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28 de abril de 2014

Errores de amor en la red


Ya no cometeré ningún error jamás. He aprendido:  ya sé como empieza, como sigue y como acaba.
Lo juro, porque pongo mi voluntad en ello. Algunos dicen que no se debe decir "nunca" porque la vida da muchas vueltas.
Yo lo puedo decir, porque además de mi voluntad, ya no hay tiempo.
Mi férrea determinación y la edad se encargarán de que ya no cometa errores.
Yo hago y deshago como Dios.
Y es un descanso, se acabó todo, se acabaron las ilusiones, las expectativas y el futuro de mierda lleno de emociones y novedades. Me siento tranquilo y seguro con el tiempo a mi favor, liberado de todo tipo de responsabilidad.
Nunca debió ocurrir...
Sueñas, amas y aterrizas en un lugar con un buen decorado, pero tras el telón y entre las tramoyas  hay seres que interfieren, hay amores y deseos insatisfechos, lascivias secretas que nada tienen que ver contigo. Caes en ese paraíso falso y sin darte cuenta cargas con todas las miserias y todas las melancolías de una vida que realmente no te importa. Que de hecho no importó nunca, solo era un mal momento en el que te enamoraste.
Culpas, errores y hambres ajenas es lo que encuentras.
Un montón de gente que la ama más que nadie y ella se convence de que es así, hasta que le lamen el coño y no sabe a rosas ni es maná. El amor y el deseo acaban aburriendo cuando el deseo es falso, da igual lo hermosos que sean los amantes.
Estoy seguro de que el hombre elefante follaba.
Se me da bien  encontrar basura en el mundo, de hecho no he visto nada limpio, nada despejado de suciedad.
Es un atrezzo lleno de hipocresía, mentiras convincentes y convenientes.
La virtualidad jamás debió convertirse en realidad, se ha deformado, roto...
Una masa que se desliza lentamente por la pantalla del ordenador como un excremento viscoso.
Un sueño abortado.
Hace años que nació la era internet, de las falsas comunicaciones, de los deseos inmaduros, del afán de engordar las vanidades que una vida mediocre no puede llenar.
Y los que llevamos una vida mediocre, por muchas emociones que escondamos o dejemos salir, somos mediocres.
Las actrices actúan siempre y los escritores nos enamoramos.
Las actriz arrastra su erótica mediocridad en conjunto con sus amigos y confidentes, saben más de ella, de sus anhelos sexuales y de su coño que el amante que soy yo.
Yo no era un amante, solo un follador  casual. De eso te das cuenta enseguida.
Me masturbo en solitario recordando las video charlas con ella, no me masturbo evocando cuando se la meto. Es curioso, el espejismo aún ahora tiene una buena intensidad, al menos literaria.
La que amé tiene demasiada chusma a quien querer y su vanidad no deja descansar su coño ni su mente repleta de cariños de la infancia, de la juventud, de los que le hacían el coño agua y los que la hacían llorar. Necesita la fama y ser amada por todos.
Necesita el dolor para restar banalidad a los minutos del día.
Los escritores somos solitarios e introvertidos, fue una mala elección, una mala combinación.
Fue mi error, mi gran error, no lo quise ver porque amaba cada gesto de ella como si fueran dedicados a mí. Fue bonito el juego.
Le enseñé mi polla y me masturbé ante ella en la webcam mientras ella se acariciaba su raja, era el sexo en solitario más intenso. Era vulgar a grandes rasgos, pero cuando haces eso, no piensas en los cientos de miles que hacen lo mismo, como no piensas al follar, en los cientos de miles que lo están haciendo. El amor nos hace exclusivos, o debería hacerlo.
En nuestro caso, la exclusividad era papel higiénico en un portarrollos mugroso. La exclusividad la tenía con ella y con veinte más.
Fui en su busca y a la salida de aduana  del aeropuerto, me esperaba cogida de la mano de su compañero de reparto en la película. ¿Los amigos se llevan de la mano y se comen la polla y el chocho? ¿Los amigos se aman de mierda? Pensé que el actor nos ayudaría a follar, que mantendría las piernas abiertas de mi hermosa actriz para que se la metiera  sin problemas. Sus manos abrirían los labios de su coño para que yo pudiera irritarle el clítoris a lengüetazos.
No tenía que estar de su mano, si quiere ir de la mano de muchos seres que se vaya a una guardería. A mí me jodió.
Y me di cuenta en ese instante que dejé de amarla. Allí no había complicidad mierdosa. No había el gran amor y el deseo incandescente de dos, era mierda en bote.
Me enamoré de una actriz de moda, de una gran belleza que enloquecía a su público, que llenaba las salas de los cines . De alguna forma le gustó mi podredumbre mental, de alguna forma me gustó su sensualidad directa y aparentemente sencilla.
Y mi polla se enamoró de ella, pero su coño, no del todo.
Mientras la amaba, cada vez menos por minutos, la follaba. Siempre va bien follar, y además me gusta ser mi propio personaje de un relato retorcido como un sarmiento seco. Acabé pensando que mejor era tirarse a la actriz que follar con una puta y pagar demasiado dinero.
Fue solo un juego, ella quería captar la atención de un escritor maldito y el maldito acabó entre sus piernas que olían a deseo y semen viejo de otros. A desánimos y euforias de amantes y amigos. O amantes-amigos, de esos deficientes mentales que aún creen en los reyes magos porque es bonito mantener la ilusión. Comparaba medidas y orgasmos, porque era necesario para su inocente vanidad, porque en verdad, su vanidad era inocente hasta el punto de que me convertí en la causa de su depresión.
Fui el personaje de mi propia locura literaria. Y me encontré con todos los idiotas del planeta, hechos carne y hueso a mi alrededor. ¿O alrededor de la actriz?
Como búfalos cafre de la sabana africana, la protegían de mí rodeándola. No sé de que la protegían, porque no quedaba en mí el interés por desear estar a solas con ella ni un minuto al día.
No deseaba ni siquiera gritarle, ni lanzarle mis reproches.
Solo me ha salvado del ridículo mi incapacidad de amar como un patán, a pesar de ofrecerme su coño y sus más preciosas actuaciones he sabido mantener una tranquila indiferencia.
La mano de su amigo entrelazada en la suya, en el aeropuerto, fue la prueba de mi error.
Aunque las veces que he follado con ella, lo convierten en un error menor cuando has dejado de querer.
Tengo una facilidad espantosa para dejar de amar y ahora estoy aquí esperando el desenlace, como si de un aburrido libro se tratara, sin emoción alguna. Jugando a la hipocresía, esperando el momento propicio para desaparecer sin una sola palabra, ya tranquilo y con ganas de irme con mi soledad y mis malditas letras a un lugar donde ya no se repetirá el mismo error, soy viejo.
Así que con algún resto de amor de esos que ella tiene, nos besamos y nos decimos delicadezas de mierda. Cortesías de los que follan o se lamen  el sexo.
Y mientras folla con otro, yo soy su molestia. Soy aquello que jamás hubiera querido tener cerca,  porque le amargo su romance.
Cuando llega a casa y nos encontramos, miro su coño con descaro y fijeza, más que nada por si le veo alguna mancha de semen y fluido de cuando acaba de follar.
Ella siente insectos en los pies. Ha desarrollado un pleno rechazo hacia a mí; pero de todas formas jodemos, es algo puramente funcional...
Yo no la rechazo, simplemente me da igual.
Así que soy paciente, disfruto el momento, ella sabe que yo sé de sus amigos-follantes, de sus amigos confidentes y de sus amigos-de-la-infancia-de mierda y no puede sentirse cómoda. Siente que algo huele a podrido en Dinamarca al no ser la protagonista del próximo drama de celos que sus amigos interpretan tan bien.
 No tienen que protegerla, no corre peligro conmigo. Tal vez nadie se crea que alguien puede sentir tanta indiferencia.
Espero el momento propicio. Cuando se la haya metido profundamente  en el coño y la haga gemir de placer en un intenso orgasmo y escupa toda mi leche con un ronquido, saldré de su vida en silencio, sin una sola palabra. Sin un adiós.
Y la olvidaré tan pronto como en el instante que la dejé de amar, cuando la vi de la mano de aquel idiota.
Me pregunto si soy humano. No peleo por recuperar el amor, peleo por no ser demasiado rápido sintiendo indiferencia, lucho por intentar amar, por conservar lo que pudo ser hermoso.
Intento enmendar errores, pero no puede ser. Me aburro de amar, me aburro de intentarlo y  al final acabo deseando estar solo en algún lugar cómodo del mundo.
Me aburro de sentir curiosidad y me aburro de esperar a nadie.
Y no doy nada por nada. Cristo murió sin un solo benficio. Yo no soy un estúpido beato.
Mi cinismo es mi gran defecto, mi gran defensa. La fuente de mi ingenio.
Soy un escritor maldito y me gusta enterrar todo lo que pueda parecer bello, todo el amor y todo el odio, es una forma de combatir mi mediocre vida. Los escritores malditos navegamos en un mar de tempestades sin que se nos apague el cigarrillo que cuelga de nuestros labios. Asistimos a todo tipo de muerte y sufrimiento con la firme decisión de hacerla importante con nuestras palabras en nuestras mentes.
Asisto a mi propio error de amor en la red como si de un relato se tratara. Soy ponzoñoso hasta conmigo mismo.
Convierto errores mediocres en sucesos importantes, trastoco la puta realidad para hacerla densa y trascendente.
La mierda esplende con luz propia en mi mente y va más allá de lo que jamás sentiré por nadie.

