Powered By Blogger
Mostrando entradas con la etiqueta pasión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pasión. Mostrar todas las entradas

31 de enero de 2023

lp--El super amante y sus superpoderes--ic


¿Cómo quieres que no te grite si te amo tanto?

Soy tu super amante y mi super pensamiento surge de mí rompiendo la barrera del sonido y tu ropa interior.

Lo siento.

No lo siento, luzco con vanidad mi super erección.

Estás hermosa con el sujetador desgarrado colgando de los hombros.

Con las bragas rotas que dejan desnudo parte del monte de Venus.

Y tu cabello alborotado, como cuando te corres.

Sucede a menudo que, no sé si te escribo o te super follo. Se me pone tan dura que me duele amarte, en el pijo y el corazón.

No puedo evitar esta desesperante y húmeda super dureza cuando te super pienso.

Es orgánico amarte.

¿Cómo evitar lanzarte mi super amor cuando mantienes mi cabeza sujeta entre tus muslos y jadeas y no me permites respirar y solo beberte? ¿Eh?

¿Cómo no gritarte mi pensamiento cuando manejas mi rabo sin cuidado y lo maltratas y te lo comes y te lo metes y haces de mí una cosa?

No puedo evitar la potencia de amarte y enviarte una super ráfaga de deseo.

Soy tu super amante…

Se me escapa un super pensamiento de demanda de piedad cuando tus dedos gotean mi láctea alma que me has extraído, exprimido.

Mis huevos se contraen con espasmos, vacíos entre tus dedos.

Y me conviertes en tu obsceno super trofeo.



Iconoclasta

23 de enero de 2023

lp--Mis amadas desconocidas--ic


Pienso en lo que no pude ser y estoy satisfecho, nunca he ansiado ser nada.

Solo observo el mundo a niveles profundos, atómicos.

Nunca me he planteado ser, porque soy. Lo mío es existir.

Sin complicaciones.

He llegado a este instante donde he adquirido ciertos superpoderes para codificar mi pensamiento profundo a la tridimensionalidad en la que habito, con precisión y fluidez. Sin límite ni prejuicio de cómo y con lo que quiera expresarme. Soy absolutamente libre y salvaje haciendo tinta del pensamiento. Y concluyo que soy un cochino sabio que al saberlo todo, no se asombra de nada. Excepto de mí mismo y mi podredumbre mental.

Desconozco los límites concretos a los que aún puede llegar el dolor y la ruindad en los humanos, pero solo es un dato cuantitativo. Sé que, grosso modo, llegará a rangos pornográficos para la cordura, la dignidad y la inteligencia. De hecho, no dejan de batir marcas todos los días. Crecen sin freno.

Lo que me desconcierta es que hay momentos en los que no sé si la amo a frecuencia de alto impacto o es mi reto.

Siempre hay una faceta de mi amada que no conocía. No puedo decir de ella lo que digo del mundo, que lo sé todo.

En las mañanas cuando mira por la ventana hacia el horizonte y me sonríe en silencio, al llevarse la taza de café a la boca, he visto una luz dorada en lo profundo de sus pupilas. Sin que el sol la iluminara aún.

Me fascinan los brillos diamantinos y texturas de su alma, tan extraterrestres y distintos.

Me descoloca e hipnotiza su ser mutable y desconocido.

Y quedo desordenado en sus dimensiones como un muñeco con la cabeza en el culo.

Es girar un diamante y observar la distinta refracción de la luz en cada una de sus innumerables facetas, en cada mujer que descubro en ella.

¿Por qué esa luz en sus ojos?

Y afirmo que las estrellas se refugian del frío cosmos en ella…

No sé si soy amante o discípulo. Quisiera ser solo amante y menos siervo de su multiplicidad.

Comparten todas ella la misma alma, la misma piel que beso y los ojos que absorben la luz, y a mí.

Y yo tan sabio, tan uno.

Tan nada…

Imagina cosas que creía imposible que pudieran ser escritas.

¿De dónde viniste, amor?

Me desconcierta ese nuevo ser que has creado ahora, en el mundo plata que reflejan tus ojos, engastados como gemas en un lugar de belleza imposible, de emociones como embates de agua tibia en las entrañas.

Soy incapaz de vislumbrar tu nuevo mundo, solo lo intuyo en tu presencia; de lo que emanas a tu alrededor. Y me pregunto dónde cabría yo tan carne y tan opaco en tu nueva creación. Y si deberé enamorar de nuevo a esta desconocida.

¿Y si no puedo?

Si tu nuevo ser no me amara, me desintegraría como mis sueños al despertar.

No tendría sentido una existencia sin vosotras, sin ti.

Eres descarada y carnal hasta excitar cada célula de mí. Y en otros momentos eres una ternura que se derrama suave y melancólica hacia el cielo, desobedeciendo a la ley de La Tierra.

No quiero conocerte, quiero descubrirte en cada momento; incluso cuando no existo porque estás atareada cambiando el universo en un extraño orden que no puedo ni quiero entender, solo quiero asombrarme. Fascinarme a tu lado.

¿Cómo puedes hacer eso? Eres de carne y piel, te he follado…

¿Qué has hecho de la vida en ese momento que has llevado el cigarrillo a la boca mirando las nubes?

Me siento tan dimensionalmente extraño en este universo-aura que dimana de ti, que siento ser una creación tuya que no sabe dónde está ni desde cuándo.

De alguna forma, siempre consigo reaccionar y rozar con los labios tu piel y crear un momento sólido y cálido donde afianzarme en tus universos sutiles y etéreos.

No me pierdas, no me dejes fuera de tu creación. Existo, quiero existir en ti, todas tú.

Y no concibo la vida sin ti.

Eres mi asombro y un hambre carnal.

