Powered By Blogger
Mostrando entradas con la etiqueta cobardía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cobardía. Mostrar todas las entradas

14 de mayo de 2021

Cincuenta años de acoso y derribo a la cultura y la libertad


Crónica de la muerte del hombre como especie, una muerte premeditada.


Lo han conseguido, han sido feroces. Han eliminado al individuo y su intelectualidad.

Han culminado el golpe de estado terrorista a la cultura, la libertad del pensamiento y la creatividad; una fiera extinción del individuo y su creatividad, sepultándolo bajo los despojos sensibleros, infantiloides y musicales de las masas de borregos.

Sazonado todo ello con los memes de la ignorancia más chabacana.

Todo empezó en el inicio de la década de los 70 del siglo pasado, con la formación y concentración de aquellas decenas de miles de colosales rebaños de reses humanas, constituidos por cientos de miles de humanos alucinados con la gran variedad de drogas que se pusieron de moda, follando en barro amasado con orina y mierda, trascendiendo espiritualmente ante banales grupos de rock y pop y charlatanes sectarios. Fue entonces cuando el poder advirtió el verdadero y simple espíritu gregario o grupal de las masas. Vio el potencial que ofrecía para su explotación y sacrificio. Y se sentaron las bases para formar una sociedad estabulada y pastoreada. 

Así dio comienzo una estrategia para convertir la mente de las masas humanas en un solo pensamiento y deseo insectil y maleable que, convertiría a hombres y mujeres en cabestros castrados y mansos, consumidores y votantes de unas democracias basadas en el voto estúpido o inculto.

El bombardeo de banalidad y consumismo llevaría a la humanidad al actual (mayo 2021) grado de decadencia, gracias a su acusado carácter gregario y la inducción del  pensamiento único con la fórmula magistral de drogas, alcohol, música, consumismo y sexo que eliminó de la faz de la tierra las consideraciones intelectuales de pasadas generaciones de autores, filósofos y científicos. Un nuevo oscurantismo estaba arrasando el intelecto colectivo, ya de por si muerto por un consumismo febril. Se adoctrinó contra el tabaco porque es un hábito reflexivo (a las empresas el cigarrillo les salía caro por el tiempo laboral perdido y porque el obrero recapacitaba en su esclavitud mientras fumaba cansado del abuso); y en paralelo se permitió que los coches envenenaran masivamente las ciudades (es tal el analfabetismo inducido que los borregos temen más al humo inocuo de un cigarrillo que al humo tóxico y letal de los coches). No se ilustraron las bebidas alcohólicas con fotos de accidentes de coches, hígados podridos, pobreza y violencia que el alcohol provoca, tal como se hizo con el tabaco. Y nadie vio la trampa, la hipocresía. Las borracheras de los hijos fueron toleradas en nombre del gran esfuerzo que era estudiar y luego el porro y su narcosis, la coca y su euforia… Básicamente se siguió la pauta de la extinta URSS, consistente en alcoholizar y por ello anestesiar al obrero asfixiado por una vida gris. Sin embargo, la heroína tuvo poco recorrido, porque en lugar de castrarlos mentalmente, los mataba y el poder perdía contribuyentes y ganado humano que explotar. Por supuesto, creaba zombis de comportamiento imprevisible y violento.

Las ciudades no son metáfora alguna, son auténticos termiteros dominados por una casta de muy pocos individuos que rigen la colonia de millones de ciegas termitas, que se sacrifican sin ninguna utilidad a capricho de sus amos y dioses. Con la absoluta fe en la democracia: la más virulenta trampa contra la libertad y el hombre como especie creadora y libre. No existe peor gobierno que el elegido por una masa humana ignorante y miedosa, decadente y pueril.

Así se explica como unos pocos con repugnancia, hemos llegado a ver a esos millones de aplaudidores cobardes, mansos y analfabetos de las genocidas dictaduras “democráticas” que han emergido tras la infección de las ciudades por medio del coronavirus.

El proceso de castración emocional e intelectual de la humanidad ha sido lento, ya que las logias o castas de poderosos debieron esperar pacientemente a que murieran los grandes filósofos, escritores y científicos que eran el referente de la cultura a nivel planetario, quienes abogaban con naturalidad y sin dogmas por la libertad advirtiendo del fraude de la democracia.

Esperar que se extinguieran los intelectuales tenía dos objetivos: no tener excusa para aplastar/censurar con más banalidad e idiocia los programas divulgativos de cultura que eran habituales: entrevistas semanales con escritores, filósofos, biólogos, físicos, médicos, realizadores de cine, pintores, historiadores, etc... Y el otro objetivo: los políticos son seres surgidos de los mismos miasmas que la sociedad, con idéntico analfabetismo, con idéntico adocenamiento; pero nacidos en familias de poder económico y político. Esos políticos analfabetos, tenían que permanecer en la sombra mientras un erudito de libre pensamiento aún respirase para no quedar en evidencia.

El cine se prostituyó hacia las nuevas doctrinas de la mansedumbre (el exacerbado pacifismo que consiste en pura pasividad y abulia) y el mono pensamiento. El cine para adultos junto a la divulgación cultural en forma de programas televisivos, ha sido censurado para que la edad intelectual de la población insectil humana no supere los cinco o seis años (Marvel y Disney más concretamente).

Actualmente apenas hay diferencia de poder entre las grandes multinacionales, las dueñas de las redes sociales y los políticos. El mundo empresarial, su dinero, quita y pone políticos y es quien dicta las tendencias que han de seguir las masas en cuanto a consumismo y conducta social. El lugar de la cultura y la ciencia se ha usurpado por empresarios millonarios actuando con su retórica de iluminados, como sacerdotes ante un público ansiando comprar sus productos, líderes sectarios de absurdos radicalismos y falsas causas ecologistas o sociales que se han creado para llenar con paja los cerebros vacíos de los superficiales y maleables habitantes de las naciones.

Y lo mismo con la literatura, incluso algunos títulos de libros del siglo pasado, han sido descatalogados para mantener las librerías llenas de la actual bazofia con la que se adultera el escaso espíritu de los insectos.

La divulgación cultural fue empujada, arrastrada al arcén con una invasión de música rock psicodélica en los 70, en los 80 eclosionaron los videoclips musicales que coparon las emisiones televisivas y crearon un sinfín de estilos musicales con el propósito de que cada intérprete y autor pudieran hacer su videoclip. Cuando llegó internet, los videos de caídas y accidentes ridículos, fueron ocupando el espacio de los videoclips que ya comenzaban a saturar las pocas neuronas de la chusma. Y claro, los videojuegos se convirtieron en los juguetes de la infancia. Juguetes que evolucionaron hacia la realidad aumentada que la gente juega por la calle como si tuviera (de hecho la tiene) una grave deficiencia mental. Mientras tanto la informática invadió como otro virus los hogares y se formaron las redes sociales. En paralelo surgieron los programas basura televisivos, los reality show; una forma de voyerismo blanco para ir a dormir con el cerebro abotargado por la repetitiva visión de los monstruos absolutamente estúpidos y anodinos, parásitos que ganaban dinero exhibiendo su imbecilidad y analfabetismo como una forma de vida desenfadada y divertida. Las redes sociales mientras tanto ganaban a velocidad lumínica millones de adeptos.

