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11 de julio de 2017

Jodiendo



¿Y si no hubiera enfermedad, hambre, sed, guerra y crimen?
Tantos seres reproduciéndose sin control...
Los humanos como plaga.
La mediocridad eternizada sin que nada pueda detenerla.
Una blasfemia que me haría vomitar.
El acierto de las religiones no reside en la bondad y el amor predicados.
Reside en el mal, en su continua enumeración de delitos y pecados.
Las religiones piden violencia, dolor, abuso y muerte para poder condenar y castigar.
Porque el premio es post-mortem.
No importa, estoy yo, estamos nosotros para corregir la falsedad, la falacia, la ignominia de una bondad que nace de los cerebros blandos e inefectivos.
Cuando te follo, hay momentos en los que me siento metafísico, estar dentro de ti es el mundo sin errores, sin asco.
Y así, mientras mi falo hace su trabajo en tu boca, en tu coño y en tu piel. Yo sueño que te jodo encima de una montaña de cuerpos moribundos y muertos.
Que mi semen gotea por tus nalgas sobre rostros cadáveres y rostros que agonizan de dolor y miedo.
Que miro el mundo con el ojo ciego y cerrado de mi glande supurando deseo.
Rostros muertos y rostros gimientes.
Si no hubiera enfermedad, hambre, sed, guerra y crimen; la humanidad tiene una esperanza de no convertirse en rumiantes: Tú y Yo.
Yo dentro de ti bombeando en tu coño mi amor y hostilidad innata. Te llamo puta jadeando con baba colgando de mis labios.
Y tú gritándome: "¡Párteme en dos con la polla, hijo de puta, animal!".
Y ellos agitados por el movimiento brutal de nuestra cópula, los muertos y los que han de morir.
Y ante los sanos, los saciados, los bondadosos; dejando caer sobre sus bocas satisfechas mi leche y la baba de tu coño espesa y obscena.
Somos el obsceno reducto de la dignidad humana. Los guardianes de los más primitivos instintos.
Semen, fluidos y jadeos se derraman sobre la faz de la bondad y la maldad.
Sin importar quien vive o muere.
Quien sufra o goce.
Quien llore o ría.
Somos el contrapeso amoral de toda ley o norma.
De toda adocenada bondad farisea.
Benditos los hijos que no nacerán de nosotros.
Yo te jodo sobre muertos y vivos.
Tú gimes y te arqueas sobre pieles frías y enfebrecidas por la muerte que avanza como una sanguijuela ávida.
Derramamos la leche estéril de la ira y la animalidad que nadie quiere.
Solo nos espera la muerte, jodamos.
Jodámoslo todo.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

5 de enero de 2017

La ira de amar



Tengo un problema.
Seré más preciso: la humanidad tiene un problema conmigo.
Cuando ella no está cerca de mí, cuando no la puedo tocar, cuando no la oigo respirar, cuando no veo sus letras; mi tristeza y melancolía crean una ira que me llevaría a cortar de un tajo la yugular de Jesucristo si hubiera existido, si hubiera resucitado y si hiciera su segunda venida.
No soy un ser que sufre y llora en silencio, quédamente en un rincón oscuro.
Soy violencia, soy cancerígeno, portador de muerte y dolor.
Sin consideraciones de quien muere, si es culpable, inocente, hermoso, espantoso, rico o miserable.
Yo digo que la tristeza con sangre, dolor y miedo se paga.
La de alguien desconocido y la mía que aparece como vetas en el semen que escupe el meato dilatado de mi glande cuando me masturbo furioso porque no es su mano ni su boca la que se apodera de mi rabo.
Pienso en su coño y en sus labios, en sus palabras tiernas y en las obscenas.
Y no hay nada en el mundo que pueda superarla, no existe nada ni nadie a quien valga la pena sonreír si ella no está a mi lado.
Cierro los puños con fuerza y soy un ser primitivo que caza y folla. Que devora a los de su propia especie si es necesario.
Si así lo deseo, simplemente.
Cuando la ira de su ausencia me hace babear fiero, hostil...
La ira tiene el fin último de liberar espacio en el planeta.
Y cuantos más mueran, más cerca estoy de ella.
¿Quién es el idiota que dijo que el amor a los seres humanos hace mejores?
Bueno, me queda poco de humano, tal vez sea acertada la ñoña sentencia con los mediocres.
Los mediocres enamorados son como primerizas madrazas embarazadas.
Donde alguien ve felicidad por el hijo que va a nacer, yo veo una seria amenaza a mi libertad, a la exuberante obscenidad con la que ella me trata.
Porque no quiero un hijo que me quite tiempo con ella.
No quiero un hijo que provoque su ternura y la convierta en una madre tierna y cariñosa.
Devoraría a mi propio hijo si interfiriera entre su coño y yo.
Quiero su vagina húmeda goteando en mi boca. Quiero ser yo que el que irrite sus pezones mamándoselos con hambre lujuriosa.
Con la polla tiesa rozándole los muslos.
El mundo está mal cuando ella no está para apaciguar mi ánimo hambriento.
No soy un romántico que sufre, soy un romántico genocida.
Pulsaría tres botones rojos para asegurarme de que no quedara nadie en toda la faz de la tierra.
Solo su mamada salvaría la humanidad.
No tengo lágrimas, no nací para llorar, no nací para sufrir y abrazarme a mí mismo desesperado.
Soy la patada en la sien, en la boca, soy el puño en el vientre, soy una navaja veloz, un filo indoloro y desangrante. Soy las manos que rompen un cuello, que estrangulan el paso de aire. Que arrancan los pulmones.
Soy odio en estado puro.
Soy quien la tiene más gorda.
Mi alma es negra como las montañas en noches de luna muerta.
Mi amor es desgarrador y solo existe por ella.
No tiene sentido nada de lo que me rodea sin ella.
Mi existencia no tenía razón alguna hasta que a ella la parieron y la encontré.
Si la perdiera... No quiero imaginar el dolor que se desataría en el planeta hasta que consiguieran darme caza.
No existiría hombre, mujer, niño o bestia a la que no descuartizara.
Aún así soy demasiado bueno: mi ira es por amor.
Los mediocres hacen lo mismo por dinero, o por un ascenso social en su entorno de mierda.
Aunque no lo digan.
¿Ves, amor? Merecen morir todos si tú no estás para hacer mi mundo perfecto.
No te lloraré jamás, pero extenderé miedo, dolor y muerte hasta que me extingan.
Te lo juro.
Mi padre ya no existe por ti, por tu ausencia. Resbalo en la sangre que aún mana de su garganta, de su vientre abierto a puñaladas.
Te brindo su vida como prueba de amor.
Ha llegado de su paseo diario, con toda su vejez doblándole la espalda. Cuando ha abierto la puerta, no eras tú.
La sangre aún corre rauda por mis venas y el corazón es un pistón que hará reventar alguna vena de mi cerebro.
Si muero será por amor, por muchos seres que asesine.
¿Lo sabes, verdad?
Sé que te excita.
Hasta pronto, mi amor.



