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2 de marzo de 2016

El arte de los esclavos


Es incluso infantil, y tan predecible la reacción de los humanos con los asuntos de dinero...
Tienen idéntico comportamiento y superficialidad los ricos y poderosos que los obreros más humildes.
Dale dinero y poder al analfabeto y tendrás un honoris causa en todo aquello que le salga del culo.
Lo cual quiere decir, y es un hecho, que el dinero no hace mejor a nadie. Solo lo hace envidiado mientras lo tiene, un respeto servil que forma parte del genoma humano como un gen defectuoso más.
Y así ocurre, que en el momento en el que se empieza a valorar el tiempo y el trabajo, cuando se ha de pagar algo remotamente justo al trabajador, el arte y la ornamentación pasan a ser cosas no necesarias.
Por eso hay edificios viejos que presentan estatuas, cornisas embellecidas, columnas decorativas, estucados artesanales que hoy día ya casi se desconoce su técnica, etc...
En cuanto el arte y la artesanía se dejó de pagar con hogazas de pan y vasitos de aceite rancio, el arte, sobre todo en la arquitectura se fue directamente al carajo.
Tras cada obra de arte y arquitectura, hay una ingente cantidad de esclavos y explotación humana.
Solo hay que tener memoria histórica para comprender la abundancia de arte y decoración en otros tiempos.
La gracia está en la opresión de los pobres. En cuanto los pobres piden dinero por trabajar, el arte desaparece de las vías públicas.
Otra cosa parecida al asunto de los perros de dos patas que usaba la aristocracia y los funcionarios de élite de gobiernos tiránicos en cualquier país, que aún está vigente. Tiene un buen y exacto reflejo en la película Los santos inocentes, de Mario Camus, 1984; basada en la novela de Miguel Delibes. Paco (magnífico Alfredo Landa) es el perro del señor del cortijo, un perro en toda regla, que hasta con una pata rota, sigue las presas de su amo y lame su mano. Consigue revolver las tripas a cualquiera.
Magnífica película, un diez sobre diez.
Hay que decir, que la humanidad es un conjunto de seres serviles y cobardes, que se adaptan pronto a la miseria para convertirla en su "cómoda" y "tranquila" forma de vida. La imaginación y las inquietudes de libertad tienen un índice demográfico deprimentemente bajo.
Aunque poco ha cambiado esta explotación. Solo ha cambiado su orientación de artística, a consumista y tecnológica. En lugar de crear estucados y capiteles decorativos en los edificios, los perros de los poderosos montan teléfonos móviles o celulares en Asia y cosen ropa para prestigiosas casas de moda.
Más de lo mismo, no les pagan con arroz o tortitas, pero les dan el equivalente en dinero para que no puedan comprar carne.
A mí no me afecta, me parieron en esta mierda de sociedad  y mantengo una sana indiferencia, un justo pago  a la misma que sienten por mí en los malos momentos. Cada perro se rasca su oreja.
Pero no voy a ser un subnormal ciudadano que cree que vive en una maravillosa sociedad y que dice que no todo está tan mal.
Prefiero ser malo, ser detestable que un repugnante hipócrita o fariseo de tiempos modernos que alega que no todo está tan mal porque le da la vuelta al contacto de su coche de mierda, y éste arranca.
Idiotas los han habido en todas las épocas y a medida que avance la ciencia médica, habrán más. Desde el momento  en que empezaron a morir menos niños al nacer todo se estropeó. Porque no hay león que se alimente de ellos.
Compro esclavitud, como si fuera un ricacho de mierda de viejos tiempos. Quien no lo quiera ver, que se arranque los ojos; pero sobre todo, el cerebro, porque no le sirve de nada más que para sonreír como un imbécil.
Me gustan las viejas fachadas de los esclavistas.
Buen sexo.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

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