Los únicos programas divulgativos que han sobrevivido son los reportajes de vida animal a las horas en las que los termiteros bajan su actividad metabólica, como la siesta tras la comida. Y se desarrollaron las performances de los gurús de youtube (falso periodismo inhibidor de la cultura y la dignidad) con monstruos extraídos de los excrementos de la sociedad: putas de lujo y putas de calle, vividores estafadores, aristócratas rancios y arruinados, falsos médicos, falsos actores, falsos cocineros, falsos cantantes, malos políticos olvidadizos y en los últimos quince meses (a fecha de la redacción de este ensayo) la ingesta doctrinal del coronavirus o Covid 19. No se puede obviar el absoluto y apabullante adoctrinamiento sobre el uso del humillante e insalubre bozal o mascarilla contra el coronavirus, la necesidad de vacunarse aunque cause en “pocos casos” la muerte y saber que antes no estabas protegido porque las aspirinas son venenosas y que la libertad es lo que menos que te conviene porque es enfermedad. Veinticuatros horas al días, siete días a la semana sin descanso. En televisión, internet y los teléfonos.

Con la adjudicación a cada ciudadano de un teléfono inteligente, han modificado el lenguaje pervirtiéndolo hacia lo más básico y popular para que el analfabetismo del termitero fuera capaz de entender y asimilar los dogmas. Un lenguaje puramente funcional para una sociedad formada por hormigas que van y vienen y se reproducen sin pudor alguno para mayor gloria de los analfabetos poderosos de dinero.

Coche y casa de propiedad son las consignas de triunfo social de las masas, a pesar de que muchos morirán antes de ser dueños de una casa por la que se han hipotecado más allá de la vida; es literal.

Los que fracasan en el logro de ambos objetivos, en el teléfono móvil encuentran las suficientes razones y argumentos para no sentirse fracasados y acceden a pornografía gratis que combina muy bien con la borrachera y la narcosis para olvidar que son unos fracasados.

La aniquilación del individuo (el que crea arte y pensamiento, así como conocimientos científicos) se ha hecho realidad de una forma tan definitiva y con tanta habilidad que los propios insectos que alimentan el poder, no son capaces de verse a si mismos como realmente son. Es el gran triunfo del fascismo de la nueva y normal decadencia y cobardía: que un bicho o insecto llegue a creer que es un individuo con capacidad lectora, con libre albedrío y obediente hasta la emasculación.

Los logros de un individuo son parasitados por un controlado y numeroso grupo de hormigas robando una autoría de algo que jamás hubieran conseguido sin la existencia de ese único e irrepetible ser humano.

Mientras ejercían el oscurantismo (control absoluto y censura de la cultura) en escuelas, televisión, prensa y puestos de trabajo, ponían el pie sobre la cabeza de cualquier intelectual que pudiera destacar y afirmara que la creatividad y el intelecto no se encuentra en un hormiguero, si no en cada cerebro humano con inquietudes humanísticas. Que la colectivización es esclavitud del pensamiento y convierte al hombre en un animal sin otro fin que la ganadería: su explotación y sacrificio. Los intelectuales o libres pensadores que murieron desde la década de los 70 del siglo pasado, hasta la entrada del presente siglo XXI; no tendrían continuación alguna. Alea jacta est.

El fraude que constituye la democracia desvelado con las voces tranquilas entre humo de cigarrillos en tertulias y entrevistas de los intelectuales, quedó silenciado. Y por tanto la libertad del individuo se convirtió en enfermedad y rechazo social.

En el actual neofacismo solo se permite la existencia dentro de un enjambre si no eres millonario.

La victoria del fascismo de la insectil sociedad y su cobardía y mansedumbre, explotó como triunfo en Marzo del 2020 (tras haber infectado a la población con el coronavirus y su pánico) sometiendo una población acobardada, su supervivencia y alimento a los designios de políticos analfabetos nacidos de familias ricas. Una sociedad cuyos insectos llegaron a creer con ferviente anhelo que sus amos políticos los alimentarían quedándose en casa y conservarían sus valiosas propiedades como casa y coche. Que salvarían sus vidas de un resfriado si se quedaban encarcelados en el hogar aplaudiendo el fascismo y su genocidio.

Y fueron millones y millones de hormigas pensando lo mismo, respirando lo mismo: su propio aire viciado y gastado inhalado cientos de veces al día que les hacía el cerebro más lerdo y los pulmones más débiles. Y enfermizos.

En todas las naciones del planeta se libró una guerra entre políticos: quien sería el mayor y más temible tirano. Entre la población: quien sería el más obediente y aplaudía con más fuerza.

Ya nadie se acuerda de los bebés de la talidomida cuando aparece una vacuna en menos de un año. Y si se acuerdan, es para decirte que ahora solo muere algún desgraciado raramente por trombos; pero que vale la pena que mueras por el bien de las hormigas y su imbecilidad y cobardía.

Es de película de terror que todas aquellas entrevistas en blanco y negro a Borges, Josep Pla, Cela, García Márquez, Dalí, Cortázar, Onetti, Vargas Llosa, Severo Ochoa, Carpentier, Benedetti, etc… Un día sean borradas, para que ya nadie las pueda ver en youtube; para que nadie ose pensar, ser libre, ser individuo único, irrepetible e imprescindible.

Es de película de terror cómo se ha pervertido la educación, incluso a niveles biológicos, para confundir a la infancia y que no acaben de saber si son mujeres u hombres. Si su futuro dependerá de si tienen pene o vagina y si deben transformar sus genitales y anatomía.

Bajo la prohibición de la tauromaquia por razones animalistas humanitarias, subyace la cobardía y la envidia. Que un hombre de setenta kilos se enfrente a un toro de casi seiscientos y asuma el riesgo de morir para crear una emoción en el público, es algo que no pueden soportar las generaciones adoctrinadas por el fascismo de la cobardía: el miedo a la lucha, a la violencia más primigenia. Reses se sacrifican cientos de miles cada día en el planeta. Que un toro tenga el privilegio de luchar contra su enemigo, es algo que admirar. 

Admirar a ambos.

Es tan solo una anécdota de tantas sobre la evangelización de la globalidad: todos igual de pobres, igual de ignorantes.

Han creado al cobarde perfecto con la cultura del miedo enmascarada de ecología y animalismo. Esos insectos que a lo sumo se atan a un seguro arnés para dejarse caer unos metros al vacío y gritan con euforia infantil su valor, son una pequeña muestra de la cobardía sembrada entre la población y que ha dado generosos frutos.

Es lógico que las hormigas se quedaran en casa quietas, sin una sola protesta ante la prohibición de realizar sus más elementales actividades de supervivencia como encontrar comida. Dejaron sus vidas y las de sus hijos, de forma absurda y alienante en manos de unos dictadores. Se repite sin hornos de cremación (por ahora), el borreguismo judío del Tercer Reich.

Una proclama como: ¡Quédate en casa! (cabestro). Sesenta años atrás y con el nivel cultural veinte veces superior al actual, no se hubiera obedecido.

Ernest Hemingway se hubiera reído de semejante basura cobarde.

Ahora que se ha demostrado que el ser humano no es más que una hormiga y se ha prohibido y penalizado el individualismo (lo que hizo evolucionar al hombre y le dio más años de vida y conocimiento), todo irá a peor. El miedo de los bichos a una gripe es tal que, prefieren sacrificar el alimento de sus hijos quedándose en casa aprendiendo que hace más pupa una aspirina que una vacuna.

