Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
7 de junio de 2015
Mejor muerto que asistido
Una pareja de ancianos charla en una de las mesas de descanso de un camino entre las montañas, han elegido la sombra, cosa rara porque los viejos suelen buscar sol; aunque es un día caluroso, es natural.
Yo paseo solo y dejo que el sol me avasalle, me gusta sudar, me gusta que las gotas de sudor caigan por mi rostro, como si sufriera.
No voy a analizar el porqué, sudo y no me complico.
La de los viejos es una imagen bonita, con cierta ternura y nostalgia; pero no me engaño, los observo largo y tendido e intento verme en sus pellejos.
No me convence.
No puedo asimilar estar con alguien en la vejez para sentirme aliviado o acompañado para nada, por pura cobardía senil. No es mi meta, no es mi ideal. No quiero ser la muestra de lo que es llegar a la vejez y tener compañía tal y como está insertado en el imaginario humano, como un ideal de plenitud antes de morir.
Me paso por los huevos ideales y tradiciones.
Insisto hay algo bello en ello, pero siento una especie de alergia.
Perdóneme padre, porque nunca he pecado, tengo mis leyes.
Sé que he nacido para estar solo, para morir solo sin pensar que un día podría necesitar a alguien que me ayudara o apoyara. Si llegara ese día, prefiero estar muerto que asistido.
Me gusta zanjar cuestiones, eso deja espacio en mi mente abarrotada de miserias.
Soy salvaje en esencia, solo busco la caricia en un momento breve y determinado del día, el resto lo necesito exclusivamente para mí. Soy gato, soy felino.
O quisiera serlo y no hacer el ridículo.
Me molestaría dedicar demasiado tiempo a alguien cercano. Ya es tarde, fue tarde desde que nací, los ideales sociales no han conseguido encajar en mi cerebro.
También ha habido voluntad por mi parte.
Pongamos que prometo no quejarme cuando solo, me enfrente a la muerte o a los dolores. Sabré salir por una puerta de emergencia dado el caso.
He tenido tiempo de entrenarme.
Aún a costa de follar menos, no tan habitualmente. No importa, es más importante la libertad que meterla. Siempre.
Y cuanto más me sumerjo en el aislamiento, mejor me siento. Creo que no soy de este planeta, no debería serlo. Me podrían desterrar a otro mundo, tampoco iba a llorar. Incluso podría ser un favor.
Comparto tan poco con los humanos, que tengo que dedicar como tarea obligatoria caminar un rato por la ciudad para seguir entrenado en la práctica de la vida.
Cada día me cuesta más esfuerzo pasear por las calles cruzándome con humanos y tomarme un café, cada día la sensación de estar entre la gente es más incómoda, más molesta y siento una enorme urgencia por acabar el café y estar lejos de ellos.
Me asustan, son mi terror los finales felices, o los institucionales.
La muerte es salvaje como lo intento ser yo, y si estoy solo, nadie verá mis ridículas y grotescas caras de agonía o dolor. Eso es solo para mí.
Yo no quiero, no puedo compartir un momento tranquilo con alguien al lado demasiado tiempo, debería decirle que me dejara solo y eso no le gusta a nadie a oírlo y a me molestaría decirlo.
Nadie quiere saber lo que pienso, podría deprimirse.
La visión de la vejez no me da miedo, no voy a asegurar posiciones para recibirla en compañía. La cobardía no es opción.
Y mejor muerto que inválido.
No necesito ayuda de nada ni de nadie, y no la querría por muy viejo que fuera.
Que tome nota el idiota del notario, que para eso cobra un dineral.
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6 de junio de 2015
Es un muñeco...
Cric-clic-cric (el corazón ha cambiado su potente latido por el ruido chirriante de un engranaje roto) algo está mal.
Se ha jodido el día, quiero volver a casa y empezar de nuevo. Esto no está bien.
No quiero otro descenso.
El aire es una delicia fresca que confortaba mi piel y mi ánimo.
Es una mañana preciosa, no era necesario ésto.
Llevo una cantimplora con agua y hielo, ahora hace frío en la sangre.
No puede ser... Eres un muñeco ¿verdad?
Me cago en Dios...
¿Cuánto ha tardado en morir?
Levanta pequeño, no seas perezoso.
Tienes que cazar el sol quema ya.
La Hostia Puta Consagrada...
Por favor...
Ningún ser vivo permitiría que las moscas se le metieran tan adentro.
Qué ganas de llorar... Qué mierda.
Puto Dios y lo que creó...
Puta pena...
Los animales de pelo al morir parecen peluches, muñecos de infinita y desoladora ternura.
No le hablo al cadáver, le hablo a la vida que antes contenía. Porque quiero pensar que está cansado y dormidito.
Clic, cric, clic, el corazón duele sordamente entre trinos de pájaros y el sonido de las hojas de los árboles.
