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1 de diciembre de 2023

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La Luna y su corona, un halo multicolor que la convierte en un sol frío, en un ojo abierto en la oscuridad del cielo.

Un búho cósmico ha abierto un párpado...

Vale la pena alzar la mirada al cielo nocturno y observar a la voluble Luna.

Es tan fascinante que obliga a observarse uno mismo presa de las aleatoriedades de la vida y las cosas malas que ofrece a los que no nacimos en el tiempo y lugar correctos. Y caes en la cuenta de la inmensa oscuridad que eres. Que no luces, no brillas, no hay nada que te corone.

No fascinas.

Sólo te matan.

Y es inevitable pensar en ti como la luz a la que me aferro en mi negritud.

Otra vez...

Eres mi Luna. Ojalá fuera yo la corona que te rodeara, ser tu halo es una de esas imposibilidades que me preocupan: no rodearte entera y hacer de ti una perla en mi núcleo de apagados colores.

Te pienso sostenidamente, perdido en ti; y en lugar de fría y lejana, la Luna se hace cálida como las caricias de los amantes desfallecidos.

Hoy la Luna luce con corona, es su majestad de las noches frías.

El centro de oro en una gélida aurora boreal que la envuelve.


Y alzamos la mirada a la majestad, preguntándonos si conoce nuestra existencia.

Es tan deseable como letal.

Una corona lunar... Podría ser que la Luna se siente alegre o tal vez furiosa, no sé... Depende de la tristeza de mis días.

No sé qué pensar, me pierdo en mí mismo.

Concluyo que a la Luna no le queda bien la corona. Está muy guapa desnuda y blanca. La corona la vulgariza.

No es habitual que luzca como un átomo, el más grande del cielo; pero cuando lo hace pierde la nitidez y la pureza de su piel de plata.

A la Luna la amo desnuda, como tú ante mí.

La Luna y tú nacisteis para ofrecerme un atisbo de la belleza más pura, una condescendencia piadosa para un ser mínimo como yo.

También es fría y me roba el calor de la mirada cuando más falta me hace, cuando hace obvio que estoy abandonado aquí.

Te quiero desnuda, os quiero desnudas y frágiles en mis brazos, sentir así que existo, que no soy inmaterial a vosotras.

Es posible que no quiera corona y se sienta agobiada. Enfadada.

Cansada de protocolos...

Aún así impacta con su corona de poder.

¿Y si la Luna está enojada y muestra su halo de oscuros colores de guerra?

Tal vez se sienta así más sola, encerrada en su propia ira.

Sola e irritada allá arriba...

Con lo bella que es desnuda y blanca, fría y lejana, vanidosa y hostil.

Tanto deseos y sueños que provoca, y tan letal...

Tan árida.

Es el cadáver más cercano a nosotros en el espacio y algunos pretenden hacerla diosa, guardiana piadosa y la personificación de los amantes bajo el influjo de su conjuro de lechoso amor y fría luz.

Quieren verla así porque rechazan la muerte que hay en el universo. Ingenua y cobardemente se obstinan en creer que al morir no mueren y vivirán en algún lugar del cosmos venenoso y congelador.

Los humanos son cobardes y la Luna indiferente a quien vive y muere.

A veces pienso que cuando esté tan muerto como la Luna, mi vapor subirá hasta ella y descenderé en su superficie, como el polvo que la cubre. Y así, tal vez, observe a las cosas vivas de la tierra sin sentir nada por ellos, como si nunca hubiera estado allá, donde he estado muriendo toda mi vida.

Estar sobre tu piel desnuda y ya no esperar, sólo estar en paz.



Iconoclasta

Fotos de Iconoclasta.


24 de enero de 2022

La diosa y la luna


Su piel se aseda con el tenue frescor de una brisa marina, los pies cubiertos por la blanca arena forman el sagrado pedestal a sus piernas infinitas. En una nalga la arena se aferra y la hace deseable hasta la paranoia.

La mía…

Sus pechos pesan en el sujetador del bikini que apenas los cubre y las ingles lucen poderosamente seductoras limitadas por la braguita.

La luna hace foco en ella y unos rumores de tambores tierra adentro evocan tiempos de magia antigua, como las olas mismas que la llaman, que la anhelan...

