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9 de julio de 2020

El mejor momento para marchar


En soledad sientes y aprecias cosas que en compañía pasan desapercibidas. Es absolutamente necesaria la intimidad para ser uno con el planeta.
Tan solo una suave brisa a la sombra de los árboles tiene un valor incalculable. Da una inusual importancia a la vida en esos breves y compasivos momentos.
Cuando el viento me conforta del esfuerzo y el calor de vivir, no pienso en la miseria humana, en el dolor o el miedo a la muerte.
El viento trae cosas buenas, un sortilegio de una magia ancestral que se crea entre los animales y la vegetación del bosque, lejos de la humanidad.
En la brisa flotan las imágenes y esencias del amor y el cariño. La ternura y esa bella tristeza de recordar a los queridos muertos.
Por ese instante de vida absoluta e íntima, pienso que ha valido la pena vivirlo todo.
Hay quien tiene miedo a morir en un lugar aislado, inaccesible y sin compañía humana.
Yo no.
Cuando el aire en la soledad de la montaña roza mi rostro y las manos, cuando el trinar de los pájaros invisibles y el rumor de los árboles me acogen en su vida; pienso que no puede haber mejor momento para morir.
Ojalá muriera en el momento y lugar más hermosos.
Que la brisa fresca me susurrara que todo está bien y que es el momento de morir. “¿Vamos, Pablo?”.
Y yo le diría: “Sí, ahora que no estoy cansado”.
El aire me susurraría: “¿Ha sido una buena vida, verdad?” y no podría responder porque ya estaría muerto.
Desparecería como una hoja seca que, soplada revolotea tonta y suavemente, desapareciendo en lo profundo del bosque.
Una hormiga arrastra una mariposa muerta.
Sonrío: yo necesitaría una super hormiga.






Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

2 de julio de 2020

Teofanía


Ayer tuve una teofanía durante uno de mis paseos asilvestrados.
Dios me preguntó si necesitaba algo: dinero, salud, amor, sexo o suerte.
Le dije que no, nasti de plasti. Aunque estuve tentado de pedirle unas gafas de sol molonas dada la potencia lumínica de su manifestación.
El muy zorro es malo como la peste; los favores los cobra con usura y podrías pasar los próximos doscientos mil millones de años pagando su favor de mierda.
Es mejor comprarse un coche de lujo con tu salario de mierda, financiado a precio de prostitución infantil que, pedirle a Dios una mísera cura de un dolor de uña.
Se sintió un poco molesto de que una de sus creaciones no se hincara de rodillas frente a él para hacerle una mamada. Soy un tipo experimentado en psicología de supervivencia y mediocridad.
Me preguntó por la familia y le dije que “Los que no has matado, están vivos ¡psé! Y supongo que bien”.
Y se alegró, aunque un tanto descolocado, seguramente porfiando por mi tono.
Le dije que no era para tirar cohetes, no todo es salud de mierda.
Aumentó un poco su potencia lumínica y entendí que tenía unos grandes deseos de incinerarme. Yahvé es un dios celoso y furioso.
Así que le dije con voz humilde: “Oye, me estoy meando. Luego hablamos ¿vale?”.
“Si tienes problemas de próstata te curo ya mismo”, se ofreció solícito.
“¿Qué cojones me está preparando este cabrón?” me pregunté ya alarmado.
Así que me saqué la polla y me puse a mear delante mismo de sus rayos foto-divinos, tuve que apretar fuerte el culo para que el chorro fuera potente y no sospechara de mi próstata y la urgente necesidad de curarla.
Se le escapó un rayo como un pedo y dejó caer una gran tormenta sobre mí y apagó su luz de mierda.
Esperé que se me apareciera el diablo (ambos son culo y mierda) para pedirle ropa seca, sus intereses por intervención sobrenatural son mucho más bajos; pero tras esperar veinte largos segundos no apareció, y eso que miré atentamente entre la maleza a ver si se arrastraba siseando una asquerosa serpiente hacia mí; pero nada.
Y como soy un cauto optimista, me dirigí mojado a casa; pero a salvo de la ruina y mi polla ilesa.
Dejo foto de la teofanía.
No todo en internet es mentira.
Me refiero a no todo lo que YO escribo, lo demás es para pedirle a Dios que te limpie el culo con ello.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

