Algún semi hombre impotente frente a una hoguera prehistórica nocturna con un collar de abalorios modelados con excrementos secos, predicó a aquellos monos humanos de la tribu que, se folla con la misión de procrear. Gozar es pecado, promiscuidad.
A medida que la civilización adquiría asentamientos fijos, los pecados, faltas y leyes se predicaban en templos construidos con el esfuerzo y la sangre de los creyentes para el brujo o sacerdote. Y más adelante, una casta de sacerdotes se hizo política.
Pocos hicieron caso de este follar reproductivo y gozaban; pero por mansedumbre, por miedo a las leyes de los dioses inventados por brujos y sacerdotes, aceptaron con falso arrepentimiento el pecado. Y por ello el castigo por el placer.
La humanidad es una especie imbécil y ha sobrevivido y evolucionado físicamente durante miles de años porque es plaga, como los insectos. Por muchos humanos que mueran, quintuplican sus nacimientos insectilmente.
Esta prédica religiosa y política, sobre la obediencia y el pecado de gozar se graba en las mentes de los niños con ejemplos de virtud, como pueden ser las hormigas y las abejas que trabajan hasta morir y sin lamentarse (de ahí también el uso actual del bozal o mascarilla en jerga nazi o fascista), para engordar a la puta reina.
Es un concepto llamado ahora “trabajo en equipo”, que se inculca desde tiempos inmemoriales en las mentes de los niños, para convertirse en la madurez en un mantra laboral siempre en boca del insecto u obrero productor humano. El trabajo en equipo consiste en anular la creatividad humana para evitar que ningún insecto sobresalga y usurpar el equipo de idiotas la inteligencia del individuo.
Al final, el 99,99 % (la minoría restante son líderes políticos religiosos y millonarios) de los cerebros humanos útiles solo trabajan como receptores de timos, dogmas y mandamientos fascistas, todo entra y nada sale de ellos.
Y como los líderes del panal u hormiguero son humanos, también son imbéciles; pero gracias a la enfermiza ambición genética y una paranoica codicia, han desarrollado instintos para convertirse en putas reinas del sucio termitero, con su imbecilidad intacta. Es la denominada suerte de los tontos, a los que se les aparece dios o la virgen y se consideran mesías de la mierda.
En fin, este pequeño ensayo explica que la especie humana, a pesar de los miles de años que holla sobre La Tierra, no pueda evolucionar: su reproducción insectil irremediablemente eterniza el gen imbécil.
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