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18 de agosto de 2019

Las altas soledades


Lo hermoso de las águilas es su soledad, nadie vuelta tan alto y tan solo como ellas.
Nadie mantiene una distancia tan grande de otros seres vivos.
Y nadie mata con tanta habilidad, eficacia y elegancia.
Solo en la soledad las águilas y yo nos parecemos; pero yo no puedo alejarme tanto de los seres humanos como ellas hacen.
Al final soy un gusano, un roto que las observa con unos prismáticos y envidia.
Con un deseo vehemente de escapar de aquí de una vez por todas.
Siempre son desalentadoras mis conclusiones cuando me comparo con las cosas potentes, hermosas y libres.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


16 de agosto de 2019

Os lisiados


Caminas y una aguja aparecida del mismísimo infierno punza primero la parte frontal de la rodilla, la carne. No es molesto, no demasiado.
Pero no se detiene, el diablo la empuja con fuerza hasta el hueso y la rótula canta ella sola el aria del dolor mientras me detengo un segundo para tomar aire y autosugestionarme que no duele.
No se detiene, atraviesa la puta rodilla, no deja de doler en todos los siglos que pasan veloces ante mis ojos.
El dolor radia hasta los dedos de los pies que se crispan y tras mis ojos veo luces. Cortocircuitos cerebrales también de miedo y alarma (algo no va bien, otra vez).
Luego, el dolor se hace uniforme y penetrante como un pitido de alta frecuencia que licúa las vísceras y dura hasta que encuentro un lugar para sentarme. Menos mal que sudo, porque con este calor/dolor, me estallarían los sesos al vapor.
Enciendo el cigarrillo con los dedos temblones.
Y cuando desaparece como desaparecería la serpiente que te ha mordido en una centésima de segundo, pienso con cierto sarcasmo que si no hubiera sido por este inconsolable y profundo dolor, no sabría si estoy realmente vivo o soy zombi.
Estoy absolutamente vivo a juzgar por el grado del puto dolor de mierda.
Bendigo la bondad de la diosa Morfina y le niego un sacrificio en su altar por su ausencia cuando la necesito.
Vuelvo a casa con una increíble ausencia de dolor y atento al infierno y sus agujas.
Mi amigo el burro me saluda girando repetidamente la cabeza a un lado a otro. ¡Cómo me aprecia! (me esfuerzo en creer).
Vale la pena sonreír ante él.
Murf maúlla repetidamente cuando abro la puerta de casa y busca mi mano para frotar su cabeza ronroneando.
Y agradezco la soledad de mi refugio donde no hay quien me diga al llegar con el rostro un tanto congestionado: “Estás amargado”.
Los lisiados siempre tenemos pequeñas tragedias mediocres para amenizar las horas del día.
Estar vivo es todo un descubrimiento pleno de dolor.
Joder con la dicha de vivir…
Maldito el consuelo de “os lisiados”.





Iconoclasta
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14 de agosto de 2019

Si tu ojo te ofende


Pero… ¿Y si el problema no está en el ojo? 
El problema es lo que me rodea, lo que se me impone; es lo que me ofende. ¿Cómo lo arranco? ¿Cómo lo quemo? ¿Cómo lo mato? ¿Cómo lo destruyo?
¿Cómo evito que los imbéciles hablen o voten contra mi libertad y contra mi individualismo?
¿Es por esto que las masacres indiscriminadas y sin motivo aparente proliferan?
¿Cómo lo hago para librarme de lo que me ofende sin acabar en una cárcel de este planeta de mierda?
Dios es un hijo de puta, creó a la humanidad y luego me pide que si me molesta me arranque un puto ojo.
Arrancarse el ojo es un insulto a mi hombría y libertad, una hipocresía divino/legal reflejada en un espejo que a su vez refleja otro infinitamente. Es mierda a la enésima potencia.
Si Dios existiera, él y sus ojos… Se los podría acuchillar, a ver si al cerdo le gusta. Si le ofende el ojo que refleja un dolor y un asco.
Porque me queda poca vida, por eso no estoy desesperado.
Solo vomito a ratos.




Iconoclasta

12 de agosto de 2019

Visto y no visto


Es maravilloso, es mágico escuchar el paranoide y metafísico ritmo de Talking Heads en su Seen and Not Seen; hablar sin pudor a tu coño y lamerlo. Y en una de tus contracciones de placer, detenerme para explicarte las tantas idioteces que he visto y leído, mientras tu respiración es obscenidad pura.
Succionaría tu clítoris con profundidad como el ritmo de Visto y no visto con el que los Talking hacen mierda mi piedad y cordura si las tuviera.
Y con los labios de tu coño entre mis dientes hambrientos, te diría que a veces sueño con diseccionar un bebé humano para arrancar la repugnante rata que es su génesis profunda y real.
Luego, con la picha muy dura y el glande brillante por tanta insania, me metería en ti con unas lágrimas casuales. Te preguntaría con el rabo empapado de tu coño y chapoteando en tu fluido: ¿Si no eres puta cómo me soportas?
Y apagaría el cigarrillo en el retrato de mi hijo muerto que está tumbado en la mesilla, mirando al techo con aburrimiento.
Observaría con rostro imbécil como escupes mi semen por la raja del coño y rezaría una ave puta maría rascándome el culo.
Así visto y no visto, como la puta canción que esponja indoloramente mis sesos.
Talking Heads, hace ya rato que han enmudecido espantados por tanta miseria que hay en mis cojones o en mi cerebro. No acabo de distinguir.
Si algo te queda de mi leche en tu coño y te deja preñada, no me lo digas, deja que la rata haga su trabajo. ¡Ja!
Es un chiste, es tan solo ese sarcasmo de los que no tendríamos que haber nacido jamás.
Visto y no visto…
Y una mierda, todo es lento hasta la exasperación, nada concluye jamás.
Me cago en dios…






