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8 de diciembre de 2024

lp--Un cerebro que no llegó a desarrollarse--ic

El cociente intelectual es definitivamente más bajo en la actual raza humana española que en los siglos VI y VII. Su credulidad y la facilidad de ser abducida su inteligencia y voluntad por un charlatán fascista con ambición dictadora y enfermiza codicia (sea de derechas o progre estalinista), es mucho más denigrante, puesto que en la actualidad se supone que gran parte de la chusma española sabe leer y escribir, al menos funcionalmente (para aprobar el examen del carné de conducir). Y aquella chusma del pasado era absolutamente analfabeta. Ni siquiera se podía concebir que alguien fuera analfabeto. Esto hace de la actual raza española, algo mucho más limitada intelectualmente porque no tiene excusa.

El cerebro de la chusma, a base de fascismos y sus dictadores, ha mermado definitivamente. Carece, a pesar del conocimiento actual, de la capacidad de discernir entre el engaño y la realidad y no ve a un criminal (un fascista orador en un mitin) aunque lleve la navaja de afeitar sucia de sangre en la mano en una de sus homilías.

En la profunda, endogámica y endémicamente fascista España, cualquier charlatán de pocas luces accede al poder gracias a la admiración que despierta en la endogámica raza española que sirve de abono para todo tipo de fascismos y sus dictadores.

Estas mermas intelectuales son la razón por la que en el resto del mundo los gobiernos caen por corrupción y en España los políticos podridos ganan más votos que se traducen en una gran riqueza para sí mismos a costa de la sangre de sus disminuidos y cariñosos votantes.

Durante generaciones y generaciones, al ser mayoría los individuos deficientes de la raza humana española han ido arrinconando y exterminando a inteligentes. En definitiva, se ha llevado a cabo en la península ibérica una selección ganadera de reses humanas aptas por su mansedumbre y estupidez para la implantación de las dictaduras, su corrupción y su esclavismo de la casta paria o asalariada. Como estamos viendo ahora en los años 20 del siglo XXI.

España es una reserva biológica de una especie humana muy característica por su rareza (por ahora) en el extremo más occidental y sur de Europa. Y por ello, por su exotismo genético, es eminentemente turística, como un viaje al pasado para los guiris.

Un auténtico reservorio de corruptos fascismos y gentes que lo aplauden.

No hay un ápice de humor o sarcasmo en este pequeño ensayo, no es un hablar por hablar. Es el fruto de decenas de libros leídos y decenas de años viviendo en esta infecta reserva de cretinos. De gente que teme a la libertad porque:

“Qué sería de nosotras, nosotros y nosotres sin que nuestro tirano estado/dios bienamado, no nos sirviera nuestra ración de pienso en el comedero cada día y no nos diera con su homilía diaria en RTVE y sus anuncios de internet, la orden de lo que debemos pensar y pronunciar por la boca según el humor de nuestro santo dictador? La libertad y la ética sólo conducen a la enfermedad, a lacovid y al apocalipsis climático, lo dice nuestro amo. ¡Pobres de nosotras, nosotros y nosotres!”.

La raza genética humana española es la historia de un cerebro que nunca llegó a desarrollarse. Una especie fallida y el sueño dorado de todo tirano que se publicita en la elecciones de cualquier pseudodemocracia del planeta, para ganar montañas de dinero en los cincuenta años que duran de media las dictaduras en España.

Es un adelanto de lo que le ocurrirá al resto de las razas humanas, que serán infectadas por el gen imbécil, como lo hizo la “gripe española” de 1918.



Iconoclasta

1 de diciembre de 2024

lp--Yo estuve allí asfixiándome--ic


En la década de los ochenta del siglo pasado arrancó a plena potencia el proceso de degradación, la imparable decadencia consumista que hoy infecta a todas las naciones o grupos humanos (sociedades) del planeta.

La primera patada a modo de arranque se dio a finales de los sesenta y durante los setenta. Cuando la paranoia musical mostró cómo grandes rebaños humanos se dirigían a aplaudir a sus superficiales ídolos musicales gozando de toda clase de penurias e incomodidades. De vivir entre barro, mierda y orines por cantar y bailar con sus dioses del amor libre y la paz.

Aquella muestra planetaria y multitudinaria de paz, amor y ante todo adocenamiento iluminó al estado/dios en cómo pastorear a los grandes rebaños humanos sin necesidad de grandes sumas de dinero en ejércitos e infraestructuras.

Todo era música y festivales sin pausa, discos, prensa, programas de televisión, películas…

Pero fue en los ochenta con la invasión de los videos musicales cuando el estado/dios colmó los cerebros de la masa humana asalariada o contribuyente de imágenes y música de tal modo que quedara ciega y sorda, ajena a la gran dictadura fascista-estalinista que en el 2020 se revelaría a la humanidad mediante la componenda que fueron los robos de libertades, dinero e inhibición de las necesidades biológicas por medio de la infestación del coronavirus o covid 19. Y así justificaron los líderes fascista-estalinistas de las pseudo democracias occidentales su terrorismo de estado: robos por impuestos de usura y extorsiones policiales y militares, sorprendentemente aplaudidas por esa gran masa cobarde y decadente asalariada y mayoría votante. Las propias víctimas del fascismo surgido con el coronavirus, ahora esclavas y acobardadas por el estado/dios con un simple catarro publicitado durante meses a todas horas todos los días, se arrodillaban quejumbrosas ante el estado/dios pidiendo no morir. Lloraban como críos a sus gobiernos extorsionadores como si fueran padres salvadores. La humanidad retrocedió a la oscura Edad Media.