Ya no hay eruditos, solo sacerdotes oscurantistas que evangelizan el miedo y la pasividad, el analfabetismo y la enfermedad que es la libertad.

Sé corrupto y cobarde tendría que ser el lema de la nueva logia sectaria del poder surgida con el coronavirus.





Iconoclasta


25 de abril de 2021

El corrupto “Prevalece el derecho a la vida”


La amañada legalidad corrupta de los nuevos fascismos surgidos con el coronavirus, cuyos corruptos jueces son los que le dan el falso sello de legalidad a todo tipo de estafas, crímenes y acosos a la población; esgrime un lema letal, preñado de hipocresía, oportunismo, populismo e infantilismo: “Prevalece el derecho a la vida”. Resulta que la propia salud y la necesidad de moverse con libertad, es veneno.

¿De verdad se ha llegado a este límite de lo dictatorial, corrupto y criminal para acusar a cualquier individuo elegido al azar y condenarlo culpable de atentar contra la vida por respirar? Culpable de vivir.

Y las ratas cobardes encerradas en sus casas royendo sus propios excrementos entre aplausos y lloriqueos.

Solo hay un nombre para esos jueces y gobiernos: Marranos hijos de la gran puta.

Con el “Prevalece el derecho a la vida” han ejecutado a decenas de miles de enfermos, han encarcelado a millones de humanos y han arruinado a otros tantos. Así, genocidamente. Y eso solo en España.

Es una secta fascista golpista que ha cometido crímenes y estafas contra una sociedad indolente, cobarde e intensamente mezquina. La secta fascista del coronavirus, ha dicho que el individuo es un veneno, quiere borregos adocenados. Porque el individuo, es infeccioso, su veneno es el más letal.

Está tan podrido el nuevo y normal gobierno fascista del coronavirus que los jueces esgrimen “Prevalece el derecho a la vida” como un bolígrafo entre sus corruptos dedos con aburrimiento, cómplices impunes del fascismo.

Porque si “Prevalece el derecho a la vida”, se prohibirá el vino, la cerveza y el resto de bebidas alcohólicas que a tantas reses de ganado humano enferman y matan al año. Por el puto y cochino “Prevalece el derecho a la vida”, prohibirán la conducción de vehículos para evitar las muertes. Por el “Prevalece el derecho a la vida” prohibirán los deportes de agua, de saltos, de escalada; para proteger al ganado humano. Por el “Prevalece el derecho a la vida” prohibirán caminar por montañas, para que no se pierdan las reses humanas y caigan por barrancos. Por el “Prevalece el derecho a la vida” prohibirán las manifestaciones, los actos políticos electorales, los conciertos de música, los eventos deportivos, las visitas a los museos, los transportes públicos; porque en el hacinamiento hay peligro de perder la vida.

Y luego, por el “Prevalece el derecho a la vida”, podrán adueñarse de los hijos que ellos consideren que peligran por la ineptitud por la que juzgarán y condenarán a los padres. Porque necesitarán mantener un banco de órganos bien surtido, para ese selecto grupo que decreta los “Prevalece el derecho a la vida”.

Y por “Prevalece el derecho a la vida”, permitirán o no, follar a los monos humanos, a las reses que se gobiernan con “una mano que no tiembla”.

¿Es ahí adonde quieren llegar los bastardos gobiernos neofascistas y normales del coronavirus? ¿A prohibirlo todo, absolutamente todo?

Sí… A eso quieren llegar estos hijos de la gran puta.

Les saldrá mal, les estallará su dictadura en el rostro y se convertirán en muertos y sepultureros. Porque los políticos, los jueces y otras cosas con riqueza y poder, son el reflejo mismo de la sociedad, solo que en un lugar que han obtenido por la suerte de nacer en el momento adecuado y en el seno de una familia del selecto club del poder. Esta chusma no es inteligente, son de la misma calidad mediocre e ignorante que el pueblo que gobiernan. La misma torpeza, la misma cobardía, la misma mezquindad, solo varía su nivel de impunidad.

Hijoputas deficientes mentales…

Nunca en la historia han peligrado tanto y han sido destruidas las más básicas y elementales libertades, con una hipócrita, facilona e idiota coletilla como “Prevalece el derecho a la vida”, es un insulto a cualquier intelecto. No ha existido jamás un golpe de estado a las libertades más básicas; tan brutal como el que comenzó el mes de marzo del 2020 en todo el planeta al mismo tiempo, perfectamente sincronizado.

Tiene que llegar una guerra aniquiladora, devastadora para que les digan a los soldados que “Prevalece el derecho a la vida”.

A ver que dictan los corruptos jueces genocidas, carceleros y envenenadores profesionales.

No solo joden mi libertad, insultan mi inteligencia con su podredumbre.

Mi libertad y salud está por encima de cualquier consideración, de cualquier manada de borregos de dos patas. Mi libertad y yo no matamos a nadie como han matado los fascistas gobiernos y sus jueces hambrientos de carroña. Como los mezquinos cobardes, que han colaborado con tantas muertes cagándose encima de miedo.

Me hierve la sangre esperando la gran ola de violencia que mate y destruya lo podrido, hasta los mismísimos cimientos de estos cochinos fascismos y sus legalidades de estafa global. Que la muerte de millones y millones de humanos (o lo que quiera que sean todos esos mezquinos), sea renovación para nuevas líneas genéticas.

Ya toca, me lo dicen mis cojones plenos de mal semen, con el escroto duro como el cuero.

Es necesaria la guerra, la violencia; la masacre para respirar de nuevo libremente.

Que sea una muerte planetaria.

Está bien, la otra opción (pero ya es una cuestión de azar y por lo tanto mucho menos probable que un gran conflicto bélico mundial) sería que un meteorito colosal impactara contra La Tierra e hiciera con rapidez, lo mismo que aquel (que dicen) extinguió a los dinosaurios.

Lo que sea que tenga que pasar, que ocurra pronto, antes de seis meses; porque necesito que mueran muchos para poder respirar de nuevo.

Mis cojones ya duelen mucho por el esperma ya fermentado de tanto fascismo y persecución.





Iconoclasta

12 de abril de 2021

La tarántula envidiosa


Hay un espanto, un terror que eriza los pezones y contrae los cojones, cuando la tarántula Mediocrus está cerca y nos observa con sus seis envidiosos ojos.

Uno ojo envidia el coraje porque no tiene y por ello; se asoma a su balcón, la muy puta tarántula, a diez metros de la calle con un bozal, con su cobarde mascarilla. Otro, es por la voluntad, que no la encuentra. Otro por la libertad, que no sabría usarla. Otro es por la fuerza, porque a pesar de lo grande que es, se rompe de debilidad y miedo. Otro por la creatividad, que nació sin ella. Y el último por la independencia, que le provoca pavor solo pensar verse sola.

Porque si tienes coraje nada te calla a nadie te rindes. Esa es su envidia.

Porque si tienes voluntad eres invencible y único. Y ella está formada por miles de millones de cosas cuya única voluntad es poner sus huevos venenosos y agotar recursos del planeta.

