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16 de septiembre de 2024

lp--Las nubes del frío--ic


Ya han llegado recién salidas de una fábrica de algún lugar desconocido del profundo cielo.

Son perfectas. Fabricadas con precisas láminas cortadas con láser, se puede observar los estratos que les dan espesor.

Diseñadas y cinceladas en el cielo con la precisión de un artista cirujano.

Programadas como hermosas y altas amenazas.

Carecen de la entropía voluble de las nubes cálidas. No hay sorpresas con ellas, están diseñadas para ser inconfundibles y de una mayor dureza; ya que cuando el viento las arrastra resisten el proceso típico que las banales nubes de verano no pueden combatir: el deshilachado. Y durante horas y grandes distancias mantienen su característica silueta endurecida con frío.

Y por ello no son banales, advierten del infierno invernal.

Otra vez…

No se parecen a nada más que a sí mismas. No son moldeables como las nubes del calor con las que se puede jugar a dar formas.

Con el frío no se juega, condenará quién vive y quien muere para la próxima primavera.

Anuncian la nueva campaña de la lucha de todos los seres vivos por mantener el calor corporal, especialmente cruenta en alta montaña.

Soportar tantos meses el cansancio del organismo por preservar el calor vital…

Las nubes del frío silenciosas y agresivas inauguran ineluctable y oficialmente las nuevas olimpiadas de la vida y la muerte, como naves cargadas de aciagos presagios y desesperanzas inevitables.



 

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


1 de marzo de 2021

Nada que no sepa


Pareciera que la luna tiene sus días buenos y malos.

Un día aparece serena, flotando suavemente, iluminando las cosas inanimadas fría y tétricamente.

Y otro día parece desgarrarse en una lucha contra las nubes que la quieren asesinar en un desgarro tormentoso por pura maldad.

Y ahí abajo, invisible para el universo, un poca cosa como yo observa con un cigarro y cierto cinismo la gloria y el drama nocturno.

La luna no puede explicarme nada que no sepa yo.

Ni las nubes.

Ni siquiera el universo.

Ni siquiera dios.







Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


18 de mayo de 2016

Lo platónico es muerte


Soy un torrente de sangre directo a ti.
Soy una consecuencia orgánica de tu existencia y mi piel se desprende buscando la tuya.
Hay cierto dolor pulsando bajo las frecuencias del cariño y el deseo. Es el ansia de joderte, de metértela.
Atroz deseo que pone en jaque la integridad de mi mente.
El amor es un dolor narcótico y adictivo que se aferra a todas las fibras sensibles del cuerpo.
El semen derramado que muere frío en mi vientre es un sacrificio cruento en tu honor, a tu amor.
Duele escupir ese deseo desesperado lejos de ti.
Y sueño que un día se deslice por tu piel cálida, muslos abajo.
Amar no puede ser platónico mientras haya un pene erecto y entumecido descontrolando las voluntades y anulando la razón.
Un amor platónico es un despojo, un resto, un cadáver de deseos e ilusiones.
No concibo amarte sin sentir el tacto de tu piel; jamás podría aceptar lo platónico con beatífica y romántica actitud, cuando toda mi naturaleza pide arrastrar mi bálano baboso y doliente entre tus pechos, indecentemente cerca de tu boca.
No puedo, es anatema disociar tu mente de tu cuerpo. Incurriría en pagana blasfemia.
No hay obscenidad, solo un carnal arrebato descontrolado por eyacular en los rincones más profundos y húmedos de tu cuerpo.
En todos, en toda tú.
¿Platónico? Tu coño no es platónico, ni tus manos empapadas de ti misma. Eres carne de deseo.
Incomprensible es como puedo respirar sometido a la gran presión de tu columna de amor y mi lascivo deseo de ti.
Si fuera creyente, si considerara siquiera la posibilidad de la existencia de un dios, le pediría a un sacerdote que intercediera por mí a su dios para que me otorgara follarte. Follarte la boca, el coño, el culo.
Follar tu pensamiento y poseerte toda, toda, toda...
Que dios te mantenga con tus piernas abiertas, derramándote de deseo con mi polla bombeando dentro de ti con la fuerza del odio y la muerte.
Amándote con la certeza de la extinción de la vida en el planeta.
Que no me jodan con lo platónico, porque eres de sangre y coño. Y tus pezones erectos agreden la tela que los cubre y a mi pensamiento.
Porque tu coño se abre dejando escapar una baba que hace temblar mi boca. Filamentos de deseo se desprenden de mi glande, haciendo de mí una bestia feroz acechándote entre la espesura de esta puta vida.
Lo platónico es muerte, fracaso, desesperanza y decepción.
Es no aceptar que sin cuerpo no hay mente.
Es asumir la derrota con cobardía e indolencia.
Puta...
Puta...
Puta...
No eres platónica, eres mi amor gimiente, desesperada. Abierta y desgarrada.
No serás de Platón, serás mía y será sometida tu mente y tu cuerpo a Mí.