---

Me la he follado en la madrugada, le he atado las pies y las manos, la he convertido en mi Cristo femenino en la cama. Le he mordido los pezones, he lamido su estómago, su ombligo y he bajado por el vientre hasta la raja de su coño. Y me he detenido en el clítoris castigándolo con la dura punta de mi lengua hasta que sus piernas no podían estarse quietas por el placer.
La he penetrado hasta que mi polla se ha mojado completamente, hasta el punto de correrme, y se la he metido en la boca donde le he soltado mi lefa. He salpicado sus ojos, sus labios y sus tetas.
Luego he succionado su clítoris hasta que se ha corrido mordiéndose los labios y clavándose las uñas en las palmas de las manos.
Cuando la he desatado se ha dormido instantáneamente.
Se ha ido pronto al rodaje de su nueva película. 
Yo he preparado un par de maletas con mis cosas. Llevo el billete de avión en el bolsillo, lo compré hace dos meses. Jugueteo con el pasaporte en la mano, como si fuera el fetiche que me protege de mis errores, el que conjura los falsos amores electrónicos.
El viaje en taxi ha sido maravilloso, a medida que me alejo de ella, me siento  mejor.
El avión está medio vacío, hay poco ruido, hay tan pocos vulgares que no siento esa necesidad de salir deprisa de los lugares con demasiada concurrencia humana.
Mi teléfono está apagado y lo enciendo.
Hay mensajes que no he leído durante el trayecto en taxi al aeropuerto.
Me pregunta donde estoy, que esta noche vendrá pronto y que le gustaría ir a cenar al Caesar's, un restaurante propiedad de una amiga suya, con  la que se ríe de mis cuernos como si yo fuera un idiota incapaz de comprender sus risitas cómplices de deficientes mentales.
El avión se va a estrellar en el mar, un fallo repentino del sistema eléctrico ha apagado los motores,  no hay forma de tomar el control. El mar es un muro de hormigón que se acerca a una velocidad de vértigo.
Enciendo el celular para enviarle un mensaje de despedida, pero lo descarto. No siento necesidad de despedirme ni de la vida ni de ella. Las mentiras tienen su momento y ahora no lo es.
Lo dije: el tiempo no me daría tiempo a cometer un nuevo error.
Y mi próximo relato muere conmigo.
Errores de amor en la red que no son errores, solo fraudes sin la menor intención de ir más allá de una sonrisa hipócrita.
La vida es ahora un montón de gritos, de agua y metal.
La vida entra por mi nariz y mi boca. Mis pulmones intentan sacar aire de ella, pero no puede ser, entre otras cosas porque el apoyabrazos del asiento de delante se ha clavado en mis intestinos.
No me equivocaré nunca, estoy a salvo.
No me gusta  el mar, debería escribir de...






