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14 de agosto de 2015

El pabellón de los enamorados


Hay un ala especial en el manicomio: el pabellón de los enamorados.
Somos los enfermos más ridículos del mundo.
Dicen que amar no es locura, es virtud, es necesidad; pero somos la práctica demostración de que el amor tiene sus leyendas.
La enfermedad comienza al convertir el amor en sueño o fantasía, en esforzarse en otorgarle toda esa importancia que lo constituye como un elemento necesario en la atmósfera para poder respirar.
Ahí radica el problema, porque hacer sueño del amor es despertar y sufrir la paranoia de que es una pompa de jabón estallando en el aire.
El amor es demasiado volátil, voluble... 
Te despiertas aterrorizado ante la posibilidad que el amor sea el sueño que muere al despertar. Requiere convencerse de que es táctil y suplicas palabras de amor a quien amas.
Y quien amas, se asusta de toda esa paranoia.
Dime que no me faltarás nunca, mi bella diosa de la locura...
El amor requiere no despertar jamás, estar en ese limbo de romanticismo y sexo. Porque si un día faltara, faltaría el aire.
Si un día no está ocurre esto: la cordura es la que estalla en el aire.
En el pabellón de los enamorados los locos observamos inmóviles durante horas el aire a través de las ventanas enrejadas, buscando el amor en forma de amebas translúcidas, que es el ideal de espejismo para algo tan sutil y tan efímero como es el amor. 
El amor no se entiende sin lo carnal y el sexo se convierte en devoto, sagrado, puro, pornógrafo, cruel, humillante, sucio, sangriento... Según la paranoia de cada cual.
Demasiado sexo, demasiado complejo, el amor lo complica todo.
O tal vez sea que complicamos el amor. No podría asegurar nada, al fin y al cabo estoy loco.
Al sexo le basta con ser brutal en su pasión.
Ojalá lo pudiera decir siempre y no solo bajo el efecto de los medicamentos.
No debí convertir el amor en una representación teatral; pero mi vida, mi rostro es el ejemplo que figura en las enciclopedias como mediocridad tipo.
Soy aquello que nadie jamás debe ser.
Tuve la ilusión de que el amor me haría especial.
Me dosifican drogas para no soñar con el  amor. Y sueño que soy lo que veo en el espejo, algo anodino, algo banal que no importa.
Me despierto con la certeza de ser un mierda y todo está perfectamente controlado para no desangrar toda esa miseria que soy con una cuchilla, o colgarla por el cuello de un cinturón, o de una sábana en una tubería. No me dejan intimidad ni libertad para salir de aquí en una camilla con ruedas hacia la morgue.
Los sueños son efímeros, ergo el amor lo es.
Y por ende la cordura.
Todas estas consecuencias, hacen la vida desesperadamente larga.
¿Cómo no estar loco? Es una condena, un filo constante en el cuello ante la posibilidad de morir asfixiado porque faltas en el aire.
No puede ser... Fue un sueño. No te corté la cabeza, para tenerte siempre cerca de mí y besarte al despertar. Fue una pesadilla, no fue real.
Yo no follé tu cuerpo sin cabeza. ¿Cómo pueden pensarlo?
Toda aquella sangre que inundó mi boca al besar la tuya...
Aquella erección brutal...
El sueño a veces se hace pesadilla.
Es la pesadilla de ellos, los que no tienen amor.
Los enfermos del pabellón de los psicópatas asesinos son los seres más patéticos del mundo cuando no pueden bañarse en sangre.
Los celadores del pabellón de los enamorados no nos dejan suicidarnos, pero nos lastiman los genitales con cigarrillos y nos dicen que no es real, que es un sueño.
 Y ríen, y ríen, y ríen, y ríen...
Y sueño que beso tu lengua púrpura sin sangre sosteniendo tu cabeza entre mis manos, cuando la brasa del cigarrillo crepita en la piel de mi glande y ellos ríen.
Pero no duele porque te sueño, porque te amo.



Iconoclasta

12 de agosto de 2015

Autodestrucción


"Este hombre se autodestruirá en diez segundos."
Si es más, es porque el software no ha sido suficientemente depurado.
Y el  chip no se activa.
"Soy un error pegado a un error.
Y lo que nace de errores, son errores al cuadrado, al cubo, a la enésima..."
El chip solo ha liberado la droga de la culpa, que sume al suicida en un depresión veloz como un rayo.
"Y es desesperanzador, es un callejón sin salida, hasta que te aplasta el peso de las potencias."
El hombre salta a las vías del tren. Las ruedas le amputan la pierna izquierda, la mitad de la derecha y un hombro. Muere desangrado en quince minutos. El video está en Yutup.
Este fue el primer caso del chip Autodestrucción implantado en humanos. Fallaba mucho, el tiempo y la temperatura elevada del cuerpo, provocaba serios deterioros en la electrónica.

