Ciudadanía tipo: ejemplo de selección ganadera nazi poscoronavirus.
Algo debe romperse en esta civilización o sociedad ya planetaria de pensamiento insectil y servilismo sectario. La gran carga de docilidad humana y su indigno adocenamiento van contra la idiosincrasia primaria de la especie humana. Su presión debe liberarse y cuanto más se demore, más explosiva y cruel será la violencia.
Porque la única forma de liberar la asfixiante presión del Nazismo Poscoronavirus implantado en todas las falsas democracias del planeta, es luchando.
Se han acumulado muchos rencores contra los jerarcas nazis desde la pandemia del coronavirus o covid 19. Se deben vengar las humillaciones sufridas y las extorsiones cometidas por el Estado.
Se siente la violencia pulsar como un corazón hipertrofiado en el tejido social por la gran cantidad de crímenes que, desde los grandes encarcelamientos de la clase trabajadora con el coronavirus, ha aumentado no solo en los lugares donde era habitual el asesinato indiscriminado contra grupos humanos en centros de educación, supermercados, parques públicos, calles, establecimientos comerciales, contra vecinos, etc… Se asesinan personas a puñaladas o tiroteadas en masa en países donde nunca se había visto semejante cosa.
La violencia criminal contra la unidad familiar también se ha elevado marcando un antes y un después tras la humillación de la clase trabajadora con los encarcelamientos y extorsiones que le infligió el Estado.
La violencia crece por semanas.
Nunca antes la violencia familiar había sido tan homicida y la infancia se había suicidado con tanta frecuencia.
Los asesinos de masas han pasado a convertirse en animales habituales de las noticias.
En definitiva, los muertos claman venganza y con ella, más muertes y crueldad.
Biológica y humanamente hablando, la venganza es el más elevado acto de justicia y libertad.
Y ahí radica lo malo para el Estado y que no había previsto: la venganza hace innecesaria la existencia de jueces, su negligencia, dejación y corrupción.
Es la razón por la que desde el primer contrato o pacto social de la historia, se adoctrinó a niños y adultos en poner la otra mejilla para recibir otra bofetada; deben esperar que el “sagrado juez” haga la justicia que crea conveniente, según le paguen, según su humor, según la disponibilidad de bellas prostitutas o prostitutos.
Si crees en las leyes y sus ejecutores, crees en el Estado. El adoctrinamiento de las masas y su fe en el gobierno nazi poscoronavirus es absolutamente simple y efectivo con semejante corolario sectario.
En torno a la legalidad (hipócritamente llamada “justicia” por el Estado) hay cientos de miles de funcionarios en todo el mundo viviendo con gran comodidad y riqueza de las prevaricaciones dictadas, condenadas y sentenciadas con corrupciones, trabas e incompetencias del sistema judicial.
La venganza les quitaría su fácil sueldo y riqueza.
Dejar de creer en la legalidad, provocaría también rechazar al Estado que la controla.
El Estado para salvar su dinero y riquezas, responderá matando a muchos trabajadores y a sus hijos, y estos a su vez querrán la sangre de los jerarcas de nuevo. Cuando arranca la violencia, solo se detiene cuando uno de los contendientes destruye a su enemigo a nivel molecular.
La imbecilidad congénita de carácter endogámico de los jerarcas y burócratas del Nazismo Poscoronavirus, no les deja ver la posibilidad de miles de millones de reses humanas enfurecidas usando su arma más primigenia, la violencia desbocada, contra los dogmas implantados por el Estado como sacrificios y mandamientos religiosos de estricta observancia, y sus sacerdotes.
Dan por descontado los jerarcas y burócratas nazis, que volverán las masas a aplaudir al Estado alegremente encerradas en sus apartamentos-prisión.
A la asfixia que provoca la legalidad del Nazismo Poscoronavirus que avala todo encarcelamiento, acoso, extorsión, discriminación y humillación cometidas contra la casta paria o clase trabajadora. Se suma la constante emisión audiovisual de índole sectaria del apocalipsis climático, con sus impuestos de usura, privaciones de libertad y negación de las mínimas necesidades biológicas; como la prohibición del acceso a los ámbitos naturales, una de las medidas estrella de represión del Nazismo Poscoronavirus, la que tendrá la más fuerte carga y daño psicológico en la población sojuzgada.
O el constante lavado de cerebro para evitar el consumo de proteínas y glucosa en la masa trabajadora y así debilitarla física y mentalmente. Las castas parias, por el bien del planeta y de los que aún no han nacido, deben comer grillos en lugar de carne y jugo de piedra amarga en lugar de bebidas refrescantes durante o tras la jornada de trabajo mal pagado.
