Crónica histórica de los Asentamientos Libres, de cómo la
población mundial se redujo de nueve mil millones de individuos a los actuales ¿diez
millones? repartidos en todo el planeta.
Año 2126 p.G. (pos Gel) un siglo después de la aparición y
comercialización del Gel del Éxtasis Sexual.
Es necesario rememorar la historia del siglo XXI para
entender cómo la humanidad mutó drásticamente hasta peligrar como especie en el
planeta y luego, vivir como le corresponde, conforme a su naturaleza.
Se dice que no debe edificarse sobre cimientos viejos. La
muerte de nueve mil millones de personas que fueron el resultado final de una
forma de vida que duró prácticamente diez mil años, fue la destrucción y la
eliminación de esa cimentación podrida que no soportaba ya su propio peso.
Los Asentamientos Libres no hacen cimientos, viven sobre la
tierra y no la poseen.
Capítulo 1
2023 p.Crv. (posterior Coronavirus, a su alarma). Los
gobiernos del planeta ya habían demostrado su total control de las grandes
manadas humanas. El éxito fue rotundo, la media de aceptación y obediencia de
la población al estado y sus decretos de privación de libertad iba del 70 al 90
% (a menor índice intelectual o cultural de país, mayor era su obediencia). Por
lo que continuaban su mandato con el mismo enfoque, aunque más severo y
agresivo en su difusión o evangelización, predicando obsesivamente y sin
descanso sus dogmas de salvación y pureza física y espiritual en todo ámbito de
la sociedad; tanto en un supuesto y apocalíptico cambio climático eminentemente
religioso, en lo sexual, laboral, sanitario, ocio, educación, lingüístico, alimentario
e incluso en los hábitos y actos más íntimos de las familias. En definitiva, lo
que la población debía pensar y creer; pero sobre todo temer gracias a la
invasión e injerencia continua de internet y la televisión en todo momento del
quehacer de la clase baja o trabajadora. Exactamente las mismas estrategias
(aumentadas y corregidas) de contención, pastoreo y estabulación de la masa
humana baja (trabajadora), que se habían empleado para los grandes
encarcelamientos en las granjas humanas o poblaciones durante el estado de
alarma del año del 2020, que en algunos países como China o España, duró tres
años.
El legado que Hitler y Stalin dejaron en el siglo XX a los
políticos contemporáneos y futuros, fue la concepción de un gobierno con visos ideológico-religiosos
o místicos. La única forma probada y eficaz de unir a millones de humanos de
casta baja hacia cualquier fin que un líder político se propusiera.
Con tal metodología adaptada a la actual sociedad
tecnológica gracias al estudio y análisis de las estrategias ideológicas y los valiosos
datos estadísticos y sociopolíticos del nazismo y el comunismo estalinista. Con
la infección de coronavirus a nivel planetario propagada por los líderes de las
naciones; lo que jamás consiguió una religión, lo consiguió la política: unir a
la humanidad en un fin común sin cuestionar ningún decreto o mandamiento del
estado.
Mediante el pánico inducido a la población con el coronavirus
llegó la obediencia ciega y fe absoluta en los líderes político-ideológicos de
orientación evangelista homosexual. La sanidad de todo país occidental, comandada
por la OMS (ya oficialmente una confederación de carácter fascista de las
instituciones sanitarias de todo país) fue la herramienta más poderosa para
vacunar, literalmente, a la población del virus de la libertad. De una forma
encubierta por el paternalismo del nuevo nazismo sanitario, se indujo la idea
en las castas bajas que la libertad era un grave riesgo de enfermedad y su
muerte. De hecho, y con los aplausos de
una población infantilizada y cobarde, un porcentaje muy importante de
jubilados y pensionistas murieron durante y por la maniobra de alarma por
coronavirus. Un hecho que aún hoy día, mantiene el debate vivo entre los tertulianos
de los Asentamientos Libres de que realmente se tratara de un genocidio pactado
a nivel mundial para aliviar la presión de los sistemas de pensiones que
empezaban a desbordarse en las naciones consumistas occidentales.
Ante las férreas prohibiciones ideológicas de los nuevos
gobiernos de las extintas democracias (mayormente occidental-europeas) en
cuestión de hábitos de alimentación, ocio, sexo y drogadicción. Y la constante sensibilización
(eufemismo por adoctrinamiento o condicionamiento psicológico mediante un
bombardeo constante de decretos de prohibición) mediante la usura o extorsión
económica en los productos alimentarios: carnes, mariscos, embutidos, quesos,
pescado y alimentos ricos en glucosa. Se optó por instaurar un oscurantismo sociocultural
y científico para aplacar la creciente violencia en las sociedades
occidentales, que surgía de forma instintiva ante la falta de una libertad recientemente
arrebatada, la carencia de proteína que acusaba el sistema muscular de la
población, la insuficiencia de glucosa para el correcto funcionamiento del
cerebro y la constante intromisión de los gobiernos en los ámbitos más
cotidianos e íntimos de la ciudadanía.