29 de junio de 2020

Fast & Fascismo coronavirus


Pocas películas usan tantos medios para convencer a los ignorantes de lo maravillosa que es la actual sociedad occidental. Es tan edulcorada, que incluso es peligrosa su visión para los diabéticos.
Fast & Furious 8 es el mensaje doctrinal por excelencia, se ha convertido en una película de escuela infantil y juvenil.
Rozaría la caricatura sino fuera porque pretenden que sea una parábola religiosa en la que se ensalzan las grandes virtudes religiosas y éticas como la obediencia, la fe, la moral, la honradez, la ética, el valor, el esfuerzo, su triunfo y recompensa; familia, amistad y más mierda que te va saltando a los ojos como un cuervo hambriento. Todo ello en un ambiente y lugar saturado de banalidad, materialismo, embriaguez y sexo de postal. Las tías que aparecen entre los coches, tienen el coño relleno de goma espuma y más seco que la mojama de perfectas que son. Los penes de los pavos motorizados serán pequeñitos pero juguetones y desprenderán aromas de miel y hierbabuena para atraer a las idiotas de buen follar; y en lugar de semen escupirán aguas frescas de muchos sabores y colores. Serán eso sí, obscenamente fértiles y tendrán pequeños hijos cabestros como ellos mismos.
Mismamente como si toda esa alegría, sensualidad, riqueza y erotismo, fuera la forma de vida habitual de una sociedad deprimente, represiva, cobarde y masacrable.
Esas escenas de mal cine son la versión pornográfica de la mísera sociedad cobarde, triste, adocenada y ebria que me explota en las narices.
Porque sinceramente, después de haber visto la cara más repugnante de esta sociedad con el coronavirus, ver siquiera el inicio de la estúpida película, ha rebasado mi capacidad de aguante.
Será espectacular el número de aplausos de los sincerebro cuando sus dictadores cobardes del fascismo del coronavirus como Sánchez o Iglesias en España, decreten la encarcelación de los enfermos en los campos de concentración que están preparando (según tenían pensados ellos mismos y dijeron públicamente en ruedas de prensa) con el nombre de “arcas de noé”.
¿Seguirán haciendo mierda de películas como fast & furious? Seguramente las harán aún peores, porque todo arte y ciencia se ha prostituido a las tecnodictaduras del coronavirus.
Por supuesto, cuanto más miserable es un país, más represiva es su dictadura y mayor número de muertos y enfermos causa: España es el ejemplo mundial del fascismo más letal en la actualidad.
En definitiva, quien tenga algo de cerebro, cuando su hijo vea una película como la mentada que lo eduque: esas películas son propaganda de los gobiernos del coronavirus. Nadie es así de rico y feliz de mierda en esta puta sociedad, solo unos pocos que han nacido con suerte en un lugar y tiempo adecuados a ellos.
Porque cada noche de viernes y sábado escucho a los borrachos vomitar y llorar su apestosa vida.
Y cuando follas rabos y agujeros huelen a orina y mierda, hay que ser explícitos en este punto; sin piedad.
Decidle a vuestro hijo sin ningún pudor que la vida en esta sociedad que le ha tocado vivir es una continua miseria de esclavitud, pobreza y podredumbre mental. Rigurosa y severamente controlada por unos políticos que han vestido su feroz fascismo de paternalismo y buenismo.
No permitáis que se convierta en un reguetonero borracho que a los cuarenta años aún seguirá pensando que será un multimillonario con kilos de cadenas de oro en el cuello y cien putas a su disposición cada noche.
Y por favor, no le dejéis que se haga maricón o tortillera por consejo de sus profesores (corre un grave riesgo de que ocurra), preocupaos por su educación; no dejéis nada de las cuestiones de ética y cultura en manos de los docentes que solo buscan convertirlos en bestias serviles afines a los medios de represión y control.
Que no se fíe nunca del cine, la literatura y la cultura de esta época, son falsas y conducen directamente a la persecución y asesinato de la creatividad del individuo para que el adocenamiento de los nuevos dictadores del buenismo lo llene y arruine todo.
Y bueno, si no hay más remedio que ver una mierda de película, que sirva para que entrenéis vuestro vocabulario de insultos llevados por el ambiente propicio a ello.
Jamás morirán los que deben, así que esto va para largo, hasta que venga un Nerón maricón y le pegue fuego a todo de una vez por todas.





Iconoclasta

27 de junio de 2020

Mariflores


¿Y si nacieron flores y luego quisieron ser mariposas?
¿Se las podría acusar de vanidosas, envidiosas, ambiciosas?
¿Las castigaría un dios por querer ser libres?
Como maldijo a Eva…
Las convirtió de nuevo en flores porque él no las creó así. Ese dios furioso no concedió permisos de ese tipo.
Estoy seguro de que cuando llegue la noche, se desprenderán de sus tallos y volarán libres toda una vida de unas horas.
Imaginarlo es un drama hermoso ¿verdad?
Existencias de las que solo estoy seguro ahí, dentro del bosque; cuya soledad susurra imágenes e ideas profundas y extrañas que hacen héroes a seres que a nadie importan si no están en un jarrón o en un ramo.
Las mariflores tienen una longevidad azarosa, a veces revolotean en mi pensamiento unos segundos hasta que un águila vuela bajo y letal entre los árboles, otras veces me acompaña la tragedia hasta que queda debidamente asentada en la libreta de la vida.
No puede hacer daño una caída controlada a los abismos de la magia y la peligrosa ingenuidad.
Porque cuando emerjo a lo humano, se acaba la magia y la realidad lanza un directo a la boca del estómago que provoca una náusea. Tal vez, me golpeo yo mismo. Sino tuviera una férrea disciplina, haría tiempo que habría caído en coma viviendo en un engañoso y hermoso bosque de mariflores y dioses malos como un cáncer.
O no… No tengo suerte: me hubieran desconectado enseguida. Lo bueno se raciona severamente y se paga con dolor, lo malo es pródigo y gratis.
Las mariflores piensan lo mismo en su tallo esperando la noche.






Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

26 de junio de 2020

Nueva normalidad


Eso de la “nueva normalidad” es un término retórico alevosamente infantil y ridículo del fascismo de los gobiernos del coronavirus.
Es el lenguaje del buenismo infra intelectual y del miedo. El vocabulario que hoy se usa para contentar a los adultos subdesarrollados intelectualmente y adoctrinar a la infancia y juventud en la obediencia al gobierno que les ha salvado su vida de mierda.
Si a la chusma cobarde tras haberla sumido en el miedo a morir y la prisión domiciliaria, le dices que le espera una nueva normalidad (basada en la regresión de la libertad individual y la imposición de controles en la vida diaria con métodos fascistas o comunistas); se sentirán esperanzados.
Cuando ignorantes y cobardes se enfrentan a algo “nuevo” como esa normalidad repugnante y pueril, creen que será bueno. Después de tanto encierro, sobrevivir y una nueva etapa de miseria económica, lo nuevo para ellos es motivo de alegría.
Apoyados los gobiernos por una prensa prostituida y una internet que es un auténtico coladero de dogmas-memes, videos y cuentos infantiles para imbéciles adultos y niños, han convertido las viejas y eficaces dictaduras del pasado en “nuevas normalidades”.
El concepto de “nueva normalidad” lleva grabándose en la población sin cerebro durante meses: perderéis vuestro trabajo, el poder adquisitivo, iréis con el rostro cubierto enmascarillado porque sois débiles y cobardes, os enfermaréis por ello; se acabaron las manifestaciones (a menos que seáis lgtbi o policías). Pero lo más importante: gracias a nosotros (el gobierno) estáis vivos.
Dentro de la nueva normalidad hay que destacar el gran número de hombres y mujeres de paja (héroes de una hipocresía y una indecencia descarada) que se han convertido en el rostro y la voz de la esperanza de los millones de inmóviles cobardes. Chusma que encerrada en sus casas no tenía otra cosa que hacer además de debilitarse y empobrecerse, que escuchar las idioteces de los jefes de gobierno y sus estúpidas marionetas (algunas elevadas sin pudor a rango de expertos y héroes) dando ruedas de prensa amañadas.
El que empresarios y trabajadores hayan compartido el mismo miedo y la misma fe en los corruptos y facinerosos gobiernos, no es normalidad, es accidental; todo volverá a su lugar laboralmente hablando: el empresario arriba y el esclavo abajo.
Sin embargo, en lo que a ideas políticas se refiere, los cobardes radicales de ambos bandos tienen una cosa en común: el bozal, cosa que psicológicamente los acerca.
Y bueno, también veremos a esos televisivos “irreverentes” con la cultura de un gusano (los graciosillos colaboradores de sus amos poderosos); seguir triunfando sin ningún mérito ni gracia más que, el que millones de pusilánimes descerebrados borrachos o no, los observan desde el televisor porque no tienen nada en que pensar, ni podrían hacerlo.
La nueva normalidad es otro de esos grandes insultos a la inteligencia y timo que pasará a la historia. Y qué vergüenza me daría ser un rostro en esa entrada de la enciclopedia de la Historia Universal, capítulo España.




