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24 de octubre de 2024

lp--La altas libertades y los grises urbanícolas abajo--ic



Hay gente que no puede morir porque ya está muerta aunque se mueva estúpidamente. Sólo se descomponen y se consumen sin dejar siquiera ceniza.

Nacieron cautivos y prácticamente muertos de voluntad.

Sin embargo, los patos están a salvo. Si han de volar contra el viento, vuelan. Tienen mucha vida, la suficiente para hacerlo.

No tienen que sentirse libres porque desconocen la cautividad, es connatural en ellos no divagar sobre estas cosas.

Tienen lugares a donde ir, cosas que hacer y no rendir cuentas a un estado/dios esclavista.

Son libres sin otra consideración más que su desconocimiento de la esclavitud o cautividad.

Por ello, esclavos y cautivos son muertos vivientes, sin voluntad, sin determinación. Viven con el único fin de acatar y obedecer. No han conocido la libertad y no sabrían qué hacer con ella si se la dieran.

Me provoca una gran melancolía ver marchar a esos escandalosos patos. Siento que las esperanzas de libertad se van con ellos a otros lugares, a otros mundos ajenos a los humanos.

Y a veces quiero llorar de rabia y resentimiento. Regar mi tierra de mierda con mis lágrimas cautivas y rencorosas por la libertad que me han castrado.

Entiendo las ansias de violencia que asumo con la misma vehemencia que el crédulo la sagrada hostia entre sus dientes.

Volar nada tiene que ver con la libertad que es el conocimiento de uno mismo y obrar según tu naturaleza dicta.

Los pilotos no vuelan, flotan en una cabina, encerrados. O los paracaidistas, cautivos de sus cuerdas, a merced del viento. Los barcos son cárceles flotantes que no buscan libertad, sino otra prisión donde atracar.

No, eso no es libertad por mucha poesía que le metan. Es una patética ilusión y un engaño para esconder la frustración de lo que nunca podrán ser: libres.

Los animales nacidos y criados en cautividad ya no son aptos para vivir libres. Y los urbanícolas son primates nacidos en cautividad que viven en su propio zoo acotado física y mentalmente por alambradas de corruptas leyes dictadas por el estado/dios para su propio beneficio, el maleficio para los cautivos; su pecado original presente en todas las sectas políticas y religiosas.

Yo debería vivir como los patos, caminar hacia dónde el horizonte me tiente y usar las aduanas y fronteras como cagaderos.

Estamos muertos, nacimos muertos…

Volved pronto, volved con un atisbo de esperanza.

Por favor…



 

Iconoclasta

Fotos de Iconoclasta.

11 de abril de 2024

lp--La gran monstruosidad humana--ic

 

La gran monstruosidad que creó la humanidad y la hizo mierda hasta nuestros días y su futuro, fue la invención de Dios y el Estado.

Con la creación del primer dios/estado, la humanidad como especie animal inició su proceso de putrefacción biológica genética. Y ahora, cometiendo sus últimas imbecilidades sin poder contener la baba en la boca, se dirige a la extinción con la alegría y optimismo de un “nuevo amanecer” como una manada de idiotas profundos.

Cuando el primer mono humano dio gracias a dios o a su jerarca por los alimentos que él mismo recolectó o cazó, condenó a una muerte prematura a la humanidad.

Lo cobardes comenzaron a reproducirse en los establos humanos o asentamientos de forma ratonil. Los más fuertes e inteligentes morían luchando por su supervivencia en libertad; pero fueron tantos los cobardes, tan mezquinos y endogámicamente reproductores, que cambiaron para siempre a la especie humana a otra cosa irreconocible.

La humanidad es ya la especie más efímera del planeta.

De hecho, fue la especie menos longeva.



 

Iconoclasta

29 de marzo de 2024

lp--La Gran y Primera Oportunidad Mundial Perdida--ic

Podrían haberse destruido los cimientos de esta sociedad degradada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la masa trabajadora estaba armada. Debieron haber aprendido de la Primera. Nadie supo hacerlo.

La Segunda Guerra Mundial fue la gran oportunidad perdida para que los habitantes de las naciones vieran en su propio Estado a quien los empujaba a la muerte que la tenían en el frente o en sus espaldas. Y hubieran evitado además de su muerte, la de sus familias por hambre, enfermedad y genocidio.

La próxima guerra mundial, ya muy cercana, será mucho peor y  morirán cientos de miles de jubilados (por su abundancia) por hambre, ya que no se pagarán pensiones y la supervivencia será para los más rápidos y astutos. O bien armados.

Y es de esperar que la degenerada o degradada población actual, sea mucho más sumisa y obediente. Con lo cual, el eje vencedor (a todas luces musulmán y asiático oriental) con sus jerarcas moros y amarillos instaurará una extensa dictadura feroz y asesina con sus lógicas e inevitables limpiezas étnicas.

Los soldados, de nuevo, se dejarán matar píamente para agotar con su organismo las balas del enemigo. Sus armas no les habrán servido para salvar la vida, sino para preservar la riqueza de sus Estados (jerarcas) que los envían a la muerte tras un nacimiento en cautividad y una vida esclava.

A grandes y ciertos rasgos:

De los errores es incapaz de aprender nada el ser humano.

Y mucho menos de su cobardía.

Y mucho menos aún de su ignorancia.

¿Dónde está la cacareada inteligencia? ¿O es esta que hizo a la especie humana nacer para siempre en cautividad y vivir en esclavitud?



Iconoclasta

28 de marzo de 2024

lp--Una población acorralada--ic


Una vida plena de angustia, la constante amenaza del Estado; su extorsión contra el asalariado: trabajo esclavo, mísero jornal e impuestos de usura. La destrucción sistemática de toda libertad, pensamiento y la propia biología humana.

Los Estados fascistas de alegorías y palabrería progre y pía están abocando a la casta asalariada a una nueva revolución sangrienta.

El asfixiante control e incluso la invasión de la intimidad en el hogar, ha hecho del Estado el policía que se sienta a la mesa para vigilar, denunciar y castigar a cada miembro de la familia.

Hoy, en pleno siglo XXI, el Estado es el enemigo, el depredador de los esclavos asalariados.

El aumento de la violencia que se da entre la población con sórdidos y múltiples asesinatos, es tan solo un escape descontrolado a la presión del Estado que no tardará en dirigirse, como debe ser, contra las aristocracias del nazismo climático, sanitario, puritano y homosexual.

Los actuales Estados fascistas (surgidos de decadentes y raídas pseudo democracias) instaurados con la pandemia del coronavirus en el 2020, han acorralado a su presa, cuya única opción que le queda, es atacar.

Porque muerta ya lo está.

Muerta, infectada y parasitada por su enemigo el Estado.





Iconoclasta

27 de diciembre de 2023

lp--La humanidad adulterada--ic

Si el ser humano retornara a su naturaleza, aquella que le llevó a sobrevivir en un mundo hostil y evolucionar. Si olvidara las mentiras de dioses, paraísos, resurrecciones y reencarnaciones haría su presente, su vida mejor. Que es lo único de lo que puede disfrutar hasta que muera y desparezca del universo.

Esto llevaría también a la incredulidad hacia seres soberanos y líderes políticos, ambos encarnando actualmente, en pleno siglo XXI como en el medievo, un carácter divino, la encarnación de un dios.

El problema de que la especie humana degenerara, siempre ha sido la religión y su evolución: la política.

Ambas han arrastrado a los humanos a cohabitar adocenados en pequeños espacios, vivir miserablemente en pro de una vida post mortem paradisíaca y un futuro engañoso y venenoso que no vivirán. Ni siquiera sus nietos.