Se prohibieron hábitos de consumo como el tabaco, que al
tratarse de un hábito reflexivo no narcótico, se convirtió en algo indeseable
para los fines de las dictaduras homosexuales sanitarias; de la misma forma que
se desaconsejaba el consumo de café. Se alentaba el consumo de alcohol, con
especial incidencia entre los estudiantes y la permisividad del consumo de
drogas narcóticas combinándolas con actos sexuales: marihuana, hachís, ácidos,
cocaína…; hasta tal punto, que los gobiernos publicaban manuales de
instrucciones y consejos para su correcto consumo y satisfacción.
Todos los días había algo que celebrar: una enfermedad, una
festividad, una profesión, una efemérides nacional… La constante distracción de
las castas bajas o trabajadoras era una estrategia básica e imprescindible. Los
juegos de pelota en equipo y las diversas festividades como carnaval,
procesiones religiosas, fiestas populares de ciudades o celebraciones político-religiosas,
llenaban los calendarios de todos los países desarrollados.
El oscurantismo llegó con el control (hubo una compra, una
prostitución del periodismo al estado pactado anteriormente con el coronavirus)
de los medios de comunicación e información. Gracias, ante todo, a los ensayos
y pruebas de censura y bloqueo informático que China había empleado en el
ámbito de la comunicación y el periodismo una veintena de años atrás.
Otra gran maniobra de los nazismos o fascismos sanitarios
homosexuales, fue la revisión, cambio, tergiversación o eliminación de los
anales o crónicas de la historia para adaptarlos a la nueva ignorancia
instaurada; con una redacción literaria hagiográfica de las falsas democracias
volcadas al fascismo homosexual sanitario que, prácticamente tenía carácter de
parábola religiosa.
Se inició como golpe maestro una agresiva e invasiva campaña
mundial para eliminar el hábito de lectura e imponer el audio libro, cuyo fin
perseguía algo tan obvio que muchos de nosotros, un siglo más tarde, no concebíamos
cómo ningún intelectual o medio de aquella época dio la alarma de semejante
medida represora oscurantista. En la conclusión no podemos estar más de acuerdo:
la decadencia social había tocado fondo y la población mundial consumista se
había instalado cómodamente en aquel fango fascista de oscurantismo.
Porque el objeto del audio libro, era tan obvio como simple:
Escucha y calla. No leas, porque quien lo hace suele recordar cosas
desagradables. El Estado será la memoria y las palabras que se lleva el viento.
La comunicación escrita y la lectura, el fabuloso ejercicio
intelectual que generaba, se había restringido para mantener una baja actividad
mental en la población. Se impartía su enseñanza, exclusivamente para las
castas del gobierno y las adineradas.
Los líderes de los gobiernos eran abiertamente homosexuales
o bien de clara orientación ideológica homosexual. Hay estudios sociológicos de
aquella época, asegurando que la homosexualidad da una mayor facilidad de
pastoreo y explotación de las castas bajas humanas: menor agresividad, más
sociabilidad (más gregarios), fáciles de adoctrinar a cambio de supuestos
privilegios, paternalismos electorales hacia los transexuales
infantiles-adolescentes, etc…
Los gobiernos estaban induciendo a la población la idea de
que el homosexualismo era la mejor forma de medrar en sociedad. La educación
del estado se volcó en asegurar en los centros de enseñanza, la práctica del
homosexualismo como integración plena en sociedad.
Aun así, las clases bajas trabajadoras, se resistían a convertirse
a un homosexualismo total.
Capítulo 2
Con el fin de imponer una mayor estabilidad social, la
obediencia y respeto de las masas hacia los gobiernos con tácticas de
distracción psicológica; en la primavera del 2026 se comercializó por un gran
consorcio de farmacéuticas íntimamente afines a los gobiernos de la época, un gel
aromático para las zonas genitales femeninas y masculinas que elevaba el rango
de sensibilidad al roce sexual un doscientos por cien. Sus componentes de base
animal (distintas especies no especificadas o bien directamente falseadas con
especies inocuas; que actualmente se ha probado que eran aceite de hígado de
pangolín, armadillo y grasa epidérmica de alguna especie de rana y salamandra) aromatizados
con distintas especies vegetales exóticas y una hormona sintética que
potenciaba la velocidad de transmisión del sistema nervioso, interactuaban con
las glándulas que secretaban los humores sexuales.
El sexo de forma natural está a nivel instintivo,
íntimamente ligado a la reproducción. En sí es un acto agresivo, de posesión y
selección natural de los individuos más fuertes (hembras y machos). La idea del
nazismo homosexual sanitario era básica: crear una sexualidad meramente hedonista
eliminando lo instintivo. Amputando la necesidad biológica de reproducción y
selección natural, las reses humanas de las grandes granjas de explotación o
ciudades engendrarían generaciones física y psicológicamente débiles y
maleables eliminando ese instinto de territorialidad y posesión que era parte del
acto sexual; pero sobre todo, de la naturaleza animal de la especie humana.
