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13 de enero de 2017

Oda a la riqueza y al placer negro



"Te cubriré de oro y joyas, de piedras preciosas engastadas en gemidos lascivos, bañadas de dulce y espesa sangre."

Ciudad Vieja de Jerusalén. Donde inicia la comercial calle Jaffa, en un pequeño local interior; un orfebre joyero pule y da brillo a las piezas que ha tallado y moldeado en su taller. Tiene que detenerse a menudo para secarse las lágrimas de los ojos y calmar el temblor de las manos.

"Dos finos anzuelos de oro traspasarán los labios de tu coño, unidos con cadenitas prendidas a dos esclavas en tus muñecas.
Que cuando tus manos se alcen tu vagina se abra como una orquídea ante mí, para mi boca, para mi corrupto bálano goteante..."

Aquel día, hace siglos, hace apenas doce días; sus hijos al llegar de la escuela le preguntan dónde está mamá. Les miente que ha tenido que tomar repentinamente un vuelo a Ámsterdam: el abuelo se ha puesto muy enfermo.

"Coronas de diamantes y rubís con finas agujas de platino en su interior para tus pechos, para coronarlos. Que las areolas y los pezones asomen por encima de toda esa riqueza con soberbia. Y lamer la sangre que manará suavemente por tu pecho y abdomen por cada embestida que pegaré en tu coño, agitando violentamente así tus tetas coronadas.
Te mortifico... Te odio y te amo..."

La cabeza de su esposa cuelga del techo tal como le indicó aquel engendro, no la ha descolgado. A aquel ser le acompañaba el olor a descomposición de la carne. La fetidez de la maldad absoluta. Entró en el negocio familiar, saltó con tranquilidad sobre el mostrador de la tienda, tomó a su esposa por el cabello y con un hacha que sacó de la cintura del pantalón decapitó a Batiofi antes de pronunciar una sola palabra.
Como si hubiera entrado... No, simplemente irrumpió en su cerebro, lo obligó a no llorar, a no gritar. Se sintió sucio por dentro, quería lavarse la sangre.
Le bloqueó el alma y el cuerpo en una exhibición de hediondo poder.
Quería evadirse de ese horror absoluto que es estar prisionero en un rincón de tu propio cerebro.
Y prestó toda la atención del mundo a lo que 666 le exigió. 

"Un espéculo bucal de acero con diamantes engastados para inmovilizar abierta  tu boca y follártela."

- Eres Guibor, el mejor orfebre de Tierra Santa. Lee este poema. Quiero que fabriques cada uno de los objetos que enumero. Si en dos semanas no lo has conseguido, decapitaré a tus hijos en la escuela, en hora de recreo, ante todos los primates. Y luego te arrancaré la piel del cuerpo y no dejaré que te desmayes. Pregunta a tu Yahvé, si no me crees.
Y toda la familia os pudriréis de dolor y miedo en el infierno. Y el infierno soy yo.
Y soy eternidad. No habrá descanso a vuestro dolor y sufrimiento.

"Un fino cilindro de plata labrado en basto para llenar tu ano palpitante cuando gozas."

Guibor observa aterrorizado el 666 escarificado en carne viva y siempre sangrante en el antebrazo de Satanás.

"Gruesos cordones de platino ceñidos a tus muslos y sujetos a cadenas y argollas de titanio placado en oro, para que no puedas cerrar las piernas, para que el agua de tu coño corra libre en todo momento.
Pornográfica y suciamente abierta a mí."

- Puedes fundir todo este oro y platino y usar las piedras necesarias. Son viejos tesoros, algunos con miles de años de antigüedad -le dijo 666 dejando sobre el mostrador una vieja mochila de lona repleta de joyas.

"Una pinza de oro en el clítoris para aislarlo y sensibilizarlo. Y desesperes cuando sople en él todo mi deseo y toda la maldad que te ama.
Una máscara de plata esmaltada en negro. Con los ojos ciegos para que no puedas ver los abusos que cometo en tu cuerpo y en tu mente.
Una jeringuilla damasquinada para que el dolor se convierta en libidinosa paranoia. La clavaré en una de las palpitantes venas de tus pechos coronados y la heroína y YO seremos sangre hirviendo en tu coño, pulsando con dureza en tus pezones.
Y yo... Yo me estrangularé el pene con una vieja cadena sucia y oxidada hasta casi gangrenarlo, cuando escupa mi semen en tu boca abierta sin piedad.
Esta es la riqueza y el placer que te prometí. La que te ofrezco con el glande dolorosamente henchido de sangre."

Te quedarás con lo que sobra y tú y tus hijos Idan y Jadash conservaréis la vida. Es el precio de tu trabajo.

La Dama Oscura se golpea el clítoris con cada palabra que 666 recita de su Oda a la riqueza y al placer negro.
Con los dedos separa los labios de la vagina y orina ante los pies de 666. Toma de un clavo de la pared de la cueva un antiguo aro de hierro de una cámara de tortura inquisitorial y lo cierra en el bálano duro de su Ángel Caído.
666 ruge con una ira feroz y con él, hacen coro con bramidos de terror las almas condenadas que padecen eternamente en el infierno; creando así el más espantoso de los coros que cualquier criatura creada por Dios pueda soportar.
Porque las almas temen que un nuevo dolor se sume al  que padecen.
Si pudieran morir...
Toma con violencia la negra cabellera de la Dama Oscura y la obliga a mamársela.
Ella vomita y él eyacula.

Guibor llorando y soportando el dolor de la muerte de Batiofi, se apresura en su trabajo con la esperanza de salvar la vida de sus dos hijos.
A pesar de que Yahvé, mediante el ángel Etienel, le comunicó que 666 los matará y arrastrará sus almas al infierno.
Y Guibor pensó entonces que no tenía otra cosa que hacer antes de morir.
Y en porqué su Dios no los salvará.
La verdad le ha sido revelada y en silencio clama la blasfemia: porque el verdadero Dios es 666.
Su credo se ha venido abajo. Todas las promesas y amenazas que le inculcaron se han quedado tan muertas como los ojos de su amada Batiofi cuya cabeza decapitada se balancea sin ser necesario y su rostro ya putrefacto, parece vivo de sufrimiento.

666 sentado en su trono de piedra, acaricia distraídamente el monte de Venus rasurado de su Dama Oscura que reposa con desidia en sus piernas.

Es la noche del decimotercer día. Guibor envuelve los objetos fabricados y los coloca dentro de la mochila con una Estrella de David rota, bajo la cabeza de su esposa.
Sube a la habitación de los niños y los mata de un tiro en la cabeza. Luego se mete el cañón de la pistola en la boca y es el fin del mundo.

666 sonríe, su encargo se ha realizado con puntualidad.
- Mañana te coronaré con semen, placer y sangre Emperatriz del Infierno, mi oscura puta.
Ella sonríe y aprieta sus muslos excitada.

