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26 de enero de 2019

666: Didáctica y necesidad del humano dolor


Alguien se ríe de alguien que sufre un accidente.
Y del que ahora ríe, se reirán otros cuando sufra y cague sangre.
Los primates se ríen del dolor ajeno, no así de la muerte; porque con la muerte se acabó la risa y es ineludible para cualquier mono.
El dolor ajeno es cómico y la muerte horrorosa.
Debería haber mucho más cáncer en el mundo para que se desarrolle cierta valentía y dignidad en los monos.
El cáncer conlleva una gran dosis de dolor y acaba en muerte.
Dios no hizo bien las cosas y por eso existo yo, para aportar el dolor que ese maricón creador no supo dar con la intensidad debida.
En el ciclo vital de todo primate debería imperar el dolor durante unos meses de vida, como selección natural y para curtir su ánimo.
El que los leones dejaran de comer primates resultó nefasto para una correcta evolución de la especie humana.
Y en estos tiempos de fertilidades artificiales y artificiosas, cualquier mono no apto puede tener descendencia. Una descendencia que empobrece aún más la especie.
Lo del dolor… El dolor emotivo o psicológico no aporta nada a la entereza. El dolor ha de ser físico y destructivo. Y así, si salen vivos de él, aprenderán de una cochina vez a distinguir ingenuidades y banalidades de cosas importantes y trascendentes.
Yo soy, por titularme de algún modo que entendáis, el Gran Maestro del Dolor; pero ocurre que cuando cazo un mono o se cruza en mi camino, no hay reparación posible ni mejora, no tengo ni quiero alumnos, no pueden existir si me han conocido. Mato sistemáticamente todo primate o mono racional al que miro a los ojos. De los cientos de miles de primates que he matado con mis manos desde la creación de este repugnante planeta por ese dios idiota, tal vez haya dejado a dos o tres vivos para que sirvan de testigos de que si hay un dios al que rezar, hay un dios del que huir: c’est moi.
Lo cierto es que mi satisfacción ante la tortura y asesinato, es ahora mayor. La disfruto más que hace unos cientos de miles de años atrás, con diferencia.
Desde el Génesis y los primeros miles años de existencia de la especie humana, los primates eran simples animales a los que mataba sin obtener de ellos demasiadas lágrimas y terror. Ahora la chusma humana sufre más por todo frente a las pantallas de televisión, ordenadores y teléfonos. Todos lanzan sus mensajes de “Yo también soy fulanita o fulanito de tal”. Lloran y padecen con mensajes cursis mil veces copiados y pegados, falsos de bondad y solidaridad hacia toda cosa que sufre.
En definitiva: se han alejado de la vía del dolor y se han convertido en cobardes profesionales.
Viven en el escaparate de la pusilanimidad y la hipocresía.
Hoy las familias pueden estar formadas por macho-hembra, hembra-hembra y macho-macho; da igual, ambos tienen hijos o los mantienen y alimentan. A mí me da igual descuartizar a una familia normal o a una formada por maricas o tortilleras. Soy la hostia puta de la tolerancia y la democracia.
Pero por ahora, y como al ser mayoría son más fáciles de cazar, os presento a esta familia (lo que queda de ella), un matrimonio en el que ambos (macho y hembra) andan sobre la treintena y con un par de crías (dos hembras) de cinco y ocho años. Si hubiera una enciclopedia de la mediocridad y el adocenamiento, una foto de la familia Gutiérrez Vílchez serviría como ejemplo e ilustración de la entrada.
Las niñas, sus cadáveres, permanecen sobre la mesa del comedor, desnudas y con las piernas separadas frente al matrimonio debidamente inmovilizado por la Dama Oscura. El hecho de que puedan ver sus pequeñas vaginas desgarradas y goteando un conato de precoz menstruación, unido a que sus gargantas están abiertas, sus ojos acuchillados y mi pene fláccido y sucio, goteando sangre en el piso laminado de cerezo del salón, crea una atmósfera letal para sus mentes primates.
No obtengo satisfacción con la violación de niñas; me aburren sus pequeños clítoris inoperantes aún. Me gustan las hembras voluptuosas, completamente formadas y con la mentalidad adulta que les permite captar todo el horror que aportaré a lo que les queda de vida. Follarme a sus hijas es solo un aporte de una crueldad necesaria para mi satisfacción como eviscerador.
Matar debe ser un arte y la crueldad es el color más llamativo, el que más impacta.
Siento absolutamente lo mismo descuartizando a un adulto que a un bebé: cero, nada, niente, rien de rien…
Ahora los concienciados progenitores saben con absoluta certeza lo que es el mal y simplemente esperan morir sufriendo lo menos posible.
Han gritado mucho por sus crías; pero ahora están agotados, en un estado de shock del que saldrán en unos instantes. Y como me he cansado de sus gritos, los hemos amordazado, cosa que amplifica el dolor que, normalmente se libera por la boca.
