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2 de julio de 2025

lp--Tardes de tormenta--ic

Me gustan las oscuras tardes veraniegas de tormenta, cuando cae rápidamente la temperatura del ardor y mi piel responde erizándose, evocando sus labios frescos, los muslos templados y vibrantes, los pezones duros que devoré y exprimí con ansia atávica.

Y ella desfallecía voluptuosamente clavada a mí con la respiración entrecortada.

Instantes frescos de íntima penumbra en la casa, en los que mi elaborada coraza se relaja y los recuerdos forman un manantial de agua oleosa y fría que anega mis órganos.

Una sangre incolora…

Una emotiva dilución de mí mismo.

Y triste.

Y eréctil.

Hasta el puto dolor del alma y la polla.

Una repentina y debilitante melancolía por todo aquello que nos quedó por hacer.

Y follar… Follarte… Metértela…

Enciendo el cigarrillo trescientos del día que sea hoy y sueño que aspiro su alma escondida entre sus atentos y brillantes ojos desafiantes, en sus dedos coreógrafos que me arrastran inevitablemente a un placer que aboca a la animalidad. Y su coño.

Su bendito y hambriento coño.

Y en mi tarde oscura invado con violencia su impúdica e impía humedad con la misma fuerza con la que el fulgor de los rayos me delata triste y abandonado en lo oscuro.

Confirmo con mis defensas rotas que la necesito mil veces más de lo que creía intuir; pero ya es tarde

La tormenta aleja y mi semen es un frío cadáver no nato, no formado, escurriéndose por mis dedos desfallecidos.

Soy un mierda.

Misericordia.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.