Porque si eres libre te consideras ajeno a todo y caminas allá donde te place, guste o no a quien sea. Y ella muere mediocre en la vulgaridad y bastardía donde nació. Donde nacieron los millones de parásitos que dan forma a su cuerpo repugnante.

Porque si tienes fuerza combates. Y ella solo tiene un veneno cobarde que se le escapa como una baba de la boca, goteando por sus colmillos.

Porque si tienes creatividad, ella es absolutamente estéril en su cerebro, si lo tuviera, si fuera apto para ello.

Porque si eres independiente no tienes grupo, y eso es malo para la tarántula Mediocrus.

La tarántula Mediocrus solo ataca a los valientes que a ella y al mundo, hacen cobarde.

Te envenenará porque tu existencia hace la suya gris como un asfalto tapizado de ratas aplastadas. Tu vida hace la suya cobarde y triste. Despreciable.

La envidia de la tarántula no tiene como fin sorber junto con tu carne envenenada por su mordida, tu independencia, valor o determinación. Ni siquiera tu creatividad. Solo busca que no existas para que no la pongas en evidencia con tu dignidad. Si no hay dignidad, no hay indignos. Si no hay valientes, no hay cobardes. Si no hay inteligentes, no hay lerdos y así hasta el infinito.

Los mediocres quieren que todo lo que les rodea sea mediocre también; para que nadie pueda juzgar su genética mezquindad, su cobardía inmovilizadora y vergonzosa.

A la tarántula Mediocrus se la follan y no siente nada. Los mediocres solo se reproducen espantosamente dejan su leche y se dejan fecundar en un acto pornográfico que insulta el buen gusto. Y luego depositan sus huevos en sus vertederos o casas-celdas, en las que eclosionarán cientos de indignidades y mediocridades como ella. Y se sentirán ciudadanos ejemplares de mierda.

La tarántula Mediocrus, pobrecita, no tiene pezones. Nadie mamaría de su abdomen asqueroso su correcta y vulgar leche insípida.

Solo mata lo que es mejor que ella. Es por eso que apenas nadie la teme y es mascota preferida en casi todos los hogares del mundo.





Iconoclasta

13 de marzo de 2021

El Nuevo Año Español de la Medusa (美杜莎西班牙新年)


Ya quedó atrás el Año Español de la Rata que decretó el nuevo y normal fascismo español del coronavirus (siguiendo las directrices de los dirigentes chinos de la dictadura comunista con su calendario de animales) con la cárcel para todos los ciudadanos, la imposición de toques de queda marciales vitalicios y el uso de la mascarilla para mantener a sus cabestros callados y dóciles. Aquel año de los cobardes que aplaudían cagados de miedo, absolutamente inmovilizados por su indignidad y el fascismo que surgió feroz.

Hay que aclarar que España, como es un país pobre, los animales que usará para nombrar los años serán de segunda categoría (nada de tigres, leones o tiburones) como: rata, medusa, murciélago, musaraña, topo, cucaracha, gusano, caracol, mejillón, berberecho, sardina y pescaíto frito.

Bueno, pues con el nuevo año ya se puede apreciar en la nueva, normal y fascista España y sus colonias o taifas del coronavirus, un notable incremento de una adolescencia maricona y mezquina que ha absorbido con éxito la cobardía y servilismo de sus progenitores. Y de su gobierno, por supuesto.

Los adolescentes españoles del rango de los 12 a los 17 años, ya son en su inmensa mayoría unos cabestros de cuidado que, a cada minuto comprueban con gesto neurótico que su bozal esté correctamente adherido al hocico. Incluso corren y van en bici tragándose su propia mierda con el orgullo que siente todo esclavo de hacer bien la tarea ante su amo.

Tanto es así, que la policía se ha relajado en sus abusos y acosos, aunque nunca hay que fiarse de ellos, si les faltara una mañana azúcar en el café, podrían pegarte un tiro en la nuca y follarse a tu hija adolescente y cabestra.

La infancia que anda por debajo de los doce años, aún parece tener cierta independencia y rebeldía a usar el bozal y caminar con la cabeza gacha y atemorizada, la típica pose oficial española.

Pero como en las zonas rurales se da más la cobardía por el efecto de una natural y acusada endogamia, es de suponer que en estos lugares los menores de doce años, sean en los próximos meses las primeras generaciones infantiles cabestras, amaneradas y plenamente integradas en el nuevo y normal fascismo español de la covid 19 (como ellos por una cuestión de ternura prefieren llamar al coronavirus, que se lee demasiado agresivo en su universo cobarde) adoptando así esa pose ya tan típicamente española de cobardía y mezquindad.

Me he cruzado ya con algunas adolescentes de entre 14 y 16 años, que al darse cuenta de que YO NO llevaba un bozal en el hocico, se han puesto evidentemente nerviosas e incluso gemían con miedo (como vírgenes en su descorche) buscando con paranoia la dirección más apropiada para alejarse de mí, como si el bozal estampado y guay que lucían no fuera suficiente para darles confianza en la mierda de aire que respiran.

La verdad es que me encanta, me hacen sentir poderoso los cobardes. Es satisfactorio y me envanece pasear por las calles del nuevo y normal fascismo español del coronavirus, sin bozal mostrando así lo muy hombre y macho que soy.

Me pregunto, si estas nuevas camadas de adolescentes cobardes sabrán encontrar y usar sus genitales de forma instintiva para follar, o de lo contrario, las escuelas deberán contratar a criadores de cerdos para educarlos en la metodología del joder y su reproducción con amenas clases prácticas. O si al igual que sus padres, acudirán a protestas contra el gobierno por alguna medida económica que los jode; con el bozal que se les ha impuesto y que sin embargo, lucen con obediencia y fe incondicional en sus amos, a los que mariconamente abuchean y gritan venialmente ya que no hay cojones ni ovarios para ir más allá.

Por último, desearos a todos una mierda de felicidad y que les den por culo a los serviles con una caña rota en este Nuevo Normal y Fascista Año Español de la Medusa.

Y ya sabéis ¿eh? En este Nuevo Normal y Fascista Año Español de la Medusa, los que no se hayan vacunado, serán obligados a llevar por la vía pública un manguito en el brazo con la estrella de David.

Y un último apunte: Europa está muerta, se ha inmovilizado cobardemente por una gripe y ha cometido genocidio contra su propia población. Europa es pura decadencia, vieja, asustada y endogámica; pero España en esta ocasión va en cabeza, su sociedad ya es pura putrefacción.


Sobre el 1700, el poeta inglés G.K. Chesterton, reflexionó sobre la mezquindad con estos versos: 

“Y el cristiano mata al cristiano en una

estrecha y polvorienta habitación,

y el cristiano teme a Cristo, que lo mira

con rostro terrible”.


Solo lo mira ¿por qué no lo decapita? ¿por qué no le arranca el corazón Cristo que puede?

Je ne sais pas, merde…

Pace voua, morti nostri (Descansad en paz, muertos nuestros).





Iconoclasta

Manifiesto a la mezquindad


Haber conocido día a día la faz más mezquina y cobarde de la chusma, de la masa humana tal y como ha revelado el coronavirus, ha sido la experiencia más nauseabunda que he experimentado. Todo mi desprecio por la masa humana se ha visto aumentado hasta la desesperación por no tener un medio potente para acabar con ella o crear un sufrimiento que lleve a las reses humanas a retorcerse de dolor durante días antes de morir vomitándose a sí mismos, como guantes a los que se les da la vuelta.