La sección de agua la orquesta un pequeño riachuelo cantarín que toca graciosamente las piedras unos metros a mi espalda.
Algún coche veloz pone la nota de la justa realidad en esta desesperanza.
¡No, basta ya! Sigue caminando, déjalo que duerma.
Para siempre...
Hay días que no deberían existir y que fuera eterna la noche anterior a lo aciago.
Nadie tiene la culpa. Solo él es el responsable de su muerte; pero no se merecía pagar el error.
Es muy pequeño, no era necesario ensañarse.
Se equivocó y murió.
El error se transforma de una forma repugnantemente fónica en orror. A la muerte le importa una mierda la "h". El orror no necesita una correcta ortografía, basta con que lo sea, a nadie confunde.
Alguien quiso ser demasiado eufemístico respecto a lo que comporta un error, y lo diferenció con un "h" y una "o" para que nadie viera la dramática relación y viviera tranquilo lo que le quedara de vida mientras la "e" se transformaba en "o".
Doy una palmada; pero ni las moscas se mueven, siento una metástasis de tristeza, y miro a las montañas hermosas y frondosas que no nos prestan atención. Miran a otro lado ante mi inusitada pena.
Y bajo el rostro hacia el suelo cuando me cruzo con alguien, no es un buen momento para saludar.
La muerte es igual para todos los seres, cualquiera que sea su tamaño. Es por ello que en los animalitos pequeños, es más doloroso, hay un exceso de muerte.
La muerte los aplasta y la ternura se aferra al corazón clavando las uñas, hay una hemorragia que no consigue salir y se queda en el cerebro dando vueltas, coagulando la alegría y el ánimo.
Me cago en Dios y su justicia de mierda, en su desproporción repugnante.
No estoy bien, a veces no es bueno caminar tan despacio y captarlo todo en su realidad y consecuencias.
Por última vez, despierta y ve a cazar, pequeño, es tarde para estar al sol.
Corre a tu madriguera.
Por favor...
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5 de junio de 2015
Tres horas
Tres horas sin cruzarme con un solo humano, tres horas sin escuchar más que el ruido del bosque, de mi respiración y pisadas.
Tres horas de liberación, en las que he dudado que conservara mi capacidad de hablar.
Una ardilla de cola roja ha corrido delante de mí, sin miedo.
Y un águila a un millón de metros de altura, daba círculos buscando qué cazar.
De vez en cuando algún animal grande hacía ruido en lo frondoso, invisible. Yo observaba sudando lo oscuro, pero solo presentía la presencia de algo que contenía la respiración.
Está bien, es más de lo que he visto en otros tiempos y lugares. Es mejor.
La libertad estaba servida, sabía que yo era de aquí, de las montañas, de lo salvaje, de lo cansado.
El dolor de la puta pierna apenas molestaba, es mi compañero, me hace caminar despacio y observar todo con minucioso detalle, gracias a la podredumbre de una pierna aprendo más allá de lo que veo en lo salvaje de las montañas.
Observo tragedias, observo a los animales calientes por reproducirse, a los animales hambrientos. No es gracioso, ellos sufren y viven el nerviosismo de la incertidumbre, como yo.
Y sigo subiendo hasta llegar a la más alta de las torres de la línea de alta tensión.
Los humanos están abajo y yo les obsequio el sudor que gotea de la visera de mi gorra empapada.
El reloj marca 970 metros de altitud, no es demasiado si no eres un lisiado.
Los tarados tenemos récords mucho más humildes de mierda.
No hay más donde subir y la pierna parece que da gracias a los duendes del bosque.
Dejo que el sol haga arder la piel de mi torso, al fin y al cabo, las bestias no llevan ropa. No cuesta nada soñar con la brutalidad y ceder a ella.
Tengo una buena tolerancia al dolor.
Y cuando el cuerpo pide bajar, llegar a casa, mojarse, beber, comer. Me dejo deslizar abajo, es fácil pero más doloroso que subir, los tendones se irritan tanto...
Y mi mente resbala también hacia lo más profundo de la conciencia y padece una revelación: ahora ya sé dónde ir a morir cuando llegue la parca. Porque uno sabe muy bien cuando va a morir, salvo si se le parte el corazón o se asfixia durmiendo. Lo supe una vez y lo sabré de nuevo.
Lo saben los animales de aquí y los elefantes, dicen que tienen sendas de la muerte.
Pues yo soy un elefante, coño.
Y sacaré fuerzas para morir en la montaña, caminaré con ese bastón de mierda montaña arriba hasta que escupa sangre por la boca, o la mee. Hasta que lance un ronquido como mi padre cuando su corazón se partió y caeré en mitad del sendero.
Sea joven o viejo, me la pela, yo no me muero aquí entre ladrillos y asfalto.
Y llevaré agua, por si la agonía es larga, y una libreta y un bolígrafo para intentar contar como muero. Y por supuesto una cajetilla de cigarros y dos encendedores, uno de repuesto.
