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23 de junio de 2020

La verbena de San Juan


Esta noche de nuevo se celebrará la verbena de San Juan: petardos, hogueras, bailes y embriaguez.
Los más afortunados o con más dinero para gastar, una mamada o un mal polvo en el coche.
Bueno, lo de la embriaguez es cotidiano.
Se celebra el solsticio de verano, una fiesta pagana que la iglesia católica enmascaró con la onomástica de San Juan. No importa, sea cual sea el origen de la celebración, festejar con fuego y pirotecnia es bueno.
Hay una violencia obvia en las hogueras y petardos.
Un deseo de reventar con pólvora e incinerar lo cotidiano, lo esclavizador.
Al menos para mí, que no creo en paganías ni santerías.
Las verbenas de fuego son las válvulas de seguridad programadas por los gobiernos desde el primer contrato social de la historia: “Tú me pagas una parte importante de lo que ganes y yo te administro, te rijo, te dejo vivir y te protejo”.
Solo se cumple la primera parte del contrato la que hace mención al pago del jerarca de turno. Todo lo demás es mentira, robo y abuso.
Tiene sentido que los que pagan sientan necesidad de hacer arder y explotar todo lo que se les permita una noche al año.
Los antiguos paganos celebraban y daban las gracias a sus dioses estivales, una forma de conducir el malestar de la frustración y el robo de los frutos del trabajo hacia lo divino.
Lo cierto es que la verbena tiene su esencia en la violencia, en su control. Aunque dado el declive de la especie humana, se ha convertido en una celebración infantil y pueril; porque los esclavos no son conscientes de serlo.
Por ello, o se regala a la chusma unas horas anuales para ejercer una metafórica y controlada violencia, o los jerarcas corren el riesgo de perder sus riquezas y la vida.
Sean católicas o paganas, las verbenas tienen el único fin de proteger la estabilidad del poder: los amos dan permiso a los perros para que salgan a cagar y mear.
Hay que dar salida toda esa presión de la mediocre vida de los trabajadores.
El fuego no purifica nada, solo quema, carboniza en las hogueras verbeneras las frustraciones de los humanos convertidos en vacas y borregos. Lo de la purificación es un cuento infantil y sentimentaloide de los estafadores que gobiernan.
No me dejaron siempre; pero yo quería quemar los libros del colegio, de esa prisión a la que me obligaban a ir todos los días. La verbena marcaba el fin del curso, de los profesores malos y aburridos. Del hastío de estar siempre amenazado en clase: no hables, no te muevas, pide permiso para ir a mear. Amenazas y castigos.
Me gustaría volver al pasado siendo hombre y decirle a un profesor: “Castígame, cabrón”.
Sin los petardos y sus violentas y expansivas explosiones, con toda probabilidad me hubiera convertido en un asesino. Cada petardo que hacía -y aún hoy- hago explotar, imaginaba que era una bomba que les arrancaba la cabeza a aquellos malos profesores, rectos, severos y aburridos como una mierda al sol. Una bomba que hacía explotar en mil pedazos el puto colegio.
Nunca se me ocurrió pensar en Juan o en el dios sol de mierda.
En las hogueras metíamos botellas de vidrio, uralita, petardos sin mecha, pilas… Todo aquello que pudiera explotar y lanzar metralla.
Todas aquellas explosiones que a medida que crecía se hacían más violentas y peligrosas cada año, tenían el único fin de reventar en mil pedazos todo cuanto pudiera de aquella infancia y adolescencia mierdosa del oscurantismo escolar.
Enciendo la mecha de un petardo y sigo pensando en lo bueno que sería meterlo en la boca de alguien de quien se lo merece y lanzar su cadáver al fuego incinerador.
Solo hay algo incruento y dulce en la verbena de San Juan: la coca.
Por lo demás, no encuentro ningún tipo de alegría en ella, solo un rencor viejo como yo mismo.





Iconoclasta
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22 de junio de 2020

