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1 de abril de 2014

Un hedonismo puro


Me despierto.
La erección como cada mañana me molesta y un flujo espeso cuelga del glande creando un filamento frío que se me pega al muslo; pero no importa, hace tiempo que dejé de intentar dominar mi animalidad.
Fuerzo el pene hacia el inodoro, es incómodo, pero es el primer placer de la mañana: tocar toda esa dureza y que mis dedos se pringuen de ese fluido que se enfría rápido como el semen cuando no está en mis cojones, cuando está en su boca, en sus labios, entre sus dedos delgados largos, hábiles y excitantes, en sus rizos... Cuando me lleva a correrme sin control y sus pechos de agresivos pezones hostigan la piel de mis muslos.
Un escalofrío recorre mis brazos, orino un semen espeso, de una blancura cegadora, pesado. Cae primero en intermitentes chorros y luego gotea tranquilo y dulce.
Un orgasmo tranquilo me despeja, es la más placentera meada que he hecho jamás.
No me planteo que los conductos seminales se hayan roto y todo se mezcle, que tenga un tumor o una infección. Lo que sabe bien, lo que da placer, no es malo.
No puede serlo.
No importa.
No hay un Dios metido en la punta de mi polla diciéndome que lo que más me gusta es pecaminoso, prohibido por leyes de mierda.
Me lo sacudo cuando parece que ha acabado de salir todo el esperma y pienso que está bien, que me gusta mear leche y en la madrugada abortar de una forma obscena los hijos que podrían haber existido: directamente a la cloaca, sin preámbulos.
De forma tal, que pareciera que mi naturaleza ha mutado para ser partícipe de la extinción de la humanidad.
Y como una conclusión, pienso que nunca he tenido instinto de ser padre.
No importa la reproducción, soy un hedonista radical.
Hay asaz gente en el planeta.
Soy práctico y reflexiono sobre el momento en el que se la meta, o cuando entre sus pechos me acoja este rabo rebelde y extraño y llegue mi orgasmo: ¿Le haré una lluvia dorada?
He de cuidar mi alimentación...
¿Saldrá orina cuando me corra? ¿Mi placer durará lo que una larga meada? ¿Hasta tal punto estoy confuso que mi cuerpo ha perdido el control de conductos y sensaciones? Soy un X-Men del semen, un mutante.
Un extraño y maravilloso mutante.
No importa lo extraño, importa el placer.
Para variar he tenido suerte, no me ha ocurrido como a Gregorio Samsa y he despertado convertido en un repugnante y baboso escarabajo.
Aunque siempre me despierto baboso... Cosa que no tiene nada de asqueroso.
Tomo un café, fumo un cigarro y pensando en mi próxima meada divago y se me pone dura otra vez. Mis testículos están contraídos, noto como fabrican semen.
Subo a la habitación donde aún no ha despertado y enciendo la luz de la mesita.
Los niños duermen y el sonido de mi respiración excitada es más potente que los sonidos del sueño de todos ellos, está a punto de amanecer y mi pene palpita.
Subo en la  cama y me arrodillo a su lado, retiro la sábana que la cubre y dejo sus pechos desnudos.
No tengo erección, pero se ha activado un reflejo de expulsar algo por el glande. Lo hago.
Y de nuevo brota el semen por el meato. Se estrella en su cuello y en sus pechos con las primeras y explosivas salidas; luego el semen es tranquilo y riego sus pezones, su vientre, el ombligo y acabo depositando mis últimas gotas en sus labios.
Está gimiendo, se está masturbando, se ha untado los dedos con la leche y se frota el clítoris con energía y rapidez. Su otra mano aferra mi polla y la sacude contra los labios y la lengua.
Cuando se corre sus uñas hieren la piel de mi bálano y a pesar de que mis cojones parecen seguir bombeando, se ha acabado el semen.
— ¿Cómo lo has hecho? ¿De dónde ha salido todo eso?
—No lo sé. Simplemente me he despertado y en lugar de orina he expulsado semen.
— ¿Te duele?
—No.
—Me gusta —susurra extendido el semen que ha quedado en sus dedos en la vagina.
...
No he podido orinar en todo el día, tengo una fuerte presión encima del pubis, sé que debo mear para no morir.
Cuando llega a casa al mediodía para el descanso de la comida, se lo digo, que o meo o la palmo.
Toma un guante de látex y me toma de la mano dirigiéndonos al baño.
—Mearás, desnúdate.
Me desnudo y ella también, nos metemos en la ducha y se calza el guante de látex en la izquierda. Está excitada, sus pezones están duros, su raja brilla y está lechosa.
—Dobla la espalda hacia adelante y abre las piernas.
Lo hago y me agarro a la jabonera.
Toma mi pene que se endurece rápidamente al contacto con su deseada piel. Me mete un doloroso y brutal dedo que me duele al hurgar en lo profundo del culo.
Me excita, me duele, me excita, me duele...
Mientras tanto masajea el pene de arriba abajo.
Me siento como un semental, me siento animal.
Sin que pueda hacer nada por evitarlo, su dedo hace presión en un determinado punto y un potente chorro de orina se me escapa sin control. Temo que el meato se rasgue por la presión y el enfermizo calor de los meados.
Ella intenta no gemir, y falla. Deja correr su orina también en esa posición acuclillada, con la vagina completamente abierta. Su chorro es enorme y salpica la pared.
Y moja los pies.
Cuando la orina ha cesado, saca el dedo del  ano.
—No te muevas —me ordena —. Te quiero vaciar todo.
Con energía, masajea mi pene en vertical, haciéndome daño en los cojones, con rapidez.
Mi pene está tan duro... He descendido dos estadios hacia la involución.
Su cabello ahora está entre mis muslos y su boca está tan cerca de mi glande que siento su aliento.
Y ahora sí, ahora sale el semen, brota abundante regando su cara, chorreando por su cabello. Su guante está manchado de sangre.
—Hay algo muy extraño en tu próstata, hay un bulto duro como una piedra.
Blasfemo con las últimas gotas de leche que sacude.
Las mutaciones no suelen ser como las de los X-Men. No habrá final feliz...
Y todo está bien. Todo es perfecto, dejamos que el agua nos limpie.
— ¿Te sientes bien?
—Ahora sí, después de mear me siento bien por fin.
—No vayas al médico, te quiero así.
—No iré.
Ella es una hedonista radical. Una enfermera sin piedad.
Lo importante es el placer, cueste lo que cueste, porque al final, nos espera una aburrida vida mediocre con una muerte mediocre.
Y prefiero  el placer. Ella también.
Aunque me muera.
O se muera ella.
...
Entre el semen aparecen trazas de sangre, vetas finas y perfectamente definidas que rompen la uniformidad de lo blanco.
El placer sigue siendo inmenso.
...
La sangre mana a borbotones, no parece una eyaculación.
Es hemorragia apestosa.
Ya no hay semen, ha degenerado tanto mi cuerpo y ha crecido tanto el tumor,  que siento que tengo un bebé de los que nunca seré padre metido en los intestinos.
A ella le doy asco, me tengo que meter el dedo en el culo yo mismo, ya no hay placer.
Cada vez que orino, grito y me derrumbo. Hay restos de carne en el dedo con el que estimulo la próstata o en lo que se ha convertido.
...
Ella y los niños me mantienen encerrado en el trastero, como hicieron con Gregorio Samsa convertido en un escarabajo.
Mis hijos también son unos hedonistas puros.
El esfínter ya no retiene el intestino, que se me escapa por el culo como un gordo gusano podrido.
Morir será un placer.
Soy un hedonista puro y radical.