Siempre sangriento: 666



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

11 de diciembre de 2016

Donde los sueños viven


Solo si eres capaz de odiar y despreciar, y en sociedad parecer amable y sumiso a las normas; mantendrás tus sueños íntegros en la mente profunda.
Los sueños viven bajo la capa de mentiras protectoras que te mantienen a salvo de la mediocridad.
Porque los sueños viven en mi mente, no en la de los demás. Mis sueños no tienen nada que ver con la humanidad. En mis ilusiones no existe el género humano más que como caza.
Cuando sientas que compartes tus sueños con la gente, has fracasado. Estás muerto de ilusiones y relleno de adocenamiento, como los pavos que se devoran en navidad.
Es una pura cuestión de control. Si haces creer que aceptas normas, leyes y costumbres sociales, la humanidad se sentirá tranquila y no joderá tu tiempo para disfrutar tus ilusiones.
Hay que engañar, porque la verdad es una trampa para incautos.
La sinceridad solo te la pedirá quien quiera hacerte daño o imponerse por encima de tus ilusiones.
Regala sonrisas y saludos que escondan un: "ojalá te mueras ahora mismo".
Y serás dueño y señor de tus deseos y tu tiempo para evadirte a tu mente absolutamente íntima y secreta.
Nunca seas sincero en nombre del amor, porque lo destruirías.
El amor quiere sueños, irrealidades y caricias.
La verdad lo pudre.
La verdad es la lepra de los amantes.
Si en algún momento exiges o te exigen sinceridad, no caigas en la trampa. Porque el amor estará muerto ¿y para qué molestarse?
No existe la resurrección del amor, ni la de cristo.
La verdad es solo para ti, tu herramienta de control secreta e incompartible.
Solo así tendrás un lugar y un tiempo paradisíacos donde los sueños viven y explotan dentro de ti, los que impiden que te suicides cada mañana al despertar.
Sueños que en nada se asemejan a lo que un día intentaron enseñarme.
La sinceridad mata la ilusión.
La mentira, regalar los oídos de los idiotas, es el condón que te da protección.
Esconde tu ferocidad y tu odio bajo una sonrisa y cuando estés solo, absolutamente aislado, busca tus ilusiones cavando un túnel entre toda esa hipocresía protectora. Y llora allá dentro si lo deseas.
Nunca, jamás se te ocurra ser sincero ante nadie.
Si deseas practicar sinceridad, te miras al espejo y dices: "Soy el más hermoso hijo de puta que hay en toda la capa de la tierra". Y eso te recordará que lo que realmente importa, son tus sueños, los que están en lo más profundo de ti. Que lo superficial es solo una hipocresía metódicamente construida.
Eres un hijoputa sobreviviendo en un mundo de envidias endogámicas.
No dejes de dar los buenos días a quien deseas ver muerto o lejos de ti.
Mantén la mentira constante, tan natural, tan repetida, que se convierta en verdad a lo que es ajeno a ti.
Protege el territorio donde los sueños viven, cuídalo.
Es lo único real que me permite respirar.



Iconoclasta

10 de julio de 2016

Amar no es una vulgaridad


Amar es algo que se pide y se ofrece con demasiada facilidad, con demasiada frecuencia.
Amar de verdad, con necesidad y hambre, sin hipocresías ni correcciones morales o sociales solo ocurre si se tiene suerte, alguna vez en la vida. Hay tantas probabilidades de morir sin amar, que "amaos los unos a los otros" resulta una broma de mal gusto.
Un insulto a la vida y una banalización absoluta de la esencia del amor.
Confunden el amor con el cariño, la ternura, la amistad, la camaradería, el afecto filial.
No tienen inteligencia, no tienen vocabulario, acatan todas las órdenes, se integran los unos en los otros como las reses de una manada meten su hocico en el culo de la que va delante.
El descerebrado de Jesucristo pedía que se amaran todos.
Eso no ocurrirá, no conmigo.
En mi lenguaje, en mi universo que he creado y lo que hago, amar es follar con ella, despertar a su lado y gruñir juntos un despertar ante una taza de café y alguna sonrisa tranquila y legañosa.
Llevar la mano a sus muslos y acariciar su coño hasta que gima, hasta que aferre mi pene duro, mi pene ansioso. Mi pene cruel y enamorado como yo y lo conduzca a su sexo abierto, desflorado, brillante de humedad.
Y a su boca, a su adorada boca...
Cosas que no haría con mi padre, con mi hijo, con mi abuela...
Amar es demasiado exclusivo como para convertirlo en un acto de competición de dar amor a todos y ser el más querido del cementerio.
"Amaos los unos a los otros" es el título de una barraca de feria en un lodazal de un pueblo infecto.
Amistad no es amor y con los hijos no se folla (no siempre, eso según gustos).
Me revuelve las tripas la facilidad con la que se ama, es ofensivo para mi pensamiento, para mi mundo.
Para mi exclusividad.
Es un acto de ignorancia en el léxico.
Yo tengo otra cosa que decir, ante toda esa hipocresía y vulgaridad, ante ese adocenamiento del "amor": La puta ama el dinero, no al cliente. El cliente no ama a la puta, solo quiere su mamada y yo...
Yo digo que será mejor que tengas un buen coño que me pueda comer si me amas.
Porque de lo contrario, no tengo tiempo ni amor que perder.
Ni quiero dar amor a todo el mundo.
Tengo trabajo, tengo pensamientos que escribir y un rabo húmedo sediento de  amor verdadero.
Si crees en Cristo, besa su calzón ensangrentado amándolo y déjame en paz con todo ese puto amor mentiroso y facilón.
No necesito que se me ame si no puedo metérsela.
La vida es corta y hay poco amor y mucha mentira, mucho cobarde, mucho ignorante.
Esto es amor, el de verdad, sin pérdidas de tiempo.
Sin degeneraciones sensibleras.
Sin bendiciones de mierda.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

