¿Dónde escondes la libertad para que el hijo de puta no te la arranque?
En el culo no, porque te lo petarán con hierros ardientes.
En la cabeza tampoco, te la abrirán a martillazos.
En los dientes menos, porque te colocarán electrodos en los genitales y se romperán cuando los aprietes por el dolor.
Bajo las uñas ni lo sueñes, tienen alicates oxidados.
No metas la libertad en la mochila del colegio de tu hijo. Olvídalo, hay pequeñas cabezas decapitadas clavadas en picas justo al lado de las banderas de los hijos de puta, a la entrada de los colegios.
Podrías haber escogido traficar con drogas, los hijos de puta te la quitan, se la quedan y te dejan tranquilo.
Hubiera sido mejor que traficar o usar la libertad.
Has cometido delito de anatema.
Podrías meter la libertad en una bala y disparar al hijo de puta por la espalda antes de que sepa que piensas libre y salvaje, sin escrúpulos concebidos, con las palabras exactas y precisas. Y a ver si luego es capaz de extraerse la bala de la cabeza y confiscar tu libertad si tiene cojones.
O coño.
O compra símbolos religiosos y los contaminas con tu semen libre y espárcelos por la calle, cuando algo es gratis la gente te lo quita de las manos huela como huela, o se agacha si es menester. Y se untarán los dedos y tal vez los labios con tu láctea libertad. Usa trocitos de banderas como pañuelos desechables…
Lo cierto es que si hubieras escogido cualquier delito material tendrías posibilidades de sobrevivir; pero ¿escribiendo ideas libres con palabras descatalogadas y prohibidas por la moral de mierda?
No sabes lo que has hecho, mano.
Nunca debiste cometer esa herejía, por muy libre que te creas, por la verdad que sea.
Si hubieras contado alguna superstición, como la religión o algo ideológico como política de ganadería de rebaños humanos o cháchara pseudo filosófica de magnates aburridos; tu vida no correría peligro.
Desde el mismo momento que escribiste “El ojete del culo no es un órgano genital como una polla o un coño”…
Que dios, si existiera semejante burro, se apiade de tu alma.
¡Huye!
Iconoclasta
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