Todos esos cosmos que inventas, están unidos a ti con sutiles hilos de tu alma. Una telaraña incruenta que lleva a cada una de las mujeres que amo.

Soy un amor deslizándose por esas sedas buscando el origen donde se forman, tu alma nuclear y profunda; pero no hay manera. Cuando desbocas la imaginación me desoriento y no encuentro el hilo primigenio, el que surge de ti y se derrama en líquidos sueños a tu alrededor.

He visto en tus ojos una ola romper contra el acantilado y destrozarse en rubís y esmeraldas tiñendo el cielo del color del paraíso.

No lo entiendo. ¿Cómo puedes hacer todo eso y tener tiempo para amarme?

Cuando te digo que os amo, te ríes de lo absurdo.

Y pienso que no recuerdas que tus ojos han contenido un mar sereno hace un segundo. Que algo has cambiado.

Lo que conozco de ti a ciencia cierta es el sabor de tu piel. Tanto besarte, tantas caricias…

Y la forma en la que te llevas las manos al rostro cuando te corres.

Todo lo demás es cambiante, un parque de atracciones, un drama desconsolado, una hoja que revolotea al viento, un sol de vida en tus manos…

Un niño que ríe.

Una niña coqueta que lo besa.

¿Qué has hecho? ¿A qué vienen ahora esos osos panda buceando entre corales de mercurio dorado, que desprenden burbujas haciéndose jirones de dulces almas ?

Mi amante creadora, solo soy una carne inofensiva, no puedo hacer daño.

No me dejes nunca fuera de tus mundos, ten piedad y espera a que muera.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


14 de enero de 2023

lp--El amor y la soledad--ic


El amor nace entre un hombre y una mujer, entre dos seres.

Un solo ser humano no ama si no es amado; por mucho que grite y sufra. Eso es ambición o deseo o ilusión, depende del momento anímico de ese ser; pero no es amor.

Entiendo el amor como un intercambio de emociones, una complicidad entre dos.

El auto amor no existe, no puedes amar en soledad. Es una perversión imposible ese “amar”.

No todos somos susceptibles de amar. Los hemos de naturaleza solitaria, y eso es tanto como ser anti amor.

Y cuando eliges soledad…

Tú mismo, ya eres mayorcito para saber lo que haces y atenerte a las consecuencias.

Follarse a la puta es la confirmación de la soledad, no hay soledad mayor que la piel extraña que compras.

Te equivocaste, mano.

Así que echas de menos el amor y te torturas lo suficiente para reconocer que siempre hay otra cara de la moneda y a lo hecho pecho.

Está bien, no existe el auto amor; pero es imposible pensar que no la amo.

Sé que no soy coherente con mi soledad; pero me paso la coherencia por el culo.

Luego, en algún momento daré una patada a una solitaria piedra del camino del anti amor; y con una blasfemia pensaré que diga lo que diga mi yo sabio e infalible, la amo. Ser románticamente ridículo, es una de las grandezas de la soledad, principalmente porque no hay nadie que se ría de ti.

E irremediablemente se lo escribiré: te amo.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


6 de enero de 2023

lp--Con los pies en el suelo--ic

Nació para ser amada, con la carne y la piel que cubre y protege su pensamiento perfectas. Cálida y sedosa su mirada y sus urgentes labios.

No puedo creer estar amando a una diosa. Solo ocurre en las películas.

Sin embargo, me rebosa agua ácida de los ojos. Se me irritan y el mundo se hace difuso.

Una costura se ha rasgado en el tejido de mi mediocre existencia y ha hecho mierda mis defensas.

Es lógico que plante los pies en el suelo. Podría elevarme hacia ella, por ella.

No puedo permitirme soñar despierto, debo afianzarme a la tierra.

No soy pájaro, cometa o meteorito. Sino una piedra tallada por las presiones telúricas y los volcanes.

A menos que te quede un respiro para la muerte, no importa fracasar y caer.

Y aún no siento ese olor a moho en mis pulmones que deja la muerte cuando está demasiado cerca. Huele como las hojas que se pudren con la escarcha invernal. Las que piso con la firmeza de mi peso y la ingravidez del amor.

Se me desprende la carne de los huesos por su poder de atracción gravitacional.

Amar duele.

Quiero ir, llegar a mi estrella.

Pase lo que pase, cueste lo que cueste.

Soy un asteroide al rojo camino a la desintegración. Mi diosa no lo quiera…

Y antes de seguir con mi letanía de amor y deseo, me aseguro de nuevo que los pies sigan ahí, pegados en la tierra.

Caer duele millones de lamentos luz.

Y el dolor no aporta misericordia ni dignidad a la mística tragedia de amar.

No puedes curarte con aceite hirviendo una quemadura.

Desea a gritos, pero no dejes la tierra, no te separes de ella. Toda una vida llena de grisentería no puede tener un final feliz.

Ni lo sueñes.

Me digo que es un espejismo; pero no resulta y es más doloroso. La vida sin ella duele más.

Solo sé que soy un pensamiento perdido en la muerte gélida y árida del cosmos, un astronauta desecado y congelado sin posibilidad de putrefacción desintegradora.

Soy un trozo de plástico espacial.

Y un viaje incierto a un destino ineludible.

Porque si no amas ¿cómo vives?

Siendo un mierda.

Me fascina cuando se estira desnuda y felina entre las sábanas, ronroneando universos extraños e intensos, hambrienta de ser tomada. Imaginando su piel cubierta por el deseo y el coño palpitando en una ascensión a la cima del placer violento y animal.

Aquí en la tierra fría, mis pies parecen hundirse; fundirse con el calor que produce su tormenta de amor solar.