12 de mayo de 2016

Incontinencia irresoluble


Somos problemas que nadie quiere resolver.
¡Oh...! Otra vez... Siento que se me va el alma entre el semen que brota sin fuerza, como las palabras de los que agonizan.
Tengo cosas que no hacer, tengo un amor desesperante oprimiendo mi corazón y un hambre que me vacía el cerebro. Soy atraído por las nubes y el frío me hace arder.
Y no sé si pienso o cometo actos.
Demasiados pensamientos...
Soy confusión.
Y estoy sometido al caos.
Tengo el glande tan húmedo que es un esfuerzo no meter la mano en la bragueta y acariciarlo, aquí en medio de todos, ante todos.
Tengo miedo de morir porque dicen que nos convertimos en gases que pululan entre los vivos, restos indefinidos que no viven, solo flotan como un deshecho en el mar.
Madre y padre están muertos, no existen, no son vapor. Es un hecho, no hay más allá. A su muerte me aferro para no tener miedo a seguir en el mismo lugar con otra forma y con la misma frustración.
Me tranquiliza la muerte de los seres que amo, su absoluta inexistencia en cualquier plano, en cualquier dimensión. Sonrío al tener la absoluta certeza de que moriré decentemente: dejaré de existir. No seguiré en este lugar, viendo lo mismo, soportando esta apestosidad una eternidad.
Morir es morir, no hay transición de mierda.
Por favor... Una mamada, cielo...
Se me sale de nuevo. Te lo ruego, monta en un rayo luz y llega a mí, arrodíllate hasta mi pene goteante y sonríeme mientras me acaricias y limpias con tus labios lo que podrían ser hijos tuyos.
Vivir con intensidad es estar sometido al cuerpo, al propio y al de ella.
Aunque temo que ya no es mi cuerpo.
Quiero decir, que sin cuerpo no hay polla ni coño. ¿Entonces qué gracia tiene para los crédulos creer que serán almas?
Ocurre que sin quererlo se me escapa el semen, como un accidente. Una gozosa incontinencia.
Lo preocupante, es que no siento  vergüenza. Es un secreto placer que explota a la luz del día, en plena calle.
Mi pensamiento es un caos, un desorden, un absurdo de un pintor drogado y enfermo de gonorrea.
Explota secretamente ante niños, adultos y viejos. No es por ellos, nadie me importa más que ella.
Me derramo al evocarla, sin tocarme. Un enfermo que no controla su cuerpo.
Una extraña y paranoica incontinencia.
Su pensamiento tiene la frecuencia precisa que fibrila mi glande y los cojones. Como una descarga eléctrica me sumiría en la catatonia.
Ocurre tomando un café, observando el cielo y la miseria; esa crema que se me sale se extiende por los genitales imitando con su calidez, lo que su mano haría si estuviera dentro de mis calzoncillos.
Soy un misterio a quien nadie presta atención.
Pienso en la muerte y la humana miseria en vano intento para conjurar su pornográfico hechizo. No quiero visualizar su cabellera salpicada de mi esperma por una mamada que me aspira hasta el pensamiento; porque me corro otra vez.
Sus dedos acariciando mis cojones llenos, contraídos...
Otras veces al mear lanzo gordas gotas de esperma que doblan mis rodillas en un repentino acceso de placer, como si ante un altar blasfemo me encontrara. En un sórdido inodoro lleno de mierda, el blanco y denso amor causa un vomitivo contraste con los restos de seco excremento.
También vomito por la mezquindad, es fétida y mucho peor que lo que yo escupo por la polla.
Nada es perfecto salvo ella y su absoluta precisión para poseer mi cuerpo y mi alma.
El problema no es vivir, el problema es la longevidad: demasiado larga.
¿Qué ocurrirá cuando se me sequen los testículos? ¿Eyacularé sangre? ¿Escupiré mi cerebro por el pijo?
Será mi sacrificio ante ella, que con picardía me masturba con las piernas indecorosa y divinamente separadas para que mi semen impacte en la única buena creación de Dios: su coño hambriento.
Tenemos nuestros juegos.
Todo el mundo busca la felicidad y el amor, como si abundaran.
Como si tuvieran la obligación y el derecho de tener y disfrutar de semejantes cosas.
El amor no es esa banalidad que todos sueñan, el amor es mi pene en una continua y descontrolada hemorragia pornográfica.
Y es amor, un amor más fuerte que la muerte de millones de seres humanos.
A mí me importa una mierda si la humanidad disfruta o no; me bastan mis insanos placeres, mis pérfidas y secretas eyaculaciones.
Sin embargo, empiezan a ser preocupantes estas corridas extemporáneas.
Me aburre y me cansa el exceso de higiene que requiero.
Nada es perfecto, salvo ella y el amor que me arranca de los cojones.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

19 de marzo de 2016

En términos generales


Siempre la he odiado, siento asco por esa expresión "en términos generales".
Se equivocaron desde el mismo instante que salí del coño de mi madre. No soy algo habitual.
En términos generales, pretenden aniquilar al individuo y sus creaciones para que la humanidad lo usurpe. Porque esa masa de carne es incapaz de crear, solo se alimenta, parasita a los individuos su libertad de pensar y su absoluta intimidad.
Nada es obra de la humanidad. Su única obra es una espantosa mentira, una repugnante hipocresía que se llama historia. Fracasos y envidias tejidas a más fracasos y envidias.
Un pensamiento humano que no lo es, solo es un rumor confuso de miles de animales parlantes; una granja de gallinas o sucias pocilgas con barros formados por orina y excremento.
Y tú brillas entre toda miseria, combates la náusea, trazas una brecha en el espejo de los idiotas con una mirada, con apenas un palabra.
En términos generales, la esclavitud se ha asentado profundamente en la cadena de ADN humana, tanto es así que los esclavos no tienen conciencia de serlo.
Porque en términos generales tiene más importancia el día de una independencia patriótica que el cumpleaños de uno mismo.
Se celebra la victoria de un equipo deportivo de tarados con la misma alegría y euforia que se celebra la vida de la puta madre que los parió a todos.
Así que jugando a su propio juego, a los términos generales, te diré que la patria me la paso por el culo. Que te amo por encima de cualquier territorio del planeta, de cualquier cultura y estamento social.
Te amo de forma absoluta, todo es sacrificable por ti.
En términos generales, tus gemidos de placer se imponen a las voces de los que mueren por hambre y enfermedad.
Soy el rostro que borra la sonrisa idiota de la humanidad.
En términos generales, no doy limosna, no soy solidario. Porque necesito el dinero  para vestirte con lencería de puta e irrumpir en ti como si lo fueras. Hacer una pagana y pornógrafa adoración de tu cuerpo.
En términos generales, no me interesan las estadísticas de muerte o nacimientos. Mi vida no varía con los muertos o los vivos, mi pensamiento  permanece inalterable como las órbitas de milenarios cometas, viajo en el tiempo a tu alrededor regando el cosmos con el semen que me vacías.
Se entiende que un cometa sea precursor de vida.
En términos generales, me importa nada saber lo que muere y lo que respira si no es para enterrar o sacrificar.
Son innecesarios, estorbos en mi camino hacia ti.
El esperma que se escurre de tu sexo llueve sobre la humana faz.
El latido de mi glande henchido de sangre se impone al del corazón de millones de seres.
Amándote me erigiré en lo más despreciable y degenerado del planeta.
Y en términos generales, se acariciarán los genitales en la oscuridad deseando ser como yo.
Deseándote a ti con una lágrima de pasión mortificante, al lado de la que no quieren que dormita vulgar a su lado.
En términos generales, solo importamos tú  y yo.
En términos generales, puedo decirte que podría correrme ante el dolor de la guerra, la miseria de la pobreza y la desesperación de la enfermedad con solo entrar en tu mente.
Generalizando, tu coño es mi refugio y mi paz. Tu pensamiento, el mío.
Así como hay una marcada frontera entre dios, humanidad y yo. Entre tu pensamiento y el mío, pasa como con las pieles. No sé cual es tuya o es mía.
Soy impermeable a todo aquello que no eres tú. Algo que se escapa a los términos generales.
No quiero, generalizando, ser un buen hombre. Con tenerte me importa poco que me consideren bestia.
Me importa nada lo general.
Solo quiero la exclusividad contigo.
En términos generales, hay tanta gente filantrópica, que estoy seguro que se hubieran ofrecido ellos a ser crucificados para salvar a un cristo. Mierda...
Dijéramos, que a grandes rasgos, afirmo que nadie se mataría por un nazareno; no nací ayer. Soy milenario como las piedras, nací con toda la sabiduría necesaria para combatirlo todo, para encontrarte a ti.
Yo me mataría por ti y crucificaría un mesías en tu honor. Limpiaría mis manos de su sangre en sus sagrados calzones observando tus muslos manchados del húmedo brillo del deseo.
¿Te parezco temible? Porque sin generalizar, lo soy. Es mi volición.
Frente a ti meto la mano en la bragueta del pantalón acariciándome obsceno.
Deja que me ría torcidamente, porque pienso en términos generales, que todo es una farsa y tú no eres de barro como todo lo que me rodea y piso. Eres mi anclaje a la vida, mi firme y pétreo sostén en un lugar que me aboca al hastío, al precipicio que crea en la carne la cuchilla corta-arterias.
Generalizando, no importan los llantos y las alegrías de ellos, los otros, los ajenos.
Solo tú escapas a cualquier término general.
Soy una impúdica excepción, se equivocaron desde el momento en que nací.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