Las muertes que no importan


Hay tantas muertes…
Caen las almas muertas como un polen que pica en la nariz, una ceniza que no ensucia, solo molesta. Marchita el buen humor más concretamente porque deja restos en la ropa.
Se puede vivir entre tanta muerte. Es una cuestión tan habitual que ni siquiera preocupa; a menos que seas alérgico a la ceniza de los cadáveres.
Se puede vivir y ser feliz siendo consciente de todos los que mueren. A mí me importa lo mismo un nacimiento que una muerte: nada.
Y por lo que veo, al resto del mundo, salvo los que ahora están en el tanatorio por algún familiar o amigo, también les importa el resto del año lo mismo que a mí.
No soy especialmente cabrón.
Me masturbo con la misma pasión que usaría sino hubiera en el aire polvo de muerto.
Mientras escribo unas palabras que puedan tener cierta irritación, sentido y musicalidad en el pensamiento, las cosas suceden y les doy la espalda.
No se puede estar en todo. Vivo una época veloz, de vertiginosas mentiras, de insultantes ignorancias, de patéticas ingenuidades.
La madurez intelectual de los adultos ha caído hasta límites de subnormalidad.
Y el rigor mortis es la única verdad inquebrantable e inviolable.
Que aquellos que dicen sentirse aún como niños, por favor que alguien los trate. Y sino, los esterilicen para que no se reproduzcan.
Es más romántico pensar en las almas muertas que en las gentes que respiran.
Visito el cementerio a menudo, un cementerio donde no tengo a ningún muerto. Ese silencio eterno, la seguridad de que ninguno volverá a salir de la tumba me relaja.
Porque la muerte de los otros da un respiro a mi humor y sobre todo, más espacio.
Es legal no prestar atención a demasiadas cosas que no me importan, aquellas que más que por su nulo interés, me son estúpidas. Si para alguien pudiera ser un problema moral de empatía, me parece bien y sigo fumando como si nada ocurriera.
Porque cuando ocurren demasiadas cosas, no se pueden procesar todas. No es por falta de capacidad intelectual, es que no quiero morir como si me importaran las cosas (muertes) banales, aquellas que no me atañen directamente.
No soy solidario, solo soy capaz de ayudar a quien miro a la cara, a quien creo que debo apoyar, saludar, abrazar, besar o follar.
Que nadie se engañe, hay mucha chusma que no necesita misericordia; tan solo un profundo agujero para que, una vez muerta, por muy zombi que pudiera ser por alguna catástrofe nuclear, no pueda salir jamás y se convierta en fósil.
Sí, ya sé que hoy día queman los cadáveres más que enterrarlos; pero arder como un neumático gastado no tiene nada de glamur.
Los detalles importan para la última foto.






Iconoclasta
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18 de junio de 2020

Mentes hechas pedazos


Cuando la mente se hace pedazos el cuerpo no atina en ningún movimiento, ni en la articulación de las palabras.
No sé porque no se sincroniza la muerte del cuerpo con la de la mente.
Es pornográfico que vaguen cuerpos con el cerebro podrido.
¿Es acaso una última forma de la naturaleza para dar alimento a los que no han tenido un buen día de caza?
Tal vez sea eso.
Un cuerpo descontrolado, excretando, abonando…
Un cuerpo que vagabundea para servir de comida.
Pero nadie caza esos cuerpos.
Ése es el problema.
No es una noticia feliz.
A veces, los que tienen las mentes hechas pedazos aciertan a follar de forma accidental. Sin pretenderlo, tal vez en sus cerebros podridos guardan la reminiscencia de un episodio sexual y consiguen encontrar sus genitales en su cuerpo idiota.
Y nacen bebés con la mente hecha pedazos, obedientes pero inoperantes.
Y crecen, se eternizan sin control.
Los cuerpos idiotas son un peligro en cualquier especie, la estropean.
La pudren.
Las mentes hechas pedazos han nacido de una endogamia azarosa e inevitable en el hacinamiento.
Las grandes concentraciones de seres de cualquier especie acaban degenerando las líneas genéticas por los graves efectos consanguíneos de un follar ebrio e idiota.
Hay animales que no han nacido para vivir en rebaño; pero no lo saben por desidia, por cobardía, por ignorancia, porque nacieron así de defectuosos…
Una tara pegada a otra tara, a otra tara, a otra tara…
Las mentes hechas pedazos no pueden impedir que los cuerpos sin control rellenen sus propios agujeros con materiales orgánicos e inorgánicos. Los anos han perdido su función para sacar y son para meter, las vaginas son meros estuches portaobjetos, los penes son orgánicos enemas de esperma y orina. Toalleros obscenos que nadie usaría, ergo patéticos.
Los cuerpos idiotas se cortan las venas, o se tiran desde decenas de metros al vacío.
Sin saber por qué.
Si sus mentes no estuvieran hechas pedazos, sabrían que se matan por frustración de la más alta pureza.
No hay cementerios para las mentes y ese cadáver se queda en los cuerpos torpes infectándolos con su descomposición.
El dios de las mentes hechas pedazos solo supo hacer cosas semejantes a él.
Murió el dios y sus creaciones ahora yerran sin padre, gimoteando imbécilmente.
Estamos abandonados…





Iconoclasta
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17 de junio de 2020

Una penita


En los bosques se ve más muerte que vida.
La vida ruge; pero raramente se deja ver. La ocultación es una simple e instintiva cuestión de supervivencia que debe cumplirse.
Es tan triste y trágica la muerte de los pequeños seres, tan trascendente en su soledad que yo también quiero ser un anónimo y pequeño drama nemoroso.
Algunos ni llegan a crecer por una mala suerte, un viento o una lluvia.
Pobrecito… 
Es más pequeño que mi dedo pulgar…
Y se lo comen las moscas.
Todos los seres sin nombre mueren sin lágrimas de nadie en el bosque.
Que borren mi nombre y nadie lo recuerde.
Sé que no es así; pero quiero creer que mueren valientemente. Ahora que nadie observa mi tristeza aquí, tan adentro del planeta. 
Somos tantos en el mundo que no importamos y alguien debe llorar las mínimas tragedias.
Misericordia…
El bosque es tan íntimo, que arranca de mí esas defensas tan bien creadas y me coloca una pena.
Una penita en el pensamiento cuando menos lo espero.
Piedad…
Y le dedico unos minutos de tristeza que se merece el pequeño héroe.
Adiós, pequeño.
Un beso de luz para el oscuro camino.