Y el estado/dios sentenció con una sonrisa satisfecha: “La libertad es enfermedad”.

Los súbditos, aquellos que nacieron en cautividad musical, en el consumismo y el rechazo al esfuerzo, con una importantísima merma intelectual dijeron “Amén”. Y se encerraron sumisos en sus casas-establo, se calzaron un bozal en el hocico que pudría la respiración y la dignidad, en soledad, en sus viviendas y en plena naturaleza. Se apresuraron a meterse en la sangre una “vacuna” que no vacunaba; pero era una orden del estado/dios que, aunque los arruinó y arrebató sus necesidades biológicas como el simple desplazamiento para la supervivencia, obedecieron ciegamente y se vacunaron por miles de millones la falsa vacuna que aún no saben qué cura.

Al igual que los alemanes fueron programados para odiar a los judíos, en el 2021 el estado/dios globalizador adoctrinó mediante prensa, radio, televisión e internet a la masa humana asalariada y burguesa en el odio y el deseo de muerte hacia los que hacían uso de su libertad para no vacunarse.

El estado/dios les inculcó el odio aplicando las estrategias nazis fascistas del siglo pasado, un auténtico cúmulo de sabiduría genocida práctica que los “progresistas” líderes estalinistas, se apresuraron a imitar con una moderna tecnología.

Insisto, este triunfo del neonazismo actual, estalinismo buenista o poscomunismo woke; se debe a aquella gran invasión musical y visual de los ochenta a la que se sometió a la masa humana infantilizándola y deteniendo su crecimiento intelectual, ya que eso de pensar y decidir sólo le incumbe al estado/dios que él sabe lo que realmente le conviene a cada cual y de que sexo debe auto percibirse a pesar de sus genitales.

La invasión de música e imágenes idiotizó e incapacitó a una grandísima mayoría humana para observar e intuir los actos de fascismo veterinario-ganadero que llevaba a cabo el estado/dios. Lerdos y ajenos a todo en su universo músico-visual consumista con síndrome de Peter Pan y su cobardía e indolencia.

En EE. UU., en los ochenta, durante la era Reagan se creó una raza humana pintoresca que serviría de modelo y esperanza a la humanidad asalariada cada día más numerosa y más exigente, la que años más adelante, el estado/dios bautizó como globalidad. Aquella nueva especie rica y efímera fueron los yuppies, jóvenes que conseguían su primer millón de dólares apenas dejaban la teta de su madre y llevaban un tren de vida pletórico de lujo, sexo y drogas con el mínimo esfuerzo, auténticos patricios de la decadente Roma clásica. Los yuppies se crearon para dar una gran expectativa de bienestar e ilusión: todo aquel que se lo propusiera podría ser un millonario como ellos.

Pero a la entrada de los años noventa, aquellos yuppies maniquís conducirían con su torpeza e incapacidad a una gran crisis mundial que arruinó a millones y millones de asalariados.

Y el estado/asestó su dogma de gracia que asentaría el fascismo estalinista como la gran solución: “¿Veis como no es tan bueno ser ricos y vivir con lujos. Ni la libertad en exceso, sin control? Por vuestro bien, nosotros os enseñaremos en lo que debéis emplear vuestros sueldos”. El dogma, gracias a las grandes redes de comunicación construidas para la invasión musical de los ochenta y a internet, se propagó a escala planetaria e impregnó los cerebros mermados de inteligencia y conocimiento de las grandes masas humanas contribuyentes.

Hasta ahora, en el 2024, que se aproxima un “apocalipsis climático” que sólo gracias a la pobreza y esclavitud de la masa asalariada mundial o globalidad castrada de inteligencia y coraje, se podrá evitar.

Los retrasados intelectuales ya se preparan con resignación de mártires e infantiles esperanzas de no morir, para aplaudir de nuevo a aquellos nazis estalinistas que les salvaron de morir por el covid 19 y ahora los salvará del “apocalipsis climático” que aparece publicitado en la prensa y medios de comunicación de cualquier parte del planeta todos los días y todas las horas, exactamente igual que los videos musicales en los ochenta.

Todo se comenzó a pudrir vertiginosamente en los 80. Yo estaba allí, en medio de aquella mierda asfixiante de música y chusma ridículamente disfrazada.

Hoy el infantilismo y la vanidad sin razón han impregnado genéticamente a cada individuo votante y contribuyente de las sociedades o países del planeta. Y no se trata de una plaga, es una involución, una degradación inducida por el estado/dios por medio de la selección ganadera a una masa humana asalariada decadente y de pensamiento tan superficial como sus uñas.

La especie humana está desintegrándose, descomponiéndose velozmente. Ya no es compatible su vida con la del resto de animales y el planeta la rechaza porque ha perdido la gracia y el coraje que la llevó a evolucionar más allá de los monos.

No es el cambio climático lo que hace temer un apocalipsis, sino la corrupción del ADN humano.

Yo estuve en los 80, y ahora en los 20 del siglo XXI doy fe de ello por asco y asfixia.

Otra vez…



Iconoclasta