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26 de enero de 2021

Ratas, bofia y basura



Otro nuevo día.

Amanece en la república bananera del fascismo español tras una noche de ratas, bofia y basura. Las únicas cosas que pululan en las tiranas calles frías y malolientes

Las tres cosas se llevan fenomenal en la nocturnidad franquista.

El toque de queda no frena el coronavirus, ni los bozales; cosa que no le importa al Caudillo, ni a sus caciques. No es por eso la cárcel nocturna, es algo más mezquino, más criminal.

Y mientras la cosas ocurrían o no, soñaba con un follar cremoso. Su vagina voraz pulsaba exprimiéndome de la polla hasta la última gota de mi humanidad retornándome a la animalidad más salvaje. Era táctil, era húmeda la onírica realidad fascinante.

Después he despertado de nuevo en la pesadilla de siempre con la polla aún dura y el glande agotado y empapado.

Y está bien.

He jugueteado con una navaja sin precisar ideas, solo tabaco y café.

Ha sido una buena noche, definitivamente.

Mi lascivia es solo comparable a mi absoluta indiferencia a quien vive o muere.

Me pregunto si padre y madre podrían imaginar en lo que me convertiría, en una nocturna obscenidad insaciable ajena a todo, cruel con precisión y un vocabulario perfectamente escogido, ni una palabra o idea al azar.

El amanecer hace foco en la mezquindad: en los que se colocan el bozal en el hocico y sonríen invisiblemente a un nuevo día de mierda, a la madre puta cobarde que, tiene miedo a que su hija entre en casa y la contagie de coronavirus. A las embarazadas desarrollando fetos de rata que nacerán vestidas de humanos y roerán libertad y dignidad hasta pudrirse en vida.

Y yo cierro la ventana a la mezquindad. Rezo cosas innombrables cagando y jugando con un videojuego.

Bofia, ratas y basura… Estoy a salvo de toda esa mierda.

Y ahora ya tengo hambre.

Que los jodan a todos a plena luz del día. Que los tigres  y los leones los devoren. O las bombas hagan su trabajo, hasta que la cobardía desaparezca de toda estirpe humana; o que desparezca toda estirpe humana, me da igual. No importa, ya he vivido suficiente y no quiero más mierda.

Bon apetit.



 


Iconoclasta