Hace ilusión morir si se convierte en un acto de libertad y libre albedrío.
Ya lo tengo todo claro, ya lo sé todo.
Todo cuadra.
Solo me queda tener algo más de suerte de la que he tenido hasta ahora para un buen morir.
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4 de junio de 2015
El amor que todo lo confunde, de Iconoclasta
El amor que todo lo confunde, una novela de Iconoclasta.
Una pareja tan degradada, unos cerebros tan podridos...
El amor entre un psicópata asesino y una deficiente mental, el sexo y la sangre.
Y ahogada en todas esas miseria, un amor aberrante.
"Yo soy su muñeco de plastilina y para mí ella es una tía real a la que me follaría hasta subida en un cubo lleno de vísceras, revolcándola entre los restos de la jornada de una casquería; entre hígados y riñones podridos, entre cabezas de cordero anidadas por larvas blancas; entre ojos empañados por cataratas de muerte afilada que derraman lágrimas de sangre por el suelo. Y cuando al dejar ir la carga de mis cojones grito, las cabezas quieren cerrar los ojos, pero no tienen párpados que los protejan. Siento que las avergüenzo, que sienten asco de mí incluso muertas."
(de El amor que todo lo confunde)
En ISSUU:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el_amor_que_todo_lo_confunde_edici_
En Binibook:
http://binibook.com/details.php?id=1716
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El árbol humano, una novela de Iconoclasta
"La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
El vegetal se retira y da paso al hombre.
Al hombre más solo del mundo." (Iconoclasta)
Para leer en:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el___rbol_humano_libro
y
http://binibook.com/details.php?id=1656
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3 de junio de 2015
Maldita
Foto de Sacrila.
Lo difícil de amar no son esas pequeñas cosas como cultivar el amor en los pequeños detalles, en eso tan cacareado de hacer de cada día un nuevo y maravilloso comienzo. Eso viene solo, sin esfuerzo.
Lo duro es follarte para después, casi en el acto, evocar tu sabor y el perfecto roce de una penetración que funde y confunde nuestras carnes.
No es fácil amarte, me arrebatas el control.
Maldita seas.
Mi mano en tu cuello, incrédula de acariciar toda esa sangre y respiración que manan por esa piel tan amada y tus ojos poderosos que parecen mirar tan adentro de mí que temo sangrar, te convierten en maldición, en condena.
Lo difícil es mantener la serenidad.
Te adoro, maldita seas.
Eres un tormento hermoso al que amo sísmicamente.
Lo titánico es no masturbarse una y otra y otra y otra vez, evocando cada momento en el que gemías, en el que mi saliva caía sobre tu piel.
Es aniquilador no estar dentro de ti.
Tú no eres consciente de la carga erótica que dejas caer en mis hombros.
En mi rabo erecto...
Maldita, maldita, maldita...
No eres consciente de la pesadez pornógrafa de tus pechos que oscilan entre jadeos, que se erizan por la amenaza de mis dientes. Eres inocentemente maldita en tu natural erotismo, en tu innata forma de amarme.
Y aún así, cargas con el pecado de ser mi obscenidad.
Maldita tu belleza que me hace patán de boca abierta.
Maldita tu piel porque ofrece una calidez que me embriaga y me roba la voluntad.
Malditos tus labios que he devorado y mi glande los ha hidratado.
Malditos tus pechos desproporcionados en su grandeza enmarcados por unos hombros adolescentes.
Eres tan obviamente sexual...
Malditas tus piernas preciosas que conducen inexorablemente a tu coño, un infierno al que me arrastras y no tengo fuerza para resistir. No quiero resistir.
Malditas tus manos que aferran mi pene hasta el dolor y me guían como un muñeco por la ruta del deseo desmedido de tu sexo insaciable.
Maldita la cadera rotunda que servirá para afianzarme cuando te embista y pierda el control dentro de ti, adentro.
Más adentro, más fuerte...
Maldita toda tú, porque eres pura heroína en vena, me provocas síndrome de abstinencia.
Soy un yonki de tu pensamiento, de tu alma diosa.
Maldita seas...
¿Cómo es posible amar semejante maldición?
Maldita porque eres voluptuosa hasta el tormento.
Porque cuando me he saciado de tu cuerpo, está tu alma omnipresente que vectorialmente unidireccional (es física, es mensurable, es táctil tu poderosa mente) ataca directamente a la línea de flotación de la realidad, para convertir un tiempo y un lugar anodinos, en el más misterioso y seductor universo.
Maldita porque tus palabras de amor me hacen agua.
Recuerdo siglos atrás de estar contigo, recuerdo tu vientre y tu mirada aniquiladora y milenaria como un sortilegio.
Eres maldita porque has hecho de mí un amante errante que vaga buscándote desesperado en todas las eternidades y universos.
Yo te amo, Maldita.
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31 de mayo de 2015
Mírame ahora
Ven, cielo.
