La cobardía no es algo de lo que sentirse orgullosos. Es una tara mental, es indignidad.
En marzo del 2020 millones de personas entraron en pánico y se ocultaron en sus casas esperando que unas decenas de miles les salvara de morir por coronavirus o “la covid 19”, como el gobierno español decidió bautizarlo para suavizar la palabra virus y en femenino además, que es más inclusiva de mierda para una población envejecida, decadente, perezosa; pero ante todo cobarde.
El gobierno español en un descarado giro al fascismo rápido como el rayo, calcó los medios del genocida gobierno chino para contener la epidemia. Decretó la prisión domiciliaria para todos los españoles y cerró las residencias geriátricas con cadenas para que se murieran dentro los viejos. Todo ello, comprando los medios de comunicación y prensa que operan en España para instaurar su filosofía de encarcelamiento y persecución policial al ciudadano.
Durante los tres meses de represión china en España, las televisiones tenían la obligación de emitir todos los partes de contagios y muertos, usando para ello a personajes que al final calaron hondo en el imaginario de la cobarde población. Como el indigente Simón, el anodino Illa o el ex astronauta ministro de no sé qué. Sin olvidar por supuesto, el institucional y patético momento diario de aplausos a la autoridad y los sanitarios.
Mientras avanzaba el tiempo, se perdían miles de empleos, los enfermos se curaban como de cualquier otra enfermedad y los que morían podrían ser los mismos que mata la gripe. Con la salvedad de que la represión más dura del mundo contra el ciudadano, la española, mataba a más gente que ninguna otra debido al empobrecimiento físico de la población reclusa en sus casas.
A finales de junio, cesó el estado de alarma; pero impusieron el uso de mascarilla al aire libre. La ciudadanía española, cobarde como en ningún otro país, las usó de forma masiva prohibiéndose a sí mismos un aire necesario para reforzar los pulmones y por tanto el organismo. Si un país es cobarde, puedes apostar lo que quieras a que también es ignorante y desconoce totalmente el concepto de sentido común.
Los cobardes mueren antes y sufren más.
No sirvió de nada la mascarilla de mierda, surgieron brotes de coronavirus entre individuos de menor edad que en marzo, gente que había quedado debilitada inmunológicamente por tres meses de encierro e inactividad.
Los caudillos Sánchez e Iglesias, delegaron autoridad en los caciques de las distintas comunidades autónomas para que procedieran, según su criterio, con la represión que tan buenos resultados les había dado durante tres meses.
Arruinada España, ya en una profunda recesión; los países europeos que no hicieron gala de la cobardía y salvaje represión a la española, avisaron al dictador Sánchez que buscara soluciones económicas con sus propios medios.
Empresas importantes como Airbus o Nissan, han anunciado su cierre dejando decenas de miles de personas sin trabajo.
En definitiva, muchos países no están dispuestos a sufragar la cobardía y la desidia de un país de marcada índole fascista que quiso ser hermano de la dictadura china. Y el capital, necesario para que un país pueda avanzar económicamente, huye de los lugares donde reina la cobardía, la desidia y la ignorancia.
El mentado Sánchez tuvo que mendigar un fondo de rescate durante días.
Ahora España está al borde de la ruptura total sin haber erradicado la enfermedad.
¿Qué hubiera pasado con España si hubiera tenido que, igual que otros países, vivir con enfermedades endémicas como la malaria?
Definitivamente, los cobardes mueren antes que los valientes. Y la inmovilidad es enfermedad.
Los nuevos enfermos más jóvenes demuestran sin lugar a dudas el empobrecimiento orgánico provocado por el nuevo fascismo español.
Y los países europeos con un carácter más demócrata, piden que sus ciudadanos no hagan turismo en España, con toda razón. Un lugar en el que es necesario respirar con mascarilla las veinticuatro horas del día, es veneno puro.
Es la historia de la reciente España sin los detalles aburridos, solo los esenciales: enfermedad, muerte, tiranía, ignorancia, cobardía, represión y ruina.
El único récord del que puede alardear el fascismo español es el del número de muertos por habitante que ha provocado su particular “la covid 19”.
Cecilia compuso y cantó “Mi querida España”, no sé si hubiera podido cantar lo mismo en este año de la era de “la covid 19” y la vergonzosa nueva normalidad española 2020. Quiero pensar que no, que se hubiera sentido ofendida hasta en lo más profundo de ver lo que es España.
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.