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25 de septiembre de 2015

En apenas un metro cuadrado


Las setas han salido a la superficie empujando una piedra, venciéndola. Era una piedra apisonada en el camino por el hombre.
Es una imperceptible heroicidad.
Hay que caminar prestando mucha atención para encontrar portentos y realizar así estúpidas analogías con la vida humana.
Como si tuviera algo que ver lo humano con la naturaleza...
La imaginación es difícil de dominar cuando solo prestas atención a lo mudo, a lo que se desarrolla con lentitud. Hipnóticamente.
Estoy cansado de babosas, lo repugnante es lo que más abunda. Con solo las setas me hubiera bastado. 
Y es que una babosa se arrastra demasiado cerca con su repugnante traje de leopardo, una prostituta del esfuerzo y la determinación. En poco menos de un metro cuadrado, se han encontrado la voluntad y la mediocridad.
Y yo... Que no acabo de entender que hago  aquí.
Es difícil encontrar en la ciudad algo así, es difícil que pueda aparecer la voluntad entre tanta mediocridad y abulia.
Seguramente la babosa va alimentarse de la seta que acaba de emerger a la luz rompiendo la tierra y levantando esa piedra tan grande como ella.
¡Qué mierda! El concepto de justicia es un chiste en este planeta.
Las setas están cansadas, quiero creerlo. Y la babosa viene de cantar en un karaoke "La maldita primavera", imagino que ahora que llega el frío, echa de menos la calidez primaveral.
Las setas reciben sus primeras luces silenciosamente, sin capacidad de hablar. Creo que deberían hablar y blasfemar por el cansancio que comporta la vida. Una vida tan efímera que resulta obsceno el esfuerzo de emerger. Yo me quedaría enterrado, no vale la pena ese desgaste para tan poca vida.
Que hagan lo que quieran, a mí me la pela.
Los cuervos hablan entre ellos desde los cables del tendido eléctrico.
Es desesperanzadora la metáfora que ha montado la naturaleza en tan poco espacio.
Tres especies tan dispares...
Está bien, tal vez no razono como debiera; tal vez me debería limitar a admirar la naturaleza y pensar que no es injusta, que es simplemente ley natural.
Sin embargo, recuerdo aquella estrofa de la canción de los Caifanes, que seguramente la babosa conoce bien, debe estar cansada de cantarla en su karaoke de mierda, del que llega arrastrándose:
*"Cuando veo a través del vaso
veo a través del tiempo,
donde los sentidos se dislocan
donde los temores se evaporan
y aprovecho para desdoblarme
para salir del vaso"
Sí, yo me disloco en este apenas metro cuadrado de camino en el que nos hemos juntado tres vidas distintas. Tan distintas, que hay un pequeña discusión en mi cerebro blando (Dalí me hizo así) sobre quién es más que nadie. Gano yo, por supuesto, mi mente es poderosa razonando rápidamente mirando a través del humo, literal, no es canción. Me gusta fumar a cada momento que puedo.
Gano yo porque me acompaña la fuerza y la crueldad de mi instinto humano.
Alguien ha tenido mala suerte hoy.
Un poco más allá, ya fuera de este metro cuadrado, una rana muerta está cubierta por un enjambre de moscas. Eso me parece mejor, me parece natural.
El cuadro de las setas y la babosa es una burla, escucho a la naturaleza reírse en mi oído, burlona... Tal vez me está provocando.
Se oye un disparo a lo lejos...
Y ahora el silencio me hace creer que he perdido el sentido del oído.
Está bien, ojalá lo haya perdido, los sonidos interfieren, me dislocan también como el humo del puto vaso.
En apenas un metro cuadrado y en  unos segundos, están ocurriendo muchas cosas. Tengo que hacer una apertura rápida dar mate y seguir caminando.
Insisto, me la pela.
Me voy.
Dos pasos, tres... Media vuelta.
No puedo irme, la naturaleza no existe, las cosas están bien o mal, se odian o se quieren. Tomo partido, soy superior a todo esto, en cuanto que yo decido y ejecuto.