Iconoclasta
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16 de junio de 2020

Un gordo enmascarillado


He visto a un gordo corriendo por un parque solitario, con sus vibrantes mantecas subiendo y bajando como gelatina y con una mascarilla negra en el hocico.
He pensado de una forma natural e instantánea: si el obeso cobarde hubiera oído que cubriéndose el morro con excrementos, estaría a salvo del coronavirus; ahora vería trotar al cerdito con tres trozos de cagarro: uno para cada agujero de la nariz y otro en la boca.
Y quien dice el gordo, lo mismo ocurre con esas patéticas familias multimascarilla (tan felices, que parecen estar protagonizando un anuncio risueño de compresas o tampones) que pasean con sus hocicos cubiertos con mucha dignidad; ejemplos vivientes de ciudadanos ejemplares.
No he conocido una época más indigna que la actual. Tres o cuatro décadas de una educación, formación y cultura venenosas han creado los auténticos cabestros que hoy han llorado en sus casas por miedo al coronavirus y aplaudido a su caudillo y secuaces. La política del analfabetismo ha dado sus frutos que, han florecido ahora como gordas y podridas manzanas sin cerebro.
No solo ha sido una docencia siniestra y pútrida. Internet ha sido decisiva para propagar la ignorancia y las mentiras institucionales. La velocidad con la que han entrado en los cerebros lisos de esas ovejas con mascarillas ha sido el gran triunfo tecnológico en lo que va de siglo. El sueño dorado y cumplido de los jefes de estado actuales, esos que han brillado fosforescentemente como nadie en la historia con una cobardía nauseabunda.
Y como a lomos de la ignorancia cabalga el miedo, ahora las ovejas tiemblan a pesar de sus mascarillas.
Sí, se ha creado un nuevo carácter psicológico en la especie humana: el miedo analfabeto.
De una cosa estoy más convencido cada día: es necesaria una violencia sin precedentes, una guerra mundial con sangre y balas reales para que la especie humana se renueve.
Para que no corran gordos con el morro cubierto con un pedazo de papel por los parques solitarios.
Ya es cuasi insoportable la vida en sociedad para alguien que tenga un pensamiento libre, crítico e independiente de cualquier medio de comunicación doctrinal actual.
Un conflicto bélico con millones de personas muertas es la única esperanza para una especie, la humana, inmersa en un grave proceso degenerativo mental y físico.
¿Y si fabricaran las mascarillas con veneno? Eso ayudaría; pero no sería suficiente. Las balas matan más rápidas y mejor.
Además, como la especie humana es plaga, en pocos meses (al igual que las ratas) nuevas generaciones nacerían inmunes al veneno.
Y ante todo no olvidar a los actuales responsables y redactores de los medios de comunicación y “periodísticos” que han vendido sus culos a los tiranos que han emergido como bolitas de mierda flotantes junto al coronavirus.
El coronavirus, necesita refuerzos urgentemente o la humanidad está acabada.





Iconoclasta

13 de junio de 2020

La fuerza que rige mi planeta


Eres montaña, mar y viento.
Eres mucho más. Solo quiero expresar con mi torpeza que cuando te beso, cuando me roza tu piel y su calidez se extiende como un aceite por mi carne y mi alma o cuando en el silencio escucho tu respiración; estoy donde debo y tengo todo lo que necesario.
Eres mi naturaleza, eres una parte de mí.
El viento me susurra cosas que no entiendo, solo intuyo. Y los ojos se entrecierran con un placer sereno.
Como cuando tu voz me habla directa al pensamiento y es capaz de modificar el ritmo cardíaco.
Escucharte es sentirme derrotado y abandonarme a ti con desidia.
Estar a tu lado es caer repentinamente en la cuenta de lo muy cansado que estoy. De lo muy viejo que soy ya.
Todo dolor y toda tristeza, cuando estás, cuando usurpas mi pensamiento con tu potente presencia; queda repentinamente muy atrás en el tiempo.
Es el vértigo de amarte.
Es precioso sentir ese vértigo ¿verdad cielo?
Cuando estás en mi pensamiento, me siento afortunado.
El viento vuelve a hablarme y le digo “te amo”. A ti que eres viento y montaña y aire y mar y mi sangre misma.
Está bien, sé que no es necesario; pero tengo que decirlo otra vez: tú eres más voluptuosa que el planeta. Eres carnal hasta mi desesperación.
Por ello no pienso en la naturaleza cuando estoy donde debo. Pienso en ti como la fuerza que rige el planeta que me contiene.
Siempre es necesario redactar cláusulas con letra pequeña en el contrato de amar para que no quede un solo rincón de ti por mencionar.
Ahora las nubes son oscuras y densas como una tragedia colosal y hermosa.
Y me refugio en ti, las veo a través de tus grandes ojos que serían capaces de empequeñecer los del lobo feroz y no tengo miedo a que me parta un rayo. Eres tú mi tragedia, mi nube oscura, densa y preciosa que me sopla amor y esperanza con su vientos esclavos.
No podría tener miedo jamás, porque soy tu hombre. Necesito que te sientas orgullosa de mí, amor; porque yo solo atino a pensar que soy un mierda.
Necesito ser tu hombre, porque si soy tuyo, soy completo.
Ya llueves, cielo, no quiero dejar de escribir; pero la tinta se emborrona en el papel y no puedo permitirme perder ni una sola palabra de las que escribo evocándote.
Mójame todo, amor; mientras camino a una casa donde no estás ; pero que tiene la soledad suficiente para conjurarte a cada instante.
Que el viento, tu viento te lleve todo mi amor, todas mis letras.
Todo irá bien, cielo.




