Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
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29 de agosto de 2018
Besamanos y besaculos
¿De verdad es posible hoy día un grado de servilismo tan intenso, visceral y ciego como el que gozaba la chusma por sus reyes y aristócratas de épocas más oscuras y oscurantistas?
Porque si a mí me meten en la trena por hacer lo mismo que el que se ha escapado dejándome solo en la estacada, no le voy a hacer el besamanos papal y el besaculos a quien está disfrutando de unas inmerecidas vacaciones, pongamos, en Bélgica, a costa de mi libertad.
No sufro yo de tanto amor, cariño, empatía y adoración como para venerar al que me la ha metido bien (y aunque no me la hubiera metido, soy alérgico a dioses e iluminados). Hay un concepto llamado traición que parece resbalar como mierda de gato en un suelo encerado entre los fanáticos. Idéntico, igual que ocurre con el fútbol.
Tal vez sea la prueba de que la época actual es mucho más oscurantista: han conseguido extender en muy pocos años la ignorancia y su ingenuidad, el analfabetismo y su cobardía (de ahí lo de anal-fabetismo), y nuevas pseudo filosofías de exaltación de la santidad, tolerancia de mierda y bondad humana a nivel planetario, con formas de yugo y dogmas; tan familiares para alguien que haya leído con escasa atención algo sobre la historia de esta puta humanidad piojosa.
Como los habilidosos sofistas (falaces) de la Grecia clásica, han conseguido hacer de la traición y la cobardía, milagro y virtud.
Me cago en dios… Tengo que dejar de escribir de esta mierda, no encuentro final satisfactorio.
La historia de la humanidad es como una piel humana plagada de costras, tan fáciles y rápidas de arrancar que produce cierto vergonzoso y adictivo placer.
Y así hasta morir para y por nada.
Iconoclasta
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Ultrajant
14 de febrero de 2015
El Día De Los Enamorados
El amor se encuentra alojado en huecos ocultos, casi secretos, donde es difícil acceder. El amor se protege escondiéndose y constituye una prueba de fuego encontrarlo en esos rincones.
Si no fuera así, correría el riesgo de que muchos pudieran encontrarlo y convertirlo en algo vulgar.
Quien ha superado esa prueba, no admite nada más que lo que ama, su deseo se reduce a ellos mismos, crean su universo solos. El amor no son dudas, no provoca celos ni recelos, se limita a ser exclusivo.
Los amantes denodados temen y sufren cuando se aproxima El Día De Los Enamorados. Se esconden en sitios oscuros, se abrazan ocultos. Se juran que sobrevivirán y tiemblan de miedo ante la separación. Hay amantes que sobreviven, otros mueren juntos ante el terror de ese día; pero los más, se enamoran de nuevo, renacen en sus mentes otras esperanzas y el mundo se sigue poblando con las sonrisas idiotas de sus rostros.
Se han encerrado en el sótano de la casa, viven en la planta baja de un edificio de once pisos, ese sótano lo construyeron ellos en secreto, con cuidado. Con amor, paletada a paletada de tierra que sacaban.
Se han colocado una toalla con hielo encima del corazón y hablan en susurros.
—Tengo tanto miedo, mi bella... Este terror de cada año. Un día no lo superaré, soy fuerte; pero es tanto el castigo, mi amor...
— ¡Shhh...! No pienses en ello, mi amor. Eres el hombre más fuerte del mundo. Serénate, no te dejaré, no me separaré de ti jamás.
— ¿Cuánto queda para que pase el día?
—Veinte horas. Respira profundo, lo superaremos, como cada año.
Desde su encierro lleno de respiraciones contenidas y cautas llega el eco de las patrullas del Día De Los Enamorados: "¡Nuevas esperanzas, nueva vida, un amor apasionado! Disponemos de alianzas de oro a veinticuatro meses sin intereses. Desde tan solo seiscientos dólares. Ven a Walmart a celebrar tu nuevo amor en El Día De Los Enamorados". "¡Disponemos de las mejores fragancias a precios de escándalo! Con Sears el amor es un universo de aromas. Compra un pack especial Día De Los Enamorados y te llevas un ramo de rosas irisadas gratis. Recuerda: solo en Sears".
Los amantes se llevan las manos a los oídos, sienten que sus cerebros van a estallar. Se besan en la oscuridad torpemente por el ansia que provoca el miedo.