Sin demoras, no voy a pensar en leyes naturales, ni en justicias.
Y aplasto la babosa. Lo que odias lo matas.
Sin ambigüedades.
Al final, soy una conclusión del universo y los que están debajo de mí, son variables.
Ellos no pueden razonar, o desdoblarse como yo.
Aplasto con el pie las setas, para que ese universo que me creó, vea que soy de naturaleza cruenta.
Orino en el camino para marcar mi territorio y mi obra.
El hecho de que sean seres inofensivos no me hace cobarde, que nadie se crea que lo que he cometido es un acto débil y pueril de una  caprichosa vanidad.
Soy peligroso.
Limpio la suela de la bota en la tierra, las babosas hasta muertas dan por culo.
Coño...
El sudor escalda mis ojos y cuando llego a la cima de la montaña, jadeo. Un cigarrillo me hace toser y en pocos segundos me convierto en el ser más podrido de esta montaña.
Bato los peores récords, soy un anti atleta, un anti moral, un anti bueno, un anti piadoso. Mi vocabulario es tan básico que también es un récord.
Si me rompiera la pierna, seguramente me pegarían un tiro en la cabeza como a un caballo, nadie gasta recursos en curar a alguien como yo.
Y está bien, me asegura una vida digna lo poco que dure.
Ahora  voy relajadamente cuesta abajo, voy de tranqui. Sin pensar demasiado, no me gusta mirar a través de un vaso de mierda. Mi pensamiento es metálico, no tiene nada de étereo.
Un cazador sube por el camino y lleva dos conejos colgados del cinturón, también arrastra un pequeño ciervo.
- Bon día -me saluda.
- Bon día -respondo observando el pequeño ciervo que arrastra y el cráter negro que hay en el cuello del animal.
- Avui he tingut sort. Feia molt temps que no anava tan carregat.*
*(Hoy he tenido suerte. Hacía mucho tiempo que no iba tan cargado, en catalán).
Siempre hacen  lo mismo, si no les haces caso abiertamente alardean.
¿He dicho que no soy cobarde? ¿He dicho que alguien ha tenido mala suerte hoy?
Parece que la mala suerte alcanza a muchos seres en esta montaña. Y de nuevo, en apenas un metro cuadrado, saco la navaja del bolsillo, abro la hoja con el dedo pulgar y la clavo en el cuello del cazador tantas veces como es necesario para matarlo.
La primera puñalada lo ha dejado en shock, las siguientes han sido fáciles. Los conejos muertos se han desprendido de su cinturón cuando ha rodado por suelo con las manos intentando taponar tanta sangre. Era más mayor que yo, pero no importa, también  era más alto y pesado. No me dan ningún miedo los grandes machos.
De hecho, tengo algo de suicida cuando decido enfrentarme a algo o alguien.
Mis hombros y trapecios sobredimensionados tienen ese fin: proyectar con fuerza y brutalidad sin control mi sentido de la justicia y la hostilidad hacia aquello que me incomoda.
Los hay inteligentes y estoy yo, que hace tiempo llegué al límite de mi paciencia. Cuando te das cuenta que matar no tiene castigo si lo haces bien, si eres discreto, se convierte en tu mejor pasatiempo.
Es grotesca la escena con tantos cadáveres, me  llena de desasosiego. Mi carácter es tranquilo normalmente, pero la anormalidad me hace desdoblarme al mirar a través de un vaso lleno de muerte.
No sé si me entiendo yo mismo.
Pero, si yo no hago justicia ¿quién la va a hacer? ¿Y si me hubiera querido cazar a mí también con esa escopeta de gruesos cañones? Tengo un aceptable sentido de la supervivencia.
Lanzo el cadáver por el  inclinado talud de la montaña, es como un infierno verde lleno de espinas y árboles que parecen tragarse todas las miserias.
En unos segundos solo queda en el camino la cantimplora del cazador, la necesito para limpiar de sangre mi rostro, el pecho, los brazos y las manos.
Luego la tiro y se la tragan las zarzas también.
Hace calor. Es hora de un refresco.
Putas babosas...