Así que extraigo de nuevo el puñal de entre la carne de mis omoplatos (es mucho más cómodo que llevar una funda de piel en la cintura, da más movilidad y de paso, los fluidos de mi herida eternamente abierta actúan como un magnífico veneno que impregna la milenaria hoja, si tuviera tiempo de actuar, claro), hago un tajo en el abdomen de papá y le introduzco entre los intestinos un teléfono móvil.
La Dama Oscura toma un afilado estilete y corta la sudadera de mamá, sus tetas aparecen menudas y un tanto lacias. Hace una incisión por debajo del pecho izquierdo e introduce como relleno el otro teléfono.
Se han agitado frenéticamente, lo suficiente para darme satisfacción. Y en lugar de gritar, les ha salido a presión los mocos por las narices.
Mamá se ha meado y mi Dama, infinitamente obscena, acaricia su coño para estimularla a que mee más. La escena de este acto me la ha puesto dura.
Me gusta que se meen encima, la entrepierna de papá está seca.
Le separo las piernas me meto entre ellas y con la punta del cuchillo hago un corte longitudinal a lo largo de la próstata, ahora sí se mea, aunque no es perfecto, la sangre enturbia la orina.
Conozco absolutamente bien la anatomía humana, localizo cualquier víscera, hueso, músculo o punto de dolor con una precisión que ya quisiera tener un neurocirujano operando con instrumental robótico.
Le levanto la microfalda a la Dama Oscura, me ha excitado ver como acaricia a la mamá y meto mi polla dura entre sus muslos, buscando su coño y ella, con suavidad lo guía por su raja con un gemido que me hace vibrar los cojones.
Mamá y papá tienen la mirada extraviada, sus ojos están llenos de lágrimas, ni siquiera se miran entre ellos. El dolor es la soledad absoluta, no se puede compartir y requiere toda la atención.
Esto no es una lección para el mundo; tenéis que saber que mis actos no son publicitados, no aparecen en las noticias. Son demasiado violentos, demasiado crueles para la psique humana. Trascienden más allá de la imaginación y se asientan como un parásito en la columna vertebral humana, un pánico enquistado que pulsa y lanza descargas periódicamente a los que han visto mi obra. Así que se guarda celosamente el secreto para que el gallinero no se alborote.
El poder mundial conoce mis actividades, hay un pacto de absoluta discreción y no comprometer así al melifluo dios con sus errores y su absoluta falta de poder para evitar que yo exista. Por otra parte, los poderosos no quieren morir e intentan congraciarse conmigo no interfiriendo en mis obras.
Soy un cáncer inoperable en la humanidad no hay forma de que me puedan extirpar, no hay dios que pueda evitar que Yo haga lo que me plazca.
No soy un narcisista como ese dios que lame los culos de los ángeles, solo soy un hedonista convencido. Los placeres del mal son mucho más intensos que cualquier bondad de mierda.
Mi semen corre ahora por la cara interna de los muslos de mi Dama Oscura.
Antes de irrumpir en la casa, hemos acordado no pronunciar ni una sola palabra para que la familia sufriera aún más, para que al dolor se sumara la oscuridad de la incomprensión.
Lo hacemos perfecto.
Se ha formado un gran charco de sangre que mana de mamá y papá, las hemorragias que padecen son importantes. Si los dejáramos así, si nos fuéramos a cenar ya, morirían en no más de media hora a lo sumo.
Cuando los leones cazan a un ñu, el resto de la manada no se pone a llorar, se alejan unos metros de los leones y continúan comiendo, cagando y bebiendo, no teclean con sus pezuñas mensajes de mierda.
Y dudo que esta familia que ha tomado conciencia del dolor y el miedo, tenga ahora mismo, deseos de poner un mensaje de piedad con carita triste.
- Me aburro ya ¿Acabamos y vamos a cenar? -le susurro a la Oscura al oído, que está concentrada cortando la punta de la nariz respingona y las fosas nasales de mamá.
Asiente sonriéndome.
Mientras acaba de realizar los retoques de la nariz de mamá (su nariz parece ahora la de una vaca), decido guiar a papá un poco más hacia el supremo dolor y corto los tendones de sus ingles.
Y… ¡Opsss! Se me ha ido la mano y seccionado la femoral, el surtidor de sangre es espectacular.
Mamá se ahoga con la sangre que mana de su nariz, se le va garganta abajo y a los pulmones.
Fumamos observando como mueren.
Tras un bostezo de aburrimiento, apago el cigarrillo y absorbo sus almas a través de sus bocas, en un beso que no lo es. No puedo evitar arrancarles los labios con mis dientes y escupirlos encima de los cadáveres de sus hijas.
Me arrodillo ante mi Dama y lamo su coño húmedo, ella se mea en mi boca graciosamente. Y hundo mis dedos en su sexo hasta que siento sus muslos temblar de un dolor que llega a confundirse con placer, miro hacia arriba y sus pezones están erectos.
-Vamos a cenar, mi Oscura.
Doy por concluido mi magisterio del dolor y la crueldad.
Siempre sangriento: 666.




