Naces y apenas has dejado de mamar te meten en una serie de centros de educación y doma que te roban una cuarta parte de tu vida: la infancia y la juventud, las más importante y útil para el correcto desarrollo de cualquier mamífero. En definitiva, te convierten en un animal nacido en cautividad.
¿Cómo no vas a ser un crédulo y buen contribuyente tras quince o veinte años de doma y castración mental por el estado/dios? Y si no lo fueras, serías un paria también obra del estado/dios del que sacarán beneficio también.
Es lo peor que le puede pasar a cualquier animal: nacer en cautividad.
Pero no eres consciente de tu cautividad y naturaleza rota. Tras todos esos años de castración mental (incluso físico/biológica en ya gran número) y adoctrinamiento eres incapaz de imaginar otra forma de vida y mucho menos la libertad.
Lo siento… No tuviste la más mínima oportunidad al nacer.
De morir esclavo y con veinte años tirados a la basura no te libras; pero tu muerte puede ser digna si mueres sabiendo lo que te han hecho. Diciendo adiós a todos esos hijos de puta que te robaron la infancia y tu naturaleza, que aniquilaron tu instinto de libertad y creatividad.
Déjalo escrito para los que nazcan, por si alguno como yo nace y asiente a lo que lee: “Sé lo que hicisteis conmigo, puercos hijos de puta”.
Y que se metan a sus queridos filósofos clásicos por el culo, aquellos tanto te hicieron estudiar para ser una buena res adaptada y servil al estado/dios. Que se vayan a la mierda aquellos decadentes “sabios clásicos” que se alimentaban sin dar un palo al agua, declamando su diarrea mental mientras un esclavo les lamía los pies. Aquellos primeros precursores homosexuales pervertidos que luego mutarían en los actuales aristócratas: pedantes políticos timadores y usureros.
Iconoclasta