Iconoclasta

29 de marzo de 2014

666 la rotunda sinceridad


Una vez has acuchillado a Dios cincuenta veces, te has de asegurar que no siga despidiendo su "sagrado hálito" mierdoso. Acerca un pequeño espejo a su boca para asegurarte que no se empaña de su "celoso" aire vital y arráncale con él sus fríos ojos muertos.
Y haciendo todo esto y eyaculando  en su sacratísimo rostro, no obtendrás ni a diezmillonésima parte de placer que él obtuvo jodiendo tu vida y la de billones de seres.
Con el pijo aún húmedo, sigue caminando solo, como en definitiva has caminado por la vida. No te apartes de la Vía Solitaria o encontrarás falsa amistad, falsas sonrisas y falso amor.
Llegarás directamente a Mí, y te descuartizaré ante la sonrisa de tu esposa que me estará metiendo un dedo en el ano para excitar mi diabólica próstata. Seré Yo quien diga que he acabado con el cochino Dios.
Y por una vez en tu vida, habrás encontrado conmigo la más pura y rotunda sinceridad.
Tu hija, a propósito, está clavada a mí, ensartada por el coño con mi pene que le ha destrozado el intestino grueso y fracturado su cadera. Está muerta, claro.
Me reconocerás porque soy un Dios Negro en toda su infinita crueldad y porque caminaré con el cadáver de tu hija aún enganchado a mí, destrozando su muerta cabeza caminando por este pedregal.
Ya sé que no te importa demasiado, quien mata a Dios pierde todo lazo de unión con el resto de los primates, sean hijos o padres. Solo quería ser desagradablemente vanidoso y sincero hasta la podredumbre.
No quedará nada de ti, ni un recuerdo delirante por haber matado a ese puerco Dios.
Sabía que no saldrías de la Vía Solitaria, nos vemos en un segundo.
Siempre sangriento 666.










