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11 de octubre de 2022

lp--Pecados y obediencia--ic

Los problemas religiosos de fe, obediencia, pecado, castigo, etc… Tanto de religiosos como de feligreses crédulos o ingenuos, existen y existirán porque van contra la libertad de la especie humana y su inteligencia creativa, lo que la diferencia notablemente de los insectos y mamíferos de ganadería.

Así fue antes del primer acto de fe de un primate hacia otro.

La religión busca pudrir la esencia misma del ser humano.

Denigrarla hasta la humillación disfrazada de buen ciudadano.

Por ello, pecados, incultura, fe, oscurantismo y esclavitud moral (adicción a los charlatanes), son las herramientas con las que el poder, ya sea religioso o su evolución: político; rige o pastorea a la población.

No todo el mundo es tan lerdo para dar su vida y voluntad al capricho de un dios, un mesías o un líder orador codicioso y ambicioso; pero siempre ha sido mayoría la chusma que precisa ser pastoreada para su mayor tranquilidad y descanso. Ahí reside la inmundicia, la suciedad e indignidad de toda democracia, en la masa ignorante o chusma otorgando el poder al estafador que es incapaz de ver.

Y por ello no hay individuos suficientes para regenerar y enriquecer la genética de una masa humana sucia y endogámica. Es endogámica porque se ha creado en todos los asentamientos político-religiosos (ciudades o pueblos) una selección de machos y hembras reproductoras afines y creyentes en los regímenes de pastoreo humano o gobierno de toda época, eliminando así al humano libre autosuficiente por una cuestión de envidia por parte de los mansos y la eliminación de disidencia por parte del estamento político-religioso.

La premisa del poder religioso/político es tan obvia que da risa su simplicidad ganadera: si pides (debido a tu ignorancia o pobreza intelectual o psicológica) que un pastor te guíe, te indique donde has de comer, beber y hasta donde puedes llegar; no es necesario pensar, los pastores lo hacen por ti. Y por otro lado para aplacar el sentimiento de humillación que pudiera desarrollarse, ahí está el político o el sacerdote subido al púlpito, para que lo critiques en alto ante el rebaño; sabiendo que dentro de ti reconoces tu incapacidad para conducirte y una patética obediencia vacuna, provinciana e ignorante. Luego gritarás para salvar una dignidad que no tienes: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Eso se llama cobardía en su esencia más condensada. Y el político o el sacerdote, sonreirá frotándose las manos satisfecho del buen rebaño que pastorea y la piel, carne, sangre y oro que saca de ellos.

No es lo mismo obedecer con repulsión para sobrevivir en el estercolero social, que obedecer con fe. Es terrorífica y degradante la monstruosa plaga de obedientes fervorosos que conforma la mayoría votante en las venenosas democracias del planeta, convertidas al rancio fascismo o nazismo con el coronavirus o covid.

Hay unos pocos libres de pensamiento y actos, no precisan cuentos ni dioses que los protejan o guíen su destino. De esas cosas se encarga el ser humano si no es deficiente en su genética. Saben que la religión es dominación y la política su evolución; pero la democracia los mata, los asfixia, los aplasta y les hace la vida amarga como el cianuro. El peso de la mayoría es letal para el individuo.

La fe pudre el conocimiento racional y empírico. La obediencia ciega, pudre la dignidad.

Hay que recordar con la promesa religiosa “solo los mansos heredarán la tierra” o la política “un futuro mejor para los hijos”; que haga lo que haga la chusma, por muy cabestras que sean las reses votantes, nunca son suficientemente mansas; ni viven lo suficiente para hacer un futuro mejor, según sus charlatanes o gurús religiosos o políticos.

En la religiosidad y la política la pobreza es virtud porque das tu esfuerzo, tu dinero al estado, al poder. Y debilidad y pobreza son pasaporte al paraíso y un futuro mejor que nunca verás, ni tus hijos si los tuvieras.

La moda actual es que los multimillonarios, las grandes fortunas; actúen como guías espirituales y ejemplarizantes del rebaño humano. Es éticamente pornográfica toda secta constituida por un millonario decadente y aburrido, denigrante y vergonzosa la atención que les presta tanta res mugiente y votante.

Y en pleno dos mil veintidós tecnológico, es más obvia que nunca la imbecilidad de la población y la persecución y corrupción de la ética y la libertad por políticos y sacerdotes de cualquier secta religiosa o ideológica que, insultan sin descanso la inteligencia y ensucian la esencia humana.

Quien inventó el primer pecado, obtuvo la ansiada obediencia de las vacas y bueyes humanos.




Iconoclasta

2 de octubre de 2022

lp--Botas mojadas y pies secos--ic


Vivir es absurdo, todo es lo que no parece.

Y al final sí era lo que parecía.

Te das cuenta demasiado tarde de que la envidia, la ambición y la falta de inteligencia son tan grandes, que no tienes esperanza de sobrevivir al enemigo: la humanidad.

Es inabarcable, incuantificable la sordidez y mezquindad humanas.

Por esto no me fío de la sequedad de los pies, aunque los sienta calientes. Será por infección, por fiebre.

Es de una magnitud tal la vileza y cobardía que ni siquiera la imaginación podía prever semejante estercolero de humanos que se ha formado, cada escarabajo da vueltas a su bola de excrementos y son felices así.

La única lógica que existe es vida-muerte. Afortunadamente todos mueren, aunque tarados y ambiciosos, mucho más tarde que la gente que sirve para algo y se le puede tener aprecio. Al menos un sincero respeto.

La capa sólida que piso, la de La Tierra, flota sobre una compota formada por todos los cadáveres de la historia y excrementos amasada con agua y orina. Por eso hay terremotos, porque esa podredumbre se agita y rompe la tierra.

Hay tantos cadáveres enterrados que empieza a rezumar el infecto veneno al exterior.

Lo que está podrido en vida, es podrido al cuadrado como cadáver. Y así no hay quien mantenga los pies secos.

De hecho, me da asco que las botas estén mojadas y envuelvan irremediablemente los pies.

Existe el arte y la literatura para crear mundos y situaciones, sino mejores, más intensas para combatir esta mezquindad estranguladora que pudre los pies y el alma, si existe semejante vapor. Soñé que una vagina me arrancaba la polla con sus dientes, luego quise meter la lengua porque estaba muy caliente y me arrancó la lengua y los labios… No olvidaré aquella intensidad que no existe en ningún lugar del universo más que en mí mismo. Soñé que mi padre muerto estaba cansado de verme en los sueños y me despreciaba con gesto evidente. Lo creí, y me esforcé en no soñar con los muertos por mucho que los amara.

La podredumbre sobre la que flotamos no es intensa, es de una devastadora mediocridad y previsibilidad.

El planeta es una fosa séptica llena de cadáveres y rebosa. Al mundo le faltará tiempo para convertir todos esos miasmas en combustible fósil; porque la especie humana si no ha muerto, agoniza. Está perdiendo la capacidad de ser individuo creador y el coraje para juzgar y equivocarse. Y por ello perderá el uso de la razón.

Ya se puede afirmar que la masa humana es una cosa híbrida entre insecto y mamífero con la habilidad de votar al criminal o imbécil que más aparece en la televisión y en las pantallas de sus móviles.

Por cerdo que sea.

Es mentira, no tengo los pies secos, están tan mojados que siento el frío pudriéndome las arterias y el tuétano de los huesos, como una baba invasora. Y como eufemismo le llaman tumor, cáncer, condrosarcoma, osteosarcoma, mierda en bote…

Todo es lo que parece, no hay sorpresa.