No puedo dejar de evocar mi semen deslizándose entre lo más prohibido y secreto de sus muslos, un goteo viscoso que se bebe la sábana cálida que la sostiene.

Mis pies en el suelo…

Y me duele el corazón de luchar contra su tirón orbital.

Durante unos minutos permanecemos en silencio. Recuperando el aliento y retornando suave e inevitablemente a la realidad con el corazón pleno y el coño agotado, ahíto de placer. Mi pene decreciendo, escupiendo algún semen residual, humillado silenciosamente ante la diosa.

Con leves jadeos se desvanece la violenta lujuria que nos abandona a un amor relajado y caníbal.

Observo sus pezones aún duros mojados de mis labios.

Es mía, mi diosa…

Y un pie se alza traidoramente. Me apresuro en contraer los dedos en la bota haciendo un puño para dar potencia a la pisada, si eso es posible.

Peso lo que peso…

Es mi desesperación y tortura, un castigo a mi impío amor que detesta y ofende a la humanidad y sus interferencias constantes entre ella y yo.

Soy una triste mitología.

Somos de la misma especie: el amor nos hace feroces, desinhibidamente irracionales.

Pero tengo mis limitaciones, no soy un dios y si dejo la tierra que me mantiene vivo también perderé lo poco que tengo de ella.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

27 de diciembre de 2022

lp--Un amor colosal--ic


No niego la belleza de las pequeñas cosas tiernas que se guardan con veneración en el puño cerrado con pasión; pero ¿sabes qué ocurre, cielo? Que necesito la grandeza de los cielos azules ektachrome, las largas, altas y lejanas cadenas montañosas.

Es que no cabe nada en las miniaturas, son tan pequeñas que apenas entra un lágrima.

Y las pequeñas cosas no se merecen ser aplastadas por un romanticismo enorme que carece de los conocimientos básicos de la hidráulica del amor y otros fluidos.

Imagina esas camisas baratas que venden en los mercadillos a precio de mearse de risa y a pares, tengo que probar tres tallas más de las que me corresponden y el vendedor se coloca un chaleco antibalas para que los botones no lo acribillen mientras me dice: “Te queda perfecta, incluso holgada”. Y yo rojo de asfixia.

Así me siento amándote entre cuatro paredes.

No quiero ser pretencioso, amor. Es porque me desenvuelvo bien en los grandes horizontes, aunque me humillen con su enormidad.

El color de mi piel comparado con el azul, los verdes y los marrones invernales, con la impoluta nieve lejana; casi me hacen cadáver.

Un insecto tísico, descolorido.

No importa.

La razón más importante es que solo la grandeza puede contener mi amor y deseo.

Las hermosas y pequeñas cosas, pobres, no pueden contener lo que te amo, no cabes en ellas.

Necesito todo el espacio que mis ojos abarcan para que mi amor se expanda y te arrolle y te envuelva y te cobije y te susurre, ahora sí, mis pequeñas palabras que se deslizan suavemente por las laderas boscosas y nevadas, por los valles y los ríos.

¡Que todo sea enormidad!

Que mi amor se libere de la compresión de mi corazón y pulmones, que se expanda hasta cubrir tu piel.

Siempre pienso al ver una flor, en la belleza que concentra; pero evocándote concluyo que es poca cosa para contenerte y definirte.

Y créeme, si no tienes un buen espacio para liberar todo el amor, te asfixias por dentro como si la cabeza y el corazón se aplastaran contra sí mismos en una fisión de amor atómico.

Es como ser alérgico y meter las napias en una flor para esnifarla, llevado por el suicida romanticismo.

No. Necesito gritar y que mi voz resuene lejana entre las montañas y digan al oírme: “Ya está el macho en celo de nuevo”. Sí, ya sé que me denigro yo mismo, no sé venderme con elegancia; pero es que no quepo ya ni en mí de tanto que te quiero. Todo se hace pequeño si no hay unos amplios horizontes.

No puedes alimentar a un león con berberechos y salmón ahumado con galletitas saladas.

Ya sé que a veces salgo de los límites del buen gusto literario y me dejo resbalar de culo por la pendiente de  la vulgaridad; pero es que estoy hasta los huevos de estar tan comprimido, coño.

Por mucho papel y tinta que use, el amor se me derrama de los límites de las hojas y al no contenerlo, siento que es pérdida y tontas ganas de llorar.

¡Pobre amor derramado sin lugar a donde ir!

Créeme, el amor es un fluido y soy un buen mecánico en hidráulica. Sé lo que digo…

Sé lo que siento, sé lo que duele la presión de una columna de amor por centímetro cuadrado en la piel y en algún lugar dentro de mí.

Hacia el horizonte lanzaré este amor que avanzará a través de los bosques y las altas cimas, por los mares y los ríos, y llegará a ti como una avalancha, un alud de ternuras y pasión. De sueños que no se cumplirán, pero recitaré en tu oído como una plegaria a la esperanza.

Instantes de ilusión…



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


17 de diciembre de 2022

lp--No desearás a la mujer…--ic


¿Qué mierda es esa de no desear, no follar a la mujer?

Por supuesto que desearé a la mujer del prójimo.

Me importa poco que la mujer hambrienta tenga prójimo.

Importa que la mujer me pide que la joda, que la trate como a hembra en celo. Y me desea con las bragas manchadas de humedad.

Su prójimo no le come el coño como yo, hambriento, sediento, animal, sin piedad, humillándose ante la diosa.

A su macho le da asco su raja. Y se la mete para taponar ese sexo que le repugna.

Convierte el follar en una paja mal hecha, solo para él.

La mujer del prójimo abre sus piernas ante mí y separa los labios resbaladizos y brillantes de su coño exigiendo con mirada hambrienta y jadeando, mi lengua arrastrándose por su raja, hundiéndose en su vagina anegada.