Si el ser humano retornara a su naturaleza libre, los corruptos codiciosos y ambiciosos políticos y líderes religiosos; sus cráneos vaciados y pulidos servirían para cocinar, incluso en modernas cocinas de inducción.

El ser humano perdió su libertad y gracia por aceptar por cobardía una protección mafiosa: el Estado. Primero creyó al hechicero charlatán de la tribu, éste se convirtió en sacerdote, luego en dios-emperador, siguió como rey o papa y actualmente en líder político de una formación de moda, básicamente un telepredicador dirigiéndose a una chusma de pocas luces, crédula como sus antepasados y tan cobarde como ellos.

Y ahora en pleno siglo XXI la especie humana es poco más que una variedad porcina. Apenas se distingue de un cerdo de granja en el tratamiento que le da el Estado a su mísera vida.

Ha sido tan escrupulosa y secular la selección ganadera que el Estado ha realizado en las distintas razas humanas, eliminando las reses libres y no obedientes por variedades mansas, que ya no existe posibilidad alguna de que la especie humana vuelva a ser digna.

La humanidad adulterada por dioses y Estado, hoy es una especie insectil y sin alma. Lo cual es gracioso, porque creen tenerla y por ello rezan a toscos muñecos, símbolos y libros vacíos de interés e inteligencia. Y por supuesto, se arrodillan y venden a sus hijos al primer telepredicador “demócrata” que les miente con paternalismo, con voz flojita y falsa de meapilas.

Ahora sólo espera sin saberlo, una gran extinción: las reses de superávit que al Estado le sobran por cuestiones de logística y así purificar con más precisión genética las razas humanas con reses más mansas y obedientes que coman menos, las que el Estado permitirá vivir. O dios.



Iconoclasta

16 de octubre de 2023

lp--Derechos internacionales y nacionales: papel mojado en hipocresía y fascismo--ic

La chusma infantilizada, ingenua e ignorante de los decadentes y cobardes países occidentales consumistas, no acaba de comprender la realidad y esencia más básica del ser humano: si alguien mata a tu hijo, padre, madre, hermano, etc…, te pasas todo derecho internacional, nacional o nazi de mierda por el culo.

La guerra es la única forma posible de libertad en estas sociedades consumistas, globales y decadentes de mierda. Matar libremente como se hace en la guerra, sin que nadie te aplique las mierdosas leyes del Estado es la libertad más pura y primigenia.

Retornar a nuestra verdadera naturaleza sin un bocado en la boca como llevan los caballos.

Ernest Hemingway lo reflexionó así: Sin duda, no hay cacería como la caza de hombres y aquellos que han cazado hombres armados durante el suficiente tiempo y les ha gustado, en realidad nunca se interesarán por nada más.

Y buscando venganza por tus muertos, no podría ser más espectacular esa salvaje y libre libertad. Matar al enemigo… No existe mejor y más apasionante caza.

No importa la patria, no importa el puto general: importa dar caza a quien ha matado lo que querías o quien lo amenaza.

Es por ello, por esa libertad que gozan los humanos soldados, por lo que las guerras jamás son breves. Nunca cesará una guerra hasta que alguno de los bandos se sienta satisfecho con los muertos que se ha anotado y el otro abatido por la cantidad de muertos que ni siquiera puede enterrar.

Lo han prohibido todo en Occidente con el surgimiento en las pseudo democracias de un Nazismo venenoso de carácter sanitario, homosexual, climático, y corruptor de la biología humana; surgido con la epidemia del coronavirus o “la covid 19” a inicios del año 2020. La libertad hoy sólo se puede encontrar en la violencia ante la continua presión del Estado Nazi contra los ciudadanos asalariados no funcionarios; como el derecho simple, claro y biológico de ser mujer u hombre. Un derecho que el Estado ha abolido y dicta, independientemente de los órganos sexuales con los que se ha nacido, quién es hombre o mujer con su doctrinal sintaxis perturbada. Se ha prohibido y perseguido respirar libremente a cielo abierto debilitando y enfermando a la ciudadanía asalariada no funcionaria; se ha extorsionado a la misma población a meterse en la sangre una vacuna que no vacuna, se ha encarcelado policial y militarmente a esa misma población en sus casas arruinándola, prohibiendo su sustento. Se le ha prohibido deambular como todo animal libre con el acoso policial y militar. Se pervierte la educación de los hijos tergiversando la historia en hagiografías hacia el nazismo sanitario y su homosexualismo, confunden a la infancia con complicados seres extra sexuales que padecen todo tipo de parafilias, como ninguna especie animal en el planeta ha sido castrada de su esencia.

Los graves delitos de los políticos son perdonados e incluso galardonados cuando hay gente asalariada no funcionaria pudriéndose en las cárceles por delitos leves.

La guerra y su violencia es el último reducto de libertad y dignidad humanas en este momento.

El Estado ha hecho lo peor, los que lo forman son hijos de la endogamia, líneas sanguíneas malas con malas inteligencias y malas naturalezas: han acorralado a la presa (la población) sin permitirle otra opción que la violencia, la defensa de su naturaleza misma.

Muchos violentos no saben porque actúan así, pero es instintivo.

El primitivo instinto con el que nacemos dicta cuando es el momento de luchar, cuando la esclavitud y su humillación es insoportable como forma de vida.

No saben muchos que están combatiendo un nazismo feroz, biológico y sectario que los castra de todo pensamiento y libertad con la colectivización insectil. Que pudre su instinto reproductor básico.

Pudre la ética y la justicia de la naturaleza humana.

El derecho internacional o cualquier otro, solo sirve de papel para limpiarse el culo cuando hay una guerra. Los derechos internacionales no son más que un trabajo descansado que se han buscado los miles de funcionarios que forman el Estado.

En la guerra matas, por placer y coincide con lo que te pide el Estado.

Y la venganza es una justicia explosiva y llena de luz y esperanza; porque matas también al jerarca que te oprime cuando apuntas y disparas a un enemigo no conocido.

La humanidad corre sin poderlo evitar y por necesidad, hacia una gran nueva guerra mundial, buscando ciegamente la dignidad de la especie humana reducida hoy a una vida insectil y ganadera. Porque ante la destrucción total y los soldados embrutecidos, el actual nazismo homosexual sanitario climático no podrá imponerse de nuevo. Y morirán, por fin, los que deben morir en justicia y conciencia.




Iconoclasta

23 de septiembre de 2023

lp--Las jornadas de la misma mierda--ic

Tras una larga jornada de miseria, monotonía y mediocridad cobrando una mierda, llega la hora del descanso y un sueño plagado de horrores y deprimentes mundos.

A la mañana suena el cochino hijoputa despertador, me rasco el culo y fumo, meo y fumo, cago y fumo, sorbo un café de mierda y fumo.

Salgo de la puta madriguera de pocos metros cuadrados donde vivo y me dirijo a un tren borreguero a mi granja de explotación.

Y así un día tras otro.

¿Cómo puede haber un futuro mejor si los hijos nacen condenados a mascar la misma mierda que sus padres?

Cada día se hace más necesaria y lógica la violencia y la muerte. Ellas sí que harán un futuro más esperanzador.

Un futuro mejor que el presente sólo puede existir  con la extinción de los políticos gobernantes actuales y sus afines de repuesto. Incluida su descendencia.

Si no mueren, si nadie los asesina, el futuro es hoy.

Y los borregos mezquinos, aplaudidores de estafadores tiranos no se enteran de una mierda.