Iconoclasta

26 de abril de 2014

18 de abril de 2014

16 de abril de 2014

Un amor claro y diáfano


En un mundo lleno de amores confusos y compartidos mil veces hasta hacerlos banalidad, el gran amor claro y diáfano es de tal rareza que se considera sueño por muchos.
Buscar algo así, es comprar un pasaje directo al manicomio. Y cualquier lugar es peor que el manicomio cuando buscas un amor claro y diáfano.
Solo hay que estar preparado para lo peor (no encontrarlo) y la soledad. En la búsqueda de lo cuasi imposible, solo se puede sobrevivir y llegar al final si no tienes miedo a estar aislado.
Debe haber un amor claro y diáfano. Un amor exclusivo donde ellos dos sean suficientes para sí mismos y puedan dar la espalda al mundo y sus horrores idiotas.
Todo mi ser lo intuye, como el ozono de una tormenta cercana que crea un aire picante y fresco en mi olfato; pero son tan escasos los amores claros y diáfanos, que es más que probable morir sin encontrarlo; aún así no se debe abandonar la búsqueda.
Existe el amor claro y diáfano, como el diamante más puro.
Para rendirse en su búsqueda, solo es excusa la muerte.
Una vez conoces o intuyes su existencia, tu única función en la vida es encontrarlo.
Sé que hay gente que lo ha encontrado, pero no hay estadísticas. Los amantes claros y diáfanos huyen y excluyen al mundo y sus estadísticas.
Son tan pocos que se consideran mitos.
Hay demasiados amores vulgares que apenas duran un segundo frente a su propio reflejo en el espejo. Cuando la luz pasa a través de esos amores, no se refracta, no se descompone por la fuerza de la exclusividad y la pasión. Se convierte en un haz de una linterna barata, un rayo de luz amarillo que ilumina el polvo del aire, como el sol mediocre de las tardes sucias y polvorientas.
El sonido de un amor vulgar es un balbuceo apenas comprensible que lleva a un silencio incómodo.
Son amores que no se sostienen a sí mismos, que se refugian a su vez en otros amores y en otros afectos para poder soportar toda esa mediocridad diaria.
Un mal arreglo, un mal menor para vidas menores.
Se enamoraron por cobardía a la soledad; pero los cobardes mueren cobardes y el amor se pudre en un jarrón sin agua.
Los amores que no son exclusivos son algo de lo que huir, son trampas, espejismos convenientes de las mentes pusilánimes y banales que insultan la inteligencia.
Los cobardes no pueden aceptar que la soledad es una amante segura y sincera. Los cobardes tienen miedo a que el aire viciado de una mina joda sus pulmones.
La soledad no te abandona ni a la hora de la muerte. Es una capa del color de la valentía que protege del bacilo de lo adocenado.
Los amigos no valen un amor claro diáfano, no son suficientemente potentes; amigos míos, perdonad por ello, el amor claro y diáfano tampoco tiene piedad conmigo.
Mejor solo que mal acompañado. No es correcto: mejor muerto que mal acompañado.
Hay que morir en soledad si no tienes un amor claro y diáfano clavado en el puto corazón. Porque quien vive mediocre, muere mediocre. Y comen croquetas y se ríen en tu entierro.
Quiero una herida mortal del amor claro y diáfano, una certera puñalada que me mate derrotado y satisfecho de una búsqueda que me ha consumido.
El honor y la dignidad son importantes en un mundo repleto de juveniles amores y banalidades, son las únicas posesiones con las que nací. Y mi voluntad, mi férrea voluntad de preferir la soledad absoluta a un amor gris.
El amor claro y diáfano descompone la luz, disgrega cuerpo y alma y amalgama a los amantes. Los hace luz. O eso creen.
Y si lo creen, basta para que sea real.
Son valientes, han sufrido demasiado para encontrarse y tener paciencia para que la verdad les diga o no lo que son. No aceptan verdades ni dogmas, solo se aceptan ellos. 
Lo exterior y la verdad son injerencias.
El amor claro y diáfano es un poliedro perfecto, y a través de sus múltiples facetas y de su profunda claridad se aprecia con todo detalle los ojos amados.
No hay una sola aberración óptica.
Pareciera que son diamantes tallados por dioses de otros mundos.
Bendita la luz que desgarra las sombras de los amores grises y plomizos.
Necesito un amor claro y diáfano que me convierta de basura en algo querido.
Puedo imaginar, sé perfectamente como son los fulgurantes destellos de puros y hermosos colores que nacen de la cristalina estructura de un amor claro y diáfano.
Buscaré en los lugares más recónditos del planeta lo que apenas existe. Ya no es posible vivir amores menores.
Moriré en lo oscuro y húmedo si no hay un amor de un millón de quilates que me ilumine.
Moriré en el fondo de una mina, con las uñas desgarradas.
Es mejor el aislamiento que un amor imperfecto y mal tallado.
No importa respirar mineral en polvo y poner en jaque los pulmones, no importan las manos que sangran por escarbar la tierra o la carne de mi pecho.
Si no lo encontrara a tiempo, la vida me sepultaría en un derrumbe de años.
Algo épico y romántico. He sido tan vulgar siempre...
Moriré con una dignidad y estilo que carece la humanidad, como no he podido vivir. Nadie me echará de menos, nadie me llorara hipócritamente.
Los mineros del amor diáfano y claro suelen morir en los túneles sin haber encontrado nada, con el pico en la mano, con la linterna de su casco apagada.
No todos... Los hay que viven a veces horas y días, que aún les da tiempo disfrutar esa piedra preciosa de amor puro.
Es una esperanza ridícula, pero también ha sido patética la vida hasta aquí, hasta ahora.
Mi única misión es seguir esa esperanza que atesoro en la búsqueda de lo importante, un santo grial del alma. Es la única razón por la que vale la pena abandonarlo todo y agotar toda mi vida en ello.
Hay un amor claro y diáfano que encontraré en alguna parte. Hay un diamante ya formado, ya perfecto que atrae mi piel y mi alma hacia la destrucción si fuera necesario.
Y es necesario.
Es digno.
Hay un amor claro y diáfano.
Tiene que haberlo, por favor...