Iconoclasta
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9 de junio de 2020

Amor zombi


El amor en descomposición camina despacio y torpemente buscando un corazón que devorar, gimiendo sin dolor; es solo un engaño para apenar y emocionar a sus presas.
Es un zombi.
Con el rostro hecho jirones, de sus labios escapa un vómito que arrastra un labial tóxico. Como ponzoñosas son sus mentiras.
Y sus pechos cuelgan pesados de mentiras y fracasos dejando gotear un pus maloliente para amamantar bebés muertos.
Sus cojones están amoratados como pequeñas bolsas llenas de mierda. Sus penes son trozos de carne que se balancean pequeña e indignamente.
Los amores falsos se convierten en cadáveres corruptos hambrientos de un sosiego que no existe para ellos. Buscan un alimento que nunca saciará su hambre por mucho que lo comieran. Sus genitales están infectados y devoran el placer para dejar un nicho de podredumbre que acabará con toda posibilidad de reproducción.
Bailan en salas de baile mediocres dejando caer sus trozos de carne podrida que otros zombis lamen hambrientos.
Zombi come a zombi.
Sus dedos sin uñas buscan frenéticamente los puntos de placer en el sexo para erradicarlos por amputación y así, consolar su frustración por la incapacidad de gozar y saciar sus descompuestos y corruptos deseos que sus cuerpos tontos y corruptos no pueden sentir.
Los amores zombis son una masa amorfa de envidias.
Hay que alejarse o calcinarlo, porque el amor zombi contagia con un simple escupitajo.
El engaño hace de los amantes cadáveres vivientes. Borrachos, seres ebrios que follan cualquier agujero o se meten cualquier polla. Por ello mutan en seres de alientos rancios que no saben si eyaculan u orinan.
El amor zombi es una amorstruosidad, una mutación que se consume a si misma en el aparente sosiego de un día luminoso, canturreando canciones de las que quisieran ser protagonistas y no los ridículos personajes de su propia mala película.
Sus mandíbulas se abren y cierran mascando una ambición para la que no tienen medios éticos y mentales para cumplir. Sus mamadas no dan placer, solo molestan y no tienen final feliz.
Se les escapa el semen sin ningún tipo de alegría. Lo beben con asco contenido para demostrar que son magníficos actores porno.
Mienten con destellos de dientes podridos con una torpe y ridícula sensualidad.
Luce una vagina demasiado dilatada, ennegrecida y encallecida de tanta carne que devora con su apetito torpe e insaciable. Es un glande con un chancro purulento que provoca una comezón indigna.
Los amores zombis no saben follar, solo se mueven tratando de conjurar un placer que no llegará jamás.





Iconoclasta

5 de junio de 2020

Amar es banal


Amar es una tarea banal producto de una sociedad acomodada.
No estoy seguro de que en tiempos de supervivencia exista el amor; en el mejor de los casos reproducción.
Creo sinceramente que en las sociedades prehistóricas no existía el concepto de amar.
No tenían tiempo para ello.
Ni para el arte.
En cambio, sí creo que dedicaban tiempo a rezar, el miedo siempre es más fuerte que el amor.
A los dioses no se les ama, solo se les pide cosas y blasfema.
La enfermedad y su dolor dan una repentina fe religiosa al enfermo.
Y la riqueza deja en la cuneta a los dioses. Para que eso no ocurra se inventaron brujos, chamanes, santones, ulemas, rabinos, monjes, sacerdotes, curanderos, etc… Para que los ricos pagaran a los dioses sus honorarios a pesar de no necesitarlos.
La homosexualidad como forma habitual de amar llega cuando la sociedad acomodada alcanza la decadencia. Aparece cuando los humanos ya ignoran que un día fueron comida para otras bestias y potenciales cazadores.
Yo escribo porque me sobra tiempo. No sabría cazar, no podría sobrevivir sin dinero; solo con suerte. Y si hay algo que tengo claro, es que no soy afortunado.
Aunque si matar es sobrevivir…
Me conforta la posibilidad.