Todo lo sabía, no ha habido suerte.

Ni magia.

Ni ilusión alguna.

Las botas están tan mojadas como mis pies.

Qué desolación de realidad…




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


10 de mayo de 2022

Las sagradas escrituras o manuales para la cría de esclavos


Es un error creer, asumir y acatar lo que está escrito con certificado de antigüedad. Con la excusa del atavismo.

Si ello ocurre (el acto de fe) el acatamiento se debe a que la conciencia social ha degenerado y caído a la altura de los insectos coloniales. Donde el pensamiento único no es más que la orden de una gorda reina que lanza pequeñas descargas eléctricas a las estúpidas obreras. No existe así, humanidad, no hay rastro de ella.

Cuanto más antiguas son las leyes y mandamientos, más dirigidas están a explotar y castigar al esclavo. Fueron creadas para proteger y enriquecer a los amos.

Actualmente al esclavo se le conoce como obrero o trabajador; y el amo es el político, el sacerdote, el juez, el militar y el millonario.

Las leyes no cambian y si cambian es a peor, porque a medida que pasa el tiempo se suman más clases a la categoría de amo.

Con el neonazismo surgido con la pandemia de coronavirus y su catecismo de conversión de la colectividad humana a colmena de conciencia insectil, estéril y dócil; todo decreto, ley o “prudencia”, adquiere carácter de precepto religioso, acatado como acto de fe entre los esclavos de esta fracasada y muerta sociedad del conformismo cómodo y el consumismo paranoico e irracional.

Cuando la cobardía y la abulia se convierten en virtud, la violencia y su selección es necesidad biológica.

O un meteorito provoca una extinción rápida que elimine una plaga (la especie humana degenerada) o que las armas no cesen hasta que mueran los necesarios.

Son cosas que se piensan de una forma natural cuando gozas de la sabiduría adquirida con la experiencia de malvivir en una degenerada sociedad sin valores y dependiente de los amos y sus medios.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


5 de marzo de 2022

Oriente versus Occidente

Las decadentes “democracias” occidentales y sus débiles y cobardes líderes, por medio de la epidemia del coronavirus han jugado a convertirse en dictadores, en nazis. Su control absoluto sobre quién respira, dónde se mueve y cuándo, la continua catequesis de una vacunación que han convertido en comunión obligatoria del neonazismo, y la mansedumbre de una sociedad acomodada, cobarde y decadente, han dado paso a la competencia.

Es decir Asia (China, Rusia, India, Corea…) han visto la debilidad occidental, su cobardía e inmovilismo. La estrategia del avestruz.

Y es una ley tanto biológica como histórica (el ser humano es animal territorial) que cuando un territorio es débil debe ser invadido y tomado en posesión.

Dentro de todas las teorías políticas, de sociólogos infectados de la misma decadencia, prevalece el sentido común y práctico, el conocimiento del ser humano como animal que es, sin las alas de ángel con las que él mismo se ha disfrazado: unos dirigentes occidentales con ansias mesiánicas que han esclavizado y arruinado a su población por una gripe, se enfrentan ahora a una civilización, la asiática, infinitamente más combativa; con el permiso y autoridad que le ha dado la historia de ser la cuna de las civilizaciones.

Lo pensé y escribí cuando España ( y todo Occidente) decretó hace casi dos años enterrar la cabeza bajo tierra por miedo a un resfriado: si un país quisiera invadirnos, lo haría ahora, tras vislumbrar la cobardía, abulia, infantilismo y mansedumbre absoluta de Occidente.

Y Oriente (Rusia me parece una marioneta de China) pide ser, tras años de esclavitud al consumismo occidental, quien dicte economía: tasas de mercancías e impuestos propios a la población. Y política: nuevos territorios, nuevas sedes mundiales donde ellos sean anfitriones.

Es algo que estaba llamado a ocurrir; pero la indecente Europa y el resto de sociedades occidentales y su decadente infantilismo e ingenuidad: “En estos tiempos no puede haber una guerra, una guerra no interesa a nadie”; han precipitado lo que debía ocurrir tarde o temprano.

O hay guerra, u Occidente deberá doblarse ante Oriente.

Ser cobarde y demostrarlo, nunca ha sido una buena estrategia.

Y Occidente, al pasar de una democracia a un neonazismo con el coronavirus, ha provocado un verdadero desafío hacia otros líderes nazis: China y Rusia.

Ahora hay una guerra por demostrar quién es más nazista o fascista.



Iconoclasta

4 de enero de 2022

Tres caballos


Tres caballos corrían porque querían.

Sin hijoputa que les pesara en el lomo.

Sin hijoputa que les pusiera el pie en su voluntad.

Sin hijoputa que les marcara el paso.

Sin hijoputa que les acotara espacio o tiempo.

Y era hermoso.

Y una grandeza.

En un lugar y una época donde al hombre cualquier hijoputa le pisa el cuello, aquellos tres eran héroes.

Donde los hombres son cobardes, los caballos libres.

El miedo, la cobardía y la mansedumbre con humillación se paga, con indignidad.

Y nunca mueren los que deben, por mucho que los cobardes recen escondidos en sus casas e iglesias.


-Salmos de la ética y la nobleza: Una lección amarga.-




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

7 de diciembre de 2021

La historia inmediata


Con la velocidad con que actualmente se escribe la historia (y también como se la pervierte y transforma para los usos políticos electores y económicos de cada etapa de agitación social); muchos aún vivos de este tiempo de la estafa del coronavirus, podrán leer en los anales que han sido los grandes protagonistas de la más mezquina época de la cobardía, el infantilismo adulto, la abulia, la ignorancia, la mansedumbre y la mezquindad como nunca antes y con tantos habitantes se había escrito jamás un momento histórico tan vergonzoso.

Tendrán los cobardes su repugnante honor de figurar como protagonistas de la historia más mezquina, aún que estarán vivos.

Por supuesto, ocurrirá que la ignorancia será más profunda de aquí a unos años, así que serán incapaces de entender lo que leen o les leen: que los miserables llorones que vivieron aquellos tiempos de bozal, obediencia, aplausos y cobardía suma, fueron ellos mismos que respiran vacunados y con cartilla veterinaria de mierda. Tal vez, en unos meses con un chip en el codo aprovechando el nuevo y normal saludo fascista global.

Y yo habré sido (hará ya mucho que estaré muerto) un testigo de excepción, representando la inteligencia, el valor y la determinación que debería tener la especie humana si no hubiera degenerado tan repugnantemente (tractoristas con mascarillas en sus propios campos, por ejemplo, ilustrarán una de las grandes castas cobardes de la época del resfriado llamado coronavirus o lacovid19) en esas reses rezongonas de mirada vacía y andares de culo prieto.

Habré sido un testigo insignificante y anónimo sin un ápice de cobardía y mezquindad. Un no vacunado, un no llorón. Yo Iconoclasta, el hombre.




Iconoclasta

2 de octubre de 2021

El derecho a la vida


El derecho a la vida no existe, la vida no está regulada. Los seres vivos nacen y respiran sin que nadie les de permiso.

La vida no tiene ni precisa derecho alguno.

Y en muchos casos, para vivir hay que matar o cazar.

Ningún ser vivo tiene otorgado ningún derecho a la vida. Eso no existe, es solo un insulto burdo e infantil del poder para someter a las grandes manadas humanas. Un derecho es algo que impone el poder político, militar o religioso para erigirse en dueño y señor de todo lo que gobierna.

Es solo cháchara del más puro fascismo, viejo como el mar.