6 de marzo de 2016

La leyenda de los amantes atómicos


Las emociones liberan una sutil energía que produce imperceptibles cambios en el entramado sub- atómico del planeta. Es un hecho que nadie ha comprobado; pero yo sí. Soy memoria perdida.
Dolorosa y triste memoria.
Hay pequeñas heridas en el aire, en el tiempo, en el pensamiento. Llagas cuánticas, aberraciones que son solo sensibles a los amantes, los que se corresponden de la forma más triste y solitaria.
Algo completamente inusual.
A eso le llaman la triste existencia. Una afinidad entre seres que desean lo mismo, pero no se localizan.
Y desesperan.
Hay una sintomatología muy clara: en un momento determinado pierden un latido del corazón o una respiración queda suspendida entre los labios porque ambos se piensan, ambos se escuchan a través de órganos sensoriales formados por nodos neuronales en el cerebro profundo. Desconocen su identidad, solo saben que existen en algún lugar, en algún momento. En alguna nostalgia sin explicación y entre los gemidos de un sexo que no consuela, que no es el que quieren, ni con quien quieren.
Despiertan tristes cada día.
La vida les ha estafado.
Es un mal arreglo curar la tristeza con compañía de consuelo, porque se convierte en frustración y llanto.
Hasta que llegue la muerte que todo soluciona. Que anestesia de la vida.
Por alguna razón nacieron con deseos difíciles de gestionar en un lugar que no está preparado para ello. Son seres que no caben en estadísticas ni en pilas bautismales.
Acarician sus propios sexos pensando en posibilidades quiméricas.
Sus tristezas en los despertares siempre iguales, nacen de las esperanzas rotas de encontrar un ser que pudiera llenar sus huecos, sus necesidades, sus ilusiones de vivir. La triste energía que los envolvía se hizo agresiva. Se hizo peligrosa en potencia.
Sin saberlo estaban a punto de unir sus grises y vitales fuerzas para crear una deformación en el entramado de las corrientes empáticas de la humanidad.
Su energías eran idénticas y se sumaron. Se convirtieron, sin poder evitarlo y sin control, en dos generadores conectados en paralelo, duplicando la potencia, amplificándola en un microsegundo al reconocerse ambos.
Una potencia poderosa por la desesperación, por la tristeza vital que los llevaba con paso firme y seguro hacia la salida de emergencia. Hacia el suicidio.
 En una tarde gris y fría, solitarias las calles, caminaban en direcciones contrarias, hasta que se cruzaron.
Ella lloraba serenamente pensando en la caída desde un puente de metal oxidado y aguas heladas. Su cabello dorado y mojado dejaría escapar desleídas hebras de sangre por las rocas. Él había llorado, se notaba en sus ojos enrojecidos de escleróticas radiadas por venas rojas de tabaco y solución salina en forma de lágrimas. Su puño se cerraba en el bolsillo en torno a una navaja de afeitar que liberaría la demasiada vida que había en sus venas.
Y ocurrió en un parque de viejos plátanos sin hojas, de grandes troncos verdes y corteza suave, una piel que en algunos lugares había desaparecido dejando cicatrices blancas. Vitiligo arbóreo...
Con sus ramas desnudas rezaban con verticalidad hacia el universo, como si le pidieran nuevas hojas. Cierta clemencia.
Era el decorado preciso.
Los columpios infantiles enfriaban el alma con su grisentería y quietud.
El ruido de la grava al caminar creaba un rumor funesto.
El amor se encendió de repente, rompió las conocidas dimensiones y creó una nueva innombrable. El encuentro, el sueño cumplido los hizo ajenos, extraños ante el mundo. Fueron transportados a otra atmósfera dentro de la misma Tierra.
Es un hecho extraordinario por lo escaso; pero obedece a leyes cuánticas de efectos mensurables.
Se abrazaron sin mediar palabra, gemían agotados...
La dimensión de su pasión se convirtió en muro infranqueable para ellos y para el resto de seres vivos y muertos.
Se encendió una fosforescencia púrpura a su alrededor. Los árboles tenían miedo, parecían temblar en aquel parque de un otoño desolado y tañeron las campanas de un viejo monasterio sin que fuera necesario.
Hubo gente que bajó de sus colmenas de ladrillo y cemento para admirar el suceso, porque era tarde depresiva de domingo, necesitaban alguna novedad, algún suceso extraño que hiciera su vida, si acaso por unos minutos, remotamente trascendente.
Los hallados dejaron de entender cualquier lenguaje hablado o escrito. Los gestos humanos se hicieron incomprensibles. Las voces no llegaban a penetrar en su dimensión. Su burbuja neuro-atómica era ahora su planeta. Eran ellos quienes veían a las bestias hablar y gesticular en aquella jaula colosal en la que se convirtió la Tierra.
Su planeta se detuvo en un eterno y suave alba. Un amanecer amable, de medias penumbras y claridad de oro que duró el resto de sus vidas.
La Tierra había desaparecido y se convirtieron en isótopos de amor sin saberlo, dulcemente.
Una de las dimensiones rotas fue el tiempo. Apenas se amaron eternamente durante unos minutos frente al mar y el horizonte de un nuevo amanecer.
Consumían la vida a velocidades de taquiones; pero en su mundo, en aquel accidente cuántico, se sentían eternos, vivieron decenios. Tal vez, aún estén vivos.
Los humanos golpeaban aquella púrpura bola de amor, les gritaban que dejaran de abrazarse: "¡Os estáis desintegrando, idiotas!".
Los hallados ya no estaban, habían viajado lejos. La gente solo veía una proyección, un holograma que se disolvía por momentos.
Y se hicieron leyenda en unos minutos. Se hicieron mentira, porque esas cosas son imposibles y los testigos dudaron de sí mismos cuando volvieron a sus colmenas. Alguien dijo que el agua estaba contaminada, que estaban intoxicados.
Los amantes atómicos fueron un insulto a la mediocridad, a la pasividad, a la banalidad...
Los amantes atómicos no conocían ni les importaba que hubiera una ley natural que prohibía el profundo amor, que quien amaba con todas sus fuerzas, con todas sus fuerzas quemaba su vida.
Porque el amor puro es una partícula cuántica que desarrolla una energía destructiva para el tejido humano, para la razón humana.
Para la civilización castradora de ilusiones.
Y desaparecieron dejando reflejos erráticos y caóticos en las pupilas humanas. No quedó nada, la naturaleza del planeta y del universo borró todo vestigio de aquella imposibilidad atómica de amor con la firmeza de un castigo.
Lo cierto es que el planeta no pudo hacer nada para vengarse de esa afrenta, viajaron a velocidades de dios. Se escaparon de las severas leyes tácitas.
Anatema humano. El pecado capital es trascender.
La humanidad respiró más tranquila, no tenía nada ya que envidiar. La mediocridad no corría peligro.
Como era de prever, quedó latente el fenómeno de amor atómico como una leyenda sin claro origen en la conciencia humana. Se designó un día de fiesta anual para celebrar paganamente a los amantes atómicos. Los cobardes, los que temían a la soledad, se exhibían bailando descalzos sobre  alfombras de vidrios rotos para demostrar que eran tan valientes como aquellos tristes enamorados que se desintegraron abrazados en una burbuja de amor cósmica.
Y los perros, en las playas lamen los pies ensangrentados de los cobardes ebrios que jamás morirán por amor.
Fue cierto, no es leyenda. Fui testigo desde mi tumba eterna y solitaria del endo-cosmos de los suicidas. Cuando me lancé desde lo alto de aquel edificio, ella se aproximaba, lo noté cayendo. Ya era tarde. Y cuando todos mis huesos se rompían, se creó una anormalidad cuántica que desapareció cuando mi cerebro estalló contra el suelo.
Morí en el preciso momento de cruzarnos, por eso sé de estas cosas.
Soy un muerto y mudo testigo.
Ella se suicidó poco después, lo intuyo. Ahora debe ser una tristeza flotante como yo; ya no nos podremos encontrar jamás.
Somos cuantos sin energía, restos de amor que flotan como la chatarra espacial en el vacío. Una fisión fallida.
Estuvimos a un paso, a una fracción de segundo de ser amantes atómicos.
Ahora solo somos quarks de la tristeza.