Sin embargo, el consumo multitudinario y narcótico de alcohol es buenamente tolerado por el Estado y su Veterinaria Sanidad en adolescentes y adultos.
Los niños no deben comer golosinas, es la peor idea del mundo. La infancia no debe ser feliz, sino fervientemente crédula y dócil; tolerante con el acoso y extorsión de las “sagradas instituciones”, deben ser buenos esclavos de los Estados Nazis del Poscoronavirus.
Es lógico que haya infancia suicidándose por causa del Estado ante la presión de la doctrina que reciben en el colegio y perciben en el desánimo y confusión de sus progenitores castrados mentalmente.
La obligación doctrinal de que en toda producción audiovisual televisiva, de internet o cinematográfica, deba aparecer inevitablemente una idealizada e ingeniosa pareja homosexual besándose o follando, está tensando la cuerda del hastío hacia la intolerancia más agresiva.
Una cosa es promover el respeto a toda persona como la más elemental regla de urbanidad. Otra muy distinta es que el Estado imponga por decreto el homosexualismo y sus derivados en todo medio informativo, lúdico y académico. Y que además, lo normalice como ejemplo a seguir porque ministros, presidentes, reyes y todo tipo de jerarcas y burócratas sean mayormente homosexuales.
Al Estado (pseudo democrático) se le llena la boca de flores pregonando que los votos de la mayoría son los que dictan qué camino debe seguir: ¡El pueblo ha decidido!
La minoría no cuenta.
Y una mierda.
El Estado pervierte su soflama democrática y humilla a la mayoría con una ínfima minoría homosexual a la cual se dirige todo favor y medio técnico, sanitario, privilegio social y económico.
Es la más aberrante perversión de la ética y de la democracia si la hubiera.
El resultado es que a quien antes no le importaba como y con quien follara cada cual, ahora empieza a asquearse de esta doctrina invasiva de homosexualidad, decadencia, abulia, cobardía y obediencia ciega en el Estado homosexual. Empieza a ver el homosexualismo como una agresión a su naturaleza humana.
Eso sin contar con que los homosexuales más cultos, se ven a sí mismos expuestos y adocenados por unos pocos, ya que el secreto o discreción de sus relaciones sexuales formaban parte de la privacidad en sus vidas y tal vez, un íntimo y necesario acto de subversiva rebeldía contra la mayor parte de una sociedad imbécil e infantilizada.
Por el analfabetismo de la clase política del Nazismo Poscoronavirus se está creando una gigantesca masa de gas que más pronto que tarde, va a explotar.
Al final, todo indica que este Nazismo Poscoronavirus tiene su objetivo final, su botín; en los impuestos cargados a los trabajadores u obreros con la profecía del cambio climático y sus supuestas millones de muertes por las denominadas “olas de calor” que conducen, con toda probabilidad al inminente fin de la humanidad. Una profecía y sus impuestos que los Estados Nazis Poscoronavirus emiten y decretan ininterrumpidamente día tras día, impunemente tras la humillación a la que sometió a estos parias trabajadores con el coronavirus o covid 19, sus asesinatos masivos de viejos en los geriátricos y abandono de enfermos crónicos, encarcelamientos masivos de la casta trabajadora y extorsiones, etc…
El cambio climático y su agenda, es el más grande robo jamás cometido en la historia de la humanidad.
Se equivocan como subnormales los jerarcas nazis homosexuales, porque no es razonable pensar que alguien trabaje como esclavo durante doce horas al día para conseguir tan solo un miserable plato de verdura sin sal (“superalimento” lo llama la prensa prostituida al Nazismo Poscoronavirus) para comer y la educación homosexual gratuita de sus hijos.
Para esa mierda no se necesita trabajar, basta con salir a pastar en familia.
Sólo la violencia puede frenar el timo del sectarismo humillante y ruinoso para las castas parias o trabajadoras del planeta que, los Estados Nazis Poscoronavirus están llevando a cabo desde finales de los sesenta del siglo pasado, ilustrados e iluminados por aquellos grandes y multitudinarios rebaños de sucios y narcotizados jipis y su constatada facilidad para pastorearlos hacia el lugar que los jerarcas y burócratas creían que les rendirían beneficios.
Se debe añadir que la narcosis es una eficaz herramienta de gobierno político-social que se ha convertido a su vez, ni más ni menos, en pura y simple ganadería humana. Una masa humana adocenada, de conciencia insectil y embriagada es el unicornio dorado de todo político o religioso.