Iconoclasta

11 de agosto de 2019

Mis amigas las oscuras nubes


Se han formado unas oscuras nubes que han tapado el sol y me he apresurado a salir de casa para pasear bajo su amparo.
Cuando me he encontrado con las montañas de frente, el cielo me ha saludado con una brisa de aire sorprendentemente fresco. Le he dado las gracias, alzando levemente la visera de la gorra, entornando los ojos por la caricia. He sentido vergüenza por este acto de frívola ingenuidad y he sonreído sinceramente sin poder evitarlo.
Y me he sentido un poco desfallecer por la repentina relajación del cuerpo.
No sabía que estuviera tan agotado.
Me he sentado en una piedra, porque el placer del aire fresco no consigue aplacar el dolor de caminar; no me quejo, simplemente procuro gestionar un poco el caos del dolor y la frustración. Nada especial, unas palabras escritas en una libreta que me otorgan una importancia que no tengo. Cuando escribo todo el dolor se queda en el papel, infectado por la tinta que calienta mi mano. Es terapia de locos.
Se ha oscurecido un poco más el cielo y la brisa se ha convertido en viento, con un sonido suave como las olas del mar sereno.
He encendido un cigarrillo, con cada bocanada me entraba aire fresco que daba paz a algo oculto que tengo dentro y que no sabría decir si soy yo o lo que quisiera ser.
El cielo me pregunta ¿Está bien así?
Le he respondido cerrando los ojos aliviado, he visto desde muy lejos de mí el bolígrafo detenido en el aire, suspendido a unos centímetros del papel. Un acto de inmovilidad mística.
Mis manos tan relajadas… No necesitaban nada. Y los ojos seguían perezosamente las continuas reverencias que las agitadas ramas de los árboles hacían al universo. A nadie.
No ha aparecido ningún ser humano en quince minutos o tal vez en tres semanas. Estaba tan solo que sentía que era el preciso e íntimo momento de morir; pero no me dolía el corazón.
La detonación de un escape de aire de un tren que se acerca me ha sobresaltado de tan aislado que estaba.
A veces pasa que pierdes el control y te vas adentro y profundo.
Son los momentos por los que vale la pena vivir un poco más.
Una mujer ha aparecido paseando un perro y me ha saludado con una sonrisa amable mirando una hoja de mi cuaderno agitándose.
Vivir un poco más…
Aunque no demasiado, no puedo perder mi angustia; la que me aferra a la tierra con los dedos crispados, enterrados en ella.
Pienso que si dejo de sufrir, dejo de existir. Disciplina.
Me duele la espalda por culpa de la pierna podrida y maldigo el momento de levantarme.
Y el viento me ofrece un ligero empujón inflando mi camisa de frescor.
Puedo ver mis propias pestañas cerrando el campo de visión y tomo el control.
Podría aparecer el sol de repente e incinerarme rabioso.
Hasta siempre, preciosas nubes.





Iconoclasta
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Diminutivos gastronómicos: comparativa


