Powered By Blogger
Mostrando entradas con la etiqueta tortura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tortura. Mostrar todas las entradas

15 de julio de 2018

666 y una familia tipo occidental al azar


Así es como masacro una familia de clase baja acomodada en sus limitaciones: paga una hipoteca, un coche a plazos, tiene ordenador y teléfonos móviles, son activos en las redes sociales y les interesa todo lo que tenga muchas visitas, likes o sea viral según los medios de comunicación.
Soy un orfebre de la maldad y el dolor. Soy la muerte de todo lo humano y sagrado, en definitiva.
La pantalla de un teléfono se enciende ocasionalmente en la mesita de noche dando una alerta con un zumbido.
Tomo al bebé por un pie arrancándolo de la cuna. La cabeza golpea contra la baranda de la cuna y la cría de humano arranca a llorar, aún no ha cumplido los tres meses. Su pequeño tórax se infla y desinfla como si fuera una membrana translúcida y un poco se pueden apreciar las delgadas y blandas costillas en sus berridos. Abre y cierra los puños por el dolor y el terror. Los bebés sufren tanto miedo como cualquier primate adulto.
En alguna habitación de la casa se escucha el timbre electrónico de un ordenador que recibe algún mensaje. Y el aire acondicionado ronronea suavemente. Da algo de consuelo a mi glande hirviendo y henchido de sangre.
La madre no puede hablar, he bloqueado su cuerpo. Dejo que su mente sufra sin que ninguna emoción pueda mostrarse en su rostro o cualquier otra parte de su aún buena anatomía. Hoy más que en el pasado, las madres después de parir, siguen siendo apeteciblemente follables.
La Dama Oscura está lamiendo su vagina ensangrentada, en lugar de quitarle las bragas ha practicado un corte en la tela e inevitablemente en su coño.
La mamá mira con sus ojos mates y sin expresión a su hijo colgar por un pie de mi puño.
El marido se estaba masturbando en el cuarto de baño pensando en la compañera de oficina, la que se sienta frente a Adrián, de facturación. Suele llevar bajo la falda tangas negros que su esposa, la muy recatada, no lleva.
Cuando la hembra tiene una segunda cría, el macho pierde el interés y la ve como madre de sus hijos y no como un coño deseable. Entonces se busca otra hembra aunque sea menos valiosa que la que tiene como pareja.
Cuando ha salido del baño le he clavado mi infecto puñal en el cuello, sin seccionar una vena o arteria importante. Y eso duele un millón de cualquiera que sea la unidad de dolor humano. Lo he arrastrado sin cuidado a la habitación donde poco a poco está muriendo toda la mediocre familia.
Agarro el otro pie del bebé y abriendo los brazos con rapidez y fuerza desgarro en dos partes asimétricas a la cría humana. El padre intenta gritar y solo consigue escupir una pequeña bocanada de sangre.
Permito que se deslice una lágrima por un ojo de la madre. El sonido de succión que produce la Dama Oscura en su coño, por un momento parece ser el único sonido que existe. Hasta que la parte del bebé que tiene la cabeza lanza un débil berrido. Tiro ambas partes tras la cuna, para que se vacíe de sangre el cerebro de la cría y muera de una puta vez, solo y sin que su madre le dé consuelo. “Adrianito” reza un cursi letrero en el cabezal de la cuna.
Me arrodillo en la cama, separo las nalgas de mi Dama Oscura y se la meto con brutalidad. Me gusta que le duela mi polla, me fascina que le sangre la vagina. Y ante esa oleada de placer y dolor, muerde el clítoris de mamá y se lo arranca. Se lo escupe a la cara y yo le meto tres dedos en el culo y los saco ensangrentados.
La sangre se desliza sucia desde su ano por los muslos de mi Oscura y siento deseos furiosos de acabar con el universo entero.
Y relincho y rujo.
No eyaculo en ella, me acerco hasta papá y le escupo mi negro semen en el rostro.
Con las nuevas tecnologías ya no basta con ser cruel. Hay que traspasar la barrera de la imaginación humana, ir mucho más allá de lo que un mono medio puede imaginar. La ventaja de hoy día es que los monos no conocen las carencias y las dolorosas enfermedades; hay potentes sedantes y analgésicos. Cosa que los hace más sensibles al dolor y gritan y lloran más. Me gusta.
Me gustaban también los tiempos en los que las amputaciones de los primates se hacían sin anestesia. Aquello sí que era arte puro. Yo las practico aún; lo que me apasionaba era la angustia que sentía el que cortaba y el dolor del amputado. Era una mezcla de emociones de una obscenidad absoluta.
Yo no soy un dolor. Soy un abismo insondable de terror y los nervios de la anatomía primate se parten dolorosamente ante la sobrecarga que representa mi sola presencia y mis actos.
Antes, un par de siglos atrás, los primates eran más resistentes al dolor; sin embargo, cuanto más tiempo dura una especie en el planeta, más decadente se hace.
Yo no pretendo hacer selección natural y mejorar así vuestra piojosa genética.
Yo quiero exterminaros porque sois obra de ese Dios maricón. Y cuando os haya matado a todos, a él le cortaré su celosa y exterminadora cabeza y le meteré el bálano en su asquerosa boca legislativa de mierda.
Tienen también una hija de seis años (siento su miedo llegar desde una habitación a mi gruesa piel) que se ha escondido con absoluta ingenuidad bajo la cama.
Las vacaciones también las han de pagar a plazos, vale la pena para ellos, para colgar sus mediocres y aburridas fotos de viajes que nadie mira en sus muros de redes sociales.
Los like solo son una forma de expresar la misma hipocresía humana de siempre.
Celebran todo, absolutamente todo.
Forman parte de la millonaria chusma o casta de votantes bien integrados en su sociedad.
En definitiva, la familia tipo del estilo de vida occidental. Pobre; pero ignorante de ello gracias a la efectividad y precisión de un consumismo arrollador aglutinante, uniformador y global.
Antes de provocar la próxima guerra, me dedico a exterminar a familias de forma artesanal. Siempre actúo así, cuando me aburro de descuartizarlos paso a sistematizar la muerte y el dolor y dejo que la Dama Oscura me la chupe viendo sus muertes a una distancia cómoda en la que no me molesten sus gritos de mierda.
El padre que ahora se ahoga con su propia sangre, explicaba durante una cena con otro matrimonio, que en estos tiempos no interesa hacer una guerra; que no es posible.
El mono hijoputa se equivoca, siempre es buen tiempo para una guerra.
Incluso Dios reconoce que la guerra es necesaria, y a su pesar; me ayuda creando confusión, como siempre, con sus mandatos idiotas e ininteligibles.
Salgo de la habitación de matrimonio y central de muerte, abro la puerta de la habitación de Virginia.
- Sal de debajo de la cama, Virginia. No tengas miedo, cielo.
Y hace caso de mi voz engañosa, de mi arte. Mi oratoria es tan buena y tan perfecta como mi infinita maldad.
Le ofrezco la mano y ella me la toma camino a la muerte.
Cuando ve lo que ocurre ahí dentro, intenta escapar.
Cierro la puerta, saco mi Desert Eagle del pantalón y le descerrajo un tiro en el pecho. Es impulsada un par de metros atrás y cuando toca el suelo, ya está muerta. Es una bala enorme para un cuerpo tan pequeño.
Giro el puñal clavado en el cuello del primate macho y con ello secciono, ahora sí, las importantes venas. En treinta segundos está muerto.
Tomo el teléfono de la mesita, me siento a su lado y hago una foto de nosotros dos.
La Dama Oscura ha cortado los pechos de la hembra por la parte inferior y ha deslizado las manos a través de los cortes para acariciárselos desde dentro.
He perdido un poco el control y la primate llora por los dos ojos.
-Mi Dama Oscura, es hora de ir a cenar, tengo hambre -le susurro dulcemente al oído deslizando mis dedos dentro de su coño.
Se gira y me besa con las manos aún metidas en las mamas de la mona.
Apoyo el cañón de la pistola en uno de los ojos y disparo.
Su cabeza parece desintegrarse.
Mientras la Oscura se limpia de sangre en el baño, yo fumo entre los muertos.
Ahimiel aparece con sus alas extendidas y enormes, blancas como la luz de la luna. Llora un cántico por los muertos y me mira con ojos terribles.
Pero yo ya he aspirado todas las almas, se vienen conmigo al infierno.
-Has llegado tarde, arcángel. Deberías ser menos cobarde.
Y le lanzo la colilla del cigarro.
Toma las dos partes del bebé acunándolas en sus brazos poderosos, como si pudiera enmendar el mal. Y solo llora.
Dios es un melodramático de mierda, siempre prepara grandes escenificaciones.
La Dama Oscura aparece en el vano de la puerta con el cabello mojado, y mirando al arcángel saca su lengua lascivamente. Se acerca a él y posa la mano donde debieran estar los genitales.
-Estás vacío -le dice sin piedad.
Amo a esta mujer.
Me apetece pizza.
Cerramos la puerta y dejamos dentro a Ahimiel cantando sus salmos ininteligibles. He pensando en descuartizarlo; pero me encanta saber que irá con todo ese dolor a ver a su Dios.
Siempre sangriento, 666.



Iconoclasta

18 de octubre de 2016

666 Reflexión sobre el dolor




Prefacio.

Una reflexión de Gerardo Campani, 19/10/2016.