"Voy a autodestruirme, soy un hombre moderno, soy de los primeros implantados con el Chip Infartivo."
Así comienza la publicidad del Chip Infartivo, la evolución segura y sin fallos del anterior chip Autodestrucción.
Es un rompecorazones, si antes lo que se instalaba eran los marcapasos, ahora nadie los quiere y se instala lo contrario.
La gente sufre tanto estrés y frustración, que este aparato se ha hecho popular con el eslogan: "Tú tienes la última palabra".
Así que si un día te despiertas y te sientes tristísimo, tecleas una contraseña en tu móvil y el miocardio a la mierda.
La grandeza de este sistema de eutanasia o autodestrucción, es que antes del infarto, libera una dosis de heroína. Una dosis tan elevada, que nadie se entera del trauma del corazón cuando revienta por la activación de una pequeña cápsula que contiene un compuesto cuyo principio activo es la nitroglicerina; pero mucho más estable gracias a un elemento que protege el núcleo explosivo. Este elemento es el secreto mejor guardado junto con la fórmula de la cocacola.
Por otra parte, también tienen la opción de configurar la subida automática del video de su muerte a Yutup.
La droga para sumir en la depresión al suicida, fue otro error, porque pocos querían morir con tristeza. No hubiera tenido éxito comercial. La heroína ha sido lo que realmente ha hecho popular el chip.
Actualmente hay más de ocho millones de hombres, mujeres y algunos niños que psicológicamente han pasado las pruebas de madurez, que disponen de esta salida de emergencia alojada en el corazón.
Ya no es necesario (si tienes tarjeta de crédito) esconderse, idear un plan, pasar miedo, dudas finales y dolor.
Hay pocos seres humanos capaces de realizar un trauma directo contra su cuerpo: lanzarse desde una gran altura, cortarse las venas, envenenarse...
El suicidio suele ser muy doloroso. El más suave de los casos, cortarse arterias profundas como las de las muñecas, es más brutal de lo que muchos se piensan, un tendón cortado y que se retrae, es un auténtico tormento.
Y no hablemos ya de lanzarse desde una gran altura.
Ahora tenemos más de ocho millones de cobardes alardeando de que no les da miedo morir y que ellos eligen.
Soy un hacker y dentro de siete minutos, van a morir en el mismo instante ocho millones, trescientos treinta y seis mil ochocientos trece seres humanos.
Yo no pretendía sacar beneficio con esto, se trataba de simple diversión. Un reto personal que me puse como meta; pero todo tiende a perfeccionarse y pensé que una vez muertos, el dinero no  les hace falta, y lo más importante: no van a ir a una comisaría a denunciar que sus cuentas bancarias han quedado en blanco.
Lo que más destacará de estas emocionantes horas que les quedan de vida, es que morirán felizmente todos.
Lo que más me llena, es que morirán cuando yo lo disponga. Me meo en el eslogan: "Tú tienes la última palabra".
Mi padre y mi tío están entre ellos, pero no puedo ser selectivo, y de todas formas, ya están mayores. Y si se implantaron el Chip Infartivo, por alguna razón sería ¿no?
Dentro de unos minutos, las televisiones van a empezar a emitir los especiales informativos, os lo pasaréis bien viendo testimonios y entrevistas idiotas.
Con el Chip Infartivo, todos ganamos.
Es una maravillosa sociedad si sabes como matar con eficiencia.
Pulsando "intro".



Iconoclasta

9 de agosto de 2015

Las nubes y la inocencia



Crees posible caminar por ellas, dentro de ellas y saltar. Eras niño.

Las nubes eran tupidas masas de algodón elásticas y suaves, un lugar hermoso y sin filos para los niños tristes.

De pequeño querías escapar de aquí, identificabas mundos y lugares mejores, con una ingenuidad que a veces remuerde la conciencia. ¿Cómo pudiste ser tan inocente?

Creces y las nubes se convierten en un vapor desesperadamente impalpable.

No es extraño observar las nubes y no sentir demencia al oír reír al niño que murió para que el adulto ocupara su lugar, dando volteretas muy solo él, pero firmemente sostenido por la nube que lo cuida.

Ahora el hombre se conforma con admirar la intocable majestuosidad del vapor.

Ahora el hombre se enciende un cigarro bajo la masa de vapor mientras escucha con los ojos cerrados unas risas que bajan del cielo.

Y se alegra de estar solo porque los ojos van a perder la batalla contra la melancolía.




Iconoclasta

7 de agosto de 2015

La bella y la bestia (revisada y mejorada)


Es luna llena, noche de ritos tan antiguos como las montañas y el mar. La luna luce para desgarrar la oscuridad de las almas y mostrar lo horrendo y las más primitivas pasiones sin pudor ni contemplaciones.
Tras una copiosa y alcohólica cena en una taberna de Sutton, han salido a caminar bajo la claridad de la luna. 
La mujer besa al hombre frente a la iglesia abandonada de muros derruidos y éste se deja envolver por la sensualidad de una lengua que combate contra la suya y los opulentos pechos presionando contra el suyo. Apenas siente una pequeña punzada en la base del cráneo. Con la claridad de un rayo de luna, antes de dejar de ser, observa en la clavícula derecha de la mujer dos letras escarificadas en la piel: AK.
Y pronto le faltan las fuerzas para preguntar su significado.
Alice Kyteler ha cumplido con precisión la primera parte del ritual, el primer encuentro, el primer hechizo, la siguiente luna llena acabará el proceso y durante esos días, se apropiará del dinero y pertenencias de Sean Lamotte, soltero y dueño de unos cuatrocientos acres y más de quinientas ovejas, en el municipio de Kilbarrack, Dublín. 
Sujeta al hechizado hacendado, con cadenas ya usadas otras veces, a los lóbregos muros del sótano oculto bajo el derruido altar de la iglesia. Día a día, con la comida, le suministra medidas dosis de la pócima de la animalidad, como un preciso tratamiento diabólico. Alice la bruja es hermosa, es hábil, es ambiciosa. Es perfecta en su hambre de dinero y placer.

Caerá el justo hilo de baba de mis labios a tu sexo y se abrirá como el Mar Rojo para los judíos. Seré Moisés con una obscena vara venosa orgánica y palpitante dirigiéndome a tu consagrado coño.

Es el lenguaje estremecedor y sexual de la pócima de la animalidad, cada palabra se extiende por la piel de Alice como una caricia hiriente.
La mujer de cabello negro y corto, deja deslizar de su puño un metro de cadena que corre veloz por entre las argollas con un ruido estridente. Es la justa medida para que el hombre o lo que queda de él, le lance el aliento en los más íntimo de sus muslos sin herirla. La falda de su largo vestido está recogida en la cintura. Las antorchas hacen de las sombras seres que se agitan prisioneros en las piedras grisáceas que forman los centenarios muros de la mazmorra de la iglesia. La cadena sacude  las argollas violentamente cuando el hombre bestia de ojos feroces se abalanza hacia ella.
Cierra los ojos para no ver, pero acaba mirando a la bestia que ha creado y separando las piernas.