Iconoclasta

15 de abril de 2014

La asquerosa verdad


Una vez la verdad se presenta clara y rotunda, no hay forma de alguna de volver a imaginar la magia. Si alguna vez se creyó en ella, si alguna vez existió.
Solo hay un camino: vivir muy alejado de la verdad. A miles de kilómetros y en lo oscuro.
Donde no interfiera en nuestro pensamiento, en la imaginación. Y demostrar así que la podrida verdad no doblegará ni una sola de nuestras conexiones neuronales.
Ante la verdad se estampa el puño de la indiferencia y el absoluto desprecio, un rotundo directo a los sabios y los inteligentes que la exponen en un alarde pedante e irritante.
Una mierda a los valientes y concienciados defensores de la moral pública debidamente personalizada según sus hipócritas ideas de amistad, amor, cariño y respeto de mierda al planeta.
Cuando al fin tenemos el maldito privilegio de ver la verdad, ya solemos estar preparados para despreciarla. Tenemos el pleno convencimiento de que cualquier cosa que imaginamos es mucho mejor que la verdad.
Los que vemos la verdad, claro, porque la inmensa mayoría nada en mierda creyendo que es néctar de durazno.
Y solo ven la verdad unos pocos, los que no se creen una mierda el dichoso efecto mariposa: si sonríes, en otra parte del mundo comerán langosta y si le das un beso a tu hijo, en Tailandia un viejo se folla a una niña. Y donde hay una patada, en otro lugar hay un terremoto.
Aleteos de mierda...
Y esto es una verdad irrefutable.
Con la imaginación y sin ellos molestando, hacemos cosas más hermosas e intensas que la verdad, mucho menos podridas.
Dios es un efecto mariposa de una mentira clamada millones de veces hasta que los ignorantes la han convertido en un Jesucristo, un hombre de feria, que los drogadictos y locos creían ver caminar por el agua.
Porque la verdad solo sale de cerebros tarados, sin posibilidad de inventar,  de imaginar.
La verdad es solo un subproducto de baja calidad de la envidia.
Como lo son sus leyes, su moral, sus tradiciones orales,  mamadas de puta de boca podrida o escritas con palabras analfabetas, ininteligibles. De a cincuenta pesos la comida de polla.
La verdad es el excremento que pisamos sin darnos cuenta en la acera. La verdad es el reflejo de un humano maduro integrado en la sociedad que vive mediocremente y quiere que nadie lo supere y mira a su espalda y a los lados con nerviosismo, para que si aparece algo mejor que él, hundirlo en la basura. La verdad es un policía multando, un policía cobarde, un juez corrupto y un profesor que no sabe enseñar nada. La verdad es un padre que no gana dinero, un vago.
La verdad es la puta madre que le da de comer al cerdo y permite con ello que sus genes se reproduzcan.
Y así los sacerdotes, los políticos y los jueces, se convierten en portadores de la verdad que ilustra a los cerebros más elementales.
La verdad es la cobardía a la muerte, y el aferrarse como un piojo a la vida y seguir jodiendo a los demás. La verdad es la cobardía del tiempo y aquellos que quieren volver a edades que no les corresponden, que ya vivieron. Cobardes, cobardes, cobardes... Retrasados mentales.
El mundo está tan lleno de verdad, como subnormal es la especie humana que no sabe escribir dos palabras correctamente en su propio idioma.
La verdad es un analfabetismo institucionalizado que pasa de abuelos  a padres, de padres a hijos y de hijos a bastardos que lo son todos.
La verdad es un muerto de hambre que folla a su mujer para que tenga otro niño que mamar de su teta seca. Es un padre del hambre, un animal sin cerebro. La verdad es que no está muerto y es triste que el padre hambruna, siga follándose a su negra para demostrar que tiene leche en los huevos.
La verdad es que los misioneros son buena gente, y de tan buenos, no dejan morir a los que debieran.
La verdad, es que mi cerebro es poderoso, y no se contaminará jamás con la verdad, nunca lo hizo, nunca lo hará.
Espero a la muerte fumando un cigarro relajadamente y cagándome en el dios de todos ellos.
Estáis podridos, yo os maldigo y que vuestra verdad os pudra la sangre en las venas.
La verdad es mi mano en mis cojones.










Iconoclasta

11 de abril de 2014

La razón de la ablación del clítoris


Dicen que no se sabe a ciencia cierta el porqué de esta costumbre, como tampoco se sabe a qué se debe que los judíos se mutilen el pene. Yo lo sé y además no se trata de un gran misterio antropológico. Solo requiere saber uno en que mundo vive, quien ha vivido y quien vive.
La ablación del clítoris es anterior al islam y la circuncisión anterior al judaísmo.
Como lo es la envidia, la vanidad, la pereza, la indiferencia, la imbecilidad (lleva directamente a la ignorancia) y la cobardía.
Y como las religiones son oportunistas y se acogen a todo aquello que pueda causar represión, es natural que los sacerdotes de cualquier religión usaran estas mutilaciones como acto de fe y pureza.
En el caso de los judíos, la circuncisión es simple como una pelota: sin prepucio el glande se seca y tiene menos sensibilidad, con lo cual no perdían tanto tiempo violando y follando judías.
La higiene no es pretexto, yo tengo el pellejo y no se me cae la polla al suelo de podredumbre e infecciones, y eso que ya soy mayorcito.
Que luego la convirtieran en un símbolo religioso, es puro oportunismo de los sacerdotes, como ocurre hoy día en cualquier época del año.
En el caso de la ablación del clítoris hay mucha más cobardía, rencor y vergüenza. No hay que buscar oscuras razones si uno conoce a la humanidad. Si a una mujer se le roba el derecho a sentir placer, es porque los machos de esa sociedad no saben follar, o bien son precoces, muy precoces. Y torpes como la puta madre que los parió.
Es natural que quieran mutilar a sus mujeres, ya que éstas sacan más placer orinando que siendo penetradas por sus machos. Y las noticias corren que vuelan.
El miedo y la frustración llevaron a arrancar el placer a sus mujeres para que quedaran ignorantes de que sus machos eran incapaces de hacerlas gozar. Ésta es la razón y no la mierda de excusa de la "pureza en el matrimonio". Los idiotas son ellos, no yo.
En cuanto a la reproducción: también se reproducen los cerdos, nada que alabar. Dejar preñada a una mujer no requiere más que diez segundos en muchos casos.
Hay seres humanos de primera, segunda, tercera y cuarta calidad. Estos machos que obligan a la ablación de sus mujeres, son de cuarta (perfectamente sacrificables y agotan recursos del planeta para no aportar absolutamente nada más que una genética defectuosa).
Hay razas humanas que no deberían existir. Deberían haber ONGs encargadas de esterilizar los genitales de estas ratas humanas.
Vale la pena reseñar que el islam prohíbe esta mutilación, pero como de seres tarados (dignos de campos de concentración nazis) hay sobre todo en África, los musulmanes son los que más la practican.
En menor medida se hace en Europa, América, Australia y Asia.
Los alfaquíes tradicionales de algunas sectas islámicas que se pasan por su ineficaz pene la prohibición del islam, creen que es necesario destrozar y coser la vagina de sus mujeres para "reducir sus deseos sensuales excesivos".
Excusa perfectamente lógica dentro del rudimentario, cobarde e hipócrita pensamiento de estas bestias homínidas que tienen un pene que solo sirve para ser ordeñado y dejar hambrientas a sus mujeres. Las cuales se reirían de ellos en la aldea al verlos entrar cargados con unos monos para comer y prometiéndose con su vecina, que se montarían una buena tijera o tortilla a la mañana siguiente, cuando los machos salieran de caza de nuevo.
La ablación es producto de la vergüenza de una genética tarada, de la envidia y del miedo al ridículo. Los sacerdotes, gentuza con un poco más de inteligencia que la media, obtuvieron con ella una buena herramienta de represión para dar gusto a los deficientes mentales machos.
Así que eso de la tolerancia con otras culturas, que se la metan en el culo, porque llamar cultura a una piara de cerdos envidiosos y asesinos porque no saben follar, no es una cultura, es una basura que hay que limpiar.
No es una cuestión de racismo.
Culturalmente costaría decenas de años erradicar esa costumbre y mientras tanto, seguirían sufriendo y muriendo niñas a manos de las viejas cerdas curanderas que se dedican a esta mierda.
Requiere dejar que estos grupúsculos de seres de cuarta categoría se mueran ellos solitos de hambre y enfermedades o arrasar con algún arma química sus aldeas.
Porque de decenas en decenas de años, hay millones de niñas muriendo gracias a la hipocresía del respeto a la diversidad étnica, donde entran toda clase de bestias que poco tienen que aportar, y peor aún hacen peligrar la humanidad, ya que alguno de ellos podría pasar sus genes defectuosos a otros grupos étnicos. Cualquiera puede viajar en avión a precio low cost.
Y no merece más atención esto de la mutilación ni más razonamientos que solo permiten dar tiempo a que torturen y asesinen a más niñas.
Así que toda esa piara de inútiles de las organizaciones humanitarias y pro derechos humanos que agrupan a un montón de países, se pongan a trabajar de una puta vez y arrasen esa porquería de aldeas y ciudades y salven de una puta vez a las criaturas que sufren.
Y sobre todo, buen sexo y a esforzarse, que follar no es meterla y correrse si eres un poco inteligente.
(Más que nada para que tu santa no se ría de ti demasiado. Hay que echarle ganas, chavales).
Buen sexo.