Iconoclasta

27 de marzo de 2014

Mi pésame de mierda


Adolfo Suárez fue un presidente español que tras la muerte de El Puerco (Franco) negoció la democracia con militares y terroristas.
La prensa habla de su coraje y firme convicción en la libertad y el respeto, ya que fue el primer presidente de la democracia.
Y una mierda.
Como todo político, estaba aquejado de mesianismo patológico (patológico para los demás, claro).
Como cualquier político o ideólogo de mierda, vació el vientre de tripas de los mejores individuos para someter a la chusma.
El político y su ambición, sopesan con tranquilidad mientras eructan, la conveniencia de que hayan miles de víctimas necesarias para conseguir un fin.
Un político o un juez, son seres dispuestos a asesinar en masa o de forma arbitraria a decenas de miles de ciudadanos. Nacieron con un grave problema de ambición y envidia.
Ningún cabronazo de este tipo, sea comunista, fascista, revolucionario, moderado, liberal o extremista va a sentir piedad por la gente que encierran, arruinan, asesinan y controlan.
Así que me lustro el nabo con todas las bondades que les achacan y su coraje y valor excrementicio.
El Adolfo, murió sin saber qué era y lo que hizo, murió sin distinguir entre cagar o mear y si meaba usaba la fregadera de la cocina.
Es maravilloso que haya muerto vacío completamente. E imbécil.
Todos tendrían que morir así. Que todo el mal y los abusos que cometieron, se fueran directamente de la cloaca de su cerebro a la nada.
Los políticos y jueces deberían ser infectados de alzheimer a los cuarenta y cinco y que así se pudran como un pequeño asomo de venganza a todas las vidas que han destrozado y siguen arruinando.
Si hay españoles comiendo mierda, a cerdos políticos se lo deben.
Y digo españoles, porque de un iluminado muerto español va este artículo.
Hay decenas y decenas de mandatarios que no deberían estar vivos, a los que deberían recogerle las heces sus hijos o una enfermera en un manicomio.
Y lo peor de todo es que la chusma que han aplastado, le despide con lágrimas, cariño y honores que tienen metidos en el culo en forma de hemorroides.
El alzheimer debería afectar al 95 %  de la población mundial y que se conviertan en simples cerdos revolcándose en la mierda de su pocilga que nadie limpia.
Con las banderas me limpio el culo y con la degeneración física y mental y muerte de un político, obtengo un breve asomo de justicia.
Pero mi placer anal y sentido de la equidad lo orino con molestias, cuando cientos de miles de subnormales lloran la muerte de su sodomita.
La humanidad solo merece radiactividad en dosis masivas, para que se haga estéril y muera pronto.
Ahí va mi pésame de mierda.








Iconoclasta

24 de marzo de 2014

Indefensa ante el volante


No importa que conduzca, tengo hambre de su coño, necesito untar los dedos en esa raja que me hace palpitar el glande y lo recubre del líquido viscoso que me prepara a penetrarla.
Por su coño me ahogo, no me deja respirar colapsado por el ansia, los latidos se detienen cuando sus piernas se separan.
Mis dedos no se rinden ante la falta de aire ni de presión sanguínea, porque están sedientos, se secan si no penetran el sagrado coño que deseo como un animal.
Sus dedos de negras uñas esmaltadas se cierran con fuerza en el volante cuando desgarro la calada braguita para tocar su piel. Sus pálidos y suaves muslos se ofrecen indefensos y temblorosos a mí.
A su dueño y amo.
Su cabello se agita violento con el aire que entra por la ventanilla creando azabaches remolinos que cubren sus mejillas, como pequeños azotes de un viento que pretende castigar tanta obscenidad y que apenas da consuelo al sudor que se desliza cuello abajo.
Acaricio y araño su piel, la delicada piel de su vagina hambrienta, pringo con su propio fluido los muslos que se rinden y se separan sin que ella tenga voluntad sobre ellos. No puede defenderse de mi agresión, de la invasión de mis dedos ávidos, sedientos.
Tampoco pueden abrirse totalmente al placer repentino, porque sus pies han de conducir. Divido su mente entre la carretera y su coño que palpita potente como mi corazón irrigando toda esa carne dura que duele dentro de mi bragueta. Que sufra como yo, que el sudor corra entre sus enormes y pesados pechos. Que se joda, la jodo, la joderé, la follaré siempre, sin piedad.
Aunque le duela, aunque me ahogue.
Aunque se me pare el puto corazón o nos aplastemos contra la cochina vida con forma de camión.
Nos torturamos bajo la ardiente chapa de un coche, ante idiotas que observan mi mano hurgando bajo su falda que solo pueden intuir con una duda que la estoy follando.
Sus pezones se aplastan duros contra la blonda de las copas de un breve sostén que se adivina a través de la tela de una blusa de vertiginoso escote. Buscan la boca que los succione, que los chupe, que tire de ellos hasta el límite del dolor.
Finos filamentos se crean entre mis dedos y observo maravillado por un instante el milagro de su coño: su lascivo y libidinoso óleo.
Y no pienso. Sus braguitas rotas ya no pueden contener mi deseo invasor. Y aferro con fuerza el pene que parece rugir de desenfreno por ser estrangulado por ese coño.
Deslizo sin permiso la braguita por sus piernas. "Nooo..." dice en un gemido; pero es un sí y la sigo bajando hasta los tobillos. Se las quito para que se sienta desnuda ante mí como castigo a su erótica vanidad, es mi voluntad inquebrantable, imparable, innegable...
Su mente se concentra en conducir, pero su coño se abre. Avanza sus nalgas en el asiento para que su carne se desflore y me muestra el agujero que se dilata y contrae buscando algo  que lo llene. 
Sus labios se separan y la lengua asoma divina cuando pinzo el clítoris tras escupir saliva en mis dedos.
Y sé que se viene, que se corre, porque una mancha oscura se forma en el asiento , bajo su coño.
El sol nos castiga, pero ni los rayos más potentes evitarán que se acabe ante miradas de gente extrañada que nos observan hacer ocultos movimientos, con las bocas que se abren indisimuladas con incontenibles jadeos de placer...
Las venas de sus muslos palpitan llevando la sangre veloz para alimentar de placer la vulva anegada de ella misma, casi reventada por mis dedos que chapotean provocando sonidos que en un semáforo en rojo parecen llenar la calle de obscenidad.
Tras las gafas de sol, sus grandes ojos se cierran por más tiempo del que la precaución aconseja y mis dedos reciben la catarata de su orgasmo. La he llevado donde he querido, mientras sujetaba mi pene poderoso y doliente de deseo con un puño crispado por encima de la coraza de ropa que lo cubre.
Sonríe y deja sus piernas abiertas para que el aire caliente, menos caliente que su coño, refresque todo ese placer que aún le eriza la piel. Blanca, suave, lamible, follable...
Yo solo puedo lamer mis dedos, y presionar el  glande, sentir como se desliza una gota de viscosidad que convierte en una sola cosa la tela del calzoncillo y mi prepucio.
Su coño me funde, y yo la poseo, porque es mía.
Sin piedad, sin miedo, aunque cueste la vida, yo la jodo cuando mi polla lo pide.
Soy el dios de su coño y ella es la criatura que me hace divinidad.
Babeante, ansioso, con el semen brotando incontenible ante el milagro de su boca jadeante...
En eso me convierte, en un animal en celo.
Me apeo del coche y le digo que me deje solo, porque ya he usado mi posesión. Me observa triste y aún agitada, extraña... No la conozco.
Ahora una puta a la que le aferro un puñado de cabello marcando el ritmo de la mamada, recoge con su boca todo el semen acumulado en mis cojones por un par de billetes que le he metido entre las tetas. Y también es mía por unos segundos.
Todo es mío.







