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6 de octubre de 2024

lp--No es deconstrucción es perversión--ic

 


Oscurantismo: Oposición sistemática a la difusión de la cultura.

De hecho, la cacareada “deconstrucción” es una forma de oscurantismo, pero mucho más venenosa al inocularse mediante dogmas, religiosamente, directamente en vena a la infancia.

Se debe hablar de perversión arribista, la ideología del estalinismo homosexual es pura degradación del conocimiento y la biología humana. Que sea de clara orientación musulmana da una idea del tipo de dictadura que el progresado woke en el estado desea para sacar más riqueza y servilismo de su casta paria o trabajadora.

"La reconstrucción de la memoria colectiva, por otro lado, no se limita a la época de Franco ni al ámbito de la Ley de Memoria. Desde muchos años atrás, y dentro de la creación de «conciencias locales» en las comunidades autónomas, los programas de enseñanza han apostado por reescribir la historia desde presupuestos ideológicos inequívocos: apología de las tribus prerromanas, elogio del islam invasor frente a la España cristiana de la Reconquista, condena de la conquista de América presentada como un genocidio, etc. Y eso cuando todas estas cosas se enseñan, porque los currículos de enseñanza media tienden a suprimir toda la historia previa a la Constitución de 1812. Lo más esperanzador es que, como reacción popular a todas estas políticas, por todas partes han surgido iniciativas que tratan de dibujar el verdadero perfil de la historia de España. Un pueblo que intenta reapropiarse de su historia. Ésa es, al margen de la España oficial, la gran cuestión de nuestro tiempo. Por eso hemos de contar de nuevo cuál ha sido nuestro camino. La siguiente página le corresponde escribirla al lector."

 (Te voy a contar tu historia" de José Javier Esparza, 2023)

Se habla mucho de “deconstrucción” en cuanto a las doctrinas políticas y sociales de los actuales totalitarismos estalinistas homosexuales de las pseudo democracias occidentales (Francia, Alemania, España, Bélgica, Canadá, Reino Unido, Australia...).

Deconstrucción (del estado, de las instituciones, de la historia, de la sexualidad, etc…) es un eufemismo falso e inaceptable, es sin tapujos un acto de perversión arribista de la realidad de la biología humana, historia, sociedad y política.

Los progres woke (homosexuales en definitiva) tanto políticos, docentes, escritores, cineastas, sanitarios, leguleyos (jueces, abogados y fiscales), policías, etc… Lanzaron a finales de la década pasada una campaña de perversión o adulteración global ajustada a sus intereses y ambiciones. Partiendo de su homosexualidad y patológico (por neurótico) narcisismo despótico, han hecho de ella excelencia y aplican su doctrina con agresividad sectaria sobre quien pueden por medio del poder legislativo, la coacción policial y judicial o el adoctrinamiento en los estudiantes que se ven obligados a pasar demasiadas horas del día soportando el ladrillo homosexual y su perversión en todo ámbito académico, matemáticas incluidas.

Es una continua cháchara de ramplón populismo exclusivamente para una población envejecida, degradada, decadente, omisa, cobarde, incapaz de razonamiento alguno y que no sabría usar su libertad si la tuviera. Hay etnias como la española que son auténticos reservorios de individuos adaptados al fascismo, sea woke islámico-estalinista o capitalista católico.

Eso de “deconstrucción” es un eufemismo que le viene demasiado grande al estado. Sólo es jerga woke que pretende darse trascendencia con pomposa estética semántica a una simple perversión que tiene como único fin el enriquecimiento de los sectarios de esta corriente pseudopolítica y social de arribismo homosexual. Es un fraude, y posiblemente, el más grande de la historia dejando de lado las divinidades y mitos de las actuales religiones.

La violencia tendrá que resolver esta perversión, porque no hay alternativa a este estalinismo homosexual-islámico (por increíble que pueda parecer), cada día más asfixiante y peligroso en su toxicidad corrupta y ruina económica producto de una corrupción institucionalizada y una pornográfica impunidad de los delincuentes políticos.



Iconoclasta

27 de septiembre de 2024

lp--La plaga global--ic

 


Pienso en las malas cosas que nos rodean y que los ajenos, los otros no ven: la cautividad, el control penitenciario, el robo de nuestro trabajo y esfuerzo, la intervención del pensamiento, de la biología y la creatividad, la negación del individuo y la exaltación del adocenamiento.

Es el lote que el estado/dios incluye en el nacimiento cautivo de cada uno los bebés contribuyentes.