Iconoclasta

15 de enero de 2019

666 y unos padres al uso


Papá le compra a su hijo una casa de diseño en la montaña, muy cercana a la suya. Podrían compartir putas.
Papá compra a su hijo un coche porque ha conseguido finalizar la carrera en la costosa universidad.
Papá le regala a su hijo un smartphone y suspira tranquilo porque así lo deja en paz.
Papá le regala a su hijo un pequeñísimo dron de oferta en el hipermercado.
Papá le regala algo de ropa de invierno a su hijo.
Papá vende a su hijo a una red de prostitución y pornografía y compra tres flamantes botellas de ginebra en el supermercado.
Papá mata a su hijo a golpes porque no puede mantenerlo, ante el cadáver del niño se folla a su mujer que dejará preñada de nuevo.
Papá llora borracho en el salón ante el televisor, debería suicidarse pero no tiene cojones. Su hijo, por fin, le revienta el cráneo con un bate de béisbol.
Papá se folla-viola a su mujer, a pesar de que ya se le han muerto dos crías por la hambruna y sequía etíope, el macho precisa dejar a su hembra embarazada para demostrar su virilidad.
Tendría que haber explicado que los papás “eran”; porque están muertos, desde el más rico al más miserable. A cada uno de ellos le corté con precisión la carótida, un corte fino e indoloro. La Dama Oscura les inmovilizó la cabeza mirando al techo de sus casas de mierda, para que la sangre fluyera sin demasiados obstáculos. Me encanta verlos morir lentamente. La Dama Oscura acariciaba mi bálano excitada, mi negro semen contrastaba en sus pálidas manos.
A alguno se le metía el primer chorro a presión de sangre en los ojos. Nos partíamos de risa…
Al niño que mató a su papá con el bate, lo decapité para que no se crea nadie que siento algún tipo de piedad por ningún piojoso primate.
Y al mono etíope le metí su mísero rabo amputado en la boca, no murió asfixiado porque no era tan macho como se creía.
Creedme, si fuerais la maldad pura, seríais como yo.
Si tenéis que matar a papás o mamás ejemplares o no tan ejemplares, usad un buen filo y no hagáis chapuzas.
Y si lo hacéis, yo os descuartizaré, porque al fin y al cabo, asesino asesinos, no tengo una simpatía especial por nadie.
Y recordad, la pasión es necesaria. Un buen trabajo, siempre es algo personal, aunque no importe el motivo.
Monos…
Siempre sangriento: 666.





Iconoclasta

10 de enero de 2019

El alma de las cosas


El gato corretea eufórico por el estrecho balcón y él, divertido, se enciende un cigarro; porque hay que fumar para calentar los pulmones en una mañana tan fría.
Sonríe torcidamente, porque cuando hace calor también fuma.
En un momento de silencio escucha los sonidos que hace el aire con las cosas y observa la vieja fachada frente a él, una galería ruinosa que parece gemir su mísera antigüedad agitando un viejo plástico hecho jirones.
El gato observa una paloma con ansia predadora y él cree que el velo mísero que agita el aire es un alma en pena.
Todos tenemos cosas que hacer, que pensar.
Las almas de las cosas son esos velos rasgados azotados por el aire como festones de la decadencia, ignominia, vejez, abandono y muerte.
Velos de plásticos quemados por el tiempo y lonas corruptas que hacen sórdidos ruidos con sus sacudidas agónicas.
Ha habido muertes tras los velos de la miseria. Lo sabe porque al crepitar, lloran las vidas que hubo dentro hace eones ya.
Y piensa:

Yo soy cosa, lo sé porque mi alma cruje igual cuando la azota el aire, lo siento hasta en el tuétano de los huesos.
Lo sé porque soy una ruina, algo ajeno a los que me rodean.
Y sé que soy cosa, porque no siento pudor alguno por ser un plástico rasgado.
Qué más da que fuera de puto oro y seda, si ya estoy muerto…
Decoraciones aparte, ser algo y trascender como sea, siempre está bien.

El gato se pone en pie sobre sus cuartos traseros y le roza las piernas con sus suaves patas: quiere jugar. Y seguramente no le gusta el rumbo del pensamiento de su compañero humano.
Da una última calada al cigarro y tira la colilla a la calle con desdén.
El pelaje del animal se agita lleno de vida y color.
Y se siente mejor.
Para celebrarlo, ya en el calor de la casa, enciende otro cigarro para quemar alguna tristeza, alguna melancolía.
Lanza la pelota con cascabel, el gato la caza al vuelo tras dos rebotes chocando sonoramente contra la puerta del salón.
No es precisamente un ser delicado… Y sonríe, esta vez bien.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

2 de enero de 2019

Oscuridades


Hay oscuridades en mi mente, secretos que guardo celosamente de la traidora luz, de los falsos colores que confunden la envidia con el deseo y compartir la vida con la cobardía a la soledad.
En verdad Yo os digo: envidiosa y cobarde es la luz que refleja la humanidad.
Tengo obscenidades ocultas envueltas en amor y ternura, como moléculas indisociables. Si intentas separar alguno de los componentes, se desintegrarán y se perderá todo lo que son y lo que podrían ser.
No son vergüenzas mis oscuridades, son vanidades.
Mis tesoros a salvo de mediocres. Aunque a veces un glande húmedo, inquieto y palpitante temo que me delate. 
Mi indecente y oscura debilidad…
No creo en dioses, iluminados y líderes. Solo creo en mis palpables penumbras, húmedas, duras, crueles, adultas y sexuales que marcan mi naturaleza.
Obscenos y dichosos secretos…
¿Ternura? Los cachorros de perros son tiernos y las patatas bien cocidas.
Yo solo soy oscuridad y deseo. Nací en un tiempo que no me corresponde; pero no es mi error.





Iconoclasta
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30 de diciembre de 2018