¿Quién cojones dice que no desearé, que no se la meteré después de haberle arrancado obscenidades corriéndose en mi boca?

Si la mujer me desea, yo jodo a la mujer.

Le irritaré sus cuatro labios y los pezones de tanto besar, mamar y lamer. Y regaré sus gemidos con mi leche.

Volverá a su prójimo con el coño irritado.

Me importa poco un mandamiento o ley mierdosa, me suda la polla.

Nada me puede impedir que joda a esa bella hambrienta mal follada.

A la mujer del obediente prójimo y a su hija si también me desea.

¿Qué retrasado mental pudo dictar semejante prohibición mierdosa que busca con saña el hastío de la mujer?

Ella desea y yo la jodo.

Ésta es la ley.



Iconoclasta


12 de diciembre de 2022

lp--Parábola del solitario y la diosa--ic


Adoraba mi soledad; pero desde que conocí su existencia acostumbro a renegar de ella.

Nunca pensé en la posibilidad de que fuera real. Debía tratarse de un ser mitológico para arrancarme de mi profunda sima de cultivada soledad.

Si aun así existiera, no llegaría a conocerla porque los solitarios provocan desconfianza y dan grima, nadie quisiera verse como yo.

Soy un apestado.

Cuanto más solo estás, más deseas estarlo. Y la distancia hacia cualquier ser se hace abismal.

Pero ya se sabe aquello de: cuando yo dije sí, mi caballo dijo no.

Apareció dando una patada a mi dimensión solitaria e hizo mi triste paz añicos.

Mi mente epatada ante la diosa, creyó oír: “Debes amarme”.

Yo dije: “Es cierto, ahora no puedo dejar de amarte”.

Fue fulminante.

Obedecí su mandamiento único con la solidez de mi pensamiento aislado de toda humanidad. Sentí que me lo había cincelado en el pecho con sus dedos divinos.

Pactamos con las lenguas enredadas un futuro incierto de encuentros y desesperos.

Di templanza a sus pezones endurecidos de deseo con dedos incrédulos.

Y besé la hostia entre sus muslos, la lamí hasta que profirió blasfemias.

Ella una diosa…

Me clavé a ella cayendo vertiginosamente en su esponjosa viscosidad. Sentía como su coño ardiente como un crisol fundía mi glande que goteaba un agresivo deseo. Y se desdibujaron los límites de las carnes; no supe cuál era la mía o la suya. Caí en su entrópica dimensión hasta correrme con un atávico grito de posesión.

Era ella la que me poseía…

El amor de la diosa es inescrutable, y yo me creí fuerte para afrontar una tragedia de amor.

Dejé de sentir la soledad como amiga y don. Tornose una cruz astillada en mis hombros.

¡Oh mortificación!

Y díjome: “Debes esperarme”.

La esperaba con ansiedad animal frotándome la piel helada de soledad. Esperando otra oportunidad para fundirme de nuevo en ella; pero el tiempo de la divinidad aplasta y deja en el limbo al amante mortal.

La cruz astillada empezó a pudrirme las venas, el caballo no conseguía aplacar la ansiedad ni la desproporcionada presión de la columna de soledad que caía sobre mí con implacable asfixia.

El infierno acortó la distancia hasta mí comiéndose el rojo de mi sangre velozmente. Y por más jacos que chutara en vena, no conseguía dejarlo atrás.

Hoy he pinchado la vena y ha dolido como nunca. He sentido con un chirrido de dientes la aguja raspar el hueso. La sangre ha salido blanca, el infierno me ha alcanzado.

Fue un error obedecer el mandamiento de la diosa.

¡No!

Fue un error nacer…

Soy la enseñanza del fracaso.




Iconoclasta


1 de diciembre de 2022

lp--El amor cardíaco--ic

El amor es un ataque al corazón, así de intenso y fulminante. Fue repentino amar y pago ahora el precio de que mi vida dependa de ti.

Tú eras la luz al final del túnel durante mi breve muerte de iluminación.

No quiero ser dramático, no es una cuestión de coacción o chantaje emocional, sería mezquino. Solo refiero un hecho.

Bastaron una mirada y una palabra tuyas suspendidas en el preciso instante, en el cuántico e infinitesimal lugar. Entre un parpadeo de reconocimiento y unos labios entreabiertos que se hicieron desesperadamente deseables. Supe que cuando sucediera el primer beso mi pensamiento sería tuyo.

Y el beso fue ataque cardíaco, tan indoloro que no sentí inquietud por lo cerca que estaba de morir durante aquellos segundos de descubrimiento: existías, no eras sueño. En ese paro cardíaco, en esos segundos de muerte indolora se reconfiguró mi red neuronal y desde entonces, mis días empiezan y acaban contigo en mi mente o haciendo arder mi pene con la fuerza vectorial de tu cuerpo clavado verticalmente en mi horizontalidad cuasi mortuoria. Amarte es también presión gravitacional.

Hay en mi cabeza un túnel cuyo final llenas. Y sus paredes son tan transparentes como mudas. Vierten la luz y filtran los graznidos de la humanidad.

Y atrás dejo la oscuridad. La negritud me pisa los talones, por cada paso que doy hacia ti la oscuridad a mi espalda crece con idéntica velocidad.

Es un túnel solo de ida, ya no podré volver. Mi historia se borra y empieza una vida nueva. Ocurre lo mismo con el tiempo, me arde el culo por su rápida combustión.

Soy un personaje cómico en una vieja película muda. Da risa; pero no acabo de ver la gracia. Necesito un cubo de agua para sentarme y respirar aliviado.

No hay opción, amarte fue inevitable como el respirar; pero aun así elegí.