Es escalofriante escribirlo con esta serenidad, es decepcionante meditar sobre la sociedad del estado/dios y concluir que somos orondos insectos que ninguna otra especie caza y devora. No nos quieren ni como alimento, ni para ensuciarse los colmillos o las garras.

Los nacidos en cautividad, los ciudadanos o contribuyentes nada tienen que ver con las leyes de la naturaleza. La especie humana social contemporánea a este escrito es una especie invasora surgida de una aciaga mutación. En algún momento los primeros primates usaron utensilios artesanales fabricados con piedras y metales contaminados con elementos radiactivos y se llevaron a la boca aquellos instrumentos toscos envenenados, cortaron alimentos con ellos o bebieron agua. Y así se pudrió su ADN primordial.

Y al igual que Gregorio Samsa, la especie humana un día despertó como insecto en una mezquina mañana de credos, mandamientos, leyes, fe en el estado/dios y servilismo paranoico.

Por ello, el resto de las especies animales nos rechazan como alimento, detectan que somos carne emponzoñada.

No hay otra explicación para esto a lo que se ha llegado y que los idiotas (líneas genéticas degradadas respecto a los humanos originales) llaman globalidad.

En el fondo reconocen, como un instinto primigenio residual, que no somos merecedores de llamarnos humanidad. La población de homínidos parlantes en el planeta es una globalidad cuyos especímenes sin identidad se confunden unos con otros, nada tienen de humanidad.

Sólo nacen con el don de la obediencia y fe en el estado/dios, inconscientes de que han nacido para sacrificarse por esas reinas gordas como cerdos que expelen como excrementos sus leyes, mandamientos, decretos, dogmas y condenas.

Sólo cuando les queda unos días de vida se les permite descansar para evitar el gasto y molestia de retirar los cadáveres en sus puestos de trabajo y centros de explotación.

El estado/dios espera con avidez que las próximas generaciones desnaturalizadas, nazcan con antenas para controlarlas con el pensamiento y no con el teléfono móvil que se les implanta apenas pasan la infancia.

Pienso en todas las cosas malas que podría ocurrirle a la globalidad y desespero porque no le ocurre ninguna.

Por muchas catástrofes, guerras y epidemias que sufra la globalidad, apenas se resentirá porque es lo mismo que se dice de las cucarachas: será una especie superviviente que se alimentará de la descomposición de sus cadáveres si es necesario.

Nacen en cautividad, son explotados y sacrificados por el estado/dios y son incapaces de tener un instante de lucidez para reconocerse en el reflejo del espejo la monstruosa mutación que son.

Es lógico que exista cierto recelo en la colonia globalidad respecto a una hipotética visita de extraterrestres, porque cualquier especie inteligente del universo identificaría como plaga a esta mutación de la humanidad que es la globalidad de los sin rostro, sin pensamiento, sin libertad. En el momento que nazca un bebé con antenas de queratina, ya sería inconfundible la degradación de la especie y ningún ser de otro planeta dudará en limpiar el planeta de la plaga global; aquí radica mi único asomo de esperanza para que el planeta y sus especies se vean libres de una plaga de idiotas.




Iconoclasta

22 de agosto de 2024

lp--Malevolencia es la reina--ic


No sé por qué; pero me resulta más fácil pronunciar malevolencia que benevolencia.

Será que benevolencia ya está en desuso y no tiene sentido pronunciarla, ni siquiera como ejercicio de logopedia.

Además, el narco estado español le ha decretado a la Real Academia Española que borre eso de benevolencia y a servilismo le añada la definición que se ha quedado huérfana de voz.

A mí me parecía la extinta benevolencia, la más escalofriante palabra porque con suma facilidad se puede articular la b como una p (por error o malicia); cosa que me haría escupir aterrorizado ante la inefable posibilidad de semejante cosa en mi boca.

Sí, servilismo es más fácil de articular que benevolencia. Y en este momento, servilismo surge por los labios suave e inevitablemente a cada instante.

Aun así, insisto: la reina sigue siendo malevolencia, su primera sílaba es tan voluptuosa y refrescante…




Iconoclasta

9 de julio de 2024

lp--Las plañideras de las pseudodemocracias estalinistas-coronavirus--ic

Nunca he sentido miedo ni mi pensamiento invadido sea cual sea el régimen político del lugar donde me encuentro en el planeta.

He pensado siempre acertada y correctamente, sin asomo de simpatía por ninguno de los personajillos del mundo de la política y economía, que forman una casta caracterizada por la ambición y la codicia, sin importar su retórica son víboras muy peligrosas para la inteligencia y la honestidad. Ni me alegra ni me aterra quien gane o pierda las elecciones, no me preocupan los mezquinos que toman posesión de un cargo en el estado, les podrían descerrajar un tiro en la cabeza y yo miraría mis uñas con más atención que la noticia.