Hablar de derecho a la vida, es decir que alguien regula tu vida, tu respiración, tu libertad. Es decir: el poder te da su bendición y permiso para vivir.

Y resulta que los grandes líderes democráticos, sobre todo europeos (aquellos a los que se les llenaba de flores las bocas alardeando de su democracia de mierda) se han erigido en auténticos Moisés, enviados para defender su fe y la vida de sus judíos, encarcelándolos y acosándolos. Europa es un vertedero de un fascismo que se ha hecho llamar sanidad.

Y es entonces cuando entra en juego (su juego, el del poder) mi derecho a defenderme y ejercer la violencia necesaria y efectiva para proteger mi vida y su dignidad de la extorsión a la que me somete el poder. Todos sabemos que contra el poder, se tiene las de perder; pero es algo que como se dice coloquialmente: me suda la polla.

Haré lo que deba aunque me joda.

Quien no tenga valor para ser violento, vivirá según le deje el poder. Justo lo que está ocurriendo en este momento en el que los gobiernos occidentales han elevado a rango de santidad nazista, la sanidad.

Millones y millones de reses humanas respirando pobremente a través de un bozal en el hocico (incluso en campo abierto) y dejándose chutar en las venas o en la carne el veneno que les ha sido asignado por la poderosa Sanidad Nazi a través de esos criadores de cerdos que son los políticos y sacerdotes de cualquier religión elegida al azar.

Alguien dijo: Debieron elegir entre el deshonor y la guerra. Eligieron el deshonor y por tanto la guerra.

El nuevo nazismo surgido en el mundo no está resuelto, ha de vivirse un alto grado de violencia de tal magnitud, que los criadores de cerdos de la Sanidad Nazi, se deban plantear si ha valido la pena subir el grado de extorsión a la población a cambio de tanta destrucción y pobreza que ha de llegar aún. Independientemente de que se consiga volver a ser medianamente libres o no.

La violencia es inevitable y es el medio definitivo para conseguir un vencedor y un vencido; mientras no haya una gran violencia y sus muertos, no habrá paz.




Iconoclasta

20 de agosto de 2021

Siglo XXI, el de los insectos y el proxenetismo


¿Es que nadie lo ve?

Los líderes políticos del 2021 y sus gobiernos están formados por cosas no humanas.

Porque donde no hay un cerebro funcional y su dignidad, no hay humanidad.

¿Nadie ve los excrementos que como una papilla gris como el semen, caen de sus bocas cuando dictan leyes y decretos silabeando sus discursos obscenos contra la inteligencia y la integridad?

No tienen órganos genitales, se reproducen por mitosis, se despegan unos de otros y luego un gen los pinta y los modela con distintos rasgos, equivocándose muchas veces.

¿Nadie se da cuenta de que no respiran? Solo dilatan las aletas de la nariz y abren la boca para aspirar microscópicos excrementos que porta el aire para alimentarse.

Nadie se da cuenta de que no hablan, porque nadie tiene inteligencia para reconocer que esos sonidos que emiten, los realizan con unos pequeños élitros que tienen bajo los sobacos. Solo escuchan mensajes eléctricos o químicos que incitan sus pobres neuronas en una dirección u otra.

Los líderes políticos del siglo XXI son grandes insectos que no duermen; hibernan sin que sus cerebros imbéciles sueñen con nada. Son escarabajos peloteros surgidos de las pesadillas de Kafka, letales en su inhumanidad, deterioro intelectual y de la libertad.

Recogen laboriosamente la mierda de las colonias que gobiernan y se esconden en sus mansiones excrementicias.

Quieren un mundo oscuro y confuso, que niños y niñas no sepan que son hombres y mujeres; y les adoctrinan en que sus genitales son excrecencias tumorosas que vale la pena extirpar, amputar, incinerar o esterilizar.

Les dicen a los niños, que jamás deben pensar solos, lo han de hacer en grupo, como lo hacen los insectos agitando sus antenas estúpidamente, sin saber qué captan.

Los políticos del siglo XXI son la involución que ha propiciado la mezquindad y el deterioro humano de una endogamia ya antediluviana.

Ha llegado el momento de eclosionar de sus huevos para erigirse en los elegidos que harán de la humanidad una especie insectil sin conciencia.

Y lo han logrado, la suerte está echada.

Las ratas ocupan ahora progresivamente la superficie de las ciudades y se sitúan por encima de los insectos humanos en la cadena trófica.

El Juicio Final que tanto han pregonado las mentiras de las sagradas y falsas escrituras de todas las sectas religiosas ha llegado; pero ocurre que todos miran un televisor y sus cifras, los enfermos y sus cifras, los muertos y sus cifras y una vacuna perfectamente encuadrada y enfocada en su cerebros, la observan respirando sus propios deshechos respiratorios a través de un bozal o mascarilla; y por ello aturdidos y sin capacidad de raciocinio no se han percatado de la exacta sentencia y la condena que han decretado contra ellos los grandes escarabajos humanoides que los rigen: solo son bichos y alguna especie creará un veneno para acabar de una vez por todas con la plaga que es la humanidad insectil.

Y nadie será juzgado, nadie irá a ningún cielo o ningún infierno; simplemente morirán con los dedos crispados panza arriba por los efectos del veneno, mirando al sol, como un saludo fascista. Y quien los ha envenenado, incinerará todos esos gordos insectos que una vez pulularon por el planeta como si tuvieran el privilegio de la inteligencia.

Sin que a las especies que queden vivas, les importe.


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Vivimos tiempos indecentes para la inteligencia y campo abonado para la fe y su superstición.

Hasta tal punto que la enfermedad se confunde con castigo religioso y martirologio. Los nuevos nazismos de la Sanidad, han hecho de la libertad un pecado capital y han predicado a los lerdos, que también ser libre es enfermedad.

El genocidio, la ruina y el hambre es la ley fascista sanitaria: “Prima la salud como derecho” por encima de todo, de la vida misma.

Solo ha sido necesario en Europa el resurgimiento de los reinos de la Edad Media en el siglo XXI con una epidemia, para corroborar que la población humana no solo se había estancado hasta hoy en el oscurantismo religioso y de la aristocracia gobernante del poder político, económico, religioso o legislativo; si no que ha degenerado hacia una naturaleza ganadera estabulada.

El nazismo de Hitler, mediante retóricas de Sanidad y diversos paternalismos ilustrados continuamente, sin descanso, por los medios de comunicación y las redes sociales, se ha instalado en toda Europa. Y América ha asumido ya los reflejos que llegan del viejo y decadente continente poblado de reinos medievales, de un rancio fascismo ya imparable como una peste: la epidemia realmente.

Los nuevos judíos del fascismo enquistado en el coronavirus son los libres pensadores.

La cobardía, inmovilidad y mansedumbre del ganado humano, con su absoluta incapacidad para reaccionar contra el fascismo y el robo de las libertades básicas y biológicas es el actual estado de gracia de la humanidad. Una globalización de las reses humanas, cuyos miles de millones de cabezas, son regidos con mano que no tiembla, al igual que en los campos de exterminio, por cuatro o cinco soldados de la Gestapo y una prensa que adapta los cuentos de Hansel y Gretel al nuevo miedo e ignorancia de la actual población mansa.

Los que sabemos leer y escribir pensamientos libres estamos abandonados.

Es el peor momento en la historia de la humanidad para tener hijos, porque no se podrán desarrollar en libertad y dignamente en ningún lugar del planeta.