Un poco de ti, es mejor que nada. Un poco de ti justifica ignorar que la vida se acaba, que siempre he llegado tarde a lo hermoso y he aceptado la grisentería difusa de escoger lo menos malo.

Soy un pésimo administrador de mi vida.

Pues yo acepto lo único bello, aunque siempre es tarde por muy buena que sea la dicha.

¿Sabes que hay rostros que se pegan deformándose a la pared transparente del túnel y me piden que me detenga? “¿Adónde vas con tanta prisa y lujuria, viejo?” Me gritan mudamente “¿Te crees mejor que nosotros? Sal de ahí”. No me dan miedo, solo repulsión, son la mismísima faz de la mediocridad; así que camino más deprisa hacia ti y sus rostros envidiosos los devora la oscuridad que me sigue.

El tiempo es otra dimensión oscura, es una cuenta atrás. Te descubrí tarde y ya casi he finalizado mis tareas en la tierra.

Amarte no es un rumbo, es una dirección de marcha, un sentido único donde no hay bifurcación alguna. Algunos le llamarían agujero de gusano. No puedo evitar pensar que el gusano soy yo ahí dentro.

Y no espero vivir más tiempo, sino el momento justo de llegar al fin. Una vez cumplido, puede llevarse el diablo el corazón traqueteante y fibrilado hasta casi partirse. Y también el alma que le vendí hace unos milenios escasos.

Las posibilidades de morir en el túnel, son exactamente las mismas que las de morir fuera, entre ellos, lo vulgar, los ajenos a mí. Tú eres mi voluntad y lo demás meramente aleatorio y accidental: un accidente, una lentitud, una negligencia, una imprecisión en las coordenadas espacio temporales en el momento de nacer, un error con el billete de mi destino a ninguna parte y por ello, llegó tarde a mis manos la carta de navegación hacia ti.

En el túnel solo preciso algo con lo que escribirte y definirte. Entiéndeme, eres inexplicable no hay retórica para expresar a la diosa; pero al escribirte te hago táctil, trasciende tu rostro hasta mis dedos y puedo acariciar el papel, ya tu piel.

Te he transmutado de mi pensamiento a la tridimensionalidad, soy un alquimista en un túnel que se autodestruye cada cinco segundos tras de mí.

El túnel es la metáfora de mi vida como una mecha.

Y tú eres la dinamita.

Es inevitable que piense en el coyote y que eres la más hermosa correcaminos. Si una sonrisa puede ser triste, es la mía ahora.

Un doctor tuvo la piedad de recetarme sedantes pre mórtem antes de entrar en el túnel. Me dijo con el frasco de píldoras anti melancolía en la mano: “De morir no te libras, al menos que no duela”, aún debe pensar que soy idiota.

Escribirte es mi terapia de choque.

No describo lo que eres, porque eres una espléndida incógnita. Escribo lo que siento.

No temo equivocarme con mis palabras, solo ser escaso.

El túnel es tu perfecta metáfora también: eres el conducto al amor.

Mierda, cielo, estoy cansado; pero no puedo detenerme, la negritud que me sigue es voraz, no se salva ni la luz de morir.

No lo entiendo, nunca he valido tanto para que la vida pese tanto sobre mí. Algo se ensaña conmigo por ninguna razón.

Ya está bien, en un momento estoy ahí, el café con mucho azúcar y tú sin ropa interior bajo el vestido.

Bip-bip… (otra cómica tristeza de amor, son los nervios).



Iconoclasta

5 de noviembre de 2022

lp--Un hombre oxidado--ic


Soy un hierro viejo, herrumbroso, quemado… Al que las malas hierbas aferran por las patas y tiran para arrastrarlo a la madre fosa tierra.

Susurran verdemente las hiedras que no me resista, es hora de morir.

Duele menos dejarse arrastrar que resistir en la superficie, siempre es menos doliente la apatía y la rendición. Analgésicos naturales…

Se debe a una sangre generacional ya vieja, pobre e insectil que empobrece los músculos y hace humanos lacios. Y medusas en su pensamiento.

Pero no sé… No siento cansadas mis células, no veo porque se aferran a mí las malas hierbas.

Tal vez sea el olor de unos trozos de carne podrida pegados a mí que excitan a la vegetación del infierno.

La mente dice, vive y quémalas.

Y la mente aún desea; me la quiero follar, la amo con todo mi óxido y aún me queda leche en los cojones, y fuerza para escupirla con un gruñido feroz en su monte de Venus terso y salado, cuasi sagrado. Y que extienda con sus dedos la crema pornógrafa con lujuria entre los muslos trémulos.

En ese monte que he tatuado mis besos y marcado con los dientes la posesión de su alma y cuerpo…

No me dejo convencer por ningún dios por mucho poder que tenga para elevar los sarmientos de las profundas cavernas de un infierno que no existe; pero me gustaría... Si al menos en la muerte existiera un poco de magia, compraría una entrada.

Algo de magia en los cerebros para erradicar la mediocridad que asfixia como las plantas constrictor verticales como un rayo invertido.

Soy un héroe misántropo, transparente, inexistente para nadie en medio de la nada.

Es absurdo que los sarmientos me quieran arrastrar allá donde ellos viven, si nadie me quiere porque a nadie quiero; al menos, no en la cantidad suficiente para ser suficientemente humano.

Soy el hermano que siempre quiso tener la vieja torre de hierro, herrumbrosa, retorcida por la hiedra, incinerada por el sol.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


16 de octubre de 2022

lp--Y soñé--ic


Y soñé que te besaba. De repente.

En un mundo penumbroso. ¿O tal vez indefinido?

¿Qué importa el decorado si te tengo?

Sabía que era sueño, como si una parte de mí estuviera despierta, observando con tristeza un amor que no traspasa la frontera hacia la realidad, hacia la carne táctil.