La tristeza infinita


La vida es una tristeza infinita a la que me he acomodado.
Todo lo malo es infinito hasta que acaba. Soy un genio, coño…
Inagotable, siempre sorprende el dolor; siempre es más fuerte que la última vez.
Y la tristeza desmorona el ánimo como las olas los castillos de arena en la playa.
¿Y si la tristeza y el dolor tienen la función de preservar la alegría y la ilusión?
Porque la alegría y la felicidad continuada, desembocarían en el hastío y la monotonía. Dicen que hace falta la muerte para valorar la vida. Es una estupidez, un corolario de filósofos baratos, de hoja dominical. Solo para fervientes conformistas y mediocres.
Tal vez, mi cerebro busca y crea tristeza y dolor para deslumbrarme y mantenerme vivo con pequeñas dosis de placer y ternura.
Por eso debe ser que la cosa más pequeña, breve y hermosa, en un momento de intenso dolor; me hace creer que vale la pena vivir un poco más. Y me dejo engañar, al fin y al cabo, es mi puto cerebro, ¿a quién le voy a hacer caso si no?
De la misma forma que a ella le digo que un día nos besaremos pensando que jamás llegará ese día, no hay tiempo ni oportunidades para ello.
En medio de la infinita tristeza, esos besos imposibles, han justificado todos los años frustrados. Qué imbécil soy…
La vida es una infinita tristeza y un continuo autoengaño.
Las cosas bellas duran un parpadeo en la infinitesimal escala de la tristeza. Incluso, puede que no existan esas cosas bellas. Son meros espejismos de una mente triste.
Yo… No sé…
Duele otra vez.




Iconoclasta
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20 de diciembre de 2018

Alienígenas enamorados


De alguna forma el planeta me lo hace entender, me quita toda esperanza con la sencilla metáfora de la naturaleza. Lo hace sin maldad, sin pasión, sin odio. Me dice: “Es lo que hay”.
No hay un espacio donde poder caminar entre el hielo y la calidez. Si caminas demasiado al borde, puedes helarte. O pasar de la brillante a la luz a la tenebrosa oscuridad.
Todo o nada.
Es como si hubiera dos planetas: uno de luz y color como una oasis, y otro helado como una hermosa y letal luna.
No hay una zona media entre los extremos que nos permita abrazarnos.
Nos separa una dimensión insalvable que tal vez no mida ni un milímetro de ancho.
Tú eres de un cálido planeta y yo exhalo por mi boca el vapor del frío.
Hay una tristeza crónica con la que me despierto todas las mañanas. Y lo único que crea sonrisas en mi rostro, es cuando nos comunicamos confidencial y secretamente con emisiones invisibles, besos imposibles y un amor que rasga los tejidos por dentro y hace llorar la carne de desesperación.
Tu eres única, una hermosa extraterrestre en el planeta Tierra y yo me encuentro abandonado en la Galaxia Gris. Donde solo estoy yo y algún oso que me mira torcidamente.
Mi bella alienígena, tal vez…
Tal vez algún día aparecerá una franja de amor entre el frío y la calidez donde poder realizar la comunión del amor.
Tal vez antes de que muera, porque en mi gélida galaxia, el tiempo corre a velocidades lumínicas.
Hoy se ha empeñado el planeta en darme malas noticias.
Te espero, y anhelo tus secretas palabras para sonreír en este día.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


13 de diciembre de 2018

Lo carnal y su degeneración


Sucumbimos a los más altos instintos en la vorágine carnal.
Como animales...
Lo carnal es hermoso y sublime.
E irremediablemente las almas se encontraron, se reconocieron y se lloraron la una a la otra en el cárnico encuentro.
Porque las almas habitan en la carne, en lo más profundo. En los intersticios de piel, carne y hueso.
No hay alma sin carne, no hay carne sin alma que no sea cadáver.
Follar es la absoluta comunión.
Solo que, en demasiadas ocasiones follamos carne errónea.
Y mientras vivimos, buscamos la carne correcta porque no hay otra cosa que hacer cuando hambre y sed se han saciado.
Como animales...
Y cuando sacas un billete para pagar la carne en una banal y vacía transacción, tus genitales segregan flemas incapaces de trascender y permear ningún tejido. Y los cerebros acaban oliendo a fracaso y frustración.
Como cadáveres…
Es por ello que cada día doblan las campanas sin descanso, por los millones de cadáveres que pululan la tierra.



Iconoclasta

1 de diciembre de 2018

Exquisito cadáver

Subir doscientos metros de montaña en apenas tres kilómetros de recorrido. Aspirar los pulmones que con restos de tabaco se me han salido con una tos. Recuperar ritmo cardíaco con un cigarro colgando de los labios y observar con la mirada brillante las lejanas montañas nevadas.
El frío cala en la piel filtrándose bajo el sudor. Y pareciera que la bici está cansada como yo.
Eso es pasear de verdad y no andar oliendo la mierda que sueltan los coches en las pocilgas-ciudades. A veces tengo suerte, o la identifico.
Bueno, tal vez no sea demasiado el esfuerzo realizado; pero si tienes una pierna podrida, sin sangre, con una rodilla que parece un balón y un tumor que no duele pero jode, los tres kilómetros valen por quince y los doscientos metros por el puto Everest.
Lo del fumar es un extra que me hace aún más heroico.
Veo cada día gente que por menos daño, circula en un cochecito eléctrico.
Pusilánimes…
La foto está inacabada, más temprano que tarde la imagen será completa con mi cadáver enredado entre la bici, la mochila y el casco. Yo diría que mi sombra es algo profético. A veces soy místico de la forma más coloquial.
Está bien, es un hermoso momento y lugar para morir.
Seré un cadáver exquisito, no el sentido literario; en el literal. Un lujo de muerto…
He visto lugares peores para morir, más anodinos y sórdidos. Morir formando parte de la carrocería de un coche no es exquisito y morir en casa y que descubran tu cadáver cuando apesta, tampoco es una delicatesen.
Sé de estas cosas, la experiencia es un grado.
Sinceramente, antes que formar parte de la foto, conozco muchos que deberían morir y yo estar presente para fotografiar sus cadáveres.
Me pregunto que, si mi padre hubiera muerto ahora en la era digital, lo habría fotografiado y colgado en las redes con algún jocoso comentario.
Nunca he querido ser buena persona, de hecho no he considerado ser nunca malo o bueno. Soy como un buitre o un cerdo: es mi naturaleza y no la combato. No me juzgo, solo hago lo que debo y lo que quiero cuando puedo.
Es frustrante lo que se refiere al “cuando puedo”. Me jodo.
¡Bah! Mientras muero y no muero, bajaré a casa con más alegría, la bajada me da risa en la misma medida que la subida me ha dado diarrea.
Tengo un hambre del carajo.