El éxito fue planetario, millones de seres humanos se
volcaron en la compra del potenciador del placer. Se consideraba que, incluso
en las zonas más remotas del planeta, seis de cada diez individuos lo usaba
habitualmente, ya fuera en compañía o para la masturbación solitaria, en apenas
un año desde su comercialización.
Miles de millones de seres humanos se hicieron patológicamente
adictos al sexo, incluso se bajó el límite legal de edad para su práctica, en
las pseudodemocracias occidentales: a los diez años para niñas y doce los niños, estadísticamente en el inicio
de la adolescencia biológica de cada sexo.
El Gel del Éxtasis Sexual se convirtió en un artículo imprescindible
en el baño, la mesita de noche y el neceser.
Por aquel entonces no lo sabían, pero el gel recombinaría o
mutaría el ADN humano. Las primeras crías humanas que nacieron de la cópula con
el Gel del Éxtasis Sexual, padecían una mutación severa en los fluidos
naturales que secretaban durante la excitación y su acto: producían un ácido cáustico
de gran potencia que además corrompía rápidamente la sangre durante el acto
sexual. Los tejidos genitales eran inmunes al propio ácido, el resto del tejido
se disolvía con el ácido que, entraba a través de las quemaduras en el riego
sanguíneo. Sin embargo, los genitales sí se deshacían con el contacto del
fluido sexual ajeno. Provocaba la muerte en poco más de diez minutos.
A partir de aquel 2026, los hijos engendrados con los
genitales untados con el Gel del Éxtasis Sexual, serían mutaciones.
Los adictos al gel, a finales del 2026 representaban el 70 %
de la población mundial y en el 2027, se consolidó hasta el 96 %. Eran
portadores permanentes de la mutación desde el mismo momento que untaron sus genitales
con el gel.
Se calcula que la mutación alcanzó al 98 % de los nacidos en
el 2031.
Capítulo 3
Los primeros adolescentes engendrados con el gel morían
durante el acto sexual, o simplemente con la masturbación.
Con las primeras generaciones de “hijos del Éxtasis” (así se
conocía a los mutados, engendrados por el coito con el Gel del Éxtasis Sexual),
se hizo evidente la mutación aunque no la causa.
El primer caso oficial se dio en el año 2038 en Sidney,
Australia. Con el cadáver de una niña de doce años, hallado en el lavabo de su
hogar; la mano derecha se había convertido en una gelatina ambarina y la vagina
estaba cubierta por ella. Se habían licuado los tejidos y luego coagulado.
Cuando el forense abrió el cuerpo, la sangre tenía el color de la orina y un
intenso vapor ácido invadió la sala de autopsias. Hubo de evacuarse la morgue y
renovar el aire.
La masturbación era de alto riesgo. Se debían usar gruesos
guantes de caucho que reducían mucho la sensibilidad. El coito, así como la
sodomía, debían llevarse a cabo con una rigurosa profilaxis para evitar que
cualquier parte de la piel entrara en contacto con el fluido de lubricación
femenino y el esmegma (fluido que se da mayoritariamente en los machos).
Los condones debieron reforzarse y era necesario cubrir las
partes de piel expuestas al ácido con pañales que cubrieran hasta la mitad del
muslo; además disponían de una membrana de goma por donde emergía el pene, o
bien por el que se penetraba la vagina. Era la forma más segura de reducir el
contacto con los ácidos sexuales. Aun así, durante el proceso de retirar el
pañal, el condón o los guantes, el mínimo contacto con el ácido del que estaban
sucios, era mortal. Los más temerosos, usaban también una máscara o pantalla de
protección para el rostro y evitar posibles salpicaduras.
El sexo sucio o mojado de sus fluidos sexuales podía
contaminar la orina y convertirla en un ácido y veneno con la misma potencia.
El lavado genital era ineludible.
Y el sexo oral había llegado a su fin.
A finales de ese mismo 2038, las autoridades aseguraban que las
muertes se debían a alguna droga consumida o terrorismo químico de alguna
facción radical religiosa.
En ese año murieron sesenta millones de niños en el planeta
y ciento setenta millones de adultos. Era imposible contabilizar los centenares
de miles de muertes no comunicadas. En la China rural y en el tercer mundo, los
campos de cultivo de las zonas rurales jamás habían sido tan fértiles.
Se probó que cuando la temperatura del cadáver bajaba a los
treinta y cuatro grados, los ácidos se neutralizaban y ya se podían manipular
los cadáveres sin peligro.
Aunque semen y ovarios no habían sufrido modificaciones, la
reproducción era lenta por su exigencia profiláctica y el temor de la pareja.
La libido parecía haber desaparecido de la población durante los tres primeros
meses de aquellos meses. Sin embargo, el Gel del Éxtasis Sexual, se había
convertido en una droga que causaba un importante síndrome de abstinencia.
