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Mostrando entradas con la etiqueta Amor cabrón. Mostrar todas las entradas
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30 de julio de 2022

La tierra prometida


La única tierra prometida es la que ella pisa.

La que amo, la que añoro, la que necesito, la que quiero abrazar, la que me la pone dura, la que quiero follar, poseer, amamantar, con la que quiero empezar y acabar el día. La que quiero solo besar…

Una grandiosidad de alma y coño…

Y yo un poco cosa, un paria de la tierra demasiado alejado de todo. Infinitamente lejano de lo que amo.

Un nómada en el planeta buscando sus huellas.

Con el corazón partido en dos, una mitad roja y brillante que corre miles de kilómetros por delante de mí, hacia la diosa.

Y la otra negra, como podrida, que envía con golpes dolorosos la sangre a las venas que parecen reventar de un cansancio, de un hastío, de una eterna puta suerte que no cambia. Y aun así, me mantiene mierdosamente vivo enviando sangre a mi polla amoratada. Una sangre que parece coagularse y hacer del rabo una maza mórbida, obscena, de violenta penetración ávida y feroz.

Me gustaría que fuera más gorda, más larga; pero nada es perfecto.

Tengo que trabajar este problema, algo cosmético antes de violar a mi diosa si eso ocurriera.

“Oye viento, dile a la diosa que llego. No sé dónde estoy, pero voy”.

Deliro por el camino creando esperanzas en el Páramo de la Desesperanza. Esperanzas de magnitudes tan grandes como el amor desesperado que me lleva a desintegrarme, a erosionarme en mi camino hacia ella. Esperanzas colosales que no me caben en el pensamiento y se marchitan. Dejo un rastro de alegrías muertas tras de mí.

También imagino mis dedos extendiendo pequeñas ternuras por su piel, y siento unas repentinas ganas de llorar...

Le vendo la parte sucia de mi alma al diablo que la desea. Ha emergido de un espejismo de gas que flota sobre la tierra quemada por el sol.

“Te la cambio por unos miles de kilómetros y de años que me acerques a ella.”.

Se ríe y me dice “Vale”. Sabe que no tardaré en morir y tendrá mi alma entera sin nada a cambio. Bueno, no puedo hacer gran cosa contra ello.

Solo espero que cuando llegue a ella no muera, sería una broma de mal gusto. Que me dé tiempo a mentirle jurándole que estaré con ella toda la vida.

Porque sé que he gastado ya toda mi eternidad en fracasos; como el astronauta que sale al espacio y solo ve muerte. Tanto afán, tanta ilusión alimentando sensaciones y fantasías, para acabar flotando en toda esa letalidad aséptica. Lo único que escucha es su respiración y se deprime. El universo no hace ruido, solo es un inmenso vertedero de piedras que no permite el más mínimo jadeo de vida.

Al menos los cementerios tienen la gracia de los epitafios.

Sin embargo, el espacio que ocupa mi diosa de pezones lamibles y plenos de vida, es la máxima expresión de lo carnal en un mundo de ángeles asexuados.

Tiene suerte de que no es un planeta, porque no podría evitar estrellarme contra ella, su atracción es como la de un agujero negro. Y me pregunto si su coño me absorberá y sacará de aquí. Me lo pregunto con un hálito de esperanza dándole la espalda al diablo que aún sonríe astuto detrás de mí, esperando que muera.

El sol incide con una hiriente verticalidad sobre mi cabeza y crea entropía en mis neuronas ardiendo. Me encuentro calculando la órbita de aproximación de mis dedos entre lo más íntimo de sus muslos. Y mientras me acerco en elipses cada vez más pequeñas, le rezo que la amo.

Y flotan blancas lágrimas en el espacio que se congelan con un dolor en mis cojones.

El sol me evapora la razón en este páramo sin horizonte y antes de olvidar quien soy, lanzo un beso a mi amor, que corre a la velocidad de la luz antes de que el sol también lo evapore.

Yo camino con determinación; pero el diablo, dale que te pego, me susurra: Muérete ya. No te quiere, no te quiere, no te quiere…

Qué tentador es el hijo puta…

Te quiero cielo, voy a ti, dame unos minutos.

Y con una carcajada vomito todos los dolores añejos y rancios, son de carne podrida.