Iconoclasta

12 de enero de 2015

Envidia y cobardía


Lo malo de estos tiempos no  se limita a la hipocresía y a la moralina que está en el cerebro de la chusma (la moral es la degeneración de la ética). Y todos sabemos que la chusma, lo despreciable de la humanidad es el 99 % de la población del planeta. Dada la cantidad de millones de reses que hay, el 1  % que vale la pena conservar, suma una buena cantidad, tampoco hay que ser derrotista.
Cada día hay más fanáticos acosadores de los deportes de lucha como el boxeo o las artes marciales, los hay que sufren como si les pusieran cosas punzantes en los genitales con la tauromaquia; con las corridas de toros, quiero decir, porque muchos no saben qué coño es tauromaquia.
Alegan civilización, paz, compasión y dignidad para prohibir que se emitan partidos de boxeo en horas diurnas y a ser posible, siempre. Y cada día hay más ciudades anti-taurinas.
Visten sus iras del ropaje de la tolerancia y la convivencia.
Y una mierda.
Que existan hombres y mujeres con la valentía suficiente para ponerse ante un toro, o luchar libremente y por afán de superación con otro ser humano, pone de manifiesto la cobardía del resto de la humanidad. Los "tolerantes" se sienten cobardes, y en estos tiempos que se proclama la cobardía intelectual (y no hay intelecto suficiente) como moralina de convivencia, la envidia es el único argumento que hay detrás de todas esas retóricas baratas que esgrimen contra la valentía de otros hombres y mujeres.
Quieren que se prohíban esas demostraciones de valor, para que no quede patente su cobardía.
Porque un toro pesa cinco o seis veces más que un ser humano, y los boxeadores compiten golpeándose y sangrando. El dolor da miedo.
Cualquiera que haya aprendido a leer (si tiene suficientes inquietudes) sabe que la envidia es el motor del ser humano.
Los políticos se ponen de parte de la chusma, porque son los que tienen la mayoría de los votos. Así que políticos y gobernantes no tienen ninguna autoridad ética, son solo oportunistas y arribistas que escalan por encima de la humana cobardía.
Por ello, una Barcelona por ejemplo, ha prohibido espectáculos taurinos.
El boxeo, cualquier lucha y la tauromaquia, son ejercicios de libertad como lo es la pornografía. Y aunque los toros no tienen capacidad de elegir, son criados con ese fin; tienen más honor, libertad y dignidad en la arena que cualquier animal que es transportado y sacrificado en un matadero de la forma más cruel e indiferente. Hay toros que han matado toreros, no es una broma la tauromaquia.
Lo más importante es que a nadie le obligan a ver toros o lucha entre seres humanos.
Buscan joder las libertades para sentirse bien, para que nada les haga pensar que son unos cobardes que son transportados cada día en un coche, camión o tren que los conduce a la esclavitud con breves destellos de libertad el fin de semana para emborracharse y follar con alguna puta barata para olvidar la mierda de vida cobarde que tienen.
Un acto de valentía de un individuo hace cobardes a cientos de miles.
Si tan intelectuales son algunos, deberían saber y reconocer sin hipocresías que el hombre es un depredador, que marca su territorio de forma instintiva y que los niños pelean entre sí de pequeños para intentar superar a otros. Somos animales, y la prueba está en que la chusma, apenas sabe escribir correctamente un par de palabras seguidas a pesar de haber ido al colegio durante más de diez años.
No tienen autoridad ética ni intelectual para prohibir nada, solo les mueve la envidia de ser inferiores a otros.
Menos discursos de moralina emotiva y argumentos civilizados, que acepten sus limitaciones y su naturaleza cobarde, que se sigan masturbando con un condón para no mancharse las manos.
La envidia es asquerosa, ergo los envidiosos son repugnantes.

