Es un error creer, asumir y acatar lo que está escrito con certificado de antigüedad. Con la excusa del atavismo.
Si ello ocurre (el acto de fe) el acatamiento se debe a que la conciencia social ha degenerado y caído a la altura de los insectos coloniales. Donde el pensamiento único no es más que la orden de una gorda reina que lanza pequeñas descargas eléctricas a las estúpidas obreras. No existe así, humanidad, no hay rastro de ella.
Cuanto más antiguas son las leyes y mandamientos, más dirigidas están a explotar y castigar al esclavo. Fueron creadas para proteger y enriquecer a los amos.
Actualmente al esclavo se le conoce como obrero o trabajador; y el amo es el político, el sacerdote, el juez, el militar y el millonario.
Las leyes no cambian y si cambian es a peor, porque a medida que pasa el tiempo se suman más clases a la categoría de amo.
Con el neonazismo surgido con la pandemia de coronavirus y su catecismo de conversión de la colectividad humana a colmena de conciencia insectil, estéril y dócil; todo decreto, ley o “prudencia”, adquiere carácter de precepto religioso, acatado como acto de fe entre los esclavos de esta fracasada y muerta sociedad del conformismo cómodo y el consumismo paranoico e irracional.
Cuando la cobardía y la abulia se convierten en virtud, la violencia y su selección es necesidad biológica.
O un meteorito provoca una extinción rápida que elimine una plaga (la especie humana degenerada) o que las armas no cesen hasta que mueran los necesarios.
Son cosas que se piensan de una forma natural cuando gozas de la sabiduría adquirida con la experiencia de malvivir en una degenerada sociedad sin valores y dependiente de los amos y sus medios.
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.
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