Iconoclasta

Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta "touch"

Las Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta ya no son virtuales. Ya se pueden tocar, doblar, usar como papel higiénico de emergencia, etc...


Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta

Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta


10 de abril de 2014

Los salmos malvados de 666


Recitad  rápido, sin piedad, que apenas sea audible, en un susurro seseante.
Aunque no respiréis, me da igual...
Entrecortado de ira.
Entreverado de odio y asco, de la más pura aberración.
Y vuestros deseos se cumplirán...
YO os lo juro.
Os arrancaré los pulmones, cuando todo se cumpla. Cuando ejecute todos y cada uno de los horrores que me son rogados.
Lindas noches, monos míos, no quedara nada de vosotros al final de esta salmodia.
Una simple y usual declaración de intenciones, tampoco se crea nadie que es un asqueroso Credo, como los maricones ángeles se inventaron para Dios.

Que duerma y muera, que ya no despierte.
Que sus riquezas se conviertan en tumores, que sus hígados estallen y envenenen sus venas.
Que sus hijos nazcan con la piel del revés y su dolor no cese nunca.
Primate mío, te aseguro que te cantaré la nana de la peste negra.
Que se arruinen, que coman los excrementos que yo defeque en la calle y se les caigan los dientes con hemorragias imparables.
Que sus testículos queden vacíos y sus úteros secos como odres de vino.
Que en la noche lloren sangre y sus muertos sufran ante ellos.
Primate mío, te prometo que la bondad no la verás jamás, solo mi rabo sucio en tu boca.
Que sus noches todas sean de horror. Que se odien entre sí, como toda su vida han envidiado.
Que sus ojos se cristalicen y se rompan.
Que cien deficientes mentales violen y preñen a sus hijas, que sus hijos no puedan cagar sin rechinar los dientes por el dolor.
Primates míos, adoro a vuestros hijos porque son y serán fuente de vuestro dolor.
Que tosan su vida entre sangre y mocos, que el café de las mañas se haga asfalto. Amargo como la hiel.
Que su vida sea el infierno y yo lo vea.
Que los fantasmas de la noche les arranquen las uñas.
Primates míos, morid sin cariño ni consuelo, sabiendo que todo lo que desciende o viene de vosotros, será aniquilado. No habrá ni un solo gen vuestro en toda la capa de la tierra.
Que sufran en las noches ante un futuro de sed y sequía, que solo se cumplan sus más podridos sueños.
Que hablen los muertos sus penas en una letanía eterna y cansina en sus oídos.
Que el llanto de la desgracia sea el sonido de sus noches.
Primates mías, abrid las piernas, que vuestra menstruación sea el alimento de vuestros hijos. Y el mío.
Que sus sueños sean mortales y les llenen la piel de bultos y sus cerebros se ahoguen en sangre.
Que sus perros se mueran encogiendo los belfos de dolor, lanzando locas dentelladas al aire.
Primates míos, venid a mi comunión: ¿Quién será el primero que beba mi semen negro?
Los pájaros vuelan haciendo el picado de la muerte.
Están tan vacíos de vida como corrupto es Su pensamiento.
Que se mueran, que se mueran los ponzoñosos amantes el uno en los brazos del otro, antes de que sus labios puedan rozarse, antes que puedan darse los ansiados besos.
Que se mueran y se pudran.
Perdida la gracia de la divinidad del Dios cabrón, que irrumpan vuestros odiados seres en la inhóspita vereda de un bosque negro como boca de apestado; donde el coro de los niños cantores muertos, lanzan serpentinas de intestinos humanos llenos de mierda a los que inician su viaje al dolor eterno.
El camino al calvario está lleno de cristales rotos, una pendiente por la que sus hijos se dejan caer sajando su abdomen y dejando resbaladizos restos de sí mismos.
Mirad las sonrisas que se abren en sus vientres, es la gracia de mi Señor Oscuro.
Es hora de sufrir... Más.
Deseo cada noche vuestra plena de sufrimientos, hasta que pidáis muerte como el hambriento pide pan.
Os espera la aterradora nada. No es liberadora, es el tormento definitivo, la suma de los miedos de toda la humanidad.
Soñaréis todas las muertes y todos los dolores. Los cigarros se hacen hierros al rojo en los labios.
No seréis privados del miedo.
Os arrancaréis los ojos para no ver y las cuerdas vocales con garfios para no gritar; porque sentiréis terror de vuestros propios alaridos.
Yo te prometo, odiado mío, que a tu mujer le haré tanto daño en el ano, que morderá sus propios dedos y se los arrancará. Con sus muñones ensangrentados se hará el orgasmo más grande que en su vida hubiera podido imaginar.
Malditos trasgos y duendes de la noche, que portan agujas afiladas en los meatos de sus penes y el dolor los enloquece como a los animales rabiosos.
Pequeños trasgos que hieden a muerte y animal podrido. Acompañarán los sueños de vuestros niños.
Y malditos vuestros bebés que yacen lívidos y congestionados de sangre en sus cunas, con los puñitos cerrados.
¿Quién dijo que algo o alguien podía estar a salvo del dolor y la muerte?
Es hora de sufrir, los que disfrutáis de riqueza y los que sois pobres.
Los que sois bondadosos y los que sois idiotas.
Pudríos, primates, si podéis. Porque de sufrir no os libráis.
Éste es mi deseo, que le ruego a mi Señor Oscuro.