No obedezco a ninguna ideología y soy inmune a cualquiera de ellas y sus religiones.

Hago, digo y escribo lo que quiero, unas veces con más cuidado que otras, porque tengo sabiduría e inteligencia para identificar hasta qué punto los políticos se convierten en asesinos. Y las leyes existen para ignorarlas cuantas veces sea posible, porque la ley se ha inventado para favorecer al estado y agredirme a mí.

Y ante todo, hay una máxima que no me abandonó desde el momento en que tomé conciencia de mi pensamiento: Nadie es más que yo y nadie importa más que yo y mis deseos y placeres.

Por ello, siento vergüenza ajena y rechazo gástrico cuando los infelices esclavos votantes lloran por miedo o entran en una crisis de euforia dependiendo del asqueroso ambicioso y codicioso que sienta sus nalgas idiotas en el trono del estado y se convierte en un puto dictador corrupto en menos de tres horas. Le ocurre como al hombre lobo en luna llena; pero en puta.

Las sociedades actuales son mezquinas como aquellas de la antigüedad que inspiraron las patrañas del antiguo testamento y posterior nuevo. De hecho, los esclavos de hoy son los descendientes directos de aquellos desgraciados que adoraban vellocinos de oro o bien, votaron por los diez mandamientos y su fascista jerarca que las sacó de entre zarzas ardiendo.

Se ha visto hace muy poco en Inglaterra, hemos visto llorar de pena y alegría a francesitos y España, va más allá y ha constitucionalizado la corrupción y la prevaricación, creando una aristocracia política que declara a todo jerarca y burócrata impune a toda ley si forma parte del régimen actual. 

Y en la apoteosis de la miseria humana, exhibe el estado/dios español toda esa podredumbre con orgullo festivo y maricón ante sus votantes y estabulados y pastoreados asalariados.

Esto está ocurriendo ahora mismo en España, pero el resto de los gobiernos del planeta siguen esa estela nazi-estalinista corrupta y asesina de libertad y vida, surgida como un parásito del coronavirus o lacovid19.

Así que:

El peor error que puede cometer y comete con alevosía y fe religiosa el ciudadano, es votar.

Porque ese sacrificio de tiempo de libertad para ir a un local electoral a votar a su andoba preferido, con el escaso tiempo libre que le queda al asalariado; es pura e indigna servidumbre de esclavo o de labriego condal. Que además, crea en la utilidad de su voto no sólo es un acto de ingenuidad, sino de ignorancia punible, una vergüenza para sus hijos si los tuviera. Incluso votar en blanco deja fe de la humillación del votante hacia su dios/estado que usará ese voto como argumento y ley para extorsionar, arruinar, juzgar y condenar siempre culpable al “buen ciudadano, votante profesional”.

El estado no es más que la caricatura de un dios corrupto cuyos decretos a ojos del votante mezquino, ingenuo y aparatosamente ignorante, son designios inescrutables que sólo ese buen y puto dios/estado puede entender y justificar mediante decretos que devorarán a los hijos de los votantes tarde o temprano.

La humanidad está interpretando de nuevo un antiguo testamento; sólo que en esta versión, Yahvé es un dios maricón y genocida nazi-estalinista con retórica de sacerdote folla-niños.

Hay algo repugnante, mezquino, humillante, decadente, cobarde, innoble y de obsceno infantilismo en los votantes que lloran porque el partido o jerarca votado no ha conseguido escalar al poder.

En las elecciones de cualquier país seudodemocrático se les puede ver abrazados llorando de alegría, llorando de pena, llorando de miedo, llorando y bailando con euforia narcótica. Son las imágenes sucias y repugnantes que aparecen en todo telediario o prensa mezquina tras unas elecciones. Muestran, aunque las reses lloronas o felices no lo vean, la pornográfica sublimación de la mezquindad y cobardía humana junto al uso del bozal nazi (mascarilla) y los aplausos a la autoridad penitenciaria que los encarceló, arruinó, mató y enfermó por un resfriado llamado lacovid19.

Lo peor del ser humano degradado sale en las elecciones y en el coronavirus y sus fascismos.

Me provoca asco y sus náuseas observarlos en las noticias, en las calles cabizbajos, tristes como si su dios se hubiera derrumbado, tristes porque temen no sentir las caricias y justos latigazos de su telepredicador, amo y líder; aquel que les salvará del mal y les robará la libertad y la naturaleza misma del ser humano para salvarlos de la ultra iniquidad que escupe fuego desde el cielo.