Lanza su mirada a la luna y se adivinan milenarias en su belleza, ambas, la diosa y el astro.

Y siento que mi mente me arrastra hacia la deidad, que el pene tira de mí y la piel me arde.

La de mi puto pijo.

Es lo que debo hacer para seguir vivo: desgarrarme y arder.

No hay elección.

El quebranto más bello de la mente.

Correrme en ella, en su arena, en su piel, en su mirada... Que la luna mire excitada, con su color de semen encendido, la violenta y lasciva comunión del mortal y la diosa.

Como un cuento con final feliz… No puede hacer daño.



Iconoclasta

13 de enero de 2022

Un universo en el hielo a la luz de la luna


Camino en una noche de luna gibosa.

Clara.

La senda parece regada con semen de plata.

Solo.

Y hace frío, frío de verdad.

En un charco helado la luna ha dejado caer un trozo de universo.

Una galaxia a mis pies.

Pienso que me tragará. No es miedo, es un deseo.

Exhalo el humo blanco de las noches frías y los ojos me traicionan con unas gélidas lágrimas. Bajo el ala del sombrero para ocultar mis ojos a la luna; que no vea mi debilidad.

Luego, con la mirada clara y terrible, observo en derredor con la navaja abierta. No sé cuándo se ha abierto, no sé en qué momento ha llegado del bolsillo a la mano.

Temo que un animal se acerque para robar mi libertad, mi soledad y mi universo. Tengo la salvaje certeza de que vale la pena morir y matar por esto.

Piso el hielo con la esperanza de que sea un agujero de gusano y morir en el universo.

Y con el hielo también se ha fracturado mi alma.

Y ha dolido hostia puta. El dolor está siempre en la vida, como un compañero que te odia.

Yo quiero una muerte indolora, por favor… Le lloro a la luna con los ojos ocultos.

Me arranco la lágrima y le doy gracias sin mirarla.

Y camino solitario, nocturno y frío. No es casualidad, no es azar.

Es volición.

En algún momento me doy cuenta de que aún aferro la navaja. Pienso sin alardes que matar y morir es tan connatural como ser libre y solitario.

No te das cuenta y ocurre.

La luna no regala universos a cobardes ni a banales.

No cuestiono mi cordura.

Mañana más, esto acabará cuando muera.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


1 de marzo de 2021

Nada que no sepa


Pareciera que la luna tiene sus días buenos y malos.

Un día aparece serena, flotando suavemente, iluminando las cosas inanimadas fría y tétricamente.

Y otro día parece desgarrarse en una lucha contra las nubes que la quieren asesinar en un desgarro tormentoso por pura maldad.

Y ahí abajo, invisible para el universo, un poca cosa como yo observa con un cigarro y cierto cinismo la gloria y el drama nocturno.

La luna no puede explicarme nada que no sepa yo.

Ni las nubes.

Ni siquiera el universo.

Ni siquiera dios.







Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


18 de enero de 2018

Una mañana hermosa



Es una mañana preciosa, fría como mi pensamiento; que no es precioso.
Solo eficaz.
La niebla es alta y hace velo en el rostro de las montañas.
El sol luce blanco y relajado, sin presiones sobre mis hombros y ojos. Tanto, que una luna llena de gris plata se dibuja nítida en pleno día, suavizada como la piel del melocotón.
Nadie lo puede estropear, ninguna palabra, ninguna presencia. Está tan lejos la belleza, tan inalcanzable…
No deseo tocarla, me conformo con que me cubra.
El sol y la luna no parecen fuerzas antagónicas. Simplemente charlan sobre mi cabeza, mirando distraídamente el planeta. Como si la batalla planetaria fuera un trabajo y ahora descansan los dos operarios fumando un cigarrillo en el patio.
A mí no me miran, no me mira nadie. Ni lo quiero, soy un animal oculto que no deja que su animalidad y humanidad puedan ser detectadas.
Solo soy árbol de raíces incómodas e irritadas, de savia roja como la sangre oxigenada de ira.
A veces todo es perfecto, el decorado…
Tal vez debería anotar este día como efemérides, recordar que un día la luna y el sol se tomaron un café sentados en una mesa cálidamente desdibujada por una fría bruma.
Fría como mi pensamiento que jamás se toma un café charlando con la bondad si la tuviera.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

