Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
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2 de marzo de 2020
Inadecuado
¿Soy inadecuado? Y si lo soy ¿para quién?
Inadecuados son gran parte de los que me rodean, una mayoría aplastante. No pasa nada si los inadecuados me consideran así. Bien al contrario, me place. Es bueno ser molesto para otros, pagar con la misma moneda, y con mayor cantidad a ser posible.
Donde las dan las toman ¿no?
Nunca es suficiente el resarcimiento que obtengo por ser inadecuado. Pido la pena máxima y una fuerte indemnización por tener que estar rodeado de la mediocre estulticia.
Ha sido siempre así: enfermando, doliendo, peleando, despreciando, engañando, driblando, follando sin alegría, respirando con hastío, escribir con saña escarificando el papel…
La crueldad es defensa, no es siempre ataque. Es justificable.
Que haya crueles que deben morir, lo saben hasta las ratas. Yo no soy uno de ellos.
Todo son matices de mierda. Matices que me dan dolor de cabeza y estropean juicios rápidos. Matar es puro, no hay medios tonos en la consecuencia de asesinar en defensa propia de la dignidad. Es legal.
Respecto al mal follar con esas putas que se creen diosas del sexo… Mejor masturbarse. Ya sabes, si quieres un trabajo bien hecho…
Esto no puede tener un buen final, aunque tampoco necesito buenos finales. Me conformo conque morir no sea doloroso, estoy harto del dolor.
Tal vez por eso lo de la masturbación y las putas…
Soy asombrosamente consecuente y lógico. ¿De dónde habré salido? Mi padre no era tan inteligente ni tan inadecuado. Murió sin conocerme, tal vez fuera mejor así.
Iconoclasta
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27 de abril de 2016
Desde aquí
Soy oso, soy bestia, soy triste, soy un héroe, soy un miserable, soy un husmeador, soy pornografía, soy un romántico suicida, soy un asesino sin pasión, frío como dios condenando. Soy todo eso, pero ante todo: absolutamente libre.
Si se le puede llamar libertad a pensar continuamente en ella. No todo es perfecto.
Asesinar es fácil, se ha vuelto cotidiano. Hay más de treinta seres humanos eviscerados en el camino que asciende a esta cima. Son la estela que dejo en mi camino.
La humanidad es idiota, ni un rastro de sangre son capaces de seguir. Están lejos de apresarme, de matarme.
Los intestinos de los muertos les debe hacer resbalar.
No soy un asesino por alguna deformación del cerebro. Simplemente asesino por amor.
Porque cuanta menos gente respire en el planeta, más posibilidades tengo de llegar a ella.
Mis designios no son inescrutables, son tan claros que iluminan las noches con sangre fosforescente y mi glande refleja la luna cómplice que me admira, supurando un deseo espeso y brillante que forma desesperantes filamentos entre mis dedos cuando meo.
Despedazo a quien está por delante de mí obstaculizando mi visión y mi camino hacia ella. Mi navaja corta certeramente los tejidos que protegen los intestinos. Y la sangre hace rojo mi pensamiento, no puedo detenerme ahí. Practico un corte bajo las costillas y metiendo la mano, les saco los pulmones. El resultado es divino, como si fueran hombres, niños y mujeres con agallas, extrañas mutaciones de humanos-peces en una montaña agreste.
Soy un artista enamorado que rasga seres inútiles con absoluta libertad y desinhibición.
Cuando te acostumbras a desentrañar pulmones e intestinos, te vuelves insensible al olor de los excrementos y la sangre.
Sin embargo, al amor no puedo acostumbrarme, él me ha convertido en lo que soy. Ella y sus pechos de masivas areolas, sus nalgas provocadoras entre las que enterraría mi lengua...
Lo peor son sus palabras, sus labios perfectos (los de la boca) que desatan la ternura que ningún ser humano ha sido capaz de transmitir.
Desde aquí, con los muertos a mis espaldas, la huelo. Husmeo el aire con una dolorosa erección, con los testículos plenos de la leche que deseo derramar en su piel.
Desde aquí, cansado y libre la busco enamorado. Y lo único que temo es que mi deseo pueda herir su piel con mis dientes.
Mi hambre de ella no tiene lugar en este planeta. No hay datos históricos de algo semejante. No hay parangón.
Conmigo muere una estirpe de un solo individuo.
En algún lugar y momento la encontraré y se la meteré. La localizaré y clavará sus uñas en mi pecho y en mi espalda para aferrarse al mundo cuando mi polla y mi lengua la arranquen de la realidad.
Ahora, desde aquí, observo la ciudad. He subido a lo alto para ser más que nadie, para que mi aroma salvaje llegue a ella y su coño se moje.
Para marcar mi territorio que es el mundo entero.
Desde aquí, con mi ropa sucia de sangre seca, con mis manos encostradas de piel ajena, la llamo con gritos primigenios descendiendo al primer estadio de la evolución humana y le ofrezco toda mi libertad, toda mi hostilidad y todo mi amor.
Estáis muertos si os cruzáis en mi camino.
Bajaré la montaña en su dirección, la que marca mi erección.
Es infalible.
La amo con absoluta libertad.
Desde aquí, desde el infierno si existiera.
La tomaré en bestial posesión, no importa los que mueran.
Lo juro desde aquí.
Iconoclasta
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