A posteriori, cuando aún hierven las imágenes del sueño tras despertar; me preocupa, me desconcierta que no sea mi rostro, ni mi cuerpo en lo onírico. Me reconozco en sueños, sé que soy ese que te come de amor, no hay duda porque estoy tras sus ojos y pienso desde dentro de él; pero tampoco existe un mundo y una luz igual en la realidad.

Cuando despierto, siento el peso de perderte.

Temo ese momento. 

Me desconcierta la luz oscura de mis sueños y los paisajes indefinidos y grises. Calles y lugares desconocidos… ¿De dónde salen? Nunca sueño lo que conozco, salvo a ti.

Me alarmas el corazón porque contigo traes luz a mi inconsciencia.

Soy un ser oscuro. No lo digo con tristeza, solo afirmo.

Y me confirmo.

Soñándonos tenía miedo, una tristeza pegajosa en mis ojos cerrados, una desazón indescriptible ante el inminente amanecer que catapulta chorros de luz reales iluminando mi fracaso vital.

La vigilia se convierte en una ventana con vidrios rotos y afilados.

No podía distinguir mis labios de los tuyos de tan fundidos entre sí. Era perfecto.

Presionaba mi pene duro contra tu vientre para que supieras la dura excitación que escondía mi ropa. Y tú apretaste la pelvis contra mí para sentirlo más.

Se escapaban gemidos entre los hilos de baba de las bocas. Tampoco era capaz de distinguirlas.

No sé en qué momento nos desnudamos y follamos, porque me dormí dentro de mí mismo.

Desperté por la frialdad pegajosa del semen en mi vientre y la sábana. No me limpié, lo extendí por los testículos acariciándome, intentando volver al sueño.

Cerré los ojos colocándome a un lado de la cama, dejándote un espacio para cuando llegaras al amanecer. Y eyaculé unas lágrimas por mi inusitada inocencia que me hacía inquietantemente loco.

Amaneció, desperté y no estabas.

Otra vez…

Tu lado de la cama estaba vacío y no olía a ti. Estaba frío como el semen que me despertó en otro tiempo, aquellos minutos atrás que fuiste dueña de mi sueño todo.

Ahora tomo un café y fumo mientas sisea el gas por los fogones apagados de la cocina.

Amar agota.

Lo agota todo.

Los sueños son de una bella crueldad. Ojalá al morir me hiciera sueño.

Si hubieras llegado, habrías cerrado los mandos de la cocina salvando mi vida.

¿A que soy un miserable?

No sientas mi muerte.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

21 de julio de 2022

La mujer ardiente

Una mujer caliente, sexualmente excitada, es la mayor fuerza de la naturaleza, no puedes combatir contra ella.

Debes arrodillarte y leer el salmo de su coño. Ciego, con la lengua, con los dedos descifrando un Braille de gemidos y espasmos que brotan de sus muslos y boca.

Has de humillarte ante su fuerza y acompañar su pelvis en cada estremecimiento que padezca, que se corra llena de ti.

Y observar como exhala su alma entre los labios jadeantes.

Y beberla.

Que grite o susurre impúdica e implacablemente su placer.

Es imposible sentir su húmedo poder y contener un semen que hierve, que duele presionando en los cojones. Que brotará por un glande cárdeno henchido de sangre.

Mascullar íntimamente a la diosa desatada que es tu puta, que la odias por su poder que te convierte en su siervo y esclavo. Y que la leche que rezuma por su coño está formada por tu alma y tu corazón.

Preguntarle: ¿Quieres matarme? Es eso lo que quieres ¿verdad, cielo? Que derrame lácteamente mi vida dentro de ti, sobre ti. Y aún muerto seguir amándote con desesperación.

Somos el sacrificio de la diosa.

Y una obscena redención.

Un suicidio líquido y cremoso.




Iconoclasta

9 de julio de 2022

¿Alguna vez…?


¿Alguna vez has sentido el frío filo de la navaja cortar el vello de tu monte de Venus?

¿Desearías tener una mano para poder desflorar tu coño y lo bese mientras el acero corre suave por tu piel?

¿Alguna vez te han follado con los ojos tapados?

¿Desearías que hundiera más profundamente mi rabo en ti en lugar de tan solo el hirviente glande?

¿Alguna vez te has agitado intentando hacer tu coño más grande para apresar esta polla que no entra profundamente?

¿Con los brazos en cruz y las muñecas atadas ofreciendo tus tetas erizadas impúdicamente?

¿Con las piernas abiertas y los tobillos atados mostrando el brillo denso y hambriento de tu coño y el clítoris erecto hasta el jadeo?

¿En tu oscuridad e inmovilidad te han metido un dedo en el culo mientras te aspiraban unos labios recios y crueles el clítoris, durante unos segundos desesperadamente cortos?

¿Alguna vez has escuchado, mi puta, los gemidos del macho masturbándose ante tu inmovilidad, ceguera y obscena indefensión?

¿Alguna vez has sentido con los ojos vendados la cercanía de algo en tus labios, su roce. Y has elevado tu cabeza para sentirlo más plenamente, lo que sea?

¿Has pedido alguna vez que te dejaran besar eso no que ves? ¿Has gritado que te follen la boca en tu oscuridad?

¿Lo has pedido jadeando? Porque ahora mismo tus labios entreabiertos azuzan mi bestialidad y las venas de la polla parecen gruesas telarañas.

¿Alguna vez te han pedido que te mearas y al mear una mano recia contiene tu chorro de orina acariciándote ardientemente?

¿Alguna vez atada y cegada, te han acariciado sutilmente los labios del coño sin hundir los dedos y has elevado desesperada la pelvis para que los dedos, por favor, se metieran dentro sin cuidado?