"...no piden perdón ni clemencia, solo esperan la muerte. Y es que no desearían estar vivos y recordar todo ese dolor." (666)
Casi textual de mi pequeña crónica de las dos semanas de infierno después de mi cirugía. "No aguanto más, déjenme ir, abandono, no me interesa más la vida". Pero todo va bien, aguantá un poco, en unos días te vas a casa. "Abandono ya, me quiero ir ahora." Bueno, bueno, ya pasa, dos o tres días y te vas a casa. "No quiero irme a casa, me quiero ir de la vida, renuncio." Eh, por qué, no hables así... "¿Dos o tres días? Carajo, ¿no saben que en el presente está la eternidad? Tengo acumulada una deuda incobrable, ningún futuro puede pagarme esto."
Así es el dolor. Yo lo sé. Pablo también. El buda lo supo. El mundo es dolor. Las estrellas explotan y presumimos que no lo sienten, aunque quién sabe. ¿Las plantas? Qué sé yo. Los animales sí, seguro, aunque tal vez no puedan presentir la eternidad del dolor. Los hombres sufrimos peor que las vacas degolladas en el matadero. Es así. Que lo narre la bestia o el rey Salomón, tanto da, es el mismo dolor. La literatura es un artificio que consiste en narrar en tercera persona, como Stephen King, o en primera, como Pablo aquí y Poe allá.
Las truculencias de este texto son contingentes, ¿cómo se supone que debe hablar la bestia? Así como habla, claro. No hay que confundirse, ni extraviarse en esas truculencias propias del sujeto narrador, porque ¿de qué va esto? Hay que ver el epígrafe: "Reflexión sobre el dolor". De eso va.

Me saco el sombrero ante semejante muestra de maestría literaria.


----------


Un filamento de baba une mis labios con el clítoris duro y dilatado de mi Dama Oscura. Me enderezo tras besar su coño.
De mi glande se desprenden pesadas gotas de semen que caen en mis pies y sobre el rostro del cadáver que piso inmóvil, normalizando mi respiración.
El cadáver lo he hecho yo. Mi Dama lo ha conducido hacia mi oscuridad y crueldad por la vía del dolor.
Del insoportable y terrorífico dolor que a vosotros primates, os transporta veloces como una corriente eléctrica a la locura.
Ha caminado seis pasos hasta situarse frente a mí con los genitales despellejados (la Oscura le ha practicado una circuncisión que se ha extendido desde la punta del  prepucio, hasta la base del pene, arrancando el peludo pubis y el escroto).
Avanzando hacia a mí extendiendo sus manos, con el único testículo que le quedaba desprendiéndose, me ha pedido muerte pura, muerte liberadora.
La Dama Oscura es eficaz, conoce todos los puntos de dolor y alguno que ha inventado.
No había nada de raciocinio en él. Sus ojos estaban vacíos de humanidad como sus dedos vacíos de uñas.
Vacío de todo lo que ese Dios maricón le dio.
Y si hay algo que estimule la irrigación sanguínea en mi sagrado y oscuro pene, es el dolor humano.
La respiración agitada de mi Dama Oscura hace oscilar sus pesados pechos coronados por duros pezones oscuros. Con una lascivia inusitada, escupe lenta y ostentosamente el semen que le he vertido en la vagina, contrayéndola con habilidad, como si hiciera lo contrario de parir. Con sus hermosos muslos brillantes de babas sexuales, el semen se escurre por su ano en una imagen de inédita obscenidad en la historia del planeta.
Odiamos la reproducción, de la misma forma que somos muerte y tormento.
Le he colocado al mono en una fosa nasal el cañón de mi Desert Eagle .50 en vertical y he disparado. La parte superior de su cráneo ha desaparecido desintegrando el cerebro en forma de un géiser ultrasónico.
Después he penetrado a mi Dama Oscura encima de la mesa del despacho pisando el cuerpo muerto. Hundiendo mis pies en su carne átona, como una alfombra maloliente y viscosa.
Es importante un buen decorado para el sexo.
El caos de los cuerpos destrozados hace de nuestro acto hedonista, sucio y salvaje un ritual sagrado, una comunión que nos sume en la aberración más satisfactoria.
Dios crea y yo destruyo. Dios llora y yo me meo. Dios los atormenta con sus juegos de maricón, yo les robo su humanidad con el dolor. Dios es un hipócrita, yo pongo las cosas en su lugar.
Dios es homosexual con sus ángeles y condena a los primates que se dan por culo.
Las leyes de los primates, son el reflejo de su hipocresía e ignorancia.
Dios da dolor, le gusta provocar daños y que se le rece para que cesen.
La diferencia es que yo lo hago personalmente, a través de los tiempos y los espacios. Dios es una bola de manteca sin movilidad, yo soy el dolor omnipresente que conduce veloz como una flecha a la aniquilación de la vida sin lugar para la esperanza.
Cuando un primate mira a mis ojos, sabe que va a morir en un instante, que no habrán despedidas y que su dolor no tendrá ningún efecto en mí. Y eso es la desesperanza más infinita, porque no le sirve de nada rezar.
Sabe que Dios no puede salvarlo de mí. Yo despierto los instintos más arcanos y primitivos en el cerebro de los primates, ese pánico, esa certeza de su muerte imparable, es antiguo como su genoma.
Diez minutos de tormento conmigo, equivale a vivir ese instante durante dos vidas. Al minuto que he empezado a trabajarlos, no piden perdón ni clemencia, solo esperan la muerte. Y es que no desearían estar vivos y recordar todo ese dolor.
Yo aniquilo esperanza y vida. Dios solo hace las cosas a medias.
Lo que estoy pisando, la carne muerta sobre la que he follado a mi Dama Oscura, era un juez, el más digno representante de Dios en la tierra.
Los jueces son los lacayos de los primates más poderosos, ergo lo son de Dios.
Su toga rasgada, que deja al descubierto la carnicería en que se han convertido sus genitales, es ahora un trapo lleno de inmundicias.
El simbolismo... Me encanta dejar mis mensajes diáfanos y directos. La ley humana es un trapo con el que limpiar mierda.
Y la ley de Dios, también.
Ilustrísimo Sr. Juez  De Castro y Cardenal, eso dice la placa sobre la mesa de su despacho. Lo elegí al azar, porque todo juez es culpable de vanidad y petulancia. Solo un mal tipo puede ambicionar decidir sobre los actos de otros seres. Son peligrosos los jueces, mala gente. Auténticas víboras.
Más de un primate besaría mi ano por lo que he hecho.
Mi Dama Oscura, se arregla la microfalda de piel negra que apenas le cubre el final de sus musculadas nalgas y se limpia los regueros de semen y orina que bajan por sus muslos. Tira los pañuelos de papel sobre el rostro irreconocible del primate juez.
Y me besa, me mete la lengua en la boca causando de nuevo excitación, aplasta sus pechos contra el mío con descarada voluptuosidad.
Le muerdo los labios haciéndolos sangrar. Ella gime de placer-dolor y se limpia con el dorso de la mano mirándome desafiante.
- ¿Los matamos a todos? -me pregunta con ansiedad señalando las fotos familiares que decoran el despacho.
- Sí, pero primero vamos a cenar, mi Oscura. Tenemos tiempo, mi hermosa crueldad impaciente.
Se levanta la falda de nuevo para mostrarme como se acaricia el monte de Venus hasta la raja de su coño.
A veces temo por ella, que me desespere como ahora y la destroce follándola.
Salimos del edificio judicial sin prestar atención a los policías muertos en el vestíbulo.
Son las  nueve de la noche, mañana antes de las cuatro de la madrugada habrá muerto esposa, hijos y nietos de su Ilustrímo Sr. Juez de Castro y Cardenal. Porque todos llevan el mismo estigma de lacayos de Dios y el poder.
Soy yo el que condena y ejecuta, con decisión y rapidez. Sin diligencias previas.
Todo primate que intente usurpar mi trabajo, morirá. Y su esposa, sus hijos, sus nietos, sus hermanos, sus padres y sus abuelos...
Será exterminada toda su línea sanguínea.
¡ÉL Y TODA SU DESCENDENCIA SE PUDRIRÁ CON UN DOLOR ETERNO EN EL INFIERNO!
Siempre sangriento: 666.