Hasta pronto, Muerte. Nos vemos.




Iconoclasta
Fotos de Iconoclasta.



24 de noviembre de 2018

Dios asesino


Estabas allí, ¿verdad, hijo de la gran puta?
Estabas allí con tu sagrado rabo erecto, observando como mi pequeño compañero se acurrucaba en mi brazo para sentir mi afecto infinito y decirme que me quería con un tierno y demoledor ronroneo.
Hijo de puta envidioso y pervertido.
Tú no eres Dios, no eres sagrado.
Solo eres un trozo de mierda semisólida flotando encima de mí, pringándome con tu apestosa y sucia omnipresencia corrupta y enferma.
Dios hijo de la gran puta…
Odio el aire en el que flotas.
Te odio tanto… Por cada ser querido que has matado.
Puerca Divinidad, eso eres nada más. Y sin divinidad, solo un cerdo enorme con el pellejo lleno de excrementos.
Tú no tienes designios, solo eres un retrasado mental sacando naipes al azar de una baraja podrida. Solo eres un puerco asesino sin cerebro, Mierdoso Dios.
Te jodía que nos quisiéramos, ¿verdad Sagrado Hijo de la Gran Puta?
Y te metiste en su cuerpo, entre su pelaje, como la mierda que eres para infectar su organismo.
Y te vi en un rincón de la casa acariciando tu divina polla de mierda, mientras él meaba sangre con un dolor espantoso.
Deseabas que yo también llorara sangre, te vi, hijo de puta. Vi tu sombra en la pared pulsando como una materia execrable, Yahvé de mierda.
Puto Dios, puerco Dios.
¡Hijo de la gran puta, mil veces! Puto cabrón…
Cuando muera me llevaré a la tumba todo el rencor y todo el odio que te tengo. Subiré al cielo para cortar tu divino cuello y mear en tu boca ensangrentada.
Hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta…
Moriré con el firme deseo de asesinarte a ti y a esa puta de Madre Naturaleza.
Asesinos, trozos de mierda…
Os odio en cada espacio, en cada instante, os odio en cada bocanada de aire que llega a mis pulmones.
Cuando muera seré un alma infecta, una materia ponzoñosa, furiosa, preñada del odio más atroz que ningún puto ser humano o marrana divinidad pudiera imaginar.
No moriré en paz, moriré con el odio desintegrando mis huesos e incendiando mi alma, para ser tu asesino y el de Madre Naturaleza, esa que mata con una sonrisa de deficiente mental.
Hijos de la gran puta… Habéis matado a tantos que amaba…
Pero no existís, solo ocurre que la vida es una mierda y quiero salir pronto de ella para que deje de salpicarme de una puta vez.
Dioses hijos de puta, divinidades y entes repugnantes…
Podrida vida.
Ojalá existierais para asesinaros, puercos.




Iconoclasta



13 de noviembre de 2018

Estoy ahí


No fotografío lo que veo, fotografío lo que soy.
Estoy ahí, dentro y a su alrededor.
Estoy ahí y soy materia.
Soy ahí y soy bestia.
Soy sol y nube, luz y oscuridad, hierba y tierra y el graznido de un cuervo que anuncia deseo y muerte con el mismo tono enojado.
Fotografío lo que soy. Y soy parte de esa catedral de árboles y montañas que sol y nubes hacen templo de vida.
Hay coros que elevan al cielo las plegarias muertas y vivas antiguas como mi alma.
Fotografío lo que soy y nunca hubiera pensado ser tan bello.
Fotografío lo que soy: la libertad absoluta es abrumadora. Monumental.
Una vez fotografié lo que veía, hace eones de latidos. Y no me gustó, no me gusté.
Si fotografías lo que eres y no te gusta, te compadezco y te entiendo.
Conocí aquello.




Iconoclasta
Fotografía de Iconoclasta.

29 de octubre de 2018

Absolutamente solo


Hay algo revelador y fascinante en esta foto. No se trata del paisaje, no es por la composición, la técnica, el color o la calidad.
La magia de esa foto es que no hay nadie más que yo en ese instante. Estoy absolutamente solo.
He visto lo que es el mundo conmigo muerto, conmigo dentro de él.
Y he sonreído sinceramente por primera vez en muchos años, en toda la vida, tal vez.
Porque así ha estado perfecto. No hay nada ni nadie que necesite.
Es una revelación.
He sonreído con un frío intenso que el viento empujaba por los intersticios de mi ropa. Con las orejas doloridas, con los labios casi resquebrajados. A pesar de ello, he sonreído…
Ser viejo y solitario ha sido mi meta durante años de frustración, ha sido una certeza como un fogonazo. Amar, odiar o follar solo eran píldoras antidepresivas poco efectivas contra mi tristeza vital; esa que hace grises y oscuras todas las mañanas al despertar.
Y me pregunto si de verdad he llegado a amar alguna vez.
Amar bien podría haber sido un rumbo erróneo en la búsqueda de esta foto, de ese momento.
He sonreído por primera vez en cientos de años.
He sonreído satisfecho y completo, porque el frío viento y la luz húmeda me han fusionado con los árboles, la tierra, y los animales.
Estaba todo lo que debía estar ahí: yo en algún en algún lugar, como un cuervo oculto entre las zarzas.
O como un gusano en la tierra, me da igual. Ser un viejo solitario es precioso tengas la forma que tengas.
No he sentido siquiera un poco de lástima por lo que decía querer hacía apenas unos segundos.
Y así no importa que sin ninguna razón, clave la navaja en la corteza de un árbol o en la corteza de un corazón humano. Me da igual…