La violencia con sus multitudinarias muertes rebajará la presión demográfica en las granjas humanas o ciudades. Y sacará de la ciénaga nazi a la sociedad asfixiada; pero sólo durante el tiempo en el que Estado tarde en crear otra, perfeccionada con lo aprendido en la anterior.
Es pura praxis de la historia de la humanidad. Un ciclo sin fin hasta su extinción o cancelar el podrido contrato social de una vez por todas.
El mal cosido al mal, cosido al mal, cosido a un Estado homosexual (parafraseando el Frankenstein de Mary Shelley, 1994 de Kenneth Branagh).
Como epílogo y a modo de ilustración de este ensayo, sobre el poder de manipulación y la corrupción que reina en los Estados Nazis Poscoronavirus, en este caso España, reseño una noticia que es mera propaganda gubernamental. Una de tantas con las que el Nazismo Penitenciario Homosexual Español bombardea a la población con absoluto descaro e impunidad, a pesar de los poco más de tres años que han transcurrido desde la pandemia de la covid 19.
Hoy a 15 de junio del 2023 en España (uno de los países junto con China que más acosos, extorsiones, discriminaciones ciudadanas de corte racial, asesinatos de ancianos y enfermos crónicos, e inútiles vacunaciones de covid 19 por medio de chantaje ha cometido), ha declarado un jerarca del Gobierno Nazi Poscoronavirus Penitenciario Homosexual Clima-sanitario, como delegado del gobierno (un tal Francisco Martín) que un partido nazionalista vasco proterrorista (llamado Bildu) ha hecho más por España que cualquier otra formación política o político al apoyar el Estado de Alarma de la Covid 19 prestándole sus votos (realmente un alquiler e intercambio de corruptelas) al Caudillo del Gobierno Español Nazi Poscoronavirus, el 13 de marzo del 2020. Proclamando además con gran sentimiento el jerarca nazi en cuestión que, con ello habían salvado innumerables vidas y evitado la ruina económica a millones de españolas, españoles y españolos.
Como se puede ver, la hipocresía enfermiza y el complejo mesiánico de salvadores de la humanidad, es proverbial; ya todo un clásico en los políticos nazis poscoronavirus.
En realidad, ese “Estado de Alarma por la covid 19” al que hace referencia el jerarca o burócrata nazi de la propaganda estatal citada, fue un acto de terrorismo de estado. Un golpe de estado a las más básicas libertades constitucionales, personales y privadas; así como a las necesidades biológicas de la casta paria o clase trabajadora. Cuyas bondades fueron: por decreto, cerrar las puertas de los geriátricos aislando dentro a los viejos, negándoles sus tratamientos médicos, sin cuidados, sin comida y prohibiendo el acceso a las familias para que pudieran sacarlos de la trampa mortal, hasta conseguir que murieran decenas de miles y con ellos sus pensiones. Por decreto a los enfermos crónicos de graves enfermedades se les dejó morir abandonados, se les negaba el tratamiento, porque solo existía atención médica para los enfermos de aquel resfriado llamado la covid 19. Por decreto se abocó a la población trabajadora al terror psicológico y a empobrecerse durante más de tres meses ininterrumpidos de prisión domiciliaria con un férreo control, acoso y extorsión militar, policial y judicial. Por decreto se obligó a respirar con bozal (mascarilla en jerga nazi) durante tres años, incluso a cielo abierto y en plena naturaleza, con el constante acoso policial, militar y judicial; una medida de humillación y una forma psicológica de acallar a las masas y que no solo se sintieran enfermas, sino que se resintiera su salud por medio de una constante respiración podrida. Los pobres tontos que obedecieron ciegamente al uso del bozal nazi, se infectaban de la covid 19 cada cuatro semanas a pesar de las tres dosis de vacuna. Por decreto se ordenó mediante los brazaletes nazis del coronavirus (pasaportes covid 19), prohibir el acceso a muchos lugares a aquellos que no se habían vacunado con una vacuna que no vacunaba; una discriminación de auténtico corte racial.
Miente el jerarca de la noticia, miente más que habla, miente más que respira, miente más que caga.
La violencia es la única esperanza para la supervivencia de la especie humana en este momento, en esta aciaga época.
Y tal vez, cuando estalle, no sería extraño que se extinguiera a sí misma porque ha tardado demasiado en responder, en defenderse de un Nazismo Poscoronavirus venenoso, incluso para la imaginación y la ilusión.
Iconoclasta