Iconoclasta

17 de diciembre de 2015

666 y los daños colaterales



Mi Dama Oscura observa con ojos brillantes de emoción las convulsiones del niño que agoniza, su padre lo ha llamado Ricardito, tiene once años.
Tenía.
Su expresión es de fascinación, como si sintiera un éxtasis al ver el alma infantil salir libre y sutil con cada borbotón de sangre que mana de la tierna y pequeña yugular seccionada.
Una yugular que yo he seccionado con cierto aburrimiento y apatía no exenta de elegancia.
Amar a los niños en su vida y en su muerte es una pose de ese Dios estúpido que ejecuta sus crueldades pintándolas con una burda capa de fatídica bondad.
Yo le doy motivos para que luzca su infinita e hipócrita misericordia.
Como creó al hombre imbécil, el hombre no se ha enterado aún.
Y es que sus maldades son designios inescrutables, una frase que llena las bocas de los ignorantes.
Y a ella, a mi eréctil Dama Oscura, poco le importa. Solo siente el acto de la muerte con la misma fascinación con la que observa mi glande eyacular sobre las oscuras areolas de sus pesados pechos erectos.
Tal vez sea porque a sus mil años de edad, aún no ha sentido la apatía que da la eternidad.
Mirad si no a Dios el Celoso, el apático y aburrido Nerón de los Cielos, de su cielo de mierda.
El padre sufre un shock traumático, sus dos tibias sobresalen como madera quebrada de la carne que las cubre. Se las he partido con un mazo de acero del personal que hace trabajos en el exterior de su residencia, de un vulgar lujo de narcotraficante. Es el  ministro de interior del país más pobre de Sudamérica. Como todos los presidentes y militares de ese continente, es un corrupto de los que llamo campechanos, de los que no saben que lo son porque no conocen otra forma de gobernar. Se creen prácticamente mesías debido a su aberrante formación católica. De una forma paternalista, ordena matar a cualquier primate que obstaculice sus planes.
Es un quechua bajito y regordete llamado Hernando Montes. Su caro traje no le sienta nada bien. Es un indio sin remedio.
Ha firmado un acuerdo de cooperación con el país vecino, por sus confusas fronteras, para luchar contra el narcotráfico; lo he visto con aburrimiento en un titular. Así que he lanzado el periódico a las sombras y  le he dicho a mi Dama Oscura:
— ¿Te gustaría pasar una mañana en La Paz? Hay un asunto que hemos de estropear. Los torturamos, los humillamos, los desmembramos y nos vamos a comer un charquekan cuando hayamos acabado con toda la familia.
—Me encantaría.
Y ha metido su lengua en mi boca masajeándome los testículos.
Mi puñal insertado entre los omoplatos se removía inquieto mortificándome.
Le encanta salir de esta oscura y húmeda cueva. Le apasiono Yo y sentir el poder de la muerte desinhibida y sin moral que ejercemos sobre los primates.
Hace apenas cinco minutos hemos aparecido desde el interior de la tierra a lomos de mis crueles, que han decapitado a los diez guardaespaldas que vigilan la zona ajardinada de la residencia Montes. Uno de ellos corretea con una cabeza entre sus mandíbulas, de la que cuelga la lengua cárdena en una mueca de espanto y dolor.
Al entrar libremente en la casa-palacio, hemos encontrado al pequeño Ricardito jugando con un pequeño dron en el gran salón con decoración clásico-burdel.
—Llama a tu papá —le he susurrado al oído agachándome a su altura, con las manos apoyadas en sus pequeños y débiles hombros.
El pequeño ha mirado con curiosidad el mazo que he dejado en el suelo y al mirar mis ojos se le escapan unas lágrimas.
― ¡Papi!
Mientras el padre bajaba por la majestuosa escalera de mármol como el palurdo sin clase que es, he tomado al pequeño entre mis brazos, con su espalda en mi pecho, he sacado mi puñal de entre los omoplatos y le he puesto el filo en el cuello.
― ¡Por Dios, no le haga daño! — grita.
― ¿Por Dios, me dices, mono? ¿Sabes lo que dice Dios de los hijos? Te refrescaré la memoria sobre los consejos de Dios.
Y el filo del puñal muerde la piel de Ricardito.
―En tu biblia, el libro Eclesiástico, capítulo 30, sobre la educación de los hijos dice: "Mima al hijo y te dará sinsabores, juega con él y te dará tristeza.", versículo nueve.*
Y el puñal penetró en la carne.
El primer ministro Montes, se detiene al final de la escalera.
― ¡Deja a mi hijo, cabrón! Tengo mucho dinero en mi caja para ti y tu puta.
Me encanta cuando el miedo les hace caer su máscara afable.
― "No te rías con él, para no acabar llorando. Y rechinando los dientes.",  versículo diez ―prosigo con mi lección.
El  filo hiere la tierna y pequeña yugular al cortar cuello hacia la derecha. El pequeño patalea y el padre grita cuando la sangre comienza a teñir su guayaberita blanca.
Yo no siento nada. Si acaso, esa erección que siempre me sobreviene cuando a un primate le arranco la vida.
No puedo evitar una risa pensando en que el primer ministro es tan ingenuamente malo, que ni ante la muerte de su hijo, piensa en todas las familias que ordena matar en los campos de cultivo de amapolas y coca en los que trabajan y que ahora necesita quemar para que desde un satélite los dólares vean que se lucha contra la droga. Yo soy casual matando, muy natural y campechano también.
― "No le des licencias en la juventud ni pases por alto sus desvaríos.", versículo once.
Los niños pequeños mueren rápidamente, se desangran en la mitad de tiempo que un primate adulto.
Apenas me da tiempo a recitar el último versículo cuando el niño ya no tiene fuerzas para patalear.
El padre se lanza contra mí y la Dama Oscura saca una pequeña automática que junto con una daga lleva en el muslo derecho y le dispara derribándolo a medio metro de mis pies. Le ha herido en un hombro.
Su monte de Venus, luce impecablemente rasurado y terso bajo la falda.
Me humedece el glande...
― "Túndele las costillas mientras es niño; no sea que, indócil, te desobedezca.", versículo doce. ¿Lo ve, señor ministro? A los niños hay que tratarlos con mano dura. Es Dios quien lo dice.
Profundizo el corte hasta que los músculos no pueden soportar la cabeza. La sangre mana por su boca. Lanzo el cuerpo inerte de Ricardito contra el suelo, tomo el mazo y le destrozo las tibias al ministro Montes.
La Dama Oscura se tapa los oídos, no le gusta el crujir de los huesos.
Hay a quien le molesta el chirrido de las uñas arrastradas por una pizarra y a ella los huesos. A mí no me molesta nada que sea dolor y muerte.
Apenas se queja el boliviano, el hombro destrozado ya da suficiente dolor.
La Dama Oscura se acerca al pequeño y toca su piel delicadamente cuando aún escupe sus últimas bocanadas de sangre y su delicado pecho intenta aspirar un aire que no llega a los pulmones.
Cuando has matado tantas veces, por la piel sabes cuando se les va la vida. Es un arte que le he enseñado a lo largo de los siglos.
Preferiría masacrar a una familia paupérrima, porque da un efecto mucho más contundente sobre mi maldad y falta de consideración a los primates; pero de vez en cuando hay que dar a las clases altas una buena lección para que ni por asomo puedan pensar que son intocables.
Como ya es habitual en el mundo de los primates, a quien le dan un palo, le dan todos hasta acabar con él. Estos son aquí los indígenas agricultores, con sus muertes van a proporcionar los dólares a Bolivia, bueno, a Bolivia no; a su presidente, al ministro del interior y la pareja homónima del país con el que han firmado el acuerdo de cooperación.
Solo que ahora, el quechua Montes está potencialmente muerto.
Los pobres, a los que obligaron a plantar vegetales narcotizantes en lugar de comestibles, ahora caen bajo las balas de los mercenarios. Pero solo es temporal, cuando hayan recibido sus millones, volverán a obligar a los indios a crear plantaciones invisibles en las selvas y bosques.
Diez mil millones de dólares, eso vale justamente la deforestación de las grandes áreas selváticas y boscosas, donde en un secreto a voces, con discreción hipócrita, se planta opio, marihuana, amapolas y coca. Para llevar a cabo esa limpieza para acceder al crédito, se quema la selva y los cadáveres de las familias que la contienen.
El ministro va a recibir esa inyección económica en varios plazos, conforme se vayan cumpliendo los planes de limpieza de cultivos para la elaborición de narcóticos. Debe aparentar, como requisito, que él y su presidente se interesan por la salud de los jóvenes y adultos de Estados Unidos y los países más ricos de Europa.
Justifican sin problema alguno a su pueblo, que es el precio que hay que pagar para que los hijos de sus hijos un día puedan vivir en un país próspero y libre.
Los daños colaterales, son inevitables.
Yo digo que no los quiero evitar.
Siempre es lo mismo con Dios y con los primates que mal creó: todo es una esperanza para el futuro; pero la absoluta ganancia y satisfacción la agotan ellos en apenas unos días.
La gran obra de la fe es cegar lo que es obvio y vestir el crimen y la mentira con la túnica de los inescrutables designios.
Yo soy la luz, el foco sobre la hipocresía.
Un foco rojo y líquido.
Yo desmiembro con cegadora claridad los cuerpos de los primates. Los despellejo sin fe ni dogmas. Mi verdad son los intestinos desparramados de los monos a los que Dios tuvo el capricho de otorgarles la capacidad de hablar.
Que se merezcan morir o no es algo que no considero. Es mi trabajo, es mi pasión combatir lo que ese dios melifluo creó.
Mis actos, como  los de Dios, obedecen a mi volubilidad y aburrimiento. Os he de matar, es vuestro destino y el mío.
Un destino que dicto a veces a cara o cruz. O simplemente porque me apetece.
A Dios le es completamente indiferente lo que yo haga, él siente piedad por sus creaciones tapando un bostezo con la mano, vamos  por caminos distintos: él la desidia y Yo la pasión.
A veces intercede por las almas de los que por última visión de su vida tienen mi boca aspirando su alma y mis manos hurgando en el interior de sus cuerpos abiertos. Envía ángeles enormes, de una belleza homosexual, que montan su espectáculo piadoso y yo mientras tanto les amenazo de muerte y blasfemo contra Dios. Es un trámite.
Hace un tiempo, destrocé un arcángel en mi cueva y clavé su cadáver en las puertas del cielo. Si no los asesino a todos, es porque simplemente me aburre. Y en el fondo, es lo que desea ardientemente, ser mártires.
Todas las creaciones de Dios son de una previsibilidad deprimente.
En estos momentos, la Dama Oscura está acuchillando al personal de servicio: la cocinera y su ayudanta, las dos criadas que lavan la ropa y arreglan las camas y al viejo que cada día da brillo a los mármoles del suelo, incluyendo a su hijo, que ya tiene casi dieciséis años.
¿Habéis oído ese grito y gorgoteo? Ya no cumplirá los dieciséis.
El arcángel Isdriabel se materializa, me observa desafiante y se arrodilla para acariciar la frente ya bastante fría de Ricardito con un potente cántico tan viejo como yo mismo. Busca su alma, tranquilizando su espíritu que llora desorientado y desconsolado. Observando la escena con interés, enciendo un Cohíba. El ministro de interior gorgojea cosas ininteligibles, con mi pie presiono su cuello sin cuidado.