Ha llovido y el agua ha arrastrado mi hostilidad y frustración. Ahora soy un animal empapado entre la vegetación buscando algo de calor para que la noche no me congele.
No te pido misericordia, no es interés por sobrevivir, mi amor.
Ocurre que tan pocas veces me siento limpio y libre de desasosiego y rencor, que quiero que aprecies ahora todo el amor que siento por ti.
Ahora que estoy limpio.
Es tan poco habitual, mi diosa, que sería injusto no abrazarte, no robarte un beso de amor en este preciso instante que la lluvia ha arrastrado mis miserias y siento unas incontenibles ganas de llorar.
Me siento como un soldado sin guerra.
Quiero que sepa tu alma que no te equivocaste al amarme, que bajo toda esta decepción y letras escritas entre rabias y dolores vitales que hacen de mi cuello y hombros un amasijo de músculos en tensión, hay un amor incondicional, tierno y emocionado.
Y que me siento indefenso cuando esas cargas dejan de gravitar en mí.
Temo cuando estoy tranquilo, cuando estoy bien, que algo salga mal. Tengo miedo, mi amor.
Está resultando una vida dura, cielo.
Solo abrázame ahora y recuérdalo cuando mi mirada y mis letras sean tristezas y frustraciones.
Mira como te amo, mi diosa: empapado y limpio.
Por favor, la lluvia me ha deshecho, me hace humano, protégeme ahora con tu cálida piel, mi amor.
Porque cuando sea fuerte de nuevo, no tendré el valor de pedírtelo.
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30 de mayo de 2015
Nosotros, bastardos de Dios
Somos los hijos bastardos de Dios, los que no fueron creados a imagen y semejanza de Dios ni de ningún otro ser.
Somos los que no rezamos, ni pedimos.
Ni tenemos miedo, y si lo tuviéramos, nadie lo sabría.
Que aman y odian con idéntica fuerza, que no reniegan del amor y la violencia.
Que follan como animales en plena luz o en la oscuridad. Con locura y enfermedad, con deseo, tortuosamente, malvadamente y bondadosamente.
Somos los hijos bastardos de Dios, porque nos abandonó, porque estamos absolutamente solos entre la multitud.
Porque cuando unos piden perdón, no nos arrepentimos y no perdonamos en honor a nuestra historia.
Porque nadie nos perdona a nosotros. Nadie nos perdonó.
Porque vida es muerte y muerte es el resultado final de la vida. No hay un más allá por el que valga prostituir el pensamiento y el deseo. No vale la pena vivir como fariseos para nada, por una hostia insípida que se pega irritantemente al paladar aunque la muerdas. La sagrada repostería no tiene una buena escuela.
No existe un mundo post mortem por el que atormentarse.
Somos bastardos de Dios, porque renegamos y vomitamos por leyes y tradiciones que perpetúan la humana miseria.
Odiamos las palabras banales sin sangre, sin fluidos, sin pasión.
Y blasfemamos sin creer en dioses de mierda ni castigos, para no caer en idolatrías cobardes.
Somos bastardos de Dios, porque todos hablan y nosotros escribimos ajenos a sus alegrías y penas. Escribimos porque necesitamos una puerta dimensional para sobrevivir ante tanta vacuidad.
Bastardos porque ellos ríen y yo escribo mi frustración por un tiempo y lugar que no es mío.
Bastardos porque vemos con los ojos muy abiertos un cielo azul y una noche negra con devoción, e ignoramos las sangres vertidas por los mártires en las cabezas de los no muertos.
Los mártires son lo contrario a nosotros (benditos ellos y bastardos nosotros) y son nuestros enemigos, por ser los sodomitas pervertidos y cobardes de dioses, papas, reyes, presidentes, jueces y ricos.
Bastardos que pedimos condenas en lugar de absoluciones y que la mano de una mujer acaricie mis testículos con delicadeza, porque me duelen de tanto bullir, porque están tan cargados y cansados... Pesados de deseo.
(No quiero la mano de Dios, quiero tu mano cálida en mis cojones plenos, mi amor.)
Dios es solo un marqués con derecho de pernada y la humanidad el resultado de toda esa endogamia.
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28 de mayo de 2015
El árbol humano, una novela de Iconoclasta
"La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
El vegetal se retira y da paso al hombre.
Al hombre más solo del mundo." (Iconoclasta)
Para leer en:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el___rbol_humano_libro
y
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27 de mayo de 2015
Grandes bellezas, pequeños dramas en Atramentum
Una prosa dramática con la que colaboro en la apasionante revista literaria Atramentum|Voces Subversivas, dirigida por Marlyn Centeno.
Grandes bellezas, pequeños dramas.
http://vocessubversivas.com/2015/05/26/grandes-bellezas-pequenos-dramas/
21 de mayo de 2015
El dolor de la humanidad
A veces no puedo evitar pensar con cierta ternura en el dolor de los niños, de las mujeres y los hombres.