Iconoclasta

29 de octubre de 2016

Bohemios...



Se le achacan méritos y romanticismos exagerados y facilones a los que escriben, pintan o dicen algo ingenioso desde una bohemia comodidad. Desde un bienestar u holganza donde el sudor de la esclavitud laboral y su precariedad, no marca sus inspirados días.

Es fácil y poco meritorio ser intelectual y transgresor cuando eres un afortunado.

Soy adicto al combate, al dolor, la ira y el cansancio. Que se emborronen las palabras con el sudor y escupiendo rabia. O con los dedos mojados de un semen eyaculado con tristeza...

Y así sacar el in-genio de las venas de mis brazos.

De un pene inconsolable...

Bohemios y pensadores de vida fácil y resuelta...

Os enseñaré la verbigracia, el romanticismo y la irreverencia que contienen una gota de sudor y otra sangre. Y a falta de absenta, brindaré por toda la mierda de este mundo con un trago de agua turbia y recalentada.

Ebrio de agotamiento y rabia.

Narcotizado de frustraciones.

Bohemios y sabios de club...

No sabéis nada, ingenuos.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

19 de septiembre de 2016

Un golpeador cansado


Cuanto más me canso, cuanto más duele la vida, más la amo.
Y más golpeo.
Porque golpeando la vida, las vidas todas; me siento épico.
Y desahogo una presión excesiva en mis venas y en mi polla.
He destrozado el espejo que me refleja porque muestra un golpeador cansado, casi abatido.
Hay tanto tiempo y tan poca vida...
Quiero parecer fuerte, cruel a sus ojos.
A sus impresionantes ojos.
Que mis golpes sean el reflejo de la violenta penetración que le espera en el coño y en la boca.
Quiero ser ante sus ojos un héroe carnal de semen humeante y goteante.
Y golpeo la vida y sus mentiras. Y a los seres vivos o muertos.
Golpeo mi pene contra muros para aliviar la presión de amarla. Golpeo todo lo que se pone en mi camino, porque todo es obstáculo hacia ella.
He dejado una estela de niños, mujeres, hombres y otros animales muertos.
Ella vale todas sus vidas.
Me empeño en que la vida sea áspera y pesada para llegar ante ella como un golpeador sudoroso que promete un sexo sucio y sin escrúpulos, tan sucio como desesperadamente la deseo.
Yo no soy un caballero andante, soy un golpeador brutal, que ve el camino por las rendijas que forman los párpados contraídos por una ira tóxica.
Soy un héroe golpeador que no ayuda a los desamparados, los aplasta.
Me golpeo yo mismo, porque soy poca cosa y he de forjarme o reventar.
Y si algo saliera mal, aplastaré mis venas, porque yo no caeré de rodillas agotado buscando aire.
De pie o muerto.
Golpeo al enemigo innumerable, hay tantos que reventar...
Es un mal negocio, una batalla perdida; no tengo tiempo.
Pero es lo que debo hacer.
Soy un héroe sin final feliz.
La fatiga es delirante, hay quien imagina a Dios crucificado en el monte del Calvario. Yo lo veo en un apestoso vertedero y las gaviotas picotean sus ojos y testículos.
Y golpeo su divino cadáver porque me colocó en mal tiempo y en mal lugar.
Los dioses han de pagar por sus errores.
Mi vida es dura como el bálano erecto que sueña ser besado por sus labios lujuriosos.
A ella no le confieso lo cansado, lo cerca que estoy de morir antes que llegar. Porque a quien amas debes mentir con tiernos embustes.
Mentir es un acto de amor para cuidarla de la absoluta y demoledora verdad.
Soy el Brutal Golpeador de las Tiernas Mentiras y de Rostro Cansado. 



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

3 de septiembre de 2016

Un mal piloto


¿Es posible no morir? Hay momentos en los que me siento cansado y temo la posibilidad de que nunca llegue la muerte.
Sería perfecto y coherente morir escribiendo estas palabras.
Sería dramático y romántico.
Trascendente...
Porque la muerte es un premio en una carrera de velocidad: los más veloces viviendo, los más potentes llegan antes a la meta.
Queman la vida rápidamente con combustible de alto octanaje, sin dejar tiempo al hastío.
No batiré ningún récord, lo hice mal.
He caído en manos del hastío y la humana prostitución más vulgar.
No he podido evitar estrellarme contra montañas de excrementos.
Soy un mal piloto y ahora temo no llegar nunca y ser una especie de mierda errante durante toda la eternidad.
No morir temo que sea el castigo a mi torpeza.
Pero no soy idiota, no voy a vivir eternamente esta mierda. Hay pastillas y gases para adelantar a esos listillos afortunados y veloces.
Soy perdedor en velocidad, pero no es algo que me guste o acepte.
Me cago en dios cuando pierdo. Me cago en mi padre y en mi madre.
Odio a esos listillos que en la mitad de tiempo que yo he vivido lo han conocido todo.
No me gusta perder.
Por eso orino en sus tumbas, me acerco a los tanatorios y dejo frases tipo: "Me ganaste hijoputa, pero te pillaré en la muerte, cuando no esté en este infecto lugar, seré rápido como la mierda eyectada en el cosmos".
Nadie lee los libros de los muertos, ni ningún otro. Nadie se pregunta en los funerales quien soy. Porque cuando alguien muere, todos quieren que asista mucha gente para demostrar lo muy querido que era. No pueden imaginar que asisto a funerales para insultarles, desearles lo peor porque me han ganado.
Soy el peor piloto del mundo; pero perder me hace hervir la sangre.
Tengo medios, tengo voluntad y la ira más explosiva como el queroseno más puro para una vez muerto, rebasarlos a todos.
Soy un mal piloto; pero soy feroz.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