Dios se ha convertido en una vacuna defectuosa, una vacuna que no vacuna y exige que las reses humanas pasen por el veterinario una y otra y otra y otra y otra vez.

El nuevo y mezquino santiguamiento es un saludo ruin, el símbolo y aceptación social de la cobardía y la decadencia como forma de vida: cuando se cruzan los cabestros humanos, se colocan apresurada y cobardemente el bozal, como si les fueran a robar la mierda que avariciosamente ocultan en la boca. Es la mezquindad más repugnante que se ha visto nunca, tanto, que caricaturizarla resulta pornografía para los sentidos. No es la prudencia, es la obscenidad del ademán ruin, miserable, cagados de miedo. Todos…

Y a lo que pomposamente han llamado “estado de derecho”, es solo un mercado medieval de sobornos, privilegios y corrupción (chulos y putas). Una feria de caudillos, caciques y alcaides de prisión, que entre raya y raya de cocaína, cuentan la cantidad de ganado que mantienen encarcelado, como una competición. Un mercado de la corrupción con el suelo sucio de mierda y paja cuyos tratos se cierran en calles con gente que respira asustada sus propios miasmas, sudorosamente, cientos de veces aspirados y expulsados de los pulmones al día, con el hocico cubierto por el bozal y un miedo indigno, infantil y analfabeto. Ciegos al engaño, ciegos a su indignidad, ciegos a su mezquindad que los inmoviliza como conejos en una carretera ante un foco de luz.

El proxenetismo de los nuevos y normales jerarcas medievales es la nueva corriente política del siglo XXI: un fascismo paternalista, tolerante y globalizado, donde la Sanidad se ha erigido en una ponzoñosa santidad que todo lo controla. De donde surgen los nuevos escarabajos que un día Kafka soñó.




Iconoclasta

8 de agosto de 2021

Fotografía y televisión

 


Una vez te has decepcionado de las cosas vivas, las muertas te dan paz si no huelen mal o te sitúas demasiado cerca de ellas. Bastaría ver las cosas cadáveres con la lejanía de quien ve un gran cuadro, con cierta distante perspectiva.

Y ahí radica el encanto de la fotografía.

Las cosas que fotografías vivas o muertas tienen las ventajas de lo muerto e inodoro, con la razonable estética que hayas decidido para el encuadre y la luz.

Lo cierto es que cuando observas la foto, sin pretenderlo piensas en la muerte, en la vida y en las experiencias sin sentir que un ser vivo está cerca de ti invadiendo con su proximidad tu aire. Sin ruidos, ademanes u olores molestos.

En la televisión ocurre algo parecido, solo que o bajas el volumen de las imbecilidades que se cuentan en cualquier programa elegido al azar, o te colocas unos auriculares con buena música a plena potencia; aunque te sangre un poco el oído no pasa nada.

Ver todos esos bustos y monigotes parlantes, ridículos, mentirosos, repugnantes, gritones, estafadores, melifluos, hipócritas, colaboracionistas con los fascismos y banales; no molestan. Son como cerdos que ves de lejos y piensas que pronto estarán muertos y así, todo está bien.

Lo que sale en la televisión son cosas muertas animadas; pero no hay que olvidar que muchas cosas vivas, tienen una fe ciega en ellas, de la misma forma que la tienen en esos dioses que crearon para condicionar su comportamiento y asegurar un buen nivel de mansedumbre e ignorancia ente las reses humanas. La ignorancia es la política que mejor guarda los intereses del ambicioso político: si un político no es medianamente imbécil, puede tener a los ignorantes bebiendo de sus genitales y éstos, gracias a su ignorancia, felices y agradecidos.

Y amén.

Observar a todas esas cosas animadas que aparecen en la tele sin temor a que en un arranque de ira te lances a ellos, para coserlos a puñaladas y por ello arriesgarte a perder tu libertad, es la mejor forma de visualizar la miseria de la que estás rodeado. Hay que tener en cuenta que las religiones y sus leyes derivadas de los falsos ídolos o cristos, se inventaron para castigar las acciones nobles. Si eres un buen tipo, no tienes futuro en la sociedad que se creó miles de años atrás, con los primeros mandamientos religiosos y adoraciones a un brujo charlatán.

Es lógico y aconsejable, que si tienes mucho dinero, actúes como Elvis Presley destrozando televisores a balazos.

Aunque por norma general, las cosas ricas están sodomitamente unidas en sus propios círculos del poder religioso y político.

Si tienes el control, observa la tele y aprende lo que no hay que ser y lo que se debe eliminar en caso de que te quede poco tiempo de vida; puesto que si te mueres ¿qué más da lo que pase luego? Que te metan en la cárcel muerto sería muy gracioso.

Pero la televisión da poco desarrollo filosófico, la fotografía es la reina. Ese instante en el que puedes observar los ojos de una cosa congelada en un tiempo y lugar por la eternidad, te da la paz y la verdad absoluta de lo que eres: algo que morirá, que la vida pasará veloz y cuanto menos tiempo pases entre las cosas que no te gustan, mejor. Que la soledad es un don solo para los elegidos, los cobardes viven rodeados de cosas siempre.

Observar una foto no es como ir por la calle y observar las cosas anodinas, ofensivas, mezquinas, cobardes y envidiosas que pululan por las calles como otra especie de hormiga.

La fotografía es un arte relajante y la televisión una feria de monstruos que antes de acabar el cigarro, ya te aburre. La televisión es un cubo de basura divertido e internet el cubo auxiliar, el de los plásticos. Ambos, no consiguen juntar ni un píxel de dignidad.

Así que para no tensar tu humor, observa fotos y juzga.  Recuerda que cualquier cosa que se mueve, lo único que consigue, es que tu instinto de caza tome el mando. Y la violencia, en esta sociedad, hay que ejercerla muy cuidadosamente si quieres vivir cómodamente.




Iconoclasta




25 de julio de 2021

Los últimos coletazos de la especie humana


La especie humana no tiene futuro a largo plazo. Es una especie animal que ha caído en la endogamia. Nace todo lo que no debería nacer por naturaleza y los especímenes humanos han alcanzado tal longevidad, que sus genes se replican con una frecuencia que en sus inicios estaba vedada. Básicamente, la vejez existe para acotar la reproducción. Padres viejos y débiles: hijos débiles, cebados y cobardes.

Es lo mismo que ocurre con las ratas que, al tener una reproducción tan rápida y abundante, mutan su genética a demasiada velocidad para el ecosistema que ocupan, por ello tienden a canibalizarse.

Esta misma endogamia ha llevado a la especie humana a hacer del consumismo o la vida urbana su hábitat y única forma de vida; y por tanto ha modificado la educación y el  desarrollo intelectual de sus crías hacia una culturización y costumbres que han dado cabida a especímenes de una gran cobardía y debilidad en tanta abundancia, que han aplastado a los especímenes idóneos para la vida; para una vida sana y acorde con su naturaleza.

Desde el momento (hace decenas de años ya) en el que los abuelos o viejos se han dedicado a criar a los hijos de sus hijos para que el macho y la hembra puedan mantener una vivienda de propiedad y un coche,  se ha desarrollado una infancia maligna para la naturaleza humana, una infancia que ha denigrado la fortaleza de la juventud con los ancianos como figuras paternas y maternas.