—Tres años no son nada, mi bella. Yo sueño con morir contigo día a día, hasta que las pieles se agoten. Si me encontraran y me indujeran el amor a otra mujer... Mátame, clávame ese cuchillo en el corazón, justo cuando el láser ilumine el pecho.
—No será necesario, no pienses en ello, cariño. No saldremos de aquí, no nos moveremos hasta que pase el día.
—Dijeron en el telediario que van rastrear las casas de los sospechosos. Los vecinos nos conocen, pueden delatarnos para llevarse un cupón de Hugo Boss. El del quinto piso ayer nos observó con mucha atención ir de la mano y sonrió de una forma rara. Si superamos este día, lo tendremos que asesinar.
—Lo haremos, dentro de un mes, cuando ya nadie se acuerde de este día, tiraremos alcohol bajo su puerta e incendiaremos su casa cuando duerme. Tiene piso laminado, lo he visto.
El hombre se encuentra cada vez más agitado, la mujer mete la mano en la bragueta del pantalón y masajea su pene rítmicamente, lentamente. El hombre se relaja, le abre la blusa con cuidado de no apartar las toalla con hielo y besa sus pechos con fuerza al ritmo que su placer crece.
—Así, mi hombre. Suéltalo, cálmate. Suelta esa carga de leche para tu amada. Soy tu puta, soy tu puta.
—¡Puta, puta, puta...! —susurra el hombre eyaculando.
Ella toma la mano de su hombre y la lleva a su vagina húmeda. Los dedos la penetran, le pellizcan el clítoris tan duro y sensible haciendo que resbale dura y repentinamente. Su orgasmo sube intenso y retiene el gemido mordiendo el cuello de su hombre.
Ahora respiran agitados, con las manos enlazadas.
Alguien toca el timbre del apartamento. Dos, tres y cuatro veces... Luego oyen el sonido de un taladro en la cerradura y la puerta se abre.
—Si hay alguien en la casa, aún están a tiempo de salir a recibir su nuevo código de amor para este año. Walmart, Sears y Hugo Boss, se lo agradecerán con un descuento del cuarenta por ciento en las compras de los regalos de sus nuevos amantes. Si los encontramos a la fuerza, recibirán el código de castración emotiva por un periodo no inferior a diez años. Serán incapaces de tener relaciones sentimentales y se les destinará a las fábricas y almacenes de nuestros patrocinadores durante ese período de tiempo en categoría de esclavitud. Muchos mueren, recapaciten —es la voz de uno de los agentes, sin interés, con frialdad; recita el discurso como una grabación.
De repente el sótano se ilumina y los agentes bajan rápidamente por la escalera de madera con sus codificadores láser iluminando las rústicas paredes hasta dar con la pareja.
La mujer se abraza a su hombre y éste, toma su cuchillo rápidamente del suelo, bajo sus piernas, retira la toalla del pecho de su amada y le destroza el corazón con un certero golpe.
Acto seguido, tira su toalla y ofrece su corazón al agente. Éste codifica su transductor con precisión durante cinco segundos.
—Gracias por su cooperación, Sr. Angelo, aquí tiene sus diez cupones de descuento. Su recompensa. Salga, salga a la calle y disfrute del Día De Los Enamorados. Hace un sol radiante.
El hombre se apresuró a subir las escaleras del sótano, se dirigió al baño, se duchó, se vistió con ropa limpia y salió a la calle con una sonrisa en la boca.
En el cruce de la calle 5 Este, se encontraba esperando que cambiara a verde el semáforo de los peatones y la vio.
— ¡Esther! No sabes lo que te he extrañado durante estos años. ¿Te acuerdas de aquella tarde en el zoo, cuando estábamos aún en la preparatoria? Te amo, siempre te he amado.
— ¡Mi Angelo... ! ¡Cuánto tiempo! Te amo...
Se tomaron de la mano y se dirigieron a Walmart Union para comprar sus alianzas de enamorados.
A la salida del comercio, se pusieron los anillos prometiéndose amor eterno.
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Ultrajant
23 de diciembre de 2014
Lo malo no es ser puta
"¿Te apetece coger?" le preguntó a su compañero elevando las tetas por el escote al ver un motel de carretera, camino de un pueblucho. Han visto videos porno en la oficina, han fumado mota y van calientes. Detienen el coche en el motel "El salto del tigre". ¿No es precioso y romántico?
