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12 de abril de 2019

Horizontes


Observo el horizonte montañoso y contrasto con el horizonte urbano.
Pienso en la mala suerte que he tenido al vivir las tres cuartas partes de mi vida en la pocilga urbana.
Está bien, me consuelo: es un privilegio morir aquí.
Porca miseria… Cincuenta y tres años viviendo en una repugnante ciudad y cuando me encuentro ante las montañas cercanas, ya estoy muerto.
Cuanto más lo pienso, más me irrito.
No es que esté amargado, es que siento una ira cancerígena.
Que la frustración sirva de atenuante a mi condena por odio indiscriminado a la humanidad. También alegaré asco y pobreza.
Es solo retórica, porque me suda la polla cualquier atenuante y cualquier condena. Ya he vivido asaz.
Soy la serena e inaceptable personificación del odio y el rencor. 
Es un buen título para poner en una lápida en el caso de que mi cuerpo fuera enterrado con mi nombre.
A veces temo cortarme algún vaso capilar importante con mi afilado y peligroso pensamiento.
Tengo el control; pero no me fío.
Dios no está en todas partes afortunadamente, si estuviera aquí me jodería el cabronazo. Levantaría grandes edificios jodiendo la montaña.
Jodiéndome a mí.
Como siempre.
Puta madre…
¿Pueden ser juzgados los padres por parir a sus hijos en malos lugares y peores tiempos? Hay padres etíopes que deberían ser despellejados en vivo por ello, por ejemplo.
Papá y mamá no me preguntaron si me gustaría vivir en un paisaje de edificios y asfalto de mierda toda mi puta vida.
Acepto que mi hijo me denuncie, he cometido el mismo pecado con él.
Teologías de la culpa aparte, hay que reconocer que el ser humano es una bestia sujeta al instinto reproductivo se encuentre donde quiera que esté.
Como cualquier otra bestia. No sé de dónde ha salido el cuento de la cacareada inteligencia humana, follamos como monos sin ninguna elegancia.
Excepto cuando le sujeto las muñecas a la cama, le vendo los ojos y no le dejo ver como hundo mi cabeza entre sus muslos y le como el coño hasta que desespera. A veces soy un intelectual a pesar de mi instinto.
Bueno, quería decir que me gustaría metérsela aquí mismo, violentamente ante la montaña aunque sea en agonía.
Mejor tarde que nunca.
Y una mierda.
Me cago en mi madre y mi padre… (están muertos, ya no les puede hacer daño).





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

9 de abril de 2019

Narcotizados artistas y su suerte


La angustia, el existencialismo, el romanticismo, las inquietudes humanísticas… Todo eso da mucha importancia a la psique, nos hace parecer importantes a nosotros mismos.
La muerte, la vida, el dolor y el placer, el hambre y la saciedad, la riqueza y la pobreza.
Sin embargo, pienso en lo mal repartidas que están las experiencias y sus emociones, los hay que conocen solo lo bueno y otros solo lo malo.
Fumas, escribes, te masturbas como un animal sin ser necesario y cierras tu pensamiento a cualquier otra consideración que no sea trabajar o hacer correctamente la compra.
Por tanto solo sé de lo malo.
Y ninguna mente es perfectamente hermética y robotizada o condicionada, por lo que el deseo de que haya una destrucción total asoma como un brillo de inteligencia en mi mirada cuando el jefe me daba la tarea del día o me cobran en la caja del supermercado con evidente aburrimiento tras hacer cola durante una eternidad.
Pienso en esos grandes artistas bohemios que tenían la suerte de poder alimentarse de mierda, marihuana y licor sin pensar en trabajar largas horas todos los asquerosos días. Y luego en mis largas jornadas laborales y en mi imposibilidad psicológica de pedir dinero prestado, cigarrillos o cualquier otra cosa. Vivir literalmente del cuento bohemio, no está dentro de mis gustos ni orgullo.
Y así, todos esos grandes maestros pierden peso. Su banalidad y su suerte me provoca prurito en los genitales.
No soy feliz como ellos.
A Bukowski, una puta le come gratis la polla y yo tengo que pagar una pasta por una mierda de mamada de una furcia de dientes podridos y bragas rotas.
No soy amable con la suerte de nadie, por muy carismática que sea su forma de alucinar con tóxicos varios.
Sin estar narcotizado sé de peores cosas que esos listillos.
He visto de niño a locos mutilarse a través de las ventanas de un manicomio y lo que es peor: la envidia.
La envidia es el pan nuestro de cada día. Me refiero a la envidia como forma de vida y pauta de comportamiento en esta sociedad mierdosa.
Aunque conociendo al ser humano, no puedo imaginar una sociedad sin envidia.
Si eres amable por fuera y por dentro desprecias con ira la mierda de leyes que han ido tejiendo a lo largo de los siglos tienes la fuerza del pensamiento; pero si aceptas con resignación el juego, te conviertes en una boca muda que come de una bolsa colgada de un ronzal con la cabeza gacha.
Siempre hay medios para hacerse oír y más en estos tiempos.
Decir estupideces no es necesario, simplemente inevitable. ¿No se dice que haya donde fueres, haz lo que vieres? Lo hago, cojones.
Así que ya no he de ser un borracho de mierda para que un editor me publique y vender el espectáculo del "hombre hecho mierda" y ser leído en un hipotético futuro. 
Desde la comodidad de una buena silla o una buena mesa, puedo denigrar todos y cada uno de los estándares de esta mierda de colmena humana.
Ya no debo esperar a morir para tener la suerte que mi pensamiento sea leído por algún trapero que encuentre mis diarios y mis escritos envejecidos.
Ahora, aún vivo, soy capaz de ofender a mucha gente. Tanto o más como yo he sido ofendido.
Alguien tendrá que joderse al encontrar alguna de mis frases por culpa de un puto buscador y pensar: ¿Quién coño es este imbécil?
La gran obra maestra que solo acabará con mi muerte se ha metido tanto y tan íntimamente en internet que, ya soy una voz que se quiera o no se puede tropezar con ella.
No me importa la calidad, importa la claridad y la contundencia. Y cuando alguien busca felicidad, sexo, amor, dolor, envidia, humor, semen, violencia, violación, puta, polla, coño, infancia, mamada, política o religión, se encontrará con mi pensamiento y con toda probabilidad no le va a gustar.
Y se preguntarán si soy drogadicto o borracho, de la misma forma que yo me pregunto cómo es posible que los cuerpos con cerebros tan simples como los de la humanidad, puedan realizar funciones tan básicas como cagar o mear sin equivocarse de conducto de evacuación.
Nunca fui ni pude ser un puto y afortunado bohemio, solo un puto obrero amargado.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

