Dije que hay cosas que no tienen discusión, que no deben ser cuestionadas.
Hay afanes inquebrantables, misiones sagradas.
Un destino que yo creé, que yo mantengo vivo.
Si has pensado que tu cuerpo no será mío, no sabes lo que soy.
Si por un momento has pensado que toda esta acumulación de pensamientos, deseos y locuras son simples recursos literarios; estás perdidamente desorientada.
Tu alma sé que es mía, sé que te la he doblegado con amor. Tu cuerpo se resiste porque es palpable como el mundo.
Y la propiedad oculta de lo palpable es no creer hasta tocar. Porque el pensamiento está a años luz del músculo, la víscera, la piel y el hueso.
Divina es tu alma; pero tu cuerpo es mi burdel, no existe la retórica para tus pechos, para tu boca y vagina que son sima y precipicio.
La suerte está echada.
Alea jacta est, yo digo.
Y tu cuerpo será sometido como tu alma. ¡A mí!
Y acabará esa tristeza y la sensación de piel fría que deja. No buscarás un sol que te caliente, porque tu piel estará tan templada como hidratada por mis labios.
Y de la misma forma que las palabras de amor calan profundas en tus oídos y ojos, mi mano se arrastrará pesada y recia por tus rodillas hasta lo más íntimo del interior de tus muslos, allá donde mantienen un brillo húmedo.
¡Oh, dios! Tu coño…
No ocurrirá de otra manera.
Iconoclasta