Es un peso que me quito de encima y el diablo los devora con glotonería.

Es hora de dormir, mañana será otro día.

“Sí, mañana. Duerme”, dice el Astuto en mi oído.

Bendita sea la horizontalidad de la muerte.




Iconoclasta

21 de julio de 2022

La mujer ardiente

Una mujer caliente, sexualmente excitada, es la mayor fuerza de la naturaleza, no puedes combatir contra ella.

Debes arrodillarte y leer el salmo de su coño. Ciego, con la lengua, con los dedos descifrando un Braille de gemidos y espasmos que brotan de sus muslos y boca.

Has de humillarte ante su fuerza y acompañar su pelvis en cada estremecimiento que padezca, que se corra llena de ti.

Y observar como exhala su alma entre los labios jadeantes.

Y beberla.

Que grite o susurre impúdica e implacablemente su placer.

Es imposible sentir su húmedo poder y contener un semen que hierve, que duele presionando en los cojones. Que brotará por un glande cárdeno henchido de sangre.

Mascullar íntimamente a la diosa desatada que es tu puta, que la odias por su poder que te convierte en su siervo y esclavo. Y que la leche que rezuma por su coño está formada por tu alma y tu corazón.

Preguntarle: ¿Quieres matarme? Es eso lo que quieres ¿verdad, cielo? Que derrame lácteamente mi vida dentro de ti, sobre ti. Y aún muerto seguir amándote con desesperación.

Somos el sacrificio de la diosa.

Y una obscena redención.

Un suicidio líquido y cremoso.




Iconoclasta

30 de junio de 2022

Cháchara de amor


No te ofreceré nada; pero intentaré hacer lo necesario para que no sientas que te he estafado tiempo de vida.

Lo que dure.

Lo digo porque hay gente muy paranoica que cree que su tiempo es oro y luego te quieren cobrar intereses, como si hubieras asistido de su mano a algún tipo de experiencia o cura milagrosa.

Mi cura milagrosa solo pueden ser tus labios, los cuatro.

Soy muy simple y fumo para parecer que pienso. Como te digo, mientras viva no tengo otra cosa que hacer más que amarte y no soy un beato como el joven Werther. De follar tengo mi experiencia, o sea que de adolescencias y cosas de esas, nasti de plasti. Quiero decir que tengo duricias en el alma y en la picha; pero no me siento especial, tienes tantas como yo en el alma, se te nota en esa mirada de mujer loba.

También tengo experiencias en fracasos, por viejo y por tonto, diría incluso que los colecciono. No aprendo nunca, a mí nadie me enseña nada ni me escarmienta. Y no hay nadie igual en el mundo y nada se repite. Me paso por el rabo lo que me predicaron para hacerme idiota que es justamente lo contrario.

Existe el pensamiento insectil en una masa humana; pero todas las reses huelen, apestan distinto; debe ser por sus hábitos alimenticios e higiénicos. Una cuestión ganadera.

Así que cuando pinte mal, me largo y no montamos dramas innecesarios. Si en la vida sobra algo, es pesar.

Y si te parece bien mi currículum, vamos a follar que tengo la garganta seca de tanta cháchara de amor.




Iconoclasta



24 de mayo de 2022

Un Pinocho inquieto


Tengo un tic nervioso, un Pinocho inquieto en la bragueta.

No me creas banal o vulgar, solo es obscenidad, sincera lascivia.

Soy viejo como el mar y la ingenuidad es un cadáver entre los huevos.


Una usual calentura, un cipote de madera ardiente.

Un infierno en los cojones, una leche como lava.


Ni por un momento pienses que es defecto de fábrica o de un Gepetto senil, acabado.

Acepta tu responsabilidad, amor.


No crece la nariz con mentiras, ocurre con tan solo un aleteo de tus pestañas, solo con una mirada tuya, mi puta.

Ante ti, diosa del alma y la carne plena de sangre pulsante, pudiera parecer que miento; pero solo rabio de deseo.


Mi hada azul de destellos húmedos y regueros blancos en tus recónditos muslos…

No es por mentir el Pinocho inquieto, cielo. Simplemente una lógica indecencia de tal magnitud que el universo mira a otro lado con una tos de embarazo.