Son la puta mayoría votante. Es inaceptable a pesar de llevar tantos años en esta mierdosa sociedad de hijos de puta, no puedo asumirlo.

Ingenuos infantilizados y obedientes sectarios…

Pero acabarán asesinando sin saber porque ni a quién, no tienen cerebro; sólo un viejo instinto primitivo que surge cuando el oxígeno apenas llega a los pulmones. Cuando es tarde y son débiles.

Les ocurre como a las ovejas, que piensan beatas e ilusionadas ellas, que es lógico que los lobos las coman, nacieron para ser su alimento.

No es triste, es sórdida la presente realidad y su futuro próximo.

Sólo la ingenua esperanza de ver la violencia y el asesinato de los que deben morir para construir un futuro mejor es mi única ilusión, mi íntimo e indestructible paraíso de esclavo de la mierda nuestra de cada día.



Iconoclasta

6 de septiembre de 2023

lp--Nacido en cautividad--ic

Vivo en un mundo feroz que sacia su voracidad nutriéndose de carroña y cosas podridas con pornográfica glotonería.

Lo que indica que la humanidad es un ecosistema para buitres y hienas de dos patas y sin alas.

Y el hedor con el que impregnan el aire es insoportable y hace en la noche los sueños enfermos y febriles.

Los malos, mediocres y esclavos amaestrados, hacen un ruido repugnante al alimentarse de los huesos y las vísceras podridas de los cadáveres que temían sobre los que ríen, cagan y follan. Los sonidos masticatorios son obscenos y rituales.

Nací sin la esperanza de ser libre y limpio.

Encontré y acepté lo menos malo, lo sabía; pero para sobrevivir te has de camuflar con la mierda que te rodea.

Lo sufrí en silencio, esperando un brillo cualquiera en el ataúd donde habitaba.

No siento haber perdido el tiempo porque he aprendido cosas, he luchado para no adaptarme. Ha sido un buen tiempo invertido el de mis fracasos.

No lloro y mucho menos por el esfuerzo, como es habitual para medrar en el mundo de los buitres y las hienas.

Y el dolor me hace animal impío. Siempre he pensado que es más fácil matar que follar.

Guardo rencores como tesoros, quiero morir feliz de dejar toda esta mierda y miseria que me ahoga. Que nadie haga olas, por favor.

Soy incapaz de besar al amo, de suplicar o rogar.

No me prostituyo, aunque me luzco haciéndome pajas ante ella, corriéndome y salpicando el móvil. También me gusta meterle la lengua en el coño y un dedo en el culo para que se corra salvaje. Me gusta cuando me la mama con los cojones entre sus dedos. Y me gusta lamer los dedos que saben a su coño, los suyos y los míos. Cuando me monta me gusta alzarla en las alturas con la pelvis, cuando me arqueo corriéndome profundamente en su viscosidad impía que me atenaza el rabo.

No nací libre; pero sí bestia indecorosa. Nada ni nadie ha podido impedir mi salvajismo e indomabilidad. Y moriré así, tan salvaje e incrédulo como nací.

A la mierda el puto epitafio.



 

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

28 de mayo de 2023

lp--La filosofía de los ñus--ic


Parece ser que el pensamiento silencioso global humano es el de los ñus: mueren muy pocos humanos para los miles de millones que viven.

Cuando la cantidad de individuos de una especie alcanza la categoría de plaga, no importan los seres ajenos que mueren a tres o cuatro metros de ellos. La humana es otra especie animal, la premisa es adecuada e idéntica por convicción y experiencia, para ella.

Hasta tal punto se manifiesta la insensibilidad, que piensan acerca del cadáver “Bastante tengo yo con lo mío”.

Estoy seguro de que esa indiferencia hacia las muertes ajenas, es una cualidad instintiva, impresa en el cerebro de reptil del ser humano y todos los animales para preservar la especie de su masiva reproducción y la falta de depredadores para equilibrar el ecosistema.

Las manifestaciones que hace la sociedad, son por y para los políticos y personajes del poder que necesitan notoriedad y piden los llantos hipócritas de la masa humana en nombre de la paz, de la justicia y para un futuro mejor para los que no han nacido. Ante su amo o ídolo la masa humana ve en el acto de fingido duelo algo festivo con el que pasar el tiempo; pero no le interesa lo muerto; solo si hay buena música y cosas amenas que fotografiar para subir al perfil de feisbuc o tuiter.

Y cuanto más sometidas se encuentran las cabezas humanas a las restricciones, prohibiciones y robos del estado o gobierno, más se reduce el radio de indiferencia a los cadáveres.

Llegará un día que caminarán pisando muertos sin sentirse especialmente incómodos por ello.

Sólo en internet, en sus redes sociales, se dedican bendiciones y memes a algunos muertos porque hay que hacerse “oír” y usar el teléfono que ocupa sus manos y su mirada más tiempo del que su inteligencia puede funcionar.

 Solo en internet y medios de comunicación (ya no son informativos, sino doctrinales) hacen gala las reses humanas superiores y esclavas de esa emotividad tan pía y bondadosa, que dan ganas de purgarse metiéndose los dedos en la boca.

La realidad es que los diversos rebaños de seres humanos repartidos por el  planeta, se comportan como los de ñus en la sabana, que pastando con indiferencia en el mismo lugar donde también cagan, a escasos metros uno de los suyos joven, adulto, viejo, lisiado o gestante; es devorado aun mugiendo por los leones.

El número de reses humanas en los diferentes rebaños es tan numeroso que los individuos se insensibilizan a las muertes que ocurren ante sus ojos y en el fondo, algo les dice que es necesaria la muerte.

Y no en tan poca cuantía.

Esta indiferencia o trabajada insensibilidad (al menos la mía) a la muerte ajena explica el porqué las guerras se prolongan tanto tiempo.

La guerra es la máxima expresión de la libertad: matar a otro humano sin consecuencia alguna, como arte cinegético. Sin dar cuentas por ello.

Se desarrolla así cierto orgullo instintivo por conseguir la medalla de ser el mejor matando. Le llaman valor también; pero es solo el lógico embrutecimiento del esclavo al que se le ha dado libertad suprema. Sin mandamientos o leyes que pesen en su comportamiento condicionado por el estado mismo durante la infancia y adolescencia.

El trauma o psicosis de guerra llega cuando al lerdo le arrebatan su libertad de matar.

Hemingway dijo que no hay nada más apasionante que la caza del hombre y quien la prueba no la puede dejar.

Quiere decir esto, que una vez se acaba tu libertad de matar, cualquier otra actividad conduce al hastío.

En la guerra el humano desciende a su más primitivo instinto de caza de supervivencia y una muerte representa, tal vez, un minuto más de vida y más espacio a su alrededor.

Y cuanto más fuerte es la presión, la extorsión y las prohibiciones que el estado ejerce contra él, más humanos cazará o matará con ansia.

Es fácil comprender que sentirá también el honor de ser un medio de selección natural de la especie humana. Una especie de enviado para eliminar individuos que podrían denigrar la evolución de la especie con su mensaje genético defectuoso. Esto es a nivel instintivo, porque no abundan los mínimamente inteligentes para llegar al razonamiento de este ensayo.

Así pues, mejor muerto que volver de nuevo a la paz de la mediocridad y esclavitud de la moral tributaria del estado.

Y que deje de mugir el puto ñu que se están comiendo los leones desgarrando el ano y el vientre, les da dolor de cabeza su congénere mientras pastan aburridos en su ciudades o granjas.