6 de abril de 2019

Un dragón se acicala


Un solitario camina y mira al cielo porque entre la tormentosa nube, se abre un agujero por el que el sol intenta desesperadamente lucir.
En principio el hombre ajeno al mundo piensa que dios le va a dejar caer a los pies una tabla con diez mandamientos obscenos y se ríe.
Es un cínico demasiado curtido que sabe todo lo que es imposible.
Al solitario le lloriquean los ojos ante esa luz, o porque está un poco cansado del dolor. No importa, es divertido sentir emociones por banalidades que no pesan demasiado.
La realidad es demasiado aburrida, más de lo mismo y más y más y más…
Y ocurre que sus ojos quieren ver un dragón que se ha detenido en pleno vuelo para acicalarse flotando con absoluta naturalidad, ajeno a él y a La Tierra.
Mi amor, era yo el solitario…
Y el dragón, tal vez.
Estar solo tiene sus ventajas y desvaríos, lo digo por mí. El dragón me parece cuerdo, sinceramente.
En lugar de aparecer tú en el cielo, se formó el dragón.
Podría haberse rasgado la nube en vertical, en dos franjas que dibujaran tus muslos y el delta que forma tu deseado coño. Algo que me evocara a ti, me sobra indecencia para imaginarte.
Porque imaginar tu rostro entre las nubes, es demasiado complejo para el azar y las divinidades; y si lo viera pensaría que sufro una enfermedad mental.
No creo en dragones, ni tengo una especial predilección por ellos; pero ahí está.
Y yo debajo…
Faltabas tú para que apremiándote y señalando la mancha de luz, te preguntara qué ves.
Y besarte a traición el cuello apresando tus soberanos pechos en un abrazo de lujuria y posesión.
El hombre solitario siente aún más la fría y serena soledad observando al dragón aseándose. Lamenta no poder flotar hasta él y decirle: “Hola dragón ¿me puedes llevar lejos con tus poderosas alas? Me duelen lo pies, por decir lo mínimo. Adonde tú vayas me parecerá bien”. 
Se cierra la nube devorando al dragón y siente una triste sensación de pérdida que crea un leve rictus de dolor en su rostro que ahora mira el suelo.
Clava con firmeza el bastón en La Tierra y empieza a caminar pensando en la improbabilidad de la magia.
El del bastón, soy yo, mi amor, atrapado en el triste final de un cuento de dragones y mazmorras.
Sin ti de nuevo…