Iconoclasta


14 de mayo de 2022

Miopía y accidente

Eres un maravilloso accidente en mi vida. Y te llamo accidente por lo sorprendentemente fácil que es amarte; como caer por un tropiezo y darse cuenta de que estás perdidamente enamorado.

De la forma más ilógica e inmadura.

Si tú eres un accidente elegante, ingenioso, irónico (cómo me haces reír), con unas sofisticadas clavículas y unos pechos hermosos y lamibles. Yo me siento como una piedra en tu camino.

O en tu zapato, irritantemente adentro (es mi fetichismo).

Y siento mucha angustia, temo por ti, por tu salud.

¿Y si tienes un agresivo astigmatismo, miopía o alguna patología como un absurdo daltonismo que en vez de cambiar los colores, cambia las formas y los rostros?

No creas que pretendo cuidar tu salud.

Te quiero enferma si ese fuera el caso.

Deseo que sigas viendo lo que no soy, que mi vejez y decrepitud sigan ocultas a tu amor. Ruego porque jamás acudas al oftalmólogo.

O al psiquiatra, aunque sea más grave.

Si pudiera, te mantendría engañada todo lo que me queda de vida.

Porque si te pierdo ¿qué me queda?

Este egoísmo mío es una lógica secuela del accidente que representas para mí. De amarte.

Y constituye una constante lucha por reparar este engaño al que estás sometida.

Temo algún día estropearlo todo y ser sincero. Llevarte yo mismo al oftalmólogo. No puedo reprimir estos accesos de ética que me sobrevienen.

Temo clavarme yo mismo el puñal y perderte.

Aunque también existe la posibilidad de que esté loco y tú no me ames. Tú no existas.

Entonces no te haría daño, no tendría la pesada carga de tenerte engañada.

Mi locura es la única posibilidad para seguir siendo tu piedra, solo a mí corresponde concertar cita con el especialista.

Así que no puedo ni quiero reparar este hermoso accidente, mi amor. No sé si estoy loco o tú estás ciega, pero el mundo está bien así.

Te amo, bella miope.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


23 de marzo de 2022

De mierda a dios


¿Me creerías si te confieso que no soy un dios?

No soy de tu estirpe, mi hermosa divinidad.

¿De qué parte del universo llegaste en tu nave invisible?

No sé qué hago a tu lado, cuando de repente apareces cabalgando un rayo de luz.

Amándote y soportando titánicamente el peso de tu amor.

Los huesos parecen partirse, estallar como troncos de madera podrida con un golpe cuando pienso en tu rostro y en tu boca que me come, me absorbe, me arranca el alma que ahora sé que es blanca como la leche.

No sé cómo ocurrió, por qué motivo te enamoraste de mí, es absurdo...

Tal vez el error de una diosa que erró su rumbo interestelar.

O es tu juego.

Tu capricho divino.

Un coño palpitante y hambriento que viaja milenariamente en el espacio-tiempo…

No sé, no entiendo, no comprendo.

Pero no soy como tú.

El peso de tu amor es abrumador y siento que he usurpado un lugar y un tiempo que no me corresponden.

¿Y si descubres que soy un mierda?

Lo sabes, ¿verdad?

Debe ser tu misión: observar fascinada (porque tu sonrisa es celestial y cósmica, una piedad dolorosa) la sordidez de mi vida acariciándote ese inmenso clítoris que llena mi boca hasta la asfixia, destilando un néctar denso y dulzón en mi lengua, en mis labios. En mis cojones que me duelen.

Hasta que tus dedos los consuelan.

Lanza un rayo protónico divino y mata al humano obsceno que ha hecho un altar para ti en su sucia y triste habitación, donde se masturba con gritos cuando no te manifiestas. Que al despertar se levanta pisando infecciosas jeringuillas sucias de sangre y caballo.

Tengo tanto alcohol en la sangre que temo arder cuando enciendo la pipa de crack.

Busco putas para humillarme, para ser indigno de ti y me abandones.

Y si me abandonaras, me abriría los muslos desde las ingles verticalmente para desangrarme en un instante cuántico…

No puedo evitarlo, les clavo la navaja en la nuca cuando me comen la polla. Mueren como los toros en el descabello, quedan inmóviles con este rabo que es tuyo en la boca y luego, mutilo sus cuerpos mortales; sus pezones no son como los tuyos. Y odio todo lo que no es tú.