Iconoclasta

Una sociedad de gallinas con smartphones


El hecho de que una sociedad haya entrado en un pánico tan inmovilizador como para que les impida realizar sus actividades más básicas de supervivencia, indica la degradación, el grado de decadencia tan peligroso en la que vive. Es inadmisible para cualquier especie del planeta sufrir semejante cobardía paralizadora.
El coronavirus no es nada comparado con la peste neumónica. Hay cosas peores, mucho peores; so cobardes.
Una sociedad cobarde (aunque sea la cobardía de su gobierno) está abocada a su destrucción o caer bajo el gobierno de naciones o gobiernos con determinación y valentía. Enfermedades y epidemias han existido siempre. Los africanos viven con ellas de forma habitual y no se pueden permitir esconderse y no hacer lo posible para comer, para vivir en definitiva.
Tal vez sea un país africano el que tenga fuerza y determinación para ocupar una nación cobarde como España, por ejemplo.
Es el momento perfecto para guerras invasivas entre naciones.
Es fascinante observar en vivo el colapso de pánico en el que han caído las reses humanas en muchos lugares del mundo. Por supuesto, los más cobardes han sido los representantes de los gobiernos e instituciones. Incluso los militares y fuerzas policiales represoras se han cagado por la pata abajo.
Los cobardes no solo merecen ser esclavizados e invadidos por otras sociedades: deben ser severamente controlados y sometidos sin contemplaciones.
Los países valientes y activos, con determinación de vivir; tienen la responsabilidad de cuidar de la pureza y el vigor de la especie humana: controlando las sociedades acobardadas, incluso evitando su reproducción para evitar más sucias líneas genéticas como las que hoy abundan.
Solo una violencia sin límite que supere en mucho a las muertes provocadas por cualquier epidemia, puede resultar un escarmiento a las decadentes sociedades de la tecnología de las redes sociales. Es la única forma posible de erradicar la podredumbre sobre la que duermen las reses humanas de las actuales sociedades occidentales, tan indignamente decadentes.





Iconoclasta

3 de junio de 2020

Follar es lo más lejano de amar


Cuando la follo no siento amor, solo un deseo obsceno de forzarla a gemir, embistiéndola encelado.
No pienso en la reproducción ni en formar una puta familia. Solo quiero observar su coño supurando mi leche y sus pezones endurecidos y empapados de mi baba.
No le digo “te amo”. No puedo perder el tiempo en tonterías.
“Quiero joderte”, le digo al oído apretando sus tetas con los dedos tensos de caliente que estoy.
La amo y por eso follo con ella.
Pero follar es lo más lejano de amar.
Follar solo es íntimo, si alguno de los dos no practica la prostitución.





Iconoclasta

30 de mayo de 2020

El primer ataque de melancolía


A veces la melancolía me traiciona y abandona a la deriva de aquellos pocos recuerdos inocentemente ingenuos que me dieron fuerzas para crecer intelectualmente. De soñar.
Mi primer ataque de melancolía ocurrió sobre el inicio de la adolescencia, por alguna emoción difusa que no puedo detallar, algo relacionado con la envidia de los otros, de los ajenos a mí. Me llevó a pensar que la vida era hostil y que mis sueños se quedarían solo en eso. Y de repente, eché de menos mi infantil ignorancia y asistí a la muerte de mi niñez.
La primera envidia que te ataca y la primera mentira arribista, es lo que lleva a la primera crisis de melancolía.
Aquello que soñabas, con la súbita comprensión se hace añicos y el mundo es invadido por una escala de grises que hace de la piel cemento. Como mis sueños de sombras entre sombras.
La verdad es un trallazo que decapita los sueños.
Un profesor dijo de mí que era extraño. No fue un cumplido, fue despectivo.
Y yo me sentí bien, vanidosamente bien.
Morir no tiene gracia; pero vivir sin magia, tampoco.
Ocurre que todas las células del cuerpo piden vivir, y te dices: ¡Qué mierda!
Y fumas y ensucias todo lo que puedes; como sucio y gris me hizo sentir algo un día que parecía luminoso y de brillantes colores.
El mundo y yo somos dos vecinos mal avenidos: él me cobra un alquiler abusivo y yo tiro las colillas a su patio, ensuciándoselo.
Y así hasta morir.





Iconoclasta
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27 de mayo de 2020

Los mejores años de nuestras vidas


Neil Diamond canta a los mejores años de nuestras vidas.
Pues no sé… He vivido demasiado y se amontonan tristezas sobre frustraciones; no consigo recordar semejantes años buenos.
Ni siquiera estoy seguro de que hayan ocurrido.
Es descorazonador. ¿Si no recuerdas un mejor año, quiere decir que es hora de dejar de vivir?
¿Que he fracasado?
Es como una tristeza que cubre a otra y debajo hay otra, y otra, y otra…
Me gusta la canción porque es hermosa la existencia de los mejores años que puedan ser celebrados con una canción.
Maldita suerte la mía…
Me contagia una euforia melancólica y triste.
Quisiera creer que hubo un año especialmente memorable, hermoso.
¡Pero, cuál!
Es como si quisiera llorar y estoy seco.
Duelen en el corazón las lágrimas que no brotan.
¿Es posible que existan periodos tan largos de plenitud?
El mejor año de mi vida….
Algo ha ido terriblemente mal, no hay nada semejante en mi vida.
Un buen año se merece una canción; pero unos minutos, incluso unas horas tan solo merecen un pésame.
Las canciones que se escuchan cuando eres joven son amables y no acaban en un precipicio. Y al cabo del tiempo, se convierten en un refinado y rítmico sarcasmo.
O una broma un tanto pesada.
Y sin embargo, se me cierran los ojos suavemente ante el placer de lo que no sucedió mientras la canción dice cosas.
Nadie sabe de mí, no puedo hacer el ridículo por escenificar algo inexistente.
Es solo una mentirijilla venial sentir que tengo algo que ver con esa canción. No puede hacer daño.
No debería ser castigado por ello, sería prevaricación por parte de Dios.