Iconoclasta

22 de marzo de 2014

Bravo Muchachos

(Bosé / Iconoclasta)

Canción de Miguel Bosé "Bravo Muchachos" (gracias a Bosé, cantante y poeta, por semejante himno que me tomo la libertad de comentar con entrecomillados. Baste decir que para mí sigue siendo adrenalínica, tanto como cuando era joven, hace muchas lunas de ello. Siento manchar tu canción, Miguel Bosé, ten piedad). Y aún así, la tarareo con una tonta y pueril esperanza, una de esas pausas que le doy a mi cerebro de vez en cuando. Es bonito ejercer la ingenuidad de vez en cuando.

Bravo muchachos, bien aquí nos tenéis, todos poetas los del cincuenta y seis, de paso por un mundo en agonía.
"No soy poeta, solo soy un martillo del 62, y el mundo está en agonía solamente para unos pocos, unos privilegiados. Yo no lo soy".
La vida es solo fantasía.
"La vida no es fantasía, la fantasía la aportamos solo unos pocos y de ella se benefician gentes que no debieran".
Caminamos sobre un hilo en el cielo a más de cien mil metros del asfalto. Somos puntos en lo alto, banderas al viento de ciudad.
"El hilo es un filo de navaja de afeitar: si te caes con las piernas abiertas, te matas, si caes por cualquiera de los lados, te matas, si te aferras, te matas. No caminamos por gusto, alguien nos parió encima de ese potro de tortura".
Seguir en pie está peor cada día con tantos líos tanta hipocresía.
"Cada día peor, estoy de acuerdo, cada día sabes más y sientes que esto no tendrá jamás un buen final".
Mira adelante que no hay nada detrás y no se puede regresar.
"Si pudiera regresar, desharía muchas cosas que otros hicieron y crearía muertes necesarias".
Caminamos tirando del mundo, a alguno puede parecerle absurdo y somos la fuerza que mueve mareas y volcanes.
"Si hay algo de emoción en el mundo, la creamos nosotros, los otros solo ven el fútbol o crean leyes de mierda".
Yo vivo como puedo amiga mía.
"Solo así podemos vivir".
No sé quien soy ni sé de mi que será.
"No importa, todo está hecho una mierda".
¿Nuestro futuro  que horizonte tendrá? Sigo  la estrella que me guía.
"¿Quién quiere un horizonte aquí? Solo puede ser malo".
Caminamos muy alto en el cielo, apenas puedes vernos desde el suelo. Colgando del tiempo en crisis desde una eternidad.
"No pueden vernos desde el suelo y eso les provoca una envidia que hace cáncer en sus ojos, si algún día bajamos, nos asesinarán porque somos más guapos, más fuertes, más valientes, más inteligentes y no tragamos la mierda que nos dan en cucharas promocionales gratis".
Seremos fuertes luchando hasta la muerte, venidos de un puro invierno directamente  del infierno.
"No se puede venir del infierno si has nacido en él, es pura poesía. Es bonito escribirlo e imaginarlo".
Buenos chicos, buena gente con principios diferentes.
"Sí, somos pocos, tan pocos que ni nos reconocemos".
Rabia sana sin malicia, rota el alma sin justicia.
"Nos parten el alma y la madre con cada acto de mediocridad al que tenemos que asistir".
Medio locos, medio tristes. Pobres cristos siempre humildes.
"También es poesía, ninguno de nosotros somos humildes, ninguno tenemos piedad, ni sentimos lástima. Somos impíos".
En esta vida tan vacía, tan violencia tanta envidia...
"La cochina envidia, la puta envidia, la cerda envidia, los hijoputas envidiosos, los bastardos envidiosos, los envidiosos que no mueren jamás. Envidiosos y envidiosos de mierda".
Héroes y delincuentes buenos chicos, buena gente...
"Lo somos, lo somos, lo somos".








Iconoclasta


Dormir y escapar en Binibook

Dormir y escapar


Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta "touch"

Las Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta ya no son virtuales. Ya se pueden tocar, doblar, usar como papel higiénico de emergencia, etc...


Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta

Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta


21 de marzo de 2014

Dormir y escapar


No debería vivir lo que no quiero, hay libertad; pero el insomnio llega cada vez más a menudo y no me molestan los ojos resecos. Me molestan los sueños que ya no tengo, todas mis horas están llenas de realidades, de verdades, de pequeños actos que mi cerebro expone sin piedad, eternizando así mi estupidez.
El sueño llega tarde cuando llega y es difuso, más que sueño es delirio. Y esas cosas no me ayudan a escapar de los horribles días, de las emociones muertas y de fracasos que se prolongan en el tiempo como una condena desmesurada a un error que no era un crimen. De las noches tristes y áridas.
Quiero acurrucarme en lo húmedo y dormir, dejar de ver y oír.
Madre, ayúdame a dormir, susúrrame solo un par de palabras, algo que me haga olvidar por un momento, lo que no quiero. Fui pequeño en tus brazos un día, lo recuerdo, no es delirio.
Solo dormir y escapar, no es mucho tiempo, madre. En segundos puedo soñar cientos de cosas, solo dame un minuto para dormir bien, para descansar este puto cerebro que me diste.
Madre muerta, ya sé que no me puedes ayudar. Cuando me siento mierda, la fantasía me invade y se mezcla con lo real y lo empeora todo, perdona por ello.
Mis células piden vivir con ansia, arrancando grandes bocados de mi cordura. Se reproducen sin pausa y por ello no puedo bajar el telón de la vida, es excesivamente fuerte el deseo de ser de tantos millones de ellas. Se dividen y multiplican rápidamente a pesar de que no soy joven.
Queda demasiada vida en mí para forzar la muerte y liberarme de este aquí, este ahora.
Madre, que lástima no tenerte. Qué desconsuelo estar solo y despierto cuando las fuerzas flaquean, cuando ni siquiera existen.
No es malo estar solo, lo malo es estar en un lugar y un tiempo que no es el mío. Es el de ellos, el de otros. Estas cosas ocurren a lo largo de la vida, la soledad es algo usual; pero con el tiempo la paciencia se acaba y a veces me siento pequeño y aislado en una isla hostil.
Si al menos las células descansaran... Ellas, dale que te pego, a reproducirse como ratas inhibiendo la muerte.
¿Cómo lo hago para dormir? Para no estar.
No tengo sueño ni muerte donde esconderme.
Madre, he de vivir la degradación de la vida minuto a minuto. Es una condena desmesurada.
Es enloquecer.
Las ilusiones decaen con la edad como ocurre con la drástica bajada de la reproducción celular cuando somos ancianos.
Te escapas de morir con todas tus fuerzas y te quedas solo, o eliges la soledad y te equivocas o te equivocan.
Que más da...
La cuestión es que cortarse las venas cuesta dios y ayuda. Ser fuerte tiene sus desventajas.
Madre, no me siento fuerte. Resucita y ayúdame a dormir.
Esto es tan feo...
Soy cobarde y es algo que no favorece el suicidio. Tengo que reventar todas las ridículas esperanzas para sacar valentía y una buena razón para que mi sangre se derrame. Estoy en ello, madre.
Pero dame el sueño, necesito esa lucidez. Y mírame en la cabecera de la cama, solo será unos segundos, solo eso necesito, un sueño completo donde todos los rostros se hayan borrado. Y sus palabras. Solo necesito ese breve tiempo para descansar.
¿Te acuerdas, madre, cuando me ayudabas a orinar? Mi chorro era potente y dibujaba con él en el polvo y te reías. Ahora mi meada es patética y despierta recelos de infección, cáncer y sangre.
Estoy seguro que es el momento de partir, cuando se mea mal no gusta a nadie, ni a mí mismo.
Hay quien mea mejor, con mejor sonido, más potente, menos enfermizo. Es hora de un paso atrás, hacia el vacío y dejar espacio los demás, a los mejores meones. No quiero estar junto a ellos y ser testigo de amores y añoranzas. Que les den por culo, quiero irme, mamá.