Sus coños están tan secos que me duele cuando las jodo.

Coños de madera astillada que gotean la sangre de mi glande lacerado…

No soy un dios y el problema es que para merecerte no debo solo parecerlo, debo evolucionar a una deidad maligna que elige quien vive y quien muere.

Tú la diosa cosmonauta del amor y yo el divino de la muerte, solo así podría soportar el tormento de amarte.

Formaremos el Olimpo más sórdido y obsceno desde la creación del mundo.

¿Cuántos insignificantes mortales como yo tendré que sacrificar para ser como tú?

¿Cómo si no, se hace dios un mierda?

Amarte, siendo solo lo que ves, me está llevando a la desintegración.

Y tal vez es tarde ¿verdad? Tienes los datos, ahora ya sabes lo que dura un humano entre tus brazos.

Te irás en ese rayo de luz para siempre.

Puta diosa, te amo más que al jaco que pudre mi sangre.

Siempre fue tarde para mí ¿verdad?



Iconoclasta

24 de febrero de 2022

La ternura que la lujuria esconde



Hay un vientre sacudido por espasmos, los ecos de un placer que suben desde el coño como latigazos lascivos, sin penitencias que alegar. Sincronizados con mi lengua, con mis dedos y mi pene hambriento.

Desbocada, maltrata con paroxismo el clítoris ante mí, retándome a que sea tan brutal como ella consigo misma. La quiere más adentro, más fuerte. Que le reviente ese coño ardiente gritan sus dedos chapoteando, rozando mi puta verga que trabaja como un pistón; que a duras penas puede contener un semen que hierve y pulsa doliente dentro de la dura carne.

¿Cómo es posible que el deseo sea tan líquido? Pienso cuando el glande es acariciado por los mojados y resbaladizos labios de su coño.

La primera lefa la escupo en su monte de Venus, y le salpica el vientre. Luego la violo con fuerza, y descargo. Cierra las piernas en torno a mi cintura y clava los talones en mis nalgas para meterme en lo más profundo de su vagina que se contrae con fuerza, lo noto en mi pijo que revienta allí dentro aprisionado.

Y ahí me quedo intentando respirar.

Ella inmóvil, aún aprisionándome, se asegura de que el vaciado sea perfecto.

Me libera y me aparta casi con desdén, se acaricia perezosamente añorando lo que ocurrió hace unos segundos, y el semen se derrama dulcemente por sus dedos. Un último gemido y se gira de lado en la cama, dándome la espalda.

Le gusta hacerme sentir como un esclavo sexual.

Por favor… Está preciosa.

Pero yo también soy cruel, me acuesto pegándome a ella. Con el pene más relajado, con restos de un semen ya frío rozo sus nalgas.

– ¡Cabrón! –e intenta separarse de mí; pero no la dejo, le muerdo y beso la nuca porque me la comería, y ella patea para alejarse.

Con la boca llena de su pelo farfullo algo que la hace reír.

–Un día te la arranco– dice apresando con fuerza la fláccida polla y limpia su mano de semen en mi cara con una risotada.

Y no dejo de maravillarme de que tras toda esa obscena lujuria, pueda luego surgir un par de adultos traviesos que al final, desembocan hacia una ternura inaudita.

Solo deseo que como amante o adulto travieso, que mis mañanas amanezcan con ella, aunque esté en la cocina haciendo el café para su macho.

Bueno, cuando le digo lo del café, me dice no sé qué de mi madre.

Y entonces soy yo el que lanza una risotada.



Iconoclasta


23 de febrero de 2022

Y hoy tengo un buen día


Camina pensando en sus banalidades de prostituta. En un momento dado no sabe dónde se encuentra y mira agitada y angustiada en derredor intentando hallarse en la ciudad.

Tenía el cerebro podrido e incluso lo podía contagiar si eras débil o niño.

A aquella puta le pasó unas cuantas veces. Se colocaba con drogas que conseguía en el trabajo a cambio de una mamada o una mala follada, incluso grupal; su coño era un cóctel de sémenes distintos.

Su boca y su coño eran idiotas.

O son, no sé si aún vive, y lo cierto es que tanto me da que viva o muera. Me la pela.

Solo me revuelco desinhibidamente como un cerdo en el viejo y apestoso barro.