18 de mayo de 2016

Lo platónico es muerte


Soy un torrente de sangre directo a ti.
Soy una consecuencia orgánica de tu existencia y mi piel se desprende buscando la tuya.
Hay cierto dolor pulsando bajo las frecuencias del cariño y el deseo. Es el ansia de joderte, de metértela.
Atroz deseo que pone en jaque la integridad de mi mente.
El amor es un dolor narcótico y adictivo que se aferra a todas las fibras sensibles del cuerpo.
El semen derramado que muere frío en mi vientre es un sacrificio cruento en tu honor, a tu amor.
Duele escupir ese deseo desesperado lejos de ti.
Y sueño que un día se deslice por tu piel cálida, muslos abajo.
Amar no puede ser platónico mientras haya un pene erecto y entumecido descontrolando las voluntades y anulando la razón.
Un amor platónico es un despojo, un resto, un cadáver de deseos e ilusiones.
No concibo amarte sin sentir el tacto de tu piel; jamás podría aceptar lo platónico con beatífica y romántica actitud, cuando toda mi naturaleza pide arrastrar mi bálano baboso y doliente entre tus pechos, indecentemente cerca de tu boca.
No puedo, es anatema disociar tu mente de tu cuerpo. Incurriría en pagana blasfemia.
No hay obscenidad, solo un carnal arrebato descontrolado por eyacular en los rincones más profundos y húmedos de tu cuerpo.
En todos, en toda tú.
¿Platónico? Tu coño no es platónico, ni tus manos empapadas de ti misma. Eres carne de deseo.
Incomprensible es como puedo respirar sometido a la gran presión de tu columna de amor y mi lascivo deseo de ti.
Si fuera creyente, si considerara siquiera la posibilidad de la existencia de un dios, le pediría a un sacerdote que intercediera por mí a su dios para que me otorgara follarte. Follarte la boca, el coño, el culo.
Follar tu pensamiento y poseerte toda, toda, toda...
Que dios te mantenga con tus piernas abiertas, derramándote de deseo con mi polla bombeando dentro de ti con la fuerza del odio y la muerte.
Amándote con la certeza de la extinción de la vida en el planeta.
Que no me jodan con lo platónico, porque eres de sangre y coño. Y tus pezones erectos agreden la tela que los cubre y a mi pensamiento.
Porque tu coño se abre dejando escapar una baba que hace temblar mi boca. Filamentos de deseo se desprenden de mi glande, haciendo de mí una bestia feroz acechándote entre la espesura de esta puta vida.
Lo platónico es muerte, fracaso, desesperanza y decepción.
Es no aceptar que sin cuerpo no hay mente.
Es asumir la derrota con cobardía e indolencia.
Puta...
Puta...
Puta...
No eres platónica, eres mi amor gimiente, desesperada. Abierta y desgarrada.
No serás de Platón, serás mía y será sometida tu mente y tu cuerpo a Mí.


Iconoclasta

26 de abril de 2016

El dolor del agua


¿Le duele al agua romperse?

¿Le duele como a mí no metértela?

Si el agua es vida debería tener alguna fibra nerviosa que le diera dolor cuando se fragmenta contra las piedras.

Igual que a mí me duele caminar.

Siento pena por ella como la siento por mí. Porque nos rompemos buscando el mar y yo buscándote a ti.

Y hasta que ella llega al mar y yo a ti, nos hemos descompuesto tantas veces...

Pero el agua es mucha y yo soy poca cantidad.

Nací para perder esta batalla. No es fatalismo, es la auténtica realidad de la experiencia del dolor de amar.

Es una acuosa tragedia.

No hay esperanza ya. Lo siento en todas las moléculas de mi masa. No te podré follar, aferrar rudamente tu coño y sentir pulsar tu placer en mis dedos crispados de afán obsceno. O decirte que te amo acariciando con reverencia tu rostro, besándote los labios.

Me evaporaré antes de llegar, seré nada.

Estoy sometido a las leyes de de la dinámica de fluidos.

El agua del río no tendrá siempre un compañero de dolor. 

Soy limitado, soy poca cosa para tantas piedras, recodos, torbellinos y desbordamientos.

Apenas puedo sentir que soy algo que corre veloz, que se transporta lo poco que queda de sí mismo hacia tu piel.

Hay estatuas de sal, yo soy agua que merma.

Mierda, mi amor, lo siento.

Lo siento y me duele...

Así, mi amor, si llueve eleva las manos al cielo y que se mojen. Refresca con ella tus labios y la cara más íntima de tus muslos, por si alguna doliente partícula de mí fuera parte de esa lluvia.

El planeta y sus leyes no tienen piedad conmigo. Y un dolor cubre otro dolor en cada recodo, en cada rápido, en cada salto. Soy un estrato de la puta pena.

Del puto deseo imposible.

Si lloviera, deja que de alguna forma llegue y entre en ti; es mi único sueño y tu única esperanza de sentir el amor más profundo y extraño que una cosa o ser te pueda ofrecer.

Hay tanto río y yo soy tan poca agua...

Es descorazonador, cielo.

Ojalá Dios fuera agua y se rompiera millones y trillones de veces. Que rugiera de divino dolor.

No quisiera que ese creador de infamias quedara impune. Quiero que Dios muera como yo.

No llegar a ti me hace agua venenosa, un agua preñada de una ira asesina.

Quiero devolver daño a Dios y al planeta por lo que nos hacen, por el final que han dispuesto. Mi evaporación será digna en hostilidad, rencor y amor.

El viento me ha robado un jirón de vapor de amor.

Que llegue a ti.

Por favor...