Madre, tengo sueño y no puedo dormir. Tengo boca y no quiero hablar, tengo oídos y no quiero oír, tengo inteligencia y no quiero saber. Tu hijo tiene unos buenos problemas ¿eh?
Durante el entierro de mi padre pensé que era bonito que tanta gente fuera a decirle adiós, había gente que le quería bien, que le quería de verdad. Mi padre no meó mal jamás, su corazón se partió, técnicamente: un infarto.
Y ahora soy más viejo que él. Eso no es justo, madre. Si supiera que sería más joven que mi hijo algún día, te maldeciría por haberme parido.
Es otra razón más para dormir. Es otra verdad que me roba el sueño. Sonríe, dame un beso en la mejilla y espera un segundo. Yo contigo me duermo.
Es fácil, eres mi rescate.
No quiero que vaya gente a mi entierro para susurrar entre risas, café y tabaco, lo mal que meaba. De mear mal a follar como un idiota, solo hay una diferencia de una copa o una cerveza más.
Ya sé que una vez muerto no importa; pero ahora en la soledad del insomnio, sí que me preocupa. Es un problema que he de resolver.
Soy orgulloso, incluso en la soledad soy orgulloso conmigo mismo. Sé despreciarme y maltratarme, madre. Ahora tú dime que no soy malo, miénteme como cuando me decías que era guapo.
No es un buen momento para respirar gas. Hay que dar tiempo a que se sequen en la memoria de los otros mis patéticas meadas (y otras "pateticidades" más que uno provoca sin remedio). A lo mejor, cuando todo aquel que me conoció se haya enamorado y estén follando como locos, se olviden de lo mal que meo. Cuando follaba no pensaba en nadie, solo en el placer, es verosímil que otros hagan lo mismo, aunque no tan bien, claro.
Madre, me engañaste, no era tan listo como tu decías. Te amé por ello.
Cuando trabajaba, alguien me dijo: "A la tercera vez que te equivoques, te vas a la calle".
Yo respondí: "Ya me podéis cobrar por adelantado las equivocaciones, porque en los próximos dos minutos me habré equivocado siete u ocho veces. Así que mejor me das el finiquito ahora y no perdemos tiempo ni yo, ni tú" (exactamente en este orden de preferencias aunque no sea gramaticalmente correcto).
De hecho, mi primer error fue escuchar aquella estupidez. Me metí en el culo mi orgullo y metafóricamente me arrodillé para comerle la polla al retrasado mental de mi jefe. Necesitaba el dinero  de aquel trabajo.
Me hubiera ido bien con  la prostitución puramente sexual, soy bueno diciendo cosas que no siento y haciendo cosas que no debo.
Ahora me preocupa más mear sangre y que me vean hacerlo. Hay que ser discreto.
Madre, no quiero discreciones de mierda, te quiero a ti durmiéndome.
Resucita, yo lo haría por ti.
Quisiera dormir pero estoy maldito y permanezco despierto ante la iniquidad.
Se está mejor solo que mal acompañado, pero aunque hubiera estado bien acompañado, nací para estar solo. Y me equivoco y hago cosas que no debo. Otra vez...
No soy malo del todo, madre, no he cambiado desde niño, solo he aprendido. ¿Me puedes guiar al sueño? No te marches hasta que cierre los ojos, no me dejes más tiempo despierto aquí.
Mientras ellos duermen felices yo estoy despierto mascando su felicidad de mierda. No soy un Jesucristo, madre. Me importa un huevo  la felicidad del prójimo, solo quiero estar lejos de este tiempo, de este lugar.
Solo respira cerca de mí y di algo con tu inolvidable y entrañable voz. Siempre sonreían tus ojos cuando te miraba. Dame el don del sueño y guíame por él lejos de esta pesadilla, de este mal viaje.
Tampoco era necesario andar semejante camino para apenas un espejismo. La fiebre, la maldita fiebre y la nave Soledad y sus rodeos inexplicables. Todo es confusión y enfermedad. Y una dulce desesperanza, el fracaso de los agotados: tumbarse en una arena que está en la nada.
Allá donde la orina ensangrentada no la vea nadie.
Agotados por el peso de los errores, de la vida.
Agotado, agotad... agota... agot...
Buenas noches, madre. Gracias...