Hay ternura porque sueño en la posibilidad de un planeta hermoso.
No puedo evitar pensar con la misma ternura en las carnes ajenas rasgadas que hacen bien al planeta y a los animales irracionales que lo pueblan al verter su sangre como abono.
Porque es hermosa la sangre que mana tranquila y espesa de las heridas desmesuradamente abiertas como grandes sonrisas banales.
La textura de una malteada roja, roja, roja...
No puedo evitar pensar cuando hay tantas calamidades, que solo así puede salvarse el mundo.
Con ternura infinita, veo a la humanidad como una plaga graciosa a la que someter a experimentos cruentos.
Un hormiguero que aplastar porque no hay cosas mejores que hacer.
Pienso en la falta de libertades, y creo firmemente que pocos las necesitan, que no quieren libertades, solo morir mediocremente.
Y está todo bien, mueren y sufren los que se lo merecen.
Y los que no, también; pero son tan pocos que no importa.
Porque las democracias son contrarias a la equidad y la razón, solo buscan multitud. Y ser iguales, uniformar el pensamiento y clasificar comportamientos en "normal" y "no es normal".
Los pensamientos importantes jamás han trascendido en miles y miles de años, solo trasciende el miedo y las supersticiones que lo conjuran. Solo hay dioses escritos en viejos papiros y en quebradizos papeles.
Los viejos les dicen a los jóvenes, no folléis como nosotros hicimos, no os embriaguéis como nosotros hicimos; es pecado, hijos de la gran puta jóvenes.
Porque la vejez hace peor a los seres humanos, se olvidan de lo que fueron y se coronan con un halo de ciudadano ejemplar y castidad.
Mierda, mierda, mierda...
Líderes que ejercen bajo hipócritas y bastardas ideologías con inconfesables avaricias chupando cigarros con pieles humanas curadas y comiendo en lujosos hoteles piernas de bebés horneadas, que guardan en refrigeradores colgados de ganchos con el pecho abierto los cocineros.
Y tanta gente disfrutando de las horas bajo el sol en la carretera para hacer absolutamente nada.
Es de risa, no hay nada importante en la humanidad; ergo su dolor, es algo que ignorar.
Incluso... Se me escapa la risa.
Es esta ternura que me conmueve.
Es mejor morir que vivir con el cerebro tan vacío y el corazón aburrido de latir siempre igual.
Si la humanidad se duele de algo, sinceramente que tome aspirinas.
Es tarde para la misericordia, es tarde para la paciencia y es buena hora para fumar un cigarro y ver en las noticias tanta muerte de una forma completamente distendida.
No está todo tan mal, hay esperanza.
Lo dice mi discreto sonreír que no es banal, es sincero y obedece a una larga reflexión de inteligencia, vida e historia.
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El árbol humano, una novela de Iconoclasta
"La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
El vegetal se retira y da paso al hombre.
Al hombre más solo del mundo." (Iconoclasta)
Para leer en:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el___rbol_humano_libro
y
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17 de mayo de 2015
El alquimista y la áurea proporción
Ella es la áurea proporción.
Toda ilusión es inalcanzable, es el perfecto y áureo drama.
La medida de su cabello negro como noche sin estrellas, es la exacta y única posible proporción para que caiga sobre sus hombros y en cascada se precipite acariciando sus abruptos pechos.
Un tortuoso sueño que no debe hacerse realidad, la proporción áurea de amor debe ser celosamente guardada en el nebuloso cosmos de la esperanza, que nada la corrompa.
Su arco superciliar es concha de caracol marino, la áurea medida que enmarca un ojo de ébano, el ojo de Horus, que rige la perfección de las cosas. Que vela por mi existencia, que me enamora, que penetra en mis sombras iluminando oscuridades que me hacían temblar.
Su retrato enmarcado en erotismo, tiene la exacta medida de los pináculos de los templos góticos oscuros y penetrantes en pesados y oscuros tiempos.
Mi fascinación es vieja como un cometa.
Sus labios son áureos y áureo el rostro que los contiene.
Mi amor no tiene proporción, es caos inconmensurable, no debiera amar lo que me es prohibido. Soy el desequilibrio áureo.
Ella es mi divinidad, aquello en lo que nunca creí.
Áurea es su espalda y el tercer ojo tatuado que me da paz, que cuida de mí.
Plomo son mis manos en su torso, pesadas, marcando una posesión imposible.
Áureo es su vientre que custodian dos lobos enamorados de ella, que rinden adoración a los sagrado que guarda. Verticales, parecen cobijados bajo la sombra protectora de sus pechos.
Dioses que velan las áureas entrañas que esconden el secreto de la divina y perfecta reproducción.
Hay un pene goteando un fluido denso, ajeno a la imposibilidad, como un animal que de sus belfos escurre la baba de la voracidad observando entre las altas hierbas a su presa. Hay un pene queriendo invadir de vida lo sagrado de la áurea proporción.