Iconoclasta
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25 de mayo de 2020

Soñar con morir


Morir en paz es una entelequia.
Volamos directamente hacia la eternidad desde que nacemos. Solo que a cierta edad comienza a acelerar.
Y está bien, entra dentro de las expectativas de vida. Solo los que tienen el cerebro vacío desean vivir eternamente.
Es normal que poéticamente pensemos en reunirnos con todos aquellos que amábamos y murieron, a veces es una tentadora ilusión.
Pero no es tan fácil; es un delirio muy controlado, un lujo que me permito en muy pocas ocasiones.
Moriré solo y no habrá nada después, no quedará un resto de mí; porque no ha quedado un resto de ellos.
Las apariciones de espíritus son solo espejismos de mentes débiles que no aceptan la muerte como realmente es.
No habrá tiempo para la venganza, no podré ser un fantasma torturando a los vivos que odio.
Nadie lo ha hecho. Han pretendido eternizar una mentira para convertirla en verdad; pero eso solo resulta con las mentes simples.
Y a veces me entristezco porque los que odio seguirán respirando y yo no podré plasmar contra ellos mi pensamiento en soporte tangible.
He de apresurarme en odiarlos con fuerza, mi padre y mi madre me esperan.
Me he de mantener con vida el máximo tiempo posible para verlos morir. Mi abuela también me espera.
Tengo que centrarme en ensuciar sus casas y jardines con mis orines y excrementos, mis perros Falina, Megan, Atila, Demelsa, Bianca y Draco. Y mis gatos Murf I, Xibalba y Clarís me esperan.
Los recuerdo a todos con una tristeza que me dobla.
¿Ves lo que pasa? Ahora tengo ganas de llorar.
Durante unos segundos me esfuerzo en creer que todos ellos existen en algún lugar. Tiembla el pulso cuando escribes con putas lágrimas difuminando la visión.
Debería morir ahora que estoy ilusionado y triste.
Es un buen momento, dejaría a mi amada y a mi hijo tristes, llorarían por mí.
Tal vez no…
Es bonito. No importa ser egoísta, necesito estos momentos aunque puedan herir a los que más quiero.





Iconoclasta
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23 de mayo de 2020

Asuntos pendientes


Hola, cielo.
Te escribo una carta que nunca llegará. Hasta que te entregue en mano las cientos que te he escrito. Porque escribirte me acerca a ti, eres mi misión.
Tenemos unos asuntos pendientes urgentes de resolver.
Hay una cantidad preocupante de abrazos y besos suspendidos en el aire, congelados por imposibilidades que no vale la pena enumerar y porque la bendita muerte no nos despeja el camino que invaden tantos seres humanos que injustamente respiran, deambulan y ocupan espacio.
Así que en cuanto hayan muerto los que deben y los cimientos de esta sociedad se desintegren por su propia degeneración; estaremos juntos para poner en marcha el asunto de los besos y abrazos suspendidos.
Y en cuanto haya llorado lo suficiente ante ti y sobre tu piel (el tiempo ha sido demencialmente inmóvil, cielo) tendremos el más desesperado y sucio sexo.
Y eso no es todo.
Queda lo más precioso…
Culminaremos nuestros asuntos pendientes con unas silenciosas tazas de café al amanecer, dejando que el alma y el pensamiento tan comprimidos durante estos milenios sin ti, se expandan a nuestro alrededor con ese sosiego que nos hemos ganado a pulso.
No te engaño. La cuestión del sexo no se resolverá de una sola vez en una noche.
No es por alardear, cielo. Es que tengo un hambre ancestral de ti.
De hecho, tengo cierto temor a que me digas después del primer asalto: ¿Y para esto tanto follón?
Que mi sonrisa llegue a ti, amor.
No recuerdo ya los días en los que no era consciente de tu existencia. Lo ocupas todo en mi memoria, como si no hubiera sido niño jamás.
No te amo, es solo sexo.
¡Ja! ¿A que soy borde?
Con todo mi amor, cielo.
Resolveremos esos asuntos pendientes de una vez por todas.




Iconoclasta
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20 de mayo de 2020

