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6 de junio de 2024

lp--Descomposición y refracción del amor--ic


Amar deshilacha la mente en las precisas emociones que escondemos por supervivencia y las expande como el prisma descompone la luz blanca en todos sus colores.

Y observando cada una de esas maravillosas emociones desplegadas, robarle un beso porque está preciosa.

Arropar su coño con mi mano...

Abrazar toda su gama tonal espiritual y emocionarme.

Y soportar la mortificación de la sangre congestionándome la polla.

Deslumbrarme con ella y doblegar la triste cotidianidad, como el agua refracta la luz quebrando las uniformes líneas rectas. Rompiendo lo sórdido, mediocre y previsible.

Descubriendo su clítoris atómico, duro y resbaladizo entre mis dedos...

Besarle con los dientes los labios y lamer como bestia hambrienta su coño con líquidos ruidos en una dimensión silente.

Mi rabo partido por su poderosa refracción en su líquida vagina.

El amor es como la luz. Nos descompone a ambos haciéndonos seres de luz. Y a través de la refracción y descomposición, la vida al fin se muestra asombrosa y fascinante.

Como mi leche escurriéndose entre sus muslos trémulos, agotados de placer.

El amor y su asombrosa refracción torna el cansancio en una deliciosa desidia y pereza; despertando a su lado la tarea más importante del día ha sido realizada. Con ella todo lo demás puede quedar relegado para más tarde.

Voraz, despertarla con mi baba cubriendo sus pezones y mis dedos crispados en su vientre deseando su piel peligrosamente.

Ella responde mordiéndose los labios, cerrando el puño en mi pene, domando mi brutalidad, refractándola a su antojo.

Y un café sereno en la mañana, frente a frente, para concluir que tal vez no sea un espejismo, un capricho de la luz. Porque los sexos aún laten y los ojos aún tienen reflejados en sus iris todos los colores de la luz del amor y el deseo.

Es desesperante la física que lo descompone todo.

Es privilegio tener su luz cada día como un faro que barre las tinieblas de un mar sólido, hostil y sus embates de hipocresía.




Iconoclasta


9 de junio de 2020

Amor zombi


El amor en descomposición camina despacio y torpemente buscando un corazón que devorar, gimiendo sin dolor; es solo un engaño para apenar y emocionar a sus presas.
Es un zombi.
Con el rostro hecho jirones, de sus labios escapa un vómito que arrastra un labial tóxico. Como ponzoñosas son sus mentiras.
Y sus pechos cuelgan pesados de mentiras y fracasos dejando gotear un pus maloliente para amamantar bebés muertos.
Sus cojones están amoratados como pequeñas bolsas llenas de mierda. Sus penes son trozos de carne que se balancean pequeña e indignamente.
Los amores falsos se convierten en cadáveres corruptos hambrientos de un sosiego que no existe para ellos. Buscan un alimento que nunca saciará su hambre por mucho que lo comieran. Sus genitales están infectados y devoran el placer para dejar un nicho de podredumbre que acabará con toda posibilidad de reproducción.
Bailan en salas de baile mediocres dejando caer sus trozos de carne podrida que otros zombis lamen hambrientos.
Zombi come a zombi.
Sus dedos sin uñas buscan frenéticamente los puntos de placer en el sexo para erradicarlos por amputación y así, consolar su frustración por la incapacidad de gozar y saciar sus descompuestos y corruptos deseos que sus cuerpos tontos y corruptos no pueden sentir.
Los amores zombis son una masa amorfa de envidias.
Hay que alejarse o calcinarlo, porque el amor zombi contagia con un simple escupitajo.
El engaño hace de los amantes cadáveres vivientes. Borrachos, seres ebrios que follan cualquier agujero o se meten cualquier polla. Por ello mutan en seres de alientos rancios que no saben si eyaculan u orinan.
El amor zombi es una amorstruosidad, una mutación que se consume a si misma en el aparente sosiego de un día luminoso, canturreando canciones de las que quisieran ser protagonistas y no los ridículos personajes de su propia mala película.
Sus mandíbulas se abren y cierran mascando una ambición para la que no tienen medios éticos y mentales para cumplir. Sus mamadas no dan placer, solo molestan y no tienen final feliz.
Se les escapa el semen sin ningún tipo de alegría. Lo beben con asco contenido para demostrar que son magníficos actores porno.
Mienten con destellos de dientes podridos con una torpe y ridícula sensualidad.
Luce una vagina demasiado dilatada, ennegrecida y encallecida de tanta carne que devora con su apetito torpe e insaciable. Es un glande con un chancro purulento que provoca una comezón indigna.
Los amores zombis no saben follar, solo se mueven tratando de conjurar un placer que no llegará jamás.





Iconoclasta