Su sonrisa es una elipse de ópalos blancos de áureos volúmenes que podrían haber barrido toda la frustración y la tristeza que mi vida acumula.
Mi boca es un grito vergonzoso de fracaso, la pérfida proporción de la desesperanza.
Soy un alquimista que ha topado con la áurea perfección y maldice el conocimiento que es tormento, que aporta el dolor de una verdad pergeñada en las dunas de los mares de la aniquilación.
Porque mi fin era ella, mi misión.
Y el tiempo el enemigo invencible derramando arena en mis ojos.
Los alquimistas murieron hace siglos, soy solo una esperanza flotante, un vapor de muertos en un gótico cementerio oscuro y tenebroso.
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15 de mayo de 2015
El sol en tu cuerpo
¿Has visto, mi amada, lo que hace el sol con las montañas? Les arranca el aliento, las somete, evapora sus humedades.
Eso haré contigo, mi amor, te cubriré, te arrancaré el alma metido dentro de ti embistiéndote como si fuera el último día de mi vida, haré que de tu boca se escapen gemidos formando nubes de vida, de tu sagrado ser, nubes que difuminarán los pezones de tus montañas paganas.
Arrollándote con mi deseo, con mi hambre paleontológica.
Los lobos de tu vientre aullarán y yo seré un sol abrasando tu cuerpo, bebiéndote.
Bombeando en ti hasta que la niebla nos cubra y llegue la serena inconsciencia de los derrotados.
Seré sol en tu cuerpo, en tu alma, en tu vida...
Que aúllen los lobos de tus blasfemas montañas ante la brutal violación de las leyes de la cordura.
Que aúllen los lobos a la atávica violencia de la posesión, seamos bestias con las bestias.
Astros junto a las deidades.
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14 de mayo de 2015
El árbol humano, una novela de Iconoclasta
"La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
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12 de mayo de 2015
666 en Atramentum|Voces Subversivas
Debo ser la muestra de lo que no hay que escribir, debo ser el asunto didáctico, porque no me lo explico.
Bueno, Marlyn Centeno me acoge y yo más contento que Dios, envidiosos.
Aquí va una entrega de 666: 666 y el ciclista.
Maravillosamente diseñada la presentación, por Marlyn. Osea, que no os engañe la elegancia de las ilustraciones: un auténtico cuento de hadas, pero por favor, antes de dar a leer a vuestros hijos, leedlo primero, sed cautos.
Iconoclasta
11 de mayo de 2015
Lynette: no puedo creerlo
Avisa en su blog Los Rostros de Jano: ¡HOLA! ESTA ES MI CRIPTA, PASEN BAJO SU PROPIO RIESGO, CONSTE QUE QUEDAN ADVERTIDOS.
Estoy de acuerdo y me encanta.
Lynette Mabel Pérez, una conocida y notoria escritora boricua (puertorriqueña) e impulsora de actividades literarias y sociales, ha tenido la inmensa generosidad, de hacer una reseña en su blog Los Rostros de Jano (http://rostrosdejano.blogspot.com.es/) de un personaje que creé hace mucho tiempo como la encarnación del mal y una justicia salvaje entre los humanos. Puro entretenimiento para adultos.
Lynette, mi amiga ha invertido un tiempo precioso, su conocimiento, profesionalidad y habilidad para comentarlo, como ejemplo para el tema que trata.
Esto aparte de ser vanidad mía, es un muy pobre agradecimiento a esta gótica escritora de este siglo y una amistad que se ha prolongado por el tiempo y el espacio, gracias a ella y a Miranda Merced, pude participar en ese lujo de antología que fue Fantasía Circense.
Lynette, gracias por elevar a algo importante a tan oscuro y banal personaje, que en muchas ocasiones representa mi furia desatada ante las injusticias que se hacen en el mundo y quedan impunes.
Me ha emocionado toda esa generosidad, te quiero amiga.
Un beso bermejo, un abrazo eterno, Lynette.
Su artículo es: Para una teoría de la dualidad: una lectura de un texto de Iconoclasta.
http://rostrosdejano.blogspot.com.es/2015/05/para-una-teoria-de-la-dualidad.htmlhttp://rostrosdejano.blogspot.com.es/2015/05/para-una-teoria-de-la-dualidad-una.html
Que lo disfrutéis. Como todo lo que es escribe, es adictivo y da para reflexionar y discutir con un buen café entre amigos. Algo ya casi olvidado.
Estoy de acuerdo y me encanta.
Lynette Mabel Pérez, una conocida y notoria escritora boricua (puertorriqueña) e impulsora de actividades literarias y sociales, ha tenido la inmensa generosidad, de hacer una reseña en su blog Los Rostros de Jano (http://rostrosdejano.blogspot.com.es/) de un personaje que creé hace mucho tiempo como la encarnación del mal y una justicia salvaje entre los humanos. Puro entretenimiento para adultos.