Iconoclasta

24 de junio de 2020

Un tótem entre las piernas



“—¿Te gustan los niños?”
Joder...
Adora mi pene, un tótem entre mis piernas que se tensa con un dolor tan placentero que ciega mi intelecto, si es que alguna vez lo he tenido.
Podría hablar del amor y de la belleza que destila tu piel. De que la mía emite frecuencias armónicas cuando estás tan cerca como para sentir tu respiración; pero sería inocuo, poco eficaz.
Un puño se cierra en torno al tótem y no sirve para nada, no alivia la tensión cuando te tengo cerca.
No hay ternura alguna en ese puño.
Y mis testículos hierven pesados de deseos.
No quiero amistad ni complicidades. Eso lo veo todos los días. Vulgaridad y frustración. Banalidades de un deseo que nunca se hace realidad.
No puedo hablar cuando ríes y tus pechos se agitan o simplemente cuando te humedeces con la lengua los labios. ¿Tú sabes? ¿Puedes imaginar lo que es tener al dios polla aquí dentro? Duele y me saca de quicio cuando se endurece, cuando la gota que destila por el meato para meterse en ti se hace fría, siento la imperiosa necesidad de tu coño cálido.
Te gritaría puta por lo que me estás haciendo. Te abofetearía porque encuentras maravilloso que este tótem se erija para ti. No soy tierno, coño, no soy una mierda de enamorado.
Yo sólo quiero clavarte este ídolo y que llores, que te sientas inundada y reventada por el ser supremo que está aquí, pegado entre mis putas piernas.
Deseo estar cerca de ti, pegado a ti, dentro de ti. Jodiéndote con este tótem cárnico estrangulado por sus propias venas que laten feroz y vorazmente por tu coño. Sin decir que te amo. Sin respetar un solo centímetro de tu piel.
Soy primitivo, inusual. Carezco de sensibilidad y de paciencia.
Ya es tarde. 
Mi pene es la prueba misma de la brutalidad, de la ausencia total de inocencia y ternura. No puedo ser delicado con este trozo de carne que golpeo con el puño y no cede en su presión. ¿Ves en mí a un hombre tierno y casi adolescente que te mira con timidez? Tendrías que mojar las bragas con sólo mirar mis ojos inyectados de pura lujuria.
Es imposible evadirse de la carne de tus labios y no besarlos con una sed abrumadora. Sorberlos, morderlos, aplastarlos, lamerlos...
Y quieres que hablemos, conocernos.
Hostia puta.
Sería idiota no decirte que mi pene palpita y busca la humedad de tu ansiada boca. Sería imbécil no confesar lo que gritan mis ojos; lo evidente de esta erección que me colapsa esclavizándome a ti.
Sería idiota callar mi deseo de meter la mano por dentro de tus bragas y atenazar tu sexo hasta que no sepamos distinguir de quien es la piel que está gozando.
No tienes que amarme, ni abrazarme. Ni lo necesito ni lo quiero; no sueño con tu paz ni con tu felicidad. Te quiero arrastrar a mi infierno, condenarte conmigo por puro deseo. Me importa una mierda el ingenio y la inteligencia.
Me da igual tu sufrimiento.
No quiero joderte para que seas madre, no quiero ser padre. Sólo quiero ser el que te folla y te llena de babas. No soy natural, soy la depravación de la naturaleza; no busco reproducción y tener pequeñas pollas y coños babeando a mi alrededor. No soy egocéntrico, no busco eternizar mi tótem creando más generaciones de dioses polla.
Te elevo a rango de diosa.
Tú diosa hembra y yo dios macho. El ídolo estará junto a ti, y dentro de ti; serás la diosa puta con el tótem clavado. Posarás con las piernas abiertas ante la humanidad y yo la obscenidad, metido en ti.
La virgen puta...
¿No te excita? Curar a enfermos y locos con tu rostro gozando de un placer absolutamente carnal; en absoluto espiritual.
Jadear como una perra ante ellos cuando te embista.
Mi pene, este puto trozo de carne que parece llevarse toda la sangre que alimenta mi cuerpo y mi alma, es la bestia que debe joder a la Diosa. El milagro del coño ungido con la leche que no da vida. El milagro obsceno de la anti-creación, de la prueba viva de que no hay fecundidad, sólo lujuria desatada.
Abrázalo, guíalo a tu santa raja y oprímelo hasta que escupa la vida, hasta que el pelele que esté unido a él grite tu nombre sacro y llore ante un placer que pudiera haber buscado durante miles de años de sexual existencia.
Adora esta puta polla y métetela tan adentro que te sientas preñada de vicio y lujuria.
Te exijo que seas la diosa caliente e insaciable donde plantar este tótem que me arrastra como un perro oliendo tu vulva.
Sé tan perra y tan degenerada como yo; ésta es mi voluntad.
Estoy cansado del amor y de la sensibilidad y de los deseos de follar vestidos de gala, disfrazados de arte y literatura.
Tú sabes del ansia, sé que tu sexo se humedece y sientes el rubor subir directamente del coño a tus mejillas. Tú sabes lo que provocas; déjame sacrificarme a ti, un sacrificio de total entrega.
Soy un mierda, nada más.
Cuando te la haya metido y tu raja se haga brillante y se deslice el semen por ella, ya no estaré. No te amo.
Trátame como a un animal sin cerebro, como a un glande al que escupirás con displicencia.
Adora el tótem como un indígena sin cerebro adora a su muñeco de caña o calabaza.
Sé idiota y sólo coño.
No quiero mirar (adorar) tu rostro, es una trampa, algo que me inmoviliza.
Todo degenera, y el amor es sólo escrupuloso deseo, la imbecilidad del hombre que se cree sensible.
Un ángel con la polla tiesa y anudada bajo la toga celestial, eso es el puto hombre enamorado.
Sí, sensible como estos burdos pelos de mis cojones.
Y ahora, coge de una puta vez mi polla, llévatela a la boca y acaríciate, que cuando te la meta grites desesperada la aberración del sexo convulso. Condúceme a ti, oblígame a que caiga y me deslice por tu viscoso deseo de diosa.
—¿Te gustan los niños? —Alba repitió la pregunta llevando la mirada del vaso de cerveza a los ojos ausentes de su acompañante.
La segunda cita iba a peor, se encontraba en una hamburguesería llena de niños y adolescentes, de padres y abuelos; había sido una mala idea de la rubia que se sentaba a su lado en el estrecho banco tapizado de plástico rojo burdel. Le sudaban las pelotas.
El local estaba abarrotado de seres prescindibles y molestos.
Daniel la miraba fijamente, tan fijamente que la hacía sentirse violenta.
—Sí, adoro a los niños —respondió el hombre sin ninguna convicción, bajando los ojos a su refresco—. Precioso.
Alba se lamentó de su mala suerte, otra cita infructuosa; estaba cansada de salidos y tímidos. ¿Es que no hay nadie relajado y natural? Este parecía ir de atormentado.
Y sin embargo, su vagina era un charco. No sabía si se había meado o era una humedad extraña e invasiva.
Sintió de pronto una mano atenazando su sexo bajo la mesa. Y los ojos del hombre se hicieron oscuros.
Y le robaron el sonido al mundo.
El dedo hurgó en la vulva y sus piernas se abrieron sin que les diera permiso.
—Jode a la virgen puta —susurró Alba con voz desfallecida y repentinamente somnolienta en el oído del dios polla.
Niños y adultos inmovilizaron sus bocadillos y bebidas en el aire observando con atención a la mujer elevar las piernas sobre la mesa y al hombre moviendo la mano entre ellas.
La clientela guardó silencio e inmovilidad, dejando que Alba gimiera sus orgasmos y Daniel le gruñera al oído obscenidades para que se corriera. Luego la penetró encima de la mesa, ensuciándose ambos de cerveza, patatas y hamburguesas.
El semen fluyó pesado entre la cópula de los sexos dilatados y empapados, entre jadeos y blasfemias.
Un crío rompió a llorar asustado.
Y los clientes volvieron a seguir devorando y bebiendo su consumición como si nada hubiera ocurrido.
Daniel, sin mediar palabra, salió del local dejando a Alba sola, recuperando la respiración e intentando subirse las bragas bajo la falda en el estrecho asiento; no pudo, las metió en el bolso.
Se sintió embarazada, sentía el semen hervir en su útero.
No le gustaban especialmente los niños; pero había algo dentro de ella, repentino o inevitable. Se sentía confusa...
Recorrió con el dedo las crestas de los labios vaginales empapados de esperma y se lo llevó a la boca.
“Qué puta soy”, pensaba vanidosamente, dirigiéndose a la salida del local.
El niño seguía llorando, se detuvo ante la mesa donde sus padres intentaban calmarlo:
- Es solo mayonesa, nada más -le susurró mostrándole el índice que se había llevado a la boca.
El niño sonrió.
Y ella también.
A la salida de la hamburguesería, con satisfecha lujuria dejó caer un minúsculo feto de su vagina, como un pequeño trozo de hamburguesa.