En México usan mucho los diminutivos, sobre todo en gastronomía: carnitas, cochinita, cafecito, tamalito…
Estos diminutivos son un eufemismo, porque se trata de platos potentes y generosos.
Son muy cordiales, entre familia y con la clientela. Saben hacerte sentir bien en su casa o en su restaurante. Aun así, no os fieis, porque el mesero cuando llegue a la cocina le gritará al cocinero (se piensan que el español no entiende el español, en serio): “Una orden de carnitas para el pinche español”; pero si no lo oyes no importa.
En Cataluña se emplean los diminutivos en algunos casos; pero de una forma literal. Su cordialidad esconde cierta tacañería institucional vestida con un halo de exclusividad. Vamos, una pedantería absolutamente injustificada.
Si comes en México una orden o ración de “carnitas” (carne de cerdo cocinada con hierbas aromáticas, para ser devorada con cebollitas tiernas, tortillas, rábanos, tomate, chile, surtido de salsas, etc…) a la mitad de plato te sentirás lleno. Seguirás comiendo porque es delicioso y el ambiente tan distendido y familiar que te olvidas de estar en un restaurante. Cuando pagues la cuenta, lo harás a gusto por la calidad de los ingredientes y su elaboración. Y por la generosidad, a pesar de la precariedad económica mexicana.
Si en Cataluña eliges en un restaurante más o menos turístico o situado en una zona centro-histórica, un plato como “llonganiçeta” (longanicita), te servirán después de media hora de espera una salchicha cortada asimétricamente de una longitud no superior al dedo corazón de cualquiera de tus manos y con un grosor parecido, aunque siempre un poco inferior. Dejarán caer en un plato enorme y daliniano cuatro gotas bien definidas de una salsa que sabe sorprendentemente a nada y que agradeces que al menos esas gotas estén tibias. Estará adornado el plato con una hojita que habrán recogido al azar en el borde de algún sendero de tractores y en una canastita de mimbre, te servirán una rebanada de pan tostado no superior en longitud a la salchicha. Y no se trata de un plato de “autor”, en absoluto, es absolutamente vulgar.
Por esa “llonganiçeta” pagarás nueve veces más que lo que pagas por las deliciosas “carnitas” servidas con cordialidad y sin un ápice de vanidad o superioridad.
Que a nadie se le ocurra pedir un plato diminutivo en Cataluña si tiene hambre, porque tiene el noventa por ciento de probabilidades de salir humillado del restaurante, acompañado por la risilla burlona del camarero o dueño del “restauranticito”.
A mí me pasó; pero solo una vez. Soy astuto y tengo una buena memoria a pesar de mi edad.
Y para no desanimaros demasiado en vuestras vacaciones a la catalana no entraré en detalles; pero si habéis comido churrasco en México o Argentina, no cometáis el error de pedirlo en Cataluña si no lleváis encima un potente microscopio y una tarjeta bancaria liquidada recientemente.
Si te sirve de consuelo, tras el timo de la “llonganiçeta” puedes pensar que has colaborado con tu dinero en alguna causa política del oprimido y esclavizado pueblo catalán. Puedes considerarte un héroe, porque por ello has pagado una pasta gansa (un dineral).
Heroicidad es un buen postre puestos a mal consolarse.
Buen sexo a falta de bon apetit si no comes en México un plato en diminutivo.