Porque lo estás haciendo, puta.

¿Alguna vez has sentido el roce de unos labios en los pezones y no ha sido suficiente, y has intentado romper las cuerdas para empujar la cabeza besadora hasta que mame de ti incluso dolorosamente, sin piedad?

“Por lo que más quieras…” jadeas entrecortadamente.

¿Qué sientes en la oscuridad cuando mi lengua se abre paso en tu coño y no puedes presionar contra mi boca y jadeas entre ansia, placer y exigencia?

¿Alguna vez te has corrido como ahora, sin que apenas te tocara, mientras mi semen cae en tus pechos y oscurece los pezones?

No sé mi amor, mi puta.

No sé si soy tu amante o tu tanque de aislamiento sensorial del mundo, tu alucinación que se derrama en ti y martiriza tus deseos.

¿Alguna vez te han dicho te amo, atada y ciega y has contestado con la respiración acelerada: solo fóllame, cabrón?

Volveré mi puta, esto no es un acto extraordinario o una casualidad, será tu condena. La misma adicción que creaste en mí con tu fastuosa sensualidad.

¿Alguna vez te han escupido en el coño y te lo han frotado hasta correrte de nuevo y cuando has sentido pies y manos libres, no había nadie ya?

Volveré mi puta.

Y mi voz será lo que te conduzca de nuevo a la animalidad más pura. Te quiero caliente, ardiendo, anegada.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

30 de junio de 2022

Cháchara de amor


No te ofreceré nada; pero intentaré hacer lo necesario para que no sientas que te he estafado tiempo de vida.

Lo que dure.

Lo digo porque hay gente muy paranoica que cree que su tiempo es oro y luego te quieren cobrar intereses, como si hubieras asistido de su mano a algún tipo de experiencia o cura milagrosa.

Mi cura milagrosa solo pueden ser tus labios, los cuatro.

Soy muy simple y fumo para parecer que pienso. Como te digo, mientras viva no tengo otra cosa que hacer más que amarte y no soy un beato como el joven Werther. De follar tengo mi experiencia, o sea que de adolescencias y cosas de esas, nasti de plasti. Quiero decir que tengo duricias en el alma y en la picha; pero no me siento especial, tienes tantas como yo en el alma, se te nota en esa mirada de mujer loba.

También tengo experiencias en fracasos, por viejo y por tonto, diría incluso que los colecciono. No aprendo nunca, a mí nadie me enseña nada ni me escarmienta. Y no hay nadie igual en el mundo y nada se repite. Me paso por el rabo lo que me predicaron para hacerme idiota que es justamente lo contrario.

Existe el pensamiento insectil en una masa humana; pero todas las reses huelen, apestan distinto; debe ser por sus hábitos alimenticios e higiénicos. Una cuestión ganadera.

Así que cuando pinte mal, me largo y no montamos dramas innecesarios. Si en la vida sobra algo, es pesar.

Y si te parece bien mi currículum, vamos a follar que tengo la garganta seca de tanta cháchara de amor.




Iconoclasta



24 de mayo de 2022

Un Pinocho inquieto


Tengo un tic nervioso, un Pinocho inquieto en la bragueta.

No me creas banal o vulgar, solo es obscenidad, sincera lascivia.

Soy viejo como el mar y la ingenuidad es un cadáver entre los huevos.


Una usual calentura, un cipote de madera ardiente.

Un infierno en los cojones, una leche como lava.


Ni por un momento pienses que es defecto de fábrica o de un Gepetto senil, acabado.

Acepta tu responsabilidad, amor.


No crece la nariz con mentiras, ocurre con tan solo un aleteo de tus pestañas, solo con una mirada tuya, mi puta.

Ante ti, diosa del alma y la carne plena de sangre pulsante, pudiera parecer que miento; pero solo rabio de deseo.


Mi hada azul de destellos húmedos y regueros blancos en tus recónditos muslos…

No es por mentir el Pinocho inquieto, cielo. Simplemente una lógica indecencia de tal magnitud que el universo mira a otro lado con una tos de embarazo.



Iconoclasta


14 de mayo de 2022

Miopía y accidente

Eres un maravilloso accidente en mi vida. Y te llamo accidente por lo sorprendentemente fácil que es amarte; como caer por un tropiezo y darse cuenta de que estás perdidamente enamorado.

De la forma más ilógica e inmadura.

Si tú eres un accidente elegante, ingenioso, irónico (cómo me haces reír), con unas sofisticadas clavículas y unos pechos hermosos y lamibles. Yo me siento como una piedra en tu camino.

O en tu zapato, irritantemente adentro (es mi fetichismo).

Y siento mucha angustia, temo por ti, por tu salud.

¿Y si tienes un agresivo astigmatismo, miopía o alguna patología como un absurdo daltonismo que en vez de cambiar los colores, cambia las formas y los rostros?

No creas que pretendo cuidar tu salud.

Te quiero enferma si ese fuera el caso.

Deseo que sigas viendo lo que no soy, que mi vejez y decrepitud sigan ocultas a tu amor. Ruego porque jamás acudas al oftalmólogo.

O al psiquiatra, aunque sea más grave.

Si pudiera, te mantendría engañada todo lo que me queda de vida.

Porque si te pierdo ¿qué me queda?

Este egoísmo mío es una lógica secuela del accidente que representas para mí. De amarte.

Y constituye una constante lucha por reparar este engaño al que estás sometida.

Temo algún día estropearlo todo y ser sincero. Llevarte yo mismo al oftalmólogo. No puedo reprimir estos accesos de ética que me sobrevienen.

Temo clavarme yo mismo el puñal y perderte.

Aunque también existe la posibilidad de que esté loco y tú no me ames. Tú no existas.