Soy una bestia hambrienta, hociqueando en tu sexo, cuasi amenazante. Procura no moverte cuando la lengua caiga pesada entre tus sexuales labios. Es por tu bien y por no perder lo poco que queda de humano en mí, te arrancaría el coño con los dientes si te movieras.

Con la cadena enredada en su puño, se tiende en una tosca mesa de piedra y separa las piernas ofreciendo casi en sacrificio su vagina brillante y ya resbaladiza de humor sexual.

Los dientes tienen un hambre atroz y que amenacen tu monte de Venus, es un acto inevitable, lógico en mi deseo ronco y recio.
Soy un hombre descendiendo sin freno a lo más primitivo que anida en algún lugar de mi atávico deseo y lo huelo en tu coño trémulo y ahora empapado de mi baba y de ti misma.
No estoy hablando de un sueño, es la realidad, es la maldición de desearte que me transforma en una bestia de dudoso intelecto. Tal vez este sea el último pensamiento coherente e inteligible antes de entrar en ti.
Soy un susurro reptante lamiendo tus ingles, tan cerca de tu coño que oigo tus jadeos endureciendo el clítoris de forma irracional en tu mente, como si fueras bestia también. Soy un ronquido que se arrastra por tu piel más íntima, indefensa que sin control me ofreces.
Soy la mirada oscura como oscura y húmeda es ahora tu mente y tu cuerpo.
Suéltame las manos, deja que hiera tu piel, que la rasgue y beba tu sangre. Que se deslice suave y dulcemente por tu sexo.

El hombre bestia habla y habla, cada palabra es una caricia directa a su clítoris, excitado por las frecuencias graves de aquella voz profunda.
La mujer toma la muñeca izquierda de la bestia y libera su mano grande y ancha de dedos con uñas melladas y peligrosas, el grillete se arrastra por el suelo tintineando y parece sincronizarse con la voz oscura que nace de una garganta inhumana.
Y se arquea cuando la mano se dirige violenta a su pecho, desgarra el escote del vestido liberando un pecho pesado y pálido y las uñas amenazan con sus filos el pezón hasta que se hace insoportablemente duro.
El  pene del hombre-bestia está en contacto con  su piel, en las costillas, en la cara externa de su muslo. Siente los rastros de la tibia humedad del glande como sangrías de desbocado deseo.

Te gusta así, me lo dice toda mi bestialidad, te gusta que rasgue la suave la piel del abdomen, que arañe el monte de Venus dejando un rastro de dolor. Mira ahora, hermosa, observa lo que te voy a clavar.

Alice pone los ojos en blanco sin perder el control de las cadenas en sus puños cuando la bestia toma sus muslos y los alza hiriéndole con las uñas. Grita desesperada cuando la penetra y siente el vello crespo de la bestia en los labios vaginales. Se siente invadida, indefensa ante lo que se ha metido dentro de ella que bombea sin cuidado. Le duelen los pechos por la violencia de las acometidas. Llega al orgasmo antes que él y tensa las cadenas de nuevo para separarlo de su vagina y llevarlo contra la pared.
La bella Alice tiene una fuerza que el hombre-bestia no capta, no analiza. Su sexo aún lanza ecos de placer que expanden por dentro de sus entrañas. Jadea... 

No me hagas esto, no me dejes así, suéltame, quiero inundarte con mi leche. Quiero soltar toda mi animalidad dentro de ti, hasta que rebose por entre la cópula como una pornográfica crema.

Alice se arrodilla ante él, ante su pene erecto. El glande está púrpura por la sangre que se agolpa y un líquido lechoso y denso empieza a asomar por el meato.
Se lo lleva a la boca.
La mano libre la lleva a algún lugar de su revuelto y desgarrado vestido y extrae un pequeño cuchillo cuyo filo está sumergido en un pequeño frasco con la pócima de la animalidad.
Libera el lacre forzando el mango, el hombre bestia gime y gruñe abandonado a la boca que lame su glande, su bálano entero con lamidas lentas.
Los cojones le duelen porque Alice los castiga con sus dedos, retorciéndolos sin cuidado.

Te voy a ahogar con todo lo que me va a salir , te voy arrancar hasta la vida con mi leche, te llenaré los pulmones y el corazón con toda esta carga que has provocado en mí.