Iconoclasta

20 de enero de 2016

Moda y aberración


Aberración es un estilo de vida basado en la desgracia de estar lejos de quien amas. Es aberración porque el cuerpo no puede realizar lo que la mente exige.
La aberración distorsiona los brazos, los retuerce en un vacío y la mente cree que todo es posible. Aún cuando los huesos se han roto.
Hasta aquí, la tragedia.
El pene no se rompe; pero hay que cuidar mucho la piel, una fricción tan continuada y desbocada puede llevar a un erisipela del sensible pellejo del bálano.
Lo mismo ocurre con la delicada flora vaginal.
Es todo tan complicado como lógico.
Hoy gracias a la potencia y rapidez de la comunicación, hay aberración exclusivamente. Las modas o estereotipos románticos quedaron atrás, se han sustituido por esos videos virales efímeros y absolutamente banales que iluminan los breves segundos de destellos de sensibilidad que la masa cárnica humana puede lucir.
Solo la ropa marca moda; pero es tan cambiante y tan aburrida, que se convierte en una imposición para esa masa de cerebros ineficaces.
Siempre hay alguien dispuesto a morir por amor; pero nadie muere, al menos ahora. No está de moda.
Porque en  el siglo XVIII, en 1774, Goethe y su "Las desventuras del joven  Werther", pusieron de moda el suicidio (se triplicaron los casos de suicidas) e incluso la forma de vestir del protagonista de esta novela que se enamora de una mujer casada y se relata con las cartas que le dirige a un amigo. A este tiempo, a esta moda, se la conoce como la "fiebre Werther".
Por mimetismo, por identificación, los jóvenes imitaban la forma de sufrir de este personaje que dicen, es casi biográfico. Y alegremente y con jolgorio, se decían: "Vamos a suicidarnos un rato. ¿Te parece?".
Si hubieran tenido yutup en aquel siglo, ahora tendríamos día sí y día también, a tristes emos con una pistola en la sien frente a la webcam del ordenador, llorando negras lágrimas y con música llamativa, filmando videos sensibilísimos; pero cansinos por lo incruentos. Nadie se hubiera suicidado.
Pongamos que un perro salva a otro perro en medio de una autopista en la que mágicamente los coches veloces y feroces, no hacen jugo de perro con sus ruedas.
¿Habrían imitadores y se pondría de moda llenarse la boca de pelos para salvar a un perro en medio de una autopista? Rotundamente no.
Porque el siguiente video mostraría los ostentosos pezones que accidentalmente sobresalen de una blusa de una super-modelo en una pasarela sofisticada de Roma o París.
Y como es sabida la célebre y notoria ineficacia del cerebro humano, el arrastrar perros por una autopista quedará relegado a un bit nulo, perdido en la mente globalizada. Todos y todas (por las lesbianas) correrán a masturbarse frente a los impactantes pezones que se observan asomar en un deplorable video (por la escasa calidad) durante diez minutos en distintas velocidades.
Podría ser que en un tiempo menos hipócrita, también asomara el pene de un modelo; pero ahora no ocurre y si ocurre, me da asco imaginarlo.
Tendré un cerebro privilegiado y potente, y también un poco retrógrado; pero me molan más las vicisitudes del desgraciado y pusilánime Werther de Goethe.
Por otra parte, las modas, me las dicto yo. No soy precisamente un hombre empático con las estupideces, por muy virales que sean.
Si es que la globalizada humanidad me da unos disgustos...
Buen sexo.


Iconoclasta

9 de enero de 2016

La memoria bastarda

(Foto de Óscar París)


Soy la bastarda e impúdica memoria que saca de entre los excrementos y alza las secretas insignias de la humanidad: una compresa usada y un condón pegajoso, sucios de mezquindad y mediocridad.

La leprosa reproducción de los idiotas...

Los alzo para que todos se sientan incómodos, para que giren la cara y con hipocresía ladren: "Eso no va conmigo".

Trapos sucios y mi pene latiendo y goteando... Completamente animal, tenazmente ajeno a todo.

Sudo soportando el peso de la bastarda memoria.

Soy la calavera sin carne de un zorro que se suicidó en la acogedora oscuridad.

Al que mataron sin tiros cazadores degenerados sin dignidad.

Sucios, idiotas.

Soy un paria de la realidad, que la ensucia, que se mea en ella y la cubre con horrores y sexos de ciencia ficción.

Con amores imposibles.

Mi amor... No eres imposible, eres insoportable. Disculpa al pregonero de la  miseria, al escritor sin drogas que llora sin consuelo alguno el asco y tu amor potente y desesperante.

Estoy acabado ahora, mi bella, mis muslos húmedos, mi coño, mis pezones preciosos... No es por ti, es cansancio. Es explosión.

Soy la memoria bastarda iluminada por un rayo casual de sol. Una pena que se remueve incómoda al ser descubierta.

Y mantengo en alto  todo el peso de vuestras miserias que embarazosamente ocultasteis, por ello mis ojos lloran y se escaldan por el esfuerzo; bajo el peso de todo el excremento moral con el que habéis creado la capa de la tierra que pisáis.

