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Mostrando entradas con la etiqueta feminismo. Mostrar todas las entradas
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16 de julio de 2019

Unidas not included


Unidas Podemos no acaba de entender eso de la inclusión. Deberían dar un repaso a su léxico y comprensión lectora.
Porque han hecho de “Unidas Podemos”, un partido femenino. El título excluye cualquier otro sexo, hasta tal punto, que puede llevar a pensar que los que visten de hombre, son simplemente trans progres de voz meliflua y maneras de profesor a cargo de retrasados mentales.
“Unidos” puede abarcar seres, entes, habitantes, animales o cosas de diferentes sexos si los tienen. “Unidas” es muy claro al respecto: son mujeres exclusivamente.
Así que si no eres mujer, marica o travelo, pocas ganas dan de votarles (el fracaso de votantes de las últimas elecciones les debería hacer pensar que algo huele a podrido en Dinamarca). Los arribistas y oportunistas aunque a veces consiguen lo que buscan, no suelen ser muy apreciados por la gente con ciertas inquietudes éticas.
Además, su estética progre vintage o de rebeldes surferos está pasada de moda. Y cuando ves a un político que no viste bien, si eres experimentadamente desconfiado y cínico, piensas que necesita dinero urgentemente para llenar el ropero con cosas decentes.
A ver si lo entienden: si quieres follar, has de tener un mínimo de atractivo. Doy por supuesto, que un buen fajo de billetes también es un buen atractivo, no hace falta ser Jesucristo en calzones para poner cachondas a algunas mujeres.
Eso sí, han tenido un acierto al no utilizar la puta arroba así: Unid@s P@dem@s”.
La arroba (¿o es “el” arroba?, empiezo a estar confuso) es la forma más pobre y repugnante que se usa en internet y entre los menos instruidos en el lenguaje, para ser inclusivos y tolerantes de mierda. Hay que ser gilipollas... Y de gilipollas los hay entre los maricones, las tortilleras, los travelos y la gente sana.
Una arroba de pepinos es lo que se deberían meter algunos en el ojete.
Punto final.





Iconoclasta

10 de marzo de 2019

Variación de los borregos eléctricos y sus sueños


¿Sueñan las feministas atómicas y recalcitrantes con acosos, discriminaciones, tocamientos, violaciones y con ser madres por culpa de un espermatozoide salido de pene?
¿Sueñan con todo eso para luego hacer un tuit ilustrado con pelos de sobaco que sea la hostia puta de retuiteado y con miles de likes?
(De la misma forma que, por ejemplo nacionalistas, soberanistas o independentistas de territorios con una economía más o menos de bienestar y demasiado tiempo libre; sueñan con ser subyugados u oprimidos y llamar así a Robin de Locksley para nada; por puro capricho de niño bien con un buen coche y una universidad que le vende un título.)

Benditos los caracoles, su autosuficiencia sexual, su casa a cuestas y su absoluta falta de electricidad para lloriquear.

Y por favor, borrad esa sarcástica sonrisa del rostro. Los caracoles además, no son transexuales, son otra cosa que no os voy a decir porque no quiero ser maleducado e incorrecto.
Eléctricos borregos de eléctricos tiempos de eléctricos mensajes.
Con lo fácil y refrescante que es decir: “Vete a la mierda”.





Iconoclasta

30 de septiembre de 2018

Vellos: otra banalidad idiota


Se escriben reflexiones de lo más ramplonas y aburridas, así como muy buenas y divertidas; sobre el asunto de las mujeres, las feministas y los hombres respecto al asunto de la depilación o rasurado de sobacos, piernas y genitales.
Básicamente me importa una mierda lo que cada cual haga.
Ocurre que como no puedo estar callado, también tengo que decir la mía y como tengo gracia y dominio del lenguaje, entraré a formar parte de la mitología moderna de escritores cerebrales que no se prostituyen por un “me gusta” en las redes “suciales”.
Y por ello digo que mis cojones están limpios, rosados, tiernos y apetecibles porque no tienen un solo vello.
Desde muy pequeño observaba hasta quedar bizco cada naipe de aquella baraja de mujeres desnudas que mi padre guardaba en el cajón de la mesita de noche.
Como me impactó mucho, me preguntaba en mi tierna candidez al ver los sobacos peludos de mi madre, si allí habría también un coño. Mi padre también tenía sobacos peludos; pero como no tenía tetas, carecía de interés alguno para mí.
Luego, con la edad fui subiendo de nivel, sobre todo cuando el puto Franco murió por fin.
Y así la pornografía entró a formar parte de mi vida diaria y cotidiana hasta hoy, en el que felizmente internet regala muy entretenidos videos pornográficos que tienen una utilidad aproximada de veinte, treinta segundos a lo sumo. Una vez he eyaculado, la película porno me aburre hasta el bostezo.
Nunca he tenido conflictos entre masturbarme y follar, da igual el orden.
Y si tenía que ir a trabajar todos los días, ¿qué razón había para que no me la pelara cuantas veces me diera la gana y luego se la metiera a mi santa?
Así que nunca me privo de una buena paja mirando porno lesbiano (es que cuando sale una polla me da asco).
Y como el porno es tan natural en mi quehacer diario y mi pene muy discreto de tamaño, me rasuro los cojones para que la picha parezca más grande.
No hay ninguna cuestión de higiene, es por pura vanidad. Y por otra parte, cuando el semen se desliza calentito por el pubis y los huevos, hay un placer añadido que los que tienen esa araña de pelo afro entre las piernas, desconocen.
Como mi cultura es básicamente pornográfica, adoro los coños rasurados ya que los puedes chupar, lamer, sorber y morder sin que un desagradable vello rizado te provoque una arcada y un vómito.
Además, un coño depilado, hace mi polla también más notoria (que sea efectiva no es consuelo para mí), más grande durante la cúpula. Los vellos restan unos centímetros importantes para mi desmesurada vanidad pornográfica.
Eso es todo lo que me rasuro, no soy un maricón, narcisista o un tonto del culo refinado (o todo junto, que los hay a patadas) que se afeita piernas, brazos, pechos, sobacos y genitales para que sus músculos resalten y se crea que una tía al azar le va a comer el rabo por verlo tan bien depilado.
Si tuvieran algo de cerebro, sabrían que hacer mientras no duermen.
Son tiempos de mierda: mujeres barbudas y bordes, compartiendo espacio con julandrones provincianos sin un solo vello.
A mí, conque la polla luzca bien, me basta. Ya soy suficientemente guapo.
Ya que soy un tanto vergonzoso no aporto una foto de mi pene luciendo en un pubis prístino y diáfano, libre de pelarros. Por otro lado, algún envidioso de mierda censuraría la foto.
Así que dejo aquí como documento gráfico, mi rostro erótico, dulce y trascendente durante el acto masturbatorio o de follar.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.