En algún momento me confundió con un asistente social de yonquis.

Pensaba que su coño era una joya irresistible, nunca le dije que olía a excremento. A veces cometo actos de piedad. Es una generosidad propia de los recios.

Y en algún momento le di la patada porque no nací para misionero, soy discreta e infinitamente malo y perverso. Por supuesto, selectivo, mi cerebro no está podrido solo es indecente e indecorosamente eficaz; puedo apreciar cosas si me lo propongo.

Una vez participó en la marcha de las putas; pero claro, no era de esas putas. Las putas no son malas personas por definición, ella sí.

No sabía mamarla; pero le ponía interés. Y si no por arte y profesionalidad, por aburrimiento también te puedes correr, les ocurre a los borrachos; incluso sin que se la chupen.

Me gusta la indecente poética de lo sórdido…

Dicen que uno tiene la vida que se merece. Una mierda, es una puta suerte, una ruleta que reparte premios podridos en mayor o menor medida.

Han confundido el misticismo con la ignorancia y el infantilismo. Ser adulto e ingenuo es lo mismo que ser retrasado mental.

La vida no tiene desperdicio, me refiero a lo literario, a lo sórdido.

Me muevo bien en ello; como el cerdo que he apuntado.

Juego con ventaja, tratar con una puta mala es infinitamente más relajado que salvar la vida.

Y si algo aprendes, o debieras aprender si no eres como la puta del cuento, es que la parte mala de la vida la has de extirpar cuanto antes, es en lo único que no has de reflexionar. Sé veloz e impío arrancándote las putrefacciones, aunque tengas que perder parte de ti.

Porque apenas hayas leído esto, yo podría estar muerto.

O tú.

Yo pretendía ser un escritor de esos atormentados, hechos mierda por los golpes de la vida. Y mira por dónde, que he salido un buen hijo de puta.

Soy la parte de la naturaleza humana que intentan barrer bajo la alfombra.

No me quejo.

Me gusta, qué cojones.

Prefiero ser odiado a comer mierda. Si hay algún problema, encontraréis cochinas ventanillas de reclamaciones para tarados en cualquier lugar de esta sociedad degenerada e hipócrita; y también puta e idiota hasta para hacer mamadas.

Y hoy tengo un buen día.



Iconoclasta

22 de febrero de 2022

Consumo de vida y amor


No tengo claro cuanta vida consume el amor.

¿Y si es al contrario? Que sea la vida la que desgasta el amor.

Entonces también cabría preguntarse:

¿Cuánta vida consume la búsqueda del amor?

Sea como sea, has de ser muy cauto cuando juras que la amarás por toda la eternidad.

Y también debes preguntarte, dado el caso:

¿Qué clase de amor es el que no puedes jurarlo eternamente? Es una mierda de amor.

No seas estúpido, ama con pasión, sin razonar; porque de lo contrario estropearás una de las cosas más bellas de la vida.

Y que pase lo que quiera.

Tú, ámala. No tienes otra opción. No tienes otra cosa que hacer más digna.

Cuando todo deba ir mal, cuando se rompa, llora.

Y desgástate buscando otro amor. Consume la vida en la búsqueda de la belleza.

Además, te distraerá de la muerte que te pisa los talones.



Iconoclasta

14 de febrero de 2022

Simbionte de ti


El amor es la partícula más pequeña del universo.

Tiene que serlo…

El amor penetra en el corazón, el cerebro, el estómago…

Y en el vientre, porque al sentirlo te doblas.

Es una partícula microscópica que se filtra por los intersticios epidérmicos y viaja hacia el corazón, el cerebro y el aparato digestivo.

Y se enquista en el pensamiento, en el ritmo cardíaco y en las entrañas provocando un vértigo. Se aloja en los pulmones, por ello suspiran los amantes, pareciendo que están cansados, derrotados.

A la fuerza tiene que ser muy pequeño el amor. Solo puede ser atómico o molecular para llegar a lo más profundo.

Escribiría “te amo” en lo más íntimo de tus muslos con letra microscópica para que las palabras entren en tu sangre. Escribiendo cerca de tu coño para mortificarte, alargando la escritura hasta que mojes y emborrones las nano palabras de amor y deseo.