Entonces no te haría daño, no tendría la pesada carga de tenerte engañada.

Mi locura es la única posibilidad para seguir siendo tu piedra, solo a mí corresponde concertar cita con el especialista.

Así que no puedo ni quiero reparar este hermoso accidente, mi amor. No sé si estoy loco o tú estás ciega, pero el mundo está bien así.

Te amo, bella miope.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


22 de febrero de 2022

Consumo de vida y amor


No tengo claro cuanta vida consume el amor.

¿Y si es al contrario? Que sea la vida la que desgasta el amor.

Entonces también cabría preguntarse:

¿Cuánta vida consume la búsqueda del amor?

Sea como sea, has de ser muy cauto cuando juras que la amarás por toda la eternidad.

Y también debes preguntarte, dado el caso:

¿Qué clase de amor es el que no puedes jurarlo eternamente? Es una mierda de amor.

No seas estúpido, ama con pasión, sin razonar; porque de lo contrario estropearás una de las cosas más bellas de la vida.

Y que pase lo que quiera.

Tú, ámala. No tienes otra opción. No tienes otra cosa que hacer más digna.

Cuando todo deba ir mal, cuando se rompa, llora.

Y desgástate buscando otro amor. Consume la vida en la búsqueda de la belleza.

Además, te distraerá de la muerte que te pisa los talones.



Iconoclasta

14 de febrero de 2022

Simbionte de ti


El amor es la partícula más pequeña del universo.

Tiene que serlo…

El amor penetra en el corazón, el cerebro, el estómago…

Y en el vientre, porque al sentirlo te doblas.

Es una partícula microscópica que se filtra por los intersticios epidérmicos y viaja hacia el corazón, el cerebro y el aparato digestivo.

Y se enquista en el pensamiento, en el ritmo cardíaco y en las entrañas provocando un vértigo. Se aloja en los pulmones, por ello suspiran los amantes, pareciendo que están cansados, derrotados.

A la fuerza tiene que ser muy pequeño el amor. Solo puede ser atómico o molecular para llegar a lo más profundo.

Escribiría “te amo” en lo más íntimo de tus muslos con letra microscópica para que las palabras entren en tu sangre. Escribiendo cerca de tu coño para mortificarte, alargando la escritura hasta que mojes y emborrones las nano palabras de amor y deseo.

Una gota infinitesimal de tinta cae en el papel en el que te busco y te pienso, como una lágrima negra inevitable. Y un semen que muere enfriándose en las sábanas que no tienen tu forma ni calor en mis amaneceres.

Así es la metástasis del amor.

Es tonto decirlo; pero lo que no amabas no dolía, no duele.

Sin ti hay dolor, y eres la radiación que necesito.

He mutado, ahora soy un simbionte de ti.

No sé dónde empiezo yo y dónde tú dentro de mí.




Iconoclasta

6 de febrero de 2022

E irá a peor


Una vez te escuché, y te amé.

Otra vez reíste, y te amé.

Otra te besé y te amé con la boca abierta como si fueras aire.

Una vez jadeaste cuando estaba dentro de ti, y te amé con la furia atávica del celo animal.

¿Te acuerdas cuando estornudaste? Pues te amé.

Una vez me acariciaste y te rogué que no pararas. Y definitivamente te amé.

Aquel día tardaste demasiado en llegar a casa y añorándote te amé.

Hiciste un plato de lentejas del carajo, no sabían a nada. Te amé más que a mi puta vida.

Y aquella vez que me rompí, mis trozos te amaban.

Las paredes estaban podridas y los grandes gusanos corrían horizontalmente por su interior, abultaban la pared en ráfagas veloces y temía que salieran. Me despertaste: ¡Pablo… Despierta! Y te amé con el corazón desbocado.

Cada gesto, acto o palabra que realizas, es una razón para amarte. Descubrir algo nuevo de ti, es una nueva razón para amarte.

Y todo parece indicar que irá a peor, que me faltará vida para amarte en la totalidad de ti.

Una vez concluí que eras inabarcable y te amé.

Hace unos segundos escribí de ti, y te amé.



Iconoclasta

28 de enero de 2022

Su amanecer



Es sorprendente su ímpetu y entusiasmo al recibir el nuevo día hablando, cantando, riendo…

Amanece cuando ella abre los ojos, aunque el sol lleve horas calcinando las pieles.

Amanece cuando inunda con su voz mi mundo, que está en ella.

Literalmente, cuando ella amanece se rasgan mis tinieblas.

Y el sol siente que no ha hecho bien su trabajo.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

24 de enero de 2022

La diosa y la luna


Su piel se aseda con el tenue frescor de una brisa marina, los pies cubiertos por la blanca arena forman el sagrado pedestal a sus piernas infinitas. En una nalga la arena se aferra y la hace deseable hasta la paranoia.

La mía…

Sus pechos pesan en el sujetador del bikini que apenas los cubre y las ingles lucen poderosamente seductoras limitadas por la braguita.

La luna hace foco en ella y unos rumores de tambores tierra adentro evocan tiempos de magia antigua, como las olas mismas que la llaman, que la anhelan...

Lanza su mirada a la luna y se adivinan milenarias en su belleza, ambas, la diosa y el astro.

Y siento que mi mente me arrastra hacia la deidad, que el pene tira de mí y la piel me arde.

La de mi puto pijo.

Es lo que debo hacer para seguir vivo: desgarrarme y arder.

No hay elección.

El quebranto más bello de la mente.

Correrme en ella, en su arena, en su piel, en su mirada... Que la luna mire excitada, con su color de semen encendido, la violenta y lasciva comunión del mortal y la diosa.

Como un cuento con final feliz… No puede hacer daño.



Iconoclasta