En un sórdido, sucio y polvoriento barracón del servicio médico de una obra, pedía que se la metiera a cualquiera que le decía que tenía unas buenas chichis. Sobre todo si era güero, ario, polaco, inglés...
"Qué tetas tienes..."
"Métemela, te amo" les respondía con palabras y por mensajes de chat.
Y mostraba su título universitario entre los labios de su oscura y rozada vagina.
El burdel de la licenciada... El doctor era el portero y palanganero.
Es internacional su coño. Como el de cualquier puta del tercer mundo. Solo que las putas, tienen dignidad.
Lo malo no es ser una puta que llega a casa a besar a su marido con el sabor de otras vergas en su boca y con el coño sucio. Y sin cobrar...
Lo podrido es pretender ser la gran madre, que redime la podredumbre de su cerebro y su coño con sus hijos, un amor enfermizo y desagradable. Y los alimenta con mentiras.
Lo malo es que su cerebro es tan idiota como su coño ya insensible por tanta vanidad embutida con tantas pollas.
Lo malo es que pide que se la meta a cualquiera, sin pudor. No es cuestión de ser liberal, es una cuestión de una vanidad psicótica para un cuerpo que no vale lo suficiente para ponerlo en venta, solo para donarlo a borrachos e idiotas. A abogados, ingenieros, oficinistas, albañiles, mecánicos y algún mediocre carpintero, siempre y cuando estén suficientemente calientes y borrachos. Gente sin demasiadas exigencias.
Lo podrido, lo asqueroso es aguantar el asco y el rechazo de su marido que la huele como algo sucio. Que le mira su coño empapado con repulsión cuando llega borracha después de una sesión de acupuntura, dice.
Y ella, muy digna, evade esa mirada.
Lo podrido es aguantar la repugnancia y el desprecio de su marido en la casa, en nombre de los hijos y de una prostitución vestida de letras y llanto. Del falso dolor de algún muerto. Porque cuando sale del barracón, del carro o del motel con su agujero y boca sucias, no se acuerda del padre, solo dice: "Qué rico me has cogido" y envía un mensaje a su marido para decirle que lo ama.
Una deficiente mental que cree que todo el mundo lo es.
Su máxima aspiración es mamársela a su jefe... No tiene mucha ambición, la vanidad no deja espacio para eso.
Lo malo es que él le dice que se acabó que no la quiere, que folla con otros y le da asco su coño. Y ella le escribe poemas de amor y grita que no le llega su amor, que es un insensible.
Da golpes de mala actriz en las paredes y en las puertas.
Y dice ver fantasmas de gente que amó para ser más trascendente en su mediocre vida.
Lo malo de ser esa puta, es la hipocresía de serlo por una soledad convenientemente inventada. Cuando es una simple cuestión de vanidad, de enfermiza vanidad. De una egolatría nacida de la estupidez.
Y una borrachera la hace olvidar lo mala persona que es.
La puta lo es en su propia casa; a cambio de unos pesos, aguanta las miradas indiferentes y el desprecio que el marido siente por ella y por sus hijos, porque son la maldita excusa para aguantar a la furcia un día y otro y otro y otro...
No tiene donde ir la idiota. Unas cervezas, vodka y a tragar el desprecio que le espera en la casa de su marido, no por puta, sino por mala víbora.
Lo malo no es que la gran madre, admirada hermana y amiga de miles de seres, cumpla su primer aniversario de follar con otro hombre al que mantiene, y a su vez el aniversario de repugnancia que siente su marido por ella.
Lo podrido es que se cree divina, que sigue exhibiendo su coño, sigue ofreciendo sus chichis a quien mejor las mire y dice ser que es la mártir de la soledad. Con su coño goteando varias muestras de semen. Con el tanga del revés.
Lo malo de la puta es que no cobra y se gasta el dinero y el tiempo de educación que le debe a sus hijos sin ser necesario. Es joven la furcia que todos se tiran. Una joven con arrugas y tetas blandas...
De vientre fofo y nalgas caídas... Un pubis adiposo...
Cualquiera se la mete si omite su decadencia.
Lo malo no es ser puta, lo malo es que desde un coche en el centro de la ciudad, le griten que lo es: "¡Puta!".
Su cerebro tarado la hace sentirse famosa y divina...
Lo malo no es ser puta, lo malo es ser una mala persona, lo malo es esa vanidad de una fracasada de coño fácil y tetas apretadas en brasiers adecuados. De una vagina oscurecida de tanto usarla, encallecida.