Solo es comparable la repugnancia que siento al verlos y sentirlos cacarear su miedo de mierda con esa mezquindad, a la de la primera imagen pornográfica que ves en la infancia y te ofende sin que puedes entender por qué. O el primer olor a carne descompuesta, el de una rata, que te revuelve las  tripas hasta llevar el vómito a la garganta.

Así de agria y repugnante es la visión que he tenido y sostengo ya inmutable en mis retinas de la masa humana.

Hasta tal punto que me siento sucio de mezclarme con ellos, de respirar la atmósfera que pringan de mierda con su presencia, con su sola existencia despreciable.

En forma alguna puedo concebir ya la existencia de filántropos a menos que sean ciegos y deficientes mentales. Tal vez el filántropo sea el summum de la repugnancia y por ello cuida de sus semejantes.

Entiendo así mismo, la razón de que los dioses que la propia chusma apestosa inventó, traten a las multitudes humanas como trozos de mierda con sus continuas amenazas de castigos, plagas y extinción.

Si esos dioses existieran, la humanidad haría miles de años que estaría extinta.

Es imposible e inconcebible la dignidad y la ética en cualquier multitud humana.

El mito de Jesucristo y su traición y muerte, es el  resumen y la verdad definitiva del género humano como rebaño de pastoreo y estabulación. Jesucristo quiso morir no para redimir de una mierda a ningún cobarde hipócrita; sino para demostrar lo obvio, para que ellos mismos esa multitud repugnante humana se diera cuenta de lo muy cerdos que son cada uno de ellos.

Es lógico que algunas novelas de ciencia ficción conviertan a las grandes concentraciones humanas en carne prensada y luego procesada para alimentar a otros iguales que ellos.

Debido a mi conocimiento acumulado de la historia y la peste que es la multitud humana, nunca como hasta ahora he creído tan necesaria una violencia indiscriminada contra el ser humano en cuanto a multitud y hacinamiento.

Pienso en la necesidad, mientras mueren violenta y dolorosamente, de dosificar anticonceptivos en el agua y otras bebidas de consumo humano para hacer un trabajo definitivo, con el que se garantice el fin de la especie. Y es absolutamente necesario que empiecen a dinamitarse los cimientos de las actuales sociedades, para que los escombros entierren u oculten los cadáveres.

Por lo demás, a los que forman los gobiernos que están pastoreando este ganado con su fascismo, oportunismo, falso paternalismo y robo, les deseo la lepra y que sus órganos genitales se deshagan como una diarrea antes de que mueran.

Esto es lo mejor que puedo pensar de la especie humana. Y con este manifiesto contra la mezquindad, la cobardía y la hipocresía de las grandes manadas humanas; doy fe de mi asco por si la locura o el olvido de mi cerebro podrido borraran en lo que me quede de vida, lo que una vez digna y furiosamente sentí.

No tener empatía alguna con los cerdos es el más grande regalo que pudieron darme mis padres.





Iconoclasta

7 de marzo de 2021

El Evangelio del Coronavirus


Y fue así que vi a la Virgen María llorar acunando el bebé muerto en sus brazos.

El cadáver de Jesucristito al que le habían arrancado los ojos.

Y fue así que los fariseos con bozal gritaron que era la Covid 19.

Y un policía municipal de negro bozal sancionó a la Virgen con una multa de cien euros por no llevar bozal en el hocico. Con la porra le golpeó los brazos y Jesucristo cayó al suelo rompiéndose los huesitos muertos.

Y fue así que los que caminaban con bozal, le pedían a gritos al policía que le pegara un tiro a María. Porque podía contagiarlos por no usar bozal. El policía procedió a golpear las piernas de María hasta que cayó de rodillas.

Y fue así que el policía municipal se sacó la polla y se la metió en la boca a la Virgen María arrodillada.

Y fue así que la Virgen María padeció la Sagrada Arcada.

Y los ciudadanos de bien aplaudían la mamada como una Pascua. Con mezquindad se separaban el bozal del hocico para escupir al bebé muerto, con su carita sin ojos manchada de la leche que escupió el pijo del policía.

Y fue así que los ciudadanos con bozal, se dieron por satisfechos con la justicia impartida y retomaron de nuevo su camino cabizbajo y cobarde hacia la mierda.


El Evangelio del Coronavirus según Iconoclasta.

Libro de la Mezquindad, capítulo 2021, versículos 3 al 7 (LdlM 2021,3-7)




Iconoclasta

28 de febrero de 2021

Ve y teme



Mientras temes niegas las pequeñas ternuras que suceden.

Con el miedo desvaneces las ilusiones.

Y el miedo te roba la fuerza.

El miedo da oídos a charlatanes y mientras mueres, te pudren con promesas y mentiras la vida que te queda.

Por miedo rezas cuando nunca lo haces, el miedo te hace hipócrita.

Y te hace idiota, porque si lo pretendes encuentras mil razones al día para sufrir por miedo.

Si por miedo no vives, no respiras, cavas tu tumba con más rapidez que el sepulturero.

Si no sabes vivir, la muerte la llevas montada en los hombros; morir está a un paso.

Si te apartas por miedo, te apalean por gusto. Porque el miedo te hace mezquino y despreciable a otros ojos.

Si naciste cobarde, cobarde morirás. Simplemente, alguien tenía que decirte las consecuencias de lo que eres, no por aconsejar, solo por meter un dedo en tu llaga y ver como te mortifica.

No puedes morir, no puedes irte sin ser plenamente consciente de tu indignidad.

No es por ti que escribo esto; es por mí, que despreciándote, siento que hago algo de justicia en este error de mundo en el que me escupieron.

Una cosa más, cabestro; si caminas en naturaleza con el bozal en el hocico, ten la decencia y dignidad de suicidarte, o morir lo más pronto posible. Y mientras alguna de esas dos cosas ocurre, no te reproduzcas, no dejes que tu genética y su cobardía trascienda más allá de ti; no más de lo que lo hayas hecho hasta ahora ensuciando generaciones.

Y ahora sigue, ve y teme.

Y muere pronto.





 Iconoclasta


26 de enero de 2021

Ratas, bofia y basura



Otro nuevo día.

Amanece en la república bananera del fascismo español tras una noche de ratas, bofia y basura. Las únicas cosas que pululan en las tiranas calles frías y malolientes

Las tres cosas se llevan fenomenal en la nocturnidad franquista.

El toque de queda no frena el coronavirus, ni los bozales; cosa que no le importa al Caudillo, ni a sus caciques. No es por eso la cárcel nocturna, es algo más mezquino, más criminal.

Y mientras la cosas ocurrían o no, soñaba con un follar cremoso. Su vagina voraz pulsaba exprimiéndome de la polla hasta la última gota de mi humanidad retornándome a la animalidad más salvaje. Era táctil, era húmeda la onírica realidad fascinante.

Después he despertado de nuevo en la pesadilla de siempre con la polla aún dura y el glande agotado y empapado.

Y está bien.

He jugueteado con una navaja sin precisar ideas, solo tabaco y café.

Ha sido una buena noche, definitivamente.

Mi lascivia es solo comparable a mi absoluta indiferencia a quien vive o muere.