"El hombre de hoy no es heroico, le basta con sentirse poderoso". (Mercé Rodoreda)
"No hay caza como la cacería del hombre. Aquellos que han cazado hombres armados durante bastante tiempo y les ha gustado, nunca se interesan por otra". (Ernest Hemingway)

(Dedicado a Juan Manuel Aguilar, una amigo que está hasta los cojones de tanta hipocresía.)









Iconoclasta

2 de agosto de 2014

Un aire de mi mundo


Hace tanto calor y el sol molesta tanto mis ojos, que el amargo café se hace dulce en mi boca y el humo del cigarro es aire fresco en mis pulmones. Estoy tan cansado de andar, que la incómoda silla del bar es un trono a la sombra de un edificio, en una calle extraña a pesar de mil veces visitada.
No es extraña, es ajena.
Y de repente llega una brisa suave, fresca... Como un premio, como una bendición para un católico, para un humano.
Es un aire que arranca las cosas malas de mi piel y de mi cabeza. Dolores y carencias. Ardores y vergüenzas.
Me llena de calma y me da paz. Cierro los ojos para aislarme en ese placer sensorial y me abandono a una melancolía que provoca lo que no fue, lo que no sucedió.
No importa, todo eso se lo lleva mi viento amigo. Me transporta al mundo inhóspito e ignoto, un mundo inalcanzable, como una maldición cuando el sol y el polvo de esta tierra me envuelven y me hacen débil.
Un viento que trae aromas de picantes y refrescantes cítricos que alguna vez olí.
Moho y antiguas aguas estancadas.
Ruina y eternidad.
Un mundo de dolor, muerte, lucha, vida y amor...
La trascendencia en estado puro.
Y pienso que no es tarde. No es tarde.
Sé que no lo es.
Tengo tiempo, aún puedo llegar.
El viento golpea mi pecho como las palmadas de un amigo que hace tiempo no veía. Hace una caricia en el cuello y atraviesa mi cabello convirtiéndolo en espigas frescas al alba. El cigarrillo se me cae de los dedos relajados y el humo que aún sale de mi nariz se arremolina como un tornado alejándose de mí.
Deseo con toda mi alma (porque cuando el aire me conforta, siento tener alma) ir allá, a aquel horizonte de donde llega el viento, un cielo de nubes negras que de tan pesadas, parecen aplastar lo que hay bajo ellas y hundirse en esta tierra indecente.
Son de una belleza letal, imponentes y sinceras en sus tormentosos y amenazantes cúmulos verticales hasta el cosmos, como si fuera una sólida torre al infinito.
Quiero cobijarme allá donde nadie quiere estar, donde nadie quiere ir.
Donde los árboles muertos se convierten en bestias pétreas.
Donde la oscuridad del fin del mundo aterroriza a los demás.
En esos momentos en el que el aire me aísla de esta banalidad y agita con una ráfaga de ternura, vislumbro el mundo maravilloso oculto en aquellas peligrosas nubes. Y todo está bien, sé que soy bienvenido y habrá una complicidad inevitable entre esos seres y yo. Porque ambos somos ajenos a este mundo, solo que yo, en algún momento me perdí.
Ya no habrán silencios incómodos, no seré extraño en el planeta, no más presencias forzadas. Se acabó el trabajo agotador para soportar y ser soportado. Se acabaron los recuerdos de amados muertos y los de amados vivos ya inaccesibles, ya lejanos.
Allí, en las grises rocas celestes que bajan del espacio a la tierra, corren lobos con el lomo cubierto de rosas azules.
Qué bellos son los colores donde nadie quiere estar.
No quiero abrir los ojos, no quiero que cese el viento, dame unos segundos más, dame una eternidad. Mi Aire, dame el tiempo necesario para llegar allá.
Los dientes de los lobos imposibles están manchados de sangre, con los ojos encendidos de hambre y ferocidad, pupilas rojas, niñas amarillas... Un oso lucha contra ellos, sus garras han herido sus lomos y de ellos brotan serpentinas de hiedra que los convierte en setos en un jardín para enamorados que huele a amor y muerte.
Es algo importante, es algo trascendente.
En la glorieta, ella llora por mi muerte, yo lloraré por perderla y renaceremos tantas veces como sea necesario para hacerlo intenso hasta la desesperación. Hacemos padecer a las carnes el dolor de la pérdida y la desolación y hacer del próximo encuentro una felicidad esquizofrénica.