El ángel llora.
―Solo te permito esa alma, el resto son mías.
―Dios te pide que dejes de matar, Montes ha donado mucho dinero a la iglesia. Ha rezado mucho.
―Que baje Dios, que deje de toquetear a tus hermanos y venga a hacer su trabajo. Ve con cuidado, pájaro cantor, o mis crueles devorarán tus alas y tu cabeza. No serás el primer arcángel muerto.
La pequeña alma de Ricardito se desprende totalmente de su propio cadáver y flota para protegerse tras la poderosa espalda del enorme Isdriabel. Temblorosa, sin saber aún que está muerto. Montes se ha desvanecido por la falta de oxígeno y he levantado el pie de su cuello.
Me acuclillo y le doy palmadas en las mejillas para que se recupere, cuando abre los ojos le meto el cuchillo en la boca y corto desde la comisura de los labios hasta que topo con el maxilar. A pesar de lo que muchos creen, cuando  haces eso, no aparentan sonreír.
Jamás haría algo que hiciera sonreír a nadie. Solo Yo y mi Dama Oscura sonreímos.
― ¡Mi vida, mi amor, mi Ester! Mi hija no, mi hija no...
Una mujer grita en la planta de arriba, casi al mismo tiempo, algo cae por el hueco de la escalera y se estrella sordamente contra el albo suelo de mármol. Es hermosa la sangre en el blanco puro. Y pienso en la indecente y obscena imagen del ángel con las alas manchadas de sangre. Isdriabel no puede imaginar lo cerca que está de la muerte. Aún arrodillado frente al cadáver de Ricardito, lanza su canto potente mirando al techo de la casa con la pequeña alma entre sus brazos, como si pesara. Con un ridículo gesto de padecimiento en su rostro perfecto.
Histriones...
Siente mi inmensa hostilidad, mi paranoia por la muerte de todo lo que habla por la gracia y el efecto de Dios.
Tiene miedo.
Montes se arrastra con gritos hacia su hija agonizando. La cabeza de Ester está pornográficamente deformada por el golpe. Sus cuatro años aún patalean en el suelo de forma caótica por un devastador daño cerebral. Su camisetita de Dora la exploradora se empapa de la sangre que de sus oídos y boca cae al suelo.
Con un pie detengo a Montes.
―Tal vez la debería haber quemado. O envenenado con los herbicidas tóxicos. Tú lo haces ¿te hubiera parecido mejor? Tal vez lo haga con tu presidente.
Atravieso clavo el cuchillo entre el tendón de su talón derecho atravesando la piel y tiro de él.
No puedo dejar de reír, como tiene las tibias rotas, su carne parece goma y no consigo arrastrarlo sus gemelos se estiran y estiran. Montes grita y grita.
Hasta que pierde la conciencia por el dolor, a estas alturas su presión arterial está a punto de hacer reventar arterias importantes.
Así que meto la mano en la cintura del pantalón y tiro de él para separarlo de su hija.
Me arrodillo ante el cuerpo aún convulso de la pequeña Ester y le giro la cara para cubrir con mis labios su boca ensangrentada.
Y aspiro su alma profundamente.
La Dama Oscura me observa conteniendo un llanto desde arriba, con una mano amordaza la boca de Magdalena, la esposa de Montes, con la otra mano retuerce el brazo de la mujer obligándola a mirar el suelo.
La pequeña entra en mí, asustada y temerosa. La envío sin demora al infierno para que sufra eternamente el miedo y la más profunda desesperanza.
El alma de Ricardito grita y el arcángel la consuela sobre su hombro, susurrándole cantos de bondad y esperanza. El melodramático y megalómano Dios los baña con una luz dorada y a mí me suda la polla.
―Dios hace lo mismo cuando le apetece ―le digo a Isdriabel que me mira con rostro derrotado.
― ¡Mentira!
― ¿Acaso tu padre no te enseña como ayudaba a sus judíos? Arcángeles idiotas... Lee Jueces, capítulo 3. Aflicción de Israel. Débora. Versículos 15 al 22. Escucha y arráncate tus alas cosidas con mentiras.
El arcángel eleva el tono de su cántico hasta el punto de que las paredes tiemblan. Yo lanzo un rugido que se sobrepone al ruido del mundo mismo. La furia ha inyectado mis ojos en sangre y los tres seises escarificados y siempre infectados, purulentos, parecen palpitar en mi antebrazo.
― "Clamaron entonces los israelitas a Yahveh, y Yahveh les suscitó un libertador: Ehúd, hijo de Guerá, benjaminita que era zurdo. Los israelitas enviaron por medio de él un presente a Eglón, rey de Moab."**
―Así obra tu Dios, escucha y conoce lo que ese puerco os esconde.
Me enciendo el habano que se ha apagado salpicado por las sangres de Montes y su hija.
La Dama Oscura, desde la baranda de la escalera, aún en la planta superior, desgarra la blusa de Magdalena y me ofrece su sacrificio: clava la daga bajo los pliegue de sus pechos y corta. La sangre se derrama por el suelo para gotear encima de mí.
Sus manos se meten dentro de los pechos abiertos cobijándolas en el calor de la sangre y la carne. La mujer grita tanto...
El habano se me vuelve a apagar, cosa que me intranquiliza.
― "Habíase fabricado Ehúd un puñal de doble filo de un codo de largo, se lo ciñó debajo de sus vestidos, sobre el lado derecho, y fue a presentar el regalo a Eglón, rey de Moab, que era muy grueso."
― ¿Recuerdas esta historia, Isdriabel? O tal vez negáis ésta y otras mil en el fondo de vuestra conciencia hipócrita a imagen y semejanza de vuestro padre maricón?
―Tira a la mona, como a su hija, mi Dama Oscura. Que la sangre se funda con la sangre ―le grito observando desde aquí abajo su vagina perfecta, de labios entreabiertos, excitada y húmeda. Evoco la dureza de su clítoris y me quito el pantalón para que mi erección se expanda en la dimensión de la muerte y la desolación.
― "Cuando terminó de ofrecer el presente, despidió a la gente que se lo había llevado. Pero él se volvió desde los ídolos que hay junto a Guilgal y exclamó: «Tengo, oh rey, para ti un mensaje secreto». Eglón dijo: «¡Silencio! ». Y salieron todos los que con él estaban."
―Ehúd era Yahveh, Isdriabel ―le digo con voz sibilante―. Vuestro Dios misericordioso que dice ser pura bondad, es un psicópata astuto.
― ¡Calla, maldito...
El estrépito del cuerpo de Magdalena  al estrellarse contra el suelo lo deja mudo. La cabeza de la mujer se abre dejando ver los sesos como una excrecencia entre su pelaje negro. Montes, apenas reacciona su rostro es un constante derrame de sangre y su respiración es débil y penosa; pero lo ha visto. Ha visto la muerte de lo que amaba, es lo que importa. Era el fin.
― "Entonces Ehúd se dirigió hacia él, que estaba sentado en la cámara alta, fresca, reservada exclusivamente para él. Ehúd le dijo: «Tengo para ti un mensaje de parte de Dios». El rey se levantó de su asiento."
― "En aquel instante, Ehúd, deslizó su mano izquierda, tomó el puñal de su lado derecho y se lo clavó al rey en el vientre. Incluso la empuñadura penetró tras la hoja, que quedó tapada por la grasa, pues no le extrajo el puñal del vientre Y se le salieron las heces."
―Dios es una bestia de pelaje blanco, tu Dios es una blasfemia en sí misma. La única coherencia que rige su pensamiento es la vanidad más pura. Su absoluta y desquiciada vanidad que todo lo empaña con hipocresía de fe. Él ordena quemar a sus primates en las selvas para que le recen, para que le rueguen por sus almas sin valor. Y él se crece en la muerte de los inocentes cuando hacen misas de difuntos y claman por las almas de sus muertos. Es todo tan sencillo, que defrauda ¿verdad, arcángel ingenuo?
Elevo el torso de la primate madre agarrándola por los pelos y aspiro también de su boca ensangrentada su alma, que no estará cerca de su hija. No tendrá ese consuelo en la eternidad. La Dama Oscura me ha rodeado con sus brazos desde la espalda, haciéndome sentir sus pechos, tomando mi pene y masajeándolo durante mi éxtasis.
Es perfecta, la amo. Aunque no sé si es amar, porque a veces siento deseos de llevarme su cabeza decapitada a mi entrepierna. Intuye ese peligro siempre latente que la excita. Hija de puta... Qué valiente es...
Isdriabel se dobla atormentado como en una náusea y se diluye en el aire con otro de sus irritantes cánticos.
Me obliga a girar su rostro hacia ella y la beso profundamente, la beso hasta sentir que mis sienes ya no palpitan.
― ¿Puedo acabarlo yo, mi 666? ―me pregunta en un ruego ansioso empuñando su daga que señala a Montes.
―Hazlo ―le concedo encendiendo por enésima vez el habano.
Sin cuidado gira el cuerpo de Montes que vuelve a gritar ante el dolor que le provoca cada ligero movimiento. Con la daga corta los pantalones, los calzoncillos y la camisa. Lo desnuda en unos segundos.
En el esternón le practica un corte longitudinal que hace llegar hasta el vientre. Yo fumo tranquilo, se está bien con los gritos y los balbuceos de un moribundo.
Ahora está haciendo espacio para los dedos a la altura de la boca del estómago, cuidadosamente separa la epidermis del músculo a una profundidad y longitud adecuada para sus manos. Me observa con los ojos brillantes de expectación
Yo asiento.
Entonces mete los dedos entre las incisiones que separan piel y carne, para abrir con un tirón violento y seguro los brazos.
La piel de Montes ahora está haciendo de alfombra en el frío mármol. Parece un animal extraño, con membranas a los costados. Los pezones no dejan que la piel quede tersa en el suelo, pero nada es perfecto.
El grito que ha lanzado no ha sido nada espectacular, pero para las pocas fuerzas que le quedaban, no ha estado nada mal.
Mi Dama se desabrocha la camisa blanca y con el torso desnudo se extiende encima del cuerpo ensangrentado, para que sus pechos se pinten de sangre.
Cuando se levanta el efecto es increíble, se luce ante mí y se apoya sobre la baranda de la escalera con las piernas abiertas para que la penetre por detrás.
La penetro y la bombeo hasta que por sus muslos se derrama un semen negro como petróleo. Me insulta con su orgasmo, me llama cabrón, puerco. Me dice que me arrancará mi puta cabeza. Se gira hacia a mí, me rodea el cuello con sus brazos para besarme la boca y desgarra mis labios con sus dientes. 
Todo es sangre, todo es rojo, todo es maldad y poder...
Todo soy Yo.
Y relincho como un caballo de un millón de toneladas, grande como un buque, antes de comerme el alma corrupta de Montes.
Que nadie se crea que la destrucción de las plantaciones y campesinos se va a detener. Eso no ocurrirá, no quiero que ocurra. Quiero todos los males, todos los abusos aplastando a cada primate de Dios. Que las drogas les envenenen a ellos, a sus hijos y nietos. Que se pudran con las narices deshechas, con las venas podridas, tosiendo sus propios pulmones...
Tan solo he expuesto los daños colaterales que se derivan de un acto.
Un asunto meramente instructivo.
―Mi Dama, ¿No tienes hambre? Vamos a comer ese charquekan del que te he hablado. Y luego, si nos apetece, podemos hacer una visita al presidente. Este asunto de la familia Montes ha sido muy breve. El presidente tiene seis hijos, la mujer y dos putas en una casa anexa.
Me mira con una sonrisa arrebatadora.
Y paseamos por las calles de La Paz como dos enamorados ensangrentados buscando un buen restaurante.
Siempre sangriento: 666


