El mundo se distorsiona en función del grosor del hielo que se forma en los ojos por las lágrimas al congelarse, son cosas de la temperatura que aunque sean simples y lógicas, cuando te las cuento adquieren un hermoso aire trágico.
No estoy loco, solo un poco triste de melancolía cuando pienso en tu calidez.
Te diría caminando cogidos de la mano, tranquilamente como aviones a reacción (me encantan las estelas de vaho que exhalamos en el aire frío), que por muchas distorsiones y refracciones que causen mis lágrimas con la luz, todo lo humano conserva con desesperante definición su mediocridad atávica cuando vago solo.
Sé que puede parecer repetitivo; pero… Si no te lo cuento a ti ¿a quién, cielo?
Pensarte me da paz y cobijo. Tu existencia me da un lugar higiénico cuando la vulgaridad me asfixia.
Estoy amargado a conciencia, alimento mis frustraciones y tristezas para no encajar entre ellos, entre los humanos. Una rebeldía inútil; pero absolutamente digna aunque me joda.
Solo necesito estar en ti, dentro de tu cuerpo, con las almas mezcladas en volutas que danzan perezosamente ingrávidas alrededor de los cuerpos jadeantes.
Porque el día que sienta que pertenezco a esta sociedad ya no seré digno de ti.
Sería terrible, amor.
Que no te preocupen mis lágrimas congeladas, son mi volición, mi necesidad de ti.
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.