Que se asociara esta mutación con el consumo del Gel del Éxtasis
Sexual, fue un proceso de cinco años en el que los corruptos gobiernos ocultaron
datos. Buscaron causas que responsabilizaban a algunos alimentos básicos
transgénicos, drogas, detergentes, virus... En el 2043 la presión social era
tan fuerte que fue imposible mantener las falsas teorías. Los grandes líderes
políticos que colaboraron con la comercialización del Gel del Éxtasis Sexual
dimitían o bien eran juzgados y condenados. Se prohibió la fabricación y uso
del gel y se condenaron a largas penas de prisión a los directivos de las
farmacéuticas.
Los nuevos líderes políticos se encumbraron de nuevo en mesías
salvadores de la humanidad.
La decadente sociedad era insensible a la corrupción de los
estados, su afán era follar sin riesgo. El gel era ya una adicción universal y
pasó a convertirse en una sustancia ilegal de elevado consumo. La nueva
generación de líderes que sin el potenciador sexual perderían el respeto y la
obediencia de la masa humana, creó redes de tráfico ilegal internacional pactadas.
Sin sexo, las sociedades y sus gobiernos amenazaban con
resquebrajarse.
Otra consecuencia fue que con el contrabando del gel, los
líderes políticos y sus gobiernos acapararon riquezas como nunca antes se había
visto en la historia. Ante una masa humana que tras la esclavitud laboral, solo
pensaba en revivir aquellos orgasmos potenciados más allá de lo que nunca
gozaron antes del gel.
Jueces y comisarios ostentaban el estilo de vida de los
narcotraficantes de finales del siglo XX.
El gel fabricado en laboratorios ilegales provocaba la
muerte antes de llegar al clímax. Y aun así, se movían miles de toneladas cada
mes por todo el planeta.
El ser humano evolucionó definitivamente a un nuevo estadio
que lo abocó a la extinción.
La reversión de la mutación era una cuestión lejana, ni
siquiera había una idea aproximada de qué forma tratarla: genética,
farmacológica o quirúrgicamente.
La natalidad prácticamente se detuvo y los contados partos
eran cesáreas para evitar al bebé posibles quemaduras y envenenamiento al salir
por la vagina.
Tras la confirmación del embarazo y a las preguntas para el
historial médico de la embarazada sobre sus hábitos sexuales, si muy raramente una
pareja alegaba no haber usado el gel, tras el nacimiento se realizaba un análisis
genético. Si el bebé, en efecto, era un humano puro, no mutado y no pertenecía
a una casta social alta; el estado lo requisaba para su estudio genético y
preservación para los ensayos de tratamiento en los mutados privilegiados. A
los padres se les decía que el bebé había muerto.
Capítulo 4
Precisamente, el robo de los hijos por el estado y sus
mafias de traficantes, fue la causa primera de que el minúsculo porcentaje de
humanos no mutados, se constituyera en organizaciones secretas.
Al igual que ocurrió con las vacunas del coronavirus, hubo
una minoría que no usó el gel. Y tal como evolucionaba la sociedad, antes de
que fuera demasiado tarde, se crearon grupos secretos de supervivencia y acción
de humanos puros. Paulatinamente escaparon de las ciudades hacia zonas rurales
o agrestes de difícil acceso, levantando asentamientos, en pueblos abandonados
o en los bosques. Nadie debía conocer su existencia. Era gente con cierto nivel
cultural y con conocimientos para sobrevivir en ese nuevo medio, aunque no
tuvieran una formación práctica. Había entre ellos profesionales de medicina,
química, agricultura, técnicos y humanistas, así como libre pensadores que
carecían de importancia alguna en la sociedad. Solían ir pertrechados con la
lógica de la previsión: herramientas, armas, alimentos en conserva para los
primeros días, libros de todo tipo que pudieran acarrear, manuales de
supervivencia… Como los últimos seres humanos puros del planeta, debían
intentarlo.
Si algún extraño llegaba hasta un asentamiento, se le
invitaba con hospitalidad a compartir la comida e incluso un lugar para dormir.
Y así conocían de dónde venía, quién era, si había más amigos del intruso cerca
y si alguien estaba en conocimiento de su ruta.
Tras la estancia, no saldría vivo de aquel lugar. El secreto
era básico para la supervivencia de la especie. Todo aquel compañero o familiar
del intruso se cazaba.
Lo cuerpos se enterraban en profundas fosas de entre doce y
quince metros.
Los asentamientos o aldeas no debían superar los sesenta
individuos, ya fueran agrupados por familias o bien solteros. Era estrategia de
defensa (la extensión del asentamiento era básica para su secretismo) e
higiene.
Las nuevas parejas o familias que se creaban y superaban el
límite poblacional, debían buscar nuevos lugares para vivir a no menos de
quince kilómetros de otro asentamiento.
Algunos de los humanos puros que trabajaban para el estado, decidieron
retrasar su huida de las ciudades para ejercer como espías, lo que ayudaba a
mantener los asentamientos libres ocultos y equipados con las primeras necesidades
que surgían ante un cambio de vida tan radical y la falta de experiencia de estos
primeros colonos. También informaban mediante mensajes cifrados depositados en
lugares pactados, de los movimientos de los mutados; como trabajos de
deforestación, carreteras, dragados de ríos, mantenimiento de presas…
Desviaban pequeños y discretos lotes de armas para la
defensa de los asentamientos.