Es como el “Algo habrá hecho”, de las reses humanas adaptadas a las dictaduras y sus crímenes y genocidios.



Iconoclasta


30 de abril de 2023

lp-- Angustia, ansiedad. Qué es y tratamiento--ic

Dicen que hay diversos métodos para tratar la angustia; pero en realidad no se puede tratar o gestionar. Solo puedes distraerte de ella hasta que pase la crisis.

Lo más habitual es el método del alcohol y las drogas; pero yo soy más de cagarme en dios y la puta que los parió a todos.

Y hablar poco, lo mínimo. Volcar mi pensamiento violento en el papel, esculpirlo y que adquiera el poder de las tridimensionalidad.

Se me da bien el silencio, paso horas sin decir ni una sola palabra; como el cazador que debería haber sido, acechando en silencio durante horas en el bosque la posible presa que muchas veces no conseguía y debía entonces recolectar y comer bayas antes de que oscureciera.

La angustia es un trance que nace de tu ignorancia. No sabes lo que te ocurre, no sabes quién te hace daño porque te han educado para creer en el poder de un jerarca y sus dioses. Por tanto ¿qué te hace sentir tan mal si estás protegido en los brazos del poder de los dioses y sus obispos (los políticos lo son, predican su palabra) codiciosos y enfermos de poder? Los que te educaron robándote la infancia para que creyeras en ellos.

Es muy sencillo, el ser humano es un animal triste. Al contrario que el resto de las especies salvajes nace en cautividad y crece para dar su vida al estado y a dios. Toda su existencia está destinada a engordar con oro y dinero a generaciones de poderosos y dioses, sin tiempo a mirar las nubes y si las mira, es porque le han dado un permiso especial para ello.

Como todo animal en una granja o zoo, los humanos se deprimen.

Tu instinto te grita que no naciste para vivir en una granja vertical. Que naciste como animal en el planeta y te tratan como gallina o cerdo en granja.

Eso es la angustia que sientes. El que hayas creído y asumido que alguna ley debe haber en este mundo sobre tu cabeza y que vivir esclavizado es la única forma de vida posible; a pesar de que la historia de esta civilización y sus cimientos no supera los veinte mil años, y el ser humano, la especie más evolucionada de homínidos, dicen que lleva trescientos mil años sobre el planeta.

La angustia es la tristeza instintiva que sientes por esos últimos veinte mil años de generaciones de codiciosos que, por falta de inteligencia y fuerza, eran incapaces de cazar o recolectar. Y comenzaron a parasitar tu esfuerzo, tu vida y tu tiempo. Esos que hace poco más de veinte mil años empezaron a clavarte en el cerebro un orden, una ley, un dios, una policía, un censo y un trabajo sucio a perpetuidad a través de un hechicero que se convertiría en rabino o sacerdote y luego, algunos crearían castas de políticos.

No sabes lo que sientes porque eres ignorante de tu propia especie. Eres un animal que nació para ser libre y lo convirtieron en esclavo. No es tristeza, es la alarma que lanza tu instinto de que esta sociedad o civilización te esclaviza, tu vida como ser vivo, es la más triste del planeta.

No hay falta de espiritualidad alguna, ni de altos valores en ti. Naciste en cautividad y te vendieron a un amo.

No tienes suficiente cultura ni formación propia gracias al oscurantismo del poder para reconocer lo que te ansía, porque tu pensamiento mismo es esclavitud y dependencia. Simplemente has oído que lo llaman angustia, ansiedad, depresión o ataque de pánico. Incluso trastorno bipolar.

Eres un pobre animal en una granja y tu instinto animal se rebela. El leopardo loco que da vueltas en la jaula rugiendo lastimosamente porque te asfixias. Porque no queda nada de tu especie en ti. Nada de lo que sentirse orgulloso cuando te metes con cientos de reses como tú en un vagón o en una carretera hacia tu centro de explotación.

Y la angustia la desencadena esa compleja química que se pone en marcha por orden de tu instinto para avisarte que algo huele mal en tu vida, que no es así como debieras vivir. Es justo la misma angustia o expectación del cazador frente a su presa en atávicos tiempos, la de urgencia, la de apremio.

Una angustia o tristeza existencial que surge periódicamente, y te roerá el ánimo hasta que consigas entender dónde te encuentras, con quién y en qué condiciones. Una enfermedad propia de una sociedad decadente, ya a punto de venirse abajo. Cuanto mayor es el nivel de opresión, más se rebelan los instintos y se impondrá la ley del más fuerte que no teme armas ni prisiones. Morir por morir, mejor eliges tú el cómo y el cuándo. O lo intentas.

El poder de la civilización actual, quiere borrar de sus reses todo rastro de naturaleza humana y ahí radican los problemas: no puedes dar caza a quien te esclaviza porque pervirtieron durante toda tu infancia y adolescencia tu esencia, tienes una orden programada. Debes ser una res ejemplar, mansa, obediente y, ante todo productiva; es difícil romper la programación incrustada durante tantos años.

Si en Filipinas gritan por miedo al calor, todo el planeta grita al mismo tiempo. Como en las películas las vacas sedientas de un rebaño corren en estampida al agua que huelen. Son reses ya globales, en lugar de llevar etiquetadas las orejas, las han dotado de celulares, de teléfonos “inteligentes”.

El problema está que el animal que ha nacido en cautividad, no se adaptará o morirá en libertad. Tal vez eso es algo que sabes; pero gracias al adoctrinamiento recibido en tu infancia, vuelves a la línea de programación: que una vida sin leyes, sin poderosos y sin dioses, no es posible, sería el caos.

Te equivocas, el dogma que te implantaron es mentira. No se produjo ningún caos durante los cientos de miles de años (toda la historia real de la humanidad) en los que el ser humano nacía y vivía libre. Donde evolucionó en inteligencia.

Si eres consciente de ello, de tu naturaleza, pasará pronto la depresión y reconocerás que no es angustia, es simplemente rebeldía. Y entenderás que debes seguir el juego a los granjeros o dioses, porque te matan de hambre o a tiros si no lo haces; reconocer esto es importantísimo para tu salud mental. No tienes otra opción hasta que llegue el momento de reconquistar al ser humano como especie libre.

No te preocupes, cada vez son más los cerdos humanos de granja que no saben porque se deprimen o se sienten acosados por algo, o alguien. La sensación de que algo malo va a pasar no es un don adivinatorio o parapsicológico, es un aviso de lo más recóndito de tu cerebro: estás viviendo una mala vida, indigna.

No vayas a un psicólogo o psiquiatra, ellos se limitan a ajustarte de nuevo adormeciendo tu atávico instinto con meta drogas. Y colocando leyes, sacerdotes y políticos en el aparador principal de tu pensamiento.

Es todo una mierda, lo hicieron mal, te deformaron cuando destruyeron tu infancia y tu juventud en ser amaestrado.

A la fuerza tiene que pesarte. Es normal y lógica esa tristeza, ese ataque de pánico que no lo es. Porque se trata de puro arrebato, rebelión.

Hasta que un día enciendas un cigarrillo asqueado de trabajar para darte un respiro, solo para ti, sin dar explicaciones a nadie y en contra de lo establecido en las normas de la empresa y gobierno. Y en medio de ese humo que aspiras y exhalas pensativamente, puedas ver en una difusa y vaporosa pantalla en lo que te han convertido y en lo que te espera.