Iconoclasta

23 de junio de 2020

La verbena de San Juan


Esta noche de nuevo se celebrará la verbena de San Juan: petardos, hogueras, bailes y embriaguez.
Los más afortunados o con más dinero para gastar, una mamada o un mal polvo en el coche.
Bueno, lo de la embriaguez es cotidiano.
Se celebra el solsticio de verano, una fiesta pagana que la iglesia católica enmascaró con la onomástica de San Juan. No importa, sea cual sea el origen de la celebración, festejar con fuego y pirotecnia es bueno.
Hay una violencia obvia en las hogueras y petardos.
Un deseo de reventar con pólvora e incinerar lo cotidiano, lo esclavizador.
Al menos para mí, que no creo en paganías ni santerías.
Las verbenas de fuego son las válvulas de seguridad programadas por los gobiernos desde el primer contrato social de la historia: “Tú me pagas una parte importante de lo que ganes y yo te administro, te rijo, te dejo vivir y te protejo”.
Solo se cumple la primera parte del contrato la que hace mención al pago del jerarca de turno. Todo lo demás es mentira, robo y abuso.
Tiene sentido que los que pagan sientan necesidad de hacer arder y explotar todo lo que se les permita una noche al año.
Los antiguos paganos celebraban y daban las gracias a sus dioses estivales, una forma de conducir el malestar de la frustración y el robo de los frutos del trabajo hacia lo divino.
Lo cierto es que la verbena tiene su esencia en la violencia, en su control. Aunque dado el declive de la especie humana, se ha convertido en una celebración infantil y pueril; porque los esclavos no son conscientes de serlo.
Por ello, o se regala a la chusma unas horas anuales para ejercer una metafórica y controlada violencia, o los jerarcas corren el riesgo de perder sus riquezas y la vida.
Sean católicas o paganas, las verbenas tienen el único fin de proteger la estabilidad del poder: los amos dan permiso a los perros para que salgan a cagar y mear.
Hay que dar salida toda esa presión de la mediocre vida de los trabajadores.
El fuego no purifica nada, solo quema, carboniza en las hogueras verbeneras las frustraciones de los humanos convertidos en vacas y borregos. Lo de la purificación es un cuento infantil y sentimentaloide de los estafadores que gobiernan.
No me dejaron siempre; pero yo quería quemar los libros del colegio, de esa prisión a la que me obligaban a ir todos los días. La verbena marcaba el fin del curso, de los profesores malos y aburridos. Del hastío de estar siempre amenazado en clase: no hables, no te muevas, pide permiso para ir a mear. Amenazas y castigos.
Me gustaría volver al pasado siendo hombre y decirle a un profesor: “Castígame, cabrón”.
Sin los petardos y sus violentas y expansivas explosiones, con toda probabilidad me hubiera convertido en un asesino. Cada petardo que hacía -y aún hoy- hago explotar, imaginaba que era una bomba que les arrancaba la cabeza a aquellos malos profesores, rectos, severos y aburridos como una mierda al sol. Una bomba que hacía explotar en mil pedazos el puto colegio.
Nunca se me ocurrió pensar en Juan o en el dios sol de mierda.
En las hogueras metíamos botellas de vidrio, uralita, petardos sin mecha, pilas… Todo aquello que pudiera explotar y lanzar metralla.
Todas aquellas explosiones que a medida que crecía se hacían más violentas y peligrosas cada año, tenían el único fin de reventar en mil pedazos todo cuanto pudiera de aquella infancia y adolescencia mierdosa del oscurantismo escolar.
Enciendo la mecha de un petardo y sigo pensando en lo bueno que sería meterlo en la boca de alguien de quien se lo merece y lanzar su cadáver al fuego incinerador.
Solo hay algo incruento y dulce en la verbena de San Juan: la coca.
Por lo demás, no encuentro ningún tipo de alegría en ella, solo un rencor viejo como yo mismo.





Iconoclasta
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22 de junio de 2020

Las muertes que no importan


Hay tantas muertes…
Caen las almas muertas como un polen que pica en la nariz, una ceniza que no ensucia, solo molesta. Marchita el buen humor más concretamente porque deja restos en la ropa.
Se puede vivir entre tanta muerte. Es una cuestión tan habitual que ni siquiera preocupa; a menos que seas alérgico a la ceniza de los cadáveres.
Se puede vivir y ser feliz siendo consciente de todos los que mueren. A mí me importa lo mismo un nacimiento que una muerte: nada.
Y por lo que veo, al resto del mundo, salvo los que ahora están en el tanatorio por algún familiar o amigo, también les importa el resto del año lo mismo que a mí.
No soy especialmente cabrón.
Me masturbo con la misma pasión que usaría sino hubiera en el aire polvo de muerto.
Mientras escribo unas palabras que puedan tener cierta irritación, sentido y musicalidad en el pensamiento, las cosas suceden y les doy la espalda.
No se puede estar en todo. Vivo una época veloz, de vertiginosas mentiras, de insultantes ignorancias, de patéticas ingenuidades.
La madurez intelectual de los adultos ha caído hasta límites de subnormalidad.
Y el rigor mortis es la única verdad inquebrantable e inviolable.
Que aquellos que dicen sentirse aún como niños, por favor que alguien los trate. Y sino, los esterilicen para que no se reproduzcan.
Es más romántico pensar en las almas muertas que en las gentes que respiran.
Visito el cementerio a menudo, un cementerio donde no tengo a ningún muerto. Ese silencio eterno, la seguridad de que ninguno volverá a salir de la tumba me relaja.
Porque la muerte de los otros da un respiro a mi humor y sobre todo, más espacio.
Es legal no prestar atención a demasiadas cosas que no me importan, aquellas que más que por su nulo interés, me son estúpidas. Si para alguien pudiera ser un problema moral de empatía, me parece bien y sigo fumando como si nada ocurriera.
Porque cuando ocurren demasiadas cosas, no se pueden procesar todas. No es por falta de capacidad intelectual, es que no quiero morir como si me importaran las cosas (muertes) banales, aquellas que no me atañen directamente.
No soy solidario, solo soy capaz de ayudar a quien miro a la cara, a quien creo que debo apoyar, saludar, abrazar, besar o follar.
Que nadie se engañe, hay mucha chusma que no necesita misericordia; tan solo un profundo agujero para que, una vez muerta, por muy zombi que pudiera ser por alguna catástrofe nuclear, no pueda salir jamás y se convierta en fósil.
Sí, ya sé que hoy día queman los cadáveres más que enterrarlos; pero arder como un neumático gastado no tiene nada de glamur.
Los detalles importan para la última foto.