Iconoclasta

8 de agosto de 2019

CMGH


CMGH (Corporación Mundial de Granjas Humanas) debería ser el nombre oficial de quien dirige el aparato de control mundial de la población de los núcleos occidentales desarrollados. Lo que ya está funcionando como un mecanismo de absoluta precisión.
Gracias a las experiencias fallidas de la Alemania Nazi y el comunismo de la URSS, han conseguido afinar (gracias también a los grandes bancos de datos estadísticos de población que han recopilado las redes sociales) el sistema de control, crianza y domesticación de las reses humanas urbanas.
A la Alemania Nazi le falló el dinero, no pudieron seguir alimentando al ejército en una guerra planificada por aquellos oficiales neuro-degenerados que en estos tiempos estarían lobotomizados con drogas en manicomios.
La corrupta URSS y su excesivo cupo de vodka en las cartillas de racionamiento de sus “ciudadanos”, acabó hundiendo la industria y la economía. Cuando la URSS se derrumbó, el sesenta por ciento de los “camaradas” productores, eran alcohólicos. El otro porcentaje, fueron exterminados por el soviet supremo o congelados vivos en Siberia.
Esos fallos fatales, el económico y el de control de masas, dieron grandes conocimientos sobre los métodos de control de los seres humanos en sus granjas (ciudades). Tan importantes que, pasados setenta años, han conseguido los poderosos (joderosos) tener presencia diaria en la intimidad de los hogares, prostíbulos y escuelas de todos los ciudadanos del mundo occidental.
El cigarrillo era una fuerte contramedida contra los deseos de globalizar la estulticia, la incultura y la filosofía del gobierno padre/madre protector.
Fumar era un descanso en las largas jornadas laborales llenas de sobreesfuerzos, intoxicaciones y nervios. Demasiado tiempo invertido en fumar era una pérdida constante para el empresario y el gobierno (por lo que a sus funcionarios toca). De hecho, puede uno trabajar libremente aspirando humos de soldaduras, el polvo formado por asbestos de las máquinas de corte radiales y los productos químicos que se usan para la producción y mantenimiento de diversas empresas. Se puede trabajar libremente con grandes pesos que provocarán a la larga serias deformaciones óseas y otras enfermedades degenerativas del esqueleto y la musculatura. O trabajar frente a un monitor hasta que los ojos se sequen y se opaquen en unos años.
El momento de fumar un cigarrillo llevaba a la conclusión del obrero o trabajador, de la puta vida de esclavo que llevan los productores de los países industrializados, cobrando una mierda que luego les robarán en hipotecas, impuestos y consumos inducidos.
La prohibición del tabaco (el mayor hito en la represión laboral y social), un vicio que lleva a la reflexión sin narcosis y que mantenía una irritante resistencia contra la explotación empresarial, fue de una calculada y acusada repercusión social para que diera vía libre a la siguiente andanada de bombas de control: las bebidas alcohólicas consumidas por grandes grupos de trabajadores, estudiantes y otras agrupaciones esporádicas; programadas en tiempos adecuados al biorritmo de la sociedad urbana industrializada.
Para llegar a ello, tuvieron que callar la maldición de las bebidas alcohólicas (accidentes laborales y de tráfico, malos tratos familiares, violaciones, ruina económica, juego, coma, cirrosis, ceguera, impotencia, infertilidad…) y sancionar el consumo de refrescos con impuestos o con campañas publicitarias en nombre de la salud y maldiciendo los niños gordos.
Lo hicieron tan bien, que nadie se exclamaba de como las grandes manadas de jóvenes estudiantes se juntaban en espacios definidos y concretos para emborracharse.
El mecanismo fue sencillo para que las reses humanas tragaran con el engaño: mirad lo que ha pasado con el tabaco; si os quejáis también castigaremos el consumo de bebidas alcohólicas.
Por eso un paquete de seis cervezas, con sus envases incluidos, resulta más barato que una cajetilla de cigarrillos.
La narcosis alcohólica legal y controlada (una copa de vino es lo más sano del mundo), ha sido el gran acierto y lo que ha llevado a la sociedad a aceptar el teléfono móvil como un accesorio obligatorio en la cotidianidad del trabajo y la intimidad.
Se podría decir que tras todo el proceso de tortura a las libertades individuales, el teléfono móvil ha sido al final, el batallón de fusilamiento. El tiro de gracia.
Gracias a los teléfonos se han propagado los grandes virus de distracción en las reses humanas: feminismo radical, fascinación empática hacia los grupos sexuales disfuncionales (homosexuales, lesbianas y transexuales o tránsfugas de genitales), terror ante el cacareado apocalipsis climático, amor por los inmigrantes sin criba alguna (sean lo que sean), tolerancias hacia culturas aberrantes que matan, esclavizan, prostituyen y mutilan a otros seres humanos). Y sobre todo, el “number one” del control logístico y psicológico del rebaño humano: la presencia de los políticos en las redes sociales, como si se tratara de divas y divos del rock.
Si a un esclavo o res humana, le proporcionas el espejismo de que puede interactuar con los políticos y otros estamentos de poder (con un mísero “me gusta” o compartiendo), ese individuo asistirá diariamente a los muros de sus amos para enterarse de lo que proclaman y sentirse así uno de ellos.
El método del “clic: me gusta/no me gusta/comparto”. Es un burdo engaño para cualquiera con un mínimo de capacidad de análisis.
Y como ocurrió con el tabaco y la amenaza de que harían lo mismo con el vino, la cerveza y otros licores; cuando a las reses humanas las extorsionen con impuestos asfixiándolas económicamente para que salven con sus nóminas al planeta, a la homosexualidad, a los inmigrantes y a sus políticos divos en apuros económicos; no podrán quejarse porque ellos habrán contribuido a ello con sus teléfonos de última generación de mierda.
Y no acaba aquí la cosa, se prevé que gracias al radicalismo feminista se enciendan odios entre hombres y mujeres, con lo cual la CMGH controlará incluso los hábitos reproductivos (frecuencia y selección) de su ganado.
Las demostraciones festivas homosexuales, lésbicas y transexuales tienen un fin: provocar hastío en la población. A la larga se convertirán en ejemplo de lo que no se debe ser.
El CMGH tomará el control para que los homos, lesbis y trans, se diferencien muy bien del resto de reses normales y no haya problemas de productividad. En definitiva: feministas rabiosas y otros géneros sexuales ambiguos o difusos, serán carne de gueto rosa o morado.
Las festividades son el otro gran virus que inocula fríamente la CMGH, saben tan bien como yo, que el exceso conduce a la distracción, luego al empacho y al vómito.
No se puede negar que la CMGH ha creado una genialidad de granja global, usando a su debido tiempo y con estratégica paciencia la tecnología adecuada para decapitar las libertades individuales y erradicar el libre pensamiento y la creación humana.
Cuando todos los cerdos miran hacia el mismo lugar, el pastor se puede encender un cigarro tranquilo. Entonces sí…
Lo que yo digo tantas veces, vivimos una edad distópica con un decorado de Candy Crush. Y los lerdos que miran sus pantallas electrónicas, no se dan cuenta de las grandes orejeras periféricas que lucen.
De cualquier forma, la humanidad ha usurpado el concepto de inteligencia parasitando a los muy pocos genios (humanos defectuosos al fin y al cabo,) que han creado grandes obras y avances científicos).
Quiero decir, que el género humano no tiene otra alternativa a ser estabulada: escasea indecentemente la inteligencia.
La excelencia solo se encuentra en un individuo creador, todo lo demás son simbiosis y parasitaciones oportunistas de grupos de gente sin capacidades que suelen tardar decenas y decenas de años en conseguir algo.
Y bueno, si cae un meteorito apocalíptico será una bendición para los que piensan con cierta lógica y memoria.




