Ocurre en cualquier momento, en un segundo
comienza un apocalipsis gradual: la mirada borradora destruye las formas, los
colores, las cosas y las personas.
Destroza todo el amor y el odio del mundo, es
la extinción total de vida, materia y espiritualidad.
Si es una afección psicótica o una mutación
ocular, no importa porque el resultado para quien la padezca o disfrute, es
idéntico: la aniquilación total. Y la realidad es absoluta para el que borra
todo aquello que ya se ha cansado de observar.
Suele ocurrir cuando los ojos se encuentran relajados,
asaces. Cuando una masturbación solitaria ha creado una intensa fantasía
idealizando una realidad que no existirá. Es una forma de supervivencia en un
mundo hostil que insulta nuestra inteligencia con vidas y cosas que nos han
hastiado durante mucho tiempo haciendo la vida inviable.
La mirada borradora aflora cuando el semen se
enfría solo entre los dedos, con la leche aún borboteando por el meato del
bendito pijo, que es el único que placer nos da. La mirada desdibuja entornos y
contornos. Los colores se convierten en cera caliente derramándose por el
suelo. Los ojos de las bestias de dos y cuatro patas caen de sus cuencas
lánguidas y elásticas deformadas por su propio peso.
Ocurre cuando ya se sabe todo de la vida y
comprendes que no hay otra dimensión, ni otro lugar donde ir que se pueda parecer
mínimamente a lo que sueñas.
Todo comienza con una lágrima que desenfoca el
planeta. No es la lágrima lo que deforma las cosas, la lágrima solo es un
producto nacido de la desesperanza.
El mundo que imagino es perfecto y la realidad
hedionda. Estoy abandonado.
Ante esta comprensión es cuando se adquiere un
super poder, o una enfermedad mental. Y la mirada borradora comienza a radiar su
destrucción sin que se pueda evitar; igual que una fusión nuclear nadie puede
parar. La gente muere silenciosamente, desaparece.
“No quiero desaparecer así”, “No puedes
borrarlo todo”.
El que no quiere desaparecer, siempre te ha
querido joder la vida, no hay que hacer caso; hay que borrarlo empezando por el
cerebro. Sí que se puede borrar todo cuando la enfermedad de los ojos
borradores ha destruido todos los anticuerpos de la razón, todo es posible.
Como sumergir todas las vidas y todas las cosas en el Mar del Olvido Cósmico.
Solo queda su luz molesta viajando en el espacio, demasiado lejana para que la
pueda ver y borrar.
La mirada borradora llega para vengar las
ilusiones asesinadas que jamás ocurrirán.
Es mi némesis contra una vida de mala suerte. Odio a los triunfadores por nada
en especial. Si no puedes ganar, odias. Es así de simple. Con los años aprendes
a sentir asco por los afortunados, por los inteligentes, por los que más ganan.
Deseas aniquilar a todo ser dichoso que te echa en cara tu fracaso con su
existencia de mierda.
Y rindes culto a tu polla, que para eso la
tienes. Y escupes tu felicidad por el pijo con cada cosa que borras.
El mejor amigo del hombre no es el perro.
Los contornos de los seres humanos ya
prescindibles en lo que queda de mi vida, se difuminan con el aire; cosa que
provoca una náusea, un mareo. Poco importa, porque aunque vomitemos, es bueno
que desparezca todo aquello que no nos gustaba o nos gustó en algún momento. Lo
importante es que mis manos están nítidas y el semen forma perfectas y
definidas gotas en mi pubis. Eso no se puede borrar, no lo quiero borrar.
El semen es un conjunto de hijos borrados.
No es quedarse ciego, porque lo ves todo.
Observas toda la muerte y la venganza contra la mediocridad y lo plano ante el
triunfo ajeno agonizante. La mirada borradora se convierte en heroína que corre
veloz por mi sangre y necesito inyectar más y más.
El sol ya no tiene una forma definida, ese
hijoputa que tanto me ha calentado la piel, que me ha podrido dando vida a
otros… Es ya un foco que ha perdido intensidad. Ya no es la puta estrella
creadora de una vida mierdosa.
Mi mirada acaba con la vida que el sol creó y
el frío se instala en los huesos y en las entrañas de todo lo animado. Solo mi
pijo desprende vapor escupiendo semen.
Sin tanta luz todo se ve mejor: las cosas
horrendas ya no se pueden maquillar con un contraluz y si existiera algo bello,
se podría apreciar con más detalle.