Lynette, mi amiga ha invertido un tiempo precioso, su conocimiento, profesionalidad y habilidad para comentarlo, como ejemplo para el tema que trata.
Esto aparte de ser vanidad mía, es un muy pobre agradecimiento a esta gótica escritora de este siglo y una amistad que se ha prolongado por el tiempo y el espacio, gracias a ella y a Miranda Merced, pude participar en ese lujo de antología que fue Fantasía Circense.
Lynette, gracias por elevar a algo importante a tan oscuro y banal personaje, que en muchas ocasiones representa mi furia desatada ante las injusticias que se hacen en el mundo y quedan impunes.
Me ha emocionado toda esa generosidad, te quiero amiga.
Un beso bermejo, un abrazo eterno, Lynette.
Su artículo es: Para una teoría de la dualidad: una lectura de un texto de Iconoclasta.
http://rostrosdejano.blogspot.com.es/2015/05/para-una-teoria-de-la-dualidad.htmlhttp://rostrosdejano.blogspot.com.es/2015/05/para-una-teoria-de-la-dualidad-una.html
Que lo disfrutéis. Como todo lo que es escribe, es adictivo y da para reflexionar y discutir con un buen café entre amigos. Algo ya casi olvidado.
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El más obsceno sacrilegio
Ilustración de Sacrila
Si Jesucristo nació para redimir a los humanos, ella nació para condenarme.
Ella es mi Cristo obsceno.
Proclama el amor que he buscado en todas mis vidas.
Está alojado en su corazón, bajo la contundencia de sus pechos voluptuosos, en su abdomen tatuado por dos lobos que la adoran como la única deidad, en su cabellera de zafiro deshilachado que cuelga como un manto de noche hasta su cintura.
Y sus ojos tan grandes, tan oscuros... Penetran hasta el más negro rincón de mi cerebro y lee todo lo que soy, todo lo que seré, lo que no seré. Y lo que es peor: lo que fui.
Alza sus brazos en cruz, inclina la cabeza a un lado y exhibe una sonrisa insolente imitando al crucificado en un hermoso y obsceno sacrilegio.
La amo con la fuerza de la naturaleza más pura, más instintiva.
Con el rabo duro hasta doler.
¡Qué valiente, qué oscura, qué blasfema!
Me arrodillo ante ella en rito de adoración lamiendo sus muslos, tan cerca del coño que siento su piel erizarse.
Aferra con el puño mi cabello corto y me obliga a mirar sus ojos. Sus ojos, por dios...
"¡Ámame con toda tu sangre y con la mía!" me susurra haciendo del mundo un lugar mudo y sin sonido.
Y deja caer una gota de saliva en mis labios entreabiertos.
Grito mi desesperado deseo metiendo las manos entre la raja de su túnica roja, clavando las uñas en sus piernas. Desgarrando lenta y contenidamente su piel.
Gime de nuevo, y me sonríe con los brazos en cruz, no me perdona, me incita a más.
"¡Mirad, fariseos, así se ama. Amar debe doler!
El nazareno se equivoca, el nazareno solo os vende muerte con sabor a hostia", grita a los idiotas que nos observan con miedo y sin comprensión en sus vacunas miradas.
No puedo dejar de amarla y condenarme a ella.
Es mi único y sagrado sacramento.
Ella dice: "No has de ser perdonado, amado mío. Solo ámame y sé amado y esperemos así la muerte que nos eternizará en la Constelación de las Rasgadas Pieles".
Y lloro arrodillado ante ella, invadido y condenado por su amor, con los dedos crispados en su piel, manchados de la sangre hermosa que describe ríos de rubí descendiendo sus piernas.
Jesucristo mira horrorizado a Dimas, el buen ladrón, buscando comprensión y consuelo a su propio dogma incomprensible y sin fuerza.
Vacío.
Nuestros jadeos de amor y deseo inundan el Calvario en ecos que nos hacen trascender más allá de la bondad y la maldad en una obscena comunión.
Somos el más obsceno sacrilegio en este Valle de Idiotas.
Rei simus...
Iconoclasta
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9 de mayo de 2015
Quebrantadores
Tu soledad es quebranto de mi alegría
(calla no confieses, no llores, me duele...)
y tu abrazo quebranta mi soledad
(rota como un crucifijo de talavera
portador de la fe a nada)
El beso es el quebranto de mi voluntad
(no la quiero no la necesito, soy feto en tu vientre)
y penetrarte es el quebranto de la piedad
(soy animal reptando en tu piel,
más allá, más adentro. Impío y sucio)
Tu gemido es quebranto de cordura
(¿es posible la cordura amando, follando?)