Los abuelos o ancianos, han criado a sus nietos bajo las bases de su propia debilidad y miedo. Esto es: “no corras que te puedes caer”, “tápate bien no te resfríes”, “no comas tanto”, “si estornudas estás resfriado y si toses un poco, al médico”, etc… Han vivido demasiadas horas con una calefacción anormalmente alta para un espécimen joven; o con el frescor artificial de un acondicionador de aire. Han desarrollado el miedo de sus viejos educadores al calor, al frío, al viento, al esfuerzo, al sudor, al enfrentamiento y a la autosuficiencia o independencia propia y con ello, miedo a la libertad. La educación que han recibido en las escuelas, sin filtro alguno por parte de unos abuelos y padres criados en la misma política institucional, es puramente insectil, se les ha instruido en la firme creencia de que su naturaleza es colonial y que su cerebro no es apto para la creación o para el libre pensamiento.

Es ya proverbial la presencia a nivel planetario, de grandes rebaños de miles de especímenes jóvenes humanos reunidos, para colonialmente (al igual que las termitas y las hormigas) embriagarse y escapar así de la frustración de ser auténticos machos y hembras castradas de toda libertad y autonomía, tanto física como intelectual. El indicativo inequívoco de que la especie humana se ha decantado a la naturaleza insectil o colonial.

En definitiva, cientos y cientos de generaciones castradas, han parido crías castradas casi genéticamente.

Y por si fuera poco, se les ha atrofiado maliciosamente (dudo mucho de que sea lo que parece en un primer análisis: ignorancia) el innato sistema inmunológico con la aplicación de vacunas banales para combatir las enfermedades de la infancia como sarampión, varicela, paperas, etc…; inhibiendo así su natural sistema de defensa frente a las enfermedades.

Nos encontramos ante una sociedad decadente que ha creado cientos y cientos de generaciones débiles y defectuosas que han llegado a ocupar cargos de poder económico, político y judicial.

Y estos malcriados de la decadencia son los que ostentan el fascismo de un coronavirus con mano firme; pero es una mano débil, indigna, sin decisión ni efectividad alguna. Es la mano del miedo, de la mala educación y de una genética ya degenerada que rige los movimientos y la respiración de un plebe que ya no cabe en sus ciudades, que se asfixia.

Un pueblo malcriado incapaz de entender su propio organismo, que ante los bandos del fascismo, dice sentirse enfermo e inmovilizado por el miedo. Y es razonable, porque las especies sometidas a estrés (ya sea por miedo real o inducido por propagandas institucionales) anulan sus capacidades inmunológicas. El sistema nervioso es el que rige la creación de anticuerpos y si se altera, la hipocondría desarrollará al final, un síntoma, el que el estado fascista dicte a sus plebes dominadas y sometidas con el miedo cuasi supersticioso.

La mano fascista del miedo y la obediencia, del acoso y la dominación, es la mano que señala la extinción de su especie. La especie humana que ha adoptado la defensa del avestruz escondiendo su cabeza en un hoyo y abandonando a sus hijos a un desarrollo cobarde e indigno de la infancia.

De cualquier forma, por lo que se ha podido ver, la especie humana ha sido bastante longeva, ha podido ver y provocar la extinción de muchas otras especies. No se puede  quejar, tuvo una buena vida. Y ahora le toca desaparecer.

Y no será por el coronavirus, si no por las guerras que provocará el fascismo desatado con la excusa de una gripe nueva. Porque los nuevos fascismos que han surgido con el coronavirus preparan ya grandes incineraciones de cuerpos vivos o muertos como ya se vio en la era de Hitler y sus brazaletes nazis o pasaporte covid en la actualidad. Por muy castrados que estén los especímenes humanos, siempre queda el rescoldo in extremis, de un instinto de supervivencia.

Estos mismos fascismos producto de la decadencia han mostrado la cara más indigna, cobarde y mansa de una especie que nació como cazadora y se ha convertido en presa, en una especie estática como el coral, que malvive en unos arrecifes que han empezado a ennegrecerse.

La historia tiende a repetirse, y cada día con más frecuencia gracias a la deformación informática del pasado, del presente y el futuro. El gran oscurantismo que reinó durante muchos siglos en la historia, vuelve a reinar de nuevo; el tiempo que dure el proceso de extinción humano. Lo que tarde en morir el último humano devorado por otra especie más fuerte e inteligente, por radiación nuclear, por pisar una mina o un tiro en la cabeza que se descerraje él mismo.

Lo que importa es que la especie que está llamada a desaparecer, debe hacerlo y dejar espacio y alimento a otras que empujan para ocupar su puesto en la cadena trófica del planeta.





Iconoclasta




20 de julio de 2021

Escapar


Yo solo quiero salir de aquí.

Siento a menudo esa necesidad desesperada de escapar de este inmenso campo de concentración del Estado de la Imbecilidad en el que se ha convertido el planeta.

¿Qué hago? ¿Hacia dónde ir si el mal te rodea desde todas las direcciones?

Siento una urgencia que nace de la tristeza de vivir aquí. Es existencial, con causas concretas.

Solo podría escapar a un lugar desconocido, donde no pueda identificar con precisión la mezquindad en cada mirada de los seres que me rodean.

Quiero la tranquilizadora ignorancia de un mundo nuevo.

La sabiduría mina mi paz y la esencia humana, la certeza de su idiosincrasia, es tortura.

La sociedad es un germen que intenta infectar mi imaginación.

No es hartazgo, es pura asfixia.

A medida que han aumentado mis conocimientos, todo se ha revelado rancio e indigno; y lo que es peor: de una espantosa previsibilidad.

Es lógica la conclusión a la que he llegado: todo estaba mal desde mi nacimiento, nací en un momento y lugar apestado y roto.

Como si los cadáveres, en lugar de enterrarlos, dejaran que se pudrieran en las calles y las gentes ya no les prestaran atención, con sus narices saturadas del olor de la carne podrida.

Y los que caminan, se parecen tétricamente a los podridos.

¡Quiero irme de aquí, por favor!

Cuando llueve, el agua se ensucia al tocar el suelo y arrastra líquidos nauseabundos, marañas de pelos crespos, como alambres malolientes donde se agitan insectos, pieles ennegrecidas y enmohecidas por la muerte a las que las gordas ratas ni huelen.

Tengo la esperanza de que sea una pesadilla; pero es una ominosa realidad de la que no hay consuelo, soy consciente de mi realidad porque esta necesidad de escapar es de una lucidez devastadora. No puedes despertar y escapar. Las drogas no consiguen engañar la mente. Te metes un jaco de caballo y todo empeora, porque las cosas se pudren y rompen más rápidamente y deliras con larvas que se agitan hambrientas en tus agujeros y genitales.

No quiero morir aquí, ser un cadáver al sol pateado por los idiotas que caminan torpe y quejumbrosamente por las calles.

Me hago rayas con vidrio molido y no muero, solo me sangra la nariz.

No quiero creer que soy inmortal, no aquí, entre ellos.





Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

15 de julio de 2021

El pasaporte Covid es un brazalete nazi


Posiblemente, la película V de Vendetta, 2005; sea hoy día una de las películas más censuradas por la Unión Europea, puesto que con la epidemia del Covid 19, ha resultado ser profética en la descripción de la actual sociedad ante el maligno y peligroso viraje que han practicado hacia el Absolutismo los gobiernos de los países de la UE. La película es el reflejo exacto de la actual sociedad Covid 19.

La OMS tiene la función principal de transmitir el virus del Nuevo Nazismo o Absolutismo a todos los puntos del planeta.

El pasaporte o certificado Covid se ha erigido a una velocidad lumínica (son tiempos de doctrinas y mentiras informatizadas) en un auténtico brazalete nazi de aceptación y lealtad de la ciudadanía a los nuevos fascismos surgidos con rebuscadas, falsas y victimistas proclamas sanitarias y paternalistas que han borrado cualquier tipo de libertad básica como el respirar libremente y la movilidad para el sustento diario (o la prohibición directa al sustento al cerrar por decreto los puestos de trabajo y arruinar al obrero).