Iconoclasta

25 de enero de 2016

Mis repugnantes suegros


Hola suegros de mierda.
Teníais razón: vuestra hija es inteligente, hacendosa, piensa en vosotros, es limpia y cocina bien.
Pero lo que no me habíais dicho de ese ángel, es lo bien que folla.
Tanto molestarme, tanto aburrirme con vuestras loas diciendo que vuestra hembra era un ser excepcional y angelical que yo no merecía. Y resulta que follando supera a todas las putas que he comprado a lo largo de mi vida.
Os felicito por tal hija, mis tarados suegros.
Que sepáis que se la he metido a vuestra hija hasta que ha gritado como un animal herido.
Y no es mala persona por ello, entendedme, pero me gusta más cuando me come el rabo que cuando limpia. Es que me contasteis todo lo bueno de ella, menos la forma en que la chupa.
Estoy de acuerdo, es un ángel con los pezones salpicados de mi leche.
Os lo escribo y comunico por certificado para que sepáis lo bien que me cabalga, los gemidos tan desgarradores que lanza, su forma de frotarse el clítoris en un orgasmo. Es que era tan santa según vuestra enfermiza y pequeña mente, que ya pensaba que me iba a follar al Mesías con tetas.
Estoy pensando en comprarle una corona de espinas, para follármela mientras sangra, hijoputas.
La de veces que he tenido que soportar vuestra cháchara, vuestra devoción por esa hija, viejos de mierda.
De mesías nada, hijos de puta, papás políticos de mierda. Es una zorra en toda regla.
Os adjunto la foto de la boca de vuestra hija rebosando mi semen. Es magnífica.
Esperemos que también sea una buena hembra paridera que solo transmita vuestro santos genes mierdosos y no los míos, que no se los merece, mis puercos suegros.
Su ano sangraba; pero no dejaba de pedir más. Tiene un buen músculo, he  tenido que esmerarme para poder metérsela en ese agujero estrecho.
Y ahora en serio: todos vosotros, familia de tarados, no sois unos santos porque de lo contrario, ahora tendría mi pene bendecido con un halo brillante, porque los padres santos tienen hijas santas que no dejan mi glande sucio de excremento tras darles por culo.
Vuestra hija no es santa, es un tía que traga todo lo que le clavo y que me clava las uñas en la espalda desgarrándome la piel para que le meta hasta los cojones mismos.
Me merece, podéis estar contentos, porque la hago feliz como no lo ha sido con nadie: grita como un cerdo cuando se corre.
La habéis adorado y la queréis tan psicóticamente que a veces he tenido que vomitar al salir de vuestra casa de mierda. La habéis convertido en modelo a adorar y yo le he regado sus enormes tetas con mi leche caliente, cosa que ella ha agradecido lamiendo sus pezones empapados y relamiendo mi glande aún convulso por la eyaculación.
En definitiva, he perfeccionado a vuestra hija, subnormales.
Es buena persona, pero en modo alguno es la santa que me vendisteis durante años de noviazgo. No hay milagros y no transforma las cosas sórdidas en golosinas y flores. Tampoco vuelan a su alrededor decenas de pajarillos cuando camina.
Y para no merecerme semejante ejemplo de integridad, laboriosidad y bondad, también os envío un audio de sus gemidos: "métemela más adentro, más fuerte, hijo de puta", aunque no lo creáis es su voz.
En una próxima entrega, os enviaré una foto de su santa vagina para que veáis que por ese coño dilatado, pueden salir dos niños de golpe cuando cansado de follármela, la use para que tenga hijos.
Espero que ahora conozcáis bien a vuestra hija; pero sobre todo, que me conozcáis bien a mí, tarados santurrones.
Ahora me la voy a tirar mientras friega los platos en la pica. ¿Os gusta la idea?
El fin de semana que viene, iremos a cenar a vuestra casa, avisadme si queréis que os haga una demostración de como me la come ¿eh?
Nos vemos, idiotas.
Con asco:
Vuestro yerno, siempre inferior al valor de vuestra hija; pero no os lo creáis.



Iconoclasta

16 de enero de 2016

Tractatus pettiness

(Tratado de la mezquindad)

Barcelona. Curso Escolar 2318-2319.

En una excavación que se realizaba en el año 2204 para la cimentación del nuevo edificio de Aduanas, se halló una estructura subterránea de hormigón que albergaba los archivos de los viejos juzgados sepultados por el mega terremoto que asoló el litoral catalán en el año 2020 aniquilando al 90 % de la población.
Esta es la transcripción de la declaración judicial (se hallaba en perfecto estado por permanecer cerrada en una caja de acero que fue necesario abrir con láser plasma) del acusado en el juicio por asesinato múltiple, el conocido asesino en serie Descuartizador de MZs. Realizada en los juzgados de lo penal de la Audiencia de Barcelona el 14 marzo del 2016.
Esta declaración era la condición innegociable, junto con la presencia de la prensa, que propuso el asesino por medio de su abogado defensor para reconocer su culpabilidad, evitando así un largo y costoso juicio. Debido a la crisis económica se aceptaron estos términos del convenio entre la fiscalía y la defensa.