Iconoclasta

5 de agosto de 2019

El Supremo Biólogo


La maldad y la enfermedad anidan en el tuétano.
La médula de los huesos irradia hacia el exterior la maldad y los dolores cancerígenos que se extienden a los órganos.
El Supremo Biólogo usó materiales defectuosos para el chasis humano.
Demasiados seres fueron creados para exterminarlos a todos y fabricar nuevos; la pérdida de tiempo, huesos y prestigio sería inmensa. Y El Supremo Biólogo no puede equivocarse, es algo básico en el concepto divino.
Añadió carne, grasa y piel a los huesos como contención a la ponzoña de los corruptos cimientos humanos.
Sin embargo, había casos en los que no era suficiente y añadió más grasa, carne y piel en grandes cantidades; pensando que de una vez por todas la enfermedad y la paranoia quedarían enterradas en la génesis ósea.
Cosas ocultas, ojos que no ven…
Se crearon seres humanos indecentemente pesados y torpes, tanto que no sabían de donde salía el pensamiento: si de los huesos o del cerebro.
Solo les bastaba con matar, comer y follar.
Carne, grasa y piel resultaron también defectuosas, porque los errores que un dios no puede cometer, no se pueden reparar.
El Supremo Biólogo se cansó de parches, programó una muerte temprana y una estupidez eterna entre los tejidos que mal contenían la ponzoña.
Si morían pronto, nadie sabría de su torpeza y si eran suficientemente idiotas no podrían pensar con claridad sobre el origen de sus miserias.

Inicio de la humanidad.

Yo no sé de donde sale mi pensamiento, solo sé que algo no va bien. Cada día duele más la vida y combato el dolor mordiéndome los labios y apaleando a otros machos y hembras.
Odiando sin ninguna razón, simplemente porque soy imbécil en esencia.
Cuando nació mi primer hijo, lo partí en dos con un cuchillo de sílex para buscar entre sus huesos el dolor que yo padecía y hallar la fuente de mi pensamiento imbécil. Solo vi un huesecito ennegrecido en un brazo que radiaba hacia el hombro como los tentáculos venenosos de una medusa.
Tiré lo que quedaba de mi hijo a la hoguera y me follé a dos hembras hasta que les sangró el coño y las seguí follando con odio y golpes hasta asegurarme que quedaran preñadas.
Porque lo único que comprende mi escaso pensamiento, es que me he de reproducir.
Reproducir la ponzoña y la insania.
Lo pide toda esta carne, grasa y piel.
Al Supremo Biólogo me debo, aunque no sepa porqué, ni que gracia puede tener; él dice que más adelante alguien dirá que seremos “sapiens”, no sé que putas es eso.
Solo sé que cuando piso fuerte, me duele y cruje un hueso de la pierna de tal forma que me aterroriza.
He matado hembras, crías y viejos; tantos que a veces me duele un hueso de la cabeza.
Pronto me matarán a mí.
Espero impaciente el momento de que mis huesos se hagan de piedra indolora por fin.




Iconoclasta
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1 de agosto de 2019

Un amor estoico



La amo silenciosamente, es el centro de gravedad en mi cuidada soledad.
La amo estoicamente, con todas la certezas y frustraciones por lo que no será y lo que pudo ser.
La amo con determinación. En el tiempo que ya no da más de sí.
La amo insistentemente en la vida que ya es prácticamente muerte.
La amo sin ser necesario, solo porque existe, porque es.
Con una añoranza que me corroe como un cáncer al despertar sin besarla en un nuevo día.
La amo tan seriamente como un infarto. Sin un ápice de frivolidad, con toda la tragedia.
Hoy te necesitaba, cielo.
No es un reproche, es tan solo un estoico cumplido, amor.




Iconoclasta
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29 de julio de 2019

El dolor y la pluma


¿Duelen las plumas al desprenderse?
¿Les duele a ellas o al ave?
Me angustia un poco esta cuestión.
Porque es tan compleja la pluma que parece un ente con vida propia.
Es una pluma muy pequeña.
Una plumita.
Y sería de un pajarito.
He visto pajaritos tan pequeños que parecen hojas entre la hierba.
Son muy graciosos.
El dolor nunca es proporcional al tamaño.
Sé que hay la misma cantidad de dolor en el mundo para los seres más pequeños y para los más grandes.
Se reparte sin tener en cuenta el peso o el volumen. La naturaleza es así de puta y desconsiderada.
El dolor se prodiga generosamente, incluso hay una ley de proporcionalidad que dice que el placer siempre es la décima parte de la intensidad del dolor.
Si el placer fuera tan intenso como el dolor, moriríamos de un ataque de hedonismo ya de pequeños.
Y el planeta es un generador exclusivamente de dolor, el placer son prácticamente los residuos de la producción.
Es desolador…
Para los seres más pequeños hay más dolor por tanto.
Lo malo del dolor es que va forrado en miedo. Y cuando el dolor es fuerte, piensas que vas a morir.
Pobre pajarito…
Pobre pluma…
Tanto miedo y tanto dolor en un ser tan pequeño.
No quiero saber cómo perdió la pluma. No quiero pensar que ocurrió con el cuerpo que la lucía, con el pico que la atusaba.
Cuando has pasado una temporada inacabable de dolor queda esa cicatriz en algún lugar del cerebro, por donde se derrama el miedo a sentirlo de nuevo.
O la angustia de que los seres tan pequeños puedan sentirlo.
Yo pesaba cien kilos, y el pajarito unos gramos. A él le ha dolido cien veces más que a mí.
Siento mucho si dolió, pequeñajo.
Ojalá que no.
Es una pluma tan pequeña, tan orgánica…
Se la ve tranquila, no puede ser que haya sufrido. Las cosas y los pensamientos se marchitan con el dolor. Y está preciosa.
Por eso mi cerebro está hecho papilla, necesito una milagrosa sobredosis de algo.