Tu corazón es el quebranto de mi tristeza
(pártela en dos como las piernas de barro de un Cristo barato)
Tu piel es quebranto de llantos viejos
(tu vientre es el lago de las lágrimas
que no tuvieron consuelo)
Tu cabello es el quebranto de mi control
(haces un imbécil de mí)
Tus negros ojos son quebranto de luz
(soy ciego a todo, solo existes tú)
Tus labios quebrantan el dolor
(dime amor, dime amor, otra vez...)
Quebramos el sonido respirando juntos
(haremos el silencio más hermoso en la penumbra)
¿Te das cuenta, amada?
Lo quebramos todo.
Acabaremos con el universo.
Sonríe y quebranta mis días iguales
(aunque me partas en dos)
Porque quebrantaría mis huesos por ti.
Iconoclasta
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7 de mayo de 2015
El árbol humano, una novela de Iconoclasta
"La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
El vegetal se retira y da paso al hombre.
Al hombre más solo del mundo." (Iconoclasta)
Para leer en:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el___rbol_humano_libro
y
http://binibook.com/details.php?id=1656
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6 de mayo de 2015
La luz de la desesperanza
El amor y sus imposibilidades pulsa en mis sienes y no veo remedio a esta locura que busca expandirse desde dentro hacia el aire, el que me rodea, el que me aplasta.
Un rayo de luz incidió entonces en mi espalda, calentándome, molestándome. Me di cuenta de la simpleza de la mecánica cuántica: la luz no tiene peso, no almacena dolores, no comprime ni es comprimida. No es gas.
Mierda... La solución por fin.
Ya apenas soy, como un ángel me convierto en luz.
Sin alegría.
No podría ser ángel con esta asepsia emocional. Aún no puedo evitar que se me deslicen entre los dedos palabras de sueños y belleza. Siempre he sido cándido.
El tiempo me arrastra y me desgasta de la mano del demonio, con el pacté. Y ahora me diluyo.
Él, el Cruel Sagrado no es como Dios, él cumple sus pactos.
Soy una mancha de lejía en el sucio vestido de esta ramera que es la humanidad. Quiso lavar el semen de un borracho y yo soy la obscena e impúdica cicatriz. Los hay que son rosas y gloria de mierda, a mí me toca ser lo mejor de lo peor.
Una vez tuve piel y me la arranqué desesperado; pero debajo había músculos, y sangre que no se acababa nunca.
Y huesos indestructibles.
No podía liberar mi alma.
No podía salir de aquí, de entre ellos.
Y allí estaba Él, el Podrido Corazón riéndose de mí.
"No podrás deshacerte tú mismo, necesitas ayuda, me necesitas a Mí. Pacta conmigo y te haré luz".
"Sácame la carne y los huesos".
"Trabajarás para mí".
"Vale".
Ya apenas queda nada de mí, ya apenas gravito sobre la tierra.
Fue doloroso y por ello, glorioso.
No es un castigo, es mentira eso que dicen de la condenación; solo es propaganda beata. Los pactos con el diablo siempre dan lo que buscas, siempre pagas lo que puedes.
Solo te pide que no te quejes, que no te arrepientas de lo que has perdido, de lo que has dejado. Que hagas tu trabajo y punto.
Él está muy ocupado, es razonable que exija esas cosas.
Yo no dejé nada más que tristeza.
Pacté no sonreír, no hablar, ser la falsa luz de la esperanza de los que agonizan; muy pronto seré una luz engañosa que los arrastrará a las fauces del Podrido Corazón.
Ya he firmado un documento con la última gota de sangre que me ha sacado, en la que me comprometo a ser La Iluminada Desesperanza de los Moribundos. Es largo, pero solo se firma una vez, es poco sacrificio, y mientras desaparezco no tengo otras cosas que hacer.
Él se ríe, dice que nunca debí nacer, que perdí el tiempo en una vida errónea.
Debí ser luz de muerte siempre, me dice.
"Alguien cometió un serio error con tu nacimiento en el planeta, Iconoclasta".
"Los que agonizan se darán de bofetadas por ir a ti ilusionados, como las polillas querrán ir a la luz.
Y haré de sus almas un manto de dolor y tristeza que viajará por el infinito creando universos angustiosos. Si lo haces bien, te nombraré director de una sucursal".
Y se ríe.
Pienso en la franquicia de la Iluminada Desesperanza. Suena bien.
He de reconocer que el Podrido Corazón sabe arrancar sonrisas además de la carne, la sangre y los huesos. Me río.
"Te he dicho que no puedes sonreír".
"No ante ellos".
"Está bien, pero no pierdas la concentración".
"Vale".
Ahora de mí queda una desleída transparencia.
Tal vez estas palabras, las duras palabras, las temibles palabras, las vergonzosas palabras, las putas palabras sean testimonio de que una vez tuve peso y por tanto piel.
Aunque poco me importa, siempre fui transparente a ojos de los demás, me confortaba...
Cuando estéis a punto de morir, nos veremos, ahora mando yo.
Iconoclasta
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