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


Mariscos, dulces y tabaco


Podría parecer una teoría conspiratoria.
Ni los propios secuaces del poder son conscientes de que su trabajo es conspirar. Se creen a pies juntillas las mentiras con las que han sido adoctrinados.
Costumbres que inducen a la reflexión y el descanso como el tabaco, se penalizan con fuertes impuestos y campañas publicitarias que buscan la tranquilidad de los grandes empresarios, porque un cigarrillo dura cierto tiempo. Y así llevar a los borregos a que se lancen al licor cuando salen de su puesto de trabajo, cosa que les castra esa capacidad de reflexión crítica y los envía de nuevo al día siguiente, a su puesto de trabajo con el cerebro reiniciado.
Los métodos que implantó la antigua URSS para tener a sus trabajadores o populacho controlado (los litros de vodka asignados a cada obrero semanalmente) tienen hoy día plena vigencia con otro decorado y una retórica más elaborada.
Se acotó para los más pudientes el consumo de marisco, ya que es rico en fósforo, un mineral muy importante que forma parte de las células del tejido cerebral.
Y ya hace unos años, se ha iniciado una campaña contra el consumo de azúcar (o glucosa, principal alimento del cerebro), con la rastrera, burda, superficial, oportunista y lerda excusa de evitar diabetes y obesidad. Muchas regiones (las más represivas y fascistoides) de distintos países cobran el impuesto/timo/robo a los refrescos.
Se esfuerzan demasiado los joderosos (seamos claros, poder se escribe con “j”); porque las reses de sus rebaños de votantes, por mucho fósforo y glucosa que consuman, jamás conseguirán un decente nivel intelectual.
Podrían dejar de dar por culo con sus inventados venenos.
Con mantener a toda esa horda de analfabetos influencers de la ignorancia y la idiocia en internet a los ojos de la población o chusma, ya basta para cumplir su misión de control y globalización de mierda. Los borregos se distraen con cualquier cosa, quieren el mejor teléfono para ver con todo detalle toda la mierda de yutup.
Gobiernos y empresarios, buscan un método de alimentación barato para los obreros y así bajar su nivel de ambición al de los rumiantes. Pronto la carne será tan peligrosa como fumar, de hecho ya se dedican algunos hijos de puta a anunciarlo con titulares grandes y coloridos.
Si algún día llego a padecer diabetes o más obesidad, estará bien. Para eso me habéis robado durante toda mi vida, para atenderme, pandilla de tarados.
Y os creéis tan listos…
Idos a tomar por culo, simples.
Ni con más dinero, poder, marisco y azúcar podríais procesar el pensamiento con mi potencia, fiabilidad y rapidez.
Idiotas…





Iconoclasta

31 de marzo de 2019

La incorrección de un amante


No soy un correcto y medido amante de esta época de maricones con voz meliflua respetando libertades. No contigo.
Eres mía.
Tu libertad no me interesa. Todo lo contrario, quisiera tenerte esposada a mí.
Es que quiero poseerte (lo deseo secretamente, sueño…), que seas mía a cada instante; como se expresaban aquellos románticos trágicos que escribían de vampiros y monstruos entre láudano, alcohol y opio.
No me enseñó nadie a desearte así de impune e impíamente, no copio; es innato en mí. Con el tiempo supe que no estaba en el tiempo correcto.
Existe este deseo de encadenarte porque existes.
Eres la causa de que exhiba abiertamente mi incorrección.
No te amo para que seas libre y lejos de mí.
El amor es posesivo, follarte es agresivo; entrar en ti sin cuidado, desesperado, desatado.
Lo paradójico, mi amor, es que amar esclaviza.
Y no quiero morir como el soldadito de plomo.
Ergo soy tu esclavo, el que sueña en la oscuridad de un rincón secreto poseerte incivilizadamente, con el semen que se derrama gélidamente solitario por mis testículos.
Tú eres diosa y ama, y soy feliz (no tengo opción) ardiendo en tu infierno, el que creaste para mí con esa pagana vanidad de je ne sais pas.




Iconoclasta

24 de marzo de 2019

Hijos flotantes


Son tan pequeños…
Con sus ojos cerrados (si los tuvieran), y sus piernecitas semiflexionadas parecen muñequitos de un roscón de reyes.
Muñequitos flotantes en sus frascos de formol.
Al que le falta un brazo se llama Raúl (concluyeron que algunos de sus órganos internos no se habían desarrollado).
El de la cabeza deforme, dividida en dos partes asimétricas es Jordi.
Y de la columna partida (si agito el frasco, se puede ver como asoma un trozo de columna vertebral a través de la espalda) es Borja.
Son mis hijos muertos abortados para evitar sufrimientos, seguramente poco tiempo antes de que murieran por si mismos.
Los salvé de ser incinerados pagando a los encargados de los deshechos biológicos de los hospitales donde no nacieron. Me los entregaban en bolsas amarillas cerradas con una brida y dentro de una bolsa de supermercado.
Mi naturaleza crea seres deformes, mujer que dejo preñada crea un monstruo, un tarado.
Mi polla escupe mierda, por así decirlo.
Sacando el polvo a los frascos de conservas de legumbres donde flotan, siento cierta pena de no haberlos conocido, cómo serían sus sonrisas; pero dudo que sonrieran.
Hubiera sido un padre que tendría que haber oído sus lamentos y la absoluta vergüenza de tener hijos aptos para nada. O abrir una feria ambulante de monstruos.
Al final, los hubiera acuchillado y ahora estaría en la cárcel.  O no, soy bastante más inteligente que cualquier policía, que cualquier ser humano.
Cuando desde la ventana incide un preciso rayo de luz en sus frascos, se iluminan en color dorado y parecen pequeñas divinidades que duermen plácidamente; podrían despertar de un momento a otro con una sonrisa piadosa hacia su padre.
Sé que la culpa es mía; pero sentí un odio peligroso hacia sus madres y me divorcié de ellas. No sin antes darles una buena paliza, claro.
Úteros de mierda…
Y en mis cojones la podredumbre y la miseria.
A lo mejor soy uno de esos hijos míos que flotan en formol.
Solo que por dentro, con mi capacidad motriz intacta y la tara es mi pensamiento y mis testículos ponzoñosos.
Toda esta amargura que contengo bajo un rostro impasible día tras día.
Ni siquiera cuando acudo al banco de esperma para donar me siento mejor.
Si un día llegara a saber qué mujer va a parir/abortar/escupir mi próximo hijo flotante, acudiría al hospital en el momento adecuado. Los hermanos deben estar juntos.
Los amo, esos pequeños fetos, o niños a medio formar, representan la inocencia absoluta y la práctica demostración de que hay razones por las que algunos humanos no pueden crear descendencia.
La naturaleza no es sabia, es solo cruel.
Y mis pequeños hijos flotantes, pequeñas y mártires divinidades de un mundo extraño.