Crónica y conclusiones de la estafa del coronavirus 2020

 
Ahora que la peña ya está sentada y bebiendo en las terrazas de los bares (milagrosamente han dejado de hacer deporte en masa), es hora de dar un repaso al timo que han llevado a cabo los gobiernos de la Red 5G con el coronavirus. Es un buen momento para volcar en el papel toda la mierda que he tenido que ver y oír, mientras los borregos se beben su cervecita sintiéndose protegidos tras dos meses de cárcel en casita, como decretaron los titos salvadores, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Estoy asistiendo a una época vergonzosa de la historia. Una cobardía inédita de la especie humana. Desmesurada y multitudinaria. Veo gentuza conduciendo su propio coche sin acompañantes con mascarilla y guantes. Hay gente paseando por la montaña con mascarilla. Gente corriendo con mascarilla donde no hay nadie más. Hay gente que debe follar (mal) con la mascarilla y los guantes para meterse los dedos en sus propios anos. Gente que mira con desconfianza y camina cabizbaja temiendo que el coronavirus les rompa el cuello o algo así. La vejez nunca había sido tan indigna como en la era del coronavirus. Gente que se siente enferma porque sus pobres cerebros han sido usurpados por la miseria de los mensajes doctrinales de las emisiones televisivas.
La cobardía de los borregos es una venenosa e indigna caricatura de si mismos.
En una era de avances tecnológicos y sanitarios, las reses humanas se han refugiado en sus casas hasta el punto de no ejercer sus obligaciones de subsistencia, dejando en manos de sus amos todo lo que se refiere a su trabajo y economía. Con una obediencia ciega. Tan ciega que me daba miedo de que se pudiera contagiar toda esa imbecilidad.
Los líderes políticos, sobre todo los de países mediocres y pobres como España, han mostrado su depravado carácter dictatorial y ambición desmedida. Todos los esfuerzos y gastos para salvar la crisis sanitaria por la imposición del coronavirus, se han dedicado exclusivamente a encarcelar, acosar y reprimir a la población. La compra del favor de la prensa y medios audiovisuales hacia el nuevo régimen, intenso rastreo de las redes en busca de publicaciones notorias que critiquen el Régimen Español de Sánchez e Iglesias, y un adoctrinamiento exhaustivo y asfixiante (con la comprada complicidad de la prensa y la televisión) para que las reses encarceladas piensen que es mejor estar arruinados que la posibilidad de caer enfermos de coronavirus.
El gobierno buenista y paternalista del tándem Sánchez e Iglesias, ha negado sistemáticamente todos los días que la ruina económica va a ser con creces, mucho peor que la enfermedad. Y por otro lado, se han preocupado diariamente en sus homilías de insistir en que la gran crisis económica va a requerir muchos sacrificios; pero a las reses no les importa, porque tienen una fe inquebrantable que el gobierno les dará de comer, casa y algo de dinero para pasar los meses sin trabajar.
Ha sido tan brutal en desmesura y paranoia el adoctrinamiento por medio de prensa, internet y medios televisivos, que los cobardes que han guardado cárcel en sus casas con aplausos y carteles de “todo irá bien, quédate en casa” (en tu puta casa), han hecho de los enfermos sus enemigos.
Y cada día, sin faltar y con verdadera devoción e ilusión han aplaudido cobarde y servilmente a sus carceleros y estafadores. Los propios acosadores se dedicaban a las ocho todas las tardes, a exigir aplausos y vítores a los encarcelados.
En medio de tanta muerte, no podía haber nada más vergonzoso que lanzarse a la fiesta como niños de tres años.
Esto es el único resumen y conclusión de una estafa cuya ruina provocada, se prolongará posiblemente por dos lustros y creará más enfermedad y muertes que la enfermedad que los gobiernos de la Red 5G, han provocado y extendido entre sus habitantes.
¿Y qué han ganado los gobiernos y las empresas afines? El primer gran control exitoso de las masas, convertirse en la salvación (en el imaginario de la chusma) de millones de reses, enriquecerse y crear una gran crisis económica que, inequívocamente está destinada a esquilmar la economía de los obreros o trabajadores a fin de que gran parte de lo que trabajen, sea dedicado al gobierno para protegerlos de otras posibles epidemias que sin duda alguna volverán. Ese dinero en forma de impuesto, irá a parar a los bolsillos y bancos de siempre; para que se empolven la nariz con más frecuencia.
Lo mismo que existe una poderosa Red 5G, es innegable la antiquísima y poderosa corrupción de los políticos, forma parte de su idiosincrasia.
Salvo que seas un lerdo ciudadano integrado, un mediocre anodino, jamás se debería considerar la honorabilidad y honradez de los políticos; sobre todo si son españoles o hispanoamericanos.
Al final, las grandes ciudades y toda la inmundicia que fluye por las inmensas cloacas, con toda probabilidad ha ayudado a propagar una enfermedad que, sin sentirme paranoico, ha sido perfectamente diseñada con una precisa diana de mortalidad y contagio por edad: jubilados.
Las granjas humanas o ciudades, es lo realmente insalubre e indigno.
Demasiados miles de reses cagando, meando y follando al mismo tiempo, hace mierda cualquier higiene y su profilaxis.
Tampoco creo en la inteligencia de todos estos tiranillos de medio pelo que son los presidentes elegidos democráticamente por la chusma, así que no me extrañará nada que llegue un crack rotundo y mortal de las economías occidentales.
Y cuando eso ocurra, será mejor que seas cazador y tengas armas en casa.





Iconoclasta
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16 de mayo de 2020

Solo contigo


Solo contigo quiero vivir en el paraje de la Inmensa Soledad.
No aceptaría a nadie más.
¿Te has fijado, amor?
Es un caos de libertad.
La soledad más hermosa grita con furia su grandiosa libertad inquebrantable de precisos y sólidos matices indestructibles.
Hay una senda infinita a un horizonte aún por descubrir, por la que nadie más caminará.
Te quiero avanzando hacia mí con esa voluptuosidad tan tuya, con esa sonrisa que ilumina el universo.
Sin que nada te detenga.
Ven a mis brazos abiertos, a mi rostro que exhibe una sonrisa feliz y cansada. Ha costado tanto tiempo crear este lugar, cielo…
Por favor…
Sé que es mucho pedirte habitar esa inmensa soledad.
Perdóname. A veces no pienso en lo poco que valgo; pensar en ti me hace valioso.
Es inevitable.
No tengo derecho a pedirte semejante soledad.
Solo es una muestra de deseo, cielo.
No puede hacer daño.
Ahí, en el centro de la soledad, no puedo dejar de pensarte. Lo llenas todo.
Y sueño tenerte sin más consideraciones. Como si por una vez en la vida algo fuera fácil.
No me siento solo.
Estoy bien, amor.
Simplemente te necesito en cualquier universo.
Pudiera ser que en esa soledad me eternizara y no debiera preocuparme el tiempo que pasa y no tenerte.
No sé… Amarte me hace confuso a mí mismo.
Solo contigo, cielo; es en esencia lo que quería decirte por enésima vez.