Para llegar a que una población acepte de buen grado, en tantos países y tantos millones de habitantes, el fascismo y su acoso, represión y ruina, las sociedades deben estar sumidas en una gran decadencia.

Y por decadencia se entiende: banalidad, ignorancia, consumismo, indolencia, miedo, infantilismo y exaltación de la fe en los fascistas líderes políticos,  y gurús religiosos, gurús científicos o multimillonarios con complejo de realeza.

El robo de las más básicas libertades que han cometido impunemente los líderes de las naciones con el exhaustivo y eficaz apoyo de la UE y la OMS, contra la ciudadanía ha quedado ya como leyes o decretos irreversibles, sin fecha de caducidad. Porque el coronavirus no desparecerá, se ha convertido en una gripe más, en una enfermedad de temporada.

Por ello, los gobiernos de los países europeos han cometido el crimen perfecto de lesa humanidad contra su ciudadanía al robar la escasa libertad que podía quedar, la que les daba el derecho a respirar y por tanto a vivir. Y aún peor, han sido aclamados por ello, por sus víctimas. Es verdaderamente escalofriante el ver a las falsas democracias de la UE reptar por encima de sus habitantes como una serpiente venenosa.

Los pasaportes de vacunación son ya los nuevos brazaletes nazis de los ciudadanos, un certificado que prueba su juramento de fidelidad al Nuevo y Normal Régimen Fascista del Coronavirus o Covid 19 (ya se les quiera llamar fascistas, comunistas, capitalistas o simplemente dictadores; es simplemente una distinta sintaxis para una misma semántica).

Los que no dispongan de su pasaporte Covid, serán los judíos perseguidos y segregados.

Luego llegará el momento de exterminarlos de una vez por todas.

Para aquellos lerdos indolentes, ignorantes y atemorizados gallinas, súbditas del nuevo y normal fascismo, aunque resulte como echar margaritas a los cerdos; hay que aclararles que la decisión de no vacunarse y luchar e inmunizarse contra el virus de una forma natural, confiando en la capacidad defensiva del propio organismo, no solo es un derecho legítimo, es biológico. Un derecho que solo un nazismo genocida y estafador se siente movido a robar.

Unos años atrás la ciencia estaba a salvo de la influencia de las doctrinas fascistas de acoso y represión; y afirmaba que las personas debían pasar por las enfermedades inherentes a su especie, por si mismos, sin influencias externas, y así desarrollar un correcto y natural sistema inmunológico; sobre todo en la infancia. Así fue como decenas de generaciones hemos pasado sarampión, paperas, varicela, gripes, catarros, etc…; y todo ello sin morir.

Y sin ser infectados por el virus fascista del miedo y la decrepitud social; la cobardía y el oscurantismo institucional de la nueva dictadura europea preñada de falsos paternalismos y oportuno amor por la salud pública. Trileros embaucadores es lo único que son los nuevos líderes de los países de la UE.

Los que han elegido la opción de no vacunarse, ya saben que el nazismo no les permitirá movilidad alguna, o acceso a algunos lugares como los restaurantes.

Y lo peor llegará cuando no les permitan la entrada a los supermercados o tiendas de alimentación, o a sus hijos a la escuela.

Porque de esto se trata el pasaporte Covid; su finalidad es acabar con cualquier conciencia aún libre, capaz de sostener su propio criterio, han convertido en asesina a la libertad. Han decretado que la libertad es enfermedad; superando así a V de Vendetta y su distopía.

A los no vacunados les será vedado el acceso al mundo laboral. De hecho, posiblemente la semana que viene.

No es ciencia ficción, es la realidad de unas dictaduras que como se está viviendo en este instante; sus acobardados habitantes piden con fanatismo islámico que se destierren, encierren o eliminen a los no vacunados que han tenido la osadía de ejercer su libertad en base a un criterio propio y al conocimiento y/o convencimiento de su naturaleza o genética. Al convencimiento de tener una buena y autosuficiente salud. Es pura biología.

Es en este punto, en el que la masa humana que luce el brazalete nazi, no puede permitir que los libres de vacuna circulen entre ellos por causa de esa envidia endémica que forma parte los seres más mediocres.

Debo insistir que un solo individuo ejerciendo su libertad y determinación, delata a millones de reses humanas como cobardes patológicos.

A la chusma, a pesar de que reconoce su propia ignorancia y cobardía, no le gusta que la dejen en evidencia. Que nadie les pueda recordar lo muy bajo que han caído en la cadena trófica.

Quien tiene inquietudes intelectuales y éticas, también es celoso de su libertad; y a menos que su organismo se encuentre comprometido, no sentirá la necesidad de vacunarse y figurar así como nazi colaboracionista.

La Unión Europea y la OMS están trabajando febrilmente para eliminar a los no vacunados, independientemente de si son inmunes. Erradicarlos por el problema que supone en un nazismo la libertad o el libre albedrío.

Los que ostentan con orgullo de ciudadano ejemplar su brazalete nazi o pasaporte covid, que ni por un instante se crean libres con sus jerarcas fascistas: se crearán nuevas infecciones para el mantenimiento y longevidad de los nuevos fascismos y el control ganadero humano. Se les exigirá constantemente test, actas, certificados y declaraciones de estar al corriente de las pautas de vacunación de cada cepa y de cada virus nuevo, que por ley se decretarán con la frecuencia que el nazismo crea oportuna.

Y a cargo de sus jornales y pensiones, se creará el Ministerio de la Vacunación y Salud Colectiva y sus santuarios.

Vacunarán a sus hijos al nacer, cualesquiera que sean las consecuencias que conlleve.

Y no sabrán que cosa les inyectan, ni a ellos ni a sus hijos. Porque es básico saber y es de jardín de infancia, que los dictadores mienten y cometen genocidio constantemente.

Y de la misma forma que les obligan a inyectarse cosas sin saber de qué se trata; les señalarán y acotarán la cantidad exacta de metros cuadrados que el nazismo dicta que precisan como habitantes. Y según su cargo, según su jornal y según su obediencia.

El destino profesional de sus hijos estará marcado por los funcionarios del nazismo y sus ministros. Los padres no decidirán ni orientarán el futuro de sus hijos. No en un país de la UE.

Para entonces no quedará un solo ser humano libre, los habrán matado a todos con hambre, a tiros o con torturas.

Y la especie humana tendrá entonces un valor inferior al de un termitero.

Si han sido capaces los líderes nazis de erradicar cualquier concepto de libertad a un nivel casi planetario, es fácil de ejecutar lo que aquí se enumera. El infantilismo crea una ceguera mala para la propia vida.

En este punto, quien aún no puede ver hacia donde derivan las actuales dictaduras confederadas europeas del coronavirus (las antiguas falsas democracias); se merece incluso diez dosis de vacuna contra la covid en una sala VIP de los ya tan folclóricos vacunódromos nazis.

Respecto a los no vacunados, ya saben que sus oportunidades laborales se encuentran en el robo, el asesinato a sueldo y en el terrorismo; pero ellos ya saben, qué cojones… Adelante con ello.

Es por todo esto que ya ha empezado a ocurrir, que la película V de Vendetta, tenga la gloria y el orgullo de ser una de las películas más censuradas en el decadente universo de las sociedades Covid 19.