Iconoclasta
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18 de junio de 2020

Mentes hechas pedazos


Cuando la mente se hace pedazos el cuerpo no atina en ningún movimiento, ni en la articulación de las palabras.
No sé porque no se sincroniza la muerte del cuerpo con la de la mente.
Es pornográfico que vaguen cuerpos con el cerebro podrido.
¿Es acaso una última forma de la naturaleza para dar alimento a los que no han tenido un buen día de caza?
Tal vez sea eso.
Un cuerpo descontrolado, excretando, abonando…
Un cuerpo que vagabundea para servir de comida.
Pero nadie caza esos cuerpos.
Ése es el problema.
No es una noticia feliz.
A veces, los que tienen las mentes hechas pedazos aciertan a follar de forma accidental. Sin pretenderlo, tal vez en sus cerebros podridos guardan la reminiscencia de un episodio sexual y consiguen encontrar sus genitales en su cuerpo idiota.
Y nacen bebés con la mente hecha pedazos, obedientes pero inoperantes.
Y crecen, se eternizan sin control.
Los cuerpos idiotas son un peligro en cualquier especie, la estropean.
La pudren.
Las mentes hechas pedazos han nacido de una endogamia azarosa e inevitable en el hacinamiento.
Las grandes concentraciones de seres de cualquier especie acaban degenerando las líneas genéticas por los graves efectos consanguíneos de un follar ebrio e idiota.
Hay animales que no han nacido para vivir en rebaño; pero no lo saben por desidia, por cobardía, por ignorancia, porque nacieron así de defectuosos…
Una tara pegada a otra tara, a otra tara, a otra tara…
Las mentes hechas pedazos no pueden impedir que los cuerpos sin control rellenen sus propios agujeros con materiales orgánicos e inorgánicos. Los anos han perdido su función para sacar y son para meter, las vaginas son meros estuches portaobjetos, los penes son orgánicos enemas de esperma y orina. Toalleros obscenos que nadie usaría, ergo patéticos.
Los cuerpos idiotas se cortan las venas, o se tiran desde decenas de metros al vacío.
Sin saber por qué.
Si sus mentes no estuvieran hechas pedazos, sabrían que se matan por frustración de la más alta pureza.
No hay cementerios para las mentes y ese cadáver se queda en los cuerpos torpes infectándolos con su descomposición.
El dios de las mentes hechas pedazos solo supo hacer cosas semejantes a él.
Murió el dios y sus creaciones ahora yerran sin padre, gimoteando imbécilmente.
Estamos abandonados…





Iconoclasta
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17 de junio de 2020

Una penita


En los bosques se ve más muerte que vida.
La vida ruge; pero raramente se deja ver. La ocultación es una simple e instintiva cuestión de supervivencia que debe cumplirse.
Es tan triste y trágica la muerte de los pequeños seres, tan trascendente en su soledad que yo también quiero ser un anónimo y pequeño drama nemoroso.
Algunos ni llegan a crecer por una mala suerte, un viento o una lluvia.
Pobrecito… 
Es más pequeño que mi dedo pulgar…
Y se lo comen las moscas.
Todos los seres sin nombre mueren sin lágrimas de nadie en el bosque.
Que borren mi nombre y nadie lo recuerde.
Sé que no es así; pero quiero creer que mueren valientemente. Ahora que nadie observa mi tristeza aquí, tan adentro del planeta. 
Somos tantos en el mundo que no importamos y alguien debe llorar las mínimas tragedias.
Misericordia…
El bosque es tan íntimo, que arranca de mí esas defensas tan bien creadas y me coloca una pena.
Una penita en el pensamiento cuando menos lo espero.
Piedad…
Y le dedico unos minutos de tristeza que se merece el pequeño héroe.
Adiós, pequeño.
Un beso de luz para el oscuro camino.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