Iconoclasta
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27 de julio de 2019

Una mañana de lluvia


Estaba sentado bajo la sombra de dos grandes árboles, fumando.
Porque si no fumo ¿qué hago?
Escuchaba el ruido de las cosas y los seres en este valle inmenso formado por multitud de campos de pasto.
Progresivamente los truenos cortejados por ráfagas de aire fresco que tumbaban los muñones-paja de cebada y avena con un tranquilizador frufrú, empezaron a aproximarse y aumentar de volumen.
Las nubes metieron al débil sol en alguna celda oscura del cielo y el aire se hizo más veloz.
Y en ese instante, sentí que estaba en casa. Me dije: si ya estoy, no tengo que ir.
Encendí otro cigarro con el coro de un trueno.
“Además, no te espera nadie. Lo hiciste bien.”
Acomodé el culo en la gran piedra que me servía de butaca de salón.
Un par de urracas llegaron de un campo vecino, como enfadadas a juzgar por su graznidos, espantando con su aterrizaje a una bandada de palomas que picoteaban cosas entre la paja, lo que provocó un hermoso y caótico aplauso de manos emplumadas.
Empezaron a caer gruesas gotas que hacían de las grandes hojas de verduras silvestres que crecían en los límites de los campos, tambores de sordos y polvorientos toques.
La tierra exhaló una bocanada de acre humedad y melancolía. Mis dedos se cerraron intentando atrapar un poco de ese vahído de la tierra cansada, abrasada y sedienta.
¿Soy de tierra también? Porque me siento igual que ella.
Yo estaba en casa, estaba dos veces bien allá sentado. No quería que el planeta callara la líquida percusión de las hojas y los truenos de frescor que llegaban veloces.
Que no se secara la tierra, aún.
Que no liberaran al sol de su prisión.
Son cosas que pides cuando te arde el cuerpo y lo que quiera que sea el alma.
Y arreció con furia, agresivamente.
Las grandes copas de los árboles que me daban sombra, no pudieron frenar tanta agua.
Mi cuerpo decía de ponerse en marcha, yo le decía que no. ¿A dónde pretendía ir si este es mi sitio?
Cayó un rayo que partió uno de los árboles, los tullidos no se mueven rápidos. Es algo que cualquier tarado sabe.
Sentí mi cabeza crujir como madera seca.
No dolió, eso es lo que me dio más miedo.
Y no sé…
Ahora no hay nada, no hay sonido, ni luz, ni frío, ni calor, ni seres o cosas.
Lo único que no cambia, es que aquí no me espera nadie.
Mi pensamiento se desvanece, y siento un poco de melancolía a medida que desaparezco viendo mi cuerpo aplastado.
Bueno, se acabó la función con un maravilloso y teatral final, si no estuviera aplastado y muerto, me llevaba el puto óscar.
No me puedo quejar.
¿A dónde me lleva el viento?




Iconoclasta
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23 de julio de 2019

Amarte es confuso


Ocurre a veces que llego cansado a cualquier lugar. El hecho de realizar el más leve movimiento me cansa. Me duele.
Es la biología, el cuerpo pide descansar de una vez por todas.
Pero es delito quedarse quieto, varado como una ballena en la playa.
Así que me meto el cansancio en el culo y me muevo.
Una vez he llegado al lugar, el cansancio desaparece con un cigarrillo y las primeras palabras que escribo en la libreta.
No irás a pensar que me olvido de ti. ¿Verdad, mi diosa?
He dicho cansado, no amnésico.
Lo cierto es que cuanto más me alejo de mi casa, más me acerco a ti.
Pudiera ser que confundiera cansancio con ansiedad.
A lo mejor, sueño sin darme cuenta con el rotundo abrazo que aplastará tus pechos contra el mío.
Pudiera ser que además de cansado, dolorido y ansioso; debiera concluir que estoy caliente.
Amarte es un maravilloso caos.
Bye, amor.