Como última reflexión, dentro de los países de la Unión Europea, y en vista de su viraje al fascismo, entre la gran cantidad de bulos que producen al día, he podido intuir que los productores de ciudadanos nazis más potentes son Francia (hace unos meses atrás qué revolucionarios eran y ahora qué cabestros mansos), Reino Unido y Alemania. España es más del folclore propio (del franquismo y el falangismo); pero es una potente productora de ciudadanos fascistas que en nada tiene que envidiar a los que van en cabeza.


En Ripoll, a jueves quince de julio, del año de la epifanía del nazismo del coronavirus, dos mil veintiuno (Año 1 de la nueva era fascista).

Iconoclasta

5 de julio de 2021

Más obsceno que perverso


Hay afanes perversos y los hay obscenos.

Lo mío es la obscenidad.

No puedo soportar la perversidad de los cobardes, los que creen toda la mierda que leen y oyen. No puedo soportar a los pervertidos arribistas y los políticos.

Porque esos perversos son infames y huelen a mierda. Siempre a mierda.

Soy obsceno, sin amo ni dios.

Y siempre he tenido una buena habilidad para la hipocresía y mentir a los pervertidos o perversos para mantener mi comodidad y supervivencia en esta sociedad puta.

Si en algo soy bueno, es mintiendo a los idiotas.

Luego, cuando no he de soportar a los pervertidos; ya en mi reino, en mi casa le ordeno que separe las piernas, sabe que me ha de esperar con falda o una bata sutil. O con lencería de puta.

Con la navaja corto las bragas y las dejo despedazadas entre las piernas, o sobre los muslos. Que le molesten.

Y acaricio su coño, haciendo chapotear los dedos en su precioso y hambriento chocho. Está caliente como una perra y sus pezones le duelen de duros.

No la jodo porque quiero ver su rostro mortificado por el placer, sus ojos casi en blanco cuando mis dedos se agitan violentos dentro de su coño elástico, mojado, fragante. El aroma que impulsa mi instinto de posesión y reproducción.

Necesito ver su obscenidad, sentirla en mis dedos. Esa pornografía que la transporta a otra dimensión con los continuos espasmos de la vagina y el vientre. De su monte de Venus que asemeja elevarse y hundirse en movimientos telúricos.

Soy decididamente obsceno y saco mi rabo frente a ella cuando empieza la convulsión del clímax. Lo masajeo con tanta violencia que temo proferir por mi boca dolores más que placer; aunque se confunden las frecuencias entre ambas cosas.

Y eso, a mi puta la catapulta al paroxismo. Y se abofetea el coño que la hace desvariar cuando escupo mi leche en su vientre, en el monte de Venus, entre los dedos que ahora intentan sujetar el coño que parece expandirse como una supernova.

La bragas hechas jirones, se balancean próximas a las rodillas. Es la imagen más excitante del mundo…

Y nos corremos cada cual sumido en nuestras obscenidades.

Extiendo todo ese semen por su coño que aún tiembla agitado, entre sus labios dilatados y tiernos que no puedo evitar morder suavemente.

Gime mi puta y conduce, guía mis dedos brillantes y resbaladizos de leche hacia los rincones que ella desea, y me obliga a chupar sus pezones pringados. Y jadea...

Su corazón se relaja y mi polla pierde la dureza goteando leche sin fuerza por el meato, dilatado como una boca abierta sin dientes. Como si mi puta polla quisiera respirar…

Cuando digo que soy más de la obscenidad, no miento. Soy sucio, soy pornógrafo, soy todo aquello que es malo ser en un ciudadano integrado de mierda.

Y mi puta tampoco miente: miradla, aún está acariciando su coño irritado.

Guardo un semen frío y rancio para lanzarlo a los ojos de los perversos, con la esperanza de que los deje ciegos para toda su perversa y cochina vida. Obscenamente ciegos.




Iconoclasta


29 de mayo de 2021

La gracia del tiro piadoso


¡Qué asco!

Ya puede llover, haya terremoto, huracán, manifestación de maricas, tortilleras y transformers, que no haya nadie cerca de ellos en medio kilómetro a la redonda, incluso que la bofia esté muerta; que no se quitan el bozal del hocico ni para comerle la polla al marido o el coño a la parienta.

Que la obediencia servil es pura cobardía, lo supe ya de muy pequeño cuando mis compañeros obedecían y yo fumaba porque me salía de mis cojones a los doce años. En lo único que me he equivocado, ingenuo de mí; es en calcular a la baja la desmesurada densidad demográfica de los ejemplares de cabestros serviles.

Hay un buen y humanitario remedio para la agonía de los serviles. Cientos de películas no pueden estar equivocadas: el tiro de gracia. El que se les da a los caballos cuando se rompen una pata y no cesan de relinchar provocando jaqueca porque sufren asaz.

Yo puedo cooperar humildemente comprando las graciosas balas, ya que dispongo siempre de una módica cantidad de euros para dedicar a caridad o beneficencia.

Y conste en acta (que para eso cobra una pasta el cabrón del notario) que un bozal que debilita y enferma al cabestro portador, es mucho más cruel, no tienes más que oírlos respirar y hablar.

Además que oculta la belleza de las tías buenas. Uno se cansa ya de mirarles siempre las tetas y la entrepierna, a ver si hay suerte y llevan el pantalón tan ajustado como mi profesora en los años 70, que lo llevaba harto metido en el coño. Ahora llevan mallas, cosa que da esperanza conejil; pero bueno, si no puedes imaginar sus labios haciéndote una mamada, es una mierda también.

Salir a pasear en tiempos fascistas coronavirianos es asistir continuamente y sin esperanza de escape, a un certamen canino.

Tanto de lo mismo (bozal y mezquindad) es vomitivo (emético para los más habilidosos con el idioma).

Y ciertamente dan miedo, con ese fanatismo servil parecen talmente una secta de davidianos o cosas de esas que el FBI tiene a bien exterminar de cuando en cuando. Hay sectas que se suicidan colectivamente y eso también mola, que se quemen en grupo; de la misma forma que la leyenda urbana cuenta que de tiempo en tiempo,los lemings se lanzan por los barrancos noruegos al mar en un suicidio colectivo por el bien del ecosistema; como si no hubieran comido yerba de la risa.

Es horrible el asunto de la reencarnación: ¿no hay renovación? ¿corremos algunos pocos el riesgo de encontrarnos a muchísimos de los mismos subnormales en otras vidas con otras formas?

La misma imbecilidad repetida hasta el infinito. Es pura desolación imaginarlo.

Si al menos el imbécil se reencarnara en una mosca, te saldría gratis matarlo.

¿O tal vez al tener un grado de disminución deben reencarnarse por pelotas y no tener así el paraíso lleno de tarados? Si fuera así, ya mismo le beso los huevos al cristo en la cruz. Yo a follar en paraíso y los tarados a reencarnarse en mierda de pato o lo que quiera que tengan suerte de ser.

No… Es demasiado complicado, un buen tiro de gracia y a evolucionar como toda especie decente, coño. Es lo mejor, creedme.





Iconoclasta

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24 de mayo de 2021

La envidia de los mezquinos


Con la boca pequeña, con un hilo de voz, el fascismo dice que si tienes suficiente fuerza para realizar una actividad física, si tus pulmones están fuertes y ejercitados; no es necesario usar mascarilla en espacios abiertos. Porque simplemente puedes combatir el coronavirus, y tal vez, ni siquiera contagiarte.

El coronavirus es el precio que ha pagado una sociedad sedentaria y estabulada, que se mueve de casa al coche, del coche al bar y de nuevo del bar al coche. Es pura enfermedad de la decadencia. 