Es importante morir con una violencia y dolor inhumanos por amor y ser héroes, amados y deseados. Es algo por lo que vale la pena cerrar los ojos ante el viento de un universo que es el mío.
A veces ocurren errores...
Viento amigo, no sé si es error mío o vuestro, pero no me dejes morir aquí. No quiero una enfermedad triste, ni morir en la indiferencia de los humanos. Soy un guerrero perdido, llévame ahora, aunque muera en el ascenso a mi mundo perdido.
No me dejes aquí, viento mío.
¿No ves que me duele el cuerpo? Si no fuera un guerrero de verdad, lloraría. Y mis ojos están secos como la tierra que piso cada día.
Soy valiente, puedo aguantar el dolor. Necesito el dolor de mi mundo, las emociones sangrantes, los amores que matan.
Un hombre que me cae bien, lucha desnudo contra un águila grande como un avión. El animal clava sus garras en su pecho y le arranca un corazón de bronce. El hombre grita de dolor al tiempo que muere, es un segundo.
En la glorieta, mi semen corre ajeno a la muerte por la boca y pechos de mi hembra. Y sé que todo está bien. Mi pene es un latido que se escucha en medio de un silencio sepulcral expulsando las últimas gotas en el rostro de la que amo.
Hay árboles que dejan caer una lluvia de hojas frescas verdes, rojas y marrones. Pequeños frutos en forma de ataúdes.
¿Por qué eres tan precioso e inaccesible, mundo mío?
Los lobos han dejado de ser setos, han mudado a su pelaje y respiran. Buscan con gruñidos la caricia de mi amada desnuda.
Ráfagas de viento portadoras de ilusiones, robáis mi recelo y mi sabiduría y me siento tontamente ilusionado. Viento mío, haces de mi cinismo candidez, de mi abatimiento ilusión.
El águila deja caer el corazón de bronce, que al tocar el suelo, crea una placenta que arraiga en las sólidas nubes donde intensamente vivimos. Renace el hombre gritando a una nueva vida. Le ayudamos a subir a la glorieta de madera blanca cubierta de rosas rojas que sangran y hacen regueros de pasión que llegan al suelo haciendo florecer cuchillos de brillantes filos.
—No eres nuevo, has llegado por fin —me dice ofreciéndome un cigarro—. Recuerdo que hace eones, el universo rotó en un accidente sismicosmológico, y tú caíste porque estabas luchando en el mar contra un kraken. Salían naranjas de tu pecho cuando morías, cuando el pico de la bestia destrozó tu tórax. Tuviste mala suerte, amigo. Caíste a la tierra de lo posible y nadie pudo salvarte. Ella lloró y te esperó...
Besé a mi mujer , la besé deseando morir de amor y mi corazón dejó de latir para ser un héroe para ella. El dolor apenas me dejaba hablar.
—El viento a veces me encuentra, pero algo se debió romper cuando caí. Tengo miedo, amigo. No quiero volver allá, donde morimos en la calle, donde una gripe detiene el corazón, un bulto se come el cerebro, donde no hay monstruos, ni amores inmortales. Donde todos mueren de hemorragias, no hay flores ni metales preciosos saliendo por las carnes abiertas...
Los humanos huelen mal cuando mueren. Yo oleré mal.
Mi amada y mi amigo se disuelven lentamente.
Y la sensación de pérdida hace agua mis entrañas, en un llanto invisible.
Viento amigo, no me dejes.
Contigo no temo al ridículo, viento de las nubes negras, solo tú sabes ilusionarme.
Sigue amigo mío, sigue sacudiendo de mi piel y mis huesos toda esta tristeza.
Dame más sensacionesde un mundo que extraño y sin embargo no recuerdo. Hazme creer que muy pronto estaré ahí, con los seres que no existen.
Donde todos somos secretos y ocultos. Donde la muerte es puro juego y la vida cacería, risas y un buen follar.
El viento ha cesado de repente. Y toda esa ilusión se ha esfumado, observo la cajetilla de cigarros, enciendo uno y pido otro café. El lejano cielo de tormenta se ha deshilachado.
Pienso en el tabaco y el cáncer, en el calor y la sed, en la tierra caliente y los pies sangrando.
Me trago las lágrimas de la decepción con cada sorbo de café y con cada bocanada del cigarrillo.
La reminiscencia de un olor a naranjas evoca una añoranza de un lugar o tiempo donde lo importante, era luchar, morir, vivir...
He de comprar pan y tomates, jabón y...
Algo no está bien...









Iconoclasta