Pero tranquilo, puedes distraer la angustia durante el fin de semana: unos litros de ginebra, unos gramos de coca, unos porros de maría, un par de ácidos; una paliza a la parienta y el lunes estarás como nuevo para comenzar tu semana laboral esclava. Olvidado ya lo que pudieras haber razonado en un arrebato de claridad, lo que realmente eres y quienes son ellos, el poder.

Lo verdaderamente deprimente, es que por ti mismo seas incapaz de saber lo que ocurre en tu cabeza. En tu naturaleza.

 

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El cielo que nos robaron.

No somos lo que debemos.

Porque nos lo prohibieron, emplearon nuestra infancia y juventud en ello.

El recuerdo de tantos años de niñez y juventud bajo el adoctrinamiento de esta sociedad o civilización, nos dejó una cicatriz que huele rancia en el pensamiento, una suciedad que no podemos quitar. Una violación que nunca olvidas.

A unos destruyeron como humanos puros. Otros nos sentimos silenciosamente orgullosos de ser libres y no globalizados o infectados por el pensamiento insectil de un rebaño.

Nuestras certezas viajan invisibles entre las potentes frecuencias de la mediocridad y su uniformidad.

Ambos, los conversos y los libres pensadores, perdimos la infancia y la juventud (nos las robaron) en las escuelas de acondicionamiento a la esclavitud que eran todas: castigos, himnos, leyes, credos, normas, tradiciones, patriotismos, urbanidad (mezquindad de rebaño), sociales (historia amañada) y autoridades: obediencia y respeto.

Pero en la adultez unos nos desprendimos de ese pelaje piojoso con el que pretendieron uniformarnos. Imagino que nacimos con una corteza dura que protegía al cerebro de la doctrina de la esclavitud y la mansedumbre.

Caminamos relajadamente porque no nos preocupa la moralidad del rebaño ni la patria que dicen que tanto hay que amar. No es extraño que despreocupadamente marque con orina mi territorio o como decían en el colegio: “mi patria”.

Nuestro hogar es el planeta; pero si para tranquilidad de los mediocres hemos de gritar “¡Viva mi patria!”, lo hacemos, somos buenos actores, aprendimos cinismo en la escuela para sobrevivir. Y luego escupimos para limpiarnos del veneno de la mezquindad.

Realmente hemos pensado al gritar: “Ni amo ni dios”, sin entusiasmo, porque lo pensamos a un millón de revoluciones por minuto todos los días. Es algo congénito, un acto puramente instintivo como rascarse el culo al despertar.

En lugar de redacciones bobas de montaña y mar y vacaciones y familia y amigos; escribimos y describimos el mundo y lo que contiene de maneras que a nadie gusta, o les hace toser.

Y ahí está nuestro gran triunfo, en ser la minoría incorrupta.

Llevamos las de perder, en las falsas democracias, la mayoría sin cerebro gana.

Nos jodemos.

Nada nuevo bajo el sol.

No es extraño que sintamos esporádicos y breves ataques de una angustia surgida de vivir en un tiempo y lugar que no es nuestro, que no pedimos. Con la fatalidad de haber nacido en una civilización o sociedad esclavista y mezquina que devora al ser humano como individuo y le mete cosas en el culo para que se obsesione con el ano y no con la imaginación que, pudiera ser inadmisible e ilegalmente creadora.

Sabes que las ciudades son criaderos humanos, que el poder hace muchos siglos entendió que cuantas más reses humanas criara en sus tierras, más riquezas ganarían cobrándoles el impuesto por respirar, por vivir en su feudo o país. Se construyeron miles de grandes ciudades verticales.

La religión, la política y la economía, técnicas de pura industria ganadera, tal como el vacuno. Y se crearon razas humanas más mansas y obedientes por simple selección de crianza de forma espontánea.

Y ahora que son tantas las reses estabuladas y cuesta demasiado dinero alimentarlas, matan/sacrifican a las viejas que no rinden y prohíben el pastoreo al aire libre de las activas. Y así siempre encerradas para recaudar/robar el dinero que gastaban en ocio porque no lo necesitan ya. Tienen teléfonos y televisores para ver el mundo aposentadas sobre sus grasas y excrementos. Están aterrorizadas en su ignorancia por la superstición apocalíptica del clima predicada por el poder. Las vacas humanas darían a sus crías en holocausto a sus amos poderosos si así se lo pidieran/decretaran por evitar el apocalipsis que se avecina.

Así, conociendo la historia sin pasión, fríamente (si acaso asco) tranquilizamos al animal que llevamos dentro y está nervioso: “Tranquilo, bestia, desahógate. Ya ves como ha ido la historia, no te agobies, es irreparable. Son unos hijoputas y algunos morirán antes que nosotros, así que disfruta de ello, de lo que puedas; porque no hay tecnología para escapar de este planeta”.

Y mientras la angustia se apacigua y se forja un tonto orgullo, fumamos un relajante cigarrillo que nos llena los pulmones de todo aquello que en la escuela, catequesis y telediarios adoctrinaban que era malo.

Soñamos con cazar, comer y follar salvaje y libremente. Con morir…

Luego, dormiríamos agotados de cara al cielo que nos robaron los adultos cuando éramos niños.

Como debería haber sido, si no hubiéramos tenido tan mala suerte al nacer.

 

 

Iconoclasta


17 de febrero de 2023

lp--Animales libres y animales con pecado original--ic

Es hermoso ver a los patos nadar río abajo y arriba. Divagando con vete a saber qué, mientras sus patas funcionan automáticamente, ajenas a su pensamiento. Es divertido observar cómo se dejan llevar indolentemente por la corriente y de repente, cambiar de opinión e ir en contra sin esfuerzo alguno, disfrutando de ser ellos.

Solo les falta fumar.

Reflexionar que son perfectos y hacen justo lo que deben, una línea de pensamiento que surge de una forma natural.

No están obligados a pagar por el pecado original o el de haber nacido y sacrificar fuerza y salud a un dios o un líder por el simple hecho de vivir.

El ser humano en sus sociedades antihigiénicas, antiéticas y criminales debe pagar caro el haber nacido. El ser humano en sus sociedades antihigiénicas, antiéticas y criminales debe pagar caro el haber nacido. No existe en el mundo, salvo los animales de ganadería, otra especie que nazca con pecado original y condenada al tributo o sanción por haber nacido. O deberíamos decir “nazido”, con absoluta propiedad y sin faltar a la realidad.

Ningún ser no humano del planeta puede imaginar ser culpable de vivir. Solo la humanidad tiene la suficiente deficiencia mental para no concebir la vida sin pecado, ni pagar caro con una cadena perpetua a trabajos forzados y humillación el respirar.

Un primer mono humano creó una sociedad donde el nacido es culpable y está condenado hasta la muerte.

No es el gran secreto de la vida precisamente.

No digo nada nuevo, solo me limito a describir mis observaciones de la naturaleza y los hechos evidentes.

En algún momento un humano incapaz e inútil para la caza o subsistir; pero con el don de la envidia y la codicia, decidió vivir a costa de su clan de unos pocos monos. Y la humanidad evolucionó desde ese hijo de puta y de los idiotas que no le aplastaron la cabeza con una roca. Evolucionó endogámicamente desde esos genes que la definirán hasta su extinción.

Y así hasta llegar a este momento, donde un ser humano, yo, debe escribir lo que es obvio para no olvidar ni por un segundo que es descendiente de un cabrón que no tenía la suficiente inteligencia y fuerza para cazar. Y por envidia y ambición lo estropeó todo convirtiendo a todo ser humano recién parido en criminal por vivir. Y claro, a los criminales hay que tratarlos con mano dura y darles unas cáscaras de premio si muestran obediencia.