La política y su ganado humano es otra superstición, otra religión más que agrupa a decenas de sectas que hacen exactamente lo mismo, enriquecerse. Y en las que sólo varía la retórica, un punto muy importante dada la incultura y degeneración mental de las razas humanas urbanas; que representan la mayoría mundial votante o simpatizante de los dictadores y el paradigma de una evolución que las ha llevado a la degradación de su idiosincrasia humana primigenia.

La ingenuidad e infantilismo son los fundamentos donde se sientan las bases de las decadentes pseudodemocracias occidentales, como las de la vieja, desgastada y corrupta Europa; donde las naciones se han convertido en estados sectarios dictatoriales con el aplauso y satisfacción de una masa trabajadora votante cobarde e idólatra. Una especie humana que precisa como ninguna otra un largo de periodo de guerra, violencia y muchas muertes para recuperar su perdida humanidad. Ahora son como aquellos homosexuales patricios romanos de la Roma de Nerón, aplaudidores de los leones que devoran esclavos y del puto césar que dice ser un dios. Y llorarían y se suicidarían grupalmente ante la muerte de su emperador.

Las sociedades de las pseudodemocracias estalinistas están creando una nueva era bíblica, a gran velocidad gracias a la informática para pervertir la historia y la realidad. Cientos de miles de veces más veloces se crean las mentiras y los mártires hoy día, que cuando se escribían los “libros sagrados” de cuentos, leyes, condenas y mitologías que formaron el primer “antiguo testamento” con el que nació la biblia. Y de esa colección de mentiras y degradaciones éticas, derivaron las tres peores religiones y más venenosas del mundo: judaísmo, cristianismo e islam. Y por supuesto, sus miles de sectas que leen lo que les interesa de cada libro del antiguo testamento.

Las dictaduras que hoy día se llaman “democracias”, han heredado la retórica de los fascismos de Hitler, Mussolini, Stalin y Franco, solo que amplificadas y difundidas con mayor velocidad. El legado y sabiduría de la dictadura que dejaron aquellos genocidas burócratas y militares de medio pelo es el que ahora disfrutan los líderes más votados de las pseudodemocracias.

Algo que corre por todo el planeta a la velocidad de la luz.

Los vellocinos de oro, en el siglo XXI, visten traje, se perdonan a sí mismos los crímenes, esnifan cocaína sin rubor, vaticinan el fin del mundo con los “ultras” de toda ralea y predican el homosexualismo como paradigma de civismo; de servil, obediente y pacífico civismo. El homosexualismo es barato de controlar policialmente.

La población de las pseudodemocracias, tan cobardes como decadentes, se abrazan a las rodillas de sus dioses/líderes rogándoles que les proteja del “niño malo” que le quiere hacer pupa. Incluso algunos, con orgullo maricón, alardean de padecer el síndrome de Peter Pan.

Y el mesías nazi-estalinista les responde: “La protección requiere más impuestos”.

Y el cobarde responde: “Amén” y se aplica un lubricante en el esfínter que fabrica casualmente su líder elegido “democráticamente”. Su mesías, por el que ha llorado, aplaudido, sonreído y follado celebrando la salvación.

La ignorancia y la degradación intelectual de la raza humana “democrática”, no puede verse a sí misma, como tampoco el camello su giba.

Están reescribiendo los líderes de las naciones seudodemocráticas un nuevo y renovado antiguo testamento con todos sus excesos y esclavismos. Con todo el oscurantismo de los nazismos, estalinismos o cualquier totalitarismo que ya ha sido instaurado en cualquier parte del mundo muchas veces a lo largo de la historia mísera de la humanidad.

Y esperan los votantes llorones que surja de entre todos esos genocidas líderes “democráticos”, otro rey de locos y enfermos al que obedecer en el “amor al prójimo”. Y el prójimo es el estado asesino de la especie humana que se frota las manos con usura.

Ahora mismo, la inteligencia artificial está procesando velozmente una nueva esclavitud y humillación global a la que llamarán “nuevo y normal estado de derecho de la bondad del líder”.

Hacen bien en llorar, aunque no saben la causa real de sus lágrimas o risas.

Idiotas de culos peludos que se creen dulces niñitas lego o playmobil…

Los votantes son las plañideras de un fascismo con retórica paternalista que no se irá jamás sino es con una violencia planetaria que deje al borde de la extinción a una especie humana demasiado degradada y ya endogámica y sin futuro e interés genético alguno.



Iconoclasta