Iconoclasta
*: La Biblia. Eco 30, 9-12
**: La Biblia. Jue 3, 15-22

18 de julio de 2015

666 en el rancho del Prieto Ginés

Hay tanta sangre contenida en vuestras venas que no tiene más función que manteneros vivos...
El calor, el polvo que se mete hasta en los genitales...
Las cenizas del Popocatépetl parecen maldecir a todos los estados mexicanos cuando el viento se lo propone, a pesar de que se encuentra a casi novecientos kilómetros de aquí.
México es de los mejores lugares del mundo junto con Afganistán, Yemen, todo Oriente medio y África del Sur para masacrar primates, hay absoluta tranquilidad y permisividad; pero el sol que ese dios maricón creó me exaspera.
Me irrita tanto... Evita que me relaje.
Dios os creó para solazarse al ver como os vacío con un profundo corte en el cuello y luego exprimiros piernas, brazos y tronco hasta que no os quede una sola gota de sangre.
Él dice sentirse fatal ante vuestro tormento y muerte, pero se masturba ante sus ángeles castrados allá en el séptimo coro celestial.
Allá donde vuestra sangre es derramada, crecen seres y frondosidad. Sois, en última instancia, alimento para la tierra.
Aunque sea en la tierra más seca y abrasada del planeta.
Jalisco es un estado donde los narcos y los armadillos habitan juntos. Si los armadillos son portadores de la lepra, los narcos son portadores de borracheras y una idiotez congénita de tal grado, que no saben si se la meten a su madre, a su esposa,  a su hija o a la vieja perra teibolera (puta que baila en la barra o en una tarima piojosa a modo de escenario para deleite de los borrachos) que les enseña el coño sin saber bailar.
En realidad, estamos tan solo a cinco kilómetros de la frontera con el estado de Nayarit, en el pueblucho San Fernando de Carracas, que se trata básicamente de dos calles principales y otras dos que las cortan en cada extremo dando la sensación de un campo de fútbol, ahí se encuentra la escasa actividad comercial y de ocio. Alrededor se desperdigan algunas colonias donde los pequeños y miserables esclavos de los capos del narco, viven con la venia de sus amos ricos. Los hombres del campo cultivan absolutamente nada, salvo maíz y frijoles, que junto con algo de carne de puerco, es lo que comen los más pobres; y todo ello gracias a un río maloliente que ni humedad aporta al municipio. El río Bolaños, más que un río, es un chiste en esta orografía.
Es un lugar que desde el aire aparenta lepra o costras en la piel, un salpicado de pequeños lugares de abundante vegetación con alguna laguna entre tierras áridas y marrones.
Como el cabello de un paciente de quimioterapia.
Jalisco proviene de una mezcla de varias palabras náhuatl y viene a significar: En el arenal.
A veces aciertan los primates.
Este pequeño valle o planicie entre montañas, en general está bien, sería un buen lugar si no fuera porque están ellos, los primates. Desde hoy, habrán menos, soy bueno arreglando cosas.
El macho mexicano es de los más dignos de todos los primates, es puro valor y toda esa mierda; pero vende su culo al primer tipo con botas de vaquero puntiagudas y coloridas con el que se cruza. Ahí se encuentra el verdadero alimento de muchos primates rurales del México profundo, en obedecer a su amo y matar a otros primates con menos suerte que él, sin ningún escrúpulo, como quien mata cerdos. Ellos mismos, en el pueblo, deciden a quien matar, es un juego de idiotas y una deuda se salda matando a toda una familia, con la misma facilidad con que les cortaré a todos la cabeza, y la de sus hijos y nietos.
Pero cuando ellos tienen que morir, gritan como mujerzuelas clamando por su vida, hasta la polla me ofrecen para que los deje vivos.
El bebé muerto, con la cara devorada por las ratas, eleva sus puñitos cerrados por el rigor mortis al cielo.
Como si le hubiera dolido morir.
De hecho, no ha dejado de llorar durante una hora y media. Hasta que se ha vaciado de agua, minerales y vida.
Me conforta su silencio, su inmovilidad y el aroma a descomposición que empieza a emanar. Los pequeños chillidos de las ratas son  música ambiental comparados con los gritos de los trabajadores y servidumbre de la hacienda que mis crueles han masacrado.
Las ratas me conocen, como todos los seres vivos, saben que allá donde me encuentro, hay comida abundante. Y aparecen respetuosas.
Sí... Hacia ese sol de mierda parece clamar el pequeño cadáver. Este sol que calienta ochocientos metros antes que en otros lugares del planeta, radiando en esta tierra infecta de narcotraficantes que hacen de sus casas moteles de carretera de un fastuoso mal gusto, porque la elegancia va con la inteligencia, no con el azar. Se nace inteligente, ergo elegante. Cuando regresemos tras darle una buena lección al Prieto Ginés, van a tener que vivir en las madrigueras de los armadillos los que ostentan sus fabulosas casas allá en el pueblo.
Palurdos primates muertos de hambre con mierda en las tripas, os mataré a todos, mataré hasta vuestro futuro.
El Aston Martin, atravesó las calles y los caminos con una elegancia que estos monos en su vida han conocido, si me hubiera bajado del coche, se hubieran dado madrazos por comerme la pinche verga.
Talmente como si fuera alemán.
El rancho del Prieto Ginés, se encuentra cuatro kilómetros al sur del pueblo.  Una carretera polvorienta que las ruedas de mi Aston Martin devoran veloces.
El tiempo es extraño, apenas han pasado tres horas desde que llegamos a la Hacienda Ginés y han muerto tantos... Es hermoso matar.
Deberíais hacerlo a menudo, os lo recomiendo. Incluso es terapéutico. Podríais empezar con muertes sencillas, por ejemplo: vuestros hijos y vuestras mujeres.
Un tipo con un cuerno de chivo nos detuvo a la entrada del rancho, apuntándonos con esa mierda de fusil. Salió tras las puertas de hierro forjado del arco de entrada. En letras rosas, sobre las dovelas, figura el nombre de la hacienda. Dos columnas redondas de mármol sostienen el arco, para darle la apariencia de burdel que alimenta el gusto de los narcos. En cada puerta, hay dos iniciales grandes y doradas HG.
- ¿Que hacen aquí, güeros? A chingar a otro lado, cabrones -gritó el pendejo.
Si no me diera asco hablar con vosotros, le hubiera explicado que llegábamos para matarlos a todos entre increíbles sufrimientos, porque nadie puede matar más que Yo.
Si alguien pretende matar más que Yo, le demuestro que está equivocadísimo. Por otra parte, siento un predilecto asco por los primates provincianos que se creen príncipes en su polvorienta tierra de mierda.
Así que bajé la ventanilla, le mostré un billete de quinientos pesos y se acercó lo suficiente para que le disparara en el bigote con la Desert  Eagle .50 (tiene una capacidad destructora como ninguna otra arma portátil que haya conocido), con lo cual, media cabeza desapareció, de quijada inferior para arriba.
-Te valió madres -le dijo mi preciosa Dama Oscura al cadáver mientras caía.
Y nos reímos con ganas.
Pisé los casi cuatrocientos caballos de potencia del acelerador y durante tres segundos formamos una polvareda que debieron ver hasta en el DF.
Una vez pasamos el arco pisando el cadáver del primate con las ruedas, seguimos el camino bordeado de copales. A escasos metros de la entrada la Dama Oscura le pegó un tiro en la espalda a un niño de piel muy oscura, de unos diez o doce años que pedaleaba veloz hacia el rancho para avisar de nuestra llegada. Mi pene se puso duro como una piedra al ver el agujero en ese pequeño y escuálido lomo. Estas cosas siempre me emocionan.
El bebé, de dos meses, que mira al sol con sus ojos muertos, es hijo de Guadalupe Hidalgo, una de las principales furcias y esposa oficial del narco. Está muerta por mí, atada a la pata de un banco de la rosaleda, con las piernas separadas y atadas a dos estacas. De su coño de mierda salen y entran un par de escorpiones y escarabajos.
Sus pezones amputados se han podrido antes que su cuerpo, se los pegué a la frente con pegamento instantáneo, el mismo que usé para pegar sus párpados y no los pudiera cerrar; para que no se perdiera ni un segundo de como su bebé se desecaba bajo el sol.
La rosaleda  del inmenso jardín del rancho huele a carne en descomposición en lugar de a rosas, y las moscas prefieren la carne que las flores.
El Prieto Ginés se convulsiona con escalofríos intermitentemente, está atado de manos al pedestal que soporta una torpe, tosca e infantiloide estatua de Juan Malverde (una figurita como hubiera hecho su hijo con pastelina, si hubiera vivido), junto a una pequeña capilla realizada en mármol blanco y donde hace sus mandas cada vez que cierra un negocio de transporte o venta de drogas o debe liquidar a algún competidor.
La Dama Oscura ha clavado en cada riñón del Prieto un fino tubo de acero y por ahí no ha cesado de manar una sangre sucia que lo está matando lentamente, lleva dos horas y media con los catéteres clavados y la infección ya se refleja en su piel. Su sangre se está envenenando por momentos.
Tal vez se deba también a su pene, se lo he estrangulado en la base, con un alambre oxidado que he encontrado en los establos. He matado a todos los caballos de monta, con una moto sierra he cortado la cabeza de Caprichoso y la he tirado a los pies del Prieto.
Su pene, bastante pequeño, está completamente negro, la sangre dejó de llegar a ese miembro hace un buen rato, le ha dolido tanto que se ha quedado afónico de tanto gritar. Si no estuviera medio muerto y en un sopor delirante, estaría gritando como un verraco.
En pocos minutos más, su sistema circulatorio estará tan lleno de infección que moriría de shock séptico si le diera tiempo.
Da igual que seas mexicano o polaco, si tienes mucho dinero te aferras a la vida como un cabrón. El dinero, entre otras cosas mejores, hace cobardes a los primates.
Ante mí, la cobardía es orina entre sus piernas, siempre. Es lo que tienen en común todos los monos que mato, destrozo, descuartizo, violo, torturo, escupo y me follo vivas o muertas, o vivos o muertos. Si hay que hacer daño y vejar, se hace independientemente del sexo, soy alguien respetuoso con la igualdad de géneros.
Hacienda Ginés, se compone de una casa de tres plantas de quince habitaciones, con techo de tejas, ventanas entre arcadas y balcones en cada estancia, dos establos para animales de tiro y de crianza y otro para caballos de monta. Además, hay tres bloques de apartamentos de tres plantas de arquitectura sencilla, balconcito por piso y un patio comunal que recibe las entradas y salidas de los tres bloques de apartamentos y donde conviven todos los vecinos como lugar de encuentro y fiestas. Allí se alojan permanente trabajadores, sicarios, y servidumbre con sus respectivas familias.