La violencia de los mutados se haría extrema, sabrían de su
fin y nada les importaba más que su propia presente. Los humanos puros debían
responder a cualquier intromisión de los mutados, y de forma definitiva. Un mutado
que entrara en contacto con un asentamiento, no podía volver a la civilización.
No había más tarea común que la vigilancia de la aldea
durante los primeros años, hasta que se extinguieran los mutados.
Cada cual obtenía sus recursos con su esfuerzo individual, ya
fuera un individuo o una familia. Ello evitaría que surgieran líderes y su
corrupción. Era el momento de aplicar lo aprendido de la historia.
No podían caer en los mismos errores de la sociedad de la que
habían escapado.
Capítulo 5
En el año 2050 se inaugura el primer centro de reproducción
y sexo tecnificado solo apto por su coste para las clases privilegiadas.
Lo más acuciante para los gobiernos no era el cese de
nacimientos. Era la falta de sexo lo que estaba llevando a muchos países a la
guerra civil. La civilización se estaba colapsando.
Así que el sexo y su reproducción se tecnificaron buscando
el contento de las masas, al menos de las pudientes primero. Se aseguró a la
población que en poco menos de dos años, habría un centro de sexo tecnificado
en cada distrito de cada ciudad, y subvencionados.
Las grandes masas humanas infantilizadas, degeneradas;
tenían una fe inquebrantable en sus amos políticos: la humanidad continuaría
adelante, porque en los peores momentos sale lo mejor de ella.
Pero no tenían nada de sí, solo veneno.
La población humana no aceptaba su fin, no creía en él. Su
ingenuidad solo era comparable a su mente castrada y atrofiada por el estado.
La reproducción tecnológica se llevaba a cabo mediante
cápsulas rellenadas con semen recién ordeñado que, se introducían en el útero por
la vagina, por medio de un tubo cubierto por un falo de látex que se encontraba
en el lomo de un potro sexual.
La mujer montaba en él y el falo la penetraba profundamente,
sin ningún cuidado. Hasta elevar las nalgas del asiento. Era necesario cierto
nivel de dolor y brutalidad en el acto para asemejarlo a la posesión pasional.
Cuando el cuello del útero (monitoreado) se encontraba en su
mayor dilatación por la excitación continuada o bien por el orgasmo, del glande
de látex surgía un pequeño tuvo que se introducía en el útero y lanzaba con
cierta velocidad una de las cápsulas. Había una espera de un minuto para que la
cápsula se deshiciera y así el semen se derramara en el útero, donde no se
generaba ácido.
Y de nuevo se repetía el ciclo.
A la cuarta píldora solía correrse la hembra reproductora.
Surgía entonces, un molde vaginal levemente calefactado que
se adaptaba a la vagina por elasticidad; presionándola y obturándola para que
el semen que se alojaba en el útero, no saliera. Además, el seno vaginal
efectuaba masajes mediante oscilaciones para relajar el aparato reproductor.
La mujer durante ese proceso de cinco minutos solía correrse
un par de veces más. Lo aseguraba el folleto informativo del centro.
Personal sanitario especializado y protegido masajeaba el
monte de Venus de la hembra reproductora porque era bueno psicológicamente, que
algo humano las acariciase, las hacía más fértiles.
Dos asistentes sexuales, masajeaban los pezones endurecidos,
que ya apenas conocían el tacto humano. En sí era una liturgia fetichista que garantizaba
una experiencia sensorial a todos los niveles.
La sala del potro reproductor era circular y en su pared
había una decena de espejos-ventana que pertenecían a otras tantas cabinas,
donde los machos observaban a la hembra en el potro con una ordeñadora masturbatoria
eléctrica en el pene (un sensor de ph, monitoreaba la acidez del semen cuando
se eyaculaba para evitar que entrara en la hembra una cápsula venenosa). Un
saco de gel aceitoso cobijaba a temperatura corporal, con leves vibraciones, el
escroto para estimular la producción de semen en los testículos.
En una de esas cabinas se encontraba la pareja de la mujer
en el potro. Y el semen que la dejara embarazada podía ser de cualquiera de aquellos
diez machos.
Era terapia psicológica para combatir la frustración del
instinto humano que no les permitía el acto carnal y provocaba en machos y
hembras la ilusión de una lucha por reproducirse en una sociedad tan destruida
y decadente que los llevaba inexorablemente a una crónica depresión.
Machos y hembras asumían así que disfrutaban de esa variedad
y aleatoria actividad sexual que años atrás se consideraba una forma de
integración social, de ciudadanía plena.
La lotería de la fecundación y su adulterio tecnificado, con
los adecuados narcóticos, apaciguaba esa sexualidad degenerada en sus cerebros
de ciudadanos integrados.
Los hijos, naturalmente eran mutados. La reproducción era
puramente cosmética, una ilusión de supervivencia de la especie.