16 de junio de 2020

Un gordo enmascarillado


He visto a un gordo corriendo por un parque solitario, con sus vibrantes mantecas subiendo y bajando como gelatina y con una mascarilla negra en el hocico.
He pensado de una forma natural e instantánea: si el obeso cobarde hubiera oído que cubriéndose el morro con excrementos, estaría a salvo del coronavirus; ahora vería trotar al cerdito con tres trozos de cagarro: uno para cada agujero de la nariz y otro en la boca.
Y quien dice el gordo, lo mismo ocurre con esas patéticas familias multimascarilla (tan felices, que parecen estar protagonizando un anuncio risueño de compresas o tampones) que pasean con sus hocicos cubiertos con mucha dignidad; ejemplos vivientes de ciudadanos ejemplares.
No he conocido una época más indigna que la actual. Tres o cuatro décadas de una educación, formación y cultura venenosas han creado los auténticos cabestros que hoy han llorado en sus casas por miedo al coronavirus y aplaudido a su caudillo y secuaces. La política del analfabetismo ha dado sus frutos que, han florecido ahora como gordas y podridas manzanas sin cerebro.
No solo ha sido una docencia siniestra y pútrida. Internet ha sido decisiva para propagar la ignorancia y las mentiras institucionales. La velocidad con la que han entrado en los cerebros lisos de esas ovejas con mascarillas ha sido el gran triunfo tecnológico en lo que va de siglo. El sueño dorado y cumplido de los jefes de estado actuales, esos que han brillado fosforescentemente como nadie en la historia con una cobardía nauseabunda.
Y como a lomos de la ignorancia cabalga el miedo, ahora las ovejas tiemblan a pesar de sus mascarillas.
Sí, se ha creado un nuevo carácter psicológico en la especie humana: el miedo analfabeto.
De una cosa estoy más convencido cada día: es necesaria una violencia sin precedentes, una guerra mundial con sangre y balas reales para que la especie humana se renueve.
Para que no corran gordos con el morro cubierto con un pedazo de papel por los parques solitarios.
Ya es cuasi insoportable la vida en sociedad para alguien que tenga un pensamiento libre, crítico e independiente de cualquier medio de comunicación doctrinal actual.
Un conflicto bélico con millones de personas muertas es la única esperanza para una especie, la humana, inmersa en un grave proceso degenerativo mental y físico.
¿Y si fabricaran las mascarillas con veneno? Eso ayudaría; pero no sería suficiente. Las balas matan más rápidas y mejor.
Además, como la especie humana es plaga, en pocos meses (al igual que las ratas) nuevas generaciones nacerían inmunes al veneno.
Y ante todo no olvidar a los actuales responsables y redactores de los medios de comunicación y “periodísticos” que han vendido sus culos a los tiranos que han emergido como bolitas de mierda flotantes junto al coronavirus.
El coronavirus, necesita refuerzos urgentemente o la humanidad está acabada.





Iconoclasta

13 de junio de 2020

La fuerza que rige mi planeta


Eres montaña, mar y viento.
Eres mucho más. Solo quiero expresar con mi torpeza que cuando te beso, cuando me roza tu piel y su calidez se extiende como un aceite por mi carne y mi alma o cuando en el silencio escucho tu respiración; estoy donde debo y tengo todo lo que necesario.
Eres mi naturaleza, eres una parte de mí.
El viento me susurra cosas que no entiendo, solo intuyo. Y los ojos se entrecierran con un placer sereno.
Como cuando tu voz me habla directa al pensamiento y es capaz de modificar el ritmo cardíaco.
Escucharte es sentirme derrotado y abandonarme a ti con desidia.
Estar a tu lado es caer repentinamente en la cuenta de lo muy cansado que estoy. De lo muy viejo que soy ya.
Todo dolor y toda tristeza, cuando estás, cuando usurpas mi pensamiento con tu potente presencia; queda repentinamente muy atrás en el tiempo.
Es el vértigo de amarte.
Es precioso sentir ese vértigo ¿verdad cielo?
Cuando estás en mi pensamiento, me siento afortunado.
El viento vuelve a hablarme y le digo “te amo”. A ti que eres viento y montaña y aire y mar y mi sangre misma.
Está bien, sé que no es necesario; pero tengo que decirlo otra vez: tú eres más voluptuosa que el planeta. Eres carnal hasta mi desesperación.
Por ello no pienso en la naturaleza cuando estoy donde debo. Pienso en ti como la fuerza que rige el planeta que me contiene.
Siempre es necesario redactar cláusulas con letra pequeña en el contrato de amar para que no quede un solo rincón de ti por mencionar.
Ahora las nubes son oscuras y densas como una tragedia colosal y hermosa.
Y me refugio en ti, las veo a través de tus grandes ojos que serían capaces de empequeñecer los del lobo feroz y no tengo miedo a que me parta un rayo. Eres tú mi tragedia, mi nube oscura, densa y preciosa que me sopla amor y esperanza con su vientos esclavos.
No podría tener miedo jamás, porque soy tu hombre. Necesito que te sientas orgullosa de mí, amor; porque yo solo atino a pensar que soy un mierda.
Necesito ser tu hombre, porque si soy tuyo, soy completo.
Ya llueves, cielo, no quiero dejar de escribir; pero la tinta se emborrona en el papel y no puedo permitirme perder ni una sola palabra de las que escribo evocándote.
Mójame todo, amor; mientras camino a una casa donde no estás ; pero que tiene la soledad suficiente para conjurarte a cada instante.
Que el viento, tu viento te lleve todo mi amor, todas mis letras.
Todo irá bien, cielo.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