No hay que olvidar que el humano es esclavo de sí mismo por su intelecto inexistente, ergo también de la envidia y la codicia de los no aptos para la libertad: los gobernantes o líderes que nacieron sin habilidades para sobrevivir y tuvieron que parasitar a los aptos, que llamaron pecadores originales para seguir en el poder con la invención de dioses en forma de triángulo, becerros, toros, corderos, serpientes...

La especie humana es una de esas mutaciones que no debería haber sobrevivido; pero por alguna aleatoriedad supo hacerse parásita en el planeta.

Todo humano es pecador al nacer según dogmas, según políticos o religiosos (no hay nada que los distinga en esta era ya tecnológica).

Según los poderosos (con “j” inicial por favor) para mejor definirlos.

Es una ofensa a la dignidad y la razón que solo afecta a unos pocos seres humanos con una inteligencia eficaz que trabajan sin otra opción para alimentar a los puercos por una mera cuestión de supervivencia, no por respeto o porque se crean culpables de algún pecado original de mierda religiosa. Porque la religión es y era política, no hay diferencia. De ideologías y dogmas se alimenta la actividad insectil de la especie humana en su cobardía, envidia y estupidez.

Por otra parte no hay donde elegir por mucho que conozcan la realidad. Deben hacerlo porque han sido paridos en un mal mundo, en una mala sociedad digna de ser exterminada y erradicar su podredumbre que afea el planeta. Les prohibieron aprender y ejercer su naturaleza, les castraron su posibilidad de vivir libres y por sí mismos apenas nacer.

Que nadie se crea que nací indigno e incapaz como aquel primer mono con ambición por frustración, o de aquellos pobres idiotas que lo obedecieron cuando pudieron matarlo.

Soy consciente de la mierda con la que intentaron cubrir mi pensamiento, mi inteligencia, desde el momento en el que nací.

Afirmo sin duda ni retórica que la vida de cualquier ser humano es más mísera, pobre e indigna que la de cualquier otro animal en el planeta. Y esto, es un hecho, por mucho que quieran aplicar filosofías que solo son pobres sofismas para el consuelo de tantos miles de millones de seres ya, subhumanos. Nacidos con el pecado original y su condena.

(Recuerdo vivamente aquel dibujo del libro de catecismo en el colegio, que indicaba en qué lugar de la cabeza del bebé se encontraba el pecado original.)

Es denigrante la cochina realidad…

Aquel gran error de imbecilidad e incapacidad de hace cientos de miles de años, cuando no mataron al más débil del clan. A aquel primer ambicioso inútil que grabó sobre la genética humana la única y exclusiva mirada que caracteriza desde entonces al ser humano, única en el planeta: la de la envidia. El verdadero y real estigma humano.

No murió lo que debía, es así de simple y trágico.

Una gran desgracia que se hizo una bola gigantesca hacia la degeneración y decadencia de una especie, de las más jóvenes del planeta y que afortunadamente, no tardará mucho en extinguirse dejando espacio a las especies perfectas, libres de los pecadores originales.

Lo importante es que desaparezca la especie humana, no salvar a las abejas.

Ojalá pudiera lavar mi sangre de aquella mierda heredada de los imbéciles.


El nacimiento del primer líder humano.

Grar decidió no salir a cazar con la partida al amanecer. Pensó que mejor era alimentarse de lo que traía el resto de la manada de monos humanos. Si alimentaban a la vieja mona, a él también.

Ya mostraba el brillo de la mirada envidiosa que caracterizaría para siempre a la especie humana. Aquella envidia le daba una inteligencia del engaño y la codicia, que no eran aptas para la supervivencia por sí mismo. Nunca se le dio bien cazar y a menudo era humillado por los cazadores útiles.

Se quedó en el asentamiento a pesar de los gruñidos de reproche del resto del clan.

La vieja hembra a la que Grar envidiaba, apenas podía caminar, su cadera atrofiada y deformada no daba más de sí. Se quedaba al cargo de la vigilancia, para avisar con gritos a la manada en caso de invasión de un clan rival.

Grar y la vieja Bruhr se gruñeron con hostilidad cuando la manada se internó en el bosque.

La vieja mona, con desprecio, lanzó al rostro de Grar un puñado de tierra y hojas. El macho inútil tomó del suelo una gruesa rama y la golpeó hasta matarla.

Hasta que la cabeza se fundió con la tierra.

Con la sangre de la mona se embadurnó el rostro y esperó a que llegara la partida de caza dormido al sol en un claro cercano.

Al atardecer, las cinco hembras y los ocho machos, llegaron al asentamiento con tres torcaces, dos conejos y un jabato.

Gritaron y gruñeron asombrados y furibundos al ver el cadáver de la anciana y el rostro ensangrentado de Grar. El macho alfa, Trun, un tipo pesado y osco, se lanzó con el puñal de sílex hacia el asesino.

Grar había atado a la rama una gruesa piedra. Antes de que el puñal se acercara demasiado, la maza golpeó a Trun que cayó muerto en el acto con un surtidor de sangre manando de la sien.

Acto seguido, Grar se acercó a uno de los monos más jóvenes, no más de diez años; ante la mirada atónita de la manada, le golpeó las tibias y el pequeño cayó al suelo aullando. Siguió golpeándolas hasta hacerlas pulpa. Le arrebató el conejo que aún llevaba en la mano y lo devoró desgarrándolo con dientes y dedos. El resto de la manada, de una forma inaudita, se acobardó. Ningún otro macho o hembra se atrevió a retarlo.

No mató al pequeño. Hizo guardia a su lado para que nadie se acercara a ayudarlo. El crío, con toda probabilidad debía sufrir una trombosis pulmonar por las heridas, cada vez que respiraba tosía débilmente y expulsaba sangre. 

Cuando comenzaron a asar el jabato, Grar exigió blandiendo la maza, la mitad del asado.

El pequeño que aún no tenía nombre, fue ignorado en su agonía. Un enjambre de insectos nocturnos cubría sus muñones ensangrentados y las garrapatas se engordaban enganchadas en brazos y nalgas. Lentamente se debilitaron sus gemidos y se convirtieron en rápidos jadeos. En un momento dado intentó coger aire y vomitó una gran bocanada de sangre. Murió por fin poco antes del amanecer.

Y así fue en aquel amanecer, Grar era ya el primer líder político-religioso de un asentamiento humano.

Folló a las hembras y parieron monos muy parecidos a él. El resto de machos, obedeciendo a Grar, no solo debía cazar, sino conseguir nuevas hembras robándolas de otros asentamientos. Antes de llevarlas ante Grar, eran montadas por los raptores en el bosque.

La manada de monos humanos, creía que la agresividad de Grar les protegería de otras tribus rivales.

No era así, Grar no era valiente con quien no conocía. Negoció hembras y crías como esclavos y comida a clanes rivales y se aliaron. Se formaron los cimientos de los gobiernos.

A partir de aquel momento, los individuos serviles y no aptos para la caza y la supervivencia hicieron coro de adulación a los dominantes inútiles, y se convirtieron en hechiceros o en acusadores: jueces religiosos, adivinadores… Toda la parafernalia parasitaria de toda sociedad.

Los crías que nacían, mayoritariamente portaban el gen de la obediencia y el miedo de forma ya irreversible.

Descendemos de aquellos envidiosos y de aquellos cobardes. Y nada ha variado salvo la decoración.

Y que nadie se equivoque, los monos inteligentes y creadores han sido la excepción en estos centenares de miles de años, el resto de monos simplemente usurpó el conocimiento y los descubrimientos de aquellas pocas rarezas con inteligencia inventiva e investigadora que surgieron como anomalías o mutaciones.