Iconoclasta

14 de marzo de 2014

13 de marzo de 2014

Ni petite, ni mort


La petite mort es una metáfora de mal  gusto, una frase que no acaba de llegar a explicar ni por asomo lo que siento cuando tu coño se desliza y deja mi  pene mojado de ti y de mí, palpitante como un animal que agoniza. Extenuado...
Cuando tus labios vaginales al abandonarme rozan el glande, los dedos de mis pies se encogen porque se preparan para una bajada imparable a la animalidad.
Quien padeció la petite mort no supo jamás lo que es amar, lo que es joder, lo que es el puto  deseo que se extiende desde mi pijo y sube por los intestinos como un trallazo hasta mis sesos anulando todo raciocionio.
Quien padeció la petite mort echó un polvo más o menos afortunado, pero ni de su coño ni de su polla salió su alma y los abandonó.
Hostia puta...
Siempre se quedan cortos o yo soy un alienígena con amnesia que no recuerda como fue la última vez que jodió con quien amaba.
He tenido que nacer para explicarlo, para que la chusma sepa lo que es el final de un orgasmo.
El problema no solo está en el bajo intelecto medio de la población mundial, está en su mediocridad e hipocresía. Las putas palabras que dan miedo de escribir, de pensar, de decir. Siempre es igual: morir es "dormir", una enfermedad terminal es "estar enfermito", follar es "hacer el amor", odiar es "ya no te amo de la misma forma" y quiero joderte es "estás preciosa".
El" te amo", se dice durante la comida, meando o viendo una película; y si te la quieres tirar, se lo dices.
Cuando era pequeño no podía acertar que era lo que me repugnaba de una forma latente y continua en mi cerebro. Me hice un poco más mayor y supe que el asco venía de lo que pensaban ellos, todos. No quería saberlo, pero es así, me invade la humanidad como una metástasis de otra metástasis más profunda.
Unos pintan cuadros y yo tengo cáncer de vómito ante la humanidad.
Se inventan alucinaciones angelicales creyendo ser seres divinos y en lugar de sexos que huelen a orina y excremento, pareciera que tienen crisantemos y un colibrí libando sus sexos con suprema delicadeza.
Pues bien, yo aplasto al colibrí y arranco los crisantemos, quiero la carne desnuda y la orina escapándose de placer junto con el semen y las babas.
Esa comunión de éxtasis y flaccidez mental, cuando un coño se llena de semen y una polla se vacía, es solo para menores de edad, para intelectos menores e hipócritas.
La petite mort no explica mi segunda eyaculación, cuando de tu sexo mana mi semen en mi  vientre  por una simple cuestión de gravedad, cuando tu raja se muestra aún blanquecina.
La petite mort parece solo una estúpida tontería que padecen hombres y mujeres sin demasiadas inquietudes.
Mi gran muerte me lleva a odiarlo todo cuando me desvanezco entre los ecos de una corrida que parece arrancarme los cojones y hacer mierda mi voluntad.
Y blasfemo en nombre de la bestia en la que me convierto. Tu coño me roba la inteligencia y lo humano.
 Me corro como dios, o como le gustaría hacerlo. Dios babea cuando ve mi vientre contraerse y mi semen abrirse paso por la carne de mi bálano.
Después de joderte soy libre, soy la antimateria y un ser sin intelecto.
Pero ante todo soy un guiñapo incapaz de defenderse, si me quisieran abrir el pecho y arrancarme el corazón no podría hacer nada por evitarlo. Porque aún, durante unos minutos estoy en tu vagina, sintiendo esa presión que me arranca los hijos que jamás nacerán y que no los quiero.
Solo puedo aferrar mis cojones y sentir que no te los has llevado. Y descansar...
Descansar y no ser.
Eso no es una petite mort, es una bajada directa al más puro bestialismo. Es estar cabronamente vivo y jodidamente idiota por unos minutos.
Es estar a merced de lo que te amo, por eso permanezco indefenso sujetándome la polla aún goteante y respirando como puedo.
Si pagara a una puta, no habría nada de eso, le daría una patada en el culo para que se fuera de mi lado. No soy un bohemio de la absenta y las putas sifilíticas de otros tiempos, que inventaron la petite mort porque sus cerebros estaban demasiado descompuestos. Demasiado vulgares sin las drogas.
Putas y bohemios de vida fácil y divertida... Qué coño sabrán, idiotas...
La petite mort, no explicará jamás porque me quedo tan vacío cuando me arrancas parte de mí con tu coño inmenso, con tu coño dulce, con tu coño ávido, con tu coño soberbio que se sabe superior a mí.
Que lo es...
Hay una expresión que es la verdadera: hacerse mierda.
Y fumar hasta que la voluntad vuelva, tarde lo que tarde.









Iconoclasta

Diálogo con Yomismo en Binibook







Diálogo con Yomismo

7 de marzo de 2014

6 de marzo de 2014

Diálogo con Yomismo


—Hola Yomismo. ¿Qué haces ahí fumando en la penumbra?
—Me he dado un baño de vapor, estoy cansado para soportar el peso de la luz. También me he dado un baño de ridículo.
—Nunca aprenderemos; pero es normal, estamos cansados Yomismo.
— ¿Tú también eres Yomismo?
—Nos confundimos como se confunden en las caricaturas Robert de Niro, Al Pacino, Dustin Hoffman y Jack Nicholson.
—No me hagas reír, estoy jodidamente cansado.
—Pues riamos y fumemos en la penumbra, nadie nos verá reír tan ridículamente.
—Me gusta sudar...
—Y no nos gusta el jabón.
—Somos unos cerdos.
—Unos cerdos cansados.
—Sí que lo estoy (cansado).
—Ya se acabó, unos días más y  morimos.
—Ojalá no volvamos a hacer el ridículo antes de morir. Tenemos que vigilarnos mutuamente. ¿Quién de nosotros dos habla ahora, Yomismo?
—Da igual... Morir con una paranoia te garantiza una entrada al cielo de los escritores más patéticos. Es bueno, ridículo, pero interesante.
—Estoy realmente cansado, Yomismo.
—Tranquilo Yomismo. Ya no importa lo que pase, importa que acabe.
— ¡Qué acabe, por favor! Cansa vivir tanto. Más de medio siglo hace mierda las cervicales.
— ¡Venga, otro baño de vapor a tope de fuerza! Si tenemos suerte, ese corazón miserable que va a su puta bola y no le importamos, fallará.
—Y acabará, Yomismo, por fin descansaremos.
—No hace falta jabón.
—No me hagas reír, estoy cansado de veras.
—Nos vamos, ponte en pie, esto se acaba por fin.
—Hasta que se caiga la piel.
—Así será, como serpientes...
—A descansar, Yomismo.
—Igualmente, Yomismo.
—Yomismo...
—Dime.
— ¿No podríamos cerrar un poco la salida de vapor? Se nos está pegando la lengua al paladar.
—Muy gracioso...









Iconoclasta

Chorros de vida en Binibook

Chorros de vida.


