas caducadas!

La enfermera le pregunta su nombre, profesión y edad, así como el número de la Seguridad Social y el del carnet de identidad. Y le interesa también si es patriota y ha votado al partido socialista, el del Nuevo y Normal Caudillo Español.

Cuando Jesucristo le explica quién es, anota en su ordenador, sacando la lengua en cada tecla que va a pulsar: “tarado psíquico”. Y lo envía a la siguiente enfermera para que le pregunte las mismas cosas.

Por fin, al cabo de una hora, consigue llegar al practicante que pincha las vacunas. Al ver las llagas o estigmas en las palmas de las manos de Jesucristo, le derrama la vacuna en ellas para ahorrarse el jaco.

Al cabo de unos segundos, Jesucristo se queja de dolor de cabeza y no le dan ni una aspirina porque dicen que son venenosas, muy malas. Muchísimo peor que una sacrosanta vacuna de la covid 19.

Y Jesús vomita también.

Y en los ojos se le han formado derrames.

Y vuelve a morir otra vez por un coágulo del tamaño de un hueso de oliva que le ha subido al cerebro.

Al cabo de unos minutos, cuando el personal sanitario está a punto de etiquetar su cadáver como “muerto por la covid 19”, resucita otra vez. Y limpiándose las llagas con gel hidroalcohólico, le dice al sanitario que le ha administrado la vacuna:

–No estoy aquí para condenar a nadie, sino para salvar vuestras almas; pero eso no te hace menos hijo puta a los de Dios, mi papá. Así que cuando llegues a tu casa, reza ante los cadáveres de tu hijo y esposa, que acaban de morir hace unos segundos. Y da gracias a mi Padre en los cielos, de que a ti no te ha enviado un trombo al pulmón porque cerebro no tienes. ¡Oye! ¿Aquí no dais bocadillo como cuando te sacan sangre? ¿No tendréis un poco de vinagre en esponja, la vacuna da mucha sed y mis labios están secos por la resurrección?

Al salir, santigua el aire frente al andoba de protección civil que cae muerto en el acto.

Observa al policía municipal, pero se encuentra demasiado lejos y le da pereza santificarlo también. Siempre se cansa tras morir y resucitar; así que se va a dar una vuelta por el barrio a ver si encuentra un camión de la cruz roja para donar sangre y comer un bocadillo, aunque sea duro y de chorizo barato de supermercado.

Y así es como Jesucristo volvió a redimir a todos los hombres sacrificándose con la vacuna del coronavirus.

(Nuevo y Normal Testamento Español del Coronavirus).




Iconoclasta


15 de mayo de 2021

El papel higiénico y el descubrimiento del bozal

(Historias covídicas o del coronavirus)


Estoy empíricamente convencido de que al inicio del cuento de la epidemia del coronavirus o “la covid 19”, los millones de cosas descerebradas que votaban en democracias y más adelante aplaudieron hasta romperse las manos; compraron ingentes cantidades de papel de limpiarse el culo para hacer tapones que meterse en los agujeros de la nariz con la ingenua e infantil idea de evitar el contagio.

Y es que los protege bragas (con su cómodo adhesivo) son caros. Así que, papel del culo bien prieto en cada fosa nasal y a respirar como los idiotas con la boca abierta y babeando.

Luego, al cabo de unos meses a los que sus amos los condenaron a prisión para salvar sus míseras e innecesarias vidas del catarro; y ya con unas horas más de libertad, el régimen fascista decidió educar a sus estúpidos votantes sobre la existencia de unos trapos con elásticos para las orejas a modo de bozales, que se conocen como mascarillas. Y eran además más baratas que los protege bragas, aunque un poco más caras que el papel del culo; pero más dignas y duraderas. Más efectivas para nada, pero les daría una apariencia más sanitaria. Como les explicó una vez su Caudillo: “La desescalada será progresiva. ¿Qué quiere decir progresiva? Que se irá haciendo poco a poco”. Ser un Caudillo elegido “democráticamente” no es garantía de cultura y mucho menos de un alarde de retórica. Lo único que por aquel entonces podía articular con claridad el Caudillo y su ganado entender, era la palabra “decreto”.

Bien, pues ante aquel descubrimiento, la chusma que lo votaba y adoraba, le aplaudió más, hasta lesionarse las palmas; se hincaban incluso ante los genitales de los caciques y otros cómplices del fascismo del coronavirus. Algunos se quitaron inmediatamente los tapones de papel de la nariz (que ya les sangraban las fosas) y otros (los más pudientes), no se fiaban y seguían con el protege bragas pegado en el hocico, ciñéndolo con cinta adhesiva a las mejillas. Maricones…

Y esta es la historia de la intrigante demanda y acopio de papel de limpiarse el culo al inicio del cuento de la pandemia y la posterior imposición del bozal que no ha servido nunca para nada más que los cabestros caminaran atemorizadamente cabizbajos y fueran dóciles y enfermizos. Porque los bozales no han evitado las cientos de olas de contagios que ha habido y habrá por decreto.

Deberían haber seguido con las narices llenas de papel o el protege bragas en el hocico.

Son todos, votantes y electos, una panda de idiotas.




Iconoclasta

7 de febrero de 2021

La velocidad del sonido


Pensé que llegaría un momento en la vida en el que me sintiera medianamente bien. Y cuando de nuevo escuchara Speed of Sound de Coldplay unos años más adelante, me reconociera de nuevo como un hombre pleno. Bueno… al menos vivo y con el cuerpo más o menos completo.

Tal vez alguna frecuencia de la música y la letra de aquella canción produjo una sorprendente reacción eléctrica en mi cerebro en el momento preciso. Una reacción de fuerza y ánimo contra todo pronóstico.

