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12 de febrero de 2021

Tus inconsistencias


Amo esa dualidad que hay en ti, la dicotomía entre la firmeza de tus actos y las inconsistencias que crean tu sensualidad desatada.

Tus voraces y voluptuosos labios articulan firmes palabras, claras y precisas; y sin embargo… ¡Dios! Se hacen inconsistentes cuando me acerco a ellos para besarlos. Se rinden entreabiertos permitiendo que mi lengua te invada dejando escapar un hálito cálido; un hechizo que me extasía y me precipita a tu alma.

La solidez de tu pensamiento, su lógica y precisos planteamientos se diluyen en una ternura cuando permites que te arrope, que te cobije en los brazos, acariciar tu rostro, jugar con tus manos. Reseguir tu piel de una calidez narcótica…

¿Cómo puedes vivir con semejante dualidad, cielo? ¿Cómo puedes alternar entre la determinación y esa sensual inconsistencia?

¿Eres una de esas trampas llamativas de la naturaleza que atraen a los mediocres como yo?

A veces, cuando te tengo en brazos, no llego a reconocerte. Nunca podré llegar a conocerte, eres inmensa.

Permites que la disciplina de tu cuerpo ceda cuando mis manos se posan en tus muslos. Y con esa sensualidad brutal, como una desinhibida inocencia; los separas y se hacen inconsistentes, permeables al paso de mis caricias, te derramas en mis dedos y siento que mi piel se despega de mi carne por ti.

Es sobrenatural asistir a esa fragilidad de ternura y sensualidad conociendo tu férrea voluntad. ¿Estás jugando conmigo como una diosa con su creación?

Tu mirada escrutadora, analítica y curiosa, en un momento dado se relaja al mirarme para pronunciar un cariño con un parpadeo. Y me muerdo los labios por una pasión que no puedo controlar. Toda palabra que pudiera pronunciar se me deshace en la boca antes de salir.

 Me avergüenzas con tu volubilidad, eres tanto y yo tan básico. ¿Cómo es posible que tu complejidad pueda amar a algo como yo? ¿Seguro que no eres una diosa con un juguete entre sus manos?





 Iconoclasta


16 de marzo de 2020

Lluvia viento frío fortaleza


Los humanos lloran ateridos de miedo y emocionados con consuelos pueriles tras la seguridad de las ventanas. Pidiendo piedad a dioses de paja y barro y a seres humanos moldeados con estiércol.
Y mientras tanto las pequeñas flores mueren sin perder un ápice de su belleza.
Lucen hermosas a pesar del viento que las arranca, de la lluvia que las arrastra, del frío que las marchita.
Tienen la fortaleza precisa para ser dignas. Una dignidad que la humanidad desconoce.
Se está bien aquí con ellas, tosiendo, cojeando.
Doliendo la vida, sin más preocupación que ver morir cosas bellas.
¿Por qué nunca mueren las cosas horrendas?
Se está bien aquí con ellas, enfermando con un cigarrillo. Aquí, fuera de los muros con ventanas que guardan seres que la lluvia no puede arrastrar a pesar de no tener fortaleza.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

29 de febrero de 2020

Entre la hojarasca


Amo las pequeñas flores del bosque porque son tu metáfora.
En mi pensamiento a veces hostil, a veces negro; eres el color y el calor que me hace humano. Flotas hermosa en mi enmarañado pensamiento, elevándote sobre todas las cosas vivas y muertas que lo habitan.
Con toda esa fuerza… Tan pequeña y tan brava.
Irreductible.
Es la metáfora de tu belleza y la pasión de vivir.
A pesar de la hojarasca…
A pesar de los cuervos que graznan malhumorados mi existencia.
Extiendes tu color ante mí, un paño húmedo en la sudorosa frente del enfermo.
Indecentemente ingrávida esplendes como una diosa, hipnótica, deseable.
Y frágil.
Me da miedo pensarte tanto y que te pueda doler una pétalo.
Los pétalos de tu coño hambriento, cubierto de rocío espeso…
Y yo libándolo…
No eres la obra de un tumor, mis labios guardan el calor de los tuyos.
No puedo regalarte una flor, porque me quedaría vacío entre la hojarasca. Solo tengo una, solo te tengo a ti…
Es absurdo; pero ¿qué puedo hacer yo para entender la metafísica del amor?
Eres la más hermosa contradicción: esa aparente sutilidad y tu atómico amor.
Y los muslos que tiemblan, impacientes por abrirse, que se cierran en contracciones que marcan los jadeos… Que te traicionan dejándote indefensa a mis toscos dedos pringados de viscoso deseo.
¿Cómo puede una flor tan pequeña pesar tanto en mi vida?
¿Cómo puede un animal como yo, poseer ese fulgor de amor constante en su pensamiento hosco?




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.