Ni siquiera podían masturbarse en pareja, la profilaxis
necesaria para ello era abrumadora. El estado que los cuidaba, les daba la
gracia del placer y se sentían agradecidos a sus jerarcas.
Las salas reproductoras, eran también un medio de realizar
el acto sexual sin riesgo a morir. Solo era una cuestión de elegir si se pagaba
por una u otra cosa.
El porcentaje de muertes por año era del treinta por ciento
de la población mundial; de nacimientos, el dos. La sociedad se estaba plegando
sobre sí misma, aplastándose.
Desde el momento en el que la humanidad asume que su fin
está cercano; las sociedades se desmoronarán: primero la economía, los bienes
inmuebles perderán todo valor y por lo tanto, el respeto a la propiedad.
Ya no sería necesario trabajar para un futuro mejor. El primer
líder político que dio un discurso meses después de saberse que oficialmente la
humanidad estaba al borde de la extinción, en un desliz retórico dijo que se
debía seguir mejorando ciertas condiciones sociales para asegurar un futuro
mejor. Se convirtió en un auténtico payaso de moda durante meses. Los videos de
las risas de la población que lo escuchó, se harían virales.
Las organizaciones secretas de humanos puros eran una causa
de la gran mortalidad.
En veinticuatro años (desde la comercialización del gel)
habían muerto dos terceras partes de la población mundial. Y la mortandad se
aceleraba, los alimentos escaseaban, las fábricas se paralizaban.
Los países con la población más envejecida y menos recursos
económicos, como Grecia, Portugal, Hungría, Rumanía, Chipre, Sarajevo, España o
Marruecos, dejan de existir como naciones tras extinguirse su población,
oficialmente entre los años 2070 y 2075. Dichas ciudades se convertirán durante
el tiempo en los que los camiones de los ejércitos continuarían operativos, en necrópolis
para enterrar o incinerar los cadáveres que constituían un serio problema por
su acumulación millonaria. Un último intento para evitar que la descomposición
llegara al mar.
Capítulo 6
Hombres y mujeres se convirtieron en especies rivales. No
había sexo, no había atracción, la reproducción solo podía llevarse a cabo con
costosos métodos.
Se odiaban, pretendían un poder que no existía ya para nadie.
Había prácticamente una guerra civil entre hembras y machos en todo país.
En el año 2055 murieron seiscientos millones de seres
humanos en altercados violentos. Los que morían de enfermedad, hambre o bien en
el tercer mundo no había forma de contabilizarlos. No obstante, fuentes de la
época, sostenían que entre muertos por hambre, por enfermedades habituales como
el cáncer sin tratamiento, toxicidad en los alimentos y el uso del gel
prohibido, se deberían sumar mil doscientos millones.
No fue solo por la violencia de la guerra entre hombres y
mujeres y guerrillas urbanas contra las fuerzas armadas. Las sociedades secretas
de humanos puros, habían infiltrado voluntarios en los puestos de poder y
consiguieron el acceso a los depósitos de suministro de agua potable de una
veintena de grandes ciudades.
En una operación sincronizada, con la facilidad de acción que
ofrecían las ciudades en guerra o arruinadas y los líderes políticos bloqueados,
superados por el colapso social, inmóviles ante el fin de la humanidad; las
sociedades secretas envenenaron las redes de agua potable.
Construyeron bajo las conducciones de agua, almacenes donde acumularon
toneladas de arsénico. Practicaron injertos en las conducciones de agua para conectar
una vía de entrada que dosificara el veneno. Con bombas peristálticas
programadas inyectaron durante semanas el arsénico en las redes hidráulicas.
Al horror de las guerras y el vandalismo social, se sumó un
envenenamiento doloroso que afectaba a todas las edades de humanos mutados. No
descubrieron nunca los gobiernos de donde salió aquel veneno que mató a tantos
millones de humanos a lo largo de tres semanas.
Una ventaja colateral, es que las ratas en las ciudades se
extinguieron; pero la putrefacción de sus cadáveres invadía las ciudades y
causaba infecciones.
Saboteaban constantemente centrales transformadoras
eléctricas creando caos. La destrucción era achacada a los grupos violentos de
mutados.
Era habitual que dos individuos que se cruzaran por la
acera, pelearan por solo mirarse.
Niñas y niños que no habían llegado a la adolescencia se
usaban como actores para realizar videos pornográficos (por no haber llegado a
la adolescencia no segregaban veneno) para una globalidad que necesitaba unos
instantes de consuelo, evocando como era el acto sexual antes del Gel del
Éxtasis Sexual. Las televisiones públicas transmitían diariamente y en distintos
horarios aquellos videos que podían durar media hora. Durante la emisión,
cesaban los altercados. La gente observaba fascinada a las niñas y niños de
entre tres y ocho años, practicar torpemente sexo mientras lloraban asustados
ante las cámaras, con los cuerpos marcados por golpes y torturas de los
directores de las películas. A los niños se les introducía por el meato
varillas de plástico que dieran la ilusión de erección. Morían de septicemia.