Alice hace cuatro pequeños cortes indoloros a lo largo del bálano y la pócima, la dosis necesaria para culminar el hechizo, entra en el torrente sanguíneo veloz como una flecha. El hombre bestia no siente dolor, no ve lo que ocurre en el pene que la bella mantiene húmedo y caliente con su boca y sus dedos.
No puede ver la boca de Alicia dejando derramar  la sangre que mana de su bálano herido, no ve como la sangre mezclada con la saliva se escurre por su barbilla, por su cuello, por entre sus pechos pesados, por su estómago y su vientre...
La bestia lanza un rugido y deja ir su carga de semen. Alicia deja que desborde en su boca y ahora el semen es rosado por la sangre con la que se mezcla.
Las uñas de los pies del hombre revientan y salen duros espolones cónicos, su pene se hace negro y encallecido, retrayéndose de su boca y manos.
La boca de la bestia sangra para cambiar su dentición humana por grandes colmillos que revientan las encías, la piel se hace negra como la noche y un rayo de luna llena que se filtra por una ventanuco alto del muro, marca una quemadura entre la negritud de su piel arrugada y rasposa como la de un elefante. Entre gritos de dolor, sus dedos caen y emerge un hueso puntiagudo que convierte cada mano en la punta de una lanza orgánica y sangrienta. 
De sus glúteos ha salido una enorme y repugnante cola de rata venosa a la que pronto se aferran varias garrapatas.
El hombre es ahora algo indefinido, una bestia imposible que no obedece más que al tormento del dolor y de la locura.
Alice lo libera de las cadenas y el monstruo escapa hacia el exterior ya sin conciencia de que una vez fue hombre.
Los aldeanos patrullan los alrededores del pueblo las noches de luna llena, cuando está a punto de amanecer y los diablos yacen cansados de sus maldades a los pies de los árboles muertos de las bajas y desgastadas montañas irlandesas.
Son tradiciones que nadie se atreve a cuestionar, cuyo origen se pierde entre los tiempos anteriores a sus bisabuelos.
El que fue hombre yace durmiendo tras unas rocas al borde del  camino que lleva a la costa.
En silencio se acercan y cada uno de los hombres, clava su horca en el cuerpo del diablo. La bestia no llega a despertar.
Alice flota a treinta metros por encima de sus cabezas.
Y se acaricia la entrepierna evocando su orgasmo mientras los hombres arrastran por la cola lo que fue el hacendado Sean para quemarlo en la plaza del pueblo antes del mediodía.


Relato inspirado líbremente en Alice Kyteler, la bruja más antigua que se conoce en Irlanda y en el mundo. Según dicen, era hermosa y sofisticada. Y algo muy raro en aquellos tiempos, una mujer independiente.
Tenía fama de manipular a los hombres para su provecho.
Nació en Irlanda, en 1280 y fue ejecutada como bruja en Dublín, en el 1324.
Sus años de actividad como bruja fueron del 1302 al 1324.
Un pequeño homenaje y simpatía hacia otra víctima de la ignorancia, la envidia y la idiotez humana.




Iconoclasta

4 de agosto de 2015

Introspección psicótica



-Baja.

-No quiero.

-Baja aquí con nosotros y recuerda, y comprende.

-Es que duele y decepciona.

-Perdí tiempo, no quiero perder más.

-Has bajado.

-Me ahogo.

-Y yo contigo.

-Morir no es paz.

-No te preocupes, sufriendo, la vida vale doble.

-No puedo, no quiero recordar toda aquella sangre. Resbalé y caí en ella.

-Lamiste la herida que destrozó su femoral, se te puso dura de nuevo.

-Y su coño.

-Estaba muerta toda ella.

-Aún conservaba calidez.

-Era verano.

-Te mereces morir, deberíamos morir.

-Te corriste dentro de ella y no puedes olvidar esa carne agitándose sin control con cada embestida que le dabas. Me das asco.

-Quiero subir de nuevo, contigo todo es peor.

-Es necesario, necesitas reconocer tu insania. No debe ser obra de un idiota.

-Cuando el filo se metió en su ingle y corté, sentí la muerte correr de mi mano, por el acero y descargarse en ella como electricidad.

-¿Por qué gritan tanto? Quise salvarla, taponar su herida para que callara.

-Pero golpeaste su cabeza contra la roca una y otra vez, con aquel río de sangre que brotaba violenta de su muslo y bañaba su coño.

-Estoy caliente.

-Dime que no te arrepientes.

-No me arrepiento, lo haré de nuevo.

-Lo haremos.

-Noto el frío de la muerte envolver mi pene.

-Estás loco.

-No. Solo soy malo.

-Ya podéis subir tú y tu maldad.

-Lo mataremos todo ¿verdad?

-Sí.




Iconoclasta

3 de agosto de 2015

Borrones, miseria y alquitrán

Prólogo.

 "A ver si te dicen algo" me dice Óscar en un mensaje adjuntando estas dos fotos. Y yo pienso con el cerebro aún legañoso: Joder, claro que me dicen. Cómo no me van a decir algo. Son como bofetadas a la conciencia.

Y así que frente al arte de mi amigo Óscar, me pongo a desmenuzar la gris ciudad como profundo conocedor que soy de lo artificial y gris.

Así que aquí, junto al arte de mi colega y amigo, dejo ese "algo que me han dicho sus imágenes". Un algo mucho menos importante que el impacto de su mirada objetivada, pero no domada ni condicionada.


Borrones, miseria y alquitrán.

Tal vez eso sea lo que quede de los ciudadanos cuando mueren, porque mueren, por muy jóvenes que se crean.

Por muy adoradores que sean de Peter Pan.

Borrones de lo que fueron... Un gigante pinta rayas con sus dedos pringados con el alquitrán que son los restos de un urbanita, tal vez un ciudadano ejemplar, digno espécimen de la mediocridad nuestra de cada día. Como el pan de Dios, que no lo es, es el pan que ganamos con nuestro tiempo prostituido por una miseria.



O tal vez aplaste a algún humano dejando su silueta borrosa en otro muro como muestra de la miseria y la denigración de las ciudades donde la libertad degenerada y la total ausencia de naturaleza, mata instintos y valentía haciendo de los seres humanos esos insectos que se aplastan sin ninguna preocupación.



Los grises muros urbanitas son borrosos nichos de alquitrán y miseria.



Fotografías de Óscar París París.
Texto de Iconoclasta.