Porque soy lo que quería y libre de cualquier consideración moral o romántica.
Los viejos acumulamos conocimientos que apenas sirven para nada más que para algo literario. Ahora esos conocimientos ya no pesan no importan.
Se han derramado como arena entre los dedos dejando más espacio para respirar dentro de mí.
Si se te pudre el cerebro con la edad, no es preocupante, es incluso un alivio; porque si tu cerebro es operativo al final de tus días, la sabiduría presiona las paredes interiores del cráneo y duele un millón.
Así que clavo la navaja sin importar dónde; si en el amor, en el odio, en un hijo o en un hermoso coño. Da igual, no importa, no necesito respetar, adorar, soñar o ambicionar.  Ser libre es eso ¿no?
Estoy yo en algún lugar de toda esa soledad y es suficiente, es todo lo que necesitaba.
Y sonrío a pesar de que los labios se agrietan.
Seré cabrón…
Y al final, el amor nunca existió.
Seré sincero, siempre pensé que dañar gratifica más que amar.




Iconoclasta
Fotos de Iconoclasta.

27 de octubre de 2018

Lluvia de hojas.


Hay pocos instantes tan hermosos como estar bajo una lluvia de pequeñas hojas que una brisa dulce arranca de las ya frías ramas de los árboles.
Parecen mariposas que no saben a dónde ir.
Mariposas muertas que provocan con su rumor una tierna musicalidad en el ánimo.
Ligeros cadáveres que huelen a melancolías y añoranzas deliciosas y que el sol convierte en hojuelas de oro flotantes en un acto de natural y humilde prestidigitación. Sin gran alardes.
Es inevitable pensar en el peso de la carne y su olor.
Y me comparo con ellas. Concluyo que soy un extraño en este paraje, demasiado pesado, demasiada carne, demasiado olor de sudor y piel añeja.
A veces, llevado por la retórica y un trágico romanticismo (y cuál no lo es, trágico) digo cansancio; pero no estoy cansado.
Tengo más fuerza y brío de la necesaria.
No es cansancio, es hartazgo.
Y con el hartazgo vibra en frecuencias superpuestas el odio, el rencor y la ira.
Nada cambia en la granja humana por años que pasen, por milenios que han transcurrido.
Mueren algunos y nacen otros tantos que harán y dirán exactamente lo mismo. Los mismos aburrimientos bostezantes y asfixiantes en su aplastante mediocridad.
Deberían aprender de la musicalidad de las hojitas muertas. Tal vez quiera decir que debería morir alguien más. Muchos más.
Entre toda esa horda de mediocres, de siglo en siglo aparece alguien especial y diferente. Y por seres así la humanidad se ha apuntado un tanto de inteligencia, razón y libre albedrío; es una descarada usurpación.
No es por cansancio quedarme mucho tiempo entre la lluvia de hojas muertas. Es por hartazgo, cada día que pasa mi tolerancia hacia la humana mediocridad mengua. Y temo un día decir alguna verdad.
Cuando se dice una verdad, se pierde la oportunidad de reír y ser sarcástico hasta la crueldad.
Cuando proclamas la verdad, cualquiera que sea, quedas desnudo e indefenso ante todos. Y será mejor que tengas un buen y potente rifle en las manos para acribillar a balazos la mediocridad.
No es cansancio.
Solo un asco que mina el humor.
Si me quedara aquí un poco más, me cubrirían las hojas y mi muerte sería hermosa.
Tal vez...
Tal vez cuando esté cansado de verdad me acerque a morir con las pequeñas hojas-mariposa que vuelan sin saber a dónde ir.
Pobres pequeñas… Pronto nos veremos.
Estoy seguro.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

24 de octubre de 2018

Los días de la semana (1971)


“Lunes antes de almorzar una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que planchar. Así planchaba, así, así… Así planchaba, así, así… Así planchaba, así, así… Así planchaba que yo la vi”.
Cantaba Fofó a los niñas y niños.
Y así todos los putos días de la semana: barrer, limpiar, coser, cocinar…
Pobrecita…
Era una de las canciones de mi juventud que recuerdo con cierta tristeza, me gustaba mucho a pesar de mi avanzada edad (9 años), me parecía la historia de una niña mártir.
Unos tachan la canción de sexista, gente que no entiende nada, que busca la miseria como los buitres en las entrañas de los cadáveres sin tener cerebro para elegir la mierda que come. Dicen los descerebrados que la canción era un panfleto para que las niñas se dedicaran a la casa y poco más.
Quieren ser tan críticos… Y con tan poco cerebro solo son patéticos.
Gentuza sin sensibilidad…
La puta verdad, es que unos payasos en la tele, con toda naturalidad, pusieron de manifiesto con sensibilidad y ternura, la pesada losa de esclavitud y mediocridad a la que estaban condenadas las mujeres por tradición.
Nadie me hizo pensar a aquella edad con tanta claridad e identificar así una lacra como la que aquella canción ponía de manifiesto. Y con más mérito porque eran tiempos en los que el trozo de mierda que era Franco y sus secuaces, aún tenían secuestrada la inteligencia y la libertad en España.
Hoy día la inteligencia no está secuestrada, simplemente no existe a nivel global.
La canción no exalta que la mujer deba dedicarse a las tareas domésticas. Lo critica de forma dulce, con una canción infantil. Infinitamente sutil en tiempos de mierda e ignorancia.
Una canción para que los niños sintieran esa amarga musicalidad.
Mientras los niños juegan, la niña se pudría de asco…
“Domingo antes de almorzar, una niña fue a jugar; pero no pudo jugar porque tenía que rezar. Así rezaba, así así… Así rezaba, así... así. A sí rezaba, así, así… A sí rezaba que yo la vi”.
Yo pensaba que el domingo realmente no rezaba, solo moría de hastío y cansancio.
“Pero no pudo jugar, pero no pudo jugar, pero no pudo jugar, pero no pudo jugar…”.
¿Dónde está el sexismo en esta continua letanía de imposibilidad, idiotas?
Me parecía triste, un asomo de depresión.
De una sensibilidad exquisita, casi lorquiana.
Un beso a la niña muerta que no pudo jugar; pero que supimos de su existencia con cierta triste ternura.