Las sociedades secretas de humanos puros, si querían sobrevivir
y permanecer como especie en el planeta, debían acelerar como fuera el proceso
de extinción de los mutados, ya una especie salvaje, destructiva por odio puro;
con esa desinhibición lógica y previsible de quien sabe que va a desaparecer y
que nada quedará de ellos, nadie que los recuerde.
Continuaron sin cesar sus sabotajes y acciones terroristas
contra la población mutada, con una discreción absoluta. Se demolían puentes
estratégicos, se destruían líneas de comunicaciones, se volaban silos de
cereales… Eran breves y fulgurantes ataques que se repetían por todo el
planeta.
La globalidad no pensaba que hubiera humanos no mutados y si
los hubiera, eran tan pocos que ya habrían muerto de hambre, en las guerras, en
los envenenamientos, cosa que ayudó a protegerlos.
En el año 2060, un recuento de la población arrojaba una
cifra aproximada de 3000 millones de seres humanos, todos ellos mutados. Los ¿seis
millones? de humanos puros repartidos por distintos lugares del planeta, no
existían para nadie.
Y surgen los primeros grupos o tribus caníbales en las ciudades.
Todas las previsiones se vieron rebasadas en el avance de la
extinción de la humanidad.
Las naciones del tercer mundo, resistían mejor el cataclismo
social. Su población estaba habituada a la penuria, cazaban y proseguían con su
labor agrícola manual en las aldeas. No obstante, también afectados por la
mutación, la población envejecía a buena marcha.
En el año 2103, ya no hay instituciones u organismos
demográficos que puedan dar una estadística de la población mundial. Algunos
expertos, en su opinión y siguiendo la historia de la debacle, hablan de entre
400 y 600 millones de habitantes y la inmensa mayoría, supera los 70 años de
edad.
Los animales salvajes amplían su territorio incluyendo las
ciudades: osos, lobos, jabalíes, pumas, coyotes, águilas, buitres… En las
capitales nórdicas, los osos polares condicionan la escasa y avejentada vida de
las ciudades que ya tan solo ofrecían cobijo sin calor.
La alimentación de los predadores era fácil y abundante, se
basaba en presas humanas viejas, por su lógica disminución física.
Son los últimos coletazos de la especie humana.
Los hijos del éxtasis engendrados en los potros sexuales, no
superan los dos millones. Y ya no existe medio reproductor alguno. Sus edades se
encuentran en el rango de los cincuenta y tres años de media, solo son
suposiciones.
La extinción se acelera. Y en el 2110, se supone una
población de 100 millones.
La población de los humanos puros, su número, es una
incógnita y siguen siendo un mito entre los mutados.
Algunos mutados, huyendo para escapar de la muerte inmediata
de las ciudades demolidas y buscando alimento y refugio, se encontraron con
algunos Asentamientos Libres.
Se les aceptó con hospitalidad. A la mañana siguiente estaban
muertos, habían envenenado la comida que les ofrecieron.
Si no había veneno en el asentamiento, la muerte sería
bastante más violenta; pero nunca como la crueldad que practicaron los mutados
en sus ciudades, entre ellos mismos.
De alguna forma u otra, como pagas, cobras.
Debía desaparecer toda mutación. Los Asentamientos Libres no
podían permitir seres mutados entre ellos. La dependencia de un gobierno de
estos individuos y su estúpida esperanza de recuperar algún día el estatus de
vida que conocieron, podría destruir la libertad y futuro de los humanos puros.
Por otra parte, solían ser demasiado viejos ya, individuos deprimidos,
incapaces de valerse por sí mismos que creían que debían ser alimentados por
simple bondad y respeto a su edad.
Todo mutado que entraba en contacto con un Asentamiento
Libre era sacrificado, no verían un nuevo amanecer tras el primer contacto con
aquellas gentes.
Las generaciones que nacían en aquellos asentamientos eran de
fuerte y rudo carácter, con una independencia intelectual absoluta. No conocieron
estado, autoridad o gobierno alguno. Habían nacido libres y para ellos morir
era una posibilidad frecuente y natural.
Capítulo 7
Actualmente, en el 2126, se considera extinta la población
mutada.
No se conoce el número exacto de humanos puros que habitamos
el planeta, no se realiza ningún seguimiento, no hay gobierno ni
administración, ni instituciones.
No importa cuantos somos, no es un conocimiento necesario,
lo único que nos preocupa es la supervivencia y mantener vivo el lenguaje oral
y escrito. Es básico para que los conocimientos adquiridos los pueda usar otra
gente que los ignore y precise ayuda.
A pesar de ello y en las tertulias que celebramos, creemos
que la población humana mundial está entre los diez y treinta millones
repartidos por el planeta.
Con el tiempo dejamos de necesitar cosas superfluas y
apreciamos las herramientas y los pequeños objetos que nos pudiéramos fabricar
por vanidad.
Se debe conocer, de ahí la presente crónica, el vergonzoso
pasado de la humanidad para no caer en ello de nuevo.
La lectura y la escritura, han marcado la gran diferencia de
la especie humana con el resto de especies; no se puede perder.