Iconoclasta

14 de marzo de 2019

El momento preciso


El momento preciso dura una eternidad y devora la razón, el tiempo y el mundo que nos rodea. Nos abandona a nosotros mismos.
Ocurre con el beso profundo, cuando muerdo con mortificante contención tus labios dioses y mi mano se mete entre tus muslos buscando apresar tu coño.
Y es entonces, cuando tus muslos se separan y mi mano se baña de tu humedad ardiente; que se detiene el movimiento de las moléculas y te conviertes en lo único vivo que existe. En lo único que necesito. Lo único que me da vida.
Mi corazón se sincroniza con las voluptuosas contracciones de tu sexo. Mi pene se congestiona de sangre en algún lugar ajeno a mí, dejando escapar un filamento hambriento e impío de deseo.
Es ese el momento preciso, cuando tus cuatro labios se funden con los míos y en mis dedos ávidos por follarte.
Lo que ocurra luego no importa. Y tal vez, no lo recuerde con claridad.
Cuando tus muslos se separan y mi mano apresa tu coño con furia incontenida, se rasgan las dimensiones y desaparecemos de La Tierra. Y somos dos en extinción, una nebulosa obscena.
Lo invariable es que te amo hasta el dolor antes y después de que el movimiento atómico se congele: el momento preciso.
Creía que era inexplicable, que jamás podría definir semejante instante; pero he analizado cada variación de tu frecuencia cardíaca, el grado de humedad de tu coño, sus micro colapsos suaves y la dureza y las venas de mi bálano.
Lo he descrito y medido con una absoluta precisión y con las exactas palabras de la locura del deseo.
Créeme, cielo, no hay nada banal en “el momento preciso”.
Soy tu obsceno físico nuclear.
Sonríe, mi amor, eres atómicamente amada.





Iconoclasta

11 de marzo de 2019

El gélido viento


¿De dónde vienes, gélido viento? ¿Dónde te has alimentado para barrer con tanta fuerza y sin perdón los cálidos rayos del sol?
Dímelo con un rugido de tu seca garganta. De fumador a fumador ¿Dónde te escondes? ¿Dónde naces?
De viento a hombre ¿arrastras muerte? Soy curioso, no es temor.
Gélido viento que cortas los labios que lucen imprudentemente brillantes ¿Vas a otro lugar? ¿Es trabajo atrasado tu ráfaga fría?
¿Morís los vientos todos, gélidos y ardientes? No es por temor, solo me interesa la vida y la muerte porque intento escribirlas y describirlas de forma clara para que todos se enteren de una puta vez. Alguien tiene que hacerlo.
Ya hemos vivido y ahora toca morir. Es eso ¿verdad, gélido viento?
Yo no puedo rugir, simplemente blasfemo sin fe cuando la muerte duele. Encuentro que a veces tensa demasiado la cuerda sin ser necesario. Casi alegremente, sádicamente. Como si no bastara con morir, debe doler.
Si puedes sóplale tu gelidez en su negro rostro a un millón de kilómetros por hora, a ver si le gusta.
Y arranca las banderas que gallardas de mierda haces ondear, limitando mi libertad y el planeta. Arrasa los mástiles como las ramas de los árboles a los que ruges.
Gélido viento… Qué suerte que no tienes huesos. Si no hay hueso no duele. Y lo que no tiene hueso se evapora suavemente.
Sé cosas, gélido viento.
Sé muchas cosas.
Y no quiero saber más, no caben ya en mi cerebro. Las nuevas que entran duelen, porque han de atravesar un hueso para llegar. No es necesario que respondas a nada, es que solo quiero ser un poco social en lugar de sociópata.
Y en este mundo de seres feos, la cordialidad es una pincelada de paz. Es bueno relajarse de tanto hastío.
Muere en paz viento gélido.
Y agradece no tener huesos.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