En los últimos cinco mil años se perfeccionó y asentó la cobardía y la envidia en el ADN humano gracias a la higiene y el conocimiento de la curación o medicina, que dieron una vida más longeva a la humanidad y por tanto, se produjo una reproducción ratonil de los seres humanos convirtiéndose así en una amenazadora plaga.

Si no hubiera sido por esas pocas mutaciones humanas con inteligencia que prolongaron la vida humana, a día de hoy lo único humano que se encontraría en el planeta estaría grabado en una piedra, sería un fósil.

Más que sufrir el pecado original, la especie humana debería sentir vergüenza de lo que pudo ser y fracasó: un animal digno sin pecados, sin una vida humillada desde el nacimiento mismo.


Iconoclasta


20 de mayo de 2022

Ensayo de la antipatía

La antipatía es el medio que usan los envidiosos y frustrados para imponer distancia o alejar a otro más inteligente. En el caso de evitar a un timador o ladrón a mano armada, no se usa la antipatía, solo la violencia.

También le sirve al rico para mantener la distancia física al pobre si no tiene nada que robarle o exprimirle.

Siempre ha sido así. Se trata de una degeneración ganadera y endogámica desarrollada en las granjas humanas o ciudades, de su atávico instinto de territorialidad.

Y ha degenerado pero bien; porque ahora el más fuerte es el que más dinero tiene. Si no se cumple esta regla, para ello se inventó el delito de asesinato: cuando ya cansado le pegas una buena paliza y matas al “más fuerte” o rico.

Este invento del delito de asesinato es la forma de preservar a los más ricos de los que realmente son fuertes; que es en verdad la eterna lucha que existe en las granjas humanas o ciudades: la riqueza y su abuso contra la fuerza bruta de los pobres.

Valga decir que cuando el rico se da cuenta de que físicamente no es el “más fuerte”, sufre un agudo ataque de simpatía hacia el pobre.

Hay que joderse con lo mucho que se ha podrido la especie humana. No hay nada que se salve de ella. Por ello está en pleno proceso de auto extinción.

Penalmente, según la ley de los ricos o poderosos (la única que existe), si le das una hostia (en caso de tener tan buena oportunidad de cercanía), una buena bofetada a cualquier presidente de mierda de cualquier nación elegida al azar; te condenarán a una pena equivalente al asesinato de treinta personas no ricas o no poderosas. Y sin indulto posible, ya que los indultos son solo para los ricos, para los poderosos o como liturgia sectaria de los estados para demostrar que son magnánimos con algún pobre hijoputa que han encontrado en una mazmorra.

O sea, cada rico o poderoso supera con creces el valor de treinta personas. Esta treintena es un valor simbólico, porque el estado cree que es mucho más y no quiere angustiar demasiado a sus porcinas reses humanas con cuantías reales.

Ello explica también porque la justicia de los ricos ha dosificado coronavirus a la población: necesitaban tenerlos encarcelados y bajo control veterinario. Y por otra parte, como les han quitado comida y sustento vital, los tienen que engordar con anabolizantes (vacunas en jerga fascista) para que sigan produciendo lo que deben (excrementos y orina para abono, o bien trabajo en empresas) para la satisfacción, riqueza y engorde de esos ricos y poderosos, como Bill Gates, entre algunos pocos multimillonarios, o cualquier otro porcino jefe de estado y su cártel de delincuentes.

Los Uriah Heep, especie de ponzoñosa envidia enmascarada de adulación y falsa humildad, transmiten una rápida antipatía; con solo mirarlos se te erizan los vellos del coño si tuvieras. Siempre han estado de actualidad, y ahora, con las redes sociales fotografían sin pudor la miseria de su alma para dar más difusión a su cerdez. A algunos se les conoce también como influencers.

Cuando te adulan para que los adules, te hacen un anal dolorosísimo. No suelen ser muy poderosos para el estado; por lo cual pegarles una buena paliza sale barato.



Iconoclasta

17 de mayo de 2022

España: zona de guerra

El Nuevo y Normal Estado Penitenciario Fascista Español, en connivencia con los cárteles fascistas autonómicos, trabaja exclusiva y afanosamente para eliminar toda libertad y todo pequeño placer de la población.

Este acto de asfixia del estado requiere una respuesta de ira y violencia.

Y es ya prácticamente inevitable la lucha y la muerte.

Los criadores de cerdos (el estado español, en este caso concreto) han podido constatar con el coronavirus, la cobardía, sumisión y mansedumbre del pueblo español y han decidido cargar contra él como una apisonadora con la cruz gamada como insignia.

De hecho, las libertades han sido ya arrasadas junto con las necesidades puramente biológicas humanas. Prohibir o negar (censura y oscurantismo dogmático en educación, arte, cine y literatura entre otras cosas) los pequeños placeres (fumar, moverse libremente por la naturaleza, paseos nocturnos) será la culminación de un  totalitarismo feroz que solo puede erradicarse con una guerra abierta, por supuesto, decididamente letal.

España, con sus taifas y caciques autonómicos de corte neonazi, ya es zona de guerra, aunque la gran mayoría española aún no lo sabe. No lo sabrá hasta que los criadores de cerdos (el estado) les arranquen a los cerdos o habitantes a sus hijos de los brazos en el momento de nacer para, decidir si al bebé se le mutilan los genitales o es apto para la reproducción.

Los próximos que nazcan van a ser castrados genitalmente bajo supervisión socialfascista, es decir, eligiendo la cría a no emascular según la mansedumbre y afección al fascismo de los progenitores (imprescindible el brazalete nazi o pasaporte covid). Después serán vacunados con el virus de la cobardía y mansedumbre: el coronavirus o covid 19 que ya administraron hace más de dos años los gobiernos nazis o falsas democracias (preferentemente occidentales) del planeta a su ganado porcino humano.

Yo lucharé en el bando de la libertad, aunque dure solo un segundo. Un segundo de vida en el que no moriré como un manso de mierda.

Que no sueñen estos nazis hijoputas que les voy a comer la polla o el coño ni por un momento.

La libertad bien vale la muerte, porque esta mierda nazi no es vida. Es esclavitud, cerdos en una pocilga hacinados (la población de las grandes ciudades) y unos criadores sin escrúpulos (los jerarcas y burócratas gobernando) ahogándolos en sus propios purines, con las instrucciones y asesoría de unos veterinarios corruptos y traficantes de drogas (sanidad nazi, OMS).



Iconoclasta

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10 de mayo de 2022

Las sagradas escrituras o manuales para la cría de esclavos


Es un error creer, asumir y acatar lo que está escrito con certificado de antigüedad. Con la excusa del atavismo.

Si ello ocurre (el acto de fe) el acatamiento se debe a que la conciencia social ha degenerado y caído a la altura de los insectos coloniales. Donde el pensamiento único no es más que la orden de una gorda reina que lanza pequeñas descargas eléctricas a las estúpidas obreras. No existe así, humanidad, no hay rastro de ella.

Cuanto más antiguas son las leyes y mandamientos, más dirigidas están a explotar y castigar al esclavo. Fueron creadas para proteger y enriquecer a los amos.

Actualmente al esclavo se le conoce como obrero o trabajador; y el amo es el político, el sacerdote, el juez, el militar y el millonario.

Las leyes no cambian y si cambian es a peor, porque a medida que pasa el tiempo se suman más clases a la categoría de amo.