Unas grandes naves que hacen de  almacenes o bodegas, están muy cerca de las viviendas, separadas por un perímetro de alambrada; seguramente para evitar que los niños entren a jugar.
Los encargados de alto rango, los que gestionan los asuntos del cártel, son los que viven en sus grandes casas (tipo mansiones de pacotilla) en el pueblo.
Hay una casa de juegos infantil y una palapa para las comidas al aire libre, para los dueños de la casa principal y sus invitados.
Hay un gran jardín a treinta metros de la entrada principal de la casa, con una rosaleda circular, una glorieta central con un mirador octogonal de madera en color blanco y celosías para frenar el sol,  allí se encuentra la capilla del mentado Malverde y otra para la virgen Guadalupe, ambas se encuentran en un extremo de una fuente ornamental de cincuenta metros de largo.
Y por supuesto, un pequeño zoológico con tres tigres blancos siberianos, que el Prieto Ginés alimenta con trozos humanos. Todos los narcos tienen un zoo y unos tigres.
Que le canten corridos a un asesino analfabeto, es lógico; el pueblo es ignorante es idiota y ante todo, necesita creerse toda la mierda que le digan para dejar que maten a sus hijos por unos pesos o dólares y tener la conciencia limpia. Y así se consuelan que han tenido el honor de morir por una causa justa.
En la casa de juegos infantiles, hay un sótano donde se encuentra un pequeño set cinematográfico con trípodes, cámaras y focos de iluminación. También hay una buena colección de objetos y juguetes sexuales y disfraces.
En un cuarto hay cuatro congeladores, dos de ellos tienen en su interior los cadáveres de tres niñas que deben rondar los doce años, apenas tienen formados los pechos y el vello de sus montes de Venus es incipiente.
El Prieto las apuñaló por la espalda mientras las sodomizaba, está en las películas y sus anos congelados conservan la sangre que brotó junto con los excrementos.
Es habitual que los capos de los cárteles se follen o cojan a las niñas de los municipios de su influencia. Tienen derecho de pernada, como los antiguos señores feudales.
Y secuestrar esas niñas, es la labor de la policía municipal, mantiene un constante suministro de mini mujeres al Prieto Ginés.
Bueno, mantenía...
Nada nuevo bajo este sol de mierda.
Lo divertido es que el narco corrido del Prieto Ginés, no cuenta como le revienta el esfínter a una niña de doce u once años y luego la apuñala y se lleva sus bragas a la nariz ante la cámara. Lo malo, es que los propios padres, saben lo que ocurre con sus hijos, pero los pesitos del Prieto, dan para mucho silencio y bienestar, al fin y al cabo, pueden tener más hijos.
En una tierra de mierda, los seres humanos son mierda.
Unos metros antes de llegar a la casa principal, detuve el Aston y caminamos hacia las viviendas de los trabajadores. El Aston Martin no tiene un sonido discreto.
 Queríamos dar una sorpresa al Prieto Ginés, al famoso narco justo y Robin Hood de los pobres.
No mames...
Pinche México.
Es domingo y a las ocho de la mañana, el personal apenas había comenzado a trabajar, solo se encontraban dos sicarios dando vueltas desganadas alrededor de la casa principal con sus Ak-47 relucientes y dorados.
Antes de proseguir el camino, los matamos a cuchilladas. Yo invadí sus mentes y la Dama Oscura abrió sus vientres con una daga y dejó que los intestinos cayeran al suelo. Luego un tajo en la garganta y la muerte rápida y eficaz.
El resto de personal estaba despertando y las mujeres preparando el desayuno para los niños y los adultos.
Tras haber cortado el cuello a los dos guardias que rondaban el perímetro del núcleo de viviendas, nos acercamos sigilosamente hasta el patio comunal. Habían largas mesas con bancos de madera formando un gran comedor. ¿Por qué ponen guirnaldas de papel todo el año en todos los patios y jardines? Son tan cursis...
La servidumbre que hacía los trabajos de limpieza y cocina en la casa principal ya estaba acabando de desayunar y hablaban animadamente frente a unas tazas de café.
Hay casi medio kilómetro desde la casa principal a las viviendas de los trabajadores.
Los que dormían en la casa principal no despertarían por lo que iba a pasar en aquella parte lejana de la hacienda.
Volvimos de nuevo al conjunto principal paseando tranquilamente. Entramos al gran jardín frente a la casa y encendiéndome un puro, con la mano de mi Dama Oscura metida en mi bragueta y acariciándome el pene, conjuré a mis crueles.
Primero fueron hologramas, en apenas cinco segundos el hedor de su pelaje, sus gruñidos y su hostilidad eran tan tangibles como cualquier árbol o flor de aquel jardín.
Las sesenta bestias hicieron un círculo en torno nuestro, nos adoraban y nos prestaban atención entre gruñidos.
-No quiero ni un solo primate vivo de aquella zona, mis crueles. Devoradlos, descuartizadlos. Ninguno tiene que salir vivo de allí. Id a por ellos.
Mis crueles son jabalíes de cien kilos de peso, pero se ponen en pie como los osos y superan el metro setenta. Sus pezuñas, de hecho, son idénticas a las de los osos, solo que las uñas que forman sus garras, son excesivamente largas y afiladas, les atormenta caminar con ese dolor de las uñas dobladas, pero eso los hace aún más letales y sanguinarios. Sus hocicos alargados de puerco, muestran una dentición serrada, no hay incisivos o molares, sus fauces están repletas de colmillos, tantos que ellos mismos se lastiman las fauces al gruñir. Su inteligencia es prodigiosa, no hablan porque no se lo permito, los creé sin cuerdas vocales, al fin y al cabo, no tienen nada que decir; solo han de obedecer. Sin embargo, sus ojos son escalofriantes para cualquier primate, brillan de odio y de una inteligencia enfocada solo para la caza y el asesinato, no tienen párpados y eso los hace especialmente demoníacos.
Qué otra cosa si no...
Debido a la falta de belfos, siempre cae de sus fauces una baba espesa que los convierte en una imagen de pesadilla. Cuando trotan a cuatro patas, lanzan ronquidos asmáticos, y al ponerse en pie, su gruñido de combate se hace profundo y grave. Tienen el don de sonreír al matar. No es apariencia, son felices con vuestro dolor y vuestra carne entre sus dientes y garras.
Mientras la Dama Oscura me llevaba a uno de los bancos de la rosaleda y se arrodillaba ante mí para mamármela, los crueles ya estaban haciendo su trabajo, mi fino oído oía el lamento de hombres, mujeres y niños.
Antes de eyacular en su boca, uno de mis crueles se acercó hasta nosotros, con ese sonido asmático y entrecortado que parece una risa maligna; su pelaje estaba ensangrentado y entre sus fauces había una cabeza de niña. Aunque la quijada inferior había desaparecido, aún se mantenía en el cabello claro un lacito (en mexicano un moñito) de color azul cielo.
La dejó caer ante nosotros junto con gruesos filamentos de baba maloliente.
Todo iba bien, le acaricié los colmillos y hubiera cerrado los ojos de placer si tuviera párpados.
-Vuelve con ellos, matadlos a todos y luego esperad ante la casa.
Cuando dio la vuelta, observé que se movía con incomodidad: en la pata trasera llevaba un trozo de carne clavada en las afiladas uñas, un pequeño brazo. No era consciente de ello. Los crueles se embriagan con  la sangre de primate, entran en una especie de éxtasis donde cualquier otra cosa que no sea devorar o descuartizar no importa.
Eyaculé en los labios y sobre los potentes pechos de la Dama Oscura, acariciándose mientras tanto con brutalidad el clítoris y gritando un orgasmo.
-Vamos a despertar a la familia Ginés -le dije besando sus labios cremosos de mi propio esperma negro.
Abrimos la puerta de la casa y entramos en aquel horror de decoración ranchera de pieles de vaca por todas partes, cuernos y horripilantes cuadros de jinetes mexicanos. Sentí náuseas.
El sonido de sus respiraciones y el olor de sus pieles nos llevó a la habitación, en el piso superior. Una cama rodeada por un dosel anti mosquitos y la cuna a los pies, también protegida.
Penetré en la mente de Guadalupe y anulé el control de su cuerpo. Con ese bello rostro horrorizado y derramando lágrimas por sus brillantes ojos verdes, se incorporó desnuda. La Dama Oscura la empujó hacia la puerta y sacó al bebé de la cuna tomándolo  por los pies, pasó frente a la madre con el bebé colgando cabeza abajo y casi perdí el control de su pequeño cerebro ante la angustia de ver su hijo así.
Guadalupe seguía a la Dama Oscura con un llanto incontenible, pero como un perro sigue a su dueño dócilmente.
En el jardín, clavó dos estacas le ató las piernas a ellas, bien separadas y su torso a la pata de un banco de hierro forjado. Desnudó al bebé y lo dejó en la ya caliente grava blanca que cubría los senderos del jardín. Le devolví el control de su cuerpo observando al Prieto Ginés. Los gritos se escucharon claramente.
-Mi hijo. Sáquelo de ahí, el sol lo va a matar, solo tiene dos meses.
La Dama Oscura no respondió, se limitó a escarbar entre las piernas abiertas en el suelo y emergieron dos escorpiones que enseguida se acercaron curiosos a su vagina abierta y clavaron sus aguijones en aquellos apetecibles muslos.
El Prieto despertó alarmado por los gritos de su mujer, me saqué el puñal de entre los omoplatos y le coloqué el filo entre los dientes, por puro reflejo abrió la boca y el filo entró en contacto cómodamente con las comisuras de los labios.
El hedor del cuchillo con su filo sucio de sangre y carne podrida, le provocó una arcada y ante aquel movimiento, sin que yo hiciera nada, su boca se amplió tres centímetros más por cada lado, la sangre que manaba por sus mejillas y desde su boca hacia afuera, era realmente alentadora. Hermosa...
- Levántate, mono de mierda, vamos a ver tu hijo y a tu guarra en el jardín, vamos a tener una mañana mexicana. ¿Te parece bien, subnormal?
-Tú no sabes dónde te has metido, güero -intentó decir a pesar del cuchillo entre los dientes y la sangre que tenía que escupir continuamente.
Lo ayudé a ponerse en pie, le di una patada en el culo y bajó las escaleras rodando,  los escalones eran un tanto mullidos por la alfombra que los cubría y no se hizo mucho daño. Le clavé dos veces el puñal en las nalgas como hacen con las reses para que se muevan deprisa.
Cuando salimos al exterior, había una montaña de cabezas, brazos y piernas frente a la entrada del jardín. Los crueles me sonreían mirándome fijamente.
-Ya no tienes servidumbre, Prieto. ¿Por un momento te has pensado que podías ser más feroz y cruel que yo, provinciano de mierda?
