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2 de julio de 2021

El problema no son las pensiones, es la nómina del gobierno


Y es que los nuevos y normales fascismos buenistas y protegevidas del coronavirus (y de antes del coronavirus), hace tiempo que llegaron a la conclusión de que el pueblo es absolutamente imbécil y no se entera de nada (cosa que supe apenas a los seis años de haber nacido y sin que nadie me lo enseñara; tampoco son unos lumbreras los nuevos y normales dictadores arruinadores).

Por ello, impunemente cargan contra los pensionistas, cuando el gran robo lo ejerce el mismo estado con una nómina desmesurada de funcionarios y miles de políticos cobrando como diputados, senadores, ministros, altos cargos, policías, jueces, etc… Y todo ello por cuadriplicado por decir lo mínimo.

No, el jubilado no tiene la culpa. Es el estado ladrón el que hunde la economía mes a mes, día a día.

Que la chusma o pueblo trague con todo sin rechistar tiene unas cuantas razones a cual más simple:

Una vez la gente se ha acostumbrado a ser encarcelada en sus casas por decreto, prohibiéndoles las funciones básicas de trabajo y esparcimiento; obligada a respirar insanamente los restos que expulsan sus pulmones y que no deberían tragar jamás por un bozal impuesto sin pudor y criminalmente, llevada al paroxismo del pánico gracias a una eficaz prensa colaboracionista y una televisión que se ha convertido en un catecismo diario del fascismo; cuando se ha forzado el uso de vacunas y denostado la aspirina (es de risa) y con un pueblo dependiente de una administración soviética o china, acobardado, humillado y enfermizo con consignas como “libertad es enfermedad”, “la juventud es mala”, “quédate en casa, arruínate y da gracias que te salvamos la vida”. Una vez el pueblo ha asumido con tácita resignación la dictadura, y que sus hijos puedan ser secuestrados, encarcelados y vigilados por policía fuertemente armada; todo lo demás es pan comido. Como la subida criminal de la luz también. El Nuevo y Normal Gobierno Fascista Español del Coronavirus ha creado el pueblo más manso, castrado y sumiso que dictador alguno pudiera soñar.

Y por ello, un pueblo castrado de pensamiento, servil y cobarde, se resigna a que le arruinen su pensión o jubilación; porque si han podido sobrevivir al resfriado con que se les ha infectado, no importa lo demás. Ni siquiera que un cacique autonómico decrete cárcel para tu hijo que no ha cometido delito alguno. El pueblo se dirige directamente a una ruina garantizada tecleando y leyendo cosas que no comprende en un teléfono, sin rechistar, con todas sus libertades liadas en un tubo y metidas en el culo, con un bozal del que no se atreve a desprenderse y con sus hijos como menú diario del nuevo y normal caudillo español.

Bienvenidos a la dictadura del miedo y la sumisión (normal, nueva y española, por supuesto).

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