Iconoclasta
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22 de julio de 2019

Si Dios existiera


Me tatué un 666 en el antebrazo sin asomo alguno de pudor, bien visible. Por una vanidad mitómana.
En el otro brazo, un circuito electrónico, porque no soy una creación de Dios, apenas humana.
Y en una mano llevo tatuada una placa metálica con mi inicial: mi propio y válido bautismo.
Soy inorgánico en esencia.
Y cuando hay tormenta, paseando por la montaña pienso: Si Dios existe que me parta un rayo.
Y se me escapa una risa pérfida.
No ocurre nada no hay rayo que se me acerque, solo estoy jodido y mojado. Abandonado en este planeta que no pedí.
Esperaba que la vejez me aplacara; pero estos putos músculos palpitan violentamente henchidos de sangre.
Como mi rabo.
Si Dios existe, me espera una muerte apoteósica.
Mientras tanto, follo y fumo.
Está bien, fumo más que follo, nunca he sido muy sociable, tengo una dificultad patológica para entablar relaciones sociales.
Y así es imposible encontrar otra mujer que no sea de pago.
Y soy demasiado hermoso para pagar por sexo.
Si Dios existiera, me la tendría jurada.
Es romanticismo, ese que ayuda a dormir pensando que has vencido a todos los subnormales divinos y mortales con los que te has cruzado a lo largo del día.
A veces me sangran los tatuajes.
Estigmas de un jesucristo que no acaba de entender qué cojones hace aquí.





Iconoclasta
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16 de julio de 2019

Unidas not included


Unidas Podemos no acaba de entender eso de la inclusión. Deberían dar un repaso a su léxico y comprensión lectora.
Porque han hecho de “Unidas Podemos”, un partido femenino. El título excluye cualquier otro sexo, hasta tal punto, que puede llevar a pensar que los que visten de hombre, son simplemente trans progres de voz meliflua y maneras de profesor a cargo de retrasados mentales.
“Unidos” puede abarcar seres, entes, habitantes, animales o cosas de diferentes sexos si los tienen. “Unidas” es muy claro al respecto: son mujeres exclusivamente.
Así que si no eres mujer, marica o travelo, pocas ganas dan de votarles (el fracaso de votantes de las últimas elecciones les debería hacer pensar que algo huele a podrido en Dinamarca). Los arribistas y oportunistas aunque a veces consiguen lo que buscan, no suelen ser muy apreciados por la gente con ciertas inquietudes éticas.
Además, su estética progre vintage o de rebeldes surferos está pasada de moda. Y cuando ves a un político que no viste bien, si eres experimentadamente desconfiado y cínico, piensas que necesita dinero urgentemente para llenar el ropero con cosas decentes.
A ver si lo entienden: si quieres follar, has de tener un mínimo de atractivo. Doy por supuesto, que un buen fajo de billetes también es un buen atractivo, no hace falta ser Jesucristo en calzones para poner cachondas a algunas mujeres.
Eso sí, han tenido un acierto al no utilizar la puta arroba así: Unid@s P@dem@s”.
La arroba (¿o es “el” arroba?, empiezo a estar confuso) es la forma más pobre y repugnante que se usa en internet y entre los menos instruidos en el lenguaje, para ser inclusivos y tolerantes de mierda. Hay que ser gilipollas... Y de gilipollas los hay entre los maricones, las tortilleras, los travelos y la gente sana.
Una arroba de pepinos es lo que se deberían meter algunos en el ojete.
Punto final.





Iconoclasta

15 de julio de 2019

Tarificación y transacción cárnica


Un coche que circula lentamente por la zona industrial, se detiene frente a un chulo de putas que fuma un porro.
- ¿Cuánto por la puta sin bragas? -pregunta el cliente señalando a la zorra desnuda por debajo de la cintura.
- Treinta la mamada, cincuenta si se la metes. No más de quince minutos -recita con displicencia el chulo.
- ¿Se la puedo meter por el culo?
- Por cien euros, sí.
- ¿Y si le parto la cara?
- Seiscientos y gastos médicos aparte. Si le dejas cicatrices, te haremos a ti también algunas. Mira, si quieres hacer con ella lo que quieras la puedes comprar por siete mil.
- ¿Está enferma?
- Aún no.
- Tengo una hija de catorce. Te la doy por ella.
- ¿Tienes una foto?
El cliente le muestra una en el teléfono.
- ¿Es virgen?
- No. Ya me la he tirado algunas veces -responde con irritada impaciencia el cliente.
- Hecho. Si me la traes ahora, te puedes llevar a la puta.
- Denunciaré la desaparición de la niña en un día, ya sabes como va esto.
- Bien, ya estará embarcada cuando te pases por comisaría. No tardes.
- No tardo. En media hora la traigo. Y que la puta esté lista para entonces.





Iconoclasta


13 de julio de 2019

Comercio justo


Se suele ser más mierdoso de lo que uno piensa. Es el gran problema de la actual especie humana: una sobre tasación que lleva inevitablemente a la frustración de quien, con ingenuidad, compra un ejemplar de ser humano.
Por ejemplo para un regalo de boda, un trabajo, tener hijos para trasplantes de órganos…
Hemos llegado a un punto en el que se hace indispensable un análisis genético y el correspondiente certificado que garantice un ejemplar de calidad.
Se debe exigir a la Cámara de Comercio Humano que, presione al gobierno para que implante la obligatoriedad de clasificar a los neonatos por su calidad en el día mismo del parto con un marchamo, como se hace en las explotaciones ganaderas alimentarias.
No es justo invertir tanto dinero en la adquisición de un ser humano para que en unas pocas semanas, te veas obligado a sacrificarlo y venderlo a peso en el mercado de abastos porque no sirve para otra cosa.