Me pregunto si padre y madre podrían imaginar en lo que me convertiría, en una nocturna obscenidad insaciable ajena a todo, cruel con precisión y un vocabulario perfectamente escogido, ni una palabra o idea al azar.

El amanecer hace foco en la mezquindad: en los que se colocan el bozal en el hocico y sonríen invisiblemente a un nuevo día de mierda, a la madre puta cobarde que, tiene miedo a que su hija entre en casa y la contagie de coronavirus. A las embarazadas desarrollando fetos de rata que nacerán vestidas de humanos y roerán libertad y dignidad hasta pudrirse en vida.

Y yo cierro la ventana a la mezquindad. Rezo cosas innombrables cagando y jugando con un videojuego.

Bofia, ratas y basura… Estoy a salvo de toda esa mierda.

Y ahora ya tengo hambre.

Que los jodan a todos a plena luz del día. Que los tigres  y los leones los devoren. O las bombas hagan su trabajo, hasta que la cobardía desaparezca de toda estirpe humana; o que desparezca toda estirpe humana, me da igual. No importa, ya he vivido suficiente y no quiero más mierda.

Bon apetit.



 


Iconoclasta


4 de enero de 2021

La increíble fe de la cobardía


Es increíble, absolutamente absurda la fe de la cobardía.

Les han robado la libertad más básica, la del movimiento; los han encarcelado en sus propias casas, les obligan a usar un bozal que les cubre el hocico y han dicho amén a la ruina económica.

Incluso han dejado entrar mezquinamente la desconfianza y la cobardía en sus casas, entre su familia y amigos.

Es increíble, absolutamente absurda la fe de la cobardía que, ha accedido a prostituir su libertad de respirar libremente para nada.

Son incapaces en su cobardía de ver la estafa y el ansia de control de los tiranos que votaron.

Ni siquiera con la rotundidad matemática de la duplicación y triplicación del coronavirus, son capaces de razonar que todo ese control, prisión y dominación que ha decretado el nuevo fascismo de las democracias, ha servido para duplicar y triplicar muertos y contagios. Aunque muertos, no; porque cada vez quedan menos vivos susceptibles de morir por coronavirus. Es una purga.

Sus mesías políticos no han conseguido frenar la enfermedad, la han hecho más virulenta porque por ignorancia y ambición de poder, han minado el organismo de los habitantes que han aceptado debilitarse por una cobardía injustificada. La imagen de las ovejas amontonadas entre ellas, ofreciendo sus cuartos traseros a los lobos es la verdad de esta sociedad que algunos pocos hemos tenido la mala fortuna de ver, oír y sentir.

Es fascinante en su sordidez observar la fe de la chusma que, a pesar del engaño obvio y en presente, siguen llevando con fe indigna su bozal de moda, creyendo que pueden morir si respiran con decencia y dignidad.

Es fascinante en su sordidez la fe de la chusma, en sus políticos electos, estafadores y dictadores que ven como auténticos mesías y padres salvadores.

Y se dejarán inyectar el veneno de la mezquindad con agradecimiento y reverencia.

Ni siquiera es necesario esperar un tiempo para tener una perspectiva histórica de esta decadencia político social.

Es tan patente ahora que vuelve a ser increíble, absolutamente absurda la fe de la cobardía.

Es sucio incluso de escribirla; y no hay un gel, filtro de aire o vacuna que cure la mezquindad y la cobardía, estoy abandonado…

Nunca como ahora, los límites entre ganadería y política, veterinaria y medicina, nazismo y democracia, voto y sumisión, oscurantismo y educación, y madurez e infantilismo; han sido tan confusos y difusos.

Tal vez, el gran visionario que haya conocido la humanidad en toda su historia, fuera Kafka.





Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

11 de diciembre de 2020

El venenoso bucle social


Hay gente que se esfuerza en entender y buscar la razón que explique tanta banalidad y engaño político y económico con argumentos apoyados en la fe de que la sociedad es capaz de encontrar algo de justicia entre las leyes creadas para defender el dinero y el poder; y así defender libertad y dignidad. Creen sinceramente convencidos por una lógica y una ética que no existen, que las cosas pueden cambiar; repararse más concretamente de forma pacífica, negociando o pactando.

Es mentira, es una ingenuidad creer algo así.

Y así transcurre todo inamovible, con las mismas esperanzas y frustraciones durante milenios.

No pueden asumir, debido a un pensamiento condicionado e integrado en la sociedad, que los más altos valores que rigen toda sociedad basada en poder y obediencia (de hecho, no existe otro tipo de sociedad), es la envidia, la ambición y la represión.

Cuando toda esa mezquindad se quiere explicar o excusar mediante leyes, política y moral; se otorga impunidad a los grandes estafadores electos, a los tiranos y a los ministros religiosos.

Si un estafador es tratado como político es impunidad.

Solo saliendo de ese círculo vicioso (como ocurrió durante un breve tiempo con la Revolución Francesa, una excepción que rara vez se da en la historia), se puede identificar correcta y realmente a los políticos y su ambición desmedida de poder y dinero. Al reconocerlos como criminales, la conciencia propia se relaja y el pensamiento se hace más grande y potente una vez liberado del yugo de la presión social que excusa lo inexcusable por medio de esperanzas y argumentos que se esconden tras un grueso pellejo de estafa, cobardía, ignorancia e indolencia.

Saber que todo permanecerá igual que los milenios pasados o peor, otorga de por sí al pensador una visión clara, la herramienta necesaria para su liberación intelectual con la que a su vez, podrá asumir y entender que política, economía y religión son un conjunto de degeneraciones que más tienen que ver con la ganadería que con la humanidad.

Saber y entender que el poder de las actuales pseudodemocracias ahoga y asfixia, que no hay protección alguna a pesar de lo que te roban y pagas, es un acto de madurez contra tanta estafa, tiranía e hipocresía.

No dar crédito a los grandes estafadores de la política, la economía y la religión, es dignidad.

Por la evolución de millones de generaciones castradas mentalmente a lo largo de la historia, el instinto de defensa y supervivencia se ha fulminado definitivamente en la especie humana. Y esperan encerrados en sus establos produciendo la miel y leche necesarias para alimentar el poder político, religioso y económico; esperan con fe ciega que sus ministros y sacerdotes los guíen y los salven del hambre y la enfermedad.

Lo que en un tiempo lejanísimo se arreglaba por la fuerza y evitaba así la proliferación de cobardía, ambición y envidia, ahora se eterniza con sesudas discusiones y explicaciones de erróneas y amañadas comprensiones nacidas de la decadencia actual con votos, aplausos, fanatismos y militancias.

Y así, el poder actúa cada vez con más impunidad y virulencia, con el beneplácito de sus ingenuos votantes frustrados que, prefieren engañarse a sí mismos a realizar el esfuerzo de la correcta y digna defensa; pero sobre todo, si reconocen la degeneración de la sociedad en la que viven, deberían reconocer la suya propia y su cobardía; cosa que no les complacería si tuvieran la suficiente intelectualidad y cultura para concluir que gozan de semejantes “virtudes”.

Un solo tarado estafador, alimenta y da esperanza a millones de seres, sin que haga ninguna de las dos cosas. Desde siempre ha sido así.

Es una sociedad ciega que ocupa todo el planeta. Y no sé ya si su cobardía se debe a esa ceguera, o la cobardía le infectó los ojos. A efectos prácticos poco importa el origen o causa de ambas cualidades.