Tú no, mi amor, tú estás allá en un lugar limpio. Eres mi luz, la que da textura a mi cráneo, la que me hace trascender. Déjame que acabe con ellos, denigrarlos hasta hacerlos estiércol; y luego ante la calavera del inocente, te beso y te follo.


(Mi gratitud  y admiración por la foto que el artista de la luz Óscar París, tuvo a bien prestarme y la que provocó este vómito desesperante y atroz).




Iconoclasta

21 de mayo de 2015

El dolor de la humanidad


A veces no puedo evitar pensar con cierta ternura en el dolor de los niños, de las mujeres y los hombres.
Hay ternura porque sueño en la posibilidad de un planeta hermoso.
No puedo evitar pensar con la misma ternura en las carnes ajenas rasgadas que hacen bien al planeta y a los animales irracionales que lo pueblan al verter su sangre como abono.
Porque es hermosa la sangre que mana tranquila y espesa de las heridas desmesuradamente abiertas como  grandes sonrisas banales.
La textura de una malteada roja, roja, roja...
No puedo evitar pensar cuando hay tantas calamidades, que solo así puede salvarse el mundo.
Con ternura infinita, veo a la humanidad como una plaga graciosa a la que someter a experimentos cruentos.
Un hormiguero que aplastar porque no hay cosas mejores que hacer.
Pienso en la falta de libertades, y creo firmemente que pocos las necesitan, que no quieren libertades, solo morir mediocremente.
Y está todo bien, mueren y sufren los que se lo merecen.
Y los que no, también; pero son tan pocos que no importa.
Porque las democracias son contrarias a la equidad y la razón, solo buscan multitud. Y ser iguales, uniformar el pensamiento y clasificar comportamientos en "normal" y "no es normal".
Los pensamientos importantes jamás han trascendido en miles y miles de años, solo trasciende el miedo y las supersticiones que lo conjuran. Solo hay dioses escritos en viejos papiros y en quebradizos papeles.
Los viejos les dicen a los jóvenes, no folléis como nosotros hicimos, no os embriaguéis como nosotros hicimos; es pecado, hijos de la gran puta jóvenes.
Porque la vejez hace peor a los seres humanos, se olvidan de lo que fueron y se coronan con un halo de ciudadano ejemplar y castidad.
Mierda, mierda, mierda...
Líderes que ejercen bajo hipócritas y bastardas ideologías con inconfesables avaricias chupando cigarros con pieles humanas curadas y comiendo en lujosos hoteles piernas de bebés horneadas, que guardan en refrigeradores colgados de ganchos con el pecho abierto los cocineros.
Y tanta gente disfrutando de las horas bajo el sol en la carretera para hacer absolutamente nada.
Es de risa, no hay nada importante en la humanidad; ergo su dolor, es algo que ignorar.
Incluso... Se me escapa la risa.
Es esta ternura que me conmueve.
Es mejor morir que vivir con el cerebro tan vacío y el corazón aburrido de latir siempre igual.
Si la humanidad se duele de algo,  sinceramente que tome aspirinas.
Es tarde para la misericordia, es tarde para la paciencia y es buena hora para fumar un cigarro y ver en las noticias tanta muerte de una forma completamente distendida.
No está todo tan mal, hay esperanza.
Lo dice mi discreto sonreír que no es banal, es sincero y obedece a una larga reflexión de inteligencia, vida e historia.



Iconoclasta

27 de marzo de 2014

Mi pésame de mierda


Adolfo Suárez fue un presidente español que tras la muerte de El Puerco (Franco) negoció la democracia con militares y terroristas.
La prensa habla de su coraje y firme convicción en la libertad y el respeto, ya que fue el primer presidente de la democracia.
Y una mierda.
Como todo político, estaba aquejado de mesianismo patológico (patológico para los demás, claro).
Como cualquier político o ideólogo de mierda, vació el vientre de tripas de los mejores individuos para someter a la chusma.
El político y su ambición, sopesan con tranquilidad mientras eructan, la conveniencia de que hayan miles de víctimas necesarias para conseguir un fin.
Un político o un juez, son seres dispuestos a asesinar en masa o de forma arbitraria a decenas de miles de ciudadanos. Nacieron con un grave problema de ambición y envidia.
Ningún cabronazo de este tipo, sea comunista, fascista, revolucionario, moderado, liberal o extremista va a sentir piedad por la gente que encierran, arruinan, asesinan y controlan.
Así que me lustro el nabo con todas las bondades que les achacan y su coraje y valor excrementicio.
El Adolfo, murió sin saber qué era y lo que hizo, murió sin distinguir entre cagar o mear y si meaba usaba la fregadera de la cocina.
Es maravilloso que haya muerto vacío completamente. E imbécil.
Todos tendrían que morir así. Que todo el mal y los abusos que cometieron, se fueran directamente de la cloaca de su cerebro a la nada.
Los políticos y jueces deberían ser infectados de alzheimer a los cuarenta y cinco y que así se pudran como un pequeño asomo de venganza a todas las vidas que han destrozado y siguen arruinando.
Si hay españoles comiendo mierda, a cerdos políticos se lo deben.
Y digo españoles, porque de un iluminado muerto español va este artículo.
Hay decenas y decenas de mandatarios que no deberían estar vivos, a los que deberían recogerle las heces sus hijos o una enfermera en un manicomio.
Y lo peor de todo es que la chusma que han aplastado, le despide con lágrimas, cariño y honores que tienen metidos en el culo en forma de hemorroides.
El alzheimer debería afectar al 95 %  de la población mundial y que se conviertan en simples cerdos revolcándose en la mierda de su pocilga que nadie limpia.
Con las banderas me limpio el culo y con la degeneración física y mental y muerte de un político, obtengo un breve asomo de justicia.
Pero mi placer anal y sentido de la equidad lo orino con molestias, cuando cientos de miles de subnormales lloran la muerte de su sodomita.
La humanidad solo merece radiactividad en dosis masivas, para que se haga estéril y muera pronto.
Ahí va mi pésame de mierda.