10 de marzo de 2019

Variación de los borregos eléctricos y sus sueños


¿Sueñan las feministas atómicas y recalcitrantes con acosos, discriminaciones, tocamientos, violaciones y con ser madres por culpa de un espermatozoide salido de pene?
¿Sueñan con todo eso para luego hacer un tuit ilustrado con pelos de sobaco que sea la hostia puta de retuiteado y con miles de likes?
(De la misma forma que, por ejemplo nacionalistas, soberanistas o independentistas de territorios con una economía más o menos de bienestar y demasiado tiempo libre; sueñan con ser subyugados u oprimidos y llamar así a Robin de Locksley para nada; por puro capricho de niño bien con un buen coche y una universidad que le vende un título.)

Benditos los caracoles, su autosuficiencia sexual, su casa a cuestas y su absoluta falta de electricidad para lloriquear.

Y por favor, borrad esa sarcástica sonrisa del rostro. Los caracoles además, no son transexuales, son otra cosa que no os voy a decir porque no quiero ser maleducado e incorrecto.
Eléctricos borregos de eléctricos tiempos de eléctricos mensajes.
Con lo fácil y refrescante que es decir: “Vete a la mierda”.





Iconoclasta

6 de marzo de 2019

Mi amigo Paranoia


- Ya nos podemos ir, lo sabemos todo. No hay nada nuevo que ver.
- Todo no.
- Vaaaale… Digo cosas que nos ilusionen. Porque la cura del cáncer o un nuevo asteroide, me aburren hasta el bostezo.
- Es solo esa tristeza vital tan tuya. Pasará. Vivamos un rato más.
- Una mierda… Vivir duele y produce sequedad de boca y ojos.
- Mentira.
- Verdad. Tenemos algún órgano que se romperá tarde o temprano y nos dejará tirados en el camino. Como una muñeca en el vertedero a la que las gaviotas engañadas pican su cuenca vacía. Ha llegado el momento.
- Eres un pesimista, solo es eso. Escribir mirando adentro es suicida. Sal a caminar.
- ¿Otra vez? ¿No ves lo negra que está? Cojear todo el puto día es tan aburrido como doloroso.
- Y la autodestrucción fascinante ¿verdad?
- Es absolutamente hipnótica. La autodestrucción nos da la trascendencia absoluta y última. Nos hace importantes a nosotros mismos.
- Yo solo soy tu esquizofrenia, tu paranoia. Técnicamente no existo; pero quisiera ser un tiempo más. Las alucinaciones tenemos inquietudes…
Y hay seres que te quieren, no se puede soslayar.
- ¿Quiénes?
- No te lo digo. Lo negarías.
- Hay quien te ama.
- ¿Quién?
- No te lo digo. Lo negarías.
- Y amas.
- ¿A quién?
- No te lo digo. Es pecaminoso en algunos momentos.
- En el fondo lo sé; pero me haces reír. Pecaminoso…
- Pues no los digas porque cuando algo se nombra, se rompe.
- Tú también eres pesimista.
- No lo soy. Simplemente sé que eres peligroso para ti mismo. Para nosotros, todos los que somos.
- Ahora solo vivo para contrastar con el decorado. Soy un artículo decorativo que ya no espera nada. Como las ramas desnudas de hoja y vida que contrastan hermosamente contra el cielo, como frágiles esqueletos. Aunque yo no aporto esa plástica. Soy infinitamente más vulgar.
- Un día te inyectaron contraste en las venas. Tal vez sea un efecto secundario.
- Tal vez ha llegado la hora.
- ¿No te parece que este café huele rancio?
- A almendras amargas.
- Como el cianuro.
- Sí.
- Tú no tienes de eso.
- Bueno, tengo mis recursos.
- ¿Por eso está vacío el bote de superglú?
- Sí.
- Entonces va en serio. Nos vamos ya.
- Es necesario antes de degenerar en algo peor.
- Ha sido bonito vivir tan intensa y brevemente, escribiente fracasado.
- Ha sido un placer conocerte, mi amigo Paranoia.
- El final va a doler ¿lo sabes?
- Lo sé; pero durará poco. Cuando el cuerpo se convulsione, ya no estaremos.
- Tengo ganas de llorar.
- No puede hacer daño, es una buena idea.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