Iconoclasta

6 de julio de 2019

Profana fidem meam



(Mi fe impía / un credo incorrecto)

Creo en la violencia como resolución de los conflictos y reafirmación de la dignidad.
Creo en la épica del combate cruento.
Creo que sangre con sangre se paga.
Creo en el rencor más que en el amor.
Creo en la única cópula: la de macho y hembra.
Creo en la prostitución como alivio a la lujuria de la soledad y la narcosis.
Creo en la envidia como motor de la sociedad.
Creo en la compraventa de seres humanos con legales facturas y documentos de propiedad.
Creo en la ofensa y la falta de respeto.
Creo en la corrupción de jueces, ministros y sacerdotes.
Creo en la tauromaquia, en toda esa sangre y el dolor de las dos bestias. La violencia, la sangre y el dolor son lo más efectivo contra la disfunción eréctil.
Creo en la mentira, escudo contra la hipocresía; aunque parezcan lo mismo para un observador negligente.
Creo en la voladura de la sociedad con explosivos para la creación de una nueva digna y limpia.
Creo en la obstinada y obscena voluntad de mi rabo erecto ante una mujer hermosa con ropa ajustada. De tetas y culo rotundas.
Creo en mi propia abominación.
No creo en dios; pero amén.

(Credo in malum)





Iconoclasta

3 de julio de 2019

Teoría cuántica del amor


Cielo, soy un sistema molecular unido a ti por filamentos cuánticos que enlazan tiempos y distancias subcósmicas. Que a su vez, se distorsionan n veces por milisegundo en campos de fragmentación meta-coronarios de probables infartos espaciales.
Como resultado de estas distorsiones en el protouniverso (y en tu coño profundo), son los encuentros en poliprismas de metafísicas concepciones y configuraciones de amor, tristeza y espera; donde el tejido anímico se desgarra en colapsos de jadeos que detienen el movimiento molecular universal cuando beso tus labios rotundos.
Por alguna razón que no encuentro, besarte paraliza el universo y a mí en tus labios.
He encontrado al fin los enlaces biomoleculares intrincados entre el tejido orgánico que forma el nosotros en cualquier espacio cosmogónico.
He hallado los elementos necesarios con los que cuantificar y explicar lo que te amo. Sé que me entiendes, eres mejor que yo.
Toda esta sabiduría, a pesar de todo, no acaba de definir claramente lo enésimo de amarte.
Explica con precisión, como mi diosa absoluta interfiere en todos mis pensamientos, en todos los tiempos y en todos los cosmos de todos los multimundos probables en que existimos.
Explica con matemática tragedia, el porque los días sin ti me desintegran indolora y tristemente. Se me hacen agua las cosas en el interior de mi cuerpo, amor…
¿Cómo es posible no pensarte, calcularte, explicarte, hallarte en todas las cosas y en las profundas inmensidades? Soy un astrofísico dolorosamente enamorado entre infinitas ecuaciones de tristeza.
Cuando haya demostrado la teoría de nuestro amor, es posible que estemos en algún mundo del límite mismo del universo finito. Y tal vez, allá en la franja de la antimateria, nos fundamos de una vez por todas a un nivel atómico que impida que volvamos a nacer y vivir la angustia insufrible del proceso cuántico, el agotador esfuerzo de encontrarnos entre todos los mundos infinitos que se generan entre nosotros a través de los enlaces que unen los labios en húmedos besos hambrientos.
A veces temo que la ciencia se torna maldición y yo soy un alquimista sin posibilidad alguna contra las feroces fuerzas de la melancolía.






Iconoclasta

1 de julio de 2019

Una bestia


No puedo evitar evocar mis dedos acariciando lo más profundo de tus muslos y esa magia que es caballo en mis venas: cuando los separas y tu coño se torna indefenso y lujurioso, cuando mis dedos extienden por tu piel la baba que dejas ir sintiéndote deseada y puta.
Y mi cochino glande dentro de ti, buscando con violencia más profundidad, follarte la mente, y más adentro…
Follarme a la diosa… Rendirle mi semen como sacrificio cruento, porque cada vez que escupo mi leche en tu piel, muero un poco.
Cuando tu coño derrama mi semen siento deseos de asesinar furioso y violento. Desciendo hacia una animalidad desbocada aferrándome a mí mismo.
No puedo evitar estrangular mi polla soñando que tu coño palpita hambriento ante mi boca.
Evocarte es escupir mi semen sin control. Adoro la bestia que hiciste de mí.
Un asomo de lujuria, un dolor de cojones, un infarto no definitivo.
Amarte y follarte… Deberían estudiarme en los colegios, para que los hijos de mediocres no lo sean.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.