Llegados a este punto, lo malo no es el virus, lo malo es el ganado humano debilitado por una forma de vida perezosa y de un aburrido consumismo que se ha tomado como deber de fin de semana. Esos pulmones no pueden soportar una gripe.

Es el gran “secreto” del coronavirus.

El nuevo y normal fascismo surgido de la cobardía y el ansia de poder con el coronavirus, ha encarcelado (confinado, dicen los hipócritas fascistas paternalistas) a gente que no debía, asesinado ancianos y negado el tratamiento a enfermos graves por un pornográfico deseo de dominación y la misma ignorancia que la del pueblo que acosa, encarcela y arruina.

Nadie debería llevar mascarilla si no quiere, es básica la libertad de respirar; obligar a una pobre e insalubre respiración y a un confinamiento salvaje, son crímenes de lesa humanidad porque atentan contra la salud del individuo y su sustento. Lo que ha hecho el nuevo fascismo ha sido crimen, crimen nacido de la ignorancia, ambición y corrupción.

Han encarcelado y acosado a quien no debían porque conocen la envidia de sus mezquinos votantes. Como si fuera el puto rey Salomón, el nuevo y normal gobierno fascista español ha decretado mierda indiscriminadamente para todos y así de paso, sentirse Generalísimos, Caudillos; son unos hijoputas. Han dado gusto a los más miserables de la sociedad (mayoría votante): “¿Por qué él no lleva mascarilla y yo sí?”, se preguntan los cabestros cobardes con sus piojosos bozales bien ceñidos en los hocicos.

Los nuevos fascismos surgidos con y por el coronavirus, son una banda de criminales ignorantes, corruptos e imbéciles.

Y este tipo de gobierno debe ser masacrado. Es algo que destruir porque va la vida de mucha gente en ello. Y gente que vale la pena que respire decentemente, hijoputas cobardes.

Los que tengáis miedo, no os quitéis el bozal, a nadie le importa una mierda, nadie os envidia, gilipollas miserables.






Iconoclasta


21 de mayo de 2021

Ensayo del ascenso y triunfo de los nuevos y normales fascismos del coronavirus

 


El fascismo, cuando llega, arrancarlo para quitarse de encima ese cáncer, requiere violencia. La libertad no se consigue esperando que mueran de viejos los hijoputas dictadores, sus caciques, ministros, jueces y bofia. Si esperas eso, te conviertes en una cosa gris esperando que lleguen otras nuevas generaciones de los mismos puercos para que te indiquen cuando dormir, cuando despertar y como respirar.

España es el ejemplo perfecto, modélico de nido de dictaduras. El coronavirus se ha erigido así, en la puerta grande y abierta de la indecencia humana.

El fascismo, sea capitalista, comunista o religioso, es tan comúnmente aceptado por la población (como en España) porque dispensa a toda esa masa votante descerebrada de pensar y tomar decisiones. Porque pensar y decidir en libertad es algo que supera, angustia e incomoda a la mediocridad que habita las naciones (como se puede ver, inmensa mayoría siempre); su mecanismo es tan sencillo como una pelota: ¿Para qué me sirve la libertad si borracho y en bodas y bautizos lo paso genial?

Y en consecuencia, el mecanismo del fascismo es tan elemental como accionar el interruptor para apagar o encender una lámpara, razón por la cual, cualquier tarado endogámico llega a dictador.

A una masa poblacional de X millones con cerebro liso, le corresponde un puerco dictador Y con el cerebro también liso. Más que una proporción, es una constante universal como la de la gravedad.

Cualquier otra consideración de índole político-social es pura cháchara sin fundamento intelectual.

Vamos a ver, seres humanos creativos e inteligentes nacen muy pocos, en frecuencias de largos periodos de vacío intelectual que nos dejan abandonados a la chusma y sus amos o criadores de cerdos.

Al cabo de unos meses de vivir semejante mediocridad, concluyes que violencia y muerte son todo ventajas.

Las dictaduras no matan a sus chusmas si no es estrictamente necesario, la razón es que un gobierno necesita cosas que exprimir y que paguen impuestos para poder seguir viviendo entre lujos y por supuesto; sin dar un palo al agua (algunos casos de países orientales como China o India, no importan algunas muertes de los contribuyentes, porque son tantos millones de habitantes que la muerte de dos o tres millones, no afecta a sus arcas).

Así que es mejor aterrorizar, enfermar y humillar; para luego salvarlos dándoles una protección vital a cambio de libertad. Con esta praxis, los fascismos anulan los instintos naturales de supervivencia y convierten a los habitantes de las ciudades, en un conjunto de lelos obedientes y dependientes incapaces de tomar decisión alguna.

Gracias a la necesidad de “un gran respeto” que propagan como dogma las redes sociales y las cadenas de televisión (los mastines de todo dictador) que colaboran en el fortalecimiento del nuevo y normal fascismo global; las masas han perdido toda capacidad de crítica sobre todo a sus soberanos amos; y adquirido un gran temor a cualquier tipo de confrontación (hoy día observan a un hombre embarazado, y se les empañan los ojos con lágrimas emocionadas ante tal obscenidad). Y por supuesto, se sienten pornográficamente bien con solo clicar en un “me gusta” o “no me gusta” en las publicaciones de las redes sociales, como el máximo alarde de libertad y determinación que tienen a bien usar. Y ese es el concepto (pequeño como un grano de trigo) por el que creen con fe supersticiosa, que viven en una democracia.

El resultado, el buen resultado de los fascismos instaurados por medio del coronavirus (“covid 19” para la masa temerosa, ya que “virus” tiene connotaciones malignas) entre sus votantes, se debe a que el neofascismo ha hecho creer a todos esos analfabetos funcionales que, realmente son intelectuales politólogos, economistas, sociólogos y además ya, consumados epidemiólogos. Y todo gracias a un par de lemas que les han obligado a memorizar repitiéndolos machaconamente (como en un episodio de Barrio Sésamo) por los medios de comunicación y prensa que se han prostituido al neofascismo: “Yo me quedo en casa”, “Todo irá bien” (esta daba mucha risa), “Libertad es enfermedad”, “Tu libertad es mi enfermedad”, “Sin mascarilla te mueres y si no obedeces también”, “La ruina es inevitable, qué mala suerte; pero estamos vivos”, “Mis aspirinas son más venenosas que la vacuna”; y poco más que recitan como un salmo y sacan en cualquier conversación para demostrar su gran conocimiento del “dramático” momento que están viviendo.

Si además, aparece el Caudillo por la tele felicitando la obediencia y la mansedumbre ejemplares del pueblo español, y los aplausos a los carceleros y otros cómplices del fascismo, la ciudadanía votante adquiere un halo de santidad quieras que no y ellos mismos se colocan una medalla al mejor ciudadano del mundo mundial.

En definitiva, todo fascismo es un timo y un letal y criminal ataque a la libertad más básica, como la de respirar y la dignidad.

Y cuando se han exprimido a fondo a todos los idiotas, solo queda una salida: la violencia. Y esto es también tan sencillo como: “Para morir de hambre o arruinado, que me maten a tiros y si puedo, me llevo por delante a todos los que pueda conmigo”.

Es el ciclo político-social de los grandes rebaños humanos, sobre todo los estabulados en grandes ciudades. Es válido durante todas las épocas históricas tanto que pareciera un mecanismo regulador de la naturaleza para matar el exceso de mamíferos que hacen peligrar el ecosistema.




Iconoclasta

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