Recitad esto hasta que sangréis por los ojos y las encías, y se cumplirá.
No lo dudéis.
Es hora de sufrir de pagar el tributo de sangre por vuestra existencia apestosa.
Siempre sangriento: 666










Iconoclasta

4 de abril de 2014

1 de abril de 2014

666 y la rotunda sinceridad en Binibook

666 y la rotunda sinceridad

Un hedonismo puro


Me despierto.
La erección como cada mañana me molesta y un flujo espeso cuelga del glande creando un filamento frío que se me pega al muslo; pero no importa, hace tiempo que dejé de intentar dominar mi animalidad.
Fuerzo el pene hacia el inodoro, es incómodo, pero es el primer placer de la mañana: tocar toda esa dureza y que mis dedos se pringuen de ese fluido que se enfría rápido como el semen cuando no está en mis cojones, cuando está en su boca, en sus labios, entre sus dedos delgados largos, hábiles y excitantes, en sus rizos... Cuando me lleva a correrme sin control y sus pechos de agresivos pezones hostigan la piel de mis muslos.
Un escalofrío recorre mis brazos, orino un semen espeso, de una blancura cegadora, pesado. Cae primero en intermitentes chorros y luego gotea tranquilo y dulce.
Un orgasmo tranquilo me despeja, es la más placentera meada que he hecho jamás.
No me planteo que los conductos seminales se hayan roto y todo se mezcle, que tenga un tumor o una infección. Lo que sabe bien, lo que da placer, no es malo.
No puede serlo.
No importa.
No hay un Dios metido en la punta de mi polla diciéndome que lo que más me gusta es pecaminoso, prohibido por leyes de mierda.
Me lo sacudo cuando parece que ha acabado de salir todo el esperma y pienso que está bien, que me gusta mear leche y en la madrugada abortar de una forma obscena los hijos que podrían haber existido: directamente a la cloaca, sin preámbulos.
De forma tal, que pareciera que mi naturaleza ha mutado para ser partícipe de la extinción de la humanidad.
Y como una conclusión, pienso que nunca he tenido instinto de ser padre.
No importa la reproducción, soy un hedonista radical.
Hay asaz gente en el planeta.
Soy práctico y reflexiono sobre el momento en el que se la meta, o cuando entre sus pechos me acoja este rabo rebelde y extraño y llegue mi orgasmo: ¿Le haré una lluvia dorada?
He de cuidar mi alimentación...
¿Saldrá orina cuando me corra? ¿Mi placer durará lo que una larga meada? ¿Hasta tal punto estoy confuso que mi cuerpo ha perdido el control de conductos y sensaciones? Soy un X-Men del semen, un mutante.
Un extraño y maravilloso mutante.
No importa lo extraño, importa el placer.
Para variar he tenido suerte, no me ha ocurrido como a Gregorio Samsa y he despertado convertido en un repugnante y baboso escarabajo.
Aunque siempre me despierto baboso... Cosa que no tiene nada de asqueroso.
Tomo un café, fumo un cigarro y pensando en mi próxima meada divago y se me pone dura otra vez. Mis testículos están contraídos, noto como fabrican semen.
Subo a la habitación donde aún no ha despertado y enciendo la luz de la mesita.
Los niños duermen y el sonido de mi respiración excitada es más potente que los sonidos del sueño de todos ellos, está a punto de amanecer y mi pene palpita.
Subo en la  cama y me arrodillo a su lado, retiro la sábana que la cubre y dejo sus pechos desnudos.
No tengo erección, pero se ha activado un reflejo de expulsar algo por el glande. Lo hago.
Y de nuevo brota el semen por el meato. Se estrella en su cuello y en sus pechos con las primeras y explosivas salidas; luego el semen es tranquilo y riego sus pezones, su vientre, el ombligo y acabo depositando mis últimas gotas en sus labios.
Está gimiendo, se está masturbando, se ha untado los dedos con la leche y se frota el clítoris con energía y rapidez. Su otra mano aferra mi polla y la sacude contra los labios y la lengua.
Cuando se corre sus uñas hieren la piel de mi bálano y a pesar de que mis cojones parecen seguir bombeando, se ha acabado el semen.
— ¿Cómo lo has hecho? ¿De dónde ha salido todo eso?
—No lo sé. Simplemente me he despertado y en lugar de orina he expulsado semen.
— ¿Te duele?
—No.
—Me gusta —susurra extendido el semen que ha quedado en sus dedos en la vagina.
...
No he podido orinar en todo el día, tengo una fuerte presión encima del pubis, sé que debo mear para no morir.
Cuando llega a casa al mediodía para el descanso de la comida, se lo digo, que o meo o la palmo.
Toma un guante de látex y me toma de la mano dirigiéndonos al baño.
—Mearás, desnúdate.
Me desnudo y ella también, nos metemos en la ducha y se calza el guante de látex en la izquierda. Está excitada, sus pezones están duros, su raja brilla y está lechosa.
—Dobla la espalda hacia adelante y abre las piernas.
Lo hago y me agarro a la jabonera.
Toma mi pene que se endurece rápidamente al contacto con su deseada piel. Me mete un doloroso y brutal dedo que me duele al hurgar en lo profundo del culo.
Me excita, me duele, me excita, me duele...
Mientras tanto masajea el pene de arriba abajo.
Me siento como un semental, me siento animal.
Sin que pueda hacer nada por evitarlo, su dedo hace presión en un determinado punto y un potente chorro de orina se me escapa sin control. Temo que el meato se rasgue por la presión y el enfermizo calor de los meados.
Ella intenta no gemir, y falla. Deja correr su orina también en esa posición acuclillada, con la vagina completamente abierta. Su chorro es enorme y salpica la pared.
Y moja los pies.
Cuando la orina ha cesado, saca el dedo del  ano.
—No te muevas —me ordena —. Te quiero vaciar todo.
Con energía, masajea mi pene en vertical, haciéndome daño en los cojones, con rapidez.
Mi pene está tan duro... He descendido dos estadios hacia la involución.
Su cabello ahora está entre mis muslos y su boca está tan cerca de mi glande que siento su aliento.
Y ahora sí, ahora sale el semen, brota abundante regando su cara, chorreando por su cabello. Su guante está manchado de sangre.
—Hay algo muy extraño en tu próstata, hay un bulto duro como una piedra.
Blasfemo con las últimas gotas de leche que sacude.
Las mutaciones no suelen ser como las de los X-Men. No habrá final feliz...
Y todo está bien. Todo es perfecto, dejamos que el agua nos limpie.
— ¿Te sientes bien?
—Ahora sí, después de mear me siento bien por fin.
—No vayas al médico, te quiero así.
—No iré.
Ella es una hedonista radical. Una enfermera sin piedad.
Lo importante es el placer, cueste lo que cueste, porque al final, nos espera una aburrida vida mediocre con una muerte mediocre.
Y prefiero  el placer. Ella también.
Aunque me muera.
O se muera ella.
...
Entre el semen aparecen trazas de sangre, vetas finas y perfectamente definidas que rompen la uniformidad de lo blanco.
El placer sigue siendo inmenso.
...
La sangre mana a borbotones, no parece una eyaculación.
Es hemorragia apestosa.
Ya no hay semen, ha degenerado tanto mi cuerpo y ha crecido tanto el tumor,  que siento que tengo un bebé de los que nunca seré padre metido en los intestinos.
A ella le doy asco, me tengo que meter el dedo en el culo yo mismo, ya no hay placer.
Cada vez que orino, grito y me derrumbo. Hay restos de carne en el dedo con el que estimulo la próstata o en lo que se ha convertido.
...
Ella y los niños me mantienen encerrado en el trastero, como hicieron con Gregorio Samsa convertido en un escarabajo.
Mis hijos también son unos hedonistas puros.
El esfínter ya no retiene el intestino, que se me escapa por el culo como un gordo gusano podrido.
Morir será un placer.
Soy un hedonista puro y radical.