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—El acusado puede dar comienzo a su declaración (Su Ilustrísima Señoría, juez Bernardo Casaplanas de Montagut).
—Gracias, Su Señoría (con una sonrisa, y esposado de pies y manos, se pone en pie el acusado: Alejandro Gallar Mesa, de 55 años, alias Descuartizador de MZs, avanzando hacia el estrado).
—No me declaro culpable, sino autor de los asesinatos. Jamás pediría perdón por gozar de un placer justo y merecido. Tan solo quisiera exponer los motivos, las buenas y justas razones que me han llevado a descuartizar a esos cuarenta y tres mezquinos, los MZs.
—La repugnancia, el asco hacia los mezquinos debería ser una condición eximente para liberar al acusado por descuartizar a cualquiera de esos seres y dejar manar sus intestinos llenos de excrementos en una vía pública. Yo no debería estar aquí, sino Su Señoría, por las razones que ahora mismo voy a exponer.
(Su Ilustrísima se remueve incómodo en su asiento y los periodistas ríen).
—Hay conceptos que jamás deberían confundirse:
1. La ética, que es la justicia, la libertad, la nobleza, el valor y la tolerancia.
2. La moral es el conjunto de ideologías, costumbres y vicios impuestos por una religión o gobernante en determinadas y marcadas épocas de la sociedad y de cada país. La moral suele en muchos casos derivar en la total corrupción de la ética. La moral es la forma de gobernar y mantener a la población bajo control.
Y por último existe:
3. La legalidad, las leyes que se han creado y se aplican para velar por el cumplimiento de la moralidad.
El primer MZ (no conozco sus nombres, es algo que no me interesaba) al que di caza, era un ejemplar obeso y con el pelo cano, cortado a cepillo. Me encontraba dando un paseo por la zona deportiva de mi barrio y el mezquino en cuestión hablaba entre un corrillo de hombres de su edad (entre los 60 y 70 años).
Gritaba que no es normal y no está bien que hayan más extranjeros que paisanos en el servicio de asistencia médica, que está cansado de esperar cuando él es español. Decían luego entre todos, que antes no pasaba, cuando había un tío con cojones en España.
Me desagradaban mucho sus voces, sentí que me faltaba la respiración.
La verdad es que los encontraba cada día en mis paseos.
Deseé que algún accidente los matara a todos de alguna forma; pero eso no iba a ocurrir. No basta con desear algo, o lo haces o no ocurre. Todo lo demás son cuentos para cobardes, esperanzas para pusilánimes.
De vuelta a casa, compré un cuchillo de caza para desollar piezas y lo metí en un bolso.
A la mañana siguiente, me senté en un banco frente a las pistas de petanca a escribir mis pensamientos, como hacía siempre. Me mantuve allí hasta que el corrillo habitual, se disolvió. Seguramente iban a recoger a sus nietos a la salida de la escuela.
Seguí al gordo. Llegando a un parque se metió entre los setos para orinar, un lugar muy discreto, con poca visión para alguien que no estuviera allí mismo.
Me acerqué a él por la espalda mientras hacía esfuerzos y resollaba con dificultad para mear. Le cubrí la boca con una mano y con la otra le clavé el cuchillo en la axila izquierda, buscando  los ganglios. Leí que era muy doloroso.
Luego le acuchillé hasta diez veces la zona lumbar intentando deshacer los riñones. "Ay, ay, ay, me has matado", decía mientras se le doblaban las rodillas. Le rasgué la camisa y le apuñalé en la zona del corazón hasta que la hoja pudo entrar entre dos costillas profundamente: cuatro veces me costó dar con el punto adecuado. Se quedó inmóvil con su pene arrugado. Cortando profundamente piel y carne dibujé una M y una Z en el pecho. Corté los músculos de su vientre desde el ombligo hasta el pubis y le di patadas hasta que los intestinos se desparramaron. Le amputé los dedos índices, porque es el que usan los mezquinos para afirmar con decisión y vehemencia lo que es normal. Lo que ellos dicen que es correcto y es ley. Después le corté las orejas y se las metí en el espacio que habían dejado los intestinos. Le acuchillé los ojos y me fui.
Si hubiera tenido alguna droga que lo hubiera dejado paralizado durante las amputaciones, las  hubiera hecho en primer lugar; pero vivimos en una sociedad plena de imperfecciones.
No pasó absolutamente nada, fue como si hiciera lo correcto. Me sentí bien y seguro de mí mismo. Salí de entre aquellos setos fingiendo que cerraba la bragueta del pantalón, a pesar de que no había nadie cerca.
No hice nada malo, sentí por primera vez en mi vida que había nacido para eso. Y también pensé que muchos años de mi vida habían sido tirados a la basura porque no lo hice antes.
Para un amplio sector de la población, además de criminal, podría resultar inmoral dada la edad del mezquino, la indefensión y el ensañamiento.
Todo arte se expresa con retórica para darle interés, yo lo hago con los que asesino. No es ensañamiento, es lucimiento. Una vanidad mía.
Que nadie se engañe ni use indebidamente ciertos adjetivos como inmoral; porque ser inmoral es seguramente, con absoluta probabilidad, una persona con un acusado sentido de la ética.
No hay más que ver a los ciudadanos ejemplares del Tercer Reich, de la España de Franco, la Italia de Mussolini o la URSS de Stalin. Su moral la constituía el fanatismo, el miedo, la sumisión ciega, la represión y la exterminación. Sus ciudadanos ejemplares eran personas que denunciaban a sus vecinos o familiares para recibir una caricia en la cabeza. Estas denuncias acababan con la muerte de los denunciados, tenían su origen en la envidia y la cobardía. Esto es la moral y lo que las leyes salvaguardan con mano férrea.
El obeso era un ejemplo de estos asquerosos.
— ¿Comprende Su Señoría cuando afirmo que debería ser Su Ilustrísima la que debería ser juzgado en mi lugar? Ustedes son los que protegen y perpetúan la moralidad con sus leyes. Me dirá que matar no es ético. Estoy de acuerdo, es una generalización que requiere de gente con ética para decidir si el asesinato es justo o no. Porque un mezquino amenaza la libertad de pensamiento, la libertad de caminar por donde uno desea, la libertad de comer lo que quiera, de comprar lo que le guste... 
Se necesitan personas con sentido de la ética para juzgar si el asesinato es delito en un determinado caso, un legítimo acto de defensa. No todo tiene porque vivir, hay cosas que se han de matar, como los microbios patógenos y los MZs.
—Si el acusado ha terminado su declaración, se pasará a dictar sentencia (Su Ilustrísima Señoría, indica al policía que acompañe al acusado a su asiento).
—No he terminado Su Señoría. Lo peligroso es que los seres mezquinos, los que son ejemplo de moralidad, es gente humilde con un alto grado de analfabetización. Leer, escribir y sumar, no indica cultura. Estas tareas las hacen con tanta dificultad, que es muy difícil que puedan entender las sutilezas de cualquier arte o expresión humanística. Para eso, para que pudieran entender algún mensaje existieron trovadores, brujos, teatrillos  y ahora existe la televisión, internet, la radio y sus noticias deportivas.