Le corté el tendón de Aquiles del pie derecho para que no corriera y se derrumbó con un grito, los crueles lo devorarían en un verbo y no quería una muerte tan rápida.
Me acerqué al montón de restos humanos que los crueles habían formado y tomé una  cabeza de mujer de largo pelo negro, sus ojos estaban girados hacia arriba y adentro, la lengua colgaba entre los labios y la tez estaba amoratada por el trauma de la decapitación. La llevé frente a mi rostro y me metí en la boca su lengua, besé aquella muerte y luego  mordí, mastiqué y escupí la lengua.
El Prieto Ginés gritaba de dolor y de horror.
Tomé la cabeza de un primate, pero su lengua no estaba fuera, era un tipo de unos treinta años, de piel color bronce, de pobladas cejas negras y nariz aguileña, un tipo grande debía ser. Le separé las quijadas haciendo palanca con el puñal y metí los dedos para sacar su lengua.
- ¡A ver, machote! Quiero ver si eres tan feroz como yo. Bésalo y cómete su lengua.
Le dije lanzando la cabeza donde estaba tirado y perdiendo sangre por el talón.
-Una mierda, hijo de la chingada. ¿Te envía el Cruzado? ¿Quiere sus mil kilos de coca? Pues le valió madres, porque ya está en San Diego, pendejo.
-Cómete esa lengua.
-Tu chingada madre -respondió.
Le puse un pie en la mano, derecha, me agaché y le hice saltar una uña con la punta del cuchillo, luego otra y otra más.  Se meó, se cagó y cuando iba a arrancar las que le quedaban en esa mano, tomó la cabeza por el pelo y mordió la lengua que asomaba, la arrancó, la masticó, la escupió y vomitó.
Y lloró.
-Tengo un chingo de plata en la casa, joyas, diamantes, oro. Llévate a la Guadalupe y déjame a mi hijo.
Como respuesta, le pinché el globo ocular derecho hasta que se deformó al vaciarse de líquido. Gritó tanto, que sus mejillas se desgarraron aún más.
-Vamos cabrón -invadí su mente para que se pusiera en pie y caminara como pudiera hacia la rosaleda del jardín.
La Dama Oscura había ido al coche y traía una bolsa de deporte colgada del hombro, estaba sudando y se había quitado la blusa roja, dejando su torso desnudo, con los pechos cubiertos por un sostén de blonda blanca que resaltaba sus oscuros pezones.
Nada que ver con la mona que estaba muriendo envenenada frente a su bebé que lloraba sin cesar y tosía casi ahogado con sus pequeñas lágrimas y babas, mientras su delicada piel enrojecía por momentos.
El cuadro era fascinante.
Tomó al Prieto por un codo y lo condujo como si fuera un deficiente mental hacia el pedestal de Juan Malverde, allá lo ató de manos.
Mientras ella hacía su trabajo: insertar los catéteres (que había sacado de la bolsa) en su riñones, yo me di una vuelta por los establos y el zoo. Los gritos del Prieto Ginés hacían eco en toda la hacienda. Era un momento hermoso y perfecto.
En los establos fue donde maté a los caballos a balazos y me hice con la cabeza de Caprichoso para obsequiársela al Prieto. Luego fui al mini zoo, abrí las puertas de las jaulas de los tigres y regresé.
El bebé ya estaba agonizando, su pequeña caja torácica apenas se movía.
La madre estaba llorando mirando al suelo, fue cuando saqué el pegamento de la bolsa y le pegué los párpados sobre el arco superciliar.
-No puedes perder de vista a tu hijo, eso es ser una mala madre.
Como no acababa de despertar, le amputé los pezones. En ese instante sí que recuperó su vitalidad y consciencia, se los pegué a la frente y la Dama Oscura la fotografió.
El Güero no podía mantenerse apenas en pie, colgaba de sus ataduras. Los  catéteres que le asomaban por la zona lumbar, eran escalofriantes.
Junto con la cabeza de caballo, me traje un trozo de alambre con el que estrangulé su pene, no cesó de gritar como una niña: que lo dejara ir, que no le hiciera más daño. Que me daba la casa, la hacienda, me lo daba todo.
Como toda respuesta, le dejé la negra cabeza de su caballo a los pies.
-Todo es mío, todo me pertenece, primate. Eres tan idiota que ni viendo lo obvio puedes comprender. Monos de mierda...
La Dama Oscura estaba preciosa, con su dermis perlada de sudor, pero la veía agobiada.
-Ven, mi Negra Dama, vamos a la sombra.
Y fuimos hacia la glorieta y su mirador blanco, nos sentamos bajo su techo, las celosías y su juego de sombras nos dieron consuelo. Al cabo de unos minutos, cuando me fumé un cigarrillo, me arrodillé frente a ella, separé sus piernas, corté su braguita negra y dejé su vagina desnuda. Hundí mi lengua en aquellos labios pringados de un humor espeso y dulce. Se corría en mi boca clavando las uñas en mi cuero cabelludo.
Sus gemidos compitieron en potencia con los del Prieto Ginés, y ganó.
Tras un buen rato escuchando los relajantes gemidos de la agonía primate, volvimos hacia las capillitas. El bebé ya había muerto y le di una patada para apartarlo de mi camino. La madre sufría espasmos y a los escorpiones se habían unido unos grandes escarabajos que usaban su vagina de alimento y refugio.
Le di una patada en la sien y su cabeza giró violentamente a un lado, pero sin resultado.
Cambié de lado y le volví a dar otra patada. Entonces sí, su cuello crujió y se partió creando un extraño bulto bajo la piel.
Y aquí estamos es este preciso instante, ya a solas con el Prieto Ginés, que ha visto horrorizado como su hijo ha rodado inerte por la grava y lo que queda de su hermosa Guadalupe.
-Mi 666, voy a ir a los almacenes, debe haber vehículos y armas, los necesitaremos para volver al pueblo -me susurra al oído acariciando mis cojones por encima de la bragueta.-Ya tengo hambre...
Le sonrío y después presto atención al rostro amoratado y lleno de varices infecciosas del Prieto Ginés.
Meto la punta del cuchillo en una de sus fosas nasales y corto hasta llegar al hueso, hacia arriba.
Luego hago lo mismo en la otra fosa. La presión del dolor y de su ritmo cardíaco, hace que el líquido de los catéteres mane más abundante.
Entre los rosales aparecen los tres enormes tigres blancos, preciosos, valiosos, admirables...
Hambrientos, nadie les ha servido aún la comida.
Se acercan a mí, arrastrando sus vientres por el suelo, gimiendo.
-Hermosas bestias -les digo.
Varios crueles nos observan con sus ojos encendidos de inteligencia y maldad, sonriendo, dejando caer sus babas sobre sus propias garras.
Los tigres se han puesto en pie sobre sus patas traseras y apoyan las delanteras en mis hombros, se apoyan el uno en el otro para llegar a lamer mi rostro con sus ásperas lenguas. Me atraen hacia ellos con sus garras articuladas para hacer más cercano el roce. Los acaricio, en la cabeza, en el cuello, en sus belfos.
-Preciosos míos... Aquí tenéis comida, y en los establos hay más, primero comeos esta carne que aún está fresca.
Me siento en el banco donde está la Guadalupe con su cuello roto, me enciendo un Partagás y admiro como uno de los tigres muerde el pene muerto del Prieto y se lo arranca lentamente, sin prisas. Los gritos del primate son muy débiles y los gruñidos hostiles de los tigres son mucho más potentes.
Otro tigre lame y arranca trozos de carne del pie cuyo tendón corté.
Y el tercero se come los dedos sin uñas de la mano.
El Prieto Ginés va desapareciendo lentamente bocado a bocado. Apenas soy consciente de que un cruel se ha estirado a mis pies y estoy acariciando su cabeza hedionda, pegajoso el pelaje de sangre coagulada. Está arrancando jirones de piel del cuello de la Guadalupe distraídamente.
Otro cruel está masticando y quebrando ruidosamente los huesos del bebé entre sus grandes fauces.
Escucho el ruido de un motor a la entrada del jardín.
Cuando me levanto del banco, uno de los tigres está intentando romper el cráneo del Prieto, los otros han abierto el abdomen y están comiéndose sus vísceras a medida que caen o metiendo sus inmensos hocicos allá adentro.
Está a punto de morir y penetro en su mente y lo obligo a callar, para que me escuche mientras muere.
-Nadie puede matar más que Yo. Nadie puede causar tanto dolor como yo. Y si un primate como tú, intenta usurpar mi lugar, morirá y toda su descendencia con él. Como han muerto tus otros tres hijos en las viviendas que los crueles han masacrado. No ha quedado nada de ti, y en el pueblo no quedarán ni tus primos, ni tus hermanos, ni tu papá, ni tu mamá. El abuelo morirá también. No aportarás nada al futuro, tu mueres y toda aquella sangre cercana a ti, será alimento de árboles e insectos. Y ahora, a la chingada, cabrón.
Antes de que pueda lanzar por fin un grito, uno de los tigres atenaza su cuello y le arranca tal trozo, que la cabeza parece que va a caer.
Se acabó el prieto y puto Ginés.
Me dirijo hacia la casa, un cruel  está intentando sacar con las garras una bala del lomo de otro que sangra profusamente.
Tomo el  cuchillo de mi espalda y hurgo con la punta en la herida del lomo para extraerla. El cruel lame mi mano agradecido.
-Dejad a los tigres, no los devoréis -les digo.
La Dama Oscura está sentada al volante de una Suburban negra.
Se apea y se dirige al portón trasero y lo abre: hay quince lanzacohetes y diez cajas de granadas incendiarias, en total, doscientas unidades.
Es casi la una del mediodía, yo también tengo hambre.
Llegaré al pueblo, me detendré en las colonias adecuadas, dispararé los cohetes contra las casas más importantes y si sobran también contras las humildes.
-Espérame en Cortapico y pídeme unas puntas de res con cebollitas asadas, mi Oscura. Descansa, no tardaré en llegar.
Cortapico es un pueblo que se encuentra en el cercano estado de Nayarit.
Le beso la boca y le oprimo un pecho hasta sentir que se le corta el aliento.
Me subo a la camioneta y ella se dirige al Aston Martin, con su torso descubierto.
La minifalda negra muestra parte de sus nalgas desnudas, las braguitas que le he cortado y arrancado las llevo en el bolsillo como un trofeo.
No puedo permitir que se encuentre con una bala o con un trozo de metralla, ella no es inmortal como Yo. Si ella muriera, destruiría toda la vida humana en menos tiempo de lo que ese "chingao" Dios, creó el mundo.
En menos de media hora, habrán muerto más de trescientos primates ardiendo con el fósforo de las granadas o aplastados por escombros que los cohetes harán de sus casas, de su pueblo, de su mundo, de sus vidas...
Haré más grande y profunda la pobreza.
Y Dios, seguirá mirando con sus ojos idiotas a sus querubines con lascivia.
El domingo descansó Dios tras crear al mundo, tal vez por eso no ha prestado demasiada atención. O simplemente se ha lavado las manos como lo hizo Poncio Pilatos con su hijo.
Idiotas...
Siempre sangriento: 666.