Iconoclasta
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11 de mayo de 2020

Enamorarte a cada segundo


No basta con que estés lejos, ¿verdad?
Debes ser deseable sin piedad en todas las horas.
Como si no quisieras que dejara de pensarte ni un por un segundo.
No eres consciente de tu aristocracia extraterrenal.
No es tu voluntad sojuzgarme. Simplemente te parieron así de extraordinaria.
Por decir poco, por decir lo mínimo.
¿Sabes, cielo? No importa lo angustiado que esté por no tenerte. El mundo y mi vida son mucho mejores con tu existencia.
Nunca he creído ser merecedor de nada, no tengo complejos de ese tipo.
Así que tenerte solo un poco, es un mucho.
Solo puedo asegurar una cosa: si no te pensara a cada segundo, no entendería para que sirve mi cerebro.
Amor… Hago lo que puedo para enamorarte cada día más. Como tú haces conmigo con esa facilidad, con esa sencillez…
Invento fórmulas para reescribir con musicalidades distintas lo que invariablemente te deseo.
No tengo otra misión que ser desmesurado en estos tiempos de cariños disueltos en cobardías, en excesos de alegrías con la que los mezquinos pretenden conjurar su miedos.
Tiempos con un serio defecto de trascendencia.
¿De qué se ríen las hienas? ¿Y los idiotas?
Te amo, lo declamo y escribo con el semblante serio como la propia muerte, sin sonrisas, sin promesas vanas. Con los dientes apretados de dolor y atávicas frustraciones que pesan intentando doblar mi espalda.
No sé cuanto aguantaré ya…
Te amo y cualquier otra consideración, cualquier maldad o bondad, queda relegada a la indiferencia de mi pensamiento que te adora.
Solo importa que cada día te pienso, que te puedo escribir mis locuras de amante y asistir a tu sonrisa.
Es la única forma en la que puedo trascender en este mundo sórdido e insalubre.
Volveré.
Esto no acaba aquí.
Acabará bajo tierra, dentro de un ataúd.
Lo escribo sin sonreír.
Bye, amor.




Iconoclasta
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10 de mayo de 2020

El Barrio Sésamo de Sánchez e Iglesias


Escuchar un discurso del Caudillo del Régimen Español, el generalísimo Sánchez, es tan aburrido como lo era soportar las largas peroratas de Fidel Castro. Ambos tienen en común que sus discursos son pura masturbación; y como ningún camello se ve su propia giba creen ser la hostia puta de la retórica, unos escritores natos (a sabiendas de que los discursos los escriben sus respectivos jefes de propaganda doctrinal).
Pues no hace mucho, el Caudillo español habló de la desescalada del estado de alarma y encarcelamiento ciudadano por coronavirus (desescalada es un eufemismo torpe por devolver las libertades que robó y usurpó a los ciudadanos españoles con el pretexto cobarde de la epidemia).
De esa basura de la “desescalada” dijo literalmente: “Será gradual. ¿Y qué quiere decir gradual? Que se hará poco a poco por etapas. Y será asimétrica. ¿Qué quiere decir asimétrica? Que no será igual en todas las comunidades.”
Es real, es literal. YO lo escuché en el mismo instante en el que soltó su lección de vocabulario for dummys.
Ocurrió que “gradual” y “asimétrica” eran términos que acababa de aprender hacía unas horas y estaba impaciente por lucir sus recientes conocimientos ante los españoletos.
Y como el idiota piensa que todos lo son, creyó acertado dar su lección semanal de Barrio Sésamo con estas dos palabras.
Hay que señalar que el Régimen Español, en sus lecciones de Barrio Sésamo, suele cantar habitualmente la canción del cinco de Barrio Sésamo versión infantil: Uno, dos, tres, cuatro y cinco, las abejas trabajan con mucho ahínco.
Sin embargo, hay en el Régimen Español una frecuencia oculta en sus discursos; la versión adulta que jamás se emitiría en Barrio Sésamo: Uno, dos, tres, cuatro y cinco, en el culo te la hinco. El mantra que el Caudillo canta para sus adentros mientras se hace la paja en público (declama su discursito).
Los países europeos con cierto y engañoso nivel “democrático” (el coronavirus ha tirado por tierra a todas las democracias y el respeto que se tenían a si mismas como formas de gobierno), gracias al Caudillo Sánchez están convencidos de que España es el cotolengo europeo y africano; el asilo adonde van a parar todos los tontos de los dos continentes.
Vamos, como un campo de refugiados para imbéciles
Es normal que España sea un país cobarde, va de la mano de la ignorancia y la dejadez, abulia, vagancia, desidia o pereza (toma vocabulario)
(Foto de un episodio de Barrio Sésamo y el gag habitual de Epi y Blas)




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