Un coño infeccioso, porque sus trompas están cortadas y el condón ya no es necesario para evitar embarazos.
Lo malo de una mala mujer, porque no es puta, es mala como el veneno; es que arrastre sus infecciones y mentiras durante meses. Lo malo, es que conviva con el desprecio de quien un día la amó y finja ser una mujer rechazada sin razón. Lo malo es la prostitución que hace padecer a sus hijos en su propia casa.
Lo malo son los llantos y la frustración de no ser feliz en su hogar, cuando llega con el olor a semen y babas de otros hombres.
Y a todo eso lo llama depresión.
Es demasiado idiota para follar con muchos hombres que ha escogido y ser feliz en su matrimonio.
Y esa frustración la hace llorar y sentirse la más desdichada.
Lo malo es decir que ama como nadie puede amar a su marido "es mi dios, es el amor de mi vida". Para que todos crean que es la mujer más romántica y abnegada del universo; pero se mete en el coño la verga de otro, tecleando en su teléfono que enseguida llega a casa, que el tráfico está fatal.
Lo malo, es que miente y no recuerda sus embustes. No se lava las chichis saladas por las babas de otros hombres. Los moretones en sus piernas tras una "buena cogida" que la ha hecho chillar como una marrana.
Lo malo es que se cree inteligente y es un ladrillo.
Lo malo es que cree que engaña y al final llora de rabia e impotencia, no consigue gestionar adecuadamente su puterío.
Lo malo para el hombre es sentir que al final, es una pobre imbécil.
Y sentir lástima por la pobre madre ramera.
La no puta, sabe que quien la amó, le tiene asco y vuelve a casa cada día con su rictus de mujer abnegada y cansada, con su coño fértil, ahora enfermo y tonto.
Eso sí que es ser una mala puta.
No es la madre del año, no es una puta realmente.
Es solo una mala mujer, un mala persona.
Un veneno que nunca debería haber nacido.
Las putas no son malas. Nunca lo han sido.
Y se mira cada mañana en el espejo al alaciarse el cabello dejando caer una lágrima de maternidad, soledad y literatura que la redima de su miserable y mentirosa vida.
Iconoclasta
En un sórdido, sucio y polvoriento barracón del servicio médico de una obra, pedía que se la metiera a cualquiera que le decía que tenía unas buenas chichis. Sobre todo si era güero, ario, polaco, inglés...
"Qué tetas tienes..."
"Métemela, te amo" les respondía con palabras y por mensajes de chat.
Y mostraba su título universitario entre los labios de su oscura y rozada vagina.
El burdel de la licenciada... El doctor era el portero y palanganero.
Es internacional su coño. Como el de cualquier puta del tercer mundo. Solo que las putas, tienen dignidad.
Lo malo no es ser una puta que llega a casa a besar a su marido con el sabor de otras vergas en su boca y con el coño sucio. Y sin cobrar...
Lo podrido es pretender ser la gran madre, que redime la podredumbre de su cerebro y su coño con sus hijos, un amor enfermizo y desagradable. Y los alimenta con mentiras.
Lo malo es que su cerebro es tan idiota como su coño ya insensible por tanta vanidad embutida con tantas pollas.
Lo malo es que pide que se la meta a cualquiera, sin pudor. No es cuestión de ser liberal, es una cuestión de una vanidad psicótica para un cuerpo que no vale lo suficiente para ponerlo en venta, solo para donarlo a borrachos e idiotas. A abogados, ingenieros, oficinistas, albañiles, mecánicos y algún mediocre carpintero, siempre y cuando estén suficientemente calientes y borrachos. Gente sin demasiadas exigencias.
Lo podrido, lo asqueroso es aguantar el asco y el rechazo de su marido que la huele como algo sucio. Que le mira su coño empapado con repulsión cuando llega borracha después de una sesión de acupuntura, dice.
Y ella, muy digna, evade esa mirada.
Lo podrido es aguantar la repugnancia y el desprecio de su marido en la casa, en nombre de los hijos y de una prostitución vestida de letras y llanto. Del falso dolor de algún muerto. Porque cuando sale del barracón, del carro o del motel con su agujero y boca sucias, no se acuerda del padre, solo dice: "Qué rico me has cogido" y envía un mensaje a su marido para decirle que lo ama.
Una deficiente mental que cree que todo el mundo lo es.
