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9 de marzo de 2025

lp--Pobrecito mío--ic


Amanece lloviendo en una mañana bellamente oscura, relajada de luz, con el sonido acolchado que el bajo cielo rebota sin matices, sordamente, como un susurro en el oído. Es un día a juego con la piel de los cadáveres y la silente inmovilidad de sus pulmones.

Con el pensamiento oscuro llega la serenidad de la desesperanza.

No hay nada que esperar, tranquilo.

Y la depresión de los pusilánimes que intuyo, allá muy lejos, me provoca un conato de gozo añadido.

En soledad soy puramente yo, inmune a la vergüenza y al control. Es la razón de que las emociones se derramen como un torrente dentro del cuerpo y las entrañas oscilen flotando en cálidos embates de llantos íntimos, densos y aterciopelados.

Las tristezas se extienden con ternura entrando por los ojos infectando los dedos que, deliran acariciando algo invisible y hermoso en el aire. O cierro los ojos a una brisa que porta recuerdos y emociones por las que valió la pena nacer.

Y así, indefenso a mí mismo bajo la lluvia, encuentro el cadáver de un pajarito, un ser pequeño y bello que crea una angustiosa oscuridad en el ánimo. Una cuchara tan roma como dolorosa se clava en el corazón y me arranca un trozo del alma que se me escurre por los labios en un gemido mudo.

Es el suspiro más triste del mundo, un espectáculo digno de mí.

Qué pena, pobrecito mío, que no conocía su existencia y he tenido el honor de conocer su muerte, su tierno cuerpo aún incorrupto.

Tan pequeño y tanta desolación acumulada…

Pienso y deseo que ojalá me muera antes de ver otra naturaleza muerta.

Me siento ruin de seguir vivo ante esta hermosa y pequeñita vida que fue.

Purgo la pena dedicándole mis inútiles mejores deseos, un adiós tardío y una pena atómica.

Pareciera que acumulo muertes. Soy el contador de los cadáveres más bonitos del planeta.

Conozco ese dolor de la muerte en sus garras cerradas y crispadas.

Una certeza dolorosa.

Los salmos sabios del horror y la pena.

Lo conozco tan bien…

Siento tanto que haya sentido esa angustia, la certeza del fin durante una pequeña fracción de tiempo.

Pobrecito mío…

Y yo tan vivo de mierda, como un puto cobarde.

No puedo evitar quererlo ahora que está muerto helándose en un frío charco, con los ojos tan abiertos, mirando el cielo al que ya no volará.

No puedo sentir indiferencia. Por favor…

He perdido un trozo de alma y hay un agujero en el pecho que me roba la respiración.

Me duele la cabeza tan adentro que pareciera que nunca más podré sonreír.

Es hora de descansar, no quiero saber de más muerte que la mía.

Misericordia.

Estoy harto del frío en la piel tan parecido a estar muerto, de la gélida lágrima que no acaba de derramarse del párpado y amplía la visión del horror, una lupa lagrimosa y sórdida.

Y aquí entre los seres bellos, no llevo la máscara de la impasibilidad. Estoy indefenso a las tragedias mínimas.

Ojalá el próximo cadáver sea yo. Estoy agotado, cansado y triste de la peor forma posible, en libertad, en soledad. Sin que nadie interfiera en este dolor del súbito vacío.

Tan pequeño, tan bonito…

Soportando la muerte con los ojos bien abiertos.

Que valiente, pobrecito mío.

Y yo tan asquerosamente vivo.

La vida es una pesada carga, ya no quiero saber o experimentar más. Soy más sabio de lo que hubiera querido ser jamás.

Me quiero morir, aquí al lado del valiente.

Desaparecer con él.

Dios es un trozo de mierda, amiguito mío. No temas, el cerdo no existe y serás libre.

Si pudieras ser algo tras morir…

Me quiero acostar junto a él y ver las cosas que ya no ve.

Y no penar más.

Me duele inevitablemente el corazón.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


3 de noviembre de 2024

lp--El húmedo y gris otoño--ic


El otoño es el Sr. Melancolía que suaviza las estridencias de nuestra vida para prepararnos a la crudeza del invierno.

¿Qué sería de la cordura humana si pasáramos de la calidez a la gelidez al instante, sin tener tiempo de evocar y añorar tiempos amables; consolarse de que llegará la templada luz y su color de nuevo?

Tiempo para crear esperanzas y despedirse un poco más relajados.

Y pienso que algo falló en mi concepción porque siento la tristeza de que el otoño es tan breve…

Saludo al Sr. Melancolía con un “¡Al fin, jefe! ¿Por qué ha tardado tanto?”.

Nací gris y quiero mi mundo gris.

Soy congénitamente melancólico, es posible que naciera un poco muerto.

Un ser de sangre fría…

Son cosas que no se pueden elegir. Y está bien, no me molesta.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

6 de octubre de 2023

lp--Mi inexistencia--ic


Si pudiera no amarte, no podría vivir con la angustia de haber perdido la parte más importante de mi vida.

Como la niebla de las montañas es desgarrada por los primeros rayos de sol.

La solución al problema es no ser.

No es nuevo, soy mi propia evidencia.

Soy inexistencia a pesar de mi conciencia que cotorrea constantemente conmigo mismo.

Mi pensamiento está desgajado del planeta, soy ajeno a él.

Yo, mi pensamiento cruel y frío, soy como el cosmos que congela toda vida, toda sonrisa, toda lágrima y toda esperanza.

Tal vez sea que la gélida temperatura de mi conciencia me permite inexistir en este lugar de nada o muerte total.

No me parece mal, no me siento especialmente triste o turbado.

A veces divago que amé; pero es sólo un sueño. No es posible, nací tan frío que murió madre al parirme.

Acepto mi naturaleza, incluso con orgullo desmedido.

Aquí donde las almas que atraviesan la atmósfera terráquea, al entrar en el espacio se cristalizan. Desintegrándose en una muerte muda y desesperanzadora cuando se estrellan contra piedras nómadas o los planetas muertos que llenan el universo de nada y veneno.

Es un fenómeno cósmico de una bellísima tragedia.

Hermoso.

Tal vez soy Dios…



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

 

29 de enero de 2017

Frialdad y aridez



Así es el mundo sin ti, un páramo de gris sobre gris, sobre gris, sobre gris...
Si te tuviera de la mano, te susurraría al oído lo bella que es la gélida y desolada tierra.

Ojalá...

Y es que allá donde estés contagias la belleza a todas las cosas, mi hermosa mujer.
Amar es una narcosis, una continua alucinación.
Es vivir constantemente en un mundo gris y calcular sus posibilidades contigo.

Ojalá...

Amar en soledad no tiene consuelo; pero es de una pureza absoluta.
Y le da una importancia a mi vida que sin ti, no tendría.

Ojalá...

Ojalá pudiera decirte que no me gusta ese páramo helado arrasado y estéril.
Ojalá pudiera pedirte que me arrancaras de toda esta gélida aridez de grises y me dieras el calor de tus pechos.
El ardor que esconden tus muslos.

Ojalá...

Pero no puedo sustraerme a la dramática belleza del hielo.
Porque soy un pensamiento devastado y no puedo imaginar, no encajaría en un trópico de color y calidez. Lo infectaría de frialdad y grisentería como tú eres capaz de dar calor y belleza a la tierra que pisas.

Ojalá...

Como no tendría sentido un asteroide en la atmósfera, que acabaría con la pureza de su asepsia y frialdad para convertirse en una roca donde arraigara un musgo, un liquen.
Al final, solo soy una foto dramática en una revista entre tus manos.

Ojalá pudiera, mi amor.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.