Con el neonazismo surgido con la pandemia de coronavirus y su catecismo de conversión de la colectividad humana a colmena de conciencia insectil, estéril y dócil; todo decreto, ley o “prudencia”, adquiere carácter de precepto religioso, acatado como acto de fe entre los esclavos de esta fracasada y muerta sociedad del conformismo cómodo y el consumismo paranoico e irracional.

Cuando la cobardía y la abulia se convierten en virtud, la violencia y su selección es necesidad biológica.

O un meteorito provoca una extinción rápida que elimine una plaga (la especie humana degenerada) o que las armas no cesen hasta que mueran los necesarios.

Son cosas que se piensan de una forma natural cuando gozas de la sabiduría adquirida con la experiencia de malvivir en una degenerada sociedad sin valores y dependiente de los amos y sus medios.



Iconoclasta

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30 de julio de 2021

El dolor de las cosas


Si existiera el dolor en las cosas seríamos sádicos psicópatas, porque no importaría cuanto dolor se infligiera; las cosas están para usarse, el dolor sería un problema exclusivo de ellas, como es el de los animales de granja su degollamiento y descuartizamiento.

La simple idea de que una cosa sufra es absurda, ni siquiera en un ejercicio de gran imaginación la imagen se sostendría, sería simplemente estúpido; pero dado el caso, no puedo imaginar la gran cantidad de millones de seres humanos que disfrutarían provocando ese dolor.

Es una reflexión demasiado rebuscada, por mucho que quieras imaginar un vaso doliente, por ejemplo, solo conseguirías hacer de tu imaginación una pérdida de tiempo que ni originalidad aportaría. Hay cosas mejores que imaginar.

Tal vez sea ahí, en esa pérdida del precioso recurso imaginario, donde reside la muestra más insana de la humanización de las cosas, en la novela de Lewis Carroll, Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.

Realmente, la psicodélica novela no tiene nada de maravilla, no hay aventura; es una auténtica pesadilla llena de extravagancias y crueldades que como niño nunca me gustó. Me llevaba a pensar que Alicia era simplemente idiota y tuvo la mala suerte de ir a parar a un mundo de mierda, donde todos hablaban mal, deprisa y sin sentido. Tantos personajes dementes y tarados… Me incomodaba mucho ver la película. Y por supuesto, el libro ni siquiera lo ojeé.

Como adulto, aprecio el elevado grado de surrealismo, es una obra maestra de lo enfermizo y onírico, a media película se hace ya cargante; pero nada es perfecto. Tiene una descarnada originalidad, aunque vaya en detrimento del argumento, su claridad. Al fin y al cabo, el argumento es absolutamente secundario en el surrealismo cuyo único fin es generar imágenes oníricas o extrañas que impacten en el lector o espectador.

Aun así, a pesar de lo imposible del dolor de las cosas, si un vaso sintiera dolor por beber de él, lo lanzaría al suelo para observar como sufre. No soportaría que nada me complicara más la existencia. Que otra cosa más se sumara a la colección de idiotas que deambulan por el planeta jodiéndome con su solo respirar, me abocaría a un homicida humor.

Apenas habría diferencia entre las cosas y los seres humanos (en muchísimos casos que podría enumerar, se cumple el parecido). Los seres humanos con cosas, lo sé porque se lamentan por otras cosas que simplemente temen y también son usados para matarlos en guerras sin que sirvan para nada y a pesar de ello, obedecen como tiernos robotitos a los que les meto petardos entre sus brazos mecánicos para hacerlos volar en pedazos en las verbenas.

Hay muchas cosas humanas que por una cuestión de vergüenza, prefieren hablar de dolor en lugar de miedo. Al menos el vaso sería una cosa doliente con dignidad en su mudo dolor.

El soldadito de plomo, una de las historias más tristes de la literatura, es otro ejemplo de humanización de las cosas para convertirlas en mártires en esas parábolas infantiles para el amaestramiento de las crías humanas en la infancia. Muestra un amor tan excelso y paranoico que sería incapaz de sentir un ser humano. Se le puede perdonar tamaña osadía por ser una cosa. 

Si mi cafetera se lamentara por el fuego, la golpearía hasta deformarla y hacerla inservible, no quiero más mierda a mi alrededor.

Solo soporto el dolor de las putas cuando las follo, porque para eso pago.

Siempre he sido hiperrealista, cosa que me hace ser un hijo puta en lugar de ser un imbécil cobarde sensiblero.

Respecto a la literatura, todo lo que es mentira o invención, es un bálsamo contra esta grisentería que hoy más que nunca se extiende por todo el planeta como un hongo que todo lo pudre infectando a millones y millones de votantes, mártires y santones que lo habitan.

Evoco aquellos naipes soldados de Alicia flipando con las setas alucinógenas del bosque. Su geometría ridícula y aséptica, fea y simple como lo es un cuadrado, recuerda sospechosamente a los playmobil o muñecos lego.

Si he de tener un juguete, que sea alguno con el que me pueda identificar, algo digno que se parezca a un ser humano, a mí. Y no un cubo con patas y cabeza con pelocasco.

Carroll veía aquellos naipes idiotas como a la chusma con la que tenía que relacionarse en aquellos tiempos victorianos, eso es lo que intuyo.

Y desde hace muchos años los muñecos tipo playmobil y lego se imponen como la nueva estética que debería tener el ser humano, para que los niños se hagan cuadrados, sin apenas más ángulos que los rectos, los menos imaginativos y los más simples. Que no sueñe la infancia humana con una anatomía corporal que evolucionó para la caza, el trabajo, el combate, el esfuerzo, la reproducción.

Con naipes y muñequitos geométricos, pretenden censurar y borrar del imaginario de las bestias humanas, su capacidad violenta que los hizo llegar a la cima de la cadena alimenticia y lanzar cosas al espacio. Incluso matar con más rapidez y facilidad. El coño y la polla… Es feo decir semejantes cosas, pero usarlas, si te callas, no es problema.

Hay gente que escupe como si tuviera una polla en la boca cuando lee “follar”. Me gusta provocar esos ademanes de rechazo. Es mi lenguaje y lo uso como me sale del nabo y no como un playmobil maricón; selecciono cuidadosamente cada palabra.

No puedes quedarte solo con una parte del cerdo. Somos indivisiblemente todo eso: toda esa violencia y ternura. Todo ese ingenio y toda esa brutalidad. Todo ese furor y odio que marcará la diferencia entre morir y vivir.

Como se ha visto en esta misma era moderna, cualquiera que quiera castrar al ser humano de una de sus características, conseguirá solo un imbécil, una cosa amorfa de lo que antes era. Las hormigas, no sienten plenamente dolor, son idiotas y simplemente se lanzan mensajes de alarma, según dicen los entomólogos. Es lo que ahora pasa con los seres humanos y sus epidemias de redes sociales y democracias venenosas para la especie humana.

Sería entonces acertado decir que las cosas sienten dolor.

La infancia se ha de sentir monigote y orgullosa de serlo. ¡Qué pena!

Deben aprender a barrer, en lugar de hacerse fuertes, ingeniosos y hábiles con sus peleas infantiles y juegos que solo a los tarados les parecen “violentos”. Mejor comprarles una escoba y un recogedor y se habitúen ya a recoger a la mierda que tiran sus amos, aquellos que les permitirá elegir el color de la escoba y recibir alguna vacuna como premio a su obediencia.

Vota et labora, cosa de mierda.

Si las cosas padecieran dolor, compraría muñequitos cuadrados cada día para pegarles fuego con afán pirómano.




Iconoclasta