5 de marzo de 2019

Buitres y nuestra carroña


El buitre vuela muy alto y no sabe nada del bebé muerto aún enganchado a un trozo de placenta, abandonado pérfidamente bajo un coche estacionado.
El buitre planea alto, lejos de la puta que vendió su coño y su boca por un papel en una película o por un tiempo de fama. Y ahora vende con lágrimas de mierda su “violación” por más dinero.
El buitre no mira abajo por los fanáticos patriotas que claman tierras que no les pertenecen, que sufren el complejo patológico de ser hijos de ella, de esa tierra. Patriotas asesinos de libertades…
El buitre busca cualquier cosa que le sirva de comida.
Tal vez el bebé, si no estuviera bajo el coche…
El buitre planea ajeno a todo lo que no sea comida y altura.
Yo soy un buitre con la extraña habilidad de caminar por la puta tierra y hacer mosaicos legibles con trozos de mierda.
Soy el buitre que piensa sin asomo de moral o juicio, en la madre que parió al bebé y lo tiró. En mi mundo, hay madres de otras especies que devoran a sus hijos o los dejan morir de hambre, por las razones que sean.
Si te sirve de algo vivir, si acumulas experiencia; no es extraño, no es antinatural que una madre mate a su hijo.
Por otra parte, los genitales están desligados de la voluntad del cerebro en gran parte de la chusma o población humana. Es una conclusión un tanto escatológica fruto de la aburrida experiencia de estar entre ellos. De soportarlos.
Sobrevuelo con curiosidad por encima de la cabeza de mamá asesina, intentando picotear su miedo y soledad. Como querer saber para nada, como quien ve una película. Hay tiempo para ocuparse de ociosidades si eres un buitre hábil.
No me importan los patriotas juzgados y los frustrados, en ellos simplemente hay una ambición tan vulgar y mórbida que siento deseos de vomitar.
A la puta que llora su falsa violación, simplemente me la follaría solo por saber si vale la pena tanto dinero que ha cobrado por su coño torpe.
Así que soy el buitre que caga sobre las putas oportunistas y las emotivas patrias y lo que contienen. Sobre jueces, mandatarios y sus decisiones que arruinan vidas.
Solamente picoteo cosas que son realmente dolientes y el bebé produce cierta desazón que trasciende más allá del bostezo: su sangre mezclada con aceite de motor y la mierda de la ciudad.
Apetece la metafísica de la muerte tierna, tiene morbo. Más interés, definitivamente. Es una buena performance en un mundo tan vulgar.
Siempre es mejor lo malo intenso que lo bueno anodino.
Lo sórdido suele tener una expresión artística mucho más impactante que una bandera de mierda o una puta que mal actúa. O los que lloran su repugnante poder.
Al fin y al cabo, los buitres comemos mierda, carroña. Queramos o no.
Seguramente lo mismo que come la madre asesina, seguramente lo que hubiera comido el bebé muerto. Todo encaja…
O tal vez, la madre no quería dejar de teclear el móvil y vivir una eterna adolescencia cobarde y miserable. Hay hembras humanas infinitamente menos nobles que las de otras especies y venderían un hijo por unos miles de “likes” mierdosos a su “selfi”.
Son tiempos de protagonismo para los idiotas envanecidos por ninguna razón.
Luego, los que no son buitres, debatirán en programas televisivos para deficientes mentales, la necesidad de reglamentar el parir y su edad, se hablará del aborto y de la situación social y económica de algunas de las reses de las ciudades pocilgas.
Mientras tanto, en algún poblado miserable, una mujer joven se lanza al suelo de nalgas desde unos metros para desprender el feto que lleva en el vientre sin necesidad de permisos ni espectáculos. Y en soledad.
Posiblemente muera, la picotearé si estoy cerca.
Soy un buitre que ve cosas, no juzgo si son buenas o malas, yo solo vuelo aburrido; como mi colega que cuelga a un millón de metros sobre mí.
Asisto a una mala película porque no puedo hacer otra cosa mientras espero la muerte.
Me alimento de carroña; pero no me gusta.
Es mi puta idiosincrasia e ineludible vida: comer mierda y restos.
Todos los días.
Porca miseria…




