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4 de julio de 2021

Una tristeza en el bosque


Me he metido tan adentro del planeta en soledad, que en la lejanía podía ver donde habito.

Y es muy lejos, ha sido mucho caminar.

Me envanece ser una bestia con tamaño radio de acción y la fuerza para recorrerlo y morir entre tantos kilómetros de bosque y montaña.

El horizonte más hermoso que existe: un mar de montañas…

En realidad es agotador; pero fumo desde la cima observando mi reino, e irremediablemente se me pone dura (la polla).

Soy incorregible, no puedo ser de otra forma: hombre y bestia. Y así ejerzo, aunque duela, aunque joda.

En lugar de admirar escaparates, mostradores de grandes almacenes, pensar en coches, o tomar algo en la comodidad de un bar; simplemente vivo y padezco la naturaleza.

Nací irreductible, jamás me integré donde me obligaron a crecer.

Y lo he hecho bien, me siento bien aquí y ahora.

Me gusta sudar y echar el humo del tabaco hacia aquello tan lejano allá abajo.

Me la pone dura.

Otra vez…

No es alarde, es biología y vicio.

Los párpados escaldados por el sudor hacen mi mirada hosca y sin embargo, observo todo con ilusión contenida.

He visto una serpiente cubierta de rombos verdes y una fina cola como un látigo esmeralda ocultarse en la fronda.

A una comadreja preciosa pensar si subir o bajar de donde se hallaba. Ha bajado, la muy holgazana.

He oído al pájaro picotear furioso un árbol y los excrementos aún humeantes de un animal que ignoro (no era yo, lo juro).

Un jabalí ha arrancado un gran trozo de musgo que ha caído en el camino, se escondía de mí, bosque adentro y arriba.

Lo maravilloso del bosque, es que no ves la vida que contiene; mas la sientes como una profunda y atávica emoción.

Y lo triste del bosque es que no puedes evitar ver sus grandes y pequeños cadáveres.

También pienso que si tuviera un infarto aquí y ahora, dejaría otro cadáver más.

Y sería más digno que morir donde habito.

Quiero ser una tristeza en el bosque y no una mediocridad en el tanatorio.

Así que cuando intuya que voy a morir (esas cosas se saben de una forma natural, no requiere instrucciones, solo valor y decisión), cogeré mi mochila cargada con tabaco, mis prismáticos, mi cámara de fotos, mi navaja, mi pluma y mi cuaderno.

No necesitaré todo eso (el tabaco sí); pero me da paz cargar con ello.

Nunca he sido perezoso. Solo reacio a obedecer de mierda a nadie.

Y caminaré montaña arriba hasta donde muera.

Unas oscuras nubes aportan un repentino aire fresco a este día de julio, el mes más hijoputa del año. Y se me cierran un poco los ojos como si fuera una caricia.

Vuelvo a pensar que es tan buen momento como otro cualquiera para morir ahora. Lo tengo todo a mano para morir bien y sereno.

Ya verás… Cuando sienta que se me raja el corazón, no me dará tiempo ni a meter la navaja en la mochila. La vida es muy puta con sus jugadas y bromas.

No creo en los malos presagios de un cielo oscuro, porque el cielo oscuro es lo más bonito. Sin embargo sí pienso en una muerte digna tras una vida que me han obligado a vivir indignamente.

Y mira por donde… Ahora me saco la polla y meo, hacia allá abajo donde he vivido la indignidad.

Todo cuadra…

Pequeños rencores que no hacen daño a nadie (desafortunadamente); pero me la ponen dura (la polla).

Debería morir ahora, coño.

Quiero ser un cadáver del bosque y no una rata muerta en una cloaca excrementicia.

Seré romántico: Que Dios o el Diablo, si existieran; aquí y ahora me den muerte.

Pues mierda, no existen o no quieren. Bueno, al fin y al cabo siempre he sido un ateo blasfemo, si alguna vez hubieran existido o existieran me la tendrían jurada.

¡Joder! Ahora tengo que volver a caminar todos esos kilómetros.

Como me maten cuando llegue a casa, me cagaré en la puta que los parió.





Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


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