A efectos filosóficos, como ocurre desde tiempos inmemoriales, se han convertido la ceguera y la cobardía, el gobierno y la estafa; en un misterio indescifrable para ocultar la indignidad de que millones de seres humanos sean pastoreados por un sujeto de pocas luces y mucha suerte.

A un parásito, el gobernante; se une otro en simbiosis, el filósofo que los disculpa con sus meta estupideces (los filósofos, al final acaban creando leyes, tradiciones y culturas adecuadas para el rebaño). Al fin y al cabo, el filósofo, como animal nacido en granja, se avergüenza de sí mismo excusando al poder y por tanto su dignidad al vestir de complejos pensamientos su propia cobardía, inoperancia e indolencia.

Amén. 



Iconoclasta


16 de agosto de 2020

La vejez actual es un virus letal


Antes de que se fundara el actual conjunto de sociedades industrializadas, tecnificadas y mercantiles, algunos viejos tenían un gran valor por su experiencia y acumulación de conocimientos.
Los seres humanos que llegaban a la vejez, lo hacían gracias a su fortaleza física e inteligencia para sobrevivir hasta tan tardía edad. Tenían la autoridad de la genética, la fuerza y la determinación.
Eran escuchados por su valiosa experiencia y juicio. Aquellos humanos ancianos, transmitían los valores del esfuerzo, el valor y la resolución con la historia de su propia vida.
Quedan muy pocos o ninguno con valores éticos como aquellos.
En la actual sociedad la vejez se ha convertido en algo anodino. Un tiempo y lugar donde los más débiles, tontos, mezquinos y cobardes se han reproducido para luego envejecer hasta edades injustamente longevas; dejando a la estirpe humana varios estadios por debajo de lo que era antes de que se iniciara la estabulación humana indiscriminada en forma de grandes ciudades y su endogamia.
Ha llegado artificiosamente a la vejez lo peor de hombres y mujeres. Y son legión…
De ahí que los actuales viejos se comporten como niños asustados y tontos por el calor, el frío, la lluvia, el café o una gripe. Y todos esos temores, toda esa ignorancia y esa debilidad; nietos y padres las han convertido en virtudes. Porque la mayor parte de los ancianos de esta decadente y degenerada sociedad, transmiten la debilidad, el miedo y la ley del mínimo esfuerzo (salvo cuando van en manada como turistas jubilados y arrasan los bufés libres de restaurantes y hoteles como auténticas fieras, incluso te muerden si acercas la mano).
Y padres y nietos, están de acuerdo con ellos.
Lo que nace y crece con indignidad, indigno envejece y muere.
Una vejez cobarde y anodina es el producto de una vida con las mismas cualidades.
Lo peor que podía pasar ha ocurrido: no todos los abuelos deben cuidar de sus nietos, es antinatural. Los niños son una esponja que absorbe rápidamente lo bueno y lo malo indistintamente. Algunos (muchísimos) abuelos deberían vivir a centenares de kilómetros de sus nietos.
La decadencia de la actual sociedad se ha propagado como una enfermedad infecciosa desde los viejos a los jóvenes.
De abuelos a nietos y de hijos a padres, canibalizando cualquier asomo de determinación e inteligencia entre ellos.
Una marea negra de mediocridad que devora la fuerza, el valor y la dignidad.
La vejez actual es un virus letal para la humanidad. Mezquindad inyectada en vena.
Y los más preocupante es que los actuales líderes políticos y jefes de estado, son nietos de una vergonzosa decadencia; de esos vejestorios apáticos y pusilánimes que han vivido injustamente demasiado tiempo.
Si yo tuviera setenta años y alguien me dijera que fuera con cuidado con el calor, lo envío a la mierda.  Nadie puede enseñarme o aconsejarme como he de vivir al sol o al frío.
Si no puedes soportar el sol o la vida; mejor muere. Te lo está pidiendo el cuerpo, hazle caso.
Es tan horrenda la evidente degeneración de la vejez humana de la actual sociedad, que me parece absolutamente natural que nadie haya escrito de ello en estos términos.
Supongo que alguien con demasiados escrúpulos y absolutamente integrado en esta pútrida colonia insectil, se sentiría incómodo describiendo esto, la verdad.
Alguien tenía que hacerlo (emoji de carita tímida).
No lo digo con resignación, es amor propio. Un poco de narcisismo siempre sienta bien sea lo viejo que seas. Mucho mejor que llorar como un niño de tres años por un descafeinado.
Ser viejo y tratado como un bebé, con condescendencia y aceptarlo beatíficamente; es la peor de las películas que pueda imaginar.

Seré macho hasta morir.





Iconoclasta

11 de agosto de 2020

Coronavirus: el timo planetario


Todo ha sido un cuento para conseguir la obediencia, la fe ciega del pueblo en el estado y el control 5G de la población.

El tiránico robo de las libertades, eufemísticamente llamado confinamiento no ha servido para contener la epidemia, ni siquiera estaba pensado para eso.

El único fin, y lo ha logrado el nuevo fascismo global; ha sido hacer de la población un rebaño manso, servil y anodino con sus mascarillas salvavidas. Que se siente temeroso, enfermo y dependiente de los grandes timadores que han sido los responsables de la epidemia del coronavirus.

Los contagios crecen y muchos son pura sugestión (al estado le va muy bien que los cobardes hipocondríacos cuenten como infectados), y siguen muriendo los débiles.

Nada ha cambiado tras meses de prisión domiciliaria; excepto que ya no hay drama porque la chusma está sometida y obediente bajo sus mascarillas y el control policial; pero sobre todo asfixiada por una crisis que los gobiernos mundiales han impuesto.

La han impuesto de la forma más descarada, grotesca y evidente que nadie se pudiera imaginar. Si salvas a un cobarde que piensa que puede morir, la crisis es un buen pago por ello. Así que ni siquiera ningún jefe de estado, como el caudillo Sánchez de España, se escondía de decir que lo peor estaba por venir, lo declaraba con orgullo y con fascista amenaza.

La cobardía anula cualquier especulación que no esté relacionada con la salud.

Es la gran estafa, inmensa, grandiosa y sin necesidad de inteligencia. Para atacar con lo más básico: el miedo a una enfermedad, no se necesitan grandes estrategas ni jefes de estado inteligentes. De hecho, ni jefes de estado se necesitan para realizar semejante timo.

Por supuesto, hay países que lo han sabido hacer bien, y otro como España, que no sabe aún como crear una gran y devastadora crisis y tener el control de ésta.

También se puede encontrar información sobre la mortandad por hambre: debería estar informado todo el mundo en estos asuntos, porque las crisis traen hambre y más enfermedad.

Respecto a los cobardes/as que tienen una fe ciega en su mascarilla por orden de sus timadores amos: si no mueren de coronavirus, morirán de cualquier otra infección que se desarrollará en su sistema respiratorio por lo insalubre de la respiración, incluso envenenados por su propio aliento.

Y si aún sobrevive alguno, las balas los matarán, porque al final estas cosas acaban en guerra.

El coronavirus es solo eso, un gran timo a escala planetaria y la vergonzosa evidencia de una decadente sociedad débil y ya prácticamente muerta.