- Donde los sentidos se dislocan. Donde los temores se evaporan. Y aprovecho para desdoblarme*... -tarareo.

*(Letra de la canción No dejes que, de la banda de rock mexicano Caifanes)




Iconoclasta

9 de octubre de 2012

Una madre que despellejar



Soy un hombre rencoroso y descontento con el mundo. Tengo una angustia interior que crea una presión espantosa y necesito liberarla.
Aún me asiste el control y el cinismo para reír y parecer cortés en lugar de vomitar mi hígado podrido sobre la faz de la humanidad.
Necesito un solo motivo, tener la suerte que algunos tienen para hacer pedazos a alguien con la total satisfacción de haber cometido una buena obra. Es mentira, me da igual que sea una buena o mala acción. Solo quiero denigrar y destruir a alguien, a ser posible, lo que personifique lo más sagrado.
Una mala madre me hubiera servido de entrenador para desfogar toda esta ira.
Quiero una madre como esa, como “eso”.
Esa madre repugnante que hirió con un cuchillo a su propia madre loca.
Madre lo es una rata, no es algo tan divino la maternidad. Que no se crean algunas que por haber rasgado su coño para parir, son santas.
Yo hubiera querido una madre como esa para tener a alguien cercano a quien escupir y sentirme mejor.
Esta ira que me pudre en vida busca un motivo…
“¿Sudas maltratando a tu madre, mamá?”. Le diría arrancando mis profundos mocos de la garganta.
Daría lo que fuera por haber tenido una madre como esa que dice: “Aguanta. Es tu marido y el padre de tus hijos”, cuando llega la hija con la cara reventada a puñetazos y la sangre de su coño violado y reventado bajando por las piernas como dos ríos indecentes.
Necesitaría eso, un motivo para bajarle las bragas y destrozarle las nalgas con el cinturón, hasta que le sangrara el culo como mana la sangre de la nariz partida y el coño forzado de su hija.
No he tenido suerte, no tengo una madre así, que junto con su otra hija, hagan pasar hambre y necesidad a mi padre. Que le roben todo porque él es más viejo e indefenso.
Yo quiero una madre puta así, a la que poder pegar todas las palizas que me apetezca y cuando me apetezca. Dar rienda suelta a toda esta violencia que tengo reprimida. Yo no quiero una madre buena; quiero una rata como esa.
Mi ira es un cáncer que me amarga la vida.
Ojalá mi madre lo hiciera: follarse al hombre que ha violado y maltratado a su hija. Quisiera encontrarla mamándole la polla al hijoputa y con una vara fina arrancarle la piel de la espalda mientras se bebe el semen de ese cabrón.
“Madre puta… La cerda del vecino también ha parido, no eres para tanto”.
Quisiera una madre que no me deja libertad para follar con quien quiero y meterle mis condones usados en la boca mientras come su mierda de sopa.
Quiero una puta madre como esa que miente diciendo que su hija maltrata a sus nietos. Miente para arrebatárselos y criarlos con el puerco que violó y maltrató a su hija. El mismo que le mete esa polla pequeña en su vagina estéril y fría.
Yo quiero una madre así a la que poder hacer rodar a patadas hasta romperle todos los huesos, porque tengo tanta ira en mi sangre, que necesito cometer actos de crueldad que ni siquiera están legislados.
Ojalá mi madre mintiera, me despreciara y diera cobijo a mi asesino. La mataría a golpes, la escupiría, me orinaría en sus ubres secas y viejas.
Y saldría a la calle más tranquilo y desahogado.
Si mi madre fuera como esa, cuando muriera celebraría un fastuoso festín y su foto quemaría en una tarta de cumple-muerte.
No he tenido suerte, no puedo desahogarme.
Solo me queda soñar con una madre como esa, a la que darle una bofetada cuando les arrebata los juguetes a sus nietos para que no puedan jugar, porque es su capricho.
No soy un hombre con suerte, y tengo que tragar toda mi hostilidad en sorbos amargos día a día, sin encontrar a una mala persona a la que destrozar.
Y así, sufro de envidia cuando hay gente que disfruta de tener una madre cerda, a la que un día ir a visitar para arrancarle la piel a tiras.
Un sparring que me ayude a desfogar esta hostilidad y que me dé algo de paz en vida.
Envidio tanto a quien tiene una madre así…
Mierda.







Iconoclasta