Los pelos rojizos de mis cojones se saturan de
color como las hojas muertas en el otoño. Gracias a que he borrado el sol.
El vómito ante la mirada borradora se mantiene
nítido, como un monumento, una obra de arte perfecta ante lo que se diluye y
desaparece. Mi asco es mi obra eterna en lo que queda de este mundo.
La mirada borradora es voraz e ingobernable,
ya no hay segundas oportunidades. No más esperas, es hora de que todo
desaparezca.
Menos mi polla y yo.
Lo corrupto ya no se sostiene, no tiene ojos,
no tiene músculos, ni huesos. Lo que odio es leche sin pasteurizar. Dura nada
bajo mi mirada borradora.
Los rostros han perdido detalles, todos son
idénticos deshaciéndose y lloran su muerte intentando con sus manos
indefinidas, cubrirse de mi mirada.
Las casas y sus fachadas son rostros con ojos
sin color ni movimiento que lucen bocas abiertas sin labios ni dientes. Hay
ventanas como cuencas vacías, en las que se borran familias que se creían
felices, intentando dibujarse los rostros con pintalabios y acuarelas
infantiles.
Los hay que aún no saben que se están
deshaciendo y piensan en ir al médico porque creen que es conjuntivitis el no
verse a si mismos en un mundo que ha perdido luz.
Los más inteligentes, no saben que los estoy
borrando. No eran tan listos como ellos u otros pensaban.
La mirada borradora es justicia plena y los
que un día triunfaron a costa de mi fracaso, ahora mueren por mi voluntad. Mi
triunfo.
Sus carnes se estiran y se derraman por el
suelo con sangre descolorida, los perros ladran perdiendo sus mandíbulas blandas
al aire y se desangran por las desparecidas arterias. Los pájaros se convierten
en borrones de tinta en un cielo caótico mezclado de azul y blanco que se
diluye para convertirse en nada.
La mitad del gato que descansa en el alféizar
de la ventana, se descuelga varios metros y su mirada es triste como lo fue la
mía antes de ser borradora.
Yo me mantengo íntegro, mis manos son
perfectas y mi cuerpo es sólido.
Con cada árbol, con cada coche, casa y ser
vivo que desaparece, mis fracasos se olvidan y los recuerdos se hacen amables.
Yo vivo y la humanidad y lo que la contiene, muere. Por mi voluntad.
Mi santa volición.
El miedo y el dolor de la humanidad se ha
convertido en mi gozo, en mi sueño cumplido.
Todo lo que me rodeaba carecía de importancia,
porque no siento más que alivio con toda esa muerte.
Nada importaba demasiado, y ahora me queda el
pesar de no haber cultivado antes mi mirada borradora. Todo se podía borrar y
he dejado que durara demasiado tiempo. Era tan fácil acabar con lo anodino…
Las vidas ajenas no son más que simples
dibujos que alguien trazó mal y de malhumor. Y yo he pagado ese error demasiado
tiempo.
Que mueran, que desaparezcan, que dejen de
existir y que no quede huella de nada. Que luchen y fracasen contra mi mirada
borradora.
Que se jodan, no los soporté nunca.
Yo regaré la nada con mi semen blanco, sólido,
dulce y cálido.
Que no abran la boca los que mueren, o se
tragarán el maná de mi placer.
Llega la noche, y el mundo está más silencioso
que nunca. La luna es un queso podrido y aguado, las estrellas no brillan, solo
son manchas blancas de grasa.
Mi cama está definida y mientras borro mirando
por la ventana la luna y el cielo negro, mis ojos piden descanso. Hay poco ya
que borrar, puedo dormir tranquilo y acariciar mi triunfo que está erecto y
deja un rastro incoloro, espeso y de fuerte olor entre mis dedos.
La mirada borradora es excitante…
Me pregunto donde despertaré mañana si casi
todo se ha borrado, qué comeré o adonde iré. Sonrío por primera vez en muchos
años ante mis dudas, ante lo desconocido.
No importa si mi muerte es el precio por gozar
del privilegio de una mirada borradora. Ojalá naciera mil veces para hacer mil
veces lo mismo en otros mil planetas.
Aunque me joda.
Yo no seré borrado como los vulgares, moriré
con mi cuerpo íntegro, como un hombre.
Si alguien no ha muerto, que aproveche unas
horas de vida mientras duermo, mañana no quedará nadie.
Que mi mirada borradora
me libre de vosotros.Iconoclasta