Iconoclasta

23 de octubre de 2018

Confesiones del último hombre decente.


Soy un hombre decente, porque la decencia no consiste en respetar una moralidad de mierda. Ser decente es seguir o intentar conseguir el ideal de vida en el que uno cree: venganza, valor, inmoralidad, desinhibición, violencia, injusticia e irrespetuosidad. A veces leo para reconocer las mentiras que la humanidad ha ido acumulando a lo largo de su historia. Conocimientos útiles cuando juegas al Trivial o al Scrabble…
Tengo un nombre que a nadie le importa y que muchos se han arrepentido de conocer y otros, los menos, se sintieron extasiados al conocer a un ser como yo. Con eso basta.
Durante un tiempo conviví con un ser absolutamente imbécil, un retrasado mental que no sabía ni respirar por la nariz (tenía tetas, era hembra). Obtuvo un título universitario pagando con mamadas a los catedráticos (en México es fácil y habitual el pago en especie sexual, es tan cotidiano que las putas ni se dan cuenta de que lo son). Que fuera una absoluta puta, me la pelaba; mi abuela era puta y no por ello me sentí traumatizado. Es más, lo decía con orgullo; era muy exótico decir “mi abuela es puta”. Y además internacional. Granada, Barcelona, Londres, Canadá…
La puta no me engañaba, por algunas razones prefería estar con ella que en otro lugar a pesar de que era sucia. A veces hay que elegir lo menos malo. Sin embargo, lo golfa que era no me llevó a darle la patada. La razón es que usaba el teléfono celular hasta de tampón. Cuando capté que la conversación no sería posible, sin más preocupación dejé de hablarle e hice mierda cualquier asomo de relación cordial.
Solo la follaba, porque ya que tienes una puta en casa, la usas o bien te hace una mamada si está bien borracha y se ha empolvado la nariz.
Así que a los seis meses de haberla conocido, ya empecé a desear enviarla a la mierda con sus putos hijos, hermanos y hermanas, y sobre todo con sus amigos y clientes sexuales, tan retrasados mentales como ella.
Al cuarto mes de compartir la casa le dije mientras sonreía como una mongólica ante la pantalla del teléfono y los dedos agitados: “Si quiero estar solo, no quiero que nadie me moleste, me gusta estar solo de verdad. Vete a tomar por culo”.
Me miró con los ojos abiertos sin acabar de entender, mostrando aquel cerebro vacío y liso. Creí estar delante de una caricatura como Homer Simpson.
Al sexto mes se lo confirmé de una forma más clara, para que lo entendiera: le rompí el móvil y le di tal paliza que pasó cuatro meses de operaciones reconstructivas de nariz y maxilar inferior. El brazo roto no le dio más problemas que un yeso terapéutico.
Como tengo dinero, la investigación y el juicio se retrasó, se retrasó y se retrasó tanto que la putarra ya se estaba follando al subnormal de su jefe y al guardia de seguridad de la entrada a la oficina, a cambio de un par de porros. Se olvidó de la paliza que le di e incluso me ofreció hacerme una mamada (quería que le regalara un celular nuevo), le dije que se fuera a la mierda y me sonrió cariñosamente diciéndome “hasta luego”. Recordé que su coño olía a mierda y pensé “Hasta nunca, corto y cierro”.
Ocurre que la imbecilidad siempre sobrelleva una inmerecida vanidad.
¿Veis? Con un par de huevos y decisión se arregla cualquier problema. Si no fuera por la violencia, hubiera llevado muchísimo tiempo de tortura psicológica, cosa que para una retrasada mental no es nada bueno tampoco.
El subnormal me lo tiene que agradecer.
Si alguien amenaza mi íntima libertad, me importa poco que sea macho o hembra, golpeo hasta quedarme satisfecho y seguro de que ha entendido bien mi punto de vista.
De México me fui a Guatemala a comerciar con niños indígenas, los usan de cenicero y para otros menesteres hospitalarios, domésticos y sexuales.
La vida es una mierda, lo sé; pero el dinero mejor tenerlo que no tenerlo.
Y la verdad es que putas y niños, hay muchos en el mundo.
Es importante ser decente en estos tiempos de degeneración mental.
Alguien tiene que tener cojones.
Bye.