Me reconozco ahora que escucho la canción, cuando han pasado dieciséis años. Y he recordado con melancolía a aquel hombre más joven al que se quería comer la muerte trepando venenosa por una pierna dolorosamente rota… Y por ella, se asomó  a los pulmones, se extendió por los huesos, se hizo pus en la sangre, secó las venas y creó carne muerta. Y a pesar de toda aquella andanada de dolor y miedo, escuchando a Coldplay en una de aquellas infinitas mañanas rotas, postrado en un sillón con la pierna enterrada en yeso hasta la ingle y palpitando malignamente, tuvo una certeza de futuro: que muerto él sería yo el que ahora, escuchando de nuevo la canción, lo evocara con ternura.

Pablo el Muerto: lamento que pasaras aquel año de mierda. Tantos días perdidos…

No sabré en qué momento moriré, el próximo que podría tomar el relevo de la vida será Pablo el Viejo; el decidirá si mi vida y muerte le habrán servido de algo.

Estoy condenado a vivir y morir, vivir y morir, vivirdolermorir…

Es eufórico vivir y por tanto morir a la velocidad de la luz cuando has experimentado la lenta y degenerativa velocidad del dolor.

Sísifo se entretenía con una piedra y podía subir empinadas cuestas.

Yo tengo un buen equipo de música y mi canción es muy bonita.

Seguramente al viejo Pablo, le encantará un día escuchar la velocidad del sonido, la que yo escucho ahora para él como hizo mi antepasado Pablo el Roto nacido en San Valentín del 2005.

Nunca se sabe cuándo acabará definitivamente la canción; pero no tenemos otra cosa que hacer.

Tal vez sea por culpa del esperanzador título de la canción y un ritmo ligero y tranquilizador para un tullido con la soga al cuello que, desearía correr a esa velocidad del sonido en lugar de la del dolor.

Si la canción no acaba antes, Pablo Viejo, espero que la disfrutes y que la poca vida que te queda, sea más velocidad que dolor, más música que rugido.

Cuando muera yo, toma el mando, no pises el freno.






Iconoclasta

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5 de febrero de 2021

Guía del dolor

 


Se puede decir que si algo duele profundamente en el cuerpo, el pensamiento se contagia de ese dolor y es fácil que responda con locura y hostilidad. En los peores casos, con depresión y apatía.

El dolor es fuente de ira, el mío.

Es inevitable que el dolor prenda en el alma porque lleva consigo partículas de incertidumbre y miedo.


(Sueño con deslizar el filo de la navaja en tus bragas cortar la longitud justa para penetrarte sin arrancártelas, anhelando escuchar tu contenida respiración. Y con las piernas inmovilizadas notes la proximidad del frío acero en el coño y luego, la ardiente polla invadiéndote como un dolor que no lo es, solo soy yo. No sé si es un sueño de dolor, porque cuando no lo hay, también lo imagino.)


Cuando un dolor físico es profundo, se encuentra cerca del alma; que es lo más profundo que contiene el cuerpo.

Y la impregna.

No hay forma de llegar a ese dolor de la misma forma que no puedes hurgar el alma. No llega la calidez de la mano y sus dedos crispados tan profundamente, no hay forma de aplacar todo eso que te corta y arde en algún tuétano o entraña.

Mientras el dolor pulsa como un veneno o una radiactividad, el alma se marchita y no distingue muy bien entre vida y muerte.

En el dolor profundo es donde se encuentra el purgatorio real y definitivo.

Ni siquiera llegan allá las oraciones de los píos.

Ni la esperanza.


(Entre mis dientes tu pezón se eriza, se endurece. Y la venda en tus ojos es una sensualidad devastadora para mi razón. Sabes que no cerraré los dientes, que en lugar de eso mis dedos se han metido entre tus piernas, chapoteando en tu vagina. La posibilidad de un dolor, es un gemido que desprende fluidos como ayes.)


El alma reside en la médula de los huesos y recubre cada fibra nerviosa del cuerpo. Solo a través del dolor te das cuenta de que el alma es real, porque se calienta y arde en las sienes haciendo cerrar los puños con fuerza; horadando con un chirrido obsceno un hueso, como te curarían una caries sin anestesia y sin ninguna consideración.

El alma enloquece y la locura amplifica el dolor y nace la paranoia, el horror a sentirlo de nuevo. Y con ella la posibilidad amable del suicidio como un oasis entre toda esa mierda.

Así que, si duele profundamente allá donde no llega el calor de las caricias, prueba con una droga potente, porque de morir no te libras.

Mejor morir sin dolor, al final pagas el mismo precio que llorando lágrimas de sangre.

Y si no hay forma de aplicar una droga o analgesia, despídete de ti mismo. Te perderás en tierra de nadie donde la ternura y el amor forman ramos marchitos de rosas muertas que se rompen con una brisa. Donde la alegría es un manto de hojas podridas en un frío otoño.


(El dedo corazón busca tu ano, y te defiendes contrayéndolo. Le escupo, lo lamo y como la cueva de Alí Babá, de repente se relaja y me deja entrar. Me gustan tus gemidos mezclados de dolor y deseo, de mortificación húmeda e indecente. Somos nazarenos en la procesión de nuestra santa patrona La Puta Obscenidad. Y muerdes con indecencia la mordaza.)


Al final regalarías el alma por dejar que la víscera o el tuétano dejara de pulsar, si existiera el diablo le vendería ese alma caliente y ya infectada. Antes de perderte, busca un poco de claridad entre el dolor, a veces la hay durante unos segundos.

Y muere en paz.


(Dentro de ti; en tu coño, en tu ano, en tu mente que hoy es mía. Eres mi puta.)





Iconoclasta

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