Una gota infinitesimal de tinta cae en el papel en el que te busco y te pienso, como una lágrima negra inevitable. Y un semen que muere enfriándose en las sábanas que no tienen tu forma ni calor en mis amaneceres.

Así es la metástasis del amor.

Es tonto decirlo; pero lo que no amabas no dolía, no duele.

Sin ti hay dolor, y eres la radiación que necesito.

He mutado, ahora soy un simbionte de ti.

No sé dónde empiezo yo y dónde tú dentro de mí.




Iconoclasta

6 de febrero de 2022

E irá a peor


Una vez te escuché, y te amé.

Otra vez reíste, y te amé.

Otra te besé y te amé con la boca abierta como si fueras aire.

Una vez jadeaste cuando estaba dentro de ti, y te amé con la furia atávica del celo animal.

¿Te acuerdas cuando estornudaste? Pues te amé.

Una vez me acariciaste y te rogué que no pararas. Y definitivamente te amé.

Aquel día tardaste demasiado en llegar a casa y añorándote te amé.

Hiciste un plato de lentejas del carajo, no sabían a nada. Te amé más que a mi puta vida.

Y aquella vez que me rompí, mis trozos te amaban.

Las paredes estaban podridas y los grandes gusanos corrían horizontalmente por su interior, abultaban la pared en ráfagas veloces y temía que salieran. Me despertaste: ¡Pablo… Despierta! Y te amé con el corazón desbocado.

Cada gesto, acto o palabra que realizas, es una razón para amarte. Descubrir algo nuevo de ti, es una nueva razón para amarte.

Y todo parece indicar que irá a peor, que me faltará vida para amarte en la totalidad de ti.

Una vez concluí que eras inabarcable y te amé.

Hace unos segundos escribí de ti, y te amé.



Iconoclasta

28 de enero de 2022

Su amanecer



Es sorprendente su ímpetu y entusiasmo al recibir el nuevo día hablando, cantando, riendo…

Amanece cuando ella abre los ojos, aunque el sol lleve horas calcinando las pieles.

Amanece cuando inunda con su voz mi mundo, que está en ella.

Literalmente, cuando ella amanece se rasgan mis tinieblas.

Y el sol siente que no ha hecho bien su trabajo.



Iconoclasta

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24 de enero de 2022

La diosa y la luna


Su piel se aseda con el tenue frescor de una brisa marina, los pies cubiertos por la blanca arena forman el sagrado pedestal a sus piernas infinitas. En una nalga la arena se aferra y la hace deseable hasta la paranoia.

La mía…

Sus pechos pesan en el sujetador del bikini que apenas los cubre y las ingles lucen poderosamente seductoras limitadas por la braguita.

La luna hace foco en ella y unos rumores de tambores tierra adentro evocan tiempos de magia antigua, como las olas mismas que la llaman, que la anhelan...

Lanza su mirada a la luna y se adivinan milenarias en su belleza, ambas, la diosa y el astro.

Y siento que mi mente me arrastra hacia la deidad, que el pene tira de mí y la piel me arde.

La de mi puto pijo.

Es lo que debo hacer para seguir vivo: desgarrarme y arder.

No hay elección.

El quebranto más bello de la mente.

Correrme en ella, en su arena, en su piel, en su mirada... Que la luna mire excitada, con su color de semen encendido, la violenta y lasciva comunión del mortal y la diosa.

Como un cuento con final feliz… No puede hacer daño.



Iconoclasta

17 de enero de 2022

Una tenue caricia de luz y calor


A veces no odio el sol, a veces no odio que me caliente más de lo que estoy.

Agradezco su tibieza cuando la gelidez me ha enfriado tanto la sangre.

Cuando los dedos de una pierna casi muerta se parecen aterradoramente en su cérea palidez a un cadáver (la carne de mi padre muerto).

¿Has probado alguna vez, tras mirar el fuerte reflejo del sol en la superficie de las cosas y las pieles, a cerrar los ojos rápidamente?

Es como hacer una foto y capturar el calor, un calor amable que hace rojiza la oscuridad de ti mismo y da calor a un pensamiento frío, un poco cansado muchas veces.

Te lleva a suspirar por consuelo y paz.

Así te amo yo, cielo.

Suave, templada y luminosamente.

Como un destello de consuelo y esperanza dentro de ti, donde más profundo podría llegar jamás.