9 de junio de 2020

Amor zombi


El amor en descomposición camina despacio y torpemente buscando un corazón que devorar, gimiendo sin dolor; es solo un engaño para apenar y emocionar a sus presas.
Es un zombi.
Con el rostro hecho jirones, de sus labios escapa un vómito que arrastra un labial tóxico. Como ponzoñosas son sus mentiras.
Y sus pechos cuelgan pesados de mentiras y fracasos dejando gotear un pus maloliente para amamantar bebés muertos.
Sus cojones están amoratados como pequeñas bolsas llenas de mierda. Sus penes son trozos de carne que se balancean pequeña e indignamente.
Los amores falsos se convierten en cadáveres corruptos hambrientos de un sosiego que no existe para ellos. Buscan un alimento que nunca saciará su hambre por mucho que lo comieran. Sus genitales están infectados y devoran el placer para dejar un nicho de podredumbre que acabará con toda posibilidad de reproducción.
Bailan en salas de baile mediocres dejando caer sus trozos de carne podrida que otros zombis lamen hambrientos.
Zombi come a zombi.
Sus dedos sin uñas buscan frenéticamente los puntos de placer en el sexo para erradicarlos por amputación y así, consolar su frustración por la incapacidad de gozar y saciar sus descompuestos y corruptos deseos que sus cuerpos tontos y corruptos no pueden sentir.
Los amores zombis son una masa amorfa de envidias.
Hay que alejarse o calcinarlo, porque el amor zombi contagia con un simple escupitajo.
El engaño hace de los amantes cadáveres vivientes. Borrachos, seres ebrios que follan cualquier agujero o se meten cualquier polla. Por ello mutan en seres de alientos rancios que no saben si eyaculan u orinan.
El amor zombi es una amorstruosidad, una mutación que se consume a si misma en el aparente sosiego de un día luminoso, canturreando canciones de las que quisieran ser protagonistas y no los ridículos personajes de su propia mala película.
Sus mandíbulas se abren y cierran mascando una ambición para la que no tienen medios éticos y mentales para cumplir. Sus mamadas no dan placer, solo molestan y no tienen final feliz.
Se les escapa el semen sin ningún tipo de alegría. Lo beben con asco contenido para demostrar que son magníficos actores porno.
Mienten con destellos de dientes podridos con una torpe y ridícula sensualidad.
Luce una vagina demasiado dilatada, ennegrecida y encallecida de tanta carne que devora con su apetito torpe e insaciable. Es un glande con un chancro purulento que provoca una comezón indigna.
Los amores zombis no saben follar, solo se mueven tratando de conjurar un placer que no llegará jamás.





Iconoclasta

5 de junio de 2020

Amar es banal


Amar es una tarea banal producto de una sociedad acomodada.
No estoy seguro de que en tiempos de supervivencia exista el amor; en el mejor de los casos reproducción.
Creo sinceramente que en las sociedades prehistóricas no existía el concepto de amar.
No tenían tiempo para ello.
Ni para el arte.
En cambio, sí creo que dedicaban tiempo a rezar, el miedo siempre es más fuerte que el amor.
A los dioses no se les ama, solo se les pide cosas y blasfema.
La enfermedad y su dolor dan una repentina fe religiosa al enfermo.
Y la riqueza deja en la cuneta a los dioses. Para que eso no ocurra se inventaron brujos, chamanes, santones, ulemas, rabinos, monjes, sacerdotes, curanderos, etc… Para que los ricos pagaran a los dioses sus honorarios a pesar de no necesitarlos.
La homosexualidad como forma habitual de amar llega cuando la sociedad acomodada alcanza la decadencia. Aparece cuando los humanos ya ignoran que un día fueron comida para otras bestias y potenciales cazadores.
Yo escribo porque me sobra tiempo. No sabría cazar, no podría sobrevivir sin dinero; solo con suerte. Y si hay algo que tengo claro, es que no soy afortunado.
Aunque si matar es sobrevivir…
Me conforta la posibilidad.






Iconoclasta

Una sociedad de gallinas con smartphones


El hecho de que una sociedad haya entrado en un pánico tan inmovilizador como para que les impida realizar sus actividades más básicas de supervivencia, indica la degradación, el grado de decadencia tan peligroso en la que vive. Es inadmisible para cualquier especie del planeta sufrir semejante cobardía paralizadora.
El coronavirus no es nada comparado con la peste neumónica. Hay cosas peores, mucho peores; so cobardes.
Una sociedad cobarde (aunque sea la cobardía de su gobierno) está abocada a su destrucción o caer bajo el gobierno de naciones o gobiernos con determinación y valentía. Enfermedades y epidemias han existido siempre. Los africanos viven con ellas de forma habitual y no se pueden permitir esconderse y no hacer lo posible para comer, para vivir en definitiva.
Tal vez sea un país africano el que tenga fuerza y determinación para ocupar una nación cobarde como España, por ejemplo.
Es el momento perfecto para guerras invasivas entre naciones.
Es fascinante observar en vivo el colapso de pánico en el que han caído las reses humanas en muchos lugares del mundo. Por supuesto, los más cobardes han sido los representantes de los gobiernos e instituciones. Incluso los militares y fuerzas policiales represoras se han cagado por la pata abajo.
Los cobardes no solo merecen ser esclavizados e invadidos por otras sociedades: deben ser severamente controlados y sometidos sin contemplaciones.
Los países valientes y activos, con determinación de vivir; tienen la responsabilidad de cuidar de la pureza y el vigor de la especie humana: controlando las sociedades acobardadas, incluso evitando su reproducción para evitar más sucias líneas genéticas como las que hoy abundan.
Solo una violencia sin límite que supere en mucho a las muertes provocadas por cualquier epidemia, puede resultar un escarmiento a las decadentes sociedades de la tecnología de las redes sociales. Es la única forma posible de erradicar la podredumbre sobre la que duermen las reses humanas de las actuales sociedades occidentales, tan indignamente decadentes.





Iconoclasta