Esos medios llenan un poco las neuronas de los mezquinos y los llevan a creer que sus ansias, indignidades y vulgaridades, son las pautas de comportamiento que se han de seguir y exterminar así todo asomo de ética.
Así, que si eres amoral o inmoral, estás en un privilegiado rango que te llevará a morir o ser envidiado hasta que consigan destruirte. Ése es el peligro que corro cada día.
—Los seres más mezquinos y mediocres, son los que usan su "sufrida" paternidad y maternidad para convencerse de que son una especie de ejemplo a seguir; pero en la intimidad de sus casas les arrancan el dinero de las manos a sus propios padres, más viejos y débiles que ellos mismos, porque: "¿Para qué quiere gastar en nada con lo mayor que es?".
Y su vida gira en torno de quien va a morir y les va a dejar algo de dinero:
la "legítima".
No sé cuándo ni qué número de presa fue; pero hará unos ocho meses, me encontraba en un restaurante, en el puerto deportivo. Una vieja con un abrigo de piel de visón y zapatos de tacón de puta, alzaba muy fuerte la voz en la mesa agitando su dedo índice pringado con aceite y grasas de las gambas a la plancha que estaba pelando y comiendo con voracidad. Tenía una voz chirriante y su cuello arrugado semejaba el de un buitre. Gritaba para hacerse oír, buscando asentimiento, empatía a sus repugnantes afirmaciones.
— ¡Es muy mayor y no tiene que comer así! Tiene noventa años y le descubrí galletas debajo de la cama. Se las quité y se me puso a llorar. Le dije que a mí no se me iba a quedar inválida por un ataque que le diera por estar tan gorda —gritaba escupiendo trocitos de gambas—. ¿Cómo muevo a esa mole de mujer si se me queda paralítica?
Luego continuó su chirriante arenga, irritante. Las mismas frases repetidas tantas veces, que fui a los servicios a vomitar el carpaccio de bacalao que había comido.  Llegué a pensar que me sangrarían los oídos. Me encontraba enfrentado a la mesa de esa familia de mediocres que callaban todos ante la bruja y no podía dejar de mirarla e imaginar como sangraría por ese cuello de reptil.
Repetidas veces ella y su viejo marido, se quejaron al camarero de que algo no estaba bien, del mal servicio que ofrecían. "Eres muy lento, hay que atender mejor al público", le decía la cacatúa al camarero. "Hay que tener más ganas", remataba.
El camarero estaba acostumbrado a esa clase de hijos de puta, se le veía un profesional con una sonrisa bien trabajada.
Buscaban un plato sin pagar, rebajar la factura o bien simplemente, evitarse la propina. Es una práctica muy común entre los MZs.
Yo pedía café tras café esperando una oportunidad para cazarla.
Por fin llegó, cuando se dirigió a los servicios, en la planta superior. La seguí.
Son servicios individuales, el restaurante es de elevado precio y no muy concurrido. Saqué el cuchillo de mi bolsa bandolera y empujé la puerta. Lo primero que vi fue su viejo y repugnante coño a punto de orinar sentada en la taza con las grandes bragas negras en los tobillos. Tuve una arcada de repugnancia, pero no vacilé. Sabía que gritaría con su repugnante voz. En un paso rápido llegué a ella, le golpeé la cabeza contra la pared y entró en shock. Por encima de su escaso cabello se debió abrir alguna brecha, porque por la pálida y reseca piel de su sien, comenzó a bajar un caudaloso río de sangre.
Le corté el cuello, tanto, que su cabeza cayó atrás como en las películas de poseídos. Apuñalé su vagina, las suficientes veces para que el útero se descolgara entre sus muslos feos de mierda. Le escarifiqué las fofas tetazas con MZ.
El resultado era espectacular. Amputé sus índices y los dejé en el lavamanos. Las orejas se las metí dentro de la boca, la observé, le retiré las orejas, me di el gustazo de arrancarle los labios y le volví a meter las orejas. Si hubiera llevado el abrigo puesto, hubiera limpiado el cuchillo con él, tuve que usar su falda de puta barata.
Me lavé las manos, pagué la cuenta en la caja y salí de allí ya más tranquilo y con ganas de fumar. Nunca me acostumbraré a no poder fumar después de comer. Estos moralistas de mierda...
Como soy un tipo muy normal, nadie se acordó de mí, nadie pudo describirme en un restaurante en el que nunca había comido. No hubo problema.
Principalmente, porque la buitre se ganó a pulso la antipatía. Es lo que generan los MZs: una antipatía que podría rozar el sadismo. Debieron pensar al verla muerta, que una mierda menos.
— ¿No siente ni siquiera por un momento que haya podido ser excesiva su... "misión"? (un periodista de la sala, le pregunta al acusado).
—Le recuerdo que esto es una declaración, no una entrevista. Si vuelve a interrumpir el proceso, será expulsado de la sala y sancionado (interviene Su Ilustrísima).
—Nada es excesivo contra la mezquindad. Es... Cómo decirlo... Narcótico. Le aseguro, que dada la cantidad de mezquindad que hay, si matara a medio millón de personas no habría entre ellas una víctima con un mínimo grado de ética. Puede estar tranquilo, que entre tan pocos muertos, no hay gente que se merezca vivir más tiempo.
—La moral está tan instaurada en el imaginario mezquino, que la palabra "legítima" (el concepto más representativo de la sociedad de los MZs) está íntimamente insertada en sus apáticos órganos sexuales, sean vaginas, penes y por supuesto, la boca; que en estos seres adquiere una importancia que trasciende más allá de la comunicación funcional para convertirse en dogma supersticioso (la superstición es el conocimiento del ignorante) y religioso. Y podrir así todo asomo de ética.
Cuando llevas años oyendo esa palabra silabeada babosa y ruinmente por unos paletos que esperan que alguien muera, como buitres acechando un animal en agonía, adquiere una connotación obscena, se hace pornográfica. La legítima supera en repugnancia cualquier tipo de acto obsceno sexual.
"¡Si se va a morir! No le compres nada." Susurran como serpientes a los oídos de sus hijos y nietos que son los únicos que los soportan. Posiblemente, ellos también esperen su legítima y no quieren que gaste su dinero. Su pensamiento es tan previsible como el movimiento de un segundero. Es tremendamente primitivo.
Mezquinos que aún piensan que su forma de vestir puede ocultar su miseria y su indignidad. Esa que contagian a sus hijos y nietos, como un liquen en la corteza de un árbol que pudre todo asomo de dignidad.
La esposa madura y menopáusica con su pulsera de oro que ha tenido que pagar a lo largo de meses y meses de explotar a la poca cosa que es su marido. Esperando poder llenar los bolsillos de esa vulgaridad de ropa que viste con las monedas que le deje algún muerto con su legítima.
La "legítima" es el centro o eje de las vidas de los mezquinos.