Iconoclasta

29 de marzo de 2014

666 la rotunda sinceridad


Una vez has acuchillado a Dios cincuenta veces, te has de asegurar que no siga despidiendo su "sagrado hálito" mierdoso. Acerca un pequeño espejo a su boca para asegurarte que no se empaña de su "celoso" aire vital y arráncale con él sus fríos ojos muertos.
Y haciendo todo esto y eyaculando  en su sacratísimo rostro, no obtendrás ni a diezmillonésima parte de placer que él obtuvo jodiendo tu vida y la de billones de seres.
Con el pijo aún húmedo, sigue caminando solo, como en definitiva has caminado por la vida. No te apartes de la Vía Solitaria o encontrarás falsa amistad, falsas sonrisas y falso amor.
Llegarás directamente a Mí, y te descuartizaré ante la sonrisa de tu esposa que me estará metiendo un dedo en el ano para excitar mi diabólica próstata. Seré Yo quien diga que he acabado con el cochino Dios.
Y por una vez en tu vida, habrás encontrado conmigo la más pura y rotunda sinceridad.
Tu hija, a propósito, está clavada a mí, ensartada por el coño con mi pene que le ha destrozado el intestino grueso y fracturado su cadera. Está muerta, claro.
Me reconocerás porque soy un Dios Negro en toda su infinita crueldad y porque caminaré con el cadáver de tu hija aún enganchado a mí, destrozando su muerta cabeza caminando por este pedregal.
Ya sé que no te importa demasiado, quien mata a Dios pierde todo lazo de unión con el resto de los primates, sean hijos o padres. Solo quería ser desagradablemente vanidoso y sincero hasta la podredumbre.
No quedará nada de ti, ni un recuerdo delirante por haber matado a ese puerco Dios.
Sabía que no saldrías de la Vía Solitaria, nos vemos en un segundo.
Siempre sangriento 666.










Iconoclasta

27 de marzo de 2014

Mi pésame de mierda


Adolfo Suárez fue un presidente español que tras la muerte de El Puerco (Franco) negoció la democracia con militares y terroristas.
La prensa habla de su coraje y firme convicción en la libertad y el respeto, ya que fue el primer presidente de la democracia.
Y una mierda.
Como todo político, estaba aquejado de mesianismo patológico (patológico para los demás, claro).
Como cualquier político o ideólogo de mierda, vació el vientre de tripas de los mejores individuos para someter a la chusma.
El político y su ambición, sopesan con tranquilidad mientras eructan, la conveniencia de que hayan miles de víctimas necesarias para conseguir un fin.
Un político o un juez, son seres dispuestos a asesinar en masa o de forma arbitraria a decenas de miles de ciudadanos. Nacieron con un grave problema de ambición y envidia.
Ningún cabronazo de este tipo, sea comunista, fascista, revolucionario, moderado, liberal o extremista va a sentir piedad por la gente que encierran, arruinan, asesinan y controlan.
Así que me lustro el nabo con todas las bondades que les achacan y su coraje y valor excrementicio.
El Adolfo, murió sin saber qué era y lo que hizo, murió sin distinguir entre cagar o mear y si meaba usaba la fregadera de la cocina.
Es maravilloso que haya muerto vacío completamente. E imbécil.
Todos tendrían que morir así. Que todo el mal y los abusos que cometieron, se fueran directamente de la cloaca de su cerebro a la nada.
Los políticos y jueces deberían ser infectados de alzheimer a los cuarenta y cinco y que así se pudran como un pequeño asomo de venganza a todas las vidas que han destrozado y siguen arruinando.
Si hay españoles comiendo mierda, a cerdos políticos se lo deben.
Y digo españoles, porque de un iluminado muerto español va este artículo.
Hay decenas y decenas de mandatarios que no deberían estar vivos, a los que deberían recogerle las heces sus hijos o una enfermera en un manicomio.
Y lo peor de todo es que la chusma que han aplastado, le despide con lágrimas, cariño y honores que tienen metidos en el culo en forma de hemorroides.
El alzheimer debería afectar al 95 %  de la población mundial y que se conviertan en simples cerdos revolcándose en la mierda de su pocilga que nadie limpia.
Con las banderas me limpio el culo y con la degeneración física y mental y muerte de un político, obtengo un breve asomo de justicia.
Pero mi placer anal y sentido de la equidad lo orino con molestias, cuando cientos de miles de subnormales lloran la muerte de su sodomita.
La humanidad solo merece radiactividad en dosis masivas, para que se haga estéril y muera pronto.
Ahí va mi pésame de mierda.