Iconoclasta

25 de febrero de 2014

De papel, tinta y retrasados mentales


Nunca se agotarán las ideas o el pensamiento, al menos el mío y el de uno o dos más que hay en el planeta, en proporción a la cantidad de monos parlantes.
Lo único que se agotará y que prohibirá será el papel y los objetos de escritura, para que nadie pueda perpetuar su pensamiento, si fuera capaz de hacerlo.
El espacio físico donde la idea adquiere tres dimensiones, color, olor y tacto. Con ello existencia.
El sistema triunfa y apenas se usa papel más que para limpiarse el culo, los mocos o el semen de la polla o la vagina. Los han criado idiotas, incapaces de escribir bien, avergonzados de sí mismos y de su caligrafía; para que no escriban y conviertan en algo tangible y duradero lo que piensan.
Si piensan, claro.
El poder se ahorra así mano de obra y tiempo en romper ideas y negar autorías a seres que son más inteligentes e inquietos que la gran mayoría.
El poder corrupto quiere virtualidades que se puedan borrar con un "del" o editar con un "copy paste". Sin autógrafos incómodos.
Para que solo quede lo que ellos escriben, dictan y ordenan escribir.
Es por ello que solo encuentro en las librerías noveluchas baratas como Crepúsculos, Juegos del Hambre y misterios milenarios y esotéricos sin base ni fundamento histórico real. Esoterismo de feria barata. Se encuentran hasta en la sección de hortalizas de los supermercados.
Se pretende que humanos que han sobrepasado ya la adolescencia, continúen leyendo la basura adolescente que los hará subnormales y cobardes eternamente.
La peste de Camus, llegará a prohibirse, como El Exorcista dejó de editarse porque ponía de manifiesto que era peor la religión, el analfabetismo y la sanidad pública que el diablo si existiera.
Me ensucio los dedos al ojear las páginas de los libros de autoayuda: come mierda, da gracias por ello y sé feliz.
Toda esa basura está en la estantería nombrada como imbecilidad y cobardía, en todas las librerías, en todas las pescaderías del mundo.
Por ello el papel  se está prohibiendo, para que nadie pueda escribir nada más que eso.
Mientras la chusma lee cuentitos sin peso ni profundidad, hay una horda de retrasados mentales asesinando gente en un pueblo durante nueve horas sin que aparezca nadie, ni un policía, ni un político. Apenas una reseña un tanto incómoda que anunciar (en Guerrero, México un día antes de la fiesta de la bandera en el 2014, para ser más exacto).
Y así, como en la edad media, cuando el analfabetismo era el arma del poder, ahora lo es la escritura electrónica y la literatura infantiloide y cobarde.
Otras formas de analfabetismo encubierto.
Y si se piensa bien, la humanidad no se merece otra cosa más que trabajar y ser exterminada por corruptos gobiernos en un emotivo día de banderas de mierda.
Apenas un extraño caso de seres que ocupan el papel con su pensamiento entre cientos de miles que follan borrachos y leen basura y ven mierda en la televisión. Todos esos cientos de miles de retardados, se adjudican el intelecto de dos o tres que saben escribir.  Se adjudican capacidad intelectual, cuando solo hay una excepción inteligente cada sesenta años.
Y a medida que escribo mi pensamiento con tinta marrón que resalta contra la blancura del papel como una mancha de diarrea en la sábana blanca o en la santa, llego a la conclusión de que nueve horas de exterminio en una ciudad no son suficientes, es muy poca cosa.
Se requieren turnos de veinticuatro horas asesinando monos parlantes para que la subnormalidad deje de reproducirse a este ritmo ratonil.
Cuando yo muera y descubran los kilos de pensamiento que he escrito y acumulado y los quemen, alguien pensará: menudo hijo de puta era este tipo.
Solo que será demasiado lerdo para darse cuenta de que es incapaz de escribir ni una sola frase de más de tres palabras en una simple carta. Al igual que los más de siete mil millones de habitantes del planeta.
Hay chimpancés que desarrollan un mayor nivel intelectual que un pueblucho con miles de habitantes, a los que matan sin que nadie preste atención.
Y es que la selección natural se abre paso como sea, aun que los retrasados mentales que son los medios para llevarla a cabo, no sean conscientes de lo que son. Tal vez, ni sepa lo que están haciendo, si no es de un modo tan básico como el instinto reproductor de las ratas.
En pocos años, cuando alguien no tenga teléfono para escribir un mensaje, se tendrá que meter un dedo en el ano para escribir con mierda su saludo de subnormal en una pared.
Y luego se lo limpiará chupándoselo.
Buen sexo y feliz imbecilidad.
Y sobre todo, paciencia.