Si no fuera por la moral y la legalidad que la arropa y protege, la mezquindad sería un delito  grave.
Y su mezquindad lucen como estándar de vida.
— "Eso no es normal", dicen machaconamente cuando observan la libertad de otros.
Se ponen nerviosos y rabiosos cuando alguien come más que ellos. Son repugnantes reptiles de ojos pequeños y fijos en las manos de los demás.
Sus bocas babosas y mentirosas siempre están llenas de amor y de lo muy buenos que son, de lo mucho que sufren por los demás. Porque el enfermo no sufre, tendríais que ver como sufren ellos el dolor de los que serán su carroña, porque son buitres de desagradables graznidos y cuellos rojos de pellejo escaldado por la fiebre de la avaricia y la envidia.
Les he acuchillado, cortado, pateado y roto los huesos. Les he arrancado los dedos y el cuero cabelludo para ocultar sus rostros repugnantes; pero hay tantos que me sentí cansado, dejé de tener la ilusión de que podría exterminarlos a todos en lo que me queda de vida. Por ello me entregué.
Necesitaba unas vacaciones tras estos dos años de cazar MZs.
Sus modos paternalistas esconden una feroz ambición. Y escupen baba al hablar porque no pueden contener su enfermiza envidia y ambición.
Hay que dar gracias de que son idiotas. No  pueden engañar más que a sus afines, a los de su sangre. Y es normal, porque es muy difícil aceptar (por muy morales que sean) que no son capaces de afrontar la vida con valor y dignidad, esto es, con ética.
Es normal y una ley de protección del género humano, que de vez en cuando nazca alguien como yo para darles caza. No tienen predadores naturales.
Tienen un punto flaco que son incapaces de ver ellos mismos: la repugnante antipatía que causan. Los que son ajenos a ellos, los soportan estoicamente porque al fin y al cabo solo los tienen que tratarlos unos minutos.
Y al fin y al cabo, son tantos, que su olor a mierda, no se percibe ya; pero esa antipatía, entre seres con cierto grado de ética, es como la feromona de la repugnancia. Te lleva a sentir un odio incontrolable hacia cada palabra que pronuncian, sea razonable o no. De hecho, acaba uno sin entender ni una sola palabra, solo sabes que sientes asco por cada sonido que pronuncian.
Carecen de todo tipo de conversación que no sea el tiempo, la economía que son incapaces de entender o de sus peleas como hienas por ser los primeros en un bufet libre de un viaje para la tercera edad.
Cuando se jubilan los mezquinos, es cuando exhiben sin pudor toda su miseria. Es un cuadro emético observarlos pelear en las colas de las agencias de viajes organizados para viejos. Es como... Es repugnante.
Si tuvieran la más mínima ética, se suicidarían.
Si yo no tuviera un acusado sentido de la nobleza, seguirían entre nosotros, perpetuando sus genes, reproduciéndose.
Su analfabetismo los lleva a situarse en una clase aristócrata y se olvidan de que fueron simples obreros explotados que ponían sus culos al servicio de sus amos sin que nadie se lo pidiera.
En los lavabos de un cine, cacé al Barón de Pérez, conserje jubilado de un edificio de oficinas y a su nieto, el sucesor Borja Pérez, heredero de la legítima mierda de sus abuelos muertos de hambre.  En realidad, no quería cortarle el cuello al niño; pero hubiera sido una crueldad dejarlo abandonado allí, en aquellos servicios a los que no acudiría nadie, hasta que acabara la película. Tengo corazón.
No es extraño que me tenga que parar a vomitar muchas veces cuando por alguna conexión neuronal de mi potente cerebro, aflora una imagen de alguno de ellos.
Su endogamia es proverbial, son una piña compacta que absorbe a los seres más débiles de su entorno para llevarlos a su enfermiza "normalidad".
Y en efecto, sí que es normalidad, solo tienes que elegir al azar entre la multitud y sacarás quinientas veces más mezquinos que gente con dignidad, con inquietudes.
Cobardes y arribistas, así son los mezquinos que han ensuciado mis horas, que a veces tienes que oírlos si tienes la desgracia de tener que pasear por las calles de la ciudad.
He arrancado pezones, he cortado vulvas en las cuatro direcciones: hacia el ombligo, hacia el ano y hacia los muslos.
He dejado testículos mezquinos en el césped para que los perros juguetearan y se los comieran.
La única suerte para nosotros, es su escasa inteligencia y por ello, la facilidad para aniquilarlos. Solo aparentan coraje cuando quieren sacar dinero; pero si no están ocupados en joder a nadie, son de una cobardía que hay que tratar con guantes para no infectarte.
No llaman la atención, porque son multitud.
Son los que un día denunciarán por envidia a su vecino para que lo mate un dictador. Son los mismos que añoran a sus francos, pinochets, stalins y hitlers. Asesinos sin sueldo de la moralidad y la ley. Anónimamente cobardes que matan (o lo harían en cuanto tuvieran oportunidad) con palabras siseadas en la oscuridad, arrodillados frente al sexo que maman con devoción de la forma más cobarde, chorreando semen por las comisuras de sus bocas hipócritas.
He matado niños que iban con su abuelo o su abuela, porque eran mezquinos en potencia, las generaciones tienden a ser más perfectas en sus miserias.
No hay tribunal que me pueda considerar culpable.
—Su Señoría, usted debería estar ahora cortado en pedazos entre bolsas de basura.
Son muy peligrosos, hay que alejarse de ellos cuanto sea posible, antes de que te maten. Porque lo harán por un dinero que ellos no tuvieron inteligencia para ganar, ni valor.
Sus palabras insultan cualquier tipo de inteligencia y te preguntas como es posible que hayan tenido hijos, porque sus aparatos reproductores deberían estar tan podridos como sus cerebros.
Dicen: "Tu madre es una hija de puta, que se muera sola; pero mi madre, es mi madre". Es la ley que usan para santificar sus genes corruptos y miserables.
Ha sido la falta de selección natural la causa de que seres tan anodinos hayan colonizado el mundo, es el precio que paga el género humano: la indignidad y la mezquindad.
Jamás el hombre evolucionará a un cerebro más grande, solo evolucionará a un cerebro más negro, más maloliente y pequeño. Está bien la ciencia ficción para intentar buscar un alivio a toda esa mierda; pero  no hay que engañarse más tiempo del necesario.
Y tampoco sería solución exterminarlos, porque sin sus excrementos, morirían todos los vegetales del planeta.
Solo queda alejarse de ellos e insultarlos abiertamente.
Tener la suerte de poder enviar a la mierda toda la moralidad que con sus leyes y tradiciones te mantiene preso, intentando amordazar la ética.
La mezquindad es la absoluta muerte de la libertad y la justicia.
—Esto es todo, Su Puta Ilustrísima.
—Agente, acompañe al acusado al banquillo.
—No he entendido nada de lo que el acusado ha declarado, pero no importa. Se han cumplido los términos del convenio entre la acusación y la defensa. El acusado será condenado a veinte años de  cárcel.