 

Iconoclasta



1 de agosto de 2020

España, historia reciente de la cobardía y la ruina


La cobardía no es algo de lo que sentirse orgullosos. Es una tara mental, es indignidad.
En marzo del 2020 millones de personas entraron en pánico y se ocultaron en sus casas esperando que unas decenas de miles les salvara de morir por coronavirus o “la covid 19”, como el gobierno español decidió bautizarlo para suavizar la palabra virus y en femenino además, que es más inclusiva de mierda para una población envejecida, decadente, perezosa; pero ante todo cobarde.
El gobierno español en un descarado giro al fascismo rápido como el rayo, calcó los medios del genocida gobierno chino para contener la epidemia. Decretó la prisión domiciliaria para todos los españoles y cerró las residencias geriátricas con cadenas para que se murieran dentro los viejos. Todo ello, comprando los medios de comunicación y prensa que operan en España para instaurar su filosofía de encarcelamiento y persecución policial al ciudadano.
Durante los tres meses de represión china en España, las televisiones tenían la obligación de emitir todos los partes de contagios y muertos, usando para ello a personajes que al final calaron hondo en el imaginario de la cobarde población. Como el indigente Simón, el anodino Illa o el ex astronauta ministro de no sé qué. Sin olvidar por supuesto, el institucional y patético momento diario de aplausos a la autoridad y los sanitarios.
Mientras avanzaba el tiempo, se perdían miles de empleos, los enfermos se curaban como de cualquier otra enfermedad y los que morían podrían ser los mismos que mata la gripe. Con la salvedad de que la represión más dura del mundo contra el ciudadano, la española, mataba a más gente que ninguna otra debido al empobrecimiento físico de la población reclusa en sus casas.
A finales de junio, cesó el estado de alarma; pero impusieron el uso de mascarilla al aire libre. La ciudadanía española, cobarde como en ningún otro país, las usó de forma masiva prohibiéndose a sí mismos un aire necesario para reforzar los pulmones y por tanto el organismo. Si un país es cobarde, puedes apostar lo que quieras a que también es ignorante y desconoce totalmente el concepto de sentido común.
Los cobardes mueren antes y sufren más.
No sirvió de nada la mascarilla de mierda, surgieron brotes de coronavirus entre individuos de menor edad que en marzo, gente que había quedado debilitada inmunológicamente por tres meses de encierro e inactividad.
Los caudillos Sánchez e Iglesias, delegaron autoridad en los caciques de las distintas comunidades autónomas para que procedieran, según su criterio, con la represión que tan buenos resultados les había dado durante tres meses. 
Arruinada España, ya en una profunda recesión; los países europeos que no hicieron gala de la cobardía y salvaje represión a la española, avisaron al dictador Sánchez que buscara soluciones económicas con sus propios medios.
Empresas importantes como Airbus o Nissan, han anunciado su cierre dejando decenas de miles de personas sin trabajo.
En definitiva, muchos países no están dispuestos a sufragar la cobardía y la desidia de un país de marcada índole fascista que quiso ser hermano de la dictadura china. Y el capital, necesario para que un país pueda avanzar económicamente, huye de los lugares donde reina la cobardía, la desidia y la ignorancia.
El mentado Sánchez tuvo que mendigar un fondo de rescate durante días.
Ahora España está al borde de la ruptura total sin haber erradicado la enfermedad.
¿Qué hubiera pasado con España si hubiera tenido que, igual que otros países, vivir con enfermedades endémicas como la malaria?
Definitivamente, los cobardes mueren antes que los valientes. Y la inmovilidad es enfermedad.
Los nuevos enfermos más jóvenes demuestran sin lugar a dudas el empobrecimiento orgánico provocado por el nuevo fascismo español.
Y los países europeos con un carácter más demócrata, piden que sus ciudadanos no hagan turismo en España, con toda razón. Un lugar en el que es necesario respirar con mascarilla las veinticuatro horas del día, es veneno puro.
Es la historia de la reciente España sin los detalles aburridos, solo los esenciales: enfermedad, muerte, tiranía, ignorancia, cobardía, represión y ruina.
El único récord del que puede alardear el fascismo español es el del número de muertos por habitante que ha provocado su particular “la covid 19”.
Cecilia compuso y cantó “Mi querida España”, no sé si hubiera podido cantar lo mismo en este año de la era de “la covid 19” y la vergonzosa nueva normalidad española 2020. Quiero pensar que no, que se hubiera sentido ofendida hasta en lo más profundo de ver lo que es España.



 






Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


16 de junio de 2020

Un gordo enmascarillado


He visto a un gordo corriendo por un parque solitario, con sus vibrantes mantecas subiendo y bajando como gelatina y con una mascarilla negra en el hocico.
He pensado de una forma natural e instantánea: si el obeso cobarde hubiera oído que cubriéndose el morro con excrementos, estaría a salvo del coronavirus; ahora vería trotar al cerdito con tres trozos de cagarro: uno para cada agujero de la nariz y otro en la boca.
Y quien dice el gordo, lo mismo ocurre con esas patéticas familias multimascarilla (tan felices, que parecen estar protagonizando un anuncio risueño de compresas o tampones) que pasean con sus hocicos cubiertos con mucha dignidad; ejemplos vivientes de ciudadanos ejemplares.
No he conocido una época más indigna que la actual. Tres o cuatro décadas de una educación, formación y cultura venenosas han creado los auténticos cabestros que hoy han llorado en sus casas por miedo al coronavirus y aplaudido a su caudillo y secuaces. La política del analfabetismo ha dado sus frutos que, han florecido ahora como gordas y podridas manzanas sin cerebro.
No solo ha sido una docencia siniestra y pútrida. Internet ha sido decisiva para propagar la ignorancia y las mentiras institucionales. La velocidad con la que han entrado en los cerebros lisos de esas ovejas con mascarillas ha sido el gran triunfo tecnológico en lo que va de siglo. El sueño dorado y cumplido de los jefes de estado actuales, esos que han brillado fosforescentemente como nadie en la historia con una cobardía nauseabunda.
Y como a lomos de la ignorancia cabalga el miedo, ahora las ovejas tiemblan a pesar de sus mascarillas.
Sí, se ha creado un nuevo carácter psicológico en la especie humana: el miedo analfabeto.
De una cosa estoy más convencido cada día: es necesaria una violencia sin precedentes, una guerra mundial con sangre y balas reales para que la especie humana se renueve.
Para que no corran gordos con el morro cubierto con un pedazo de papel por los parques solitarios.
Ya es cuasi insoportable la vida en sociedad para alguien que tenga un pensamiento libre, crítico e independiente de cualquier medio de comunicación doctrinal actual.
Un conflicto bélico con millones de personas muertas es la única esperanza para una especie, la humana, inmersa en un grave proceso degenerativo mental y físico.
¿Y si fabricaran las mascarillas con veneno? Eso ayudaría; pero no sería suficiente. Las balas matan más rápidas y mejor.
Además, como la especie humana es plaga, en pocos meses (al igual que las ratas) nuevas generaciones nacerían inmunes al veneno.
Y ante todo no olvidar a los actuales responsables y redactores de los medios de comunicación y “periodísticos” que han vendido sus culos a los tiranos que han emergido como bolitas de mierda flotantes junto al coronavirus.
El coronavirus, necesita refuerzos urgentemente o la humanidad está acabada.





Iconoclasta