Iconoclasta

4 de marzo de 2019

Divina misoginia


Yahvé, el dios de la biblia y por tanto de los judíos, cristianos y musulmanes, es masculino. Aunque joda a algunos sectores de la población con genitales femeninos.
Y Yahvé hizo a la mujer débil, enfermiza, menstruosa, paridera y bipolar. Se puede decir sin caer en incorrección alguna que Dios, además de todos los “súper” y “omni” imaginables con los que se titulaba, era misógino.
O sea, que se pasaba por la sucia raja del culo a las mujeres.
Así se hace lógico que cada cual se invente su Dios como más cómodamente le siente, e hipócritamente perdone e ignore al original y certificado.
No puedes ser cristiano, judío o mahometano e ignorar el carácter de tu dios. Eso sería como si yo no reconociera que soy un cabrón sin corazón.
Bueno, yo a lo que iba, es que en aquellos tiempos de inexistentes y jugosos personajes del Antiguo Testamento, hubiera sido toda aquella África de viejos judíos y egipcios con faraones, el destino turístico sexual por excelencia, en lugar de la actual Asia y sus vietnamitas y tailandesas.
Menudas mujeres aquellas judías… Y qué libertad para los machos adinerados…
Para montarlas y palmearles cruel y violentamente las nalgas con cada embestida, y ellas deliciosamente sumisas ante la sodomita violación.
No puedo evitar pecar de cándido en estos asuntos.
Los turistas gritarían “yipiayjey”, felices de que la violación ni fuera pecado (pecata minuta en el peor de los supuestos), ni delito y además, te llevabas bendición gratis de ese dios celoso y colérico que era Yahvé. Y como mucho, le comprabas al judío marido un cordero y quedabas como un señor.
Siempre he dicho que no he nacido en el lugar y momento adecuados.
Adorable aquella ausencia total de prejuicios morales… ¡Ains!
En definitiva, las tres grandes religiones surgidas de la biblia, deberían revisar su código de conducta y la bondad de su dios, sobre todo los musulmanes que, deberían meterse las putas piedras en el culo y amputarse el glande como amputan los clítoris alegremente. Los judíos, que sigan mutilándose el pene, al fin y al cabo no es demasiado cruento. Aunque es una lástima que no le pregunten al bebé si le apetece que le corten un trozo de polla. Respecto al bautismo: ¿por qué no ocurre con él como con el voto electoral: hasta la mayoría de edad?
Y por último, hubo religiones ejemplares que no fueron misóginas (o no destacaron por ello, o qué cojones sé), como la de la extinta cultura maya. Solo mataban bebés.
¿Veis? No soy tan pesimista.




Iconoclasta

2 de marzo de 2019

La vertiginosa decadencia


1. En el pasado:
¿Capitular? Yo no sé capitular, yo no sé rendirme. Después de muerto hablaremos de ello.
(General Palafox 1776-1847. Aunque estoy seguro de que por ser general, él no iba a morir y pensaba realmente: "Cuando mis soldados mueran, hablaremos de ello".)

2. Más acá:
Plegaria de los paracaidistas.
Dame Señor lo que todavía tienes,
dame lo que nadie reclama.
No te pido riqueza
ni éxito, ni siquiera salud:
la gente te pide todo eso con tanta frecuencia, Señor
que ya no te debe quedar más.
Dame, Señor, lo que todavía tienes;
dame lo que la gente se niega a aceptar de ti.
Quiero la inseguridad y el desasosiego,
quiero el tumulto y la lucha.
Y si me lo concedes, Señor,
de una vez por todas
asegúrame que los conservaré
porque no siempre tendré el coraje de pedírtelos.
(André Zirnheld, paracaidista francés del SAS. 1942.)

3. En el presente (ahorita en mexicano):
Yo te hago una mamada cuando y donde quieras; pero porfi, no me hagas pupita, soy gente pacífica. ¿Okis?
(Con absoluta probabilidad, cualquier usuario de redes sociales elegido al azar. En este instante.)

Humillante e imparable es la vertiginosa caída hacia las decadentes ñoñería e ingenuidad adultas. Cerebros enfermos de ansiedades banales… El complejo de Peter Pan no existe, es pura y simple cobardía; nada de lo que sentirse orgulloso.
Y una educación de puta pena.
¿Paz? Para los muertos.





Iconoclasta

25 de febrero de 2019

Inescrutable Dios


Desfallecido estaba Dios de tanto crear un error sobre otro que, con ignorancia y desidia formaba la argamasa que los unía.
Y dijo para convertir la torpeza, la vanidad y la pereza en sabiduría: “Mis designios son inescrutables”.
Y así hizo dogma del engaño y la hipocresía.
Y a sus errores más íntimos ordenoles escribir torpes páginas de hazañas divinas.
Como una peste la vulgaridad y la envidia se extendieron entre todos aquellos fallos que creó a su imagen y semejanza. Y creyeron aquellos así, en un dios todopoderoso porque eran desdichados y conscientes de que al final les espera la muerte; pero con el inescrutable dios la muerte se convierte en diversión puesto que hay otra vida más allá.
Y así aquella inmensa población de errores sumó a su vulgaridad y envidia, la cobardía.
Desfallecido está Dios de tanto crear, de tanto velar por sus errores.
Eso dicen sus secuaces, la realidad es que sufre un ataque de desidia aguda y no encuentra la solución a todos sus errores “inescrutables” cometidos. Así que Dios simplemente, tiene una mirada imbécil perdida en el vacío y un hilo de baba que se le descuelga del labio inferior.
La aleatoriedad y la usura del poder rigen las vidas de sus errores.
Unos pocos: sacerdotes, reyes, jueces y otras ladillas del poder, han sido y son los crupieres de un sórdido casino donde los jugadores nacieron perdedores.