4 de marzo de 2014

Inconsciente


Estoy tan acostumbrado a la vida, que no soy consciente de ella, me muevo y deambulo como un animal, tal vez peor. Busco coños con mi glande henchido y empapado; es una antena eficaz que detecta hembras a las que metérsela.
Busco coños, porque no sé que otra cosa me pueda interesar.
Soy como un viejo animal que hace siempre lo mismo, que olisquea el culo de una hembra e intenta beneficiársela por el culo por el primer agujero que encuentre.
Es importante el concepto de agujero, porque eso lo hace todo más fácil. No se puede ser inconsciente y a la vez exigente. Son antítesis.
No importa.
Respiro y no pongo interés en ello. Me alimento sin alegría, la muerte es algo que ya vendrá.
No tengo nada ni nadie.
Asesino lo que está cerca, sé matar lo vivo y los espejismos: emociones humanas que ya no son emociones de tan vulgares, son puro sedimento calcáreo en mi cerebro.
Está bien, no es bueno ni malo, es así.
Tal vez el animal tenga conciencia de adonde va.
Yo la tuve un día.
Los demás, los otros,  los que me rodean ríen, sienten y aman todo  lo que está cerca de ellos, todo lo que un día se cruzó en su vida.
A mí me la pela, todo fueron errores que cometí inconscientemente. O tal vez a conciencia, pero ya no importa, soy uno con la basura: Om.
Yo no lo entiendo, no entiendo de esas cosas de amor y amistad. No me sirve de ejemplo tanto cariño y tanto amor. Voy por libre, soy extranjero en el planeta.
Es un hecho que los humanos se amen y hagan amigos y familia y toda esa mierda difícil y complicada. No me afecta.
Sigo en movimiento inconscientemente como la mano que lleva el tenedor a la boca. O el movimiento de mis nalgas al violar a una hembra.
De la misma forma que meo, cago o me corro.
Solo soy consciente de que fumo, no necesito ninguna conciencia más.
La capacidad para la inconsciencia se adquiere con el tiempo, a menudo cuando vas a morir, un poco antes en mi caso; pero nunca es tarde si la inconsciencia es buena.
Apenas me doy cuenta de que aplasto un cuerpo bajo las ruedas de mi coche. Apenas me doy cuenta de que no importo, de que soy molesto, de que soy bulto.
Y está bien, inconscientemente, me importan poco esos hechos.
Inconscientemente me doy cuenta de que no hay amor, de que no hay posibilidades de ello.
Sin pena me doy cuenta de la esterilidad de mis cojones.
Tener hijos nunca ha sido algo que me preocupara. Seguramente, inconscientemente los hubiera matado, o se la metería a mi hija hasta que sus intestinos infantiles se pudrieran por los hematomas de mis embestidas.
Apenas me doy cuenta de que los días pasan, no sé si es ayer o mañana.
Apenas soy consciente de mi erección, es habitual.
Apenas soy consciente de que me acaricio rítmicamente la dureza que palpita viva como una infección.
Apenas me doy cuenta de que he eyaculado, el semen tiene la temperatura de la piel de mi vientre.
El templado semen da paz, como un baño relajante de mí mismo.
Apenas me doy cuenta de que mis ojos se cierran en la penumbra de las cortinas cerradas, de que entro en un narcótico sopor donde no soy consciente de que estoy solo.
Y está bien.
Está tan bien como la sangre que mana del cuello de la puta cocainómana con nariz de boxeadora. Apenas me doy cuenta de que  le hago un corte rápido e indoloro con la navaja de afeitar en el cuello, cuando está concentrada en chuparme la polla con los cuarenta euros que le he dado aún en la mano. Quiere que me corra rápido y poder hacer diez mamadas esta noche y llevarse una pasta.
Siente la cálida humedad de la sangre que le gotea por el mentón, se palpa el cuello y me pregunta que he hecho, si soy un hijo puta y esas cosas. La saco del coche de una patada y camina torpemente sobre unos tacones monstruosamente altos, para caer al suelo, con la mano en el cuello intentando detener toda esa sangre que se escapa. El hilo del tanga lo lleva metido en el coño, profundamente. Y sueño que es un cable de acero y con ello, partirla en dos en vertical.
El dinero está sucio de sangre en sus manos. Y mis cojones también, están llenos de su sangre.
Paso las ruedas por sus piernas, pero no  está lo suficientemente muerta como para no sentir dolor.
Oigo risas de borrachos.
No sé donde voy, no importa.
Inconscientemente sabré que hacer.
Asesinar es otra vulgaridad, otro acto que se lleva a cabo de forma inconsciente. Yo debería haber clavado a Cristo en la cruz, hubiera hecho un buen trabajo. Con profesionalidad.
¿Eyaculó Cristo en la cruz cuando escupió la vida por la boca entre sangre y vinagre?
Seguro que lo hizo inconscientemente, como yo.
Somos parecidos, al fin y al cabo.
Es un hecho, otro de tantos.
Deambulo inconscientemente, ya llegará la muerte, no importa.
Soy un inconsciente.
No puede hacer daño, a mí no.









Iconoclasta

27 de febrero de 2014

Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta "touch"

Las Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta ya no son virtuales. Ya se pueden tocar, doblar, usar como papel higiénico de emergencia, etc...


Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta

Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta


Chorros de vida


Tengo chorros de amor que emitir.
Tengo chorros de semen que eyacular.
Tengo chorros de lágrimas por los sueños muertos.
Tengo chorros de tierra con los que cegarme los ojos.
Tengo las manos vacías y no saben qué les falta, están crispadas.
Tengo una pena vital, porque la vida es muy pequeña.
Tengo un dolor en la médula, dentro de los huesos.
Tengo mucha presión, chorros de impaciencia por un tiempo que transcurre lento.
Tengo un encendedor ya gastado.
Tengo una afilada cuchilla para liberar tanta presión.
Mierda...








Iconoclasta