31 de julio de 2015

Prometí no llorar


He fallado.
¿Qué ha pasado?
Prometí no llorar. Y ahora no puedo parar, joder.
¿Qué hubiera pasado si alguien me ve?
Algo está mal, muy mal.
Se me pudre el alma por dentro, duele algo muy profundo a lo que no puedo llegar.
Si alguien hubiera estado a mi lado, hubiera sido vergonzoso.
¿Cómo ha podido ocurrir? Me he doblado con un vómito y las lágrimas se han caído de mis ojos, era como si perdiera el alma con ellas.
Qué miedo. ¿Y si alguien me hubiera visto? ¿Cómo le explicas que de golpe te atacan los miedos y los dolores y las lágrimas manan imparables? ¿Cómo explicas lo que quedó atrás y lo que quedó muerto?
¿Cómo le explicas que algunas cosas salieron mal?
¿Cómo explicas que unos te quieren por unos actos y otros te odian por los mismos?
Que te sientes rasgado en dos.
Ya no estoy entre nadie, no debería ocurrir.
¿Cómo explicas que te duele la vida de repente? Qué hay pasados que a traición te clavan un alfiler en la rodilla.
Que hay un presente en el que caminas solo y crees estar a salvo de  cosas que duelen porque te mantienes al margen de la vereda, por donde nadie anda.
Hay futuros en los que no necesito pensar, porque son tenebrosos como boca de lobo.
El café me ha caído mal en el estómago, debe ser eso.
Sentado en la silla de la terraza del bar, he doblado el cuello hacia atrás para ver el cielo.
Una mujer me ha mirado extrañada, porque he suspirado al sentir el peso del aire en el rostro.
Me gusta mirar al cielo y sentir su presión en el rostro. Es mi momento de libertad, creí tenerme controlado. Lo hago a menudo, es como desconectar de la realidad. Solo funciona a cielo abierto.
Perdón, he fallado, prometí no llorar...
He visto que las nubes se movían veloces y he querido ir con ellas, pero me he encontrado clavado a la silla.
No me acordaba de mi imposibilidad y he sentido vergüenza de mí.
Ha sido un mareo repentino y un sudor frío en la frente, me he levantado como si padeciera un dolor y he caminado todo lo rápido que he podido hacia mi casa.
"Voy a llorar... No por favor, ya ha habido bastante. Por favor...".
 Intentaba controlarme por el camino.
"Aguanta, allí no hay nadie"
He abierto la puerta de la casa y ya no he podido más.
Prometí no llorar, ser fuerte.
Soy un mierda.
Y mira lo que has hecho, el suelo está perdido de lágrimas. Hay rostros en ellas, como  si fueran bolas mágicas de cristal. Y hay lágrimas claras que confortan con su claridad.
Dan sosiego.
Ahora llueve y moqueo como un crío.
Me tranquiliza que el cielo llueva conmigo, es como si me hiciera compañía. Me dice: "¿Ves? Yo también lloro y no pasa nada" . "Llora tranquilo, todo está bien"
Y le creo.
Lo escucho con cariño... Es un buen tipo el cielo.
Los que lloran deben estar solos, porque asustan con su llanto repentino a los que aman y les aman.
Los llorones se han de desterrar a tierras lejanas y remotas.
¿Qué hubiera pasado si lloro en la calle, ante todos? ¿O ante alguien a quien amas?
La haría sufrir...
"Vamos, llora tranquilo, de verdad, no pasa nada".
Ya va pasando...
La música hace bien. El tabaco me templa.
Me limpio las lágrimas con el dorso de la mano y miro en la casa, con miedo a que pudiera haber alguien escondido viéndome llorar.
Ya pasó...
Maldito cielo que me doblas y haces de mí un niño llorón.




Iconoclasta

30 de julio de 2015

Vengo a amarte


¡Hola, vengo a amarte!

Sé que es raro y podría decirse que precipitado.

Al grano.

He quemado mucha vida ya y si no aligero los trámites no tendré tiempo a ofrecerte la fuerza que aún poseo, me refiero a la pasión. No vayas a pensar que me voy a poner a realizar una exhibición gimnástica. De ahí estos cohetes propulsores que llevo a la espalda. Tengo prisa como el Coyote por cazar al Correcaminos.

Está bien, mi cultura es un tanto básica, pero  lo puedo arreglar leyendo a Nietzsche o a Kierkegard, incluso a Stephen King.

Opción A: Puedes amarme de buena fe, sin miedo, porque en esencia soy bastante corto e inofensivo (pero hasta cierto punto, no te frotes las manos con esa sonrisa endiabladamente hermosa).

Opción B: Me envías a la mierda sin ningún tipo de alegría ni sutileza. Ya te digo que el tiempo apremia para todo.

Porque si optas por la B, emplearé dos semanas en hundirme: me insultaré cruelmente frente al espejo todos los días, todas las horas. Caminaré hasta que me sangren los pies y aguantaré los cigarrillos encendidos entre los labios, todo el tiempo que ardan, para que me escalde y enrojezca el humo estos preciosos ojos verdes que dios me ha dado. Seré absoluta, decidida y tenazmente cruel conmigo.

Lo juro por la vida de los vecinos de arriba que dejan la escalera perdida de meados de perro.

Si optas por A (no sería nada extraño dada la calidad de la mercancía que te ofrezco rápidamente) no te asustes. No habré muerto ni mi cerebro habrá sufrido parálisis.
Simplemente se tratará de un ataque de virulenta emoción. Fulgurante y aguda como el sarampión de los niños. El babeo pasará en dos minutos, no te vayas a pensar que siempre será así tu hombre. Y la erección no indicará un exceso de lujuria, soy romántico hasta el empacho.

Lo que ocurre es que el pene se olvida que forma parte del conjunto de órganos del resto del cuerpo y se luce por su cuenta, independientemente que el alarde sea justificado o no a sus proporciones.

Dijéramos que es orgulloso; pero no vanidoso.

Somos dos buenos tipos en general.

En cuanto pase mi patético marasmo, besaré esos maravillosos labios que me enloquecen, te tomaré la mano y te diré cuanto te quiero haciendo cosquillas en tus oídos. Te contaré lo que he esperado y soñado caminar de la mano de mi bella amada. Luego compartiremos todo eso que llaman vida y dentro de unos años (espero que muchos) serás una feliz viuda. Esto último, es el típico toque de tragedia que todo romance intenso y devastador que se precie de serlo, ha de tener como contrapunto a tanta felicidad que podría rozar la cursilería. Está todo controlado, mi amor.