Su máxima aspiración es mamársela a su jefe... No tiene mucha ambición, la vanidad no deja espacio para eso.
Lo malo es que él le dice que se acabó que no la quiere, que folla con otros y le da asco su coño. Y ella le escribe poemas de amor y grita que no le llega su amor, que es un insensible.
Da golpes de mala actriz en las paredes y en las puertas.
Y dice ver fantasmas de gente que amó para ser más trascendente en su mediocre vida.
Lo malo de ser esa puta, es la hipocresía de serlo por una soledad convenientemente inventada. Cuando es una simple cuestión de vanidad, de enfermiza vanidad. De una egolatría nacida de la estupidez.
Y una borrachera la hace olvidar lo mala persona que es.
La puta lo es en su propia casa; a cambio de unos pesos, aguanta las miradas indiferentes y el desprecio que el marido siente por ella y por sus hijos, porque son la maldita excusa para aguantar a la furcia un día y otro y otro y otro...
No tiene donde ir la idiota. Unas cervezas, vodka y a tragar el desprecio que le espera en la casa de su marido, no por puta, sino por mala víbora.
Lo malo no es que la gran madre, admirada hermana y amiga de miles de seres, cumpla su primer aniversario de follar con otro hombre al que mantiene, y a su vez el aniversario de repugnancia que siente su marido por ella.
Lo podrido es que se cree divina, que sigue exhibiendo su coño, sigue ofreciendo sus chichis a quien mejor las mire y dice ser que es la mártir de la soledad. Con su coño goteando varias muestras de semen. Con el tanga del revés.
Lo malo de la puta es que no cobra y se gasta el dinero y el tiempo de educación que le debe a sus hijos sin ser necesario. Es joven la furcia que todos se tiran. Una joven con arrugas y tetas blandas...
De vientre fofo y nalgas caídas... Un pubis adiposo...
Cualquiera se la mete si omite su decadencia.
Lo malo no es ser puta, lo malo es que desde un coche en el centro de la ciudad, le griten que lo es: "¡Puta!".
Su cerebro tarado la hace sentirse famosa y divina...
Lo malo no es ser puta, lo malo es ser una mala persona, lo malo es esa vanidad de una fracasada de coño fácil y tetas apretadas en brasiers adecuados. De una vagina oscurecida de tanto usarla, encallecida.
Un coño infeccioso, porque sus trompas están cortadas y el condón ya no es necesario para evitar embarazos.
Lo malo de una mala mujer, porque no es puta, es mala como el veneno; es que arrastre sus infecciones y mentiras durante meses. Lo malo, es que conviva con el desprecio de quien un día la amó y finja ser una mujer rechazada sin razón. Lo malo es la prostitución que hace padecer a sus hijos en su propia casa.
Lo malo son los llantos y la frustración de no ser feliz en su hogar, cuando llega con el olor a semen y babas de otros hombres.
Y a todo eso lo llama depresión.
Es demasiado idiota para follar con muchos hombres que ha escogido y ser feliz en su matrimonio.
Y esa frustración la hace llorar y sentirse la más desdichada.
Lo malo es decir que ama como nadie puede amar a su marido "es mi dios, es el amor de mi vida". Para que todos crean que es la mujer más romántica y abnegada del universo; pero se mete en el coño la verga de otro, tecleando en su teléfono que enseguida llega a casa, que el tráfico está fatal.
Lo malo, es que miente y no recuerda sus embustes. No se lava las chichis saladas por las babas de otros hombres. Los moretones en sus piernas tras una "buena cogida" que la ha hecho chillar como una marrana.
Lo malo es que se cree inteligente y es un ladrillo.
Lo malo es que cree que engaña y al final llora de rabia e impotencia, no consigue gestionar adecuadamente su puterío.
Lo malo para el hombre es sentir que al final, es una pobre imbécil.
Y sentir lástima por la pobre madre ramera.
La no puta, sabe que quien la amó, le tiene asco y vuelve a casa cada día con su rictus de mujer abnegada y cansada, con su coño fértil, ahora enfermo y tonto.
Eso sí que es ser una mala puta.
No es la madre del año, no es una puta realmente.
Es solo una mala mujer, un mala persona.
Un veneno que nunca debería haber nacido.
Las putas no son malas. Nunca lo han sido.
Y se mira cada mañana en el espejo al alaciarse el cabello dejando caer una lágrima de maternidad, soledad y literatura que la redima de su miserable y mentirosa vida.
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