Iconoclasta

17 de octubre de 2018

No te lo digo


No te lo digo, pero tiene los ojos más grandes, profundos y manifiestos del mundo.
No te lo digo, pero son bellísimos.
No te lo digo porque cuando las cosas bellas y amadas se pronuncian, el mundo te las roba por envidia.
Lo sé. Siempre ocurre lo mismo.
No te lo digo porque es un secreto. Y los secretos, pueden convertirse en ridículo cuando la luz los ilumina.
No te lo digo, pero sus labios son tan voluptuosos y carnosos que tendría miedo a besarla, porque cubriría mi alma con ellos.
Y me robaría el habla.
No te lo digo porque es un deseo sin base lógica y sólida, un fracaso anunciado. Y no lo quiero anunciar.
No quiero ser patético mientras respiro.
No te lo digo, pero es exuberante hasta la desesperación (la mía), una ligera abertura en el escote de su blusa muestra un universo rotundo y húmedo que sueño explorar y precipitarme suicidamente.
No te lo digo porque hay seres que por alguna razón no podemos acceder a paraísos o ilusiones, y aún así soñamos posibilidades con el riesgo de dolor que ello comporta.
Posibilidades tardías.
Como bebés que nacen rotos, así son mis sueños de amor y deseo con ella.
¡Shhh…! Me da vergüenza ser lo que soy, por eso no te lo digo.
Y su voz… A través de ella impone el poder de su belleza con cierta autoridad (divina vanidad) y me hace sonreír cuando no es necesario, cuando no tengo razones o ánimo. A veces la escucho de nuevo y cierro los ojos imaginando. Su voz transmite frecuencias inaudibles que deseo descifrar; pero no te lo digo, para hacerlo debería estar íntimamente próximo a ella.
No te digo como suena, porque te reirías de mí con una sonrisa forzada y triste, como si supieras que estoy acabado.
Y lo estoy, pero no te lo digo.
Solo te lo escribo con una pluma de tinta roja como la sangre, porque temo a los espías de Envidioland; no quiero que sepa nadie más que tú, papel, de mi fracaso y días tristes. No quiero dar pena, o en el mejor de los casos, inspirar desprecio.
No te lo digo porque un día te quemaré prendiéndote por una de tus esquinas y oleré el dulzón aroma de tu combustión y mis secretos.
Escribiré al final de estas cosas que no digo, de este amor y deseo secreto:
Este documento se autodestruirá en cinco, cuatro, tres…
Y yo con él un poco también.
Tan solo durante unos segundos se verán los trazos de mi letra en rizos frágiles y volátiles de un papel carbonizado. Nada que pueda probar que un día amé.
Cinco, cuatro, tres, dos, uno…
Cero.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

15 de octubre de 2018

Homenajes de la hipocresía


Se ha puesto de moda de nuevo (es recurrente en la historia) sensibilizar a las reses con homenajes falsos a héroes fabricados a conveniencia pura del poder.
Políticos miserables y mierdosos celebrando y evocando (homenajeando) a los muertos (de ambos bandos) de la guerra civil española.
Hijos de puta que actúan con la descarada mentira e hipocresía de los que no se han ganado la vida: se la han regalado.
¿Desde cuándo los que lucharon tuvieron capacidad de elección? Hijos de la gran puta…
Los que lucharon y murieron, bien podrían haber sido republicanos en bandos franquistas y viceversa. No combatían por un gobierno, luchaban porque les obligaban a hacerlo según donde se encontraban.
En una guerra de mierda no hay elección alguna, hijo putas.
¿A santo de qué tanto homenaje de mierda?
Lo único que se puede aplicar es la verdad y el respeto por los que lucharon: fueron obligados.
Y está bien, porque antes que morir de hambre en el campo andaluz, asfixiado en una mina de carbón asturiana o como niño trabajando hasta el agotamiento en una empresa textil catalana, es mejor morir combatiendo.
Pero no combatieron por simpatía a nadie, combatían porque de lo contrario, los fusilaban. 
Porque esos políticos, que no eran ni más ni menos que niños bien, hijos de familias ricas a salvo de morir de hambre o explotados; eran los que designaban quién y donde se luchaba.
La misma basura que hay hoy en el poder. Porque poder y mierda, se heredan y pasan de padres a sus bastardos.
No hay nada que celebrar ni homenajear.
Políticos puercos e hipócritas que piden muertes en su nombre. Y engañan fabricando héroes que no eran.
No ha cambiado nada y la historia solo sirve a los cerdos para poner de manifiesto su gran capacidad para mentir.
Y nadie lo ve, nadie tiene suficiente cerebro en su cráneo apestoso para darse cuenta de la mierda que come día a día.
Siguen celebrando a los muertos como si hubieran tenido capacidad de elección por combatir en un bando. Solo los marranos que firmaban sus destinos en una carta de reclutamiento tuvieron esa libertad de elegir.
Está bien, no se merece otra cosa la chusma de mierda y su ignorancia afanosamente cultivada con estulticia y holgazanería.
¿Desobediencia civil? No tienen cojones los ignorantes.
Para ser desobediente hay que ser libre y para ser libre, es preciso pensar y conocer la historia e identificar a los que roban cada día tu tiempo y dinero.
Y eso, es como correr tras el viento, solo existen obedientes.
Reses bien pastoreadas, unas veces con balas y otras con mensajes digitales.
Es un insulto a la inteligencia adjudicar los muertos de guerras y sus homenajes a distintos bandos. Los políticos de hoy son hijos de las serpientes rastreras de ayer.
Es un ciclo infinito.




Iconoclasta