Iconoclasta

11 de abril de 2014

La razón de la ablación del clítoris


Dicen que no se sabe a ciencia cierta el porqué de esta costumbre, como tampoco se sabe a qué se debe que los judíos se mutilen el pene. Yo lo sé y además no se trata de un gran misterio antropológico. Solo requiere saber uno en que mundo vive, quien ha vivido y quien vive.
La ablación del clítoris es anterior al islam y la circuncisión anterior al judaísmo.
Como lo es la envidia, la vanidad, la pereza, la indiferencia, la imbecilidad (lleva directamente a la ignorancia) y la cobardía.
Y como las religiones son oportunistas y se acogen a todo aquello que pueda causar represión, es natural que los sacerdotes de cualquier religión usaran estas mutilaciones como acto de fe y pureza.
En el caso de los judíos, la circuncisión es simple como una pelota: sin prepucio el glande se seca y tiene menos sensibilidad, con lo cual no perdían tanto tiempo violando y follando judías.
La higiene no es pretexto, yo tengo el pellejo y no se me cae la polla al suelo de podredumbre e infecciones, y eso que ya soy mayorcito.
Que luego la convirtieran en un símbolo religioso, es puro oportunismo de los sacerdotes, como ocurre hoy día en cualquier época del año.
En el caso de la ablación del clítoris hay mucha más cobardía, rencor y vergüenza. No hay que buscar oscuras razones si uno conoce a la humanidad. Si a una mujer se le roba el derecho a sentir placer, es porque los machos de esa sociedad no saben follar, o bien son precoces, muy precoces. Y torpes como la puta madre que los parió.
Es natural que quieran mutilar a sus mujeres, ya que éstas sacan más placer orinando que siendo penetradas por sus machos. Y las noticias corren que vuelan.
El miedo y la frustración llevaron a arrancar el placer a sus mujeres para que quedaran ignorantes de que sus machos eran incapaces de hacerlas gozar. Ésta es la razón y no la mierda de excusa de la "pureza en el matrimonio". Los idiotas son ellos, no yo.
En cuanto a la reproducción: también se reproducen los cerdos, nada que alabar. Dejar preñada a una mujer no requiere más que diez segundos en muchos casos.
Hay seres humanos de primera, segunda, tercera y cuarta calidad. Estos machos que obligan a la ablación de sus mujeres, son de cuarta (perfectamente sacrificables y agotan recursos del planeta para no aportar absolutamente nada más que una genética defectuosa).
Hay razas humanas que no deberían existir. Deberían haber ONGs encargadas de esterilizar los genitales de estas ratas humanas.
Vale la pena reseñar que el islam prohíbe esta mutilación, pero como de seres tarados (dignos de campos de concentración nazis) hay sobre todo en África, los musulmanes son los que más la practican.
En menor medida se hace en Europa, América, Australia y Asia.
Los alfaquíes tradicionales de algunas sectas islámicas que se pasan por su ineficaz pene la prohibición del islam, creen que es necesario destrozar y coser la vagina de sus mujeres para "reducir sus deseos sensuales excesivos".
Excusa perfectamente lógica dentro del rudimentario, cobarde e hipócrita pensamiento de estas bestias homínidas que tienen un pene que solo sirve para ser ordeñado y dejar hambrientas a sus mujeres. Las cuales se reirían de ellos en la aldea al verlos entrar cargados con unos monos para comer y prometiéndose con su vecina, que se montarían una buena tijera o tortilla a la mañana siguiente, cuando los machos salieran de caza de nuevo.
La ablación es producto de la vergüenza de una genética tarada, de la envidia y del miedo al ridículo. Los sacerdotes, gentuza con un poco más de inteligencia que la media, obtuvieron con ella una buena herramienta de represión para dar gusto a los deficientes mentales machos.
Así que eso de la tolerancia con otras culturas, que se la metan en el culo, porque llamar cultura a una piara de cerdos envidiosos y asesinos porque no saben follar, no es una cultura, es una basura que hay que limpiar.
No es una cuestión de racismo.
Culturalmente costaría decenas de años erradicar esa costumbre y mientras tanto, seguirían sufriendo y muriendo niñas a manos de las viejas cerdas curanderas que se dedican a esta mierda.
Requiere dejar que estos grupúsculos de seres de cuarta categoría se mueran ellos solitos de hambre y enfermedades o arrasar con algún arma química sus aldeas.
Porque de decenas en decenas de años, hay millones de niñas muriendo gracias a la hipocresía del respeto a la diversidad étnica, donde entran toda clase de bestias que poco tienen que aportar, y peor aún hacen peligrar la humanidad, ya que alguno de ellos podría pasar sus genes defectuosos a otros grupos étnicos. Cualquiera puede viajar en avión a precio low cost.
Y no merece más atención esto de la mutilación ni más razonamientos que solo permiten dar tiempo a que torturen y asesinen a más niñas.
Así que toda esa piara de inútiles de las organizaciones humanitarias y pro derechos humanos que agrupan a un montón de países, se pongan a trabajar de una puta vez y arrasen esa porquería de aldeas y ciudades y salven de una puta vez a las criaturas que sufren.
Y sobre todo, buen sexo y a esforzarse, que follar no es meterla y correrse si eres un poco inteligente.
(Más que nada para que tu santa no se ría de ti demasiado. Hay que echarle ganas, chavales).
Buen sexo.










Iconoclasta