Iconoclasta

24 de marzo de 2014

Indefensa ante el volante


No importa que conduzca, tengo hambre de su coño, necesito untar los dedos en esa raja que me hace palpitar el glande y lo recubre del líquido viscoso que me prepara a penetrarla.
Por su coño me ahogo, no me deja respirar colapsado por el ansia, los latidos se detienen cuando sus piernas se separan.
Mis dedos no se rinden ante la falta de aire ni de presión sanguínea, porque están sedientos, se secan si no penetran el sagrado coño que deseo como un animal.
Sus dedos de negras uñas esmaltadas se cierran con fuerza en el volante cuando desgarro la calada braguita para tocar su piel. Sus pálidos y suaves muslos se ofrecen indefensos y temblorosos a mí.
A su dueño y amo.
Su cabello se agita violento con el aire que entra por la ventanilla creando azabaches remolinos que cubren sus mejillas, como pequeños azotes de un viento que pretende castigar tanta obscenidad y que apenas da consuelo al sudor que se desliza cuello abajo.
Acaricio y araño su piel, la delicada piel de su vagina hambrienta, pringo con su propio fluido los muslos que se rinden y se separan sin que ella tenga voluntad sobre ellos. No puede defenderse de mi agresión, de la invasión de mis dedos ávidos, sedientos.
Tampoco pueden abrirse totalmente al placer repentino, porque sus pies han de conducir. Divido su mente entre la carretera y su coño que palpita potente como mi corazón irrigando toda esa carne dura que duele dentro de mi bragueta. Que sufra como yo, que el sudor corra entre sus enormes y pesados pechos. Que se joda, la jodo, la joderé, la follaré siempre, sin piedad.
Aunque le duela, aunque me ahogue.
Aunque se me pare el puto corazón o nos aplastemos contra la cochina vida con forma de camión.
Nos torturamos bajo la ardiente chapa de un coche, ante idiotas que observan mi mano hurgando bajo su falda que solo pueden intuir con una duda que la estoy follando.
Sus pezones se aplastan duros contra la blonda de las copas de un breve sostén que se adivina a través de la tela de una blusa de vertiginoso escote. Buscan la boca que los succione, que los chupe, que tire de ellos hasta el límite del dolor.
Finos filamentos se crean entre mis dedos y observo maravillado por un instante el milagro de su coño: su lascivo y libidinoso óleo.
Y no pienso. Sus braguitas rotas ya no pueden contener mi deseo invasor. Y aferro con fuerza el pene que parece rugir de desenfreno por ser estrangulado por ese coño.
Deslizo sin permiso la braguita por sus piernas. "Nooo..." dice en un gemido; pero es un sí y la sigo bajando hasta los tobillos. Se las quito para que se sienta desnuda ante mí como castigo a su erótica vanidad, es mi voluntad inquebrantable, imparable, innegable...
Su mente se concentra en conducir, pero su coño se abre. Avanza sus nalgas en el asiento para que su carne se desflore y me muestra el agujero que se dilata y contrae buscando algo  que lo llene. 
Sus labios se separan y la lengua asoma divina cuando pinzo el clítoris tras escupir saliva en mis dedos.
Y sé que se viene, que se corre, porque una mancha oscura se forma en el asiento , bajo su coño.
El sol nos castiga, pero ni los rayos más potentes evitarán que se acabe ante miradas de gente extrañada que nos observan hacer ocultos movimientos, con las bocas que se abren indisimuladas con incontenibles jadeos de placer...
Las venas de sus muslos palpitan llevando la sangre veloz para alimentar de placer la vulva anegada de ella misma, casi reventada por mis dedos que chapotean provocando sonidos que en un semáforo en rojo parecen llenar la calle de obscenidad.
Tras las gafas de sol, sus grandes ojos se cierran por más tiempo del que la precaución aconseja y mis dedos reciben la catarata de su orgasmo. La he llevado donde he querido, mientras sujetaba mi pene poderoso y doliente de deseo con un puño crispado por encima de la coraza de ropa que lo cubre.
Sonríe y deja sus piernas abiertas para que el aire caliente, menos caliente que su coño, refresque todo ese placer que aún le eriza la piel. Blanca, suave, lamible, follable...
Yo solo puedo lamer mis dedos, y presionar el  glande, sentir como se desliza una gota de viscosidad que convierte en una sola cosa la tela del calzoncillo y mi prepucio.
Su coño me funde, y yo la poseo, porque es mía.
Sin piedad, sin miedo, aunque cueste la vida, yo la jodo cuando mi polla lo pide.
Soy el dios de su coño y ella es la criatura que me hace divinidad.
Babeante, ansioso, con el semen brotando incontenible ante el milagro de su boca jadeante...
En eso me convierte, en un animal en celo.
Me apeo del coche y le digo que me deje solo, porque ya he usado mi posesión. Me observa triste y aún agitada, extraña... No la conozco.
Ahora una puta a la que le aferro un puñado de cabello marcando el ritmo de la mamada, recoge con su boca todo el semen acumulado en mis cojones por un par de billetes que le he metido entre las tetas. Y también es mía por unos segundos.
Todo es mío.







Iconoclasta