Esto es la explicación teológica de los “misteriosos” designios de Dios.
Para los que sabemos de la historia y tenemos una noción de la biología humana, simplemente pensamos que solo una cohorte de subnormales endogámicos sentó las bases de esta repulsiva sociedad y estamos jodidos por unos cuantos hijos de puta que son inferiores a mí.
Cuando te mueres, te haces mierda. Es de una simpleza refrescante y liberadora. Imaginar que tuviera que soportar la misma mierda de ahora en el más allá me da escalofríos y diarrea.
Y que no suene un puto reguetón cuando mueras, porque no puedes vomitar, se te queda dentro como es lógico.





Iconoclasta
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24 de febrero de 2019

¿Cómo?


Estoy aparentemente relajado; pero no dejo de pensarte.
No amarte sería la solución a esta paranoia.
Pero… ¿Cómo lo hago?
¡Dime! ¿Cómo lo hago para no amarte?
¿Cómo cojones puedo dejar de pensar en ti, cielo?
Por favor…







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23 de febrero de 2019

Yo, el sepulturero


El invierno es ya un viejo que se apaga en una vertiginosa agonía. Muere cada día unos minutos, los que la luz le roba de vida para calentar más la tierra y las cosas que contiene.
Otro invierno que muere y otra primavera que está ya inquieta en el útero planetario para ser parida y ocupar así el lugar de su hermana muerta el año pasado.
Es menos triste y dramática la historia de los equinoccios, sus razonamientos, cálculos y efectos; pero infinitamente más aburrida.
Y con toda su ciencia se equivocan. El invierno muere mucho antes de lo que calculan. Lo noto en los árboles y sus ramas que se estiran y arrancan ávidas ya el calor al aire para recuperar sus hojas queridas. Lo noto en el hielo del camino que ha perdido su dureza y apenas cruje, pareciera que al pisarlo llora quedamente. En las voces del bosque.
Lo noto en mi sudor que había olvidado estos meses fríos. Y el hueso duele menos…
El invierno no espera un equinoccio, muere cuando debe, cuando está agotado. Tal vez en su agonía aún pueda dar un frío zarpazo; pero está acabado.
El invierno ya alimenta a los buitres.
Y así, palabra a palabra he empezado a cavar su fosa. Alguien tiene hacer los honores. Tal vez, por eso estoy aquí: como sepulturero de las estaciones.
Porque si no ¿qué hago?
Hay una belleza de infinita melancolía en la muerte de las estaciones.
Dan ganas de morir con ellas.
La belleza con tristeza se paga… Son cosas que aprendes con un dulce dolor.
No tardaré mucho en cavar dos tumbas, no soy tonto ni ingenuo.
Y si ves las barbas de tu vecino pelar…





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21 de febrero de 2019

Políticos muertos


No soporto a ningún político sea de la secta que sea, aunque al final todos son fariseos.
No importa si están libres, encarcelados, torturados o ejecutados. Los odio de una forma vehemente, con saña.
En este momento no podría mencionar un político muerto; me es indiferente la muerte de cualquier individuo de esta especie. Sinceramente, cuando uno muere si me lleva a algo es al optimismo: uno menos.
No me voy a arrodillar para hacerle una mamada al hijoputa que me ha jodido toda la vida, al que me ha querido hundir aún más cuando he estado mal y al que piensa dañarme y robarme próximamente.
Mira, el mejor político es el muerto, porque se escriben numerosas hagiografías de él (mentiras glorificantes, literatura para subnormales) y así pasa a ser una especie de santo o mártir en el imaginario de la chusma.
Un político que sufre o muere, jamás compensará el daño y el robo cometidos desde que nací (porque me importa el rabo de la vaca lo que ocurrió antes de mi existencia).
Han intentado acabar conmigo desde que nací (políticos y sus instrumentos de poder): exijo que mueran a cientos, incluso su descendencia.
El político va contra mi libertad, mi trabajo e insulta de una forma continua mi inteligencia: que muera será motivo para que yo pueda aspirar una bocanada de aire más sano.
Pero la verdad es que cuando uno muere, me importa tan poco que ni siquiera me acuerdo de sonreír.
La peña que se manifiesta por ellos y los aprecia, padece de ese taedium vitae tan propio de los indolentes de la clase alta de la Roma clásica. El rebaño bosteza y se asusta al ritmo de sus amos, los políticos.
El político se merece la muerte como pago al mal que me ha hecho, la libertad robada y la humillación de haber nacido en el repugnante momento y lugar que han creado y perpetúan.
Si Kennedy (el que se follaba a la Marilyn Monroe) hubiera sido asesinado en este tiempo, con toda la mediática comunicación y redes sociales que hoy existen, hubiera escrito: “Joder… ¿Por qué coño no mataron antes de nacer al putañero? Me duele la cabeza, callad ya hijos de puta”.
¿Políticos muertos? Sí gracias.
Es un sueño (no puede hacer daño) y un buen, justo y honrado lema.
Los hay que aman y los hay como yo: odiadores profesionales.
¿Verdad que es hermosa esta diversidad social de mierda?
Si yo tengo que tragar, que traguen otros también. La democracia es muy puta.
Mierda para dios y para ellos (políticos).





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