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A esta declaración, cuyo original se exhibe en el Museu Antropológic de Nova Barcelona, se la conoce como Tractatus Pettiness (Estudio o Tratado de la Mezquindad), ha sentado las  bases de nuestro actual código de Justicia, aprobado en el año 2224.
Quiero que para este fin de semana hagáis una redacción de cien palabras sobre el Tractatus Pettiness.
Ya podéis guardar vuestros puñales en las mochilas.
Pasad un buen fin de semana. Y que tengáis suerte los que vayáis al Parque de la Mezquindad para la Gran Fiesta Infantil de la Celebración de la Ética.
Ya sabéis que quien traiga más dedos índices cortados, recordad: solo índices; se ganará el Puñal de Plata grabado con las MZ en oro, en sus cachas de hueso humano mezquino.

Suerte, pequeños.




Iconoclasta

28 de septiembre de 2015

Puercos (o la cardíaca ira)


No puedo creerlo, hay tantos metros cuadrados... Hectáreas y hectáreas de montaña y me he encontrado con esos dos asquerosos.
La pareja que va unos metros delante mío consigue ir tan lenta como yo y todo es rojo.
Par de asquerosos... No  puedo rebasarlos, caminamos a la misma velocidad y yo no puedo ir más rápido. Solo me queda sentarme en un banco y  esperar que esos apestosos se alejen.
Que se pudran.
Mi lentitud me da un tiempo precioso para odiarlos, para desear su exterminio entre dolores atroces que se arranquen los ojos de dolor.
Es tan fácil odiar a esos dos puercos con solo ver sus lomos semi curvados, como si estuvieran cansados siempre. Cansados de ser la mierda que son.
Pienso que están parasitando un estado evolutivo que no les pertenece. Que viven por ser garrapatas de otras genéticas que sí son aptas para la vida. 
Ningún hombre o mujer con algo de clase, interés o energía, puede caminar tan lento sin convertirse en algo que meter en una trituradora de carne.
Si fueran viejos lo entendería, si fueran tullidos también; pero dejan una estela en el aire que huele a mierda, como si cagaran al mismo tiempo que caminan.
Tienen tiempo para ello, hijos de la gran puta.
Huelo lo puerco y lo miserable, soy sensible a ello. Siento mi piel sucia y mis pulmones enfermos por compartir el aire de esa pareja de marranos abúlicos, inapetentes, átonos, mal formados...
Con tan poca clase que hacen necesario y justo el asesinato.
Entendería esa lentitud y abulia si el macho de mediana edad le metiera la mano en el coño para acariciarla; pero son dos marranos de mierda que solo saben meterla y tragarla mecánicamente, en la oscuridad, con asco de verse a sí mismos. Solo espero que no tengan hijos, y si los tienen, que mueran sin dejar descendencia.
Que mueran ahora, todos.
Pareja de vagos, parias, mediocres.
Vuestro ánimo es un gas apestoso que ofende todos mis sentidos.
Puercos lentos...
Tarados abúlicos que estáis en el mundo con la única función de ser estiércol, abono.
Si hubierais existido unos siglos más atrás, os hubieran comido los lobos, los osos. Os hubieran destripado vuestros propios compañeros de tribu, pareja de puercos.
Puerco él, puerca ella.
Lo noto, siento correr vuestra mísera genética por mi ropa. Si mi bastón tuviera punta afilada, os desgarraría las entrañas entrando por vuestros repugnantes esfínteres, hasta que vomitarais vuestros propios intestinos.
Os odio con cada paso lento que dais. Me ofende vuestra vida, me agrede el sonido de vuestros putos pies casi arrastrándose.
Os metería un caballo de petróleo en vena.
Parias puercos...
Vuestra energía cae al suelo como un excremento y me siento sucio de pisarlo.
Ojalá el cáncer os coma y muráis entre sufrimientos inimaginables.
Putas de la especie humana... Os deseo tormento, desgracias hasta la hora que dejéis de respirar.
Subnormales que vivís una evolución que no merecéis que otros trabajaron.
 ¿Por qué estáis vivos? Es desesperante ver durante tantos minutos vuestra lomos, vuestras nucas ideales para clavar algo metálico y agudo en ellas.
Durante todo el puto camino...
Hijos de la grandísima puta... Me van a estallar las venas de las sienes.
Si yo he tenido mala suerte de encontraros, os deseo la suerte de padecer la enfermedad más terrible y más dolorosa.
Y encima votaréis en elecciones como si tuvierais inteligencia para ello.
Os odio, siento asco solo por veros. Todos mis sentidos dicen que deberías estar perdiendo los dedos y las manos, infectos de lepra.
Hijoputas.
Falta justicia y falta selección natural.
Tarados que vivís de los esfuerzos de otros genes.
Morid, puercos. Y vuestros hijos.
Que no quede rastro de vosotros en toda la capa de la tierra.
Ojalá os aplaste un camión.
Mierda de paseo, me lo han jodido.



Iconoclasta