Como medio de comunicación y fondo de conocimiento útil, es
fabuloso.
Se pidió a los miembros de los asentamientos, que dedicaran
un tiempo a dejar anotados sus conocimientos, en sus propias casas, que cada
cual llevara su pequeño diario y archivo de efemérides y conocimientos
adquiridos, por si alguien precisara información o buscara consejo. Si alguien
lo hace o no; no importa, solo era una idea.
Y si alguien no ayuda a otro, no será ayudado. Como pagas
cobras, es una ley tan lógica como natural.
No existe industria pesada ni automatizada, las armas de
caza se fabrican artesanalmente por los miembros de cada grupo familiar o
cabaña para su uso exclusivo, no hay comercio; pero en algunos casos hay
intercambio, según el grado de amistad o parentesco entre vecinos.
Disponemos del suficiente conocimiento de la metalurgia.
No hay límite de uso de en la tecnología, siempre y cuando
no afecte a los vecinos y se use en la intimidad del hogar. Y no afecte al
entorno para la caza y recolección de supervivencia.
No se escribirá jamás una sola ley.
Advertencia:
En la pasada primavera, el jefe del clan familiar, William
Romero, propuso en una tertulia entre cazadores a la orilla del lago Tibum; la
creación de un ayuntamiento para gestionar las necesidades de la aldea, una
biblioteca y tal vez un archivo de registro de las casas, para facilitar y
crear tareas comunitarias que mejoraran la calidad de vida.
A la orilla lo decapitamos y con clavos a través de los ojos
clavamos la cabeza a la puerta de su cabaña. Con un cártel que decía: “No habrá
jamás autoridad o gobierno alguno”.
A la esposa y a sus dos hijos de doce y diecisiete años, se
les dio la opción de abandonar la aldea y montar su propio ayuntamiento si así
lo deseaban, para ellos solos. O bien, seguir en la aldea sin volver a proponer
jamás otro retorno a los gobiernos pasados.
Eligieron quedarse; pero no les permitimos sacar la cabeza
de la puerta.
Decidieron construir una nueva cabaña y mudarse a ella.
No ha habido ningún intento más de control o gestión de la
aldea.
No somos salvajes ni ciudadanos. Somos seres humanos con
nuestros instintos íntegros, con el afán de aprender o curiosidad propia de
nuestra especie. Con el ansia de conocer nuestro medio.
Solo el día, la noche y la climatología, marcarán horarios para
quien desee seguirlos por necesidad o por convicción.
Los errores ocurren, la gente muere. Nadie debe pagar por un
error.
Y que cada cual juzgue, si es necesario al prójimo según su
experiencia, según su instinto. Así será tratado también por los demás. No es
nada nuevo, es lo que hacemos todos desde el momento que nacemos, aprender y
juzgar va de la mano.
Porque conocemos nuestra especie, sabemos que surgirán
problemas de territorialidad, envidia, robo y asesinato. Creemos que cada cual
sabrá responder a un abuso en la medida que crea sea justa y necesaria. A nadie
le debe importar lo que ocurra entre dos oponentes.
Si la violencia se llegara a extender a la aldea, se
extinguirá. Será un proceso lógico y natural.
La tierra no es un propiedad, es un uso. No se acapara.
Lo aquí escrito es la historia de la vergüenza y el
bestialismo humano. Quienes escribimos esto, y lo hicimos todos los miembros de
la aldea Tibum; no permitiremos la existencia de leyes, convenciones sociales o
religiones; no si salen de la intimidad de cada hogar. El individuo y su núcleo
familiar si lo tuviera, es lo más importante de cada asentamiento.
Cualquier propuesta de autoridad, intento de control,
religiosidad o moral, será erradicada matando al que la propone.
Una vez muertos los presentes, el futuro no nos importa.
Somos lo que nos hemos propuesto cuando ha sido necesario. Si futuras
generaciones lo hacen o no, es cosa que no nos atañe. Será elección de otros.
La educación o el conocimiento, la lleva a cabo cada familia
o cada individuo, el nivel de conocimiento se ajusta así, a las posibilidades y
necesidades de cada cual y al tiempo que disponga para ello según sus
habilidades, aptitudes y trabajo.
Rara vez interactuamos con otros asentamientos, están lejanos
por esa razón; es peligroso el hacinamiento, está probado. Sin embargo, ante una
esporádica visita de cortesía, o bien porque ha ocurrido alguna catástrofe
geológica o climática, tenemos la suficiente ética para dar la bienvenida y ayuda
a quien lo necesita realmente.
Lentamente, van naciendo futuras generaciones, que llegado
el momento, deberán buscar otro lugar donde realizar su asentamiento, si se
supera el número de sesenta individuos.
Y por fortuna, ya no tenemos historia que escribir, en la
actualidad no hay reinados, ni conquistas, ni inventos que transformen el
planeta.
Hace tiempo que dejamos de necesitar y vivimos.
Simplemente, disfrutamos de lo que somos.
Un día dejamos de necesitar y vivimos sin más.
Iconoclasta