Quiero pensar, necesito desesperadamente creer que soy luz y calor en ti.

Esplender en tu alma…

Sin que te des cuenta, cuando cierres los ojos al mundo, entraré yo y sonreirás porque estaré bien en ti, seré una foto perdida en el tiempo, en tu pensamiento.

El mundo no está bien, nos lo han estropeado todo.

Y yo que me creo fuerte, quiero combatir el mal por ti, en ti, dentro de ti. Una caricia mortecina y cálida en tu alma. Un “todo está bien, amor”. Sin palabras, sin toda esta hemorragia de letras que no consiguen definir tanto amor.

Lo que no evitará que te joda, que me meta en ti furioso como una bestia en celo, con la lengua destilando una baba animal, con mi rabo trémulo, henchido de sangre y semen.

En tu coño.

Coño adentro… Sin piedad…

Lo he intentado, quería ser sencillo, suave, una pequeña existencia esperanzadora en tu pensamiento. Inevitablemente, amarte no es tan sencillo ni sutil. Es brutal.

Primigenio.

Que mi calor llegue a ti, mi amor.



Iconoclasta

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26 de diciembre de 2021

Penas y sangre

 


¿Has visto bien el cráter que forma la sangre que lloras? Es mucho más grande que cuando lloras la incolora pena.

La tierra no quiere penas, está hambrienta de sangre, se abre más a ella. Como tus piernas se abren a mí.

No te preocupes por la sangre, es la mía la que quiere. La tuya ha de quedar en tus venas, has de ser eterna.

Ya no tengo penas, tengo exceso de sangre; te amo demasiado.



Iconoclasta

13 de diciembre de 2021

Una misión sagrada


Dije que hay cosas que no tienen discusión, que no deben ser cuestionadas.

Hay afanes inquebrantables, misiones sagradas.

Un destino que yo creé, que yo mantengo vivo.

Si has pensado que tu cuerpo no será mío, no sabes lo que soy.

Si por un momento has pensado que toda esta acumulación de pensamientos, deseos y locuras son simples recursos literarios; estás perdidamente desorientada.

Tu alma sé que es mía, sé que te la he doblegado con amor. Tu cuerpo se resiste porque es palpable como el mundo.

Y la propiedad oculta de lo palpable es no creer hasta tocar. Porque el pensamiento está a años luz del músculo, la víscera, la piel y el hueso.

Divina es tu alma; pero tu cuerpo es mi burdel, no existe la retórica para tus pechos, para tu boca y vagina que son sima y precipicio.

La suerte está echada.

Alea jacta est, yo digo.

Y tu cuerpo será sometido como tu alma. ¡A mí!

Y acabará esa tristeza y la sensación de piel fría que deja. No buscarás un sol que te caliente, porque tu piel estará tan templada como hidratada por mis labios.

Y de la misma forma que las palabras de amor calan profundas en tus oídos y ojos, mi mano se arrastrará pesada y recia por tus rodillas hasta lo más íntimo del interior de tus muslos, allá donde mantienen un brillo húmedo.

¡Oh, dios! Tu coño…

No ocurrirá de otra manera.



Iconoclasta


8 de diciembre de 2021

Un tanto nervioso


Vale, de acuerdo, me pongo un tanto nervioso al hablar contigo; seguro que no te parece extraño. No soy el único que tartamudea; pero es que esta erecci... Quiero decir, esta admiración, confunde mi aparato fonador y mi cerebro.

Eres diosa y yo mortal... Es normal mi estado nervioso, acostumbrarme a ti y tu sensualidad divina requiere tiempo.

Y tiempo no me queda, por ello permite este acto de superficialidad que es penetra... Quiero decir, pedirte un beso en la boca y acariciar tu vagi... tu pálida y suave piel.

¿Ves? Esto no tiene arreglo, mi diosa. No puedo acostumbrarme a ti.

Solo me queda prometerte mi ansiedad eterna.

Como no soy elegante, me puedes esconder en algún lugar para que no te avergüence y luego, en la intimidad nos relajamos y te la met... te beso, quería decir.

Y aunque no te lo parezca, no busco solo sexo, busco tu alma… Está bien, sé que el bulto en el pantalón no me da credibilidad; pero si supieras lo agitado que está mi pensamiento, te preocuparías más por tu cordura, que pienso arrebatarte.