¡Qué nervios!

Vaya...

He de confesar que la opción C: quedarme hablando solo, no la había previsto.

Ni que le hubiera estado vendiendo un seguro...

La tomaré como la opción B: a la mierda sin ningún tipo de alegría ni sutilezas.

¡Maldita sea...! ¿Qué habrá salido mal?

He de comprar colirios.

Vaya dos semanas me esperan.

Si pongo un circo me crecen los enanos.





Iconoclasta

28 de julio de 2015

La noche


A veces no sé qué hacer con la noche.
La soledad y la libertad hacen de la oscuridad un mero trámite planetario y ardo en deseos de salir al mundo, de seguir caminando. Como si perdiera el tiempo.
Como si muriera más deprisa durmiendo.
No es miedo, es impaciencia, debo ir a algún lugar.
Se acaba el tiempo.

666 en el barro


Tras el estruendo, los gritos y los llantos: el silencio...
Es el momento en el que las almas no saben qué ha ocurrido y miran incrédulas la muerte a su alrededor. Son graciosas en su ignorancia. Me río con ganas.
Me gusta este momento íntimo de encender un buen Davidoff y caminar por el barro fresco que da consuelo a mis muslos y genitales.
Pasear y sentir que piso un cráneo, o meter el brazo en el pútrido barro y sacar un bebé humano, un pequeño primate. Como si fuera una trufa y mirar su rostro sucio y muerto y pensar en lo que no será jamás.
Las avalanchas de barro en aldeas o barrios pobres, son como las lavadoras automáticas. Es como pulsar el encendido y todos mueren, todo se limpia.
Y lo mejor es que sus almas van directas a mi oscura y húmeda cueva.
Se pudrirán en el infierno con dolores desgarradores que no cesarán jamás. Hasta que mueran millones de veces, hasta que sangren para crear océanos rojos.
Esos ángeles idiotas no bajarán a este lugar para ensuciar sus alas de mierda. Y Dios silba a otro lado cuando piso la barriga de una embarazada recién muerta, los fetos tardan más en morir que sus madres. Lo noto en mis botas.
Tres mil pobres menos, paria más o menos.
Está bien, he de apuñalar a alguno que no acaba de asfixiarse; pero desde el aire, aviones y helicópteros ven un trabajo perfecto.
Más que de un genocidio, me considero autor de una performance.
Recordad que moriréis.
Siempre sangriento: 666.



Iconoclasta

26 de julio de 2015

Cero



Te levantas y esperas a ponerte el pantalón hasta que baje la erección y meas primero.

Se calienta el café y sabes que estás fumando porque te das cuenta que te escuecen los ojos y lloras también por eso.


Te sientas con el café y el pecho sucio de ceniza que en algún momento arrastraste.


Saludas a quien amas con discreción, como buenamente puedes sin perder el control.


E intentas no coger la pluma y escribir de inconsolables distancias y que amar tiene la irónica y paradójica virtud de dejarte solo.


Irremediable y dramáticamente solo.


Está descorazonadoramente lejos...


Así que te colocas el traje espacial, te sientas horizontalmente en la nave y despegas.


En el espacio solo oyes tu propio pensamiento y concluyes que eso no es bueno porque amplifica la soledad.


Es triste.


Los asteroides que golpean peligrosamente el fuselaje son trozos de Dios, que estalló por hacer las cosas mal.


Y viajando hacia el amor piensas en la relatividad del tiempo.


Y que el amor muere de viejo mientras viajas silenciosa e inmóvilmente en esa inmensidad fría y letal.


Estás de acuerdo con el botón de autodestrucción, tiene sentido.


Diez, nueve...


La cuenta es breve y pronto serás un trozo de hombre que intentó luchar contra lo que Dios hizo mal.


No puedes vivir más que a quien amas, es cobardía. No es una opción respirar si ella no está.


Y así arreglas lo mejor que puedes cosas estropeadas y relatividades insalvables.


...cero.








Iconoclasta

23 de julio de 2015

Silvia y Alejandro

 
Comercial  del nuevo producto de Deadalive Ludocorp:

"Somos  Silvia y Alejandro, los nuevos tamagochis  perfeccionados para vosotros, adultos. Somos capaces de gestionar tal gama de emociones, que pasaremos de la euforia más narcótica, a la depresión suicida según nos tratéis. Adóptanos, no te arrepentirás."