18 de febrero de 2014

Geometría con la luna


No sé que coño significa, no sé porque observo la luna al amanecer por encima de la vulgaridad de un pinche depósito de agua (es obvio que no estoy en un bosque, carajo).
Tal vez no hay otro sitio donde mirar antes de que salga el sol de mierda y revele por enésima vez mi piel en toda su decadencia, a toda madre.
Tal vez sea un ejercicio de geometría sobre la verticalidad, perpendicularidad y toda esa mierda de la perspectiva; pero no hay perspectiva.
Vaya mierda de geometría.
Simplemente mis ojos son viejos como una piedra y mirar lo gris y lo anodino relaja mis ojos ya petrificados y quebradizos.
La luna era accidental, no me interesaba una verga.
No es arte, es algo puramente funcional.
Es solo que me queda a la altura de los ojos, y para lo que hay que ver, ya está bien.
Los hay que tienen suerte y viven en un bosque boreal donde los putos amaneceres son la hostia puta de hermosos y bellos.
A la mierda, yo miro ángulos, rectas y circunferencias, y no me pongo a llorar como un joto epatado por una belleza de mierda.
Punto.









Iconoclasta

24 de abril de 2013

Luna asquerosa




Luna de mierda,
al observarte siento asco.
Siento odio por mis vergüenzas,
por mis penas obscenamente expuestas.
A tu luz, a tu puta luz
a tu podrida luz
a tu alabada luz.
La noche debería ser oscura
como las mentes sin cerebros,
agujeros negros que trabajan
y matan bajo la luz del cabrón rey,
del Luminoso.
Ramera barata chuleada por el Sol…
No eres un astro
ni una compañera de la Tierra,
eres un buitre que otea miseria en lo oscuro,
una lechuza deforme.
Tengo un misil que borraría la vida humana,
en segundos haría mierda la carne
y las casas.
Apunta a tu faz lechosa y pringosa;
para que mueran todos lentamente
en la ya eterna oscuridad de las noches,
abrazados a su cobardía.
Ojalá estalles y dejes de iluminar
la tierra en las noches
el planeta y sus reproches.
A los miserables y sus penetraciones…
Eres el consuelo de los cobardes,
la fantasía de los simples,
la molestia en mis retinas.
No más cochina luz,
no es bueno alumbrar lo que somos.
Revienta puta luna.
Que los locos se queden sin tu lunática visión
y que el mar muera,
y con él los animales todos
y los hombres todos.
Apágate puta del astro rey, estalla;
no lo hagas más, no luzcas.
No eres tan bella como dicen
eres un tumor en el cosmos
luces porque estás infectada,
de nosotros, de humanidad.
 No me entiendes, porque eres idiota
 como el dios que te parió.
Cuando al final
por fin el sol se oculta,
apareces tú, guarra entre las guarras.
Cerda blanca…
Y me expones de nuevo a la luz
junto con todos ellos.
¿Quieres ver la cópula de los mediocres
en sus cuartos con luces apagadas?
¿Te gusta eso, aborto de lechuza?
Eres un ojo enfermizo.
Yo que no los quería ver por unas horas,
yo que espero la noche para no saber…
Odio la luz.
Y la tuya es tan falsa como mediocre.
Revienta, luna mierdosa
y da oscuridad con tu muerte
a la noche de una puta vez.
Para siempre si puediera ser.
Quiero descansar de tanta luz
y tanta vida.
Me dueles en los ojos.
Mueves los mares y riges
menstruaciones y partos.
No es necesario que hayan partos
ni mujeres ni hombres,
no alimentes su idiocia.
Mi semen es estela de plata bajo tu luz,
pero no quiero oro ni plata,
solo lo negro.
No quiero ver que viven,
que respiran.
Necesito creer en las noches
que no se hará la luz nunca jamás.
Es mi esperanza lo que rompes.
La sangre roja por el día
tú la haces de color mierda con tu luz,
creas presión con tu gravedad en mi cabeza
y me robas esperanzas oscuras.
Tu luz no es fría,
es traidora y alevosa.
Hipócrita…
Eres solo una puta piedra
iluminada en la esquina de una calle
por un triste neón de night-club.
Y es por ello que luces
anaranjada en algunas ocasiones.
Como si el rubor de tu voyeurismo
te delatara en tu decadencia.







Iconoclasta