Iconoclasta

4 de octubre de 2013

La Parusía, segunda venida

 
Monto los dedos de la mano el uno sobre el otro en un ejercicio de elasticidad, coordinación y habilidad para formar una figura que no sirve para nada; me recuerda una caracola rota y duele un poco. Duele la hostia puta.
A según que edades, no hay que hacer este tipo de ejercicios. No es extraño que los dedos se hayan roto. Los huesos han rasgado la piel, pero no sale sangre; solo un polvo amarillento que se acumula en un montoncito encima de la página del cuaderno donde escribo.
Soy una momia que no debería haber sido expuesta al aire.
Conservo la mano derecha porque aún tengo locura que contar: "Padre, ahora sí te amo. Te perdono mi primer sufrimiento en la cruz. Las humillaciones que me hiciste pasar".
La vida se acaba cuando no queda ya nada que romperse.
Cuando me quito la ropa, en el pantalón hay piel pegada de mis nalgas, una calcomanía macabra que me recuerda que es hora de acostarse cómodamente en un ataúd y esperar que alguien cierre y selle la tapa.
Mirar parte de mi culo pegado en el pantalón es un aviso como el de los dedos frágiles de la izquierda mano.
Me sentaré a la diestra de Dios, y esta vez sonreiré.
Han eclosionado huevos en mi reseco tuétano, oscuras  cucarachitas de nerviosas antenas salen por los extremos de la falanges rotas y se detienen curiosas para examinar las palabras de la degeneración escritas en el papel, para después ocultarse deprisa entre las mangas de mi camisa.
"Si una vez busqué el perdón de los hombres, hoy ejecuto su destrucción desde la más sórdida y mediocre existencia, nadie creerá en nosotros, Padre. ¿Lo hago bien? Bendíceme Dios mío."
Supongo que la piel, la externa (la interior, el alma, es un cuero viejo y duro), tiene algo más de sustancia que la tinta seca que asusta a la humanidad.
Las cucarachas pueden elegir lo que comen como yo elegí: mi Santo Padre me dio a escoger entre redimir de nuevo o castigar e ignorar el dolor. Elegí lo segundo y sonrió.
No me puedo quejar, hubo un tiempo en el que violaba, asesinaba y desmembraba mujeres y niñas. Cuando disfrutas, la vida corre a velocidad super lumínica. Ahora me descompongo para llegar a  Mi Padre sin la humillación de una crucifixión que no sirvió para nada.
En un mundo de idiotas y cobardes me he hecho mi propio y discreto espacio y paraíso (uno aprende de los errores si no es demasiado imbécil).
Si pagas tus impuestos y consigues hacer creer que trabajas hasta el desfallecimiento por unas miserables monedas, puedes follar y asesinar todo lo que quieras y jamás pensarán que eres un predador; o un Jesucristo en su segunda venida.
 Solo hay que ser cuidadoso a la hora de dejar el cadáver, si puede ser, que no lo encuentren. Ni a mí cerca de ellos.
Me he rascado, siento comezón en mi costado izquierdo, cerca del corazón (esas cicatrices son eternas). Se ha levantado la piel de las costillas y la carne. Un trozo de pulmón negro ha salido formando un globito que se hincha y deshincha con cada inspiración y expiración.
Lo cierto es que hay más expiraciones que inspiraciones. Se nota que ya no se airea bien la sangre: una oruga ha salido royendo la ampolla pulmonar en busca de un aire más rico en oxígeno y con menos locura.
Es fácil llamar a esto locura cuando no se entiende la degeneración y la degradación divina.
La oruga se arrastra por mi costado para caer al suelo y con sorprendente agilidad, llega hasta el cadáver de la pequeña Lourdes de ocho años, se arrastra por su pierna izquierda y llega a su sexo impúber y macilento por la muerte de dos días para alojarse en su  raja ensangrentada por la impía dureza de mi falo. Se toma un tiempo de diez minutos para hacerse mariposa y desplegar sus negras alas mojadas, esperando que este aire infecto las pueda secar.
Ha preferido hacerse crisálida en un cadáver apestoso antes que en el cuerpo del Hijo de Dios. Mi Santo Padre tampoco es infalible.
Me levanto y dando una patada al coño infantil, aplasto a la mariposa de la muerte.
No tengo porque sacar el cadáver de aquí antes de que mi Padre me llame de nuevo a su lado. No me gusta el olor de lo podrido aunque sea yo la causa; pero no molesta. Será un muerto testimonio, como todos los de la biblia.
De la fosa izquierda de mi nariz se escurre una  baba rojiza y espumosa que cae en el diario, encima de la frase: "Los he matado con tanto placer, Padre mío, que mi pene incircunciso no descansa de una erección eterna".
Padre me apoya en cada acto de asesinato, en cada descuartizamiento.
Quemé un millón de judíos.
Ojalá hubieran sido aquellos que me apedrearon y me arrastraron hasta el bueno de Pilatos, que los despreciaba.
Lancé trescientos mil niños vivos a los hornos crematorios, yo era un soldado alemán que creía en su trabajo. Y me ascendieron a cabo del servicio médico donde arranqué más de diez mil penes circuncisos.
"Me gustaba especialmente ver a las preñadas judías a través de la pantalla de rayos X, y me fumaba cigarros mirando el feto, pensando en cómo se achicharraba en la barriga de su madre. Te lo debo a ti, Padre Mío. Te doy gracias por esta segunda oportunidad".
Metí cosas en los coños judíos deseando impúdicamente la venganza de aquellos hijos de puta que me asesinaron en Jerusalén.
Y se creían que mi segunda venida sería para dar nuevas esperanzas...
Idiotas.
Mi parusía ocurrió hace más de cien años, nadie lo supo. Mi Padre me dijo: Esta vez no sufrirás, gozarás, Hijo Mío. No hay que redimir, hay que castigar.
Nací en el seno de una mediocre e ignorante familia, y muy pronto, al cumplir los catorce, violé a mi madre con el pene de mi padre; se lo seccioné limpiamente mientras dormía y como hiciera dos mil años atrás, le di paz espiritual a mamá y la penetré con el pequeño pene mientras le hacía una gran herida en su seno izquierdo para arrancarle el corazón y ahogar a su marido con él.
Yo no la follé, me daban asco sus negros muslos ennegrecidos en las grasientas ingles. Su raja estaba casi siempre abierta por el peso de una barriga repugnante.
Disfruté más masacrando a mis padres que convirtiendo el agua en vino o caminando por encima del mar.
Durante decenas de años he matado todos los seres que he podido, viviendo en la oscuridad, en la ignorancia de la humanidad. No he sido líder, solo una bestia que acecha y mata.
Matar niños es la burla, venganza y escarmiento por aquella estupidez que una vez mi Padre me hizo decir: Dejad que los niños se acerquen a mí.
"Santifiqué su muerte hundiendo los dedos en su sexo virgen y pinté la cruz en sus pechos apenas desarrollados con la sangre de su virgo roto. Luego le abrí la garganta con mis dientes. Llené un cáliz bendecido con su sangre, con su vida".
Yo he dicho ya cientos y cientos de veces: Dejad que raje a vuestros hijos y después os quemaré vivos a los padres.
Ahora muero ya agotado, cien años y pico son demasiados, incluso para Jesucristo resucitado.
Mis apóstoles son las ratas que alimento en el sótano de la casa. Les lanzo pequeños trozos de carne de pecadores para que coman, para que aprecien el amargo sabor de la humanidad.
Me acerco hasta el coño de la niña. Es sexo sin vello, me pregunto si a su edad pensaba que un día su vagina se tornaría peluda, que tendría tetas. Seguramente estaba a punto de pensar en esas cosas.
Le arranqué los ojos con un cuchillo sucio y mal afilado de cocina, no sé si gritaba por el dolor o por la violación, estaba demasiado ocupado derramando mi semen sagrado en ella.
Aparto a la mariposa que se debate en agonía medio aplastada entre sus pocos desarrollados labios mayores y metiendo el dedo en la llaga de mi costado para mortificarme, la lamo.
El sabor de la orina no es peor que el vinagre en los labios cuando estás muriendo en la Cruz.
Me sangra la lengua, está a punto de caer. Mi Padre no deja que mi degeneración física duela demasiado, solo un poco; pero no puede controlar la ponzoña que he acumulado a lo largo de estos años en mi mente prodigiosa y ejecutora de los más letales milagros.
Escribo: "La pequeña Lourdes es mi última víctima y la ofrezco en sacrificio a Dios, mi Padre. Me siento bañado por el Espíritu Santo. Me ha pedido cientos de veces en su cautiverio,que no  le hiciera daño. He llorado con ella, porque he sentido su horror en mi propia carne".
Cierro el cuaderno con toda mi vida detallada, para que la humanidad  sepa que se llevó a cabo la Segunda Venida. Y que el anticristo era solo un cuento de las mentes drogadas de mis apóstoles ignorantes.
A los ignorantes los has de alimentar con mentiras para que funcionen como quieres.
Morticia, la rata más vieja y gorda (está conmigo desde mi adolescencia) muerde el dedo pulgar de mi pie derecho porque ya está muerto. No me molesta, además, pretendo dejar un cuerpo completamente abominable para que se joda la humanidad entera.
Una luz blanca inunda esta casa en ruinas de suelo sucio y mugriento. Los rostros de tantos seres que he asesinado lloran en un sufrimiento eterno: reviven su tortura y muerte eternamente.
Mi Padre sabe ser impactante.
Morticia se lleva mi uña a lo oscuro y se la come sentada sobre sus patas traseras, observando como la luz me lleva al trono de la diestra de Dios Todopoderoso. Observando atentamente como mis brazos y piernas se desgajan como ramas podridas de mi tronco.
Había anotado en el cuaderno, escribiendo sobre la baba rojiza que se desliza de mi nariz corrupta: "Volveré si Mi Padre lo pide, y cuando me lleve por tercera vez a su diestra en el Cielo, os arrastraré a todos al infierno, judíos y hombres de mierda."
El cardenal Juan Bautista, recogerá mi diario por un mandato de Dios y será incluido en la biblia como el libro llamado Verdadero Testamento, a continuación del Nuevo.
El cuerpo de Lourdes será embalsamado y ocupará un lugar preferente en el Vaticano, para que todos sepan que se cumplió la parusía y que el apocalipsis solo era una colección de postales infantiles comparadas con lo que Yo Jesucristo , he ejecutado en el nombre de Dios Padre, del Espíritu Santo y de Mí Mismo en un misterio  que no es tal.
Soy libre, soy Dios y soy Espíritu. Me llevo la sangre de la humanidad como un sabor dulce en el paladar y en el alma.
No sé si volveré de nuevo; pero no lo deseéis jamás.
Una última anotación, antes de que se desprenda mi mano derecha:
"Ego no os absolveré jamás, jamás existió el perdón, judíos".




Iconoclasta