Estaré nervioso, histérico, descontrolado y ansioso; pero hay una inteligencia emocional que me lleva a hacerte mía.

Ser un tanto ansioso, incluso psicótico es muy distinto a ser idiota.

Te invito a foll… ¡A cenar quería decir!

Qué manera de sudar...

Y no te rías, tanto diosa cruel.



Iconoclasta

21 de noviembre de 2021

Perdón


Llueven hojas secas…

Es normal, es otoño, coño.
Quisiera sonreír; pero el sonido de las pequeñas hojas al caer me evocan los besos que nunca sucedieron, que no llegaron.
Como ternuritas que apenas nacer, murieron.
Así que cierro los ojos ante la fría y suave brisa. Y escucho ese crepitar rodante de las hojas por el suelo, sintiendo que realmente son los besos tiernos que se secaron en mis labios.
Y deseo pedirte perdón entre este íntimo rumor de tristeza.
Perdón por los besos secos que ruedan a ninguna parte.
Te pido perdón, cielo, por haber nacido mucho antes que tú, muy lejos de ti.
Las hojas ruedan sonoras y juguetonas y con ellas llevan un trozo de mi alma, un jirón que se ha desprendido también seco.
El otoño pone en jaque mi entereza, cielo.
Tal vez, al menos esa seca piel de mi amor pueda llegar hasta ti antes de pulverizarse.
No sé, mi diosa… El otoño templado es la cuenta atrás que lleva a la gelidez y a la exaltación del amor que es imposible abandonar por mucho que duela.
Te pido perdón, sin dejar de amarte.
Misericordia…
Seré entre las hojas que pisas, lo juro.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

22 de septiembre de 2021

El cruento amor y el cinismo


El amor está formado por dos frecuencias para aquellos que lo asumen con fuerza, con pasión: euforia y compulsión.

Saben muy bien por esa inteligencia instintiva que habrá dolor y abrazos cansados. Y tras ello, tal vez un fracaso.

Y se van a lanzar a las fauces de la tragedia porque les da sentido a sus vidas.

Mejor esa posibilidad de fracaso que un paseo aburrido por unos grandes almacenes. Mejor la locura irracional que un medido y aséptico cariño de mierda.

El cinismo es un acto de crueldad con los sentimientos necesario para no caer en una indolente complacencia  o ingenuidad. Jamás debes caer en un marasmo de amor como el que padecen los más ineptos seres del planeta, los reproductores que dejan sus vidas y su pensamiento en manos de una abeja reina y se mueven en direcciones estrictamente indicadas, con fe.

Así que no te dejas embaucar por ningún amor de teleserie hasta ser consciente de que vas a vivir un drama y no una película de princesas para todos los públicos apestosos. Sé un cínico con el amor hasta que sepas que te come la médula de los huesos.

Y cuando sea ya absolutamente insoportable no amar,  supera tu propio cinismo, ese escepticismo cultivado día a día, y sucumbe a esa punzada que te roba un latido del corazón por una simple palabra; reconociendo que el amor te va a destrozar tarde  o temprano.

Otra vez…

El amor ha de doler, ha de calar en los huesos y provocar mareos, temblores, miedos y besos que duran eternidades.

Y has de llorar y lamentar los tristes cafés que vas a tomar en la plaza mayor del pueblo en soledad, sin ella. Con una media sonrisa que es un medio dolor.

Y esperarás y lucharás por hacer realidad eso que te hace doblar el estómago, como un cólico de necesidad perentoria.

Fin de tu alma, ahora es suya, de ella...




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

16 de septiembre de 2021

Pinche nube…

 


Qué caliente está… Como ama a su montaña.

¿Ves? Así te cubriría, así te amaría.

Aquí y ahora.

Qué desesperación por follarte, mi amor.

Con la lluvia rociando los labios que jadean, la piel que se eriza, los sexos trémulos…

Invadir tu coño cubriéndote toda, mostrando al planeta cuánto te deseo.

Qué envidia… Quiero ser vapor cubriendo tus pechos y tu piel toda.

Agua cálida y dura en tu sexo...

Chapotearte obscenamente.

Y luego, respirar al fin a tu lado el rocío del otoño.

Y ya…




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.