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-Serás mi hermana -le dice Marta de forma lenta y clara oprimiendo el discreto pulsador en uno de los plásticos omoplatos de Silvia.
Silvia intenta sonreír y lo consigue tras unos segundos de procesar estadísticas que la llevarán a hacerlo de forma audible o discreta. Su hermana la ha dejado sentada con las piernas colgando en una balda del librero del salón. Apenas supera los treinta y cinco centímetros de los pies a la cabeza.
Ha articulado la boca y los arcos superciliares para mostrar una sonrisa discreta, ya que no ha podido analizar aún  las distintas gamas de frecuencias de la voz de Marta para optar por una sonrisa más notoria.
Queda almacenada la fecha y la hora de la sonrisa en su base de datos, junto con parámetros como temperatura, datos de frecuencia cardíaca y respiratoria y el ph epidérmico.
Marta no le ha prestado atención, así que Silvia, tras cuatro segundos, retorna a una expresión neutra y su procesador queda en suspenso esperando una nueva señal sensorial por parte de su hermana adoptiva.
Tras registrar la compra de Silvia en la web de Deadalive Ludocorp, se prepara la cena.
Come mirando el noticiero de las nueve y chateando con el móvil.
Cada vez que suena el aviso de mensaje recibido, Silvia sonríe y moviendo torpemente la boca dice:
-Espero que sean buenas noticias. Que tu pareja esté enamorada de ti, que tus hijos te expresen abrazos y besos, que sea tu mejor amigo o amiga...
- ¡Calla, Silvia! -ordena Marta.
Silvia apaga el brillo de sus ojos y el tono cálido de su piel.
Ha detectado malhumor por el análisis de la frecuencia de sonido en la voz de Marta tras compararla con parámetros estándar precargados en la factoría . Otro dato que queda almacenado en su memoria.
La mujer escribe a su amiga:
- ¡He comprado una Silvia! Es una monada. Ya la he tenido que hacer callar.
- ¿Es verdad que pueden alcanzar la felicidad y la depresión tan fácilmente y de forma tan realista? -le pregunta Lidia.
-Eso pone en el libro de instrucciones.
- ¿Has visto que en Yutup ya hay un canal para Silvias y Alejandros? Son una delicia,  pero me dan pena.
-Claro que he visto los videos, por eso me he comprado una. Ya te diré.
-Te envidio, chocho.
-¿Cuándo te vas a comprar una?
-No lo sé, son muy caros, tal vez espere a que salgan modelos de otros fabricantes.
-Puedes hacer el pago fraccionado, Nuria, cómprate una Silvia, o un Alejandro, puedes adoptarlo como novio.
-Te dejo, Marta, voy a ver  la isla de los famosos. Mañana me pasaré por la tienda a ver si me animo.
-Ok, amiga.
Marta tomó en sus manos a Silvia, acarició el sedoso cabello rubio platino. Silvia esbozó una amplia sonrisa y le dijo:
-Hola Marta, hermanita.
-No soy tu hermana, pequeña mierda.
Se dirigió con Silvia a la cocina, tomó unas tijeras y le cortó el pelo tirándolo a la fregadera.
Silvia esbozó un gesto de tristeza bajando la comisura de los labios.
-Pequeña asquerosa, te he comprado para meterte en el microondas, me das asco.
Los ojos de Marta sonreían, disfrutaba, estaba ilusionada por provocar el suicidio de Silvia, cuanto antes mejor.
Se durmió a las doce de la noche, estaba agotada de trabajar.
Silvia vertió unas lágrimas tirada en el suelo, al lado de Marta, que dormía más arriba, en la cama.
Marta tiene treinta y nueve años y es directora de un colegio privado de enseñanza primaria. Es divorciada.


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Comercial  del nuevo producto de Deadalive Ludocorp:

"Hacednos felices y obtendréis una magnífica coreografía y una bellísima canción, exclusiva para cada unidad y que podrás registrar como prueba de haber logrado la máxima cota de empatía entre tu Silvia o Alejandro. Si la tristeza se apodera de nosotros, podríamos autodestruirnos, suicidarnos.
Interactuad con nosotros, enseñadnos y pasaremos unos ratos inolvidables."


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Tras comprar a Alejandro en un Hiperciberland, Cristóbal se apresuró para llegar a casa, expresar a Alejandro que sería su amigo y registrar el número de serie del equipo en la web de Deadalive Ludocorp. Lo sentó a su lado, en el sillón frente al televisor. Se desnudó y metió un DVD en el reproductor, una película pornográfica de zoofilia. Mientras se sucedían las imágenes, se emborrachaba con ron, se acariciaba el pene y cada poco tiempo tomaba a Alejandro en sus manos y le decía:
- Tu vida no vale nada, muñeco asqueroso, no debería haber energía en tu CPU inútil. No sirves ni para lo que hacen esos perros en la película.
Tras procesar toda la gama de frecuencias de la voz de su amigo, frecuencias respiratorias, cardíacas, y el ph de la piel, decidió que debía llorar.
Y por los pequeños lagrimales, brotaron gotas de agua destilada a modo de lágrimas.
Cristóbal, soltero, de cincuenta años y conductor de autobús, estaba disfrutando seguro de que iba a conseguirlo en muy poco tiempo.


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En la tercera tarde desde la adopción, Silvia, ante la continua vejación de su hermanita Marta (le había arrancado el vestido rasgándolo y desgajado una pierna del tronco) expulsó unas lágrimas de agua destilada por los conductos lacrimales y con sus manitas y bracitos giró su cabeza hasta romper el cuello y con él los conductores y semiconductores medulares que forman parte de la CPU alojada en la cabeza.
Marta filmó el suicidio con el móvil y se apresuró a colgarlo en Yutup y en la web Deadalive Ludocorp.
Tiempo empleado para llegar al suicidio desde su adopción: 50 horas.
Promedio de habilidad: lento.


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Nota de prensa:

"Apenas superan las cuarenta y ocho horas de funcionamiento y cuestan la mitad de un jornal mensual medio; sin embargo, ningún cliente o comprador ha efectuado reclamación alguna. La demanda de Silvias y Alejandros de Deadalive Ludocorp, está superando todas las expectativas de mercado.
Las redes sociales están atestadas de videos y comentarios de estos tamagochis, un fenómeno que ha marcado un hito en la industria del ocio."


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Cristóbal, ya de madrugada y completamente ebrio amenazaba casi a gritos a Alejandro, diciéndole que le arrancaría la "puta cabeza", que lo abandonaría en un vertedero lleno de ratas.
Alejandro no puede imaginar nada, pero es sensible a las frecuencias hostiles y a los ph epidérmicos que muestran estrés en alto grado. Todo ello lo traduce en iniquidad profunda.
Alejandro expulsa sus lágrimas de agua destilada y con una mirada triste y la boca formando una "u" invertida, mete la cabeza en el vaso de ron hasta inundar los circuitos integrados y cortocircuitarlos.
Cristóbal graba con el móvil el suicidio.
Tiempo empleado para llegar al suicidio desde su adopción: 8 horas.
Promedio de habilidad: rápido.
Tres horas más que el récord registrado por un tal Eladio en la web de Deadalive Ludocorp.
Es el tercer suicidio que registra Cristóbal en tres meses.


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Nota de prensa:

"De los tres millones de Silvias y Alejandros vendidos y registrados en la web de Deadalive Ludocorp, solo un 0,5 % de los equipos han llegado a desvelar su canción secreta y su coreografia especial.
El fabricante está diseñando una nueva generación de Silvias y Alejandros que dispondrán de un software que incluirá respuestas hostiles al  cliente. Para llegar al Breakdown CPU (suicidio del equipo técnicamente hablando), se deberá emplear más tiempo. A cambio de esta pequeña "dificultad añadida", Silvia.2 y Alejandro.2, dispondrán de sensores bajo la piel sintética para simular dolor."


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Nota de prensa:

"Ante la acumulación de deshechos electrónicos y la imposibilidad de los ayuntamientos por procesar tal cantidad de material, Deadalive Ludocorp ha firmado un acuerdo con los países afectados para llevar a cabo el reciclaje de sus productos a cambio de una rebaja en el IVA de un 3%."


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Nota de prensa:

"Los usuarios de la redes sociales Feisbuc, Tuites, Instagrac, Tueti, etc... Exigen con mensajes virales al fabricante Deadalive Ludocorp, que moldee los respectivos genitales en Silvias y Alejandros. Consideran que unos seres tan avanzados emocionalmente, deben tener sus órganos sexuales definidos: "Aunque sean equipos electrónicos, también merecen dignidad."


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Nota de prensa:

"Deadalive Ludocorp sacará al mercado el primer día del próximo mes, los nuevos Silvia.3 y Alejandro.3, con órganos genitales modelados y cigarrillos especiales para efectuar lesiones en ellos, sin elevar el coste de los equipos."


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Nota de prensa:

"Los usuarios de las redes sociales han elogiado al fabricante.  En los "muros" de los usuarios, se multiplican las fotos de portadas de perfil de usuarios con los mini genitales lesionados de Silvia.3 y Alejandro.3, las nuevas versiones de los célebres tamagochis que hoy se han puesto a la venta."








Iconoclasta

21 de julio de 2015

Nuestra pequeña Sonia

 
Me espera acostada de lado, inmóvil, durante el tiempo en el que me lavo la polla.

Pienso en su coño y cómo su boca se entreabre suspirando de un placer que crece vertiginosamente, no me seco el pene, tengo prisa por joderla.


Llevo los dedos a la vagina y acaricio la unión de los labios hasta que sus muslos se separan pidiendo que sea más profundo.


Me duele mi erección, necesito dios y ayuda para no metérsela con violencia, para bombear en ella y quitarle la respiración y el ritmo cardíaco. Para metérsela hasta el alma y embarazarla y mostrarla en sociedad con una enorme barriga que es producto de una follada tremenda.


Me limito a desflorar el clítoris y hacer presión en él, una presión creciente que la obliga a llevar los brazos por encima de su cabeza arquear la espalda y ofrecerse más a mí. Meto los dedos profundamente en el coño y se le escapa un gemido que ahogo mordiendo sus gruesos labios sensuales hasta el suicidio. Ella responde clavando sus uñas en mi espalda, y le pido que haga lo mismo en mi polla.


- ¡Hazme daño! -le ordeno sin ninguna amabilidad.


Atenaza mi pene con fuerza.


- ¡Más! -se excita cuando le doy un  suave golpe en la vagina y retuerce mi bálano mirándome con los ojos brillantes de lujuria, de malicia.


- ¡Más! -le ordeno tomando su vagina con la mano plena y presionándola con hostilidad.


Sus pezones responden contrayéndose con fuerza.


Cierra tan fuerte el puño que siento como sus uñas rasgan la fina piel que cubre las venas del bálano,  duele. Sale sangre y gruño de dolor. Y ella aprieta más mordiéndose el labio inferior con ansia y lascivia.


Y mi glande parece que va desprenderse y salir disparado al espacio.


La obligo a que se incorpore y me cabalgue, ahora que sale sangre.


Y nos corremos, yo aferrado a sus pechos, medio incorporado, mamando  de sus pezones gordos que aún me ofrecen la leche de la pequeña Sonia que murió hace dos meses.


Me levanto para ir al lavabo a limpiarme y me caen unas gotas de semen en los pies.


Ella mira a la ventana, sus ojos lloran y sus pezones supuran leche.


-Mírale el pañal a Sonia, por favor.


Ella nunca mira a la cuna vacía...


-Está seca -le respondo al cabo de unos segundos.


Y me acuerdo de que ni una sonrisa vi en el rostro de mi hija antes de que sus pulmones quísticos dejaran de funcionar en la cuna.


Me limpio el pene y aplico yodo a las heridas, aunque no sé porqué. No tiene sentido.


Vuelvo  a la cama, mamo de su leche y ella me acaricia la cabeza.


-Mi pequeña Sonia, tenías hambre ¿verdad, mi amor?


Y trago la leche de que debería beber mi hija y la locura y la podredumbre de nuestros cerebros.


Sin dejar de mamar, corto la carótida de su cuello con la navaja de afeitar de mi padre, yo no sé usarla para afeitarme. Ella apenas se inmuta cuando el filo corta tanto y tan profundamente. Trago durante unos minutos parte de la sangre que resbala por sus potentes pechos llenos de leche. Tal vez sonría, no lo sé. No quiero ver más el rostro de la locura.


No siento vida en ella, dejo de mamar del pezón.


Y me corto el cuello con un tajo rápido y decidido.


Sangrando me acerco a